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Informe Crónica

“He visto pasar por acá varias generaciones de estudiantes, y también


profesores que parece que no los tocara el tiempo” me decía entre risas don
José Salgado mientras lustraba mis zapatos.

El día sábado 30 de marzo de 2019 a eso de las ocho de la mañana, me


preparo para ir al centro de la ciudad de Bogotá e ir a visitar a mi abuelo
quien hoy en día es un comerciante que está ubicado por la calle 19 con
carrera 13.

Cuando llegue al local de mi abuelo después de casi una hora, además de


conversar un rato con el y “adelantar cuaderno”. No puedo negar que iba por
algo muy importante, iba a que me presentara a don José, un viejo amigo de
mi abuelo quien durante muchos años y hasta los amaneceres de estos días
ha “embolado zapatos”. Así que efectivamente mi abuelo me ayudo a
contactarme con don José, y para eso salimos a caminar.

Cuando llegamos al frente de la universidad del Rosario, ubicada en el sector


de la candelaria en Bogotá, mi abuelo y yo nos dimos a la tarea de buscar a
don José Salgado. Mientras estábamos en la búsqueda, mi abuelo me
comenta “don José casi siempre esta por acá, es su sitio de trabajo”. Después
de unos diez minutos mi abuelo repentinamente saluda a una persona de
baja estatura (por ahí 1.60 de altura), ya con el cabello canoso y de test
blanca.

En el momento del saludo entre mi abuelo y su amigo me doy cuenta que


don José tiene la voz un poco opaca, tal vez es porque siempre anda con una
cajetilla de cigarrillos a la mano. Sin embargo, no se ve mal de salud, por el
contrario, a pesar de su cabello ya blanco don José se ve muy saludable.

Después de una corta charla entre don José y mi abuelo, llega mi turno de
presentarme y conocerlo, así que mi abuelo después de explicarle a don José
de que trataba todo, me dejo con él para poder saber de buena tinta mas de
el y de su vida.

El señor salgado me propone sentarme en una pequeña silla para lustrar mis
botas cafés, en ese momento me sorprendió la amabilidad y humildad que
tenia aquel buen amigo de mi abuelo.

Ya que por fin estaba con la persona que quería empiezo por preguntarle que
si le apasionaba su profesión y me dice: “hombre esto me dio el sustento
para mi para mis hijos durante muchos años, gracias a esta labor tan vieja
hoy puedo decir con orgullo que saqué a una familia adelante, a la mía, más
que pasión le cogí amor, agradecimiento.

En eso momento hice una reflexión muy rápida sobre lo bien que a veces
puede ganar un lustrador de zapatos, pues si tiene buena clientela y sabe
optimizar su principal material que es el betún, puede llegar a brillar decenas
de zapatos con poca pasta. Lo que en términos económicos significa muy
buenos ingresos por día.

Después procedo a preguntarle a don Luis porque esta zona de la ciudad y no


otra para ir a trabajar, el me dijo que en el centro hay gran oferta de
“embaladores” pero así mismo gran demanda de ellos, pues muchas
personas y en su mayoría hombres están acostumbrados a lustrar sus
zapatos. Me contaba don Luis que también muchos académicos de la
universidad del rosario frecuentaban con él, para qué les diera vida a sus
muchas veces caros zapatos de cuero.

Después de que don Luis termina de lustrar mis zapatos yo con gran intriga le
hago la pregunta ¿Qué lo llevo a ser un embolador de zapatos? El se queda
pensando durante unos instantes y me dice: “hombre desde pequeño me
toco camellar con mi señor padre alma bendita, y pues mi madre siendo ama
de casa, cuidaba a mis hermanitos menores y siendo yo el mayor tenia que
traer el sustento a la casa junto con mi papa. Desde que tengo uso de razón
mi papa lustro zapatos así que ese fue el legado que mi padre me dejo a mi y
a lo que me dedique desde entonces con mucha honradez.

Después de unas buenas horas de andar un rato con el señor y tratar de


captar como es su diario vivir, regresa mi abuelo para agradecerle a don José
por su tiempo, igualmente yo me despedido y le hago saber lo grato que me
encuentro con él.

Mi abuelo y yo nos vamos y don José se queda muy feliz y sonriente


esperando a que alguien se siente en su silla para darle vida a los zapatos que
se le presenten.

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