Anécdota
las tareas de la delimitacién en la zona ar-
queolégica de El Tajin, haciamos sabrosa
plitica con algunos de los habitantes de la comunidad
més allegados a nosotros. Entre ellos, destacaba Pedro,
viejo guardian de la zona. Junto con todas las demas hi
torias que hacfan referencia a la antigiledad de la cul
tura totonaca y sus castumbres, vino a cuento aquella
de cuando Pedro fue “eaporal” de voladores. En ese mo-
mento, Ramén Arellanos comenz6 a preguntar: gQué se
siente estar alla arriba danzando? gdesde qué edad se
comienza a volar? gc6mo es que aprenden a tocar la
flauta y el tambor?... Ante la catarata de preguntas, Pe-
dro solamente sonreia un poco y escogfa una de las pre-
sguntas con la misma parsimonia con la que enciende su
cigarro en turno; la eleceién recafa sobre Ia pregunta cu-
ya respuesta implicaba valor y destreza y asi, Pedro con-
testaba: “Estar subido en el palo volador es un privile-
io que a pocos se les llega a conceder; hay que ser toto-
nnaco de corazén; para ser caporal, ademés, hay que sa-
ber mandar a la gente, no tener miedo a la altura, sa-
E 1 aquella ocasién, mientras descansibamos de
Cuatro instrumentos
musicales prehispanicos
Un estudio musicografico
Mario Navarrete Hernandez
ber dominar tus pies y tu cuerpo de tal manera que no
sientas mareos.
De ahi la plitica tomaba senderos diferentes; cuando
se hacia un intervalo, yo preguntaba: Oiga Pedro, gqué
iisica del volador? La respuesta no se hizo
esperar: “Mucho de lo que se toca en la flauta y en el
tambor, son contrasefias para los voladores, cada uno
de ellos entiende a su tiempo la sefial que se le da...”
Para disipar aiin mas mi gesto de asombro, Pedro se to-
maba nuevamente la tarea de explicérmelo mejor: “|S
hombre! asi como los soldados entienden los toques de
tambor y de corneta, es lo mismo, el caporal, da las ér-
denes a los voladores y ellos entienden lo que deben
hacer”,
Incluyo esta anéedota con 1a finalidad de establecer
tun pardmetro de anal ibordar el tema complica-
do de Ia miisica indigena. Los arquedlogos disponen de
uuna notable cantidad de instrumentos musicales prehis-
pinicos, de las més variadas formas y sonidos. Algunos
emiten tn solo sonido, otros, dos; éstos, lo emiten gra-
ve, aquéllos, agudo, pero el trabajo sistemitico de estu-
diarlos uno por uno, para conocerlos individualmente,
¢s algo que requiere tiempo, dedicacién y conocimien-
tos. El primer problema a sefialar es el de la escala mu-
73sical. ¢Cémo era para los antiguos indfgenas una escala
‘afinada? gcon qué sentido musical lograban afinar una
flauta o una ocarina? existe acaso un sistema por me-
dio del cual los sonidos eran calculados con anteriori
dad, desembocando esto en un “disefio técnico” del ins-
trumento musical? go6mo trasmitian el conocimiento
musical, por simple memoria auditiva —como en el ca-
so de la anécdota anterior— o poseian algiin raro y des-
conocido sistema de natacién? Las culturas aborigenes
de América son menos complicadas de lo que las supo-
rnemos actualmente, se enfrentaron a su problemética
de una manera humilde y asi resolvieron
—empiricamente— muchos de los retos que les plantea-
ba tanto la naturaleza como la sociedad. Quizé la mii-
sica, como recreativa que es en esencia, debe abordarse
con semejante espiritu, muchos investigadores les han
‘concedido algiin interés y les han llamado la atencién
Jos restos de aquella miisica y los instrumentos musica
Jes, pero sabiamente, no establecen elucubraciones fan-
tasiosas; sencillamente los explican como lo que son: ins-
trumentos musicales. Un ejemplo de esto, es el Dr. Franz
Blom, en su trabajo La Vida de los Mayas, que se toma
inclusive la molestia de anotar los sonidos en un pent
‘grama, para ilustrar a su lector acerca de la miésica ma-
ya precortesiana; sin embargo, no son intentos de hacer
‘estudios musicol6gicos, sino quizé solamente comenta-
rios respeeto a un determinado instrumento musical.
La finalidad pues, de este ensayo, es contribuir al m:
yor conocimiento de las téenicas de fabricacién de ins-
trumentos musicales precortesianos, los logras en la con-
‘cepcién y creacién de tales objetos tan refinados, asi co-
mo abordar el estudio de las escalas musicales y sus po-
sibilidades melédicas.
Los instrumentos musicales
En el Museo de Antropologia de la Universidad Ve-
racruzana, se custodian —entre otros més— cuatro ins-
‘trumentos musicales prehispainicos que desde hace tiem-
‘po me llamaron poderosamente In atencién debido a que
su concepeién es distinta a la de otros. Se trata de tres
‘ocarinas y una flauta procedentes del mismo sitio
queol6gico, Nopiloa, Municipio de Soledad de Dobla-
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do, Veracruz. Los cuatro instrumentos, estan hechos de
barro, son manufacturados en molde y magistralmente
perfeccionades. Lo que a primera vista atrae, es su em-
bocadura, 1a cual, a diferencia de otros instrumentos
aer6fonos, no es directa, sino transversal, por lo que im-
plica un conocimiento preciso de la actstica
Para facilitar su identificaci6n, * se les doté de un nii-
‘mero sélo para fines de este trabajo, (1): La flauta; (2)
ccarina antropomorfa, (3) ocarina zoomorfa y (4) el Dics
Tajin, En primer término, hablaremos de la flauta,
Fue hecha seguramente por manos totonacas, durante
el Perfodo Clasico Tardio del Centro de Veracruz, debe
corresponder a los siglas vinx de la Era, segin el ar-
quedlogo Alfonso Medellin Zenil, descubridor de la pie-
za, Representa a un ave, seguramente un aguila, debi-
do a la forma del pico, que es prolongado hacia abajo.
La técnica por medio de la cual se fabric6, fue por me-
dio de un molde, para la embocadura y cémara, mien.
tras que el tubo, parece haber sido hecho por medio de
tuna estaca bien pulida, a cuyo rededor, se modelé el ba-
110; esto se infiere porque su interior es sumamente re-
gular y alisado, pero en su exterior se aprecian ligeras
irregularidades del modelado. El color es rojo/café os-
ccuro y brillante en el tubo, lo cual le confiere cierta ter-
sura, mientras que la figura de la cémara, esté acabada
ene color natural del barro. La figura leva aretes co-
‘mo ornamento, que al mismo tiempo sirven para disi-
‘mular la embocadura situada en un flanco de la figuri-
ta, Su estado de conservacién es bastante bueno, no tie-
ne fugas de aire y su sonido aunque bajo, es claro y de-
finido, Su tesitura, compardndolo con la de instrumen-
tos musicales actuales, corresponde a la de flauta dulce
baritono. Curiosamente, no obstante lo complicado de
su concepelén, produce solamente dos sonidos correspon-
dientes a las notas mi y fa naturales, es decir:
* Los dibujos son del autor.FIGuRA
1 Biblioteca Cent
Univ. Veracruzar
Produce la impresién de que careciendo de mucho li-
rismo, el instrumento se utilizaba s6lo como acompa-
fiamiento de otros instrumentos més versitiles
Toca el turno a las ocarinas. En primer término, la
‘marcada con el niimero 2. Descubierta también por el
arqueélogo Alfonso Medellin Zenil en la misma excava-
cién que la anterior, representa a un ser humano, de gra-
cioso gesto, mofletudo, con las mejillas infladas a reven-
tar. Por todo ornamento, lleva un par de orejas circula-
res, esta hecho de barro y no oculta su origen, pues su
color es el natural. Estructuralmente consta de dos cé-
‘maras intercomunicadas, una de ellas tiene la emboca-
dura y un agujero para sonido, la otra, tiene dos aguje-
ros de escape, en total tiene tres agujeros aparte de la
‘embocadura. Anatémicamente, est muy bien realiza-
da, pues los dedos del ejecutante, een de manera muy
natural sobre los agujeros, mientras que la forma de la
embocadura es de tal manera que permite el perfecto
ajuste de la boca para no permitir escape de aire. Las
notas que emite, son las siguientes: la, do, fay sol soste-
nido, sin recurrir ala alternativa de cubrir a medias los
agujeros; su tesitura es la de una flauta dulce soprano,
sélo que més brillante.
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