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Entonemos un himno de gloria,

de entusiasmo de gozo y amor,


ensalcemos las grandes victorias
de Mercedes la Madre de Dios.
Y vivamos sus hijos unidos
por un lazo de amor filial,
hemos sido por Dios escogidos,
Él será siempre nuestro ideal.
Una insignia Mercedaria llevamos
en el pecho vibrante de fe,
esa insignia ha de ser signo claro
que descubra a aquel que nos ve.
El amor que María nos pide
y el que Cristo mismo nos mandó,
es amor que se ofrece y redime
de egoísmo, el yugo mayor.
Madre nuestra de las Mercedes
hoy redime nuestro corazón,
fortalécenos en la esperanza
y confirma nuestra vocación.

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