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significativo al respecto como el de los africanos que se fugaron de las plantaciones de Brasil y de la Guayana holandesa (Su- rinam), para reconstruir, totalmente aislados de Africa, sus auténticas culturas."® De estas situaciones no habria que sacar la conclusién —por lo demds muy simplista— de que la cul- tura se transmite hereditariamente. Ellas demuestran, ante todo, que los hombres tienen a veces tendencia a otorgar a la cultura una cierta permanencia para mantenerla més alld del momento en que la proximidad de los miembros del grupo de origen ejerce su papel de elemento formador. Es siempre sorprendente comprobar hasta qué punto los expatriados per- ppetdan ciertos rasgos culturales que, entretanto, desaparecieron de la cultura de origen. Es f4cil convencerse de ello escuchando hablar francés a un quebequense o admirando un objeto de arte de los djukas de Surinam.* Sefialemos, finalmente, que ei antiguo debate acerca de la eventual influencia de Ia raza sobre la cultura ha sido radi- calmente conmovido, en estos dltimos afios, por la introduccién de Ja hipétesis inversa. Como lo destaca Claude Lévi-Strauss, “descubrimos que la raza —o lo que se ertiende generalmente por este término— es una funcién, entre otras, de la cultura”. Es la cultura, en efecto, la que determina las relaciones de amistad o de hostilidad que un grupo mantiene con sus ve- cinos. Son Jas reglas sobre el matrimonio las que definen los vinculos posibles dentro del grupo, y los intermatrimonios con miembros de otros grupos los que determinan finalmente los cambios genéticos posibles. Son también los elementos cultu- rales, tales como las normas de higiene y las actitudes frente a las anomalias hereditarias, los que influyen sobre el genotipo. ssPara ta relacién Afsica-Brasil, ver Jean Ziegler, Le pouvoir africain, Parts, Seuil, 1971; y para Aftica-Surinam: Melville Here Kovits, “The Social Organization of the Bush Negrocs of Surinam”, Proceedings of the International Congress of Americanists, 1930. Philip J. C, Dark, Bush Negro Art: An African Art in the Ame- ricas, Londzes, Tiranti, 1954. To Chavde LéviStraus, “Race et culture”, Revue internationale des sciences sociales, 1971, 4, pigs. 657-658. Te as TAS SD 2 Capitulo I Las formas del sociocentrismo El sociocentrismo se presenta bajo diversas formas, segin la naturaleza del grupo que ze tome como referencia. Se consi- derarin en particular tres casos: la etnia (en tanto grupo definido por su cultura), la Nacién y ta clase social, para hablar sucesivamente del etnocentrismo, del nacionalismo y del sociocentrismo de clase, Previamente, es itil detenerse un momento en la nocién de egocentrismo. En sentido comin, el adulto egocéntrico™ se distingue por una individualizacién extrema en relacién con la colectividad, lo que ¢s considerado a menudo como un defecto de cardcter. En psicologia genética, el egocentrismo es una “indiferenciacién entre el yo y el medio social”,* que resulta de Ja incapacidad del nifio de concebirse claramente como en- tidad distinta de su entorno, En los estadios sensorio-motrices y pre-operatories del desarrollo mental del nifio, este compor- tamiento representa la norma? “Es una actitud espontdnea del pensamiento individual que tiende directamente al objeto sin 1 Jean Piaget, Le jugement moral chez Venfant, Pariy, Premes uni- venitaires de France, 1969, 3° edicin, pig. 68. Edicién en I: Jean Plaget, El criterio moral en el mio, Barcelona, Fontanella, 1973. 1 Piaget distingue los siguientes estadioe: la inteligenciasentorio ‘motriz {hasta lor dos afos), las representaciones pre-operatorias (hasta Jor tiete-ocho afior), las operaciones concretas (hasta Tos once-doce y las operaciones formales (hasta lot catorce aos). (Ver la tabla de recapitulacién extablecida por R. Droz y M. Rahmy, Lire Piaget, Bruselss, Dessart, 1972, pigs. 60-61.) Como lo hemos sefia~ lado en ta Introducciéa (nota 3), se wata de una teorla que no festh verifiada de manera satisiactoria en las culturas extraeuropess. 49 hhaber vomado conciencia de su propia perspectiva.”* Una actitud, en otras palabras, que no establece “ninguna fron- tera entre el mundo interior © vivido y el conjunto de las rea- Jidades exteriores”. Est cerca de lo que Anna Freud llamé el “narcisismo primario'* Progresivamente, en contacto con objetos y con la sociedad, el sujeto se descentra, recurre a intercambios interindividuales y se vuelve capaz de cooperar y de establecer relaciones re ciprocs.* La comprensi6n de la pertenencia a un grupo limi- tado y la formacién de un primer sociocentrismo —familiar 0 tribal— contribuyen a la reduccién del egocentrismo.* El desa- rollo de actitudes sociocéntricas compensa, pues, en alguna medida, la regresién del egocentrismo. Esto no significa de ninguna manera que el egocentrismo desaparezca totalmente, pues hasta el adulto erudito que busca conscientemente a objetividad, no logra liberarse de él en forma total.’ Vere- mos més adelante hasta qué punto es dificil discernir en el ‘acto cognoscitivo del estudioso lo que se deriva respectivamente de centraciones sobre el yo y de centraciones sobre el en-grupo. ‘Toda forma de sociocentrismo se compone de dos elementos: de una valorizacién positiva, encontréndose el sujeto en un Jean Piaget, Le langage et la pembe chez I'enfant, Neuchatel, Delachaux et Nicitl, 1956, 3° edicion, pig. 74. ‘en expafiol: ean Piaget, Et lenguaje y al pansamiento en el nivo, Buenos Aires, Paidés, 1965; hay traducciones de La Jectura (Madrid, 1970) y Guadalupe (Buenos Aires, 1971). ‘Jean Piaget y Barbel Inhelder, La phychologie de enfant, Paris, Presta univenitaires de France, 1971, pig. 21. Edicién en espafol: Jean Piaget y Bitbel Inhelder, Le pricologla del nite, Madrid, Mo- rata, 1975. No podemos entrar en los detalles de estas nociones piagetianas tales como reciprocidad (e irrevensibilidad, otro aspecto del egocen- ‘trismo). (Cf. para las definiciones, Antonio Battro, Dictionnaire d'épis- Himologie glndtign, Paty, Premes unveritaies de France, 1966.) pA, dan Sedans, hes ovigies soils de ls ion”, en rychologie ot dpistémologie géndtiquet: thémes piagétiens, Pari Dared, 1566, page isoier, unre’ tama Pialiens, Fars 1 Jean Piaget y Birbel Tnhelder, De le logigue de Penfent & le logigue de Fadolescent, Pace, Prenes univerttaires de France, 1965. Edicén en Jean Piaget y Birbel Inbelder, De la légica det ito 4 la légica del adolescente, Buenos Aires, Paidés, 1972. 50 estado de admiracién frente a las realizaciones del grupo con {1 cual él se identifica (en-grupo),*-y de una referencia a Tos grupos exteriores (grupos de afuera) definida por la aptica- Gin, por parte del observador, de conceptor, normas, criterios y medidas del en-grupo. Sobre este segundo punto, se puede Zomprobar una semejanza entre el egocentrismo y el sociocen- ‘rismo: te sujeto ignora la posibilidad de que el otro sea diferente y proyecta su propia “realidad” sobre él. Sin embargo, I sociocentrismo implica también —contrariamente al egocen- trismo— una cierta aprehensién de la alteridad de los grupos de afuera, Para el etnocentrismo, se verifica que la concien- Cia de la ejemplaridad de la cultura del en-grupo esté general- mente revestida de un sentimiento de hostilidad con respecto fa los grupos de afuera. Por otra parte, lai explicaciones teb- ticas del etnocentrismo divergen cuando se trata de saber cudl Ge las dos actitudes esté primero. Los antropélogos han tenido fen general la tendencia a considerar la hostiidad con respecto fa los grupos de afuera como el antecedente. La imagen nega- vue se busca en primer lugar es el mejoramiento de la imagen SR° Fomomo, mediante la proyeccién, sobre los grupos de ‘fuera, de “culpabilidad y deseos inconscientes compartides Gentro del en-grupo"”? Cualesquiera que étos sean, el indi- Viduo etnocéntrico establece artificialmente elementos que lo diferencien de los miembros de los grupos de afuera; nos en- ‘contramos aqui con lo opuesto de aquel estado de indiferen- Gaci6n que caracterizaba al primer egocentrismo del nifio. El paralelismo entre el egocentrismo del individuo y el so- ciocentrismo del “‘pensamiento primitive” ex, ademés de un titulo, una problemitica. Piaget, por su parte, verifica un “ine negable parentesco entre estas dos clases de ¢centrismo>, por . ces situaciones, resultantes del ejercicio de una domina- fe earl ‘weiedades enteras pueden desembocar en lo ‘contrario, et decir, en el sociocentrismo negative que consiste

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