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“El último Mesías” [The Last Messiah], Peter

Wessel Zapffe

“El último Mesías” [The Last Messiah]. Fuente original: Philosophy Now. Texto
completo en español en el que se presenta el pesimismo del autor noruego Peter Wessel
Zapffe (1899-1990).Traducido del inglés por Carlos Javier González Serrano.
(Las anotaciones entre corchetes pertenecen al traductor y pretenden clarificar el tan
poético como complejo y metafórico texto de Zapffe, publicado originalmente en noruego
en 1933)-

I
Una noche en tiempos remotos [long bygone times], el hombre despertó [awoke] y se
contempló a sí mismo.
Vio que estaba desnudo bajo el cosmos, sin hogar [homeless] en su propio cuerpo. Todas
las cosas se disolvían ante su escrutador pensamiento, y maravilla tras maravilla, horror
tras horror se desplegaban en su mente.
Entonces la mujer también despertó y dijo que era hora de partir y salir de caza [go and
slay]. Él buscó su arco y su flecha, lazo nupcial entre el espíritu y la mano, y salió fuera
bajo las estrellas. Pero a medida que las bestias acudían desde sus hontanares, donde él
tenía por costumbre esperarlas, ya no sintió en su sangre el voraz instinto [the tiger’s
bound] de asediarlas, sino un gran salmo [que hablaba] sobre la hermandad del
sufrimiento de todo lo vivo [brotherhood of suffering everything alive].
Aquel día no volvió con presas, y cuando lo encontraron a la luna siguiente, yacía muerto
en el hontanar.

II
¿Qué pudo suceder? Una brecha en la más íntima unidad de la vida, una paradoja
biológica, una abominación, una absurdidad, una exageración de desastrosas
dimensiones. La vida había sobrepasado su objetivo [overshot its target], destruyéndose
a sí misma [blowing itself apart]. Una especie había sido armada muy pesadamente -en
espíritu todopoderosa, pero a la vez amenazante para su propio bienestar-. Su arma
[weapon] era como una espada sin empuñadura ni revestimiento, una hoja de doble filo
que todo lo hiende; pero aquel que ha de blandirla debe agarrar la hoja y dirigir uno de
los filos hacia sí mismo.

A pesar de sus nuevos ojos, el hombre seguía anclado a la materia, su alma giraba todavía
en ella y subordinada a sus ciegas leyes [blind laws] -aunque sí podía mirar a la materia
como a un extraño, compararse con el resto de fenómenos, viendo a su través y
distinguiendo sus procesos vitales-. Llega a la naturaleza como un huésped no invitado,
extendiendo en vano sus brazos para rogar por la conciliación con su creador [maker]:
aunque la naturaleza ya no le consuela, llevó a cabo un milagro con el hombre, pero
después se desentendió de él [later did not know him]. Ha perdido su derecho a residir
en el universo, ha comido del Árbol del Conocimiento y ha sido expulsado del Paraíso.
Es poderoso en el mundo presente [the near world], pero maldice este su poder [mighty],
pues fue comprado a cambio de la armonía de su alma, su inocencia, su paz interior en el
abrazo de la vida.
Y ahí está con sus visiones, traicionado por el universo, maravillado y asustado [in
wonder and fear]. La bestia también conoció el miedo, a través de la tormenta y la garra
del león. Pero el hombre se volvió temeroso de la vida misma -más aún, de su propio ser-
. La vida consistía para la bestia en sentir la escena del poder, en el calor y en los juegos,
en la lucha y el hambre, aunque al fin hubiera de inclinarse ante la ley del mundo. En la
bestia, el sufrimiento está confinado en sí mismo [self-confined, autocontenido], en el
hombre horada agujeros que le conducen a un miedo hacia el mundo y a una desesperanza
vital. Incluso cuando el niño emerge al río de la vida, los rugidos de la cascada de la
muerte se encumbran sobre el valle, cada vez más cerca, y hacen sollozar a su alegría. El
hombre contempla la tierra, que respira como un gran pulmón: cada vez que exhala, la
deleitosa vida circula por todos sus poros y se extiende hacia el sol, pero cuando inhala,
un gemido de ruptura transita a través de la multitud, y los cadáveres azotan el suelo como
fragmentos de granizo. Él podía ver no sólo su día [su presente], [sino también] los
cementerios que se retuercen ante su mirada, los lamentos de milenios hundidos que se
precipitan desde horrendas figuras en descomposición, sueños de madres que regresan a
la tierra [earth-turned dreams of mothers, es decir, sueños grandilocuentes que acaban
rotos]. La cortina del futuro se descorre a sí misma revelando una pesadilla de eterna
repetición, un insensato desperdicio de materia orgánica. El sufrimiento de millones de
humanos penetra en él a través de la puerta de la compasión [the gateway of compassion],
y es que todo cuanto sucede origina una carcajada que se burla del ruego por la justicia,
el más profundo principio del orden. Se ve surgir del vientre de su madre, dirige su mano
al aire y ésta aparece con cinco ramas: “¿De dónde proviene este cinco diabólico, y qué
relación tiene con mi alma?”. Ha dejado de comprenderse a sí mismo [He is no longer
obvious to himself], toca su cuerpo totalmente horrorizado: éste eres tú y hasta aquí llegas,
no más lejos. Lleva en su interior un alimento, [que] ayer [el alimento] era una bestia
errante: “ahora la absorbo y la convierto en parte de mí, mas ¿dónde comienzo y dónde
termino?”. Todas las cosas permanecen encadenadas entre sí por causas y efectos, y todo
cuanto él quiere comprender [grasp] acaba disuelto ante su escrutador pensamiento. Pero
pronto intuye igualmente esta mecánica en la lejana y querida totalidad [whole], en la
sonrisa de su amada: [en ésta] hay también otras sonrisas, [no es más que] una bota
estropeada con los dedos de los pies [una ilusión desbaratada]. A veces, los rasgos de las
cosas son sólo sus rasgos [los del hombre, himself]. Nada existe sin él, toda línea apunta
en su regreso hacia él, el mundo es sin más un eco fantasmal de su voz [a ghostly echo of
his voice] -salta y grita de manera estridente y quiere vomitarse a sí mismo sobre la tierra
junto con su impuro alimento, siente cómo aparece la locura [the looming of madness] y
desea encontrar la muerte antes de perder esta capacidad [la propia locura].
Pero cuando se sitúa frente a la muerte inminente, comprende a la vez su naturaleza y el
sentido cósmico [cosmic import] de lo que está por venir. Su creativa imaginación
construye nuevas y temerosas perspectivas más allá de la cortina de la muerte, y
comprende que incluso allí no existe santuario alguno. Ahora puede entender la
[auténtica] hechura de sus esquemas biológico-cósmicos: él es el desamparado cautivo
del universo [the universe’s helpless captive], que se mantiene en pie para caer en
impensables circunstancias [into nameless possibilities].
A partir de este momento, se encuentra en un estado de irredento pánico [relentless panic].
Esta sensación de pánico cósmico [feeling of cosmic panic] es central en toda mente
humana. La raza parece de hecho destinada a perecer en la medida en que toda
conservación real y toda continuación de la vida es descartada, tan pronto como los
esfuerzos y la energía del individuo se dirigen a resistir, o a atender, la tan catastrófica
tensión interna de la vida.
La tragedia de una especie que se convierte en inadecuada para la vida a causa de un
superdesarrollo [overevolving] de una capacidad no se ciñe a la humanidad. Así, por
ejemplo, se cree que cierta clase de ciervos sucumbió en época paleontológica al adquirir
cuernos demasiado pesados. Las mutaciones [evolutivas] han de ser consideradas ciegas
[blind], que trabajan y se imponen sin ningún tipo de conexión con su ambiente.
En estados depresivos [depressive states], la mente ha de ser considerada como la imagen
de aquella cornamenta que, aun en todo su fantástico esplendor, clava en el suelo a quien
la porta.

III
¿Por qué entonces la humanidad no se extinguió hace mucho tiempo, durante las grandes
epidemias de locura [madness]? ¿Por qué sucumbe tan sólo un muy reducido número de
individuos al no poder resistir la tensión de la vida [strain of living] -[a causa de que] el
conocimiento les aporta más de lo que pueden sobrellevar?
La historia de la cultura, así como la observación de nosotros mismos y de los otros,
permite [dar] la siguiente respuesta: la mayor parte de la gente aprende a salvarse
limitando artificialmente el contenido de su conciencia.
Si, en el momento adecuado, el ciervo gigante [giant deer] hubiera roto las lanzas
exteriores de su cornamenta, pudiera haber sobrevivido [resistido] por más tiempo. Y esto
incluso con fiebre y un dolor constante en contra de su idea constitutiva [lo que le hace
ser lo que es], del meollo de su particularidad, pues la mano de la creación le concedió
ser el portador de cuernos [horn bearer] de los animales salvajes. [Pero] Lo que hubiera
ganado mediante su persistencia, se hubiera perdido en importancia, en grandeza vital; en
otras palabras, [hubiera supuesto] una persistencia sin esperanza, un camino no hasta [up
to] su [completa] afirmación, sino un avance en la perenne recreación de sus ruinas
[hubiera pervertido su esencia], [se hubiera convertido en] una raza autodestructiva contra
la sagrada voluntad de la sangre [sacred will of blood].
La identidad del propósito [inicial] y del acabamiento [identity of purpose and
perishment] supone, tanto para el ciervo gigante como para la humanidad, la trágica
paradoja de la vida. En su enconanda Bejahung [afirmación de su vida], el último Cervis
Giganticus portó el escudo de su linaje hasta el final. [Pero] El ser humano se salva a sí
mismo y persevera. Lleva a cabo, para emplear una expresión coloquial, una represión
más o menos consciente de su abrumador excedente de consciencia. Tal proceso es
virtualmente constante [virtually constant] durante nuestra vigilia y nuestra horas más
activas, y es un requisito de adaptación social y de todo aquello que comúnmente se
entiende por vida sana y normal.
También la psiquiatría trabaja asumiendo que lo “sano” y viable va de la mano de lo más
eminente [the highest] en términos personales. [Por el contrario] La depresión, el “temor
a la vida”, la negativa a alimentarse, etc., son [hechos] interpretados como señales de un
estado patológico que hay que tratar. A veces, sin embargo, tales fenómenos son signos
de un más hondo e inmediato sentir la vida [immediate sense of life], los amargos frutos
de una genialidad de pensamiento o de sentimiento [que están] en la base de tendencias
antibiológicas [antibiological tendencies]. No es que el alma esté enferma, sino que
[existe una] merma en su protección, o bien es rechazada [aquella tendencia
presuntamente patológica] porque se experimenta -correctamente- como una traición al
más alto potencial del ego [a betrayal of ego’s highest potential].
El todo de la vida [whole of living] que hoy tenemos ante nosotros está enredado, desde
lo más patente hasta lo más aparente, en mecanismos represivos [repressional
mechanisms] sociales e individuales; éstos pueden ser rastreados hasta en las formas más
nimias de la vida cotidiana. Aunque adquieren una vasta y multifacética variedad de
formas, parece legítimo identificar al menos cuatro clases principales [de represión], que
se dan en cualquier combinación posible: aislamiento, anclaje, distracción y sublimación
[isolation, anchoring, distraction and sublimation].
Por aislamiento entiendo una total y arbitraria expulsión [dismissal] de todo pensamiento
o sentimiento preocupante o destructivo. (Engström: “No se debe pensar, pues sólo
confunde”.) Una perfecta y casi embrutecedora variante la encontramos entre ciertos
médicos, quienes para autoprotegerse no ven sino el aspecto técnico de su profesión.
Puede también degenerar en el más puro gamberrismo [hooliganism], como [sucede] en
matones de tres al cuarto y estudiantes de medicina, entre quienes cualquier sensibilidad
hacia al lado trágico de la vida es suprimida por medios violentos (jugar al fútbol con
cabezas de cadáveres, etc.).
En la vida cotidiana, el aislamiento se manifiesta en un código generalizado de mutuo
silencio: sobre todo en los niños, para que no se asusten [scared] demasiado a causa de la
vida que apenas comienzan, conservando sus ilusiones hasta que puedan permitirse
perderlas. A cambio, los niños no han de incomodar a los adultos con inoportunos
comentarios sobre el sexo, el baño [toilet] o la muerte. Entre los adultos contamos con las
reglas del “tacto”, un mecanismo que se muestra a las claras cuando expulsan [is removed,
borran, literalmente], con ayuda de la policía, a un hombre que gime en la calle.
El mecanismo de anclaje también resulta útil desde temprana edad; los padres, el hogar o
la calle se convierten en asuntos habituales en el niño y le otorgan una sensación de
seguridad. Tal esfera de experiencias es la primera y quizás la más feliz protección contra
un cosmos al que no sondeamos nunca del todo, un hecho que, sin duda, explica el tan
debatido “apego infantil” [infantile bonding]; la cuestión de si [este asunto] alberga una
vertiente sexual carece aquí de importancia. Cuando el niño descubre más tarde que tales
bases de seguridad son tan “arbitrarias” y “efímeras” como cualquier otra, sufre una crisis
de confusión y ansiedad y, rápidamente, busca algún otro anclaje [looks around for
another anchoring]. “En otoño, iré al instituto”. Si esta sustitución falla, la crisis puede
tomar un rumbo fatal, o bien puede darse lo que denomino espasmo de anclaje [anchoring
spasm]: uno se aferra a valores ya muertos, ocultando tanto como sea posible -a uno
mismo y a los demás- el hecho de que se es inservible [unworkable], de la propia
esterilidad espiritualmente [spiritually insolvent]. El resultado es una constante
inseguridad, un “complejo de inferioridad” [feelings of inferiority], sobrecompensación
[over-compensation] o desasosiego. Cuando tal estado llega a cierto punto, es susceptible
de un tratamiento psicoanalítico, cuyo trabajo consistiría en completar la transición hacia
nuevos anclajes.
El anclaje puede caracterizarse como una fijación [fixation, un aferrarse] a puntos
internos, o por la construcción de muros en derredor: [en ello consiste] la más pura lucha
de la conciencia [liquid fray of consciousness]. Aunque es típicamente inconsciente,
también puede ser totalmente consciente (uno “escoge un propósito”). Los anclajes útiles
en sociedad son vistos con simpatía; quien “se sacrifica enteramente” por su anclaje (su
empresa, su causa) es idolatrado. Pues ha establecido una poderosa base contra la
disolución de la vida, y otros, convencidos, se beneficiarán de su fuerza. De una manera
muy tosca, y como acción voluntaria, aparece también entre playboys “decadentes”
(“debemos casarnos a tiempo, así las ataduras vendrán por sí mismas”). De esta forma, se
establece una necesidad para con la vida y se expone a un mal evidente desde el propio
punto de vista, pero que calma los nervios, un recipiente fortificado [una corteza o coraza]
contra el temor ante la vida, cuya crudeza va siempre en aumento. Ibsen presenta en El
pato silvestre dos causas de emergencia [o florecimiento] (“mentiras vivientes” [living
lies]); no existe diferencia entre su anclaje [se refiere al de los personajes de Ibsen, Ekdal
y Molvik] y el de los pilares de la sociedad excepto la de la improductividad práctico-
económica.
Toda cultura es un gran sistema esférico [cerrado] de anclajes, construido sobre un
firmamento fundacional, sobre ideas culturales de fondo. La persona de a pie se aferra a
estos firmamentos colectivos; su personalidad ya está construida [prefabricada, prehecha]
para ella, la persona de carácter culmina así su construcción, apoyándose más o menos en
tales firmamentos centrales y colectivos heredados (Dios, la iglesia, el Estado, la
moralidad, el destino, la ley de la vida, la gente, el futuro). Cuanto más fácil resulte el
acceso a un elemento de estímulo hacia estos firmamentos, más arriesgado será tocarlo
[por cuanto puede ser fácilmente convencido]. En este punto, por lo general, se establece
una protección directa [de tales creencias heredadas] mediante códigos penales y
amenazas de enjuiciamiento (inquisición, censura, perspectiva conservadora hacia la
vida).
La capacidad portadora [de convicción, carrying capacity] de cada segmento [o estamento
social] depende de que, o bien aún no se haya reconocido su naturaleza irreal [ficticia,
fictitious nature], o bien de que, al fin, se reconozca su necesidad. De este hecho surge la
educación religiosa en los colegios, que incluso es apoyada por los ateos en tanto que no
conocen otra forma [they know no other way] para conducir a los niños hacia
comportamientos sociales responsables.
Cuando la gente cae en la cuenta [realise] de la falsedad o redundancia de tales segmentos
[estamentos], se esforzará [enconará, afanará, strive] por sustituirlos por otros nuevos (“la
efímera duración de las Verdades” [the limited duration of Truths]) -de donde surgen
todos y cada uno de los combates espirituales y culturales que, junto con la contienda
económica, componen el contenido dinámico de la historia universal [dynamic content of
world history].
El afán por [poseer] bienes materiales (poder [power]) no se explica sin más por los
placeres inmediatos [que proporciona] la riqueza, pues nadie puede sentarse en más de
una silla a la vez ni seguir comiendo cuando ha quedado saciado [hastiado]. Más bien, el
valor de una fortuna consiste en la pluralidad de oportunidades para [atarse al] anclaje,
así como en las distracciones que ofrece a su dueño.
Tanto en el caso de los anclajes colectivos [sociales] como en el de los individuales,
sucede que, cuando un segmento [estamento] se quiebra [breaks], acontece una crisis que
resulta tanto más grave cuanto más cercano esté a uno de aquellos firmamentos
fundacionales [main firmaments]. En el seno de los círculos más íntimos, cobijados por
murallas exteriores, estas crisis ocurren de manera cotidiana y apenas sin dolor ([en forma
de] “desacuerdos” [disappointments]); observamos incluso jueguecillos [a este respecto]
con los valores de anclaje (bromitas, jerga, alcohol). Aunque, durante tales jueguecillos,
se puede trazar accidentalmente un [túnel de] contacto que lleve de lo eufórico a lo
macabro [from euphoric to macabre]. [Entonces] El horror de ser [dread of being] nos
mira fijamente a los ojos, y mediante una iluminación mortal percibimos cómo cada alma
cuelga de hilos tejidos por ella misma, y que un infierno acecha en lo más hondo [a hell
is lurking underneath].
Aquellos firmamentos fundamentales son raramente reemplazados sin [que se den]
grandes hecatombes sociales [great social spasms] y sin riesgo de una total disolución
(reforma, revolución). Cuando irrumpen tales sucesos, los individuos quedan
paulatinamente abandonados a sus propios recursos de anclaje y el número de fracasos
[failures] tiende a aumentar. El resultado de ello son depresiones, excesos y suicidios
([por ejemplo,] oficiales alemanes tras el fin de la guerra, estudiantes chinos después de
la revolución).
Otra imperfección del sistema la encontramos en el hecho de que en los distintos frentes
de peligro son necesarios, por lo general, muy diferentes firmamentos. En tanto que cada
uno es construido a través de una superestructura lógica, se siguen conflictos entre formas
inconmensurables [incompatibles] de sentir y de pensar. Es entonces cuando la
desesperación accede a través de las grietas [despair can enter through the rifts]. En estos
casos, alguien puede obsesionarse, con un deleite destructivo [destructive joy], y
despreciar [arrojando lejos de sí, dislodging] el completo y artificial aparato del conjunto
de su vida para comenzar, presa de un horror arrebatador [rapturous horror], a hacer
desaparecer [limpiar, blanquear, make a clean sweep of it] su propia vida. El horror emana
de la pérdida de todos sus valores protectores [sheltering values], del éxtasis [arrebato,
rapture] de su ahora despiadada [sin ley, implacable, ruthless] identificación y de la unión
con el más profundo secreto de nuestra naturaleza [our nature’s deepest secret], del
desquiciamiento biológico [biological unsoundness, de la salida de los goznes naturales],
de la continua disposición para la condenación [perdición, doom].
Amamos los anclajes porque nos dan la salvación, pero a la vez los despreciamos porque
cercenan nuestro sentido de la libertad [our sense of freedom]. Cuando nos sentimos lo
suficientemente fuertes, nos causa placer ir de la mano a sepultar [bury] algún caduco
valor [puesto] de moda. Los objetos materiales adquieren entonces un significado
simbólico (enfoque [aproximación] Radical a la vida).
Cuando un ser humano ha eliminado los anclajes de los que es consciente, sólo restan
aquellos que le son inconscientes [the unconscious ones], y así se proclamará a sí misma
[como] personalidad liberada [liberated personality].
Una forma de protección muy usual es la distracción, [es decir,] cuando se limita la
atención hasta niveles mínimos y se la colma continuamente con fascinadoras
impresiones [enthralling it with impressions]. Esto se da incluso en la niñez: sin
distracciones, el niño resultaría insufrible incluso para sí mismo. “Mamá, ¿qué hago
ahora?”. Una niña inglesa que visitaba a sus tías noruegas irrumpió en una habitación
diciendo: “¿Y ahora qué?”. Las niñeras respondieron acertadamente: “¡Mira, un perrito!
¡Mira cómo pintan el palacio!”. Este fenómeno resulta tan familiar que no requiere más
explicaciones. La distracción es, por ejemplo, la táctica vital de la “alta sociedad” [high
society’s]. Puede comparase con una máquina voladora -construida con material pesado,
pero que incorpora un principio que, al ser aplicado, la mantiene suspendida-. Debe
permanecer siempre en movimiento [always be in motion], pues el aire la sostiene de
manera tan sólo fugaz. [Aunque] El piloto [de esta nave] puede adormecerse y
acomodarse gracias al hábito [adquirido de dirigir la propia nave], pero el desenlace puede
ser fatal tan pronto el motor flaquee.
La táctica es a veces plenamente consciente. La desesperación [despair] amenaza siempre
desde cerca y puede arremeter a borbotones [break through in gushes], en [o a través de]
sollozos repentinos [sudden sobbing]. Cuando todas las posibilidades de distracción han
sido consumidas, surge el esplín [spleen, la desesperación o desamparo], que puede
transitar desde una leve indiferencia hasta una fatal depresión. Las mujeres, menos
propensas por lo general al ejercicio intelectual, y por ello más seguras sobre su existencia
que los hombres, emplean por norma la distracción.
Negar la mayor parte de las opciones de distracción [distractive options] supone un
considerable mal de encarcelamiento [enclasutramiento, imprisonment]. Y como las
opciones para liberarse [salvarse, deliverance] de otros modos resultan escasas, el
encarcelado tiende a permanecer muy próximo a la desesperación [the close vicinity of
despair]. Los actos que lleva a cabo para evitar el desenlace final [la muerte] encuentran
su justificación en el mismísimo principio de supervivencia [the principle of vitality
itself]. En ese momento experimenta su alma en comunión con el universo [his soul within
the universe] y no tiene otra motivación que la máxima duración de tal condición.

Son raros los ejemplos claros de pánico existencial [life-panic], ya que los mecanismos
de protección son refinados y automáticos y en cierta manera inquebrantables [incesantes,
omnímodos, unremitting]. Aunque también sus fenómenos más próximos portan la marca
de la muerte [bears the mark of death]; la vida se muestra aquí apenas soportable [a base
de] grandes esfuerzos. La muerte siempre se presenta como una vía de escape, [si bien]
se desconocen las posibilidades del más allá[;] puesto que la manera de experimentar la
muerte depende en parte de sentimientos y perspectivas, podría ser una solución muy
aceptable. Si alguien en status mortis [en su lecho de muerte] pudiera defender una pose
[una actitud propia, pose] (un poema, un gesto, “morir de pie” [die standing up]), es decir,
[si pudiera defender] un anclaje final o una última distracción (muerte de Aases [personaje
de Ibsen]), entonces su destino no sería en absoluto el peor. La prensa, amparando una
vez más al mecanismo del ocultamiento [concealment mechanism], nunca cesará de
encontrar razones para no causar alarma -“se cree que la actual caída en el precio del
trigo…”.
Cuando la vida de un ser humano cae en la depresión [takes his life in depression],
hablamos de una muerte natural por causas espirituales [natural death of spiritual causes].
La moderna barbarie de “salvar” [de la muerte] al suicida se funda en una espeluznante
incomprensión [hairraising misapprehension] sobre la naturaleza de la existencia.
Tan sólo una pequeña parte de la humanidad puede conformarse con simples “cambios”,
sean éstos en el trabajo, la vida social o el entretenimiento. La persona culta [cultured
person] pide conexiones, líneas, un ascenso progresivo en los cambios [de su vida]. A la
larga, nada finito satisface, nos encontramos siempre en camino [a medias, ever
proceeding], acumulando conocimiento, haciendo carrera. Este fenómeno se conoce
como “anhelo” [yearning] o “tendencia trascendental” [transcendental tendency].
Siempre que se alcanza una meta, el anhelo se agita [moves on]; [y] por lo tanto, su
objetivo no es la meta misma, sino el más íntimo logro de ella [i.e. la plena o total
satisfacción] -la pendiente [gradient], y no la altura absoluta, representa nuestra vida-. El
ascenso de soldado a cabo puede resultar más valiosa que la de coronel a general.
Cualquier atisbo de “optimismo progresivo” es eliminado por esta fundamental ley
psicológica.
El anhelo humano no está marcado sin más por un “esfuerzo hacia” [striving toward],
sino también por un “escapar de” [escape from]. Si empleamos la palabra [anhelo] en un
sentido religioso, sólo encaja la [segunda] descripción. Pero sobre este asunto aún nadie
ha aclarado qué anhela [what he is longing for], aunque sí aquello de lo que anhela alejarse
[longing away from], esto es, el mundo como valle de lágrimas, su insoportable condición
[own inendurable condition]. Si tener conciencia de ello supone el estrato más profundo
del alma, como ya dijimos antes, entonces también se entenderá por qué el anhelo
religioso es acogido y se experimenta como [el más] fundamental. Por contraste, la ilusión
de que [tal anhelo] se refiere a un designio divino, que alberga la promesa de su propio
cumplimiento, es puesta ahora de manifiesto [a consecuencia de lo dicho] como una luz
verdaderamente melancólica [truly melancholy].

El cuarto remedio contra el pánico [vital], la sublimación, es una cuestión más de


transformación que de represión. A través de talentos estilísticos o artísticos [stylistic or
artistic gifts], el consustancial dolor de la vida puede a veces convertirse en una valiosa
experiencia. Tales impulsos positivos atacan el mal y lo enfrentan a sus propios límites,
mostrándolo en sus aspectos pictóricos, dramáticos, heroicos, líricos o incluso cómicos.
A menos que el [más temible, el peor, worst] aguijón del sufrimiento esté embotado por
otros medios, o [que esté] negado el control por parte de la mente, la utilización [de la
sublimación] resulta improbable. (Ejemplo [Image]: el alpinista no puede disfrutar de la
vista del abismo en tanto permanezca ahogado por el vértigo; sólo cuando tal sentimiento
ha sido más o menos superado, puede disfrutar -anclado [anchored].) Para escribir una
tragedia uno debe haberse liberarse hasta cierto punto de -la traición [que encierra]- el
propio sentimiento de la tragedia, y observarla como un espectador externo [from an
outer], es decir, desde un punto de vista estético. Aquí encontramos, a propósito, una
oportunidad para [practicar] la más salvaje y repetitiva [mareante] danza [wildest round-
dancing] a través de niveles de ironía cada vez superiores, hasta llegar al más embarazoso
círculo vicioso [most embarrassing circulus vitiosus]. En este punto cada uno puede
perseguir a su propio ego a través de numerosos medios, disfrutando de la capacidad de
las numerosas capas de la conciencia que mutuamente se aclaran.
El presente ensayo es un ejemplo típico de sublimación. El autor no sufre, está llenando
páginas para ser publicadas en un periódico.
El “martirio” [martyrdom] de las solteronas [lonely ladies] también muestra un tipo de
sublimación –así ganan en importancia-.
A pesar de todo, la sublimación parece ser el menos empleado de los medios protectores
aquí mencionados.

IV
¿Resultará posible para las “naturalezas primitivas” renunciar a estos calambres y
cabriolas [imposibles equilibrios, cramps and cavorts] y vivir en armonía consigo mismas
en la serena beatitud del trabajo y el amor [serene bliss of labour and love]? Mientras
puedan ser considerados como humanos, sostengo que la respuesta debe ser negativa. La
más convincente argumentación que puede realizarse sobre las denominadas gentes
naturales [peoples of nature] es que están algo más cerca del maravilloso ideal biológico
[wonderful biological ideal] que nosotros, gente artificial [con un matiz de perversión o
desviación, pero también de iluminación, unnatural people]. E incluso cuando hasta ahora
hemos sido capaces de salvar a la mayoría en cada tormenta, hemos sido asistidos por
facetas de nuestra naturaleza que [permanecen] escasa o moderadamente desarrollados.
Este positivo fundamento ([aunque] como simple protección no puede crear vida, [sino
tan] sólo obstaculizar su titubeo [faltering]) ha de buscarse en el despliegue naturalmente
adaptado [naturally adapted deployment] de la energía del cuerpo, así como en las partes
biológicamente útiles del alma [biologically helpful parts of the soul] [ver nota 1 al final],
tan sujetas a las dificultades [hardships] como aquellas debidas precisamente a
limitaciones sensoriales, a la fragilidad corporal y a la necesidad de trabajar para [obtener,
para mantenerse en] la vida y el amor.
Es precisamente en esta efímera tierra de la dicha [finite land of bliss] cuya avanzadilla
[la constituyen] una civilización progresista, la tecnología y la estandarización [donde a
la vez éstas] adquieren una influencia degradante. Mientras una parte cada vez mayor de
las facultades cognitivas se retira del juego contra su entorno [against the environment],
se da un creciente desempleo espiritual [spiritual unemployment]. El valor de un progreso
técnico para el conjunto de la vida debe ser juzgado por su contribución para facilitar la
ocupación humana en menesteres espirituales [spiritual occupation]. Aunque los límites
son borrosos, tal vez [el surgimiento de] las primeras herramientas cortantes podría
tenerse en cuenta como un caso de invención acompañada de progreso [a positive
invention].
Hay inventos de la técnica que tan sólo enriquecen la vida del propio inventor. Tales casos
representan un brutal y despiadado [gross and ruthless] robo a la reserva común de las
experiencias humanas, y deberían suscitar el más severo castigo si se hacen públicos a
pesar del veto de la censura. Uno de estos crímenes, entre muchos otros, consiste en usar
máquinas voladoras [flying machines] para explorar tierras ignotas. De un solo y
vandálico golpe [pegote, glob], así son destruidas ricas oportunidades de experiencias que
podrían beneficiar a muchos, si cada uno, a través del esfuerzo, obtuviera lo que le
corresponde [his fair share] [ver nota 2 al final].
El periodo actual de fiebre crónica de la vida está particularmente contaminada por esta
circunstancia. La ausencia de actividad espiritual de base natural (biológica) se
manifiesta, por ejemplo, en el persistente afán por la distracción (espectáculos, deportes,
radio; “el ritmo de los tiempos”). Las condiciones para el anclaje no resultan tan
favorables –el juicio crítico cortocircuita todo sistema colectivo y heredado de anclaje, y
la ansiedad, el asco, la confusión y la desesperación se cuelan por las grietas [through the
rifts] (“cadáveres en el armario” [hace referencia a quien esconde oscuros secretos en
algún lugar oculto]). El comunismo y el psicoanálisis, aunque no puedan compararse en
otros sentidos (ya que el comunismo encierra también un aspecto espiritual), intentan
modificar por igual mediante nuevos medios la vieja vía de escape, aplicando,
respectivamente, la violencia y la astucia para hacer a humanos biológicamente más aptos
a través de la oclusión de su excedente crítico de cognición [critical surplus of cognition].
La idea, en cualquiera de los casos, es extrañamente lógica. Aunque tampoco puede
aportar una solución final. Si bien una degeneración deliberada [conducente] a un nadir
más viable podría en verdad salvar a la especie a corto plazo, por su propia naturaleza no
podrá encontrar paz en semejante renuncia, o de hecho no encontrar la paz en absoluto.

V
Si proseguimos con estas consideraciones hasta su amargo final, no existirá duda de la
conclusión. Mientras la humanidad se mantenga de forma aturdida en el fatal espejismo
de estar biológicamente predestinada al triunfo, nada en lo fundamental cambiará. A
medida que la población se incremente y la atmósfera espiritual se espese, las técnicas de
protección deberán asumir un carácter cada vez más brutal.
Y los humanos persistirán en su sueño de salvación y en la afirmación de un nuevo
Mesías. Cuando numerosos salvadores hayan sido clavados en árboles y lapidados en las
plazas de las ciudades, entonces habrá de llegar el último Mesías [the last Messiah shall
come].
Entonces aparecerá un hombre que, por primera vez, se atreverá a desnudar su alma y
someterla al más extremo pensamiento del linaje [humano], la idea misma de la
condenación [the very idea of doom]. Un hombre que ha escrutado la vida y sus dominios
cósmicos; y cuyo dolor es el dolor universal de toda la Tierra [Earth’s collective pain].
Con qué iracundos alaridos rogará la muchedumbre de todas las naciones su muerte por
un millar de veces, cuando como un trapo su voz envuelva el globo y el extraño mensaje
haya resonado por primera y última vez:
“-La vida de los mundos es un río rugiente, pero la de la Tierra es un remanso y estanque.
-El signo de la condenación está escrito en vuestros rostros -¿Por cuánto tiempo seguiréis
golpeándoos contra el hiriente filo [against the pin-pricks]?
-Pero hay una conquista y una corona, una redención y una solución.
-Conoceos a vosotros mismos [know yourselves], sed infértiles y dejad que la tierra reste
silenciosa tras vosotros.”
Y cuando hubo hablado, se abalanzaron sobre él, dirigidos por los pacifistas y las
comadronas, y lo enterrarán en las uñas de sus dedos.
Él es el último Mesías. Como hijo del padre, proviene del arquero junto al hontanar.

[Nota 1 del autor: Distinción para ganar en claridad.]


[Nota 2 del autor: Conviene señalar que no se trata de fantásticas [por irrealizables]
propuestas de reforma, sino de una visión psicológica del principio.]

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