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los estoy dando en blanco. Sin darme cuenta me encuentro viendo los colores muy
distintos, siento que es más, las palabras se están viendo grises, en su imagen, en su
hogar abandonado. Me enfrento de un momento a otro, en la inmensidad donde
habitan, en su desierto oscuro y profundo, y escucho el silencio cuando esos troncos,
esas hojas, esa agua pierden el color y callan.
Pueden pasar horas sin que los colores brillen como antes y mi oído esta cada vez
peor y esto es mas regular con los días. Cuando no puedo escuchar las voces de los
vecinos no puedo ponerme a hablar. Me pierdo en ese silencio gigante, que también
pierdo las fuerzas para pronunciar. En ese transcurso me pongo a mirar como los
insectos caminan por los muros, como los muros tienen formas geométricas y como
esas figuras cambian de posiciones. Que hago, no logro pensar, pero esas imágenes
me mueven, me llevan como si fuera uno de esos insectos arrastrado a otros
lugares, a los lugares donde habita la geometría. Me doy cuenta que las palabras
también habitan ahí, tienen sus proporciones, sus distancias, sus tensiones y
muchas veces esas configuraciones de las palabras son pronunciadas en silencio
desde ese otro lugar. Yo no puedo escuchar esos símbolos cuando estoy trabajando
en alguna otra cosa. Esa especie de ruido en el que habitan está oculto para mi, es
un ruido porque no identifico su orden. En los lapsus que veo las señales de ese otro
lenguaje, los mensajes externos se hacen ciertos, cobran sentidos muy claros, las
estupideces, las caídas de las escaleras son fuentes de conocimiento. En esos ratos
no percibo el paso del tiempo, o es muy rápido o no avanza, sólo las huellas que
dejan las palabras quedan hundidas como cráteres en el suelo y las he visto solo en
ciertas zonas que están alumbradas, también hay pocas que expanden su propia
luz.
El viaje que siento presenciar es del pensamiento, de un pensamiento sordo y mudo,
pero para nada ciego y que bajo visiones llenas de sombras entran a un mundo con
imagenes muy lentas y sé de unos significantes que se parecen a veces como islas,
como oasis en medio de la penumbra a los me parecieran decolorados. Lo único
que me doy cuenta con claridad que ningún sonido se anuncia cerca.
.
.
Luego de un momento siento un pequeño dolor de cabeza, me parece que es porque
a pesar de la nada y la poca significancia mi cerebro trabaja. Debe ser por el grado
de concentracion. Es tal la dedicación que a veces pierdo de escuchar lo que ocurre
alrededor. Es un ejercicio donde mi mente y mi descanzo corporal se unen,
trabajan junta en sus tiempos.
Mi mente un poco mas esforzada se empeña en generar algo, quizas placer o algo
de belleza por ahi botada. Por el otro lado esta mi cuerpo que descanza, que recibe
las exigencias del pensamiento. Que a pesar de que no es de gran provecho siente
un malestar, similar al placer que intenta producir la cabeza. Pareciera que
existiera una lucha entre cuerpo y cabeza, pero prefiero pensar que actuan juntas a
pesar de que suene contradictorio, actuan independientes y coordinadas.
Una recibe los placeres y los malestares del otro. funcionan intercaladas, en un
intercambio sensorial. Por un tiempo pensé que mi cabeza actuaba mas adelantada
que mi cuerpo, sin embargo ahora creo que mi cuerpo le da un poco esa ventaja.
Mi cuerpo administra los tiempos, los de descanzo y de accion. El se esfuerza (de
vez en cuando) dando territorios donde pensar, genera los escenarios que necesitan
reflexion, claro, este criterio lo hace de la ayuda de la cabeza. Pero, luego de que el
cuerpo logra desplazarse, generar movimiento de aire, cambio del paisaje,
modificaciones en los colores, en general eventos especiales le tira la pelota a la
cabeza para que se entretenga.
Por ahora siempre a vuelto, siempre a devolverle algo de lo que encontró alejado
del mundo fisico. Algo de imagenes, lugares, personas, mundos abstractos. Una
gota mas al frasco del cuerpo donde queda todo registrado. Eso si, lo que no está
contabilizado por ninguno de los dos es que termina siendo sólo una pequeña gota.
Las abstracciones al lado de los inmensidades que se le cruzan a mitad del camino
al cuerpo son una decoración. Es en el transcurso cuando se siente la real
satisfaccion. El frasco se llená durante el viaje, cuando van a buscar esas imagenes
y lugares.
donde nada tiene la importancia suficiente como para dejarse registrado en un
texto. Pasamos por etapas de conciencia que la mirada se vuelve debil. La vision
opera sobre los bordes de los objetos. no tenemos la fuerza mental para agudizar el
pensamiento mas allá de las superficies.
La mirada para que pueda extraer de esos momentos un provecho mayor tendría
que trabajar el triple. Lo que se esconde detras de lo que presenciamos es un
cúmulo de variantes que nuestra imaginacion no puede siempre aprovechar, se
detiene a descanzar y espera el instante de algo sorprendente que brille a primera
vista y asi preparada para comprenderla pueda registrala.