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j ed meee ices del Nuevo Mundo COULCGIQIN “VA BIPRESION ANERIOANA™ PRESENTACION El proyecto de Humboldt era darle la vuelta al mundo. Nada mds adecuado para quien en ius libros pretendié abarcar el cosmos y may poco es- cape a su curiosidad o sabiduria. Es un error pen- sar que como no pudo alcanzar tanta tuvo que conformarse apenas con el continente americano. Sus paginas sobre América siguen stendo un pro- yecto descomunal por lo que visité en cinco affos, él, que de nifio parecta un alfefique, y por lo que estudiéd para que el mundo conociera mejor. Ast, en sus muchisimos libros, si habla de los anos de Venezuela, aparecen las pampas argentinas, las es- tepas de Europa Central y cuanto evoque regiones planas; como, de la misma manera, una considera cién acerca de la corta memoria de los colonos americanos lo hace pensar en el remotisimo re- cuerdo de chinos 7 japoneses para quienes cosas de mil afios de vida parecen novedades. La confi- guracién geoldgica de los volcanes andinos o el consumo de cereales en México o en ef Caribe lo impulsan a bablar de las rocas de cualquier lugar del planeta, a comparar alturas y profundidades, a fijarse en lo que come la bumanidad. Hi efecto no pudo ser mejor: lo americano se universaliza y en- cuentra un adecuado lugar en el cosmos. El repets- do calificativo de “deseubridor cientifice del Nuevo Mundo” predica, desde luego, ef aspecto fistco y espacial de quien viajd por selvas, alturas, cuevas, ciudades o antigtiedades indigenas, pero apunta aca- so también hacia esa wniversalizacién que en nada 5 contradice la controvertida tipicidad americana, geografica, politica y demas. Y si visita una por- ciin de América, no la mira aisladamente, traza la vinculacién entre Lima, Caracas, Ciudad de México, La Habana, Bogota, Quito, urbes en las que vivid, con regiones conoctdas por referencia como Buenos Aires o Santiago. Si se interesa por el estado que ta poblacién indigena presentaba a comienzos del siglo XIX, vineula la de Nueva Es- pana con la del Perd y a ambas com quienes babi- tan en las telvas del Orinoco. Al hombre que proyectaba un viaje de ida y vuelta por el mundo —cruzar el extrema sur para alcanzar Filtpinas—, de América le interesaban ini- ttalmente México y las Antillas. La casualidad di- ferida de ese pian lo Hevé por azar a otras partes. Los problemas politicos de la época, las fatales fie- bres del trépico, los huracanes caribefios o la con- fusién de los baguianos locales con frecuencia tor- cteron sus rumbos y lo arrojaron sobre costas que no habia imaginado conecer. Por azar egd a Ve- nezuela, primera escala, con la idea de estar de paso. Se quedé entre julio de 1799 y noviembre de 1800. No perdiéd ef tiempo: la zona oriental, ei centro, lor anos, ef Orinoco basta sus cabeceras, Va a Cuba una primera vez (de diciembre de 1800 a marzo del aio siguiente). Alli le informan mal acerca de la posibilidad de unirse a la empresa de circunvalacion de um viajero francés que pasard por el Peri y toma entonces la atrevida decision de subir de Cartagena de Indias, en la costa caribe- fla, hasta Lima. Se queda entonces en Colombia (de marzo a diciembre de 1801) » Bogotd a recthe en apoteosis. Pasa a Ecuador para que la historia recuerde sw ascenso alos temibles volcanes y en la ruta siga ta impresionante carretera construsda por las incas. De septiembre a diciembre del mismo aiio estard en el Perd y en ese lugar impensado de 6

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