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EL CASO DE JUAN.

Sonó el timbre y en el grado segundo, 12 pequeños prisioneros salieron huyendo de aquel lugar a
buscar diversiones de verdad, verdad.

Como era costumbre Juan Manuel salía del salón rodeado de tres amigos, uno se dirigía a la tienda
a comprar perros calientes y gaseosas, otro llevaba el balón con la firma de Neymar que era uno
de tantos tesoros de Juanma y el otro, sólo lo acompañaba para complacer a Juan Manuel
pateando un niño o quitándole el yogurt a otro.

Es que en el Mega College donde estudia Juan Manuel muchos han sido los profesores y
psicólogos que han tratado su caso. El último psicoloco sobreviviente de su historia, lo diagnosticó
con Trastorno de Oposición Desafiante recomendándole a la joven madre que iniciara pronto un
tratamiento psiquiátrico para evitar mayores dificultades en la adolescencia.

Hay que decir que Juan Manuel, hijo de un narcotraficante y una joven mujer que se escapó con
éste a los 14 años creció en un ambiente de armas, lujos y banalidades por doquier. Su casa de
infancia tenía tres piscinas, cuatro camionetas y un salón gigante de juegos electrónicos. Su mamá
y papá fueron varias cuidadoras a quienes Juanma maltrataba sin señales de arrepentimiento. La
última casi, casi iba a terminar ahogada por las travesuras de un niño al cual se le enseñó que a las
mujeres que lo cuidaban no se les podía llamar por el nombre.

La relación madre – hijo hasta los actuales 9 años de existencia ha sido muy superficial, ella le dice
“Este mocoso” y él nunca le ha dicho de otra manera que no sea, Johana, a secas. Sólo con su
abuelo materno Juan tiende a comportarse diferente, Don Juan como se llama, por un problema
de artritis tiene dificultades para desplazarse de un lugar a otro y cuando de casualidad Juanma lo
visita, ha sido capaz de dejar su Ayfun 15 a un lado para ayudar al viejo. Al parecer estos Juanes
comparten travesuras, Juanma sabe llevarla un dulce al abuelo conociendo que la diabetes no es
juego y el viejo Juan acostumbra a hablarle firme y abrazarlo pidiéndole que coja juicio en el cole
pa que cumpla su sueño de ser volador como le decía Juanma a su abuelo, al único que realmente
le contaba algo tan secreto como sus sueños.

Después de la última escena donde Juanma golpea a un niño de cuarto de primaria abriéndole una
trocha en la cabeza, porque no resistió que le regalara un jugo a aquella niña que siempre le gustó
y a la que sólo quería impresionar con su papel de “Bad Boy”, fue nuevamente suspendido y de
castigo Johana lo mandó a casa de sus abuelos en plena alma de una clase media arribista y
popular.

Don Juan le preguntó a su tocayito qué había sucedido. Sólo por esta vez en un instante
invaluable, luego de un prolongado silencio fue Juanma quien sollozando corrió a abrazar a su
abuelo, pidiéndole ayuda, suplicándole abrigo. El abue, conmovido y adolorido a la vez, sólo pudo
decir, “Ya mi niño, ya”.

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