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Liderazgo

Mandela: Autoridad informal al servicio de una nación

Luego de pasar 27 años en la cárcel, Nelson Mandela recuperó su libertad y no dudó en ejercer
el liderazgo que Sudáfrica necesitaba: contribuyó a derribar el régimen del apartheid y construir
un país nuevo que los incluyera a todos. Entre otros factores, el rugby jugó un rol crucial.

Nelson Mandela, nacido en julio de 1918 y fallecido en diciembre de 2013 fue el primer presidente de Sudáfrica en
ser elegido por sufragio universal en 1994. Gobernó durante cinco difíciles años en los que sentó las bases de una
nueva nación sudafricana, luego de décadas de leyes de segregación racial que implicaban limitar severamente los
derechos de negros y mestizos.

Abogado y político, líder de la fracción armada del Congreso Nacional Africano (ANC por sus siglas en inglés),
Mandela- a quien hoy en Sudáfrica llaman Madiba, un título honorífico casi equivalente a rey- fue encarcelado en
1962 acusado de múltiples cargos y condenado a cadena perpetua.

Pasó 17 años en la prisión de Robben Island, donde además debía trabajar en la cantera y luego fue trasladado a
otros establecimientos hasta completar 27 años de cautiverio. En todo este tiempo, no fue olvidado por la comunidad
local e internacional que nunca dejó de presionar por su liberación a través de boicots comerciales y deportivos contra
Sudáfrica.

El personaje
Quienes lo conocieron lo recuerdan como una persona encantadora, con un aura que sólo se puede calificar de
virtuosa y sin espacio para el rencor, a pesar de los sufrimientos y humillaciones que soportó buena parte de su vida
de los compatriotas blancos.

De hecho, en todas las prisiones en las que estuvo no sólo se ganó el respeto y la admiración de sus compañeros,
sino también de los gendarmes.

A pesar de haber sido condenado a cadena perpetua, en el año 1985 el gobierno sudafricano inició conversaciones y
negociaciones con el CNA y Mandela con miras a su liberación, entendiendo que ésta podría abrirle las puertas de
una integración a la comunidad internacional y podría ser la herramienta para una transición hacia un Estado no
segregacionista.

Unidad 8 - Mandela: Autoridad informal al servicio de una nación

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Probablemente, nadie imaginó la relevancia que Mandela jugaría en la vida política sudafricana.

Mandela aceptó participar en el proceso y puso todo de su parte para que éste avanzara en forma "limpia" y rápida.
Fue capaz de estrechar manos y compartir reuniones sociales con quienes para él representaban la cara más
reprochable de la historia de su país, entre quienes estaban los mismos responsables de matanzas y abusos.

Con todos ellos Mandela estuvo dispuesto a dialogar y a mostrarse como el hombre que era: Abierto, conciliador,
directo, firme, justo y, sobre todo, pragmático.

En 1990 fue liberado luego 27 años de prisión. En la conferencia de prensa que dio tras recuperar su libertad, dejó
encantados a los corresponsales extranjeros con su simpatía y falta de rencor. Al día siguiente, una multitud lo vitoreó
en un estadio.

Sin ser buen orador- más bien monótono y sin matices en la voz- su sola presencia bastó para construir una autoridad
informal necesaria que el proceso de reconciliación requería: El que buscaría y lograría crear una nueva nación que
igualara los derechos de blancos- afrikáners descendientes de los antiguos colonos holandeses, e ingleses- y negros
carentes de los más mínimos derechos civiles.

La Visión
Así como Martin Luther King tuvo el sueño de ver abolidas las leyes de segregación en los Estados Unidos de los
años 50 y 60, Mandela tuvo el mismo sueño para su país. Cuando recuperó su libertad comenzó a ejercer gran
influencia en la forma en que gobernaba el Presidente de Klerk, con quien había desarrollado un vínculo bastante
cercano.

Los acontecimientos se fueron desarrollando con mucha rapidez, lo que tenía sus ventajas porque el país necesitaba
un golpe de timón con urgencia, pero a la vez, representaba el riesgo de elevar la tensión por sobre los niveles que la
sociedad podía resistir.

Por un lado, el afrikáner temía perder sus privilegios y, por otro, los negros estaban ansiosos por adquirir o recuperar
algunos privilegios. ¿Cómo encontrar un punto de acercamiento sobre el cual construir una visión común?

Muy pronto Mandela captó que el rugby, que para los afrikáners era casi una religión mientras que para los negros
era un deporte insignificante, podía convertirse en un gran eslabón para unir los dos pueblos. ¿Cómo hacerlo?

Partió por lograr que la selección sudafricana de rugby pudiera insertarse en los torneos internacionales donde antes
era boicoteada y abucheada, y en poco tiempo (1993), consiguió que Sudáfrica fuese designada como sede para la
Copa Mundial de Rugby a celebrarse en mayo-junio de 1995.

Mandela sabía que la población negra sentía un profundo rechazo por los símbolos del apartheid: El himno nacional,
la bandera y la camiseta verde y oro de los "Springboks", la selección sudafricana de rugby. Los dos primeros
símbolos fueron cambiados en esos años- en estricto rigor, se creó un segundo himno- pero ¿era el momento de
cambiar también la camiseta de los rugbistas?

Pudiendo hacerlo, Mandela se jugó por mantenerla. El argumento era que haber perdido los otros dos símbolos, era
suficiente y mejor sería buscar la fórmula para que también los negros se identificasen con ella.

En abril de 1994 Mandela fue elegido Presidente de Sudáfrica en los primeros comicios con sufragio universal
celebrados en el país. Su vicepresidente era nada menos que Frederik de Klerk, el anterior Presidente y quien lo
liberó (y con quien compartió el Premio Nobel de la Paz en 1993).

Mandela, consciente del complejo desafío de adaptación que tenía por delante, puso en marcha su "plan rugby".
Partió acercándose al capitán del equipo, François Pienaar, un afrikáner típico, con poca conciencia política, pero de
buenas intenciones. Lo dejó encantado la primera vez que se reunieron para un té.

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Extracto de la película Invictus

Vea este video en la versión online del curso.

Pienaar se convirtió casi inmediatamente en su gran aliado y entendió que para Sudáfrica había mucho más en juego
que una copa mundial de rugby. El sueño obvio era ganarla, pero con rivales como Nueva Zelanda, Francia e
Inglaterra, era casi imposible.

El resultado del liderazgo


Con el lema "un equipo, un país" Mandela logró involucrar a todos. Durante meses se preocupó de todos los
detalles y fue orquestando uno de los procesos de adaptación social más notables del siglo XX. Se preocupó
personalmente que los jugadores aprendieran el segundo himno nacional, el Nkosi Sikelele, y que todos lo cantaran
el día del partido inaugural frente a Australia. Mandela lucía ese día la gorra verde de los Springboks.

El día anterior, Mandela había aparecido en helicóptero en la base de entrenamiento de la selección sudafricana.
Sonriente, saludó a cada jugador por su nombre y los arengó leve pero relajadamente, haciéndoles ver que en sus
manos estaba parte del futuro de una Sudáfrica unificada.

El equipo no sólo ganó ese partido, sino que tuvo una campaña espectacular que en el mes de campeonato lo
clasificó a la final contra Nueva Zelanda. A esas alturas, ya buena parte de la población negra sudafricana, vibraba
con las hazañas del equipo.

La final se celebró en el estadio Ellis Park de Johannesburgo el 24 de junio de 1995, un año después de que Mandela
asumiera como Presidente y sólo cinco después de que recuperara su libertad. Pocos minutos antes del inicio del
partido apareció en los camarines de los Springboks vestido con la camiseta verde con el número 6, el de Pineaar.

Los jugadores- "los chicos" para Mandela- recuerdan aún hoy casi todas sus palabras, que aludían al momento
histórico y su contribución a reconstruir una nueva nación.

El partido final fue muy ajustado ante emocionados y nerviosos 62 mil espectadores en el estadio. En las calles de
Sudáfrica no transitaba un alma. Tras un alargue de 20 minutos, luego de terminar en empate en el tiempo
reglamentario, Sudáfrica se coronó campeón mundial de rugby por primera vez en la historia.

La efervescencia en el estadio y en las calles fue total: Blancos y negros, ricos y pobres se abrazaban como nunca
antes, con una sonrisa de legítimo orgullo pintada en sus rostros.

Cuando Mandela le entregó la copa a Pineaar el estadio gritaba a todo pulmón "Nel-son, Nel-son". Cuando Mandela
le dijo a Pineaar "gracias por todo lo que has hecho por el país", éste no dudó en contestar: "Gracias a usted,
Presidente, por lo que ha hecho por nuestro país".

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Los neocelandeses, por su parte, no lo podían creer. Su única explicación fue que "los sudafricanos jugaron con un
hombre más: Nelson Mandela".

Aunque aún quedaba mucho camino por recorrer, esta etapa del proceso de liderazgo que Sudáfrica requería,
concluía de manera exitosa. Mandela y el país habían dado un paso enorme hacia la construcción de una nación
inclusiva.

Con su ejemplo de rechazo a la violencia y a la venganza despertó lo mejor en cada uno, inspiró, involucró y creó un
nuevo modelo de revolución en que no se elimina al enemigo, sino que se le acoge e incorpora. Mandela consiguió
en tiempo record transformar una Sudáfrica políticamente inestable en "un equipo, un país".

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