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Después de una corta charla entre don José y mi abuelo, llega mi turno de
presentarme y conocerlo, así que mi abuelo después de explicarle a don José
de que trataba todo, me dejo con él para poder saber de buena tinta mas de
el y de su vida.
El señor salgado me propone sentarme en una pequeña silla para lustrar mis
botas cafés, en ese momento me sorprendió la amabilidad y humildad que
tenia aquel buen amigo de mi abuelo.
Ya que por fin estaba con la persona que quería empiezo por preguntarle que
si le apasionaba su profesión y me dice: “hombre esto me dio el sustento
para mi para mis hijos durante muchos años, gracias a esta labor tan vieja
hoy puedo decir con orgullo que saqué a una familia adelante, a la mía, más
que pasión le cogí amor, agradecimiento.
En eso momento hice una reflexión muy rápida sobre lo bien que a veces
puede ganar un lustrador de zapatos, pues si tiene buena clientela y sabe
optimizar su principal material que es el betún, puede llegar a brillar decenas
de zapatos con poca pasta. Lo que en términos económicos significa muy
buenos ingresos por día.
Después de que don Luis termina de lustrar mis zapatos yo con gran intriga le
hago la pregunta ¿Qué lo llevo a ser un embolador de zapatos? El se queda
pensando durante unos instantes y me dice: “hombre desde pequeño me
toco camellar con mi señor padre alma bendita, y pues mi madre siendo ama
de casa, cuidaba a mis hermanitos menores y siendo yo el mayor tenia que
traer el sustento a la casa junto con mi papa. Desde que tengo uso de razón
mi papa lustro zapatos así que ese fue el legado que mi padre me dejo a mi y
a lo que me dedique desde entonces con mucha honradez.