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5 frases de Lao-Tse para reflexionar

Este artículo ha sido verificado y aprobado por Sergio De Dios González el 13 agosto, 2017
Edith Sánchez · 13 agosto, 2017

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Lao-Tse es una palabra china que significa “viejo maestro”. También es el nombre de un
filósofo y pensador que, aparentemente, vivió en el siglo VI antes de nuestra era. Se le atribuye el
haber escrito el “Tao Te Ching”. Sin embargo, todo a su alrededor está lleno de misterios. De hecho,
muchos dudan que haya existido realmente.
Lo que sí es cierto es que ha llegado hasta nuestros días un legado intelectual firmado bajo la rúbrica
de Lao-Tse. Si fue un solo hombre o varios, quizás no tiene mucha importancia. Lo relevante de
esta figura es haber tenido la capacidad para plasmar enseñanzas que siguen vigentes, aún
miles de años después.
“Con buenas palabras se puede negociar, pero para engrandecerse se requieren buenas obras”.

A Lao-Tse le debemos todo un legado de sabiduría. Su pensamiento refleja varios de los


principios esenciales de la cultura oriental. Es un llamado a la prudencia, a la sencillez y a la
serenidad. Representa una exaltación a la inteligencia y la templanza. A continuación te
presentamos cinco de sus maravillosos aforismos y sentencias.
1. La felicidad a los ojos de Lao-Tse
Lao-Tse reflexionó la felicidad. Desde su punto de vista, y muchos siglos antes de que llegara la era
del consumo, el filósofo oriental desligó la felicidad de las posesiones. Una de esas
frases inmortales, en la que se refirió al tema, dice: “Quien no es feliz con poco no lo será con
mucho”.
Esta reflexión apunta a ubicar la felicidad dentro de un marco en el que no depende de lo que se
tiene. De este modo, tener poco no es sinónimo de desdicha. Ni tener mucho equivale a ser feliz. El
bienestar se alcanza a partir de realidades que no tienen nada que ver con las
posesiones. La felicidad y la infelicidad están en el ser, no en lo que lo rodea.
2. Sobre la rigidez y la flexibilidad
Muchos hablan de la firmeza y de la verticalidad como una gran virtud. Sin embargo, esta
perspectiva quizás no consulta con la lógica de lo que está vivo. Si hay vida, hay cambio. Y si hay
cambio, necesariamente tienen que producirse adaptaciones. Más que plantarnos como acero,
lo que la vida nos exige es fluir como agua.
Lao-Tse nos legó esta maravillosa reflexión al respecto: “En vida, el hombre es elástico y evoluciona.
Al momento de la muerte es rígido e inmutable. Las plantas al sol son flexibles y fibrosas pero
perecen secas y resquebrajadas. Por ello lo elástico y flexible se asocia a la vida y lo rígido e
inmutable da la mano a la muerte”.
3. Amar y ser amado
Mucho antes de que aparecieran y se popularizaran las doctrinas humanistas, Lao-Tse ofrecía una
visión del amor como potencia. Destaca la honda diferencia que hay entre el amar y el ser amado en
una de sus sentencias: “Ser profundamente amado te da fuerzas, mientras que amar
profundamente a alguien te da coraje”.

Hay una sutil, pero importante diferencia entre la fuerza y el coraje. La fuerza se puede definir como
la capacidad física o subjetiva para hacer algo. El coraje, por su parte, se refiere al valor y la decisión
de hacerlo. La fuerza es poder hacer. El coraje, querer hacer. Hay toda una constelación
emocional de diferencia entre un concepto y el otro. Mientras que el querer lleva a poder, no
necesariamente ocurre lo contrario.
4. El deseo y la frustración
Los orientales son muy enfáticos en su rechazo al deseo. Lo consideran la fuente de
muchos sufrimientos. Su filosofía se enfoca más a la capacidad de renunciar a lo que se tiene,
antes que a buscar aquello que se desea. Fiel a esa filosofía, Lao-Tse hace esta reflexión al
respecto:
“Quien no desea no se frustra. Y quien no se frustra no se envilece. Así, el verdadero sabio
espera en la quietud, mientras todo ocurre y no mandan los deseos. Así la paz y la armonía tienen
lugar y el mundo sigue su curso natural”.
Para los occidentales este pensamiento puede resultar casi absurdo. En estas sociedades la
ambición es fuente de crecimiento y de progreso. Sin embargo, la realidad actual muestra que el
deseo puede ser un pozo sin fondo, que no se satisface jamás.
5. Combatir o retroceder
Oriente es la cuna de las artes marciales. Pero, paradójicamente, la mayoría de las artes marciales
llaman a evitar el combate como principio máximo. La mayor sabiduría que aporta la guerra es
precisamente la de empeñarse en evitarla. Eso es lo que afirma el filósofo cuando señala: “El libro
del estratega dice: No provoques la lucha, acéptala; es mejor retroceder un metro que avanzar
un centímetro”.

El pensamiento de Lao-Tse es sin duda un gran regalo de sabiduría. No solo ofrece una guía para
las artes del buen vivir, sino que además acude al lenguaje de la poesía para impartir sus
enseñanzas. Mucho tenemos que aprender de ese milenario personaje que pareciera hoy más
vivo que nunca.

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