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Efecto Del Lenguaje Corporal Sobre La Actitud
Efecto Del Lenguaje Corporal Sobre La Actitud
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Fuente
Fotografía número 1
Fotografía número 2
Fotografía número 3
Fotografía número 4
Fotografía número 5
Fotografía número 6
El objeto de mi experimento era analizar el efecto del lenguaje corporal
sobre el estado de ánimo propio cuando se emplea de una manera
determinada por un período mínimo de tiempo. Quería ver lo importante
que es nuestro lenguaje corporal para regular nuestra actitud, y lo rápido
que puede afectarnos. Los resultados fueron los siguientes:
-Anónimo.
-Anónimo.
Tres tercios (3/3) de los participantes respondieron que les gustó más
imitar las imágenes alegres, agregando comentarios como:
-Anónimo.
Cuando uno sonríe brilla. Pero cuando uno pone cara seria, se siente
poderoso, se siente imponente. El sentimiento de fuerza es una ambición: te
sientes grande y eso es innegable. Pero cuando sonríes brillas: simplemente
brillas y contagias a los demás de positividad.
Yo te diré que elijo brillar, y que prefiero imitar las sonrisas porque son
positivas.
-Anónimo.
Conclusión
El 100% de los participantes se sintieron afectados tras los 10 segundos
de imitación del lenguaje corporal de la imágenes. Les pedí que imitaran
SOLO el lenguaje corporal, y no el sentimiento que las imágenes
transmitían. Los resultados fueron que su actitud cambió (por unos pocos
segundos) al cambiar la posición corporal y la expresión facial.
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Imagen de GraphicMama-team en Pixabay
Todo esto de los experimentos comenzó cuando leí uno de los capítulos
del libro “Cómo Ganar Amigos e Influir Sobre las Personas”, por Dale
Carnegie. En dicho capítulo, el autor hablaba de la importancia de tener una
sonrisa en el rostro, y el efecto que esto tiene sobre nuestra actitud y la de
los demás.
Para este experimento tomé dos días comunes de mi semana: uno para
estudiar los efectos negativos del lenguaje corporal sobre la actitud propia,
y otro para los positivos.
Ese día no me cepillé los dientes hasta que llegó la noche, e igual no me
bañé hasta que llegó la noche. Además reinstalé un antiguo juego online
que me enviciaba antes y jugué más o menos un par de horas (divididas en
dos sesiones). Revisé Facebook en numerosas ocasiones, manteniendo una
postura encorvada en algunos momentos y “tirado” en la silla (en vez de
sentado) en otros.
Ese día amanecí animoso, con ganas de empezar mis experimentos y
ansioso por ver los resultados. Estaba alegre con lo que estaba haciendo,
sentía que hacía algo interesante de contar.
Conclusión #1
El estado de ánimo puede ser afectado negativamente por nuestras
acciones, posturas y lenguaje corporal. Esto me mostró que cuando hay días
en los que termino decaído y no sé por qué “si en la mañana estaba
normal”, la probable causa sea un mal empleo inconsciente del lenguaje
corporal que terminó traducido en mala actitud.
———
Ese día fui más atento que el anterior con mi lenguaje corporal y mis
acciones: doblé las sábanas al decidir que no iba a dormir más, ordené la
habitación, hice el desayuno temprano, miré unos minutos las noticias, y
entre muchas otras cosas más; todo lo hice con la cejas arriba, con
expresión alegre.
Al llegar el mediodía ya tenía las baterías del entusiasmo al 100%, y
estaba emocionado por ver a dónde podría llegar. Cuidé mi postura: me
senté erguido y no revisé Facebook. Desinstalé el juego online. Leí un
capítulo más del libro que tengo pendiente. Planifiqué la estructura para un
cuento que estoy escribiendo y adelanté bastante de ese trabajo. Organicé
muchas cosas, hice muchas cosas; y en cada una de ellas, me concentré en
mantener una cara alegre y un cuidado lenguaje corporal abierto.
Al final del día, mi actitud era una completamente opuesta a la que tenía
en la mañana (en la mañana estaba poco animoso por el efecto negativo del
experimento del día anterior).
Conclusión #2
Solía pensar que para actuar con alegría era necesario primero sentirse
alegre; pero después de este experimento pude ver que, sí: el sentimiento
influye sobre la acción, y no tenemos el control completo de nuestros
sentimientos; sin embargo sí lo tenemos sobre nuestras acciones, sobre
nuestro cuerpo, sobre nuestro lenguaje corporal, y este, aunque no parezca,
tiene influencia sobre el estado emocional.
Reflexión final
Cuando terminé de mostrar las imágenes a los participantes del
Experimento #1, pedí que me señalaran cuál de todas ellas les había
agradado más. La mayoría (66%) escogió la fotografía número 5, alegando
que el chico de esta fotografía "además de parecer alegre inspira
confianza".
Que la mayoría de los participantes se haya decantado por la fotografía
número 5, me hace pensar que, entre caras tristes, serias, molestas,
amistosas y de agradable aspecto que inspire confianza, la mayoría,
lógicamente, prefiere ver la última opción.
Ver caras que inspiren confianza por todas partes sería muy positivo para
cada individuo y por tanto para la sociedad. El problema es que queremos
ver caras agradables pero hacemos, a veces, todo nuestro esfuerzo para
mantener caras y posturas del tipo fotografía número 1, 2 y 3.
Inspiro a todo el que me esté leyendo (lo reto) a tener esta idea en mente.
Lo insto a ser consciente por un día de su lenguaje corporal y el nivel de
agrado y confianza que inspira su rostro.
Ya hace casi dos siglos Darwin enunció la hipótesis del feedback facial
que en definitiva nos habla de que cambiar nuestra sonrisa y nuestra postura
corporal nos hace transformar nuestro estado de ánimo. Fuente
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