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EL COMIENZO DE LAS PLAGAS (Exodo 5 : 1- 9)

Moisés y Aarón se acercaron al faraón y le hablaron sobre las demandas dadas por Dios,
que exigía que los esclavos israelitas pudieran salir de Egipto a fin de que pudieran adorar
a su Dios libremente. Tras una primera negativa del faraón, Dios envió a Moisés y a Aarón
de nuevo a mostrarle un milagroso signo de advertencia.
Las 10 plagas de Egipto[editar]
I - Las aguas se convierten en sangre (Éxodo 7:14-24)[editar]
La primera plaga fue la de la sangre. Dios dio instrucciones a Moisés para que levantara
su cayado sobre el río Nilo. Como consecuencia, toda el agua se convirtió en sangre,
matando a todos los peces del río y llenando Egipto de un olor nauseabundo durante siete
días. Los hechiceros del faraón demostraron entonces que también ellos podían convertir
el agua en sangre y el faraón, por lo tanto, no cedió ante las demandas de Moisés.

II - Las ranas (Éxodo 8:1-15)[editar]


La segunda plaga de Egipto fueron las ranas. Dios dio instrucciones a Moisés de que
dijera a Aarón que estirase su vara sobre el agua y hordas de ranas invadieron Egipto. Los
hechiceros del faraón fueron capaces de duplicar esta plaga con su magia. Sin embargo,
dado que no pudieron eliminarla, el faraón se vio obligado a conceder a Moisés el permiso
de salir a los israelitas, a cambio de que éste accediera a acabar con ella. Para convencer
al faraón de que realmente la plaga era un castigo divino, Moisés dejó que el faraón
eligiera el momento en el que terminaría la plaga. El faraón eligió como fecha el día
siguiente, y todas las ranas murieron a la hora señalada. Sin embargo, el faraón revocó su
autorización y los Israelitas permanecieron en Egipto.
III - Los piojos (Éxodo 8:16-19)[editar]
Dijo el Señor a Moisés: "Di a Aarón: Extiende tu cayado y golpea el polvo de la tierra que
se convertirá en mosquitos sobre todo el país de Egipto." Así lo hicieron: Aarón extendió su
mano con el cayado y golpeó el polvo de la tierra; y hubo mosquitos sobre los hombres y
sobre los ganados. Todo el polvo de la tierra se convirtió en mosquitos sobre todo el país
de Egipto." (Éxodo 8:12-13) Éxodo 8:25
El sustantivo hebreo ‫( כִּ נִּים‬kinim) podría traducirse como "mosquitos", "piojos" o "pulgas".

IV - Las moscas (Éxodo 8:20-32)[editar]


La cuarta plaga de Egipto fue de criaturas capaces de dañar a las personas y al ganado.
La Torá enfatiza que los ‘arob (‫עָ רֹוב‬, que significa "mezcla" o "enjambre") sólo vinieron en
contra de los Egipcios, y que no afecto la Tierra de Gosén (donde vivían los Israelitas). El
Faraón le pidió a Moisés eliminar esta plaga y prometió permitir la libertad de los Israelitas.
Sin embargo, después de que la plaga se fue, el Señor "endureció el corazón de Faraón,"
y rehusó mantener su promesa. La palabra ‘arob ha causado diferencias de opiniones
entre intérpretes tradicionales. El significado puede estar relacionado con "mezcla".
Mientras la mayoría de los intérpretes tradicionales entienden la plaga como "animales
salvajes" (tales como leones, serpientes venenosas, rinocerontes), Gesenius junto con
muchos intérpretes modernos entienden la plaga como un enjambre de moscas o tábanos.

V - La terrible peste sobre el ganado (Éxodo 9:1-7)[editar]


La quinta plaga de Egipto fue una terrible peste que exterminó a los ganados egipcios, ya
fueran caballos, burros, camellos, vacas, ovejas o cabras. El ganado israelita resultó, una
vez más, ileso. De nuevo, el faraón no hizo concesiones.

VI - Las úlceras (Éxodo 9:8-12)[editar]


La sexta plaga de Egipto fue una enfermedad cutánea que suele traducirse como "úlcera"
o "sarpullido". Dios le dijo a Moisés y Aarón que cada uno tomase dos puñados de hollín
de un horno, el cual Moisés dispersó en el cielo en presencia del faraón. El hollín provocó
úlceras en el pueblo y el ganado egipcio. Los hechiceros egipcios resultaron afectados
junto con todos los demás y murieron, sin poder sanarse, mucho menos el resto de Egipto,
pero ninguna de las plagas tocaron Israel.
VII - La lluvia de Granizo y Fuego (Éxodo 9:13-35)[editar]
La séptima plaga de Egipto fue una destructiva tormenta. Dios le dijo a Moisés que
estirase su vara hacia el cielo, punto en el cual la tormenta comenzó. Era incluso más
sobrenatural que las plagas anteriores, una poderosa ducha de granizo mezclada con
fuego. La tormenta dañó gravemente a los huertos y cultivos egipcios, así como a las
personas y al ganado. La tormenta azotó todo Egipto excepto la tierra de Gosén. El faraón
le pidió a Moisés que eliminara esta plaga y prometió permitir a los israelitas adorar a Dios
en el desierto, diciendo que "este tiempo he pecado; Dios es justo, yo y mi pueblo somos
malvados". Como una demostración de dominio de Dios sobre el mundo, la lluvia se
detuvo tan pronto como Moisés comenzó a orar a Dios. Sin embargo, después de que la
tormenta cesara, el faraón de nuevo "endureció su corazón" y se negó a mantener su
promesa.

VIII - Las langostas (Éxodo 10:1-20)[editar]


La octava plaga de Egipto fueron las langostas. Antes de la plaga, Moisés llegó al faraón y
le advirtió de la inminente plaga de langostas. Los funcionarios del faraón le suplicaron que
permitiera que los israelitas fueran libres, ya que iban a sufrir los efectos devastadores de
una plaga de langostas, pero éste aún era renuente a ceder. El orador propuso entonces
un compromiso: los hombres israelitas serían autorizados a marcharse, mientras que las
mujeres, niños y ganado se quedarían en Egipto. Moisés demandó que cada persona y
animal se fuera, pero el faraón se negó. Dios entonces le dijo a Moisés que estirase su
vara sobre Egipto y recogió un viento del este. El viento se mantuvo hasta el día siguiente,
trayendo un enjambre de langostas. La nube cubrió el cielo, arrojó sombras sobre Egipto y
consumió el resto de los cultivos egipcios, acabando con todos los árboles y las plantas. El
faraón volvió a pedirle a Moisés que eliminase esta plaga y se comprometió a permitir que
todos los israelitas pudiesen adorar a Dios en el desierto. La plaga desapareció, pero de
nuevo no permitió a los israelitas salir.
IX - Las Tinieblas (Éxodo 10:21-29)[editar]
En la novena plaga, Dios le dijo a Moisés que estirase sus manos al cielo , para que la
oscuridad cayera sobre Egipto. Esta oscuridad era tan pesada que un egipcio podía
sentirla físicamente. Duró tres días, tiempo durante el cual sólo hubo luz en las casas de
los israelitas. El faraón entonces hizo llamar a Moisés y le dijo que dejaría salir a todos los
israelitas si las tinieblas eran retiradas de su tierra. Sin embargo, exigió que las ovejas y
vacas se quedasen; Moisés lo rechazó y dijo que en poco tiempo el faraón ofrecería
muchos animales para ser sacrificados. El faraón, indignado, amenazó con ejecutar a
Moisés si volvía a aparecer ante él. Moisés contestó en efecto que no visitaría al faraón
nuevamente.
Esta novena plaga era especialmente significativa. Se trataba de un ataque directo al
Faraón, ya que Ra era el dios egipcio del Sol. La plaga de oscuridad demostraba que el
Dios de Moisés era más poderoso que el del faraón.

X - La muerte de todos los primogénitos (Éxodo 11:1-10;


12:29-36)[editar]
La décima y última plaga fue la muerte de todos los primogénitos de Egipto. Dios ordenó a
los hebreos marcar sus puertas con la sangre de un cordero, ya que de esta forma no
entraría el ángel de la muerte en sus casas para matar a sus primogénitos. Primero, el
ángel de la muerte fue al pueblo hebreo para matar a algunos hebreos, pero no lo hizo
gracias a la sangre del cordero por las ambas de las puertas. Luego el ángel de la muerte
se dirigió al pueblo egipcio para matar. Como no había ninguna sangre de cordero en la
puerta, éste mató a los primogénitos egipcios, incluyendo al hijo del faraón. Este fue el
golpe más duro a Egipto y la plaga que finalmente convenció al faraón de que debía liberar
a los hebreos. Después se arrepintió y fue en busca de los hebreos y él junto con su
ejército mueren en el Mar de Suf (Éxodo 13:18).

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