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Revista de Literaturas Modernas N° 43, 2013

MANSILLA, LUCIO V. 2012. Diario de viaje a Oriente (1850-


51) y otras crónicas del viaje oriental. Ed., introd. y notas
María Rosa Lojo, dir.; Marina Guidotti, María Laura Pérez
Gras y Victoria Cohen Imach. (EALA, Ediciones
Académicas de Literatura Argentina, Siglos XIX y XX, 2).
Buenos Aires: Corregidor. 372 pp.

MANSILLA, LUCIO V. 2012. El excursionista del planeta:


Escritos de viaje. Selec. y pról. Sandra Contreras. (Tierra
Firme, serie Viajeros). Buenos Aires: Fondo de Cultura
Económica. 466 pp.

En el Mansilla viajero y escritor de viaje coincide el interés de María


Rosa Lojo y su equipo, con el de Sandra Contreras. Por eso, los
volúmenes que han dado a luz durante 2012 repiten dos textos: “De
Adén a Suez (Impresiones de viaje)” y “Recuerdos de Egipto”; no
obstante, varían los demás textos editados, los tipos de edición y,
sobre todo, el perfil de Lucio Victorio Mansilla que en cada
introducción se dibuja.
El trabajo dirigido por Lojo es resultado del proyecto de
investigación “Los hermanos Mansilla: edición y crítica de textos
inéditos u olvidados” (Conicet, Argentina), para el que este equipo
ya ha publicado dos obras de Eduarda Mansilla: Lucía Miranda
(1860) [Madrid-Frankfurt: Iberoamericana-Vervuert, 2007;
colección t.e.c.i.] y Cuentos (1880) [Buenos Aires: Corregidor, 2011;
colección EALA, 1]. Por tal causa, estas publicaciones respetan los
rasgos esenciales de las ediciones críticas en cuanto a la fidelidad al
texto original y el estudio filológico correspondiente.
El aporte sustancial de este volumen consiste en la impresión de
dos manuscritos, que conserva Luis Bollaert, tataranieto de Lucio V.
Mansilla. Ambos contienen el diario del primer viaje que realiza el
autor, cuando tenía dieciocho años; en él cuenta su periplo por
India, Egipto y Europa, desde mediados de 1850 hasta finales de
1851. Esta edición resuelve el enigma que se venía tejiendo en
torno al registro y a la importancia de ese episodio. Lojo demuestra
que “ese viaje inicial le proporcionó también la matriz de su

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imaginación literaria, una verdadera clave o llave genética de su


escritura” [13]. El joven Lucio anota tanto los datos sobre la
navegación, como sus impresiones sobre los pueblos que visita; y lo
hace inicialmente en un cuaderno apaisado (de unos 250 folios);
luego, pasa en limpio las primeras noventa páginas de esas
anotaciones y las transcribe en otro cuaderno, esta vez de modo
vertical.
En la introducción [13-72], María Rosa Lojo contextualiza el viaje en
la biografía de Mansilla y focaliza en aquellos aspectos que
muestran al viajero convencido de que “el mundo se conoce por los
extremos” [13]. En particular, la estudiosa advierte que, si bien “la
mirada que Lucio V. nos dejó de Oriente es la de un joven argentino
que se siente parte de una élite privilegiada, que se codea con los
gobiernos y las cortes de los principales países del mundo” [43], no
adscribe a “ideologías fundadas en el prejuicio” y, por eso, es capaz
de hacer “una crítica mordaz a la comunidad imperialista inglesa”
[45]. La delineación de esos “dos heteroimagotipos irreverentes
para su época: uno grotesco –el del inglés– y otro trágico –el del
nativo–” [46] constituye uno de los puntos más atractivos de estos
manuscritos, que justifica su edición.
El conocimiento de este diario permite leer con una perspectiva
más integral los otros relatos de viaje a Oriente, que Mansilla
publica en revistas porteñas, y las cuatro causeries referidas a su
visita a Chandernagor (India). Según sintetiza Lojo: “los diversos y
breves episodios que se suceden en el diario a lo largo del viaje se
encuentran posteriormente amplificados en relatos anecdóticos,
siempre interrumpidos por extensas digresiones que no hacen más
que mostrarnos las opiniones del escritor maduro sobre las remotas
aventuras del adolescente” [66]. Por ello, la inclusión de “De Adén a
Suez (Impresiones de viaje)” y “Recuerdos de Egipto” en este
volumen resulta una decisión muy acertada del equipo de
investigadoras.
Las palabras introductorias de Lojo se cierran con la comparación
entre los dos manuscritos. Se destaca de este modo la importancia
de la crítica genética para la comprensión tanto del proceso de
escritura, como del texto mismo.
En esta paciente labor de edición crítico-genética, sobresale el rigor
y la complementariedad que revelan las integrantes del equipo

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dirigido por María Rosa Lojo: Marina Guidotti (como asistente de


dirección), María Laura Pérez Gras y Victoria Cohen Imach, quienes
han digitalizado los manuscritos y han preparado la mayor parte de
las minuciosas notas históricas, geográficas, literarias y lingüísticas,
cuyas fuentes son debidamente consignadas.
La edición incluye también once láminas (retratos, fotos, mapas),
facsímiles de algunas páginas de los manuscritos y una amplia
bibliografía [84-94]. Además, las especificaciones acerca de los
criterios de la edición [73-83] permiten reconocer los cronolectos
del siglo XIX.
La edición preparada por Sandra Contreras tiene otra finalidad: “dar
cuenta de la multiplicidad de estilos y formatos a los que Mansilla
recurrió para escribir su relato de viajes a lo largo de cincuenta
años, tanto las ‘impresiones’, ‘recuerdos’ y ‘anécdotas’, en los que
transforma los viajes de juventud y los familiares en materia
literaria, como las ‘noticias’ y ‘crónicas’ que escribe mientras lleva
adelante un emprendimiento personal o se encuentra en misión
oficial como representante del gobierno argentino” [46]. El material
ha sido recolectado por Contreras mientras preparaba el artículo
“Lucio V. Mansilla: cuestiones de método”, publicado en el tomo III
de la Historia crítica de la literatura argentina (dirigida por Noé
Jitrik; Emecé, 2010) y dedicado a las Causeries del jueves.
El excursionista del planeta integra la serie Viajeros (colección Tierra
Firme, del Fondo de Cultura Económica), dirigida por Alejandra
Laera y dedicada a relatos de viaje escritos por figuras políticas y
culturales argentinas, desde el siglo XIX hasta la actualidad. El
volumen preparado por Contreras reúne textos que Mansilla
publica solo en periódicos o que, aparecidos en Entre-nos (1889-
1890), pueden releerse desde otra perspectiva en el juego
intergenérico que propone la antóloga. Esta edición parece
destinada a un público general: se sigue el criterio de actualizar la
ortografía y el uso de la puntuación; sin embargo, las notas
contextualizadoras son escasas y las referencias bibliográficas de las
fuentes no han sido reunidas en la “Bibliografía” [48-50].
La imagen de Mansilla que se dibuja en el prólogo, titulado “El genio
de los buenos viajes” [9-48], es la del “argentino con más viajes en
su haber, pero sobre todo [...] el argentino que mejor los ha
paladeado” [10]; viajero que “escribe a la vuelta” del modo más

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original [11]. Contreras particulariza, por una parte, la insistencia


del autor en manifestar su condición de joven, con poca
experiencia, pero siempre muy bien ubicado y con fortuna de su
lado pues realiza “los más largos y peligrosos trayectos ‘sin el más
mínimo accidente’” [15]; por otra, sus “dotes de buen observador”
[33] y su capacidad para entrever el futuro tecnológico, adelantos
que –paradójicamente– harán patente la lentitud del correo postal,
que Mansilla prefiere seguir empleando.
En cuanto a lo discursivo, se destacan como rasgos de la narrativa
de viaje de Mansilla –en “De Adén a Suez (Impresiones de viaje)”,
“Recuerdos de Egipto” y numerosas causeries– la retórica
antiturística, “la mirada distanciada e inclusive irónica” del guía [19-
20], la “renuncia a la descripción” [20-4] y sus vaivenes en torno al
“viaje pintoresco” [24-31]; además, el empleo modélico de las
epístolas para el relato de un viaje en el que Mansilla ha puesto en
juego sus habilidades empresariales –modalidad probada en las
“Cartas de Amambay”– y la concisión de los artículos periodísticos
que el autor firma como “Juan de Dios” y envía desde París a La
Tribuna Nacional (1881).
Tan amplia como la variedad genérica es la geografía que recorre el
viajero. De ahí el título El excursionista del planeta –tomado de una
frase de Paul Groussac [12]–. Contreras proporciona los datos
biográficos necesarios para seguir los periplos del viajero, pero
agrupa los textos según la región visitada por Mansilla. Por eso,
divide el material en tres partes: “I. Oriente. De Adén a las
Termópilas” (tres artículos periodísticos y una causerie), “II.
Paraguay. La expedición del oro” (todas las “Cartas de Amanbay”,
publicadas en El Nacional, y dos causeries) y “III. Europa. Política,
mujeres, tecnologías” (dos artículos periodísticos y una selección de
la columna “Ecos de Europa”, notas enviadas periódicamente a La
Tribuna Nacional, todos firmados como “Juan de Dios”; cuatro
causeries tomadas de Entre-Nos; el “Diario de un expatriado”, que
aparece en enero de 1900 en El Diario, con el seudónimo “Aeiou”;
y, finalmente, una selección de las “Páginas breves” que se publican
también en El Diario, entre 1906 y 1909). El resultado es un
panorama de las modalidades genéricas y de las apreciaciones
geoculturales y políticas de Mansilla.

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En síntesis, las reediciones de los textos de Lucio Victorio Mansilla


que han preparado María Rosa Lojo (y su equipo) y Sandra
Contreras se diferencian no solo en los criterios ecdóticos, sino
también en el alcance del corpus. No obstante, ambas terminan
confirmando tanto el juicio de Lojo respecto de Mansilla: “el
desplazamiento continuo es su manera de instalarse en el mundo”
[31], como la caracterización que de sí mismo hace el viajero-
escritor –y que Contreras transcribe–: “‘Son una debilidad de mi
carácter comunicativo. Yo no puedo moverme en silencio’” [28]. Por
ello, las dos ediciones se complementan; las dos son necesarias
para comprender un poco mejor las polifacéticas y cada vez más
atractivas personalidad y escritura de Lucio V. Mansilla.
Las diferencias, en cambio, justifican que los textos de siglos
anteriores se sigan reeditando. Cada edición es un nuevo
nacimiento.

HEBE BEATRIZ MOLINA


U. Nacional de Cuyo-Conicet

PIÑA, CRISTINA. 2012. Límites, diálogos, confrontaciones:


Leer a Alejandra Pizarnik. (Nueva Crítica Hispanoameri-
cana). Buenos Aires, Corregidor. 234 pp.

El presente trabajo resulta de una síntesis de distintos estudios


realizados por Cristina Piña sobre la obra de Alejandra Pizarnik
–Poesía y experiencia del límite: Leer a Alejandra Pizarnik (estudio
agotado de 1999)– y un conjunto de artículos y conferencias sobre
la autora realizados con posterioridad a la fecha de la edición del
volumen arriba mencionado.
En su conjunto, el derrotero crítico que describe el volumen da
testimonio de una trayectoria que exhibe la fascinación que la obra
de Pizarnik ejerce sobre la crítica. Esta circunstancia, entiendo, no
es un obstáculo epistemológico sino que, por el contrario, favorece
los acercamientos porque permite una visión que aunque no es
totalizadora, sin embargo ofreces perspectivas iluminadoras sobre
su objeto de estudio. Posiblemente por pudor Piña no presente otro

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