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Palabras, un Reflejo de Nuestros Pensamientos.

Por Wenceslao Fuentes

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nuestros-pensamientos-por-wenceslao-fernandez

Por oec

Cuando avanzamos, cuando queremos, cuando deseamos o anhelamos existe


un impulso inicial que nos invade y nos posee una fuerza “sobrehumana” de
conseguir ese “reto”. Pero, generalmente lo que sucede es que esa energía
inicial va disminuyendo y
desapareciendo con el tiempo. Nuestra
atención se va dirigiendo hacia otras
cosas y vamos perdiendo el rumbo y la
dirección sobre nuestros retos y
desafíos. A todos nos ha pasado alguna
vez, y cuando echamos un vistazo atrás
y valoramos nuestra situación actual,
decimos ¿dónde quedo ese “reto”?
Surgen emociones como la tristeza,
infelicidad, culpabilidad,… que afectan a
nuestra autoestima, la confianza en uno/a mismo/a y en definitiva a nuestra
felicidad.

Lo que ocurre luego también es conocido, queremos culpables, y generalmente


el primer culpable que encontramos ¿Quién es? Pues sí, uno/a mismo/a, nos
atacamos y muchas veces con crueldad, por así decirlo, somos nuestro peor
enemigo. Nos auto-castigamos pensando que de esta manera volveremos a la
senda de ese “reto”, y nos decimos “eres un incrédulo, no lo vas a conseguir”,
“soy un inútil, no valgo para nada”,… Fijemos en estas palabras, ¿qué no
dicen? Son negativas verdad, y seguramente no nos ayudarán a conseguir lo
que queremos, pero las seguimos diciendo y repitiendo. Son nuestras
creencias. Pero voy un poco más allá.

En este sentido, voy al verbo “ser” y “estar”, las palabras reflejan nuestros
pensamientos y creencias, y estos dos verbos parecen similares, pero tienen
un carácter diferente. Por ejemplo, “soy un fracasado” a decir “estoy
fracasando” el verbo ser le da un carácter de permanencia e inmovilidad a esa
característica, como si no pudiéramos modificar ese estado, en cambio, el
verbo estar refleja que hoy, en este momento estoy así, pero que mañana o en
otro momento me voy a sentir y encontrar de manera diferente. Esto se
produce tanto para los pensamientos negativos como para los positivos.

Es vital identificar estas palabras, y es ahí donde entre el coaching, el coach


identifica esas palabras (creencias) y las rebate con preguntas poderosas como
¿qué te impide conseguir ese “reto”? Es una herramienta que desde la
psicología también se utiliza con técnicas como el “Control del Pensamiento” a
través de los autorregistros y el cambio de pensamiento.
Para concluir me gustaría mencionar a Bruce Lipton, que en su libro La
Biología de la Transformación nos comenta el siguiente ejemplo: todos y
cada uno de nosotros sabemos nadar a la perfección desde el momento en
que emergemos del canal del parto. “Entonces, ¿por qué tenemos que enseñar
a nadar a los niños?”, te preguntas, “¿Por qué hay tanto niños que le tienen
miedo al agua?” Explica que si eres padre, con nuestros comportamientos y
comentarios promovemos que nuestros hijos adopten esas creencias y sea la
herencia que le dejamos. Siguiendo con Lipton, piensa en cómo reaccionas
cuando uno de tus bebés se acerca al agua. Preocupado por la seguridad de tu
hijo, corres a apartarlo del peligro. No obstante, la mente del bebé interpreta tu
comportamiento frenético dando por sentado que el agua es una amenaza
para la vida. Esos miedos, inseguridades o frustración permanecen en el
tiempo pues nos acompañan desde que somos unos bebés, y el primer paso
es identificar esas creencias, y para ello, las palabras nos muestran el camino
para empezar ese cambio.

Según Lipton, la programación de nuestras creencias se produce desde el


período de gestación hasta aproximadamente los 6 años, y se quedan para el
resto de nuestra vida (recuerdos de la mente subconsciente), y si esas
creencias nos limitan para conseguir lo que deseamos, entonces necesitamos
reprogramarnos, es decir, cambiar esas creencias. Para ello, el coaching es
un proceso que sirve de apoyo para llevar a cabo ese cambio. En
definitiva, las palabras son un reflejo de nuestros pensamientos.

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