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Pena de Muerte
Pena de Muerte
Índice
1. Una mirada a la historia
5. Bibliografía
¿Qué idea final nos deja los gestos y las palabras del gran pastor de
Hipona? En opinión de algunos autores como Alano de Lila [De fide
católica, contra haereticos sui temporis libri quattuor, II, cap. 22 (PL 210,
596)] y Hurtado de Mendoza [Scholasticae et Morales Disputationes de
tribus virtutibus theologicis, Salmanticae 1631, disc. 86, sect. I, pp. 752-
755], San Agustín no cuestionó nunca la legitimidad de la pena de
muerte. Si intercedió una y otra vez para que los reos no fueran
condenados a la pena capital, no tanto porque lo merecieran, sino porque
perdonándolos resaltaba más la paciencia de la Iglesia para con los
pecadores [Schilling 1910; Noguer 1913]. Otros, en cambio, han
defendido que la oposición del santo a la pena de muerte se realizó en el
terreno de los principios [Combés 1927: 189-200; Coccia 1962].
Giuseppe Mattai expresa que «no es correcto considerar que la
orientación no violenta de la primera tradición eclesial cedió siguiendo la
preponderante autoridad agustiniana» [Mattai 1987: 38]. Incluso,
podríamos agregar de buen grado, porque esta orientación no violenta no
era unánime en la Iglesia preconstantiniana.
3. Argumentaciones en el debate
contemporáneo sobre la legitimidad de
la pena capital
La solución a la cuestión de la legitimidad o ilegitimidad de la pena de
muerte se encuentra en la persona humana, en su irrenunciable
dignidad, en sus derechos. En efecto, la pena capital refiere directamente
a la persona, como sujeto pasible de ejecución. De hecho, actualmente
65 Estados albergan en sus legislaciones la pena capital, siendo hoy
China el país que numéricamente, más aplica la sanción:
aproximadamente no menos de 2000 ejecuciones al año. Por tanto, en
este apartado, vamos a enumerar cuáles ideas son las que sostienen la
práctica de aplicación de la pena y cuáles se oponen a ella.
Por tanto, podría ser adecuada la pena capital para delitos muy
graves, por parte del Estado. Sin embargo, podemos preguntarnos
todavía: ¿qué valores éticos estarían presentes en la fuerte tendencia a
poner límites a la aplicación de la pena capital hoy?
5. Bibliografía
5.1. Obras citadas
BARBAGLIO, G., Le lettere di Paolo, I, Borla, Roma 1983.
CICCONE, L., Non uccidere. Questioni di morale della vita fisica, Ares,
Milano 1984.
DEWAN, L., Thomas Aquinas, Gerard Bradley, and the Death Penalty:
Some Observations, «Gregorianum» 82 (2001), pp. 149-165.
HERZOG, I., Judaism: Law and Ethics, Oxford Univ. Press, London
1974.
RODRÍGUEZ LUÑO, A., Scelti in Cristo per essere santi. III. Morale
speciale, EDUSC, Roma 2008.
SCHILLING, O., Die Staats und Soziallehre des hl. Augustinus, Freiburg
im Breisgau, 1910.
STEIN, R. H., The Argument of Roman 13, 1-7, «NTest» 31 (1989), pp.
325-343.
Notas
1 «Una comunidad está justificada en aplicar una pena de muerte sólo en
la medida en que respeta el único derecho de Dios sobre la vida y la
muerte y en la medida en que respeta la inviolabilidad de la vida
humana que deriva de esto. La pena de muerte, llevada a término
por los órganos del Estado, puede ser también asesinato. Cada
violación de este límite, que esté basada en motivos nacionales,
raciales o ideológicos, está aquí condenada» [Westermann 1984:
469.]