El psicoanálisis establece una idea clara que el pensamiento filosófico lo examina y los
resultados son la justificación.
En nuestra vida anímica tenemos dos términos que son el órgano corporal que es el sistema nervioso y nuestros actos de conciencia, pero que a la vez no conocemos la localización de nuestros procesos de conciencia. Se toma noticia de este aparato psíquico por el estudio del desarrollo individual del ser humano. El “ello” es todo lo que se ha heredado y se ha obtenido desde el nacimiento. El ello ha desarrollado una capa que ayuda a recibir estímulos para protegerlo frente a estos que media entre el ello y el mundo exterior y se lo conoce como el “yo”. Su trabajo es auto conservarse y la cumple tomando hacia afuera noticias de los estímulos y así retener experiencias en la memoria y hacia adentro, hacia el ello decidiendo si debe satisfacerse o sofocar sus excitaciones. El yo aspira al placer de tal forma que quiere evitar el displacer; el displacer es automáticamente respondido con la señal de angustia. El yo desata la conexión con el mundo exterior y se retira al estado de dormir, que ayuda a la organización de la energía anímica. Dentro del yo se forma una particular instancia en la que se prolonga el influjo de estos. Se llama superyó; que sabe reconciliar entre sí sus exigencias. En el desarrollo individual del superyó se recogen aportes posteriores de progenitores como pedagogos en la sociedad. El ello y el superyó muestran una coincidencia en cuanto representan a los influjos del pasado; ya que el ello representa el pasado heredado y el superyó los del pasado asumido por otros.