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Introducción
Colombia, considerándose a sí misma como un Estado Social de Derecho, tiene como uno de sus
principios buscar el bienestar para sus ciudadanos y habitantes del territorio donde ejerce
soberanía, garantizando derechos y estableciendo deberes, por lo que su presencia en todo el
territorio es imprescindible para que tales objetivos se puedan cumplir, o por lo menos se trate de
hacerlo en la medida de lo posible, ejerciendo para tales efectos un sistema de pesos y
contrapesos, para que la isonomía pueda tener lugar y se trate de buscar una equidad que
disminuya la brecha social económica entre distintos sectores de la población, teniendo esto en
cuenta, la desigualdad en Colombia es un factor sustancial cuando se trata de explicar las
falencias económicas que padecemos actualmente; desde la distribución del ingreso, así como el
uso y la asignación de tierras para las actividades agropecuarias. Siendo nuestro país en su
mayoría de población rural a principios del siglo XX, consideramos que el uso de la tierra es un
factor determinante para la estructura social del país y su posterior desarrollo económico, razón
por la que nos concentramos en evaluar y analizar el problema de la tierra, específicamente en su
distribución para la producción de bienes, incluyendo aquí los productos de pancoger,
estableciendo una relación directa entre la falta de intervención estatal a favor del pequeño
agricultor como la principal razón para la inequidad en cuestión de ingresos, cosa que generó
también el gran gasto de importación en bienes de consumo, poca diversificación en bienes de
exportación, lo cual agregado a demás factores que expondremos fue el acicate para la formación
de distintas guerrillas.
Siguiendo con lo anterior, la pregunta principal a resolver en el presente texto será ¿como afecto
la falta de intervención y presencia estatal en el territorio rural en el siglo XX a la consolidación
de grupos de poder y formación de guerrillas subversivas?, para esto el documento estará
dividido en tres partes, la primera destinada a evidenciar cómo era el orden territorial para poder
tener una visión clara de su posterior evolución, la segunda tendrá como tema central las
principales reformas agrarias que se dieron, pasando por el Bogotazo, además de las
consecuencias que tuvo la creación del frente nacional en el sector agrario, y la tercera parte será
la conclusión, en la que se plantean algunas recomendaciones a futuro.
Tenemos un país que ha sufrido constantes guerras a lo largo de su historia, para comienzos del
siglo XX, Colombia se encontraba devastada económicamente gracias a la guerra de los mil días,
razón por la cual las finanzas del Estado dependían básicamente de los ingresos aduaneros y se
gastaron más de mil millones de pesos para restablecer el orden público en poco más de dos años,
además los productos de primera necesidad tuvieron un alza en los precios nacionales, lo cual se
traduce en la necesidad de importar, desde aquí se puede observar un gran problema y es el de ser
una gran potencia en esta clase de productos pero gracias al conflicto armado esto se deja de lado
y el capital que puede ser usado para la modernización o tecnificación, se gasta en importaciones
que no tendrían porque ser necesarias. Mencionando las consecuencias que tuvo esta guerra,
como enuncia Ocampo (1988) “el reclutamiento forzoso de trabajadores para formar los ejércitos
o el abandono de los campos para aludir aquel reclutamiento, acabaron afectando no solo las
cosechas sino la organización misma de las haciendas apoyadas sustantivamente por la fuerza de
trabajo” (p.174), entonces considerándolo desde distintos aspectos, lo que trae consigo la guerra
es una disminución de mano de obra y un malgasto de los recursos nacionales, ambas cosas que
se podrían destinar para aumentar la producción, subiendo igualmente el ingreso.
Con Reyes en la postguerra, se busca reactivar la economía mediante políticas proteccionistas y
la estimulación del agro para la exportación, teniendo como objetivo también disminuir la
importación de bienes de primera necesidad, para estos efectos “se construyeron más de 250km
de ferrocarriles, se amplió la red de carreteras y se emprendieron obras para mejorar la
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navegación por el magdalena” (Ocampo, 1988, p.177), pero lo que no es claro en esta parte, sin
demeritar los esfuerzos por las nuevas vías de comunicación que trae consigo el avance hacia el
capitalismo, es la propiedad de las tierras que fueron disputadas en la guerra de los mil días,
¿quien se quedó con ellas?.
Entonces ocurre un hecho primordial para el crecimiento de la economía colombiana y fue el de
la expansión cafetera, , donde se empezaron a dar nuevas formas de organización social y
productiva, donde primaban más las pequeñas producciones parcelarias que el sistema
hacendatario heredado del sistema colonial español. Gracias a que el café no requería grandes
inversiones de capital, su producción se acrecentó, pero la dificultad que esto trae consigo es la
dependencia que se formó en la economía colombiana al solo especializarse en un bien de
exportación y no diversificar su mercado, teniendo grandes riesgos, como lo fue la posterior crisis
del café, donde la economía estaba estancada por un momento.
Además, en la economía parcelaria subió la colonización de tierras públicas, un ejemplo de esto
es el hecho de que “fueron concedidas a Antioquia y caldas 216.817 hectáreas: 12% a colonos,
47% a individuos en unidades de menos de mil hectáreas y el 41% en propiedades
mayores”(Ocampo, 1988, p.180), es decir que el área concedida a pequeños productores era
mínima.
Sumado a esto, el porcentaje de la tierra que se tenía destinado para la ganadería era del
43,7%, y la ganadería no trae avance técnico.
Para tener una visión más clara de cómo era la dinámica laboral, podemos ver la acentuada en el
occidente “donde la única opción para muchos trabajadores era la de convertirse en arrendatario o
aparcero de las haciendas”(Ocampo, 1988, p.190), pero el problema era que “la vinculación de
los trabajadores a las haciendas implicaba su aislamiento del por si precario mercado de
trabajo”(Ocampo, 1988, p.190), es cuando empieza a surgir el cuestionamiento por los
mecanismos estatales para abandonar el modelo latifundista del siglo XIX, e incorporar a la
mayoría de la población al mercado; resulta increíble pensar en este sistema arcaico feudal, donde
a los trabajadores también “les estaba vedado dedicarse a actividades distintas a las asignadas por
la hacienda, incluso por normas que llegaron a consagrarse en los códigos de policía”(Ocampo,
1988, p.190).
En este contexto, empezaron a darse las primeras revueltas por parte los trabajadores, por lo cual
se expidió en 1927 la “ley heroica”, destinada a reprimir la agitación urbana y rural, un año
después ocurrió la masacre de las bananeras, donde para sorpresa aparecen agentes del Estado
para asesinar a los huelguistas.
Los conflictos por la tierra van en aumento, los arrendatarios querían tener la posibilidad de
sembrar café en su parcela pero los hacendados no lo permitían, ya que “el hecho de que la
hacienda dependiera por entero de la fuerza de trabajo de los arrendatarios hacia inaceptable para
los hacendados una petición que reduciría la fuerza de trabajo disponible”(Ocampo, 1988, p205),
el arrendatario se encontraba en una posición de subyugación a la fuerza.
Gracias a estos conflictos por el territorio se comenzó a pedir una“prueba diabólica” lo cual
consiste en demostrar propiedad mediante el título original de traspaso sobre un baldío nacional,
pero esta tarea era casi imposible, entonces los colonos aprovechando esta regla empezaron a
invadir latifundios para apropiarse de estos.
Ya en 1931 y 1932, se creó la caja agraria para fomentar el crédito agrícola y un aumento de
políticas proteccionistas, así como el “desarrollo de mecanismos de crédito a largo plazo para la
vivienda, la agricultura y la industria” (Ocampo, 1988, p.223), pero los problemas con los
movimientos sindicales y agrarios seguían latentes, considerados por el régimen conservador
como problemas de orden público.
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Entonces los liberales siendo un poco más conscientes de la situación que sus antagonistas,
consideraban necesaria una reforma social integral, pero queriendo obtener para sí mismos un
beneficio pensando en que “esta política buscaba no solo encauzar dichos movimientos dentro de
las instituciones, sino también utilizarlos para afianzarse en el poder”(Ocampo, 1988, p.229). Las
elites políticas disputándose el poder, un escenario en el que el clientelismo y el populismo
emerge, y el sector popular queda relegado a ser solo una fuerza electoral o de uso momentáneo,
donde sus intereses y necesidades quedan opacadas por lo que quieran los dirigentes políticos sin
importar su partido.
El problema de la reclamación de tierra por parte de los indígenas, los colonos contra los
propietarios y los arrendatarios contra hacendados, además de los trabajadores luchando por
mejores condiciones, fueron tomando más fuerza y los epicentros de los disturbios eran la zona
cafetera de Cundinamarca y Tolima
Ocampo(1988) menciona 2 patrones diferentes de conflicto, el primero consiste en“mejorar las
condiciones del contrato de arrendamiento” (p.231)
“La exigencia fundamental era la posibilidad de sembrar café en las parcelas cultivadas por ellos,
a lo cual se unía obviamente la petición de libertad de venta de los productos y su libre movilidad
dentro de la hacienda, el pago de las mejoras y el cambio de la obligación de trabajar en la
hacienda por una renta en dinero o en especie” (Ocampo, 1988, p.231)

Y el segundo era el problema de los colonos en las tierras baldías, los cuales desconocían la
propiedad de la tierra de los hacendados; con respecto a la primera exigencia, resultaría
provechoso y menos dispendioso para el hacendado el aceptar las condiciones, ya que igualmente
seguiría obteniendo ingresos por el trabajo del arrendatario, y es lógico pensar que si el
arrendatario tiene una fracción de tierra, que la utilice según sus intereses. En cuanto al segundo
patron, tendría que verse cada caso en particular de apropiación de tierras por parte los colonos,
el por que y el para qué y si es justo o no.
Ya estando el régimen liberal en funcionamiento, se decidió hacer “una reforma agraria limitada,
con una compensación adecuada para los dueños de la tierra”, esto consiste en “comprar la tierra,
aparcelarla y venderla a crédito a los arrendatarios” (Ocampo, 1988, p.231), hecho que se puede
interpretar como un triunfo por parte de los arrendatarios, ya que podían llegar a ser propietarios
y no solo poseedores de la tierra, con lo cual ganarían más dinero y entrarian a ser parte del
mercado como actores principales, no solo como trabajadores, lo cual les daría la posibilidad de
negociar con sus productos en un mercado cada vez más amplio.
Además de la promulgación de la reforma agraria, la ley 200 de 1936 la cual elimina la prueba
diabólica con el requisito que la tierra fuera explotada económicamente. “dando además diez
años de plazo al hacendado antes que se le exigiera su retorno al dominio publico”(Ocampo,
1988, p.232), pero independientemente de esto, nunca hubo retorno, entonces se puede hacer una
relación entre la inoperancia de las leyes que daba el gobierno en curso, respecto a su ejecución,
ya que no se establecian mecanismos de regulación, control o vigilancia de estos territorios.
El artículo con más peso de esa ley fue el artículo 12: “ quien ocupara de buena fe tierras de
propiedad privada tenía derecho a reclamar al cabo de 5 años la propiedad de la parcela que
explotaba”(Ocampo, 1988, p.232), lo que se traducía en “la posibilidad de que arrendatarios y
aparceros se declararán propietarios de la tierra arguyendo que nunca habían reconocido dominio
ajeno, o que reclamaban mejoras anteriores a la ocupación basándose en la ausencia de contratos
escritos”(Ocampo, 1988, p.232), esta pudo ser la causa de más conflictos por la propiedad de la
tierra, pero cómo se actuaba bajo el principio de la buena fe y sin un contrato escrito, era más
difícil obtener pruebas contra los arrendatarios, lo que ampliaba su posibilidad de ser propietarios
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con los beneficios antes mencionados, pero“en varias regiones del país los hacendados
procedieron a expulsar a los arrendatarios y aparceros y a administrar directamente sus
propiedades”(Ocampo, 1988, p.232), esto gracias al miedo que tenían de perder su territorio,
entonces prefieren sacar a la gente de su propiedad para encargarse ellos mismos de éstas,
proceso que llevó un desplazamiento a la fuerza de multitudes campesinas.
No contentos con la ley 200, se expidió la ley 100 de 1944, donde se declara
“de utilidad pública los contratos de aparceria, garantizando a los propietarios el tipo de beneficios
que habían quedado en entredicho en 1936: la prohibición de cultivos permanentes, restricción de
las siembras en las parcelas a productos de pancoger, y un procedimiento rápido y expedito para
liquidar las mejoras que permitiera al dueño la desocupación inmediata de las parcelas”(Ocampo,
1988, p.233)
Los campesinos son derrotados y obligados a cultivar solo productos para su subsistencia,
impidiendo así el crecimiento económico en general debido a la exclusión de mercado y la
pérdida de territorio productivo, aumentando aún más el descontento social en el área rural.
Pese a estas acciones emprendidas para seguir con un oligopolio de tierras, se dan triunfos de
sectores populares como elevar al carácter de derecho constitucional la sindicalización, aunque
al principio las empresas podían contratar otros empleados durante las huelgas, ya con el decreto
2350 y la ley 6 de 1945, se daba más protección legal a los sindicatos y a las huelgas y se
prohibía el uso de otros trabajadores durante estas últimas. Se conformaban nuevos sindicatos, la
afiliación sindical “representaba el 4.7% de la fuerza de trabajo del país y el 9.0% de los
asalariados”(Ocampo, 1988, p.234) y agregado a esto “el número de sindicalizados en el sector
agropecuario 1.4% de la fuerza de trabajo”(Ocampo, 1988, p.234), entonces aunque hubiese un
mayor sindicalización seguía siendo muy poca comparada con el porcentaje total de trabajadores.
“La privación relativa” teoría etiológica desarrollada por el politólogo Ted Robert Gurr 1 dice que
la percepción de la discrepancia entre las esperanzas del hombre y sus posibilidades es el acicate
para el descontento social, para posteriormente una politización del descontó que generar una
acción contra objetos y actores políticos, cosa que se evidencia en las conflictos protagonizados
entre grandes hacendados empresarios y por la propiedad rural, donde los colonos emplearon
técnicas de invasión de tierras y también se conformaron las primeras ligas campesinas, que
buscaban luchar contra el deseo de los grandes hacendados de despojar a los colonos de su
derecho sobre la tierra, con artimañas burocráticas ya mencionadas, como lo era establecer
derechos de propiedad sobre grandes extensiones de baldíos que estaban parcialmente ocupados
por colonos 2. Siendo la disputa por la propiedad rural las primeras huellas del conflicto, donde se
evidencio la desigualdad, donde los hacendados disponían de gran acceso a la tierra buscando

1
Ted Robert Gurr. Why Men Rebel.
U.S.A: Princeton University Press, 1970.
2
Catherine LeGrand. "Los antecedentes agrarios de la violencia:El conflicto social en la frontera
colombiana, 1850-1936."
Pasado y presente de la violencia en Colombia . Bogotá, Colombia : Fondo editorial CEREC,
1995. 128 - 152.
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monopolizar extensiones enormes, tanto que no las podían explotar, abriendo aún más las brechas
sociales, al no permitiéndole el acceso a la tierra a los colonos obligándolos a vender su fuerza de
trabajo.

Paul Oquist atribuye el conflicto al derrumbe parcial del Estado generando numerosos
procesos socio-económicos y socio-políticos3, y es este mismo dentro de su incapacidad quien
propicia una mayor desigualdad y una lucha por la propiedad agrícola, prueba de ello es la
creación de la colonia agrícola del Sumapaz muy cerca de Bogotá y que se figuró como una
república independiente conformada por más de 6000 campesinos que reclamaban la tierra de los
hacendados usurpada por más de 30 años y ante el abandono estatal deciden conformar las
repúblicas independientes en las regiones de El Pato, Guayabero, Marquetalia, Riochiquito y el
Ariari donde el líder conservador Alvaro Gomez Hurtado era quien las denunciaba, en los
mismos sitios donde luego habría de surgir las FARC.

El derrumbe parcial del estado trajo como consecuencias abandono estatal, que creo repúblicas
independientes como ya se había dicho y un gran descontento social, por la torpe forma como el
estado combatió a dichas republicas, donde la única intervención estatal fue llevada por con el
sobre vuelo de aeronaves arrojando bombas contra las autodefensas de dichas republicas. Caso
más exacto lo sucedido en el Tolima, donde los intentos de combatir la avanzada comunista
produjeron que el movimiento agrario de Marquetalia se transformara en Autodefensa ya que su
misión era estar patrullando para que los campesinos pudieran trabajar más tranquilos,
acompañado de emboscadas contra el ejército, todo esto en cabeza de Manuel Marulanda. Esta
lucha del derrumbado y torpe estado encabezado por Leon Valencia, tomo su punto más argüido
el 18 de mayo de 1964 por medio de la Operación Soberanía contra la república independiente de
Marquetalia, donde el estado por medio de 3.375 militares y aviones T-334, crea la guerrilla más
grande de Latinoamérica, lo que demuestra que el estado dentro de su derrumbe parcial y su afán
por combatir a las autodefensas, es uno de los principales creadores de las FARC y las güerillas
que luego surgirían.

3
Paul Oquist.
Bogotá: Instituto de Estudios Colombianos Biblioteca Banco Popular;, 1978.
4
Alfredo Molano Bravo. "Asalto a Marquetalia."
El Espectador 14 JUN 2014: 1. El Espectador . 7 de agosto del 2015
http://www.elespectador.com/noticias/nacional/asalto-marquetalia-articulo-498380.
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