ensalcemos las grandes victorias de Mercedes la Madre de Dios. Y vivamos sus hijos unidos por un lazo de amor filial, hemos sido por Dios escogidos, Él será siempre nuestro ideal. Una insignia Mercedaria llevamos en el pecho vibrante de fe, esa insignia ha de ser signo claro que descubra a aquel que nos ve. El amor que María nos pide y el que Cristo mismo nos mandó, es amor que se ofrece y redime de egoísmo, el yugo mayor. Madre nuestra de las Mercedes hoy redime nuestro corazón, fortalécenos en la esperanza y confirma nuestra vocación.