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Señalan los apoderados actores que es en torno a tal documento que ha surgido
la mayor controversia en el curso del proceso civil, ya que los representantes de la
empresa demandada han sostenido que la firma que aparece suscribiendo la
certificación antes mencionada, fue falsificada.
3.- Actuaciones del Tribunal de Control Vigésimo Sexto de Primera Instancia del
Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas.
Es por los hechos anteriormente narrados que los apoderados actores consideran
vulnerados los derechos constitucionales relativos a: derecho a la seguridad jurídica
(contemplado en los artículos 2 y 3 de la Constitución según consideran los apoderados
actores); derecho a la defensa (consagrado en el numeral 1 del artículo 49); al acceso a
la justicia y a la tutela judicial efectiva (artículo 26); y al debido proceso (artículo 49)
que se desglosa en los siguientes numerales del artículo que lo consagra: derecho a la
presunción de inocencia (numeral 2 del artículo 49); derecho a ser juzgado por sus
jueces naturales (numeral 4 del artículo 49); y, derecho de que no puede haber delito ni
hecho punible que no esté previsto en la ley (numeral 6 del artículo 49). Asimismo,
denuncia como conculcados el principio constitucional de la independencia del poder
judicial (artículo 254 de la Constitución); el derecho al trabajo y al ejercicio de la
libertad económica (artículos 87 y 112, respectivamente); y, finalmente, el derecho a la
protección del honor y la reputación (artículo 60); y en consecuencia, solicitan sea
declarada con lugar la acción de amparo ejercida y se restablezcan inmediatamente las
situaciones jurídicas subjetivas infringidas, “así como el orden público violado”, y en
particular:
Además de la solicitud de amparo, piden -los apoderados actores- que esta Sala
decrete medida cautelar innominada, de conformidad con lo establecido en el parágrafo
primero del artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, con el objeto de que,
mientras dure el proceso de amparo:
El Juez del amparo por aplicación del principio iura novit curia puede cambiar
la calificación jurídica de los hechos que hizo el accionante, y restaurar la situación
jurídica que se alega fue lesionada partiendo de premisas jurídicas diferentes a las
señaladas en el amparo. Esto significa que ante peticiones de nulidades, el Juez del
amparo, que es un Juez que produce cosas juzgadas formales, puede acudir a otra figura
jurídica para restaurar la situación violada.
Por otra parte, debe declarar esta Sala que entre las garantías constitucionales
que acuerda el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
se encuentra el que la justicia sea transparente y sin formalismos, principio este último
que se repite en el artículo 257 de la vigente Carta Fundamental.
Por lo que se trata de situaciones casuísticas ligadas a las razones de los actos y
sentencias judiciales, donde los errores que ellos pueden contener no puedan ser
interpretados como elementos de fraude procesal, terrorismo judicial o parcialidad; y en
el caso que ello sucediere, y tal como lo señala el numeral 8 del artículo 49 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el perjudicado por tales errores
u omisiones (falta de transparencia) puede pedir el restablecimiento de la situación
jurídica lesionada.
Es de destacar que Belfort Glass C.A., había alegado previamente una cuestión
previa por existir una cuestión prejudicial, la cual declarada con lugar por mandato del
artículo 355 del Código Procedimiento Civil, de todas maneras conducía el proceso a
que se contestare la demanda y se instruyere hasta el estado de sentencia,
suspendiéndola allí hasta que se resolviera la cuestión prejudicial, que fue resuelta antes
de llegar a estado de sentencia, por lo que el proceso civil culminaba en su instrucción.
Por el uso del citado documento (copia del acta de Junta Directiva), desconocida
en el proceso mercantil, el Fiscal del Ministerio Público Trigésimo Séptimo de la
Circunscripción Judicial del Area Metropolitana de Caracas, intentó acusación penal
contra los querellantes con fecha 3 de diciembre de 1999, sin citar, según alegan los
actores, a los imputados en la averiguación previa a la acusación, calificando el Fiscal la
actitud de los querellantes de delictual, por uso de documento falso en grado de
continuidad, siendo víctima, según la acusación, de dicho delito, tanto el Estado
Venezolano como la compañía Belfort Glass C.A.
Por ello resulta extraño que se interponga una acusación penal y se ordene
además el juicio penal, contra personas que están obrando en juicio legalmente, debido
a que el propio alegante de la falsedad del documento (acta) lo ha desconocido y se ha
abierto la incidencia relativa a dicho desconocimiento, surgiendo así un conflicto entre
la actitud del Ministerio Público y la realidad, cual es que a partir del 6 de noviembre de
1999, fecha en que se presentó en autos la decisión de la Sala número 2 de la Corte de
Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Area Metropolitana de Caracas, fue cuando
los querellantes podían conocer la falsedad del documento, pero que debido al
desconocimiento realizado por la misma parte beneficiada por el fallo penal, el Tribunal
Noveno Bancario recibió y sustanció la petición de cotejo dentro de la incidencia que
quedó abierta, por la actitud de la demandada: Belfort Glass C.A.
Encuentra esta Sala que por los hechos señalados podría estarse en presencia de
un conflicto en la forma como se ejerce la jurisdicción entre el Juez de Control que
admitió la acusación por una parte, y el Juez Bancario que siguió sustanciando el juicio
donde cursaba el documento falso cuestionado por la vía del desconocimiento,
existiendo sobre unos mismos hechos una controversia tácita producto de los hechos
señalados y probados provisionalmente con los documentos acompañados. Se está ante
dos posiciones contrarias ante un mismo hecho; es decir, ante dos formas antagónicas de
la potestad de juzgar. Por una parte en un proceso mercantil se adelanta por orden del
juez un trámite procesal en el que intervienen los querellantes y que debía llevarse
adelante al no estar decidida esa causa, y por otra parte esa actitud en principio legítima
de las partes del juicio mercantil, es calificada por el Ministerio Público y la jurisdicción
penal como delictiva, limitándole las defensas a las partes en el proceso civil.
Surge así un conflicto que ninguno de los jueces plantea ante el Tribunal
Superior en el orden jerárquico, ni ante ningún Tribunal pero que si se observan sus
consecuencias, no se trata de una discusión sobre la competencia de ambos Tribunales,
ni tampoco una controversia sobre jurisdicción, aunque si es claro que hay una situación
antagónica entre jueces, miembros de una rama del Poder Público, cual es el Poder
Judicial, y que afecta a los accionantes
La posibilidad que tiene esta Sala de dirimir el conflicto entre los jueces, en
particular uno como el planteado que sin ser netamente de competencia, sin embargo
produce un enfrentamiento dentro de un mismo poder, lo que lesiona las funciones
propias de cada una de las ramas del poder público, tal como lo dispone el artículo 136
de la vigente Constitución, aunado a que los demandantes de la protección
constitucional aducen que es ese conflicto, no planteado formalmente, el que les causa
la infracción a los derechos constitucionales supuestamente lesionados, conducen a esta
Sala a considerarse competente para conocer de un amparo debido a la acción
proveniente del conflicto entre jueces, que si bien no es cien por ciento un problema de
competencia, tampoco es un caso clásico de conflicto jurisdiccional, por lo que puede
considerarse que se trata de una controversia de orden constitucional entre órganos del
Poder Público, lo que es competencia de esta Sala dirimir de acuerdo al ordinal 9° del
artículo 336 de la vigente Constitución.
En el caso bajo análisis, surge en el plano de las vías de hecho, como se apuntó,
un conflicto entre el Juez de Control por una parte, y el Juez Noveno Bancario por otra,
la cual perjudica a los accionantes, quienes acuden ante esta Sala por medio de una de
las vías posibles para remediar su situación, cual es el amparo.
Esta Sala además, afirma su competencia para conocer este amparo ya que una
de las causas de las supuestas violaciones constitucionales, es el conflicto entre los
jueces, lo cual como conflicto o como controversia entre ramas del Poder Público es del
natural conocimiento de esta Sala, conforme al ordinal 9° del artículo 336 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, por lo que el amparo fundado
en las infracciones a derechos y garantías constitucionales causadas por tal controversia,
necesariamente también es competencia de esta Sala.
Ahora bien, planteados así los hechos, es la actitud del Juez de Control Vigésimo
Sexto de Primera Instancia del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de
Caracas quien al calificar de delictual la supuesta actitud legítima de los actores y
considerar que el Ministerio Público no violó a ellos garantía alguna, es él quien causa
la posible infracción, y por ello se excluye al Ministerio Público del objeto de este
amparo.
Por otra parte, todo proceso jurisdiccional contencioso debe ceñirse al artículo
49 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que impone el debido
proceso, el cual, como lo señala dicho artículo, se aplicará sin discriminación a todas las
actuaciones judiciales, por lo que los elementos que conforman el debido proceso deben
estar presentes en el procedimiento de amparo, y por lo tanto las normas procesales
contenidas en la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales
deben igualmente adecuarse a las prescripciones del citado artículo 49.
1.- Con relación a los amparos que no se interpongan contra sentencias, tal como
lo expresan los artículos 16 y 18 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales, el proceso se iniciará por escrito o en forma oral conforme a
lo señalado en dichos artículos; pero el accionante además de los elementos prescritos
en el citado artículo 18 deberá también señalar en su solicitud, oral o escrita, las pruebas
que desea promover, siendo esta una carga cuya omisión produce la preclusión de la
oportunidad, no solo la de la oferta de las pruebas omitidas, sino la de la producción de
todos los instrumentos escritos, audiovisuales o gráficos, con que cuenta para el
momento de incoar la acción y que no promoviere y presentare con su escrito o
interposición oral; prefiriéndose entre los instrumentos a producir los auténticos. El
principio de libertad de medios regirá estos procedimientos, valorándose las pruebas por
la sana crítica, excepto la prueba instrumental que tendrá los valores establecidos en los
artículos 1359 y1360 del Código Civil para los documentos públicos y en el artículo
1363 del mismo Código para los documentos privados auténticos y otros que merezcan
autenticidad, entre ellos los documentos públicos administrativos.
Una vez concluido el debate oral o las pruebas, el juez o el Tribunal en el mismo
día estudiará individualmente el expediente o deliberará (en los caso de los Tribunales
colegiados) y podrá:
a) decidir inmediatamente; en cuyo caso expondrá de forma oral los términos del
dispositivo del fallo; el cual deberá ser publicado íntegramente dentro de los cinco
(5) días siguientes a la audiencia en la cual se dictó la decisión correspondiente. El
fallo lo comunicará el juez o el presidente del Tribunal colegiado, pero la sentencia
escrita la redactará el ponente o quien el Presidente del Tribunal Colegiado decida.
Contra la decisión dictada en primera instancia, podrá apelarse dentro de los tres
(3) días siguientes a la publicación del fallo, la cual se oirá en un sólo efecto a menos
que se trate del fallo dictado en un proceso que, por excepción, tenga una sola instancia.
De no apelarse, pero ser el fallo susceptible de consulta, deberá seguirse el
procedimiento seguido en el artículo 35 de la Ley Orgánica de Amparo Sobre Derechos
y Garantías Constitucionales, esto es, que la sentencia será consultada con el Tribunal
Superior respectivo, al cual se le remitirá inmediatamente el expediente, dejando copia
de la decisión para la ejecución inmediata. Este Tribunal decidirá en un lapso no mayor
de treinta (30) días. La falta de decisión equivaldrá a una denegación de justicia, a
menos que por el volumen de consultas a decidir se haga necesario prorrogar las
decisiones conforma al orden de entrada de las consultas al Tribunal de la segunda
instancia.
Cuando se trate de causas que cursen ante tribunales cuyas decisiones serán
conocidas por otros jueces o por esta Sala, por la vía de la apelación o consulta, en
cuanto a las pruebas que se evacuen en las audiencias orales, se grabarán o registrarán
las actuaciones, las cuales se verterán en actas que permitan al juez de la Alzada conocer
el devenir probatorio. Además, en la audiencia ante el Tribunal que conozca en primera
instancia en que se evacuen estas pruebas de lo actuado, se levantará un acta que
firmarán los intervinientes. El artículo 189 del Código Procedimiento Civil regirá la
confección de las actas, a menos que las partes soliciten que los soportes de los actas se
envíen al Tribunal Superior.
Las partes del juicio donde se dictó el fallo impugnado podrán hacerse partes, en
el proceso de amparo, antes y aún dentro de la audiencia pública, mas no después, sin
necesidad de probar su interés. Los terceros coadyuvantes deberán demostrar su interés
legítimo y directo para intervenir en los procesos de amparo de cualquier clase antes de
la audiencia pública.
La falta de comparecencia del Juez que dicte el fallo impugnado o de quien esté
a cargo del Tribunal, no significará aceptación de los hechos, y el órgano que conoce del
amparo, examinará la decisión impugnada.
DECISIÓN
Por las razones que se refieren en este fallo, siendo esta Sala competente,
habiendo cumplido los querellantes con las exigencias del artículo 18 de la Ley
Orgánica de Amparo Sobre Derechos y Garantías Constitucionales y no estando incursa
la querella en las causas del artículo 6 de la citada ley, esta Sala en nombre de la
República y por autoridad de la ley, ADMITE la acción de amparo y ordena la
comparencia de la parte accionada, a fin que este Tribunal fije la audiencia oral en los
términos aquí señalados, siempre que dicha fecha no coincida con un sábado, domingo
o día feriado.
El Presidente,
Ponente
Los Magistrados,
Moisés Troconis
El Secretario,
JEC/av
Exp. N° 00-0010
1.- En la sentencia de esta Sala del 20 de enero del 2000, caso: Emery Mata
Millán, se estableció el fuero competencial en materia de amparo constitucional. De
conformidad con lo establecido en la referida sentencia, esta Sala Constitucional tiene
competencia para conocer de las acciones de amparo constitucional autónomo, contra
las actuaciones de los sujetos indicados en el artículo 8 de la Ley Orgánica de Amparo
sobre Derechos y Garantías Constitucionales, lo cual en forma alguna, se corresponde
con los sujetos presuntamente agraviantes en el caso de autos (un Juez de Primera
Instancia en lo Penal y un Fiscal del Ministerio Público). De allí que la primera objeción
que habría que hacer al fallo es haber incumplido los parámetros establecidos en
recientes decisiones de esta Sala, de las cuales me aparte en el voto concurrente que
presentara en esa oportunidad.
(…)
“(…) por los hechos señalados podría estarse en presencia de un conflicto en la forma
como se ejerce la jurisdicción entre el Juez de Control que admitió la acusación por una
parte, y el Juez Bancario que siguió sustanciando el juicio donde cursaba el documento
falso cuestionado por la vía del desconocimiento, existiendo sobre unos mismos hechos
una controversia tácita producto de los hechos señalados y probados provisionalmente
con los documentos acompañados.(…)
Esta Sala además, afirma su competencia para conocer este amparo ya que una de las
causas de las supuestas violaciones constitucionales, es el conflicto entre los jueces, lo
cual como conflicto o como controversia entre ramas del Poder Público es del natural
conocimiento de esta Sala, conforme al numeral 9 del artículo 336 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela, por lo que el amparo fundado en las
infracciones a derechos y garantías constitucionales causadas por tal controversia,
necesariamente también es competencia de esta Sala”.
Por lo que atañe al amparo constitucional, basta sólo recordar que éste es un medio de
protección de derechos constitucionales, cuyas pautas procesales (competencia,
legitimación, procedimiento, etc.) están delimitadas en su Ley Orgánica. Por su parte, el
referido numeral 9 del artículo 336, atribuye competencia a la Sala Constitucional para
decidir las controversias de índole constitucional que se susciten entre los distintos
órganos del Poder Público. Al respecto, tanto la jurisprudencia patria como la
experiencia del Derecho Comparado, es pacífica en entender que esta competencia para
resolver conflictos entre entes públicos está referida a la solución de las controversias de
índole político-territorial o relativas a las competencias constitucionales entre los
órganos previstos en la Constitución.
“Aquí están, por una parte, los atañentes a la organización territorial del Estado, entre
éste y las Comunidades Autónomas o por éstas entre sí. Por otra parte, los conflictos
entre los principales órganos del Estado.(…)
Confunde el fallo la competencia para dirimir conflictos entre órganos del poder público
con la acción de amparo, partiendo de una errada interpretación de los antecedentes que
la jurisprudencia patria ha sentado de forma evolutiva a las distintas vías para dirimir
conflictos entre entes públicos. No es esta una competencia que haya nacido con la
Constitución de 1999, que pueda interpretarse como una norma que permita resolver
cualquier asunto donde esté involucrado uno o más entes del Estado. La Constitución de
1961 y la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia contemplaban estas vías
jurisdiccionales, atribuyéndoselas a la Sala Político-Administrativa de la extinta Corte
Suprema de Justicia, distinguiéndose distintas modalidades de controversias, atendiendo
en unos casos a los órganos en conflicto y en otros casos al objeto de la controversia. La
idea siempre fue lograr resolver las dificultades en el cumplimiento de las competencias
entre los distintos entes políticos u órganos administrativos o la delimitación de los
territorios entre los entes político territoriales. Otra categoría de conflictos se suscitaba
en materia de legitimidad de las autoridades cuando existían varias que se atribuían una
misma investidura.
Por lo anterior, el Magistrado disidente se aparta del razonamiento del fallo que permite
atribuir competencia a esta Sala Constitucional para resolver un amparo constitucional
contra órganos públicos menores con fundamento en el numeral 9 del artículo 336 de la
Constitución. En tal sentido, considera que tal atribución fue conferida a esta Sala para:
a) Resolver controversias entre las entidades político territoriales (República, Estados,
Territorios Federales, Distrito Capital, Dependencias Federales y Municipios),
derivados del sistema federal y descentralizado de gobierno establecido en la
Constitución; y b) Resolver las controversias que surjan entre los demás órganos de los
Poderes Públicos cuyas atribuciones están previstas en la Constitución.
3.- Por lo que respecta al procedimiento para tramitar el amparo que se establece en el
fallo que antecede, observa quien disiente que en el mismo se han consagrado aspectos
no previstos en la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales, lo cual, lejos de ser una adaptación al artículo 27 de la Constitución
vigente se convierte en un procedimiento nuevo y distintos conservando algunos de las
fases que establece la Ley, violando de esta forma el principio de reserva legal en
materia de procedimientos.
Quien suscribe está de acuerdo con el fallo por lo que se refiere a la necesaria
adaptación de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales
a los principios de oralidad e informalidad previstos en el citado artículo 27; sin
embargo, considera que el exceso de rigorismo que se ha plasmado en materia
probatoria atenta justamente contra la brevedad e informalidad del amparo,
asimilándolo a un juicio ordinario civil. En este aspecto, ha debido dejarse al juez que
conozca del caso concreto la determinación de la necesidad y forma de tramitación de la
fase probatoria. En todo caso, considero que el presunto agraviado deberá siempre
probar sus alegatos, sin necesidad de que tenga que obligatoriamente indicar en la
interposición de la acción cuáles medios utilizará a tales fines; por lo que, se atenta
contra sus derechos constitucionales al fijarse la preclusión de la oportunidad para
promover pruebas prevista en el fallo, por cuanto se están limitando su derechos a la
defensa y a la tutela judicial efectiva mediante un mecanismo distinto al previsto en la
Constitución.
De otra parte, el disidente considera que no debe realizarse una fase oral en los amparos
contra decisiones judiciales. En este punto, la Sala Constitucional debió acoger el
razonamiento que la reiterada jurisprudencia sostuvo en este sentido. En efecto, los
amparos contra decisiones judiciales constituye una excepción al principio de la cosa
juzgada, por lo que se trata de un juicio de estricto derecho, donde no se analizarán las
cuestiones de hecho del juicio donde se produjo la decisión impugnada; además, la
sentencia debe bastarse a sí misma, y las infracciones de derechos constitucionales que
puedan derivarse de la misma, no deberán requerir de otras defensas. Es por esta razón
que se interpretó acertadamente que el informe del juez es meramente potestativo.
Finalmente, el disidente estima que, permitir a discreción del juez la alteración de los
principios constitucionales en materia procesal desarrollados por la Ley, lejos de
proteger a la Constitución, la convierte en un texto manejable con base en criterios de
oportunidad o conveniencia del aplicador judicial, que en definitiva causa inseguridad
jurídica en un Estado de Derecho, lo que se traduce en su desaparición.
El Presidente,
El Vice-Presidente,
Magistrados,
En fecha 11 de enero del año 2000 se dio cuenta en Sala y se designó ponente a
quien con tal carácter suscribe el presente fallo.
“PRIMERO: Que se me ampare contra las agresiones de que he sido objeto, con
motivo de la pertinaz actitud del Ministro y Vice-Ministro de Relaciones Interiores y
Justicia, ya mencionados y de Yelitza del Jesús Santaella Hernández, usurpadora de
mis funciones como Gobernador del Estado Delta Amacuro”.
SEGUNDO: Que se le ordene al Ministro y Vice-Ministro de Relaciones Interiores y
Justicia, IGNACIO LUIS ARCAYA Y ALEXIS APONTE, la debida obediencia y
acatamiento a la SENTENCIA DEFINITIVA DE AMPARO, dictada en fecha 13-12-
99, por el Juzgado Superior Quinto Agrario y Civil Bienes de la Circunscripción
judicial del Estado Monagas y CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO de la Región
Sur-Oriental (...).
TERCERO: De conformidad con el artículo 55 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, que establece ...(omissis)... Se le ordene al Comandante
del Destacamento Fluvial N° 911 de la Guardia Nacional, con sede en Tucupita,
estado Delta Amacuro, la restitución a la guarda de mi autoridad, como Gobernador
del Estado Delta Amacuro, de la Sede de la Gobernación, de la Residencia Oficial y
de todas las dependencias y Bienes Públicos, asignado al Patrimonio del Estado; así
como también, la protección y custodia de los mismos”.
Consideración Previa
Si bien es cierto, que la Constitución dispone la promulgación de una Ley Orgánica para
regular el ejercicio de la facultad prevista en el numeral 10 del artículo 336 de la
Constitución, es principio aceptado en la doctrina constitucional, que los preceptos
orgánicos son de inmediata aplicación por todos los poderes públicos, y, en particular,
por los órganos a los que la disposición constitucional se refiere. Existan o no las
normas que desarrollen la regulación constitucional, ésta es plenamente eficaz por sí
misma y, por lo tanto, establece pautas para el funcionamiento del órgano al que se
refiera la norma constitucional. En consecuencia, aún cuando no haya sido dictada la ley
que desarrolle el precepto constitucional, la disposición contenida en el numeral 10 del
artículo 336 de la Constitución, es de aplicación inmediata por la Sala Constitucional.
Por tanto, esta Sala establece que ha sido facultada en materia de amparo de la
siguiente forma:
Por las razones expuestas, esta Sala declara que, la competencia expresada en
los artículos 7 y 8 de la ley antes citada, se distribuirá así:
4.- En materia penal, cuando la acción de amparo tenga por objeto la libertad
y seguridad personales, será conocida por el Juez de Control, a tenor del artículo 60 del
Código Orgánico Procesal Penal, mientras que los Tribunales de Juicio Unipersonal
serán los competentes para conocer los otros amparos de acuerdo a la naturaleza del
derecho o garantía constitucional violado o amenazado de violación que sea afín con su
competencia natural. Las Cortes de Apelaciones conocerán de las apelaciones y
consultas de las decisiones que se dicten en esos amparos.
Reconoce esta Sala que a todos los Tribunales del país, incluyendo las otras Salas de
este Supremo Tribunal, les corresponde asegurar la integridad de la Constitución,
mediante el control difuso de la misma, en la forma establecida en el artículo 334 de la
Constitución de República Bolivariana de Venezuela, pero ello no les permite conocer
mediante la acción de amparo las infracciones que se les denuncian, salvo los Tribunales
competentes para ello que se señalan en este fallo, a los que hay que agregar los
previstos en el artículo 9 de la Ley Orgánica de Amparo Sobre Derechos y Garantías
Constitucionales.
Quedó indicado que los eventos de los cuales se deduce la solicitud de amparo
son actos realizados por Ministro y Viceministro del Interior y por la ciudadana Yelitza
de Jesús Santaella, con los cuales, en criterio del accionante, no dan cumplimiento a la
sentencia de amparo dictada el 13 de diciembre de 1.999 por el Juzgado Superior
Quinto Agrario de los Estados Monagas, Anzoátegui, Bolívar, Sucre, Nueva Esparta y
Delta Amacuro Civil Bienes del Estado Monagas y de lo Contencioso Administrativo de
la Región Sur-Oriental, en la cual se ordena restituir al presunto agraviado en el cargo
de Gobernador de Estado Delta Amacuro.
Decisión
Por las razones precedentemente expuestas esta Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad
de la ley, declara INADMISIBLE la acción de amparo constitucional incoada por el
ciudadano EMERY MATA MILLÁN.
El Presidente,
El Vice-Presidente Ponente,
Los Magistrados,
MOISÉS TROCONIS
El Secretario,
JEC/rpm
Exp. N° 00-0002
Si bien quien suscribe el presente voto concurrente está de acuerdo con la decisión
cuyo dispositivo declara inadmisible el amparo constitucional interpuesto, quiere
dejar constancia de su posición en cuanto a distintos aspectos referidos al régimen
competencial establecido en materia de amparo para la Sala Constitucional, que a su
juicio no han quedado suficientemente claros. En tal sentido, presenta las siguientes
consideraciones:
Observa quien suscribe que, de conformidad con el último aparte del artículo
334 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela: “Corresponde
exclusivamente a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia como
jurisdicción constitucional, declarar la nulidad de las leyes y demás actos de los
órganos que ejercen el Poder Público dictados en ejecución directa e inmediata de la
Constitución o que tenga rango de Ley”. Por otra parte, el artículo 335 eiusdem le
otorga carácter vinculante a las interpretaciones que la Sala Constitucional establezca
sobre las normas y principios constitucionales, las cuales deberán ser acogidas por las
otras Salas del Tribunal Supremo de Justicia y demás tribunales de la República.
3.- Declarar la nulidad total o parcial de los actos con rango de ley
dictados por el Ejecutivo Nacional que colidan con esta
Constitución.
(...)”
Por otra parte, quien suscribe considera que la facultad prevista en el numeral 10 del
artículo 336 no es asimilable a la consulta o apelación prevista en el artículo 35 de la
Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales por cuanto esta
Sala no es un tribunal de alzada ni superior materialmente de ningún tribunal de la
República. La aludida competencia de revisión, debe interpretarse como una potestad
extraordinaria de revisión de sentencias dictadas por el resto de los tribunales cuando
éstos conozcan como jueces constitucionales de amparo o cuando ejerzan el control
difuso de la constitucionalidad de las normas, para verificar cuestiones de derecho
relativas a la interpretación de las normas y principios constitucionales, a los fines de
lograr una uniformidad de criterios.
De lo anterior, se colige que, hasta tanto no exista una modificación de dicha norma o la
existencia de otra disposición que atribuya tal competencia a la Sala Constitucional, ésta
no podrá asumir tal conocimiento, ya que tal proceder constituiría una alteración del
régimen procesal previsto en la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales, materia esta (legislación procesal) que es de la estricta reserva legal,
por estar atribuida al Poder Legislativo Nacional.
El Presidente,
El Vicepresidente,
Concurrente
MOISÉS TROCONIS
El Secretario,
HPT/
Exp. N° 00-002