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Tema Mensual: Honrar a los padres.

I. Introducción:
Toda persona, sea creyente o no lo sea, tiene un respeto intrínseco[1] hacia los
padres. La sociedad de Occidente, que se construyó en cierta parte en bases
cristianas (y por lo tanto bíblicas) ha inculcado desde tiempos muy antiguos el
honrar a nuestros padres con nuestros hechos. E incluso, en culturas muy antiguas
y de creencias politeístas[2], como Mesopotamia, Grecia y Roma, por mencionar
civilizaciones trascendentes en la historia de la humanidad, han apreciado el valor
que tiene la honra del padre y de la madre. Por ejemplo, el célebre rey de
Macedonia, Alejandro Magno, desde que construyó en el siglo IV a.C, un enorme
imperio que se extendía desde Grecia hasta la India, pensaba tanto en su padre
que su vocación[3] de expansión territorial estaba dedicada a la obra de su padre
como una continuación de la misión que su padre tenía: unificar todo el mundo
conocido.
Nuestra sociedad occidental también inculca el valor del respeto de los hijos hacia
sus padres. Se exaltan valores por ejemplo cuando los hijos cuidan de sus padres
en su ancianidad, son mostrados como referentes a seguir, como un agradecimiento
por lo que hicieron sus progenitores. De hecho, cuando en las noticias, se relatan
episodios de cuando un anciano es encontrado en malas condiciones,
completamente solo, de inmediato se menciona el aspecto de : ¿Dónde están los
hijos? Y la opinión pública se ocupa en destacar la ingratitud de aquellos hijos.
Por lo tanto, el respeto que nosotros como hijos debemos de dar a nuestros padres,
es muy trascendente, ya que contribuye a la cohesión[4] y a la construcción de
nuestra propia familia personal. Con nuestro comportamiento podemos reforzar la
unión de nuestra familia, porque nuestros padres se van a sentir contentos con
nuestras acciones, y nos van a reconocer como factores que contribuyen a la
formación de nuestra familia reforzada y se expresa en una convivencia cada vez
más mejorada.

II. Lo que la Biblia dice:


Antes de introducirnos en el tema bíblicamente, veamos lo que dice las Escrituras
respecto de nuestro tema en cuestión.
Éxodo 20:12: “Honra a tu padre y tu madre, para que tus días se alarguen en
la tierra que Jehová tu Dios te da”.
El Señor nos manda directamente a que honremos a nuestro padre y nuestra madre.
No dice "padres" en plural, sino que los individualiza. Es necesario honrar al padre,
es necesario honrar también a la madre. La promesa es clara: ”para que tus días se
alarguen en la tierra”. Pero esta promesa no es circunscrita al Antiguo Testamento.
El apóstol Pablo, en el Nuevo Testamento, nos dice algo semejante:
Efesios 6:1-3: "Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es
justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con
promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra."
Pablo reitera en su epístola a los Efesios, sobre el mandamiento es obedecer a
nuestros padres, por lo tanto no quedó obsoleto, sino que nos invita a honrar
amorosamente a nuestros padres, dándoles todo el amor que ellos se merecen,
acompañándolos, dedicándoles el tiempo, preguntándoles cómo les fue en el día,
tener una conversación madura con ellos e incluso ser de ayuda para ellos, por
ejemplo si tuvieron un mal día o tienen frustraciones, seamos también ayuda idónea
para ellos, que no se sientan solos, sino que demostremos que nosotros – sus hijos
– estamos a disposición de ellos en todo. Así, sin pensarlo más, podremos lograr
grandes bendiciones si colocamos en práctica lo que nos dicen las Escrituras. Pero
hagámoslo desinteresadamente, como una ayuda que damos a nuestros padres,
para que ellos se sientan bien y que con nuestras acciones demostremos que los
amamos.
Si no obedecemos a nuestros padres, que nosotros vemos todos los días, “menos
vamos a obedecer a Dios”, porque a Dios no lo vemos y tampoco nunca le hemos
visto. Para obedecer a Dios primero debemos obedecer a nuestros padres, que son
visibles. Miren lo que dice al respecto el apóstol Juan en su Primera Epístola:
1 Juan 4:20 – 21: Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es
mentiroso. Pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, ¿cómo puede
amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de
él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.
Entonces, sintámonos invitados a obedecer amorosamente los mandamientos que
nos coloca nuestro Dios, ya que Él no los formuló a propósito, o porque se le dio en
gana, sino que el cumplimiento de estos mandamientos nos garantiza que vamos a
vivir bien, en paz y en armonía, y nos va a dar bendición espiritual, pero si le
cumplimos correctamente.

III. Análisis del tema:


Para analizar este tema vamos a tratar algunos consejos en profundidad sobre este
tema:
Hay cuatro tipos de padres de un joven en la Iglesia:
I. 1.Padres que son ministros o pastores.
II. 2.Padres que están dentro de la iglesia.
III. 3.Padres que van solos, sin su esposa o sin su esposo.
IV. 4.Padres que no van a la iglesia.
Ahora bien ¿Cuál es la diferencia entre un padre que sea ministro o no sea ministro?
¿Cuál es la diferencia entre una madre que va a la iglesia y mis padres que no van
a la iglesia?
Ningún padre vale más o vale menos, todos debemos honrar a nuestro padre
estando o no en la iglesia, independiente que estemos en el ministerio del Señor.
Nuestros padres por sí solos merecen el respeto de sus hijos, ya que es una relación
asimétrica que Dios mismo colocó como parte del orden que corresponde a su
creación.
Los jóvenes cuyos padres sean ministros y/o pastores, son los que están más
llamados a ser ejemplo para los demás, ya que tienen mayor enseñanza trasmitida
por sus padres y que donde la familia debe demostrar intachablemente que debe
estar en los caminos del Señor. El ejemplo de sus hijos contribuye en forma
relevante a que su padre gobierne mejor la Iglesia del Señor, ya que bíblicamente,
para que un pastor gobierne bien la Iglesia, sus hijos deben estar en sujeción y en
eso están ustedes jóvenes teniendo grandes bendiciones, pero a la vez tienen una
pesada y gran responsabilidad, sobre todo si provienen de padres en plena
comunión, ya que los fieles de la Iglesia les van a exigir tanto o igual como si
estuvieran bautizados. Por eso que la responsabilidad es grande, pero si estamos
en continua oración a Dios y superándonos cada día en nuestros hechos y forma
de vida, todas estas cosas pueden ser posibles positivamente.
Los jóvenes que tienen dentro a sus padres pero no son ministros o miembros que
gobiernen la Iglesia, oren siempre y den gracias a Dios por tener padres que
conocen su santa Palabra, pero también pidan a Dios a tener el tino y un correcto
comportamiento hacia ellos, ya que los hechos hablan más que mil palabras. Por
eso a la vez de seguir orando, debemos demostrar con nuestros hechos que somos
fieles miembros de la familia de Dios.
Los jóvenes que tienen alguno de su padre o madre que no participa en la iglesia,
procuren dar testimonio de su fe con sus hechos. La mayoría de las veces en que
los jóvenes tienen uno de sus padres fuera de la Iglesia, dicen que sus hijos “van a
perder el tiempo a la Iglesia” y otras afirmaciones de carácter negativo. Si
demostramos con nuestros hechos, obedeciendo a nuestros padres y hablando de
Dios a nuestros padres, siendo un ejemplo de buenos cristianos en sus hogares, el
padre que no está interesado en la Iglesia puede quedar cautivado positivamente
de los cambios que la Iglesia está provocando en su hijo y se interese lentamente
en la fe de nuestro Señor. Acuérdense siempre de que los hechos hablan más que
mil palabras, y nosotros mismos podemos “predicar” con nuestros hechos que estén
de acuerdo a la doctrina de nuestro Dios. Por eso la invitación es que nosotros
sigamos fielmente los mandatos, estatutos y mandamientos de Dios y nuestros
padres pueden quedar maravillados y así con nuestro comportamiento podemos
ganar más almas al redil de nuestro Señor.
Los jóvenes que no tengan ninguno de sus padres en la Iglesia, no debiesen tener
tristeza porque ocurre esta situación. Es más, deberían alegrarse, ya que tienen una
misión grande para que sus padres puedan ingresar algún día a las filas del Señor.
Pero también tienen una gran responsabilidad. La efectividad de la evangelización
es a través de nuestros hechos. Si nos comportamos en la forma que Dios nos pide,
nuestros padres se verán atraídos por esta nueva forma de ser de sus hijos, la
conducta cristiana. No sólo debemos hablarles de Dios, de su palabra, tierna y
mansamente, sino que debemos comportamos de tal forma de que haya coherencia
en nuestra forma de pensar y en nuestra práctica en la vida cotidiana. La coherencia
de una forma de pensar con su conducta es un rasgo muy apreciado por miembros
de todas las culturas, y si nos comportamos de acuerdo a lo que creemos en la vida
cristiana, seremos más felices y lograremos atraer a nuestros padres a la Iglesia y
posteriormente, puede ser que toda nuestra familia puede integrarse a nuestra
congregación. Para evangelizar tienes que predicarles con tus hechos acerca de
Dios a tus padres y a la vez “obedeciéndole en todo” como dice el mandamiento, en
el libro de Éxodo.

IV. Actividad:
Les proponemos una actividad de trabajo de cinco días para cultivar el mandamiento
de honrar a tus padres. Sabemos que no vamos a arreglar la vida en cinco días,
pero es un buen primer paso para poder transformar nuestra conducta y hacer de
esto un hábito permanente.
1. Primer paso para honrar a tu padres (1° Día)
Tratarlos de “usted”, nunca por su nombre ni decirle “tu”, tratándolos de igual a igual,
sino en un tratamiento de reverencia.
2. Segundo paso para honrar a tus padres (2° Día)
Obedecerles a lo que nos digan nuestros padres sin protestar ni gritar, hacer lo que
ellos dicen o lo que ellos nos manden.
3. Tercer paso para honrar a tus padres (3° Día)
Ayudar a tus padres en tu casa (lavando loza, limpiando, ayudar en hacer el aseo,
ordenar la casa, ofreciéndote a ir a comprar - acuérdate que debes hacerlo sin
protestar al contrario feliz haciéndolo -, entre otras cosas)
4. Cuarto paso para honrar a tus padres (4° Día)
Orar con ellos en las noches o en viernes por la tarde, y conversar con ellos acerca
de un tema en común que sea relevante para ustedes. Ampliar más los momentos
para conversar con ellos, por ejemplo, las comidas compartidas. Toma las cosas
que más les gusten a tus padres – siempre y cuando sean trascendentes, no como
por ejemplo el próximo reality de la televisión - y conversa con ellos. Vas a notar
que la conversación cada día te hará acercarte más a tus padres.
5. Quinto paso para honrar a tus padres (5° Día)
Dile todos los días a tus padres que los amas, aunque te cueste mucho, o que te dé
mucha vergüenza, pero veras que tus padres se pondrán muy felices cuando
escuchan estas simples palabras: “padres los amo mucho”.
Esperamos como Directiva que este tema sea de gran provecho espiritual y que
contribuya de gran manera a crear pequeñas transformaciones en su vida, que
posteriormente van a hacer más radicales, pero les van a beneficiar de formas que
les va a sorprender algún día. Les reiteramos que los queremos mucho y que
estamos muy interesados en que tengan un gran bienestar tanto en su conducta
como en su paz espiritual.

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