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Del ancho laberinto de las emociones

surge con delirios de opacidad

y camina latente hacia el centro

guiado por la maldad de sus sentires

y con la firmeza de la dignidad

se carcome la mirada de reojo

se acostumbra a la paliza de su andar

y cae en las fauces

y muere una y otra vez

y aun

sin sentir

sin vivir

reinicia su andar

en el ciclo infinito

de su laberinto sin final.

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