Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Por C.H.Mackintosh
“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para
salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Timoteo 1:15). Ahora
particularmente note lo que el Espíritu de Dios declara acerca de Saulo de Tarso: que él era
el principal de los pecadores. Esta no es la expresión de la humildad de Pablo, sin embargo,
no debemos dudar que él era humilde bajo lo que había sentido. Nosotros no estamos
ocupados con los sentimientos de un escritor inspirado, pero sí con la declaración del
Espíritu Santo quién le inspiró a él, es bueno ver esto.
Más nos ha permitido distinguir el objeto de todo este trato con el primero de los pecadores.
“Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero
toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna”. El
principal de los pecadores está en el Cielo. ¿Cómo llegó allí?, Simplemente por la sangre de
Jesús; y además vemos a Cristo como “ejemplo” del hombre. Todos pueden mirarlo a él y
ver como ellos también son salvados; pero en tal sabiduría así el “primero” fue salvado, es
preciso entonces que todos los que le siguen sean salvados. La gracia que alcanzó al
primero puede alcanzar también a todos. La sangre que limpió al primero puede limpiar a
todos. El titulo por el cual el primero entró en los cielos es el titulo para todos. ¡Miren a
Pablo “como ejemplo de toda la clemencia de Cristo”!, No hay un pecador a este lado del
portal del infierno, que pueda caer tan lejos o que quede más allá del alcance del amor de
Dios, de la sangre de Cristo, o del testimonio del Santo Espíritu.
Ahora nosotros volveremos al otro lado del carácter de Saulo y le contemplaremos como el
primero de los legalistas.
“Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué
confiar en la carne, yo más” (Filipenses 3:4). Aquí tenemos un punto valioso, Saulo de
Tarso estaba de pie, cuando estaba en la cumbre alta en la colina de la legal justicia. Él
alcanzó el mas alto paso en el escalón de la religión humana. Él sufriría lo que ningún
hombre haría para conseguir alcanzarle. Sus logros religiosos fueron de un valor muy alto.
(Ver Gálatas 1:14) “Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más”. ¿Está
confiando algún hombre en su templanza? Pablo podía decir, “Yo más”. ¿Está algún
hombre confiando en su moralidad? Pablo podía decir, “Yo más”. ¿Está algún hombre
confiando en ordenanzas, sacramentos, servicios religiosos o piadosas observancias? Pablo
podía decir, “Yo más”.
Todo esto imparte un interés peculiar por la historia de Saulo de Tarso. En él nosotros
vemos, en una mirada, el poder de la sangre de Cristo y la inutilidad absoluta del traje de la
misma justicia que siempre a vestido a la persona legalista. Mirándole a él ninguna
necesidad de desesperación al pecador; mirándole a él ningún legalista puede alardear. Si el
primero de los pecadores está en el Cielo, yo puedo estar allí también. Si los más grandes
religiosos, legalistas y activistas, que siempre han existido, han descendido del escalón de
la propia justicia, es para mí inútil el subirla.
La culpa de Saulo de Tarso fue completamente cubierta por la sangre de Cristo; y su alto
orgullo religioso fue barrido lejos por una mirada de Jesús y Saulo encontró su lugar a los
pies taladrados de Jesús de Nazaret. Su culpa no fue estorbo y su justicia inútil. En lo
primero (culpa) fue lavado afuera por la sangre y en lo ultimo (su justicia) esta se convirtió
en estiércol, y escoria por la gloria moral de Cristo. No importó si era “yo el primero” o
“yo más”. La Cruz era el único remedio.
“Dios prohibe”, dice este primero de los pecadores y príncipe de los legalistas “Pero lejos
esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es
crucificado a mí, y yo al mundo” (Gálatas 6:14). Pablo tenía la pequeña idea de confiar así
en su justicia, como en sus crímenes. Él se había permitido ganar el laurel de la victoria en
la gran contienda legal con sus “iguales en su propia nación”, solo que él podría arrojar
esto, como una cosa marchita y sin valor a los pies de la Cruz. Le permitió dejar atrás todo
en la oscura carrera de la culpa, solo que él podría ejemplificar el poder del amor de Dios y
la eficacia de la sangre de Cristo. Saulo no estaba más cerca de Cristo como el primero de
los legalistas sino como el primero de los pecadores. No había mayor mérito justificándose
en sus nobles esfuerzos en la escuela del legalismo que en sus actos salvajes de oposición al
nombre de Cristo. Saulo fue salvado por gracia, salvado por la sangre, salvado por la fe. No
hay otra manera para el pecador o legalista.
Hay otro punto en la historia de Pablo al que nosotros debemos mirar brevemente, en orden
a mostrar los resultados prácticos de la gracia de Cristo, donde quiera que esa gracia sea
conocida. Esto lo presentará para nuestra observación como el más laborioso de los
apóstoles.
Marque el progreso de ese hombre tan notable, mirando estas grandes labores en la viña de
Cristo; vea sus lágrimas, sus trabajos, sus viajes, sus peligros, sus luchas; véalo cuando él
lleva sus doradas gavillas al granero celestial y los tiende bajo los pies del Maestro; véale
llevar las nobles ataduras del evangelio y finalmente poniendo su cabeza sobre la piedra del
martirio y dice ¿Si el evangelio de Dios es gracia gratuita – y el evangelio de Cristo es
salvación gratuita, anula esto las buenas obras? De ningún modo, ese evangelio precioso es
la única verdadera base en que la gran estructura de las buenas obras pueden siempre ser
erigidas.
La moralidad sin Cristo, es una fría moralidad. La benevolencia sin Cristo es una
benevolencia sin valor. Las ordenanzas sin Cristo son sin poder y sin valor. La ortodoxia
sin Cristo es sin corazón e infructuosa. Debemos conseguir el fin del ego, sí es un ego
culpable o un ego religioso y encontrando a Cristo como la porción satisfactoria de nuestros
corazones, ahora y para siempre. Entonces nosotros podremos decir, con verdad,
Todo esto era con Saulo de Tarso. Él consiguió librarse de si mismo y encontró su todo en
Cristo; y por consiguiente, así como nosotros hemos puesto sobre la pagina emocionante de
su historia, nosotros oímos, desde las profundas ruinas, las palabras: “Yo soy el primero” –
desde el punto más elevado del sistema legal, las palabras: “Yo más” – Y de entre los
campos dorados de la labor apostólica, las palabras: “antes he trabajado más que todos
ellos” (1. Cor.15:10).
D.V. 23.03.2004
(Saulo de Tarso) Apóstol del cristianismo que él transformó en religión universal (Tarso, Cilicia,
h. 4/15 - Roma ?, h. 64/68). Era hijo de judíos fariseos de cultura helenística y con ciudadanía
romana. Fue contemporáneo de Jesucristo e incluso estuvo en Jerusalén en la misma época que
él, aunque probablemente no se conocieron.
Pablo tenía una sólida formación teológica, filosófica, jurídica, mercantil y lingüística (hablaba
griego, latín, hebreo y arameo). Participó en las primeras persecuciones contra los cristianos.
Pero durante un viaje a Damasco, poco después de la crucifixión de Jesucristo, se convirtió a la
nueva fe, que por entonces era considerada una secta herética del judaísmo (según su propio
relato, fue el mismo Jesús el que se le apareció).
Desde entonces San Pablo se convirtió en el más ardiente propagandista del cristianismo, que
contribuyó a extender más allá del pueblo judío, entre los gentiles: viajó como misionero por
Grecia, Asia Menor, Siria y Palestina; y escribió misivas (las encíclicas) a diversos pueblos del
entorno mediterráneo.
Los escritos de San Pablo adaptaron el mensaje de Jesús a la cultura helenística imperante en el
mundo mediterráneo, facilitando su extensión fuera del ámbito cultural hebreo en donde había
nacido. Al mismo tiempo, esos escritos constituyen una de las primeras interpretaciones del
mensaje de Jesús, razón por la que contribuyeron de manera decisiva al desarrollo teológico del
cristianismo (se atribuyen a San Pablo más de la mitad de los libros del Nuevo Testamento).
Pablo de Tarso
De Wikipedia, la enciclopedia libre
«San Pablo» redirige aquí. Para otras acepciones, véase San Pablo (desambiguación).
San Pablo
Por El Greco
Nombre Saulo de Tarso
Nacimiento c. 9
Tarso (actual Turquía)
Fallecimiento c. 67
Roma
Pablo de Tarso, originalmente Saulo, también llamado San Pablo y San Pablo de Tarso
(nacimiento entre los años 5[cita requerida] y 10 d. C., Tarso (actual Turquía) - † año 67 en
Roma), aunque no perteneció al círculo de apóstoles de Jesucristo.
Pablo es reconocido por los cristianos como un ejemplo a seguir. Hizo mucho para
introducir el cristianismo entre los gentiles y es considerado como una de las fuentes
significativas de la doctrina de la primitiva iglesia cristiana.
Contenido
[ocultar]
1 Biografía
o 1.1 La conversión
2 Viajes misionales
3 Escritos
o 3.1 Papel de las mujeres
4 Relación con el judaísmo
5 Representaciones artísticas
6 Véase también
7 Referencias
8 Bibliografía
9 Enlaces externos
[editar] Biografía
Nació entre el año 5 y el año 10 en Tarso, en la región de Cilicia, en la costa sur del Asia
Menor (la actual Turquía). La ciudad de Tarso tenía concedida la ciudadanía romana por
nacimiento (Hechos 22:22-29). Por lo que Pablo era ciudadano romano pese a ser hijo de
judíos.
Pablo de Tarso fue un activo perseguidor de los cristianos bajo la influencia de los fariseos.
De hecho él fue de los que participó y asintió en la ejecución de Esteban (Hechos 7:58,(:3),
el primer mártir (denominado protomártir) de la iglesia de aquel entonces, quien fue
víctima de lapidación no como consecuencia de la barbarie de la multitud, sino como
cumplimiento de una ejecución judicial, pues Saulo contaba con la venia de Roma.
[editar] La conversión
Para el episodio como tema artístico, véase Conversión de San Pablo.
En el año 36, camino a Damasco, tuvo una visión y se convirtió al cristianismo. Según el
libro de los Hechos de los Apóstoles y las epístolas paulinas fue gracias a una aparición de
Cristo camino de la ciudad de Damasco, después de la cual pide ser bautizado.
"Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote,
y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres
de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar
cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó
una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo:
Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y
temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad,
y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la
verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía
a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y
no comió ni bebió."
Hechos 9:1-9
En sus epístolas no da detalles sobre este hecho, pero sí afirma que perseguía a los
cristianos y que se le apareció Jesús "Posteriormente, después de todos, se me apareció
también a mí, como un abortivo" (1Corintios 15:8-9).
A partir del año 46 comienzan los tres grandes viajes misioneros de Pablo:
En el primer viaje misional, junto con Bernabé y su primo Juan Marcos de ayudante, parte
de Seleucia, puerto de Antioquía, donde había predicado durante un año, hacia la isla de
Chipre, concretamente a Salamina. Este era el primer lugar donde predicaban a los "no
judíos", es decir, a los gentiles o paganos.
Es aquí donde Saulo comienza a ser llamado por su nombre romano Pablo que significa "el
más pequeño". Navegan hacia Perge, en la región de Panfilia. Juan Marcos regresa a
Jerusalén. Pablo y Bernabé continúan por el sur de Galacia. Encuentran mala acogida por
parte de los judíos, y deciden dirigirse a los paganos, por los sitios nombrados formaban
comunidades y dejaban encargados para cuidarlas. A partir de estas fechas, a los discípulos,
también se les empezó a llamar cristianos. Los nuevos cristianos llamados "no judíos"
enviaban dinero a Jerusalén por medio de Pablo y del apóstol Bernabé.
Los cristianos procedentes del judaísmo plantean la idea de que estos nuevos cristianos
deberían aceptar también las leyes judías, como la circuncisión. Pablo decide plantear la
cuestión en Jerusalén a su regreso en el año 49, ante los apóstoles. Esto dio lugar al primer
concilio, el Concilio de Jerusalén, del año 50. Triunfó la postura de Pablo, sobre no
imponer rituales judíos a los conversos gentiles.
En el segundo viaje misionero Pablo se hace acompañar por Silas. Parten de Antioquia, por
tierra, hacia Siria y Cilicia, llegando al sur de Galacia. En Listra, se les une Timoteo.
Atraviesan las regiones de Frigia y Misia. Al parecer, se les une Lucas el Evangelista en la
Tróade. Decide ir a Europa, y en Macedonia funda la primera comunidad cristiana
europea: la comunidad de Filipos. También en Tesalónica, Berea, Atenas y Corinto. Se
queda durante año y medio en Corinto, acogido por Aquila y Priscila, matrimonio judeo-
cristiano que había sido expulsado de Roma debido al edicto del emperador Claudio. En
invierno del año 51 escribe la primera carta a los tesalonicenses, el documento más
antiguo del Nuevo Testamento. Al año siguiente vuelve a Antioquía.
Había expresado sus deseos de llegar, lo cual posiblemente se cumplió en el año 63. Al
parecer, después visitó las comunidades de Oriente. Volvió a ser apresado en Roma durante
las persecuciones de Nerón. Fue sentenciado a muerte y decapitado hacia el año 67. Por
tener la ciudadanía romana, gozó del privilegio de la decapitación, ya que el suplicio de la
cruz estaba destinado para quien no era romano. Según la tradición, la cabeza rodó por el
suelo y lo golpeó tres veces, y de allí donde chocó, surgió una vía de agua.
[editar] Escritos
A los Romanos.
Primera a los Corintios.
Segunda a los Corintios.
A los Gálatas.
A los Efesios.
A los Filipenses.
A los Colosenses.
Primera a los Tesalonicenses.
Segunda a los Tesalonicenses.
Primera a Timoteo.
Segunda a Timoteo.
A Tito.
A Filemón.
De estas 13 epístolas, existe consenso en que las 7 señaladas en negrita son auténticamente
paulinas. Respecto a la Epístola a los Hebreos, los eruditos críticos (no cristianos) y la
Iglesia Católica están de acuerdo en que no es de autoría paulina, lo que no es obstáculo
para que tanto la Iglesia Católica como las Protestantes la consideren un texto válido y la
incluyan en el canon bíblico.
Del resto, no existe acuerdo sobre si son de autoría paulina o han sido escritas por
colaboradores o discípulos de Pablo. Según Antonio Piñero, en su libro "Guía para entender
el Nuevo Testamento", una mayoría (que no unanimidad) de estudiosos cree que no son
paulinas las epístolas a Timoteo y a Tito (las llamadas epístolas pastorales), mientras que
sobre las epístolas a los Colosenses, Efesios y Segunda a los Tesalonicenses las opiniones
están más divididas.
1Timoteo 2:11-14
Este pasaje parece estar diciendo que las mujeres no deben tener en la iglesia ningún papel
de liderazgo frente a los hombres4 . Si ella también prohíbe a las mujeres enseñar a otras
mujeres o niños es dudoso, pues hasta incluso en las iglesias cristianas que prohíben el
sacerdocio femenino se permite que abadesas enseñen y tengan posiciones de liderazgo
sobre otras mujeres. Cualquier interpretación de esta parte de las escrituras tiene que
confrontarse con las dificultades teológicas, contextuales, sintácticas y léxicas de estas
pocas palabras5 .
El teólogo J. R. Daniel Kirk encontró un importante papel para las mujeres en la iglesia
antigua, como por ejemplo cuando Pablo elogia a Febe por su trabajo como
diaconisaEtiqueta desconocida «label2» y también JúniaEtiqueta desconocida «label2»,
considerada por algunos como la única mujer citada en el Nuevo Testamento entre los
apóstoles6 7 . Kirk apunta para estudios recientes que llevaron a algunos a concluir que el
pasaje que obliga a las mujeres a "quedar calladas en las iglesias" en 1Corintios 14:34 fue
una adición posterior, aparentemente por un autor diferente y no era parte de la carta
original de Pablo a la iglesia de Corinto. Otros, como Giancarlo Biguzzi, alegan que la
restricción de Pablo sobre las mujeres en Corintios es genuina, pero se aplica al caso
particular de prohibirlas de hacer preguntas o de conversar, y no una prohibición
generalizada contra que las mujeres hablen, pues en 1Corintios 11:5 Pablo afirma el
derecho de las mujeres de profetizar8 .
Conversión en el camino para Damasco.
Por Caravaggio, en la Iglesia de Santa María del Popolo, en Roma.
El tercer ejemplo de Kirk de una visión más inclusiva está en Gálatas 3:28. Al anunciar un
fin dentro de la iglesia de las divisiones que eran tan comunes en el todo el mundo, el
concluyó destacando que "...había mujeres del Nuevo Testamento que enseñaron y tenían
autoridad en la iglesia antigua y que estas enseñanzas y esta autoridad eran sancionadas
por Pablo y que el apóstol mismo ofrece un paradigma teológico dentro del cual la
superación de la subyugación de la mujer es un resultado esperado"9 .
Origen y juventud.
Saulo nació en Tarso de Cilicia, centro de cultura y saber griegos (Hch. 21:39), de
una familia judía de la tribu de Benjamín (Ro. 11:1; Fil 3:5) Cuando el martirio de
Esteban (33/34 o 35/36), era aún «joven» (es decir, de unos 30 años; en el 62/63
se llama ya viejo; (Filemón 9); hubo de nacer en los primeros años de la Era
Cristiana. Su familia pertenecía a los «hebreos» (Fil. 3:5), es decir, a los judíos de
lengua aramea, y a los fariseos (Hechos 23:6; Fil. 3:5), y era irreprochable en
cuanto a la «justicia» (Fil. 3:6). Su padre era ciudadano de Tarso (Hch. 22:28), lo
que supone que hubo de ser de buena posición (cfr. Fil. 3:8). Saulo fue
circuncidado al octavo día de su nacimiento (Lv. 12:3 Fil 3:5) y recibió el nombre
de Saúl (es decir <el deseado>; griego, Saulos, de donde Saulo) y el romano y el
romano de Pablo (Hch. 13:9). El niño fue instruido en la lengua aramean (Hch.
13:9) y educado en la fiel observancia de la ley y de las tradiciones de los
mayores.
Según la costumbre judía, desde los cinco años debió de aprender a leer en la
Biblia hebrea. Desde su juventud, Pablo aprendió igualmente la lengua griega, que
era la corriente en Tarso. Por razón de su educación farisea, se duda si frecuentó
también alguna de las muchas escuelas griegas, en aquel importante centro de
cultura helenística. Pablo cita incluso algunos escrítores griegos (Arato, Phaen. V,
429 [Hch 17:28]; Menandro, Thais [1 Co. 15:33]; Epiménides, Or. [Tit. 1:12)).
A los quince años, Pablo fue enviado Jerusalén para formarse a fondo en el
conocimiento de la Escritura y de las tradiciones y métodos rabínicos; según
algunos los padres de Pablo se habrían nuevamente establecido en Jerusalén
cuando era aún muy niño. Allí fue discípulo de Gamaliel (Hch. 22:3), hombre
piadoso, pacífico (cfr. 5:34-39) y abierto, que no se sentía hostil a la cultura griega.
Bajo su dirección, Pablo aprendió a fondo el Antiguo Testamento, los métodos
exegéticos de los rabinos y se convirtió en adicto entusiasta de los fariseos.
«celador extremado de las tradiciones de los padres» (Gá. 1:14; Hch. 22:3).
A su educación rabínica debe Pablo, no sólo muchas ideas religiosas y un
conocímiento a fondo del Antiguo Testamento, sino también su dialéctica. y su
método exegético. Como los rabinos interpretaban los hechos y objetos
mencionados en el AntiguoTestamento como símbolos de la ley, así Pablo explica
los sucesos de la historia de la salud como símbolos de la economía cristiana de
salvación, por ejemplo, Sara como tipo del Nuevo Testamento y Agar del Antiguo
Testamento (Gá. 4:21-31; cfr. 1 Co. 10 6. Pablo veía en el conjunto del Antiguo
Testamento la prepación y figura de la revelación y de la salud traída por Cristo, e
interpretaba la Escritura según la intuición de su fe cristiana. Así entendido, el
Antiguo Testamento revela verdades que no pueden ser descubiertas ni por
exégesis filosófica ni por la historia. Para ello seguía Pablo el método exegético de
los rabinos, según el cual se toman como oráculos ciertos textos, entendidos fuera
de su contexto y desligados del mismo. Además,Pablo toma ciertos temas a los
midras judios, por ejemplo la promulgación de la ley por un ángel sobre el monte
Sinaí (Gá. 3:19),la roca que camina (1 Co. 10:4), los nombres de los magos
egipcios (2 Ti. 3:8). Pablo es un rabino cristiano que posee el espíritu de Cristo y
se ha liberado de la mentalidad de su escuela y de la casuística de sus maestros
judíos.
La personalidad de Pablo
Era un hombre que creaba interés en torno a sí, que atraía a los demás y
emanaba amistad. La lista de veintisiete nombres en Ro:16 nos descubre una
pequeña parte del círculo de sus amigos íntimos. Escribe una carta a un amigo
rico para salvar la vida y recomendar a un esclavo al cual ha hecho su hermano en
Cristo en la prisión. Es agradecido con los pequeños favores, y se interesa por la
iglesia en Jerusalén cuando los malos tiempos ponían a los pobres en dificultad.
2. Jerusalén: Ciudad donde estudia la ley de Moisés con el gran rabino Gamaliel,
asiste al Concilio de los Apóstoles y, antes, al martirio de Esteban; y allí es, a su
vez, apresado por los romanos.
3. Damasco: En sus cercanías se convierte a Cristo y de ella escapa por una
ventana en la muralia acosado por sus perseguidores.
4. Antioquía: Iglesia fundada por Bernabé. Lugar de partida de tres primeros viajes
misioneros; allí reciben los discípulos por primera vez el nombre de cristianos.
5. Galacia: En la región situada en el centro del Asia Menor, a los crisisanos Pablo
escribe desde Éfesc una carta para defender a los hermanos de los "judaizantes"
o falsos hermanos, que querían imponer a los convertidos de la gentilidad las
observancias de la ley de Moisés.
9. Corinto: La iglesia de allí fue fundada por. Pablo en su segundo viaje. Allí
predica y trabaja en ella. A esta comunidad dirigirá dos cartas, la primera desde
Éfeso y la segunda desde Filipos.
10. Colosas: Pequeña ciudad en la región de Frigia, al este de Éfeso. Esta iglesia
fue fundada por un discípulo de Pablo, Epafras, y a ella dirige una carta sobre los
peligros que los amenazan.
12. Cesarea: Ciudad en la costa de Palestina donde vivió preso durantc dos años,
siendo procuradores F6lix y Porcio Festo. De aquí partió Pablo para Roma en el
viaje dc la cautividad.
13. Roma: Capital del Imperio Romano. A la comunidad cristiana de allí le escribe
Pablo una carta desde Corinto. En ella pasó Pablo dos períodos prisionero
predicando el evangelio, hasta su martirio en el año 67.
Texto tomado del capítulo II
PABLO.
Un hombre cosmopolita
Han transcurrido siglos desde los viajes de Pablo. Algunas de las ciudades que
visitó están hoy en ruinas, pero no dejan de suscitar el interés de arqueólogos y
modernos peregrinos deseosos de "seguir las huellas de Pablo" con intención de
hacerse una idea del mundo en que el apóstol se movía. En Roma y en Atenas está
el ajetreo de la vida moderna con toda su fuerza, algo que puede encontrase
también en otros lugares, como Nueva York, que no pueden envanecerse de un
pasado particularmente venerable. Pablo no podría creer lo que vería si le fuera
posible visitar de nuevo en nuestros días Roma y Atenas. La historia no se ha
detenido después del siglo I. Todo ha cambiado. Incluso el Imperio Romano, tan
grande, poderoso y extenso cuando parecía que el mundo se acababa en sus
fronteras, ha desaparecido de la faz de la tierra hace mucho tiempo. Las ruinas
cuentan una viejísima historia, siempre fascinante, de auge y caída, de nacimiento,
desarrollo y decadencia.
Después de tantos siglos nos resulta imposible hacernos una idea del fascinante
mundo clásico en que vivió Pablo y que pudo conocer a lo largo y a lo ancho durante
sus viajes. Aunque fuéramos capaces en principio de seguir su rastro con toda
exactitud, no podríamos hacerlo porque el relato de aquellos viajes que nos
transmiten los Hechos resulta bastante impreciso, a la vez que las referencias
geográficas de las cartas de Pablo son extremadamente sumarias, sin contar con
que las imágenes que llamarían nuestra atención serían muy distintas de las que
contempló el apóstol. No es posible salvar una distancia de tantos siglos.
Todo el que pretenda hacer un esfuerzo por analizar las ideas teológicas de
Pablo habrá de tener muy en cuenta el abismo a que antes me he referido. Para
empezar, sería un grave error subestimar el mundo clásico. En la formación de Pablo
influyó un conglomerado de culturas que en modo alguno podríamos describir como
primitivas. La civilización europea occidental no hubiera poseído la fuerza y los
valores que sabemos de no haber sido alimentada por el pensamiento de figuras
"clásicas" portadoras de nombres tan famosos como los de Homero, Sócrates,
Platón, Aristóteles, Juio César, Tácito, Livio y otros muchos filósofos, pensadores,
dramaturgos, novelistas e historiadores que dejaron huellas tan profundas en la
historia que han merecido ser investigadas hasta nuestros días.
Pero a pesar de este conglomerado de religiones y culturas, que nos parece tan
confuso como caótico, podemos afirmar que en el Imperio Romano se daba un cierto
grado de unidad cultural. Esta unidad "espiritual" tenía sus bases en las ideas
filosóficas y religiosas de pensadores como los que he mencionado más arriba,
cuyos escritos se leían y estudiaban en todas partes. Sus ideas formaban parte
integrante de la cultura de cuantos habían recibido una educación. No sería
temerario dar por seguro que tal era también el caso de Pablo, que había crecido en
una ciudad helenística distinguida en el campo tanto de la cultura como de la
filosofía. En sus frecuentes viajes, Pablo se movía por un mundo vivo, colorista.
Quienes aspiren a comprender a fondo sus cartas y captar sus ideas tendrán que
detenerse en la cultura de ese mundo2.
"Soy judío"
Sus orígenes judíos marcaron su vida. Creció como el judío Saulo (Hech 7,58).
La antigua fe de los padres significaba mucho para él (Gal 1,14), pero se convirtió en
convencido seguidor de Jesucristo. Saulo se volvió Pablo. Su vida cambió
radicalmente, pero nunca negó su condición de judío. Pablo siguió siendo Saulo3.
Murió como cristiano y como judío. En virtud de su nacimiento fue acogido en alma y
cuerpo por una comunidad de fe que poseía una antigua y venerable tradición.
El autor de los Hechos no deja duda alguna acerca del sentimiento de una
estrecha relación con la ciudad de Tarso de Cilicia que embargaba a Pablo. En ella
había nacido (Hch 22,3) y se dice que de nuevo residió allí cuando, después de su
huida de Damasco, Jerusalén amenazaba con convertirse en una ciudad demasiado
peligrosa para él, hasta el punto de que en ella peligraba su vida (Hch 9,30; 11,25).
En los Hechos no queda duda alguna acerca de esta identificación: el apóstol era
conocido en todas partes como Saulo/Pablo de Tarso (Hch 9,11; 21,39). Lo
sorprendente es que en las cartas no aparezca referencia alguna a Tarso. En sus
notas autobiográficas del primer capítulo de la carta a los Gálatas dice Pablo que
después de su primera visita a Jerusalén marchó "a Siria y Cilicia" (Gál 1,21), pero
no dice una palabra sobre la ciudad de Tarso. Contradice este silencio a las
noticias de los Hechos?
También los antepasados de Pablo tomaron un día la decisión de dar ese paso.
No sería extraño que tuviéramos que remontarnos hasta sus abuelos o sus
bisabuelos para encontrar a los responsables de que Pablo naciera como un judío
de la Diáspora. Por qué marcharon a vivir a Tarso? Es prácticamente imposible dar
una respuesta coherente a esta pregunta. Por mi parte tengo una sugerencia,
puramente especulativa y sin prueba alguna, es cierto, pero no carente en absoluto
de verosimilitud. Tanto las cartas como los Hechos no hacen ningún secreto de que
el apóstol era económicamente independiente. Su intensa actividad misonera no le
impidió proveer a sus propias necesidades, un hecho que menciona él mismo con
orgullo (Hch 20,34; 2 Cor 11,9; 1 Tes 2,9). Su profesión era la de tejedor de lona
(Hch 18,3). Es natural suponer que aprendió este oficio de su padre, pues tal era la
norma en aquellos tiempos. Por qué se asentó en Tarso su padre o su abuelo?
Tarso era la capital de la provincia romana de Cilicia, lo que significa que esta ciudad
era un centro gubernamental y que, en consecuencia, albergaba una guarnición.
Incluso en nuestros días, los ejércitos necesitan tiendas. No es por tanto
inconcebible que el padre de Pablo se ganara la vida confeccionando tiendas para la
guarnición de Tarso. Esto explicaría por qué al final de su corto discurso en la prisión
de Filipos apeló Pablo a su condición de ciudadano romano (Hch 16,37-39; 22,23-
29)11.
A estas preguntas sólo es posible responder con muchos "sí, pero". Esteban no
tuvo su trágico fin (Hch 6,7) inmediatamente después de la efusión del Espíritu y la
fiesta de Pentecostés (Hch 2). Entre los dos acontecimientos transcurrió algún
tiempo. Es difícil señalar con precisión cuántos días, meses o quizá años. El nombre
de Esteban se menciona por primera vez en los Hechos con ocasión de las disputas
surgidas en el seno de la comunidad original (Hch 6,1-6). Las disensiones partidistas
significaban una amenaza real contra la unidad de la comunidad y dieron por
resultado que algunas viudas sufrieran escasez. Esta situación está en agudo
contraste con el comportamiento de la comunidad primitiva en la etapa
inmediatamente posterior a Pentecostés (Hch 2,41-47; 4,32-37). Cuándo se hizo
notoria aquella insidiosa división? Al cabo de un año o al cabo de varios años?
Cuánto tiempo puede durar una situación ideal? No será que el cuadro de la
primitiva comunidad que nos trazan los Hechos representa un ideal deseable14, pero
que nunca existió bajo esa forma?
No sabemos en qué año exactamente fue crucificado Jesús. El 7 de abril del año
30 es la fecha que se suele mencionar en relación con este acontecimiento15. Éste
habría sido el año en el que nació la comunidad cristiana de Jerusalén. No es
inconcebible que la disputa a que hacen referencia los Hechos surgiera poco
después. Mucho antes de nuestra era son conocidas las tensiones existentes entre
los distintos grupos de judíos, por ejemplo entre los que hablaban preferentemente
arameo y otros que optaban por el griego porque procedían de la Diáspora y habían
experimentado la influencia del helenismo. Era inevitable que los judíos que habían
sido discípulos de Jesucristo introdujeran en la nueva comunidad de fe sus distintos
trasfondos y tendencias. El resultado fue que las tensiones mencionadas se
desarrollarían también con rapidez y facilidad dentro de la nueva comunidad.
La lapidación de Esteban por consiguiente pudo tener lugar unos dos años
después de la muerte de Jesús, es decir el año 3216. Pablo presenció la ejecución y,
según el autor de los Hechos, en aquellos momentos era "un joven" (Hch 7,58). Es
sabido que en aquella época las personas eran consideradas adultas antes que en
la actualidad. Se casaban jóvenes, las muchachas hacia la edad de trece o catorce
años y los muchachos unos años después, pero en cualquier caso antes de cumplir
los veinte. Parece también verosímil que en aquellos tiempos la edad de doce años
en el caso de los varones fuera el momento en que eran considerados adultos en
sentido religioso (cf. el relato de Jesús en el templo a la edad de doce años; Lc 2,40-
52). El joven Pablo partiría hacia Jerusalén poco tiempo después de cumplir esa
edad. Dado que en sus cartas nunca menciona un encuentro con Jesús en
Jerusalén, es probable que llegara a la ciudad después de la crucifixión, entre los
años 30 y 32. Todo esto significa que el que más tarde se convertiría en apóstol vio
la luz del día en Tarso hacia el año 15.
"Alumno de Gamaliel"
De lo dicho se desprende que quienes aspiren a saber más sobre los objetivos e
ideales de los fariseos en tiempos de Jesús habrán de contar con el hecho de que
los textos del Nuevo Testamento que a ellos se refieren no son históricamente
fiables20. Por supuesto que en los círculos fariseos habría hipócritas, como ocurre en
todo grupo religioso, pero no es menos cierto que sería injusto tacharlos en bloque
de hipócritas. Los fariseos se tomaban la vida muy en serio. Conocían bien las
Escrituras y estaban profundamente convencidos de que Dios no les consentiría que
se burlaran de él. Por esta razón, la Torá jugaba un papel capital en su vida.
Las raíces del fariseísmo, tal como lo conocemos en sus distintas escuelas y
tendencias del siglo I de nuestra era, se remontan a la tradición judía del Antiguo
Testamento. La terrible realidad del exilio babilónico había planteado una vez más la
cuestión de la acción de Dios en la historia. Cómo pudo Dios permitir que aquello
ocurriera? Es que Dios era impotente frente a la violencia de los gobernantes
asirios y babilónicos? O es que realmente fue su voluntad que el pueblo de Israel
fuera llevado a la cautividad? En el libro del profeta Jeremías encontramos la
siguiente sentencia que nos desconcierta: "Pues bien, yo (Dios) entrego todos estos
territorios a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo" (Jr 27,6). Sin embargo, de
acuerdo con el profeta, todo aquello no ocurrió a espaldas de Dios, sino que tal era
su voluntad: la dramática derrota, la conquista de Jerusalén, la destrucción del
templo, el final de la dinastía de David, la deportación de una gran parte de la
población. Pero por qué quiso Dios todo aquello? Los lectores del libro profético no
quedan en la ignorancia por mucho tiempo acerca de la respuesta a esta pregunta:
" Por qué me ponéis pleito, si sois todos rebeldes? -oráculo del Señor-. En vano
herí a vuestros hijos: no escarmentaron" (Jr 2,29-30). Destrucción y cautividad se
entienden como castigos de Dios, pues el pueblo de Dios le desobedeció y se apartó
continuamente de los caminos del Señor.
El tenor de esta respuesta fue de capital importancia para la historia del pueblo
judío hasta nuestros días21. También el fariseísmo encaja en esta perspectiva22. Este
movimiento surgió poco después del éxito obtenido por la revuelta de los Macabeos
en los años 167-164 a.C. Los "piadosos" (= hasidim) que se negaban a obedecer las
órdenes de su soberano sirio, que pretendía modernizar y helenizar la fe judía,
desafiaron sus amenazas de someterlos a tortura, se unieron después de la
conquista y formaron un movimiento integrado por cuantos pensaban del mismo
modo. Se consideraban ante todo un movimiento penitencial, inspirado por profetas
como Jeremías, Esdras y Nehemías. Con enorme tristeza descubrieron que las
advertencias que les llegaban desde un distante pasado no habían perdido vigencia
y que la mayor parte del pueblo judío apenas había aprendido nada de la experiencia
vivida. Tendría que repetirse la historia? En tan crítica situación, los fariseos
entendieron que estaban llamados a oponerse con todas sus fuerzas al peligro que
les amenezaba. Por ello se centraron en la observancia de los mandamientos de la
Torá con la esperanza de que otros seguirían su ejemplo. Pero chocaron con una
enconada oposición. A causa de su "celo" por la Torá entraron en conflicto con todos
los judíos que no rechazaban la influencia helenística sobre su propia fe y sus
tradiciones. Este grupo incluía también a los descendientes de los Macabeos, la
dinastía de los Asmoneos, que reinaría sobre el pueblo judío hasta la llegada de los
romanos en el año 63 a.C. Hacia el 100 a.C., el conflicto alcanzó su momento
culminante, con la trágica consecuencia de que algunos fariseos murieron por orden
del gobenante asmoneo23.
Un zelota apasionado
Poco a poco va tomando forma el perfil de Pablo. Pero aún no está completo.
Hemos advertido ya que su trasfondo resulta complejo. Como hombre cosmopolita
hablaba varios idiomas y no se sentía extraño en el mundo helenístico del Imperio
Romano. En Pablo, el judío de la Diáspora, se juntaban varias culturas divergentes.
Sus cartas demuestran que era hombre instruido, capaz al parecer de expresarse y
discutir sin dificultad en un estilo que responde a las reglas que desde mucho tiempo
atrás había establecido la retórica griega y romana25.
Pablo era hombre de dos mundos. Había crecido en una ciudad dominada por la
cultura helenística. Al mismo tiempo, desde su juventud, en su vida jugó un papel no
menos importante su condición de judío. En la Diáspora, sus padres observaban los
mandamientos de la Torá y seguramente hicieron todo lo que estaba en su manos
para educar a su hijo en esta atmósfera. Su estancia en Jerusalén estimularía a
Pablo a seguir ese camino hasta convertirse en un adepto convencido y entusiasta
del fariseísmo. Incluso en las cartas que luego escribiría como seguidor de
Jesucristo, no ocultó su identidad judía y tampoco tuvo motivos para silenciar sus
antecedentes como fariseo. Pablo no se avergonzaba de su pasado. Puede que
incluso haya motivos para afirmar que miraba hacia atrás con cierto orgullo a
propósito de su etapa de fariseo convencido. En los recuerdos que puso por escrito,
muchas veces utilizó un término que da que pensar y que por ello merece una más
atenta consideración.
La enérgica intervención de Fineés, su celo por Dios, dan por resultado que se
vuelva atrás la ira de Dios y de este modo se acabe la plaga. Se establece una
nueva alianza y se restaura la relación con Dios que había sido destruida. Puede
decirse que el celo de Fineés ha dado por fruto la "reconciliación". Pero la historia no
acaba ahí según el libro de los Números. Resulta a todas luces inevitable una nueva
orgía de violencia. Por mandato de Dios, el pueblo de Israel toma venganza de los
madianitas: "Moisés los envió a la batalla. Mil por cada tribu, a las órdenes de
Fineés, hijo de Eleazar, con las armas sagradas y las cornetas para el toque de
zafarrancho. Presentaron batalla a Madián, como el Señor había mandado a Moisés,
y mataron a todos los varones" (Nm 31,6-7).
Los mismos motivos reaparecen en las historias relativas a los otros dos zelotas
del Antiguo Testamento: el profeta Elías y el rey Jehú. De nuevo es cuestión de
idolatría y el honor y la santidad de Dios están en juego. De nuevo puede decidir el
zelota la disputa en su favor y fluye a torrentes la sangre: "Elías les dijo: Agarrad a
los profetas de Baal. Que no escape ninguno. Los agarraron. Elías los bajó al
torrente Quisón y allí los degolló" (1 Re 18,40). Por un relato anterior sabemos que
eran cuatrocientos cincuenta los profetas de Baal (1 Re 18,22). Elías, por tanto, es
un celoso de Dios (1 Re 19,10.14), y lo mismo puede decirse de Jehú cuando dio
muerte a Jezabel, exterminó toda la casa de Ajab y no tuvo piedad de cuantos
persistieron en el servico del dios Baal (2 Re 10,16).
Jesús predicaba la pronta venida del reinado de Dios. Pero no era un zelota al
estilo de aquel movimiento. Esto no significa que sus palabras y sus acciones
dejaran de ejercer una cierta atracción sobre ( antiguos?) adeptos del zelotismo. El
círculo de sus seguidores incluía a Simón el Zelota (Mc 3,18). Otros de sus
discípulos tenían sugestivos motes, como Juan y Santiago, los hijos de Zebedeo,
llamados Boanerges, "hijos del trueno" (Mc 3,17). Pedro recibe el nombre de Bar
Jonah (Mt 16,17); según algunos exegetas, este nombre está relacionado con un
término antiguo que significa algo así como "terrorista"; finalmente, el sobrenombre
Iscariote atruibuido a Judas (Mc 3,19) podría aludir a una tendencias extremista del
movimiento zelota, los "sicarios".
En 2 Corintios, el apóstol da unos datos que merecen ser citados en relación con
lo que venimos tratando. "Y eso que si quisiera presumir, no sería un insensato, diría
la pura verdad, pero lo dejo, para que nadie me tenga en más de lo que puede sacar
viéndome u oyéndome y por lo extraordinario de las revelaciones. Por eso, para que
no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne, un emisario de Satanás,
para que me abofetee y no tenga soberbia. Tres veces le he pedido al Señor verme
libre de él, pero me contestó: `Te basta con mi gracia, la fuerza se realiza en la
debilidad'" (2 Cor 12,6-9). La historia de la exegesis de este pasaje ha demostrado
que es imposible formular un diagnóstico fiable de la enfermedad de Pablo. Muchas
veces se ha hablado de una forma de epilepsia, pero tampoco esto es seguro. Por
otra parte, no pedemos excluir que en este pasaje no se refiera el apóstol
primariamente a enfermedades físicas, sino que trate de llamar la atención sobre la
presión espiritual bajo la que amenazaba con abandonar en ciertos momentos de su
vida32. La vida le pesaba mucho en ocasiones y sabía por propia experiencia que le
tocaría sufrir. En tales circunstancias le servía de apoyo la convicción de que podía
asociar sus propias dificultades con los dolores de Cristo: "Paseamos continuamente
en nuestro cuerpo el suplicio de Jesús, para que también la vida de Jesús se
transparente en nuestro cuerpo; es decir que, a nosotros que tenemos la vida,
continuamente nos entregan a la muerte por causa de Jesús, para que también la
vida de Jesús se transparente en nuestra carne mortal" (2 Cor 4,10-12). Pablo no era
un héroe intrépido. Seguía resueltamente su camino, pero no ignoraba sus
deficiencias. Supo por propia experiencia que los seres humanos son vulnerables en
cuerpo y espíritu. Este conocimiento no lo volvía tímido o inactivo. Tenía la
capacidad de sacar fuerzas de flaqueza y así llevar a cabo la tarea que Dios le había
encomendado, conforme a su firme convicción de haber sido llamado a ella33.
Curriculum vitae34
30 crucifixión de Jesús
32 lapidación de Esteban
Carta a Filemón
Se ha podido excavar
poco del Tarso de la época
de Pablo debido a la
ubicación de la ciudad
moderna de Cumhuriyet
Alani encima de las
ruinas. Excavaciones han
descubierto una calle
pavimentada de Tarso con
columnata que podría
datar del siglo II a.C. En
adición, se han
encontrado restos de la
Edad de Bronce, baños,
un pórtico helénico, un
teatro romano y muchas
figuritas de deidades,
animales, gente y varias
creaturas mitológicas.
Historia
La Puerta de Cleopatra en
Tarso, también llamada
“La Puerta del Mar,”
todavía está en pie,
aunque ha sido restaurada
significativamente. Se
creía que Cleopatra
navegó en el río Cydno
disfrazada de Afrodita y
pasó a través de esta
puerta en el año 41 a.C.
en camino a ver a Marco
Antonio.
Templo Romano
V. Longlois, un viajero de
la edad media, identificó
esta estructura como la
tumba de Sardanapalus,
un asirio al que mataron
durante la toma de Nínive
cerca del año 612 a.C.
Localizado en Tekke, al
este del muro medieval en
Tarso. Este es de hecho
un templo romano que
data del siglo II d.C.