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Púlsar

Un púlsar (del acrónimo en inglés de pulsating star, que significa «estrella que emite
radiación muy intensa a intervalos cortos y regulares»)1 es una estrella de neutrones que
emite radiación periódica. Los púlsares poseen un intenso campo magnético que induce la
emisión de estos pulsos de radiación electromagnética a intervalos regulares relacionados
con el periodo de rotación del objeto.2
Las estrellas de neutrones pueden girar sobre sí mismas hasta varios cientos de veces por
segundo; un punto de su superficie puede estar moviéndose a velocidades de hasta
70.000 km/s. De hecho, las estrellas de neutrones que giran tan rápidamente se expanden
en su ecuador debido a esta velocidad vertiginosa.3 Esto también implica que estas
estrellas tengan un tamaño de unos pocos miles de metros, entre 10 y 20 kilómetros, ya
que la fuerza centrífuga generada a esta velocidad es enorme y sólo el potente campo
gravitatorio de una de estas estrellas (dada su enorme densidad) es capaz de evitar que
se despedace.4
El efecto combinado de la enorme densidad de estas estrellas con su intensísimo campo
magnético (generado por los protones y electrones de la superficie girando alrededor del
centro a semejantes velocidades) causa que las partículas que se acercan a la estrella
desde el exterior (como, por ejemplo, moléculas de gas o polvo interestelar), se aceleren a
velocidades extremas y realicen espirales cerradísimas hacia los polos magnéticos de la
estrella.5 Por ello, los polos magnéticos de una estrella de neutrones son lugares de
actividad muy intensa. Emiten chorros de radiación en el rango del radio, rayos Xo rayos
gamma, como si fueran cañones de radiación electromagnética muy intensa y muy
colimada.6 En 2018 se anunció el descubrimiento de que el púlsar RX J0806.4-4123
emitía radiación infrarroja algo único en las estrellas de este tipo observadas hasta la
fecha.7
Por razones aún no muy bien entendidas, los polos magnéticos de muchas estrellas de
neutrones no están sobre el eje de rotación. El resultado es que los «cañones de
radiación» de los polos magnéticos no apuntan siempre en la misma dirección, sino que
rotan con la estrella.
Es posible entonces que, mirando hacia un punto determinado del firmamento, recibamos
un «chorro» de rayos X durante un instante. El chorro aparece cuando el polo magnético
de la estrella mira hacia la Tierra, deja de apuntarnos una milésima de segundo después
debido a la rotación, y aparece de nuevo cuando el mismo polo vuelve a apuntar hacia la
Tierra. Lo que percibimos entonces desde ese punto del cielo son pulsos de radiación con
un periodo muy exacto, que se repiten una y otra vez (lo que se conoce como «efecto
faro») cuando el chorro se orienta hacia nuestro planeta. Por eso, este tipo de estrellas de
neutrones «pulsantes» se denominan púlsares (del inglés pulsating star, «estrella
pulsante», aunque esta denominación se aplica con más propiedad a otro grupo
de estrellas variables). Si la estrella está orientada de manera adecuada, podemos
detectarla y analizar su velocidad de rotación. El periodo de la pulsación de estos objetos
lógicamente aumenta cuando disminuye su velocidad de rotación. A pesar de ello, algunos
púlsares con periodos extremadamente constantes han sido utilizados para calibrar relojes
de precisión.
Descubrimiento del primer púlsar

La señal del primer púlsar detectado, PSR B1919+21, tenía un periodo de 1,33730113 s.
Este tipo de señales únicamente se puede detectar con un radiotelescopio. De hecho,
cuando en julio de 1967 Jocelyn Bell y Antony Hewish detectaron estas señales de radio
de corta duración y extremadamente regulares, pensaron que podrían haber establecido
contacto con una civilización extraterrestre, por lo que llamaron tentativamente a su fuente
LGM (Little Green Men u Hombrecitos verdes).8 Tras una rápida búsqueda se
descubrieron tres nuevos púlsares que emitían en radio a diferentes frecuencias, por lo
que pronto se concluyó que estos objetos debían ser producto de fenómenos
naturales. Anthony Hewish recibió en 1974 el Premio Nobel de Física por este
descubrimiento y por el desarrollo de su modelo teórico.9 Jocelyn Bell no recibió
condecoración aunque fuera ella quien advirtió la primera señal de radio.10 Con
anterioridad, Nicola Tesla ya había detectado emisiones de radio regulares durante sus
experimentos de 1899, aunque entonces no se supieron interpretar.11
Hoy en día se conocen más de 600 púlsares con periodos de rotación que van desde el
milisegundo a unos pocos segundos, con un promedio de 0,65 s. La precisión con que se
ha medido el periodo de estos objetos es de una parte en 100 millones. El más famoso de
todos los púlsares es quizás el que se encuentra en el centro de la Nebulosa del Cangrejo,
denominado PSR0531+121, con un periodo de 0,033 s. Este púlsar se encuentra en el
mismo punto en el que astrónomos chinos y árabes registraron una brillante supernova en
el año 1054 y permite establecer la relación entre supernova y estrella de neutrones, a
saber, que esta es remanente de la explosión de aquella vez.

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