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REVISTA DE CRÍTICA LITERARIA LATINOAMERICANA

Año XXXVI, N" 71. Lima-Boston, 1" semestre de 2010, pp. 237-254

APOCALIPSIS (POST-BICENTENARIO) EN LA CIUDAD DE LIMA


REPRESENTACIONES DE LA "MODERNIDAD" Y LA "NACIÓN"
Eí< MAÑANA, LAS RATAS DE JOSÉ B. ADOLPH

Lucero de Vivanco
Universidad Alberto Hurtado

Resumen
La novela Mañana, las ratas (1984), del escritor peruano José B. Adolph, propo-
ne una crídca severa de las condiciones que han Uevado a la distopía imaginaria
de la ciudad de Lima el año 2034. Este artículo desmonta las piezas de esta obra
ya canónica de la ciencia ficción peruana para establecer sus fuertes lazos con la
reaUdad económica, social, étnica y Ungüísdca de la ciudad capital en los albores
del Bicentenario de la Independencia, cuesdonando la vaUdez y eficiencia del
estado crioUo fundado en 1821.
Palabras clave: José B. Adolph, ciencia ficción peruana, ApocaUpsis, distopía, es-
tado-nación en el Perú, Bicentenario del Perú, Benedict Anderson, Partha
Chatterjee.

Abstract:
The novel Mañana, tas ratas (1984), by the Peruvian writer José B. Adolph, crid-
cizes the condidons that have led to a dystopian imaginary of the city of Lima
in the year of 2034. This árdele takes apart the pieces of this now-canonical
work of Peruvian science-ficdon to estabUsh its strong des with the economic,
social, ethnic and Unguisdc reaUty of the capital city and the beginnings of the
Bicentennial of the Independence, quesdoning the value and efficiency of the
criollo state founded in 1821.
Key Words: José B. Adolph, Peruvian Science Ficdon, Apocalypse, Dystopia,
Nadon-State in Peru, Peru's Bicentennial, Benedict Anderson, Partha Chatter-
jee.

La perspectíva predominantemente reaHsta de la narratíva pe-


ruana hace que la producción Hteraria de José B. Adolph (Stuttgart
1933-Lima 2008) constítuya casi una excepción a la misma. Las no-
velas Mañana, las ratas (1984), La verdad sobre Diosy JBA (2001) y Un
ejército de locos (2003), así como varios de los relatos de Hasta que la
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muerte (1971) y Losfinesdel mundo (2003), entre otras de sus narracio-


nes, son expresiones de esta diferencia. Adolph construye sus histo-
rias en el terreno de la ciencia ficción y de lo que se conoce como la
"novela de andcipación", en la que la trama precisamente andcipa,
en términos temporales, una sociedad degradada, resultado del
avance ciendfico y tecnológico que progresa en menoscabo de los
valores "tradicionales" de la sociedad.
Si bien la ciencia ficción ha tenido un desarroHo importante en el
mundo anglosajón, con novelas ineludibles como Un mundo felit^
(1932) de Aldous Huxley, 1984 (1949) de George OrweH o Fahren-
heit 451 (1953) de Ray Bradbury, en América Ladna surge más bien
como un "género Hterario incómodo" (Trujülo 23) para escritores
recelosos de "ser idendficados con una modaHdad escritural esdg-
madzada por sus conexiones con la cvütura de masas y [...] aparen-
temente ajena a las inquietudes ardsdcas condnentales" (Cano 453).
Sin embargo, a pardr de la década del 60 y con mayor fuerza en los
80, empieza a valorarse el género por el potencial refiexivo que
ofrece para escudriñar las disdntas dimensiones de las sociedades
ladnoamericanas y proyectar visiones de futuro a pardr de eHas, al-
gunas opdmistas en términos utópicos y otras más bien pesimistas
en términos distópicos. Esto se ha expresado en una proHferación
de pubHcaciones en disdntos medios y formatos, con la aceptación
de los lectores y con la respecdva emergencia de estudios crídcos en
la academia. Algunas narraciones surgidas a pardr de esta revalori-
zación son, en México: La destrucaón de todas las cosas (1982) de Hugo
Hiriart, Cerca del fuego (1986) de José Agustín, El último Adán (1986) y
La leyenda de los soles (1992) de Homero Aridjis y Cel at^ul (2006) de
Bernardo Fernández "Bef'; en Argendna: Bajo lasjubeas enflor(1973)
de AngéHca Gorodischer; en Perú: La fabulosa máquina del sueño
(1999) de José Donayre; en Chüe: El ruido deltiempo(1987) de Clau-
dio Jaque, Flores para un Cyborg (1997) de Diego Muñoz, 2010: Chile
en llamas (1998) de Darío Oses, Ygdrasil {2Q0S) de Jorge Baradit'.

El debate sobre los inicios de la ciencia ficción, su definición y su legid-


mación como género literario no está zanjado. Sin embargo, hay un consenso
general en reconocerle "su carácter de andcipación de un porvenir posible o
probable" (Borges 28) y en considerar a Frankenstein o El moderno Prometeo (1818)
de Mary E. Shelley entre las novelas fundacionales. Otros referentes europeos
son JuHo Verne y Herber George Wells. En América Ladna, no obstante su
dificultad para validarse, el género tíene también antecedentes de larga data. En
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En conexión con el género de la ciencia ficción, Jameson ha ex-


pHcado la pérdida de la función social de la utopía en la actuaHdad a
partír de la "extraordinaria disociación histórica" entre los dos
mundos que las utopías oponen por definición. "En uno de esos
mundos, la desintegración de lo social es tan absoluta -entre mise-
ria, pobreza, desempleo, hambre, desdicha, violencia y muerte- que
los programas sociales de compleja elaboración de los pensadores
utópicos resultan de una frivoHdad equiparable a su irrelevancia". Si
bien Adolph imagina para Lima más bien una distopiV que una uto-
pía, de algún modo su ficción ha sido también "irrelevante" en
términos de Jameson, por lo lejano que parece el lugar que constru-
ye con respecto al lugar que le sirve de referente. Sin embargo, este
trabajo mostrará que, tras la aparentemente "inofensiva" ficción
científica de Adolph, se dejan abiertas las contradicciones del esta-
do-nación fundado a principios del siglo XIX y las tensiones que
provienen de las (dis)continuidades de la condición colonial en el
Perú, temas importantes de ser revisados cuando empiezan a cele-
brarse los Bicentenarios de las Independencias. De acuerdo con los

México, por ejemplo, se puede mencionar Eugenia (1919) de Eduardo Urzáiz;


en Chile, Desde Júpiter (1877) de Francisco MiraUes y Los altisimos (1959) de
Hugo Correa; A través del porvenir. La Estrella del Sur (1904) de Enrique Vera y
González y Las fuerzas extrañas (1906) de Leopoldo Lugones en Argentina; en
Uruguay, "El hombre artificial" (1919) de Horacio Quiroga; y en Perú, los rela-
tos "El día trágico" (1910) de Clemente Palma y "La perra en el satéUte" (1958)
de Héctor Velarde. Algunas cintas cinematográficas -lugar privilegiado para el
desarroUo del género- son las ya clásicas Metirópolís (1927) de Fritz Lang, 2001:
Una odisea del espado (1968) de Stanley Kubrick (basada en un relato de Arthur
Clarke) y Blade Runner (1982) de Ridley Scott. En Europa oríental, la ya canóni-
ca novela Solaris del polaco Stanislav Lem dio orígen a la cinta del mismo nom-
bre (1972) de vVndrei Tarkovski. A este importante director soviético también
se debe Stalker (1979, traducido a veces como La Zona), otro clásico del cine de
ciencia ficción. Véase la bibUografía para algunos estudios que informan sobre
el género (forge Luis Borges, David Seed) y sobre su desarrollo en América La-
tina: Macarena Areco, Luis Cano, Pablo Capanna, Daniel Salvo, Beatriz Sarlo, y
Gabriel Trujillo.
El Dicdonario del español actual define "distopía" como una "situación ima-
ginaría en que todo es lo peor que puede ser. Se opone a Utopía" (Seco, Dicdo-
nario s.v. "distopía"). En oposición al concepto "utopía" y recogiendo el valor
negativo del prefijo griego dys, podría definirse la "distopía" como un mal lugar
o un lugar de desgracias del cual se desea o espera saUr, y lo "distópico" como
lo perteneciente o relativo a la distopía.
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intereses que subyacen al rescate de la ciencia ficción en Améríca


Latína (su potencial crítíco), la narratíva de Adolph constítuye, en-
tonces, una excepción "relatíva" con respecto al reaHsmo predomi-
nante de la Hteratura peruana, ya que Adolph se "aleja" del Perú, pa-
radójicamente, hiperboHzando algunas de las característícas más
problemátícas y crudas de su reaHdad, lo que consigue tras poner
una lupa sobre eHas. Este es el caso, al menos, de Mañana, las ratas.
Ciudad de Lima, año 2034. Son las coordenadas espacio-
temporales en las que se sitúa la trama de esta novela escrita en 1977
aunque pubHcada sólo siete años más tarde. El Perú ha desapareci-
do como estado-nación, al igual que todos los estados nacionales del
mundo. A cambio, grandes conglomerados transnacionales de or-
den económico, agrupados en Directorios Regionales bajo la cabeza
jerárquica del Directorio Supremo, controlan la sociedad global. La
lógica del mercado ha terminado por imponerse y son únicamente
criterios comerciales y no ideológicos (y menos étícos) los que sus-
tentan las legislaciones y los gobiernos empresariales. La tecnología
ultra avanzada ha permeado el sistema en todos los ámbitos de la
vida Hevándola incluso hacia las primeras colonias espaciales. Espe-
cialmente las computadoras han conquistado un rol protagónico en
la toma de decisiones, y empresarios y directores sólo las aHmentan
con datos para que aqueHas arrojen las poHtícas y los procedimien-
tos a seguir. Por otro lado, los fundamentos valóricos y morales de
las sociedades occidentales han entrado también en el modelo del
HberaHsmo a lütranza, comenzando por la Hbre venta de estímulan-
tes, estupefacientes y todo típo de drogas que forman parte del co-
mercio legal y atraen la inversión de grandes capitales internaciona-
les. En la misma Hnea, "cupido ha muerto" (15) y el sexo ha perdido
todo resto de prejuicio y tabú. No solamente han proHferado los
servicios y el mercado en torno a la sexuaHdad en todas sus varían-
tes, incluyendo el rápido y descomprometído "coito higiénico" (29),
sino que ésta ha pasado a formar parte de las relaciones cotídianas
que los individuos establecen entre sí, eHminándose en este sentído
las fronteras entre lo púbHco y lo privado. Las propias empresas tíe-
nen "salas de masturbación terapéutíca" (22) y habitaciones de vi-
drio para que las negociaciones puedan también discutírse en la are-
na íntíma. Las significaciones imaginarías sociales creadas en rela-
ción a la sexuaHdad, tales como el matrimonio, la famüia o la rela-
ción basada en el sentímiento amoroso, han relatívizado, conse-
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cuentemente, los valores sobre los que se habían construido, al


mismo tíempo que han dejado de ser valores sociales en sí mismos.
Pero ni el progreso tecnológico ni el sistema ultraüberal han
procurado vías de solución para los problemas del mundo y, mucho
menos, para los de la ciudad de Lima. Todo lo contrarío. La otrora
Ciudad de los Reyes ha agudizado en el 2034 los confiictos que ya afec-
taban el tejido urbano y social en los años en los que esta novela fue
escrita (1977) y luego pubücada (1984): hacinamiento y pobreza ex-
trema, violencia poü'tíca y social, deüncuencia y corrupción, discri-
minación y escasas oportunidades para la moviüdad social son algu-
nos de los factores que pueden ser constatados tanto en el discurso
histórico como en el de esta ficción. No debe olvidarse que en 1984
en el Perú se vivía uno de los periodos más violentos dentro del
confücto armado interno. Al respecto es importante poner en reüe-
ve dos ideas que refuerzan las correspondencias entre la trama futu-
rista y la históríca. Primero, tal como ha señalado la Comisión de la
Verdad y Reconciüación (CVR), la falta de capacidad del Estado pa-
ra contener el avance de la subversión armada que se extendió en
pocos años por todo el país. El estado peruano, dice el Informe, ela-
boró hipótesis equivocadas sobre las organizaciones subversivas y
responcüó miütarizando el confücto, lo que generó aún más violen-
cia (Comisión 5?>-lT). Una de estas "hipótesis equivocadas", como
bien ha señalado Ubüluz, es la expücación de la violencia en térmi-
nos antropológicos, según la cual la cultura andina se entíende como
un mundo cerrado, atrapado en un tíempo arcaico, inmoviüzado en
una condición "pre-moderna", aislado del progreso y de la civiüza-
ción occidental (críoüa-costeña) y ajeno e ignorante del sistema judi-
cial y democrátíco que opera en el resto de la nación (Ubüluz 19-
85). Con esta tesis, no sólo "se fijan las categorías y los esquemas
con que el discurso oficial va a representar y expücar los hechos de
violencia" (López Maguiña 257), sino que también se ejerce sobre
las víctímas más afectadas por el confücto un segundo acto de vio-
lencia, esta vez simbóüca, al emitír un discurso que reproduce las
formas de dominación social instaladas en el Perú desde el período
colonial, condenándolas a permanecer en esa situación subalternad

' La CVR ha documentado en su Informe Final (Cap. 1) que de las casi


70,000 vícdmas directas del conflicto, el 70% provenía de las zonas más pobres
de la sierra, al igual que los vicdmados. Esto significa, siguiendo el Informe, que
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Segundo, tal como ha mostrado Jo-Marie Burt, la violencia poHtíca


fue uno de los factores que incidió directamente en la migración
desde las zonas rurales hacia las zonas urbanas, principalmente la
capital. El explosivo crecimiento de la población de Lima con las
consecuentes demandas de vivienda -y nuevamente la falta de poH-
tícas estatales al respecto- resultó en el crecimiento exponencial en
las zonas periféricas, las que "pasaron a ser clave en la estrategia re-
volucionaria de Sendero Luminoso", por ser "el escenario en el cual
la batallafinalde la guerra popular será definida", según los propios
senderistas (161, énfasis mío)''.
Como se verá más adelante, los cruces de la violencia con la in-
competencia del Estado y con la densificación poblacional de Lima
son temas abordados directamente por esta ficción, que parece
haberse propuesto, coincidiendo con Jameson, más que crear una
imagen verosímü del futuro, desfamüiarizar y reestructurar nuestra
experiencia del presente (Areco 26). En este sentído, no debe sor-
prender que la novela recurra al imaginario apocaHptíco para dar
"legibiHdad" a la historia peruana, ya que el apocaHpsis se caracteri-
za, como ha instruido Parkinson, por surgir narratívamente en con-
textos de crisis y confHctívidad\ Esto últímo tíene que ver con la

si la proporción de vícdmas esdmadas para la sierra del Perú se hubiera mante-


nido para todo el territorio peruano, el conflicto podría haber Uegado a causar
cerca de 1.2 miUones de víctimas fatales. Lo anterior es una evidencia de la ma-
nera desigual y brutalmente discriminadora con la que impactó (e impacta) la
violencia en el Perú.
'' La población de lima pasó de 1.8 millones en 1961 a 3.3 en 1972, 4.5 en
1981 y entre 6 y 7 miUones en 1991. De ésta, en 1961 el 17% vivía en los ba-
rrios marginales que rodeaban la ciudad (las Uamadas "barriadas", "pueblos
jóvenes" y posteriormente "asentamientos humanos"), más del 30% en 1981 y
casi el 50% en 1991. Véase Burt.
Al hablar de "imaginario apocaU'pdco" se rescatan no sólo aqueUos ele-
mentos que vienen del úldmo Ubro de la Biblia, Uamado Apocalipsis y atribuido a
Juan (simboUsmos, imágenes recurrentes, estructura narradva teleológica, en-
frentamientos arquetípicos entre el bien y el mal, preocupación antropológica
por el fin del dempo y la muerte), sino también la amplificatio que proviene de
sus numerosas interpretaciones reaUzadas en diferentes lugares y momentos de
la historía, las que han producido un desarroUo cultural específico en el mundo
de occidente. Esto significa que lo apocaU'pdco entendido como imaginario no
se restringe a una supuesta intertextuaUdad erudita con el texto bíbUco. La poU-
semia del texto y las lecturas e interpretaciones del mismo han generado tradi-
ciones tan y aun más importantes que el propio texto bíbUco. Así, por ejemplo.
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historia del pueblo hebreo y los primeros crisdanos, que recogen


numerosas situaciones vinciüadas a la persecución reHgiosa, lo que
modvó en su momento la adopción de construcciones imaginarias
que permideron pensar en una reparación inminente de cara a las
condiciones de indmidación, hostiHdad, amenaza o intolerancia que
padecían. Así, surgido en situación extrema, el apocaHpsis levanta su
senddo poH'dco para anunciar la detención del dempo y la renova-
ción total del orden social imperante, lo que viene a significar un ac-
to de jusdcia para las vícdmas de los grupos dominantes en dicha
circunstancia histórica y social. Más de una novela peruana ha actua-
Hzado, de alguna manera u otra, el imaginario apocaHpdco para refe-
rirse directamente a este periodo de la historia o para que ésta sea el
telón de fondo sobre el cual desarroHar la trama narradva. Admiten
esta clave de lectura, por ejemplo. Historia de Mayta (1984) de Mario
Vargas Llosa, Dos señoras conversan (1990) de Alfredo Bryce Echeni-
que o Rosa Cuchillo (1997) de Osear Colchado^
Dentro de la configuración apocaHpdca urdida por Adolph, to-
dos los "males" han sido llevados al extremo reaHzándose, como se
ha dicho ya, una construcción de lima en términos distópicos. Pro-
bablemente el elemento central de esta distopía esté dado por el
desplazamiento de los sectores tradicionalmente marginales (étnica,
cultural y socialmente hablando) hacia un lugar central, generando
un contraste radical y expH'cito con el imaginario romándco de la
"glamorosa" Lima colonial. Tony Tréveris, miembro del Directorio
Regional de Sudamérica-Oeste (con sede en lima) y protagonista de
la novela, reflexiona al respecto:

"milenarismo" y "mesianismo" parecieran tener una vida propia y un desarrollo


cultural independiente del libro de Juan. Igualmente, la figura del Andcristo o
del demonio, o la inminencia de un "combate final" -un Armaggedón- han ad-
quirido un cierto grado de autonomía cultural. Ni las exegesis ni los debates
teológicos son suficientes, dice McGinn, para comprender el desarrollo apo-
caL'pdco y su infiuencia e impacto en la cultura (3). En el Perú, a los rítos de la
propia religión crisdana se suman fiestas y creencias populares (Millones), mitos
"mesiánicos" andinos (Ossio) y hebreos (Manrique), arte barroco (Mujica), su-
persdciones y prensa sensacionalista, entre otros. Para el concepto de "imagina-
rio" véase Gilbert Durand y Cornelius Castoriadis.
^ Puede consultarse también la bibliografía anotada sobre la narradva de la
violencia polídca por Mark R. Cox.
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era el centro de Lima lo que, de alguna manera, le afectaba más, quizás


porque su padre y sus abuelos le habían relatado su historía, su beOeza, su
encanto [...]. Le habían hablado del encanto antiguo del jirón de la Unión a
mediados del siglo anteríor, de la Plaza San Martin con sus hippies, [...] sus
vendedores ambulantes, sus ladronzuelos y damas Ugeras de cascos [...].
Todo ese cuadrilátero entre, digamos, la Plaza Unión, el Mercado Central,
el río Rimac y la avenida 28 de Julio, vivía y bullía pletórico de cisnes, tea-
tros, tiendas, oficinas y una abigarrada multitud [...]. La vieja Plaza, como
todo el resto de esta zona, era ahora un maloUente hacinamiento de basura
entre edificios derruidos, poblados por ratas, humanas y de las otras. Una
bruma gris parduzca flotaba permanentemente sobre esas ruinas; de noche,
se decía, brotaban disparos, aulUdos y gritos escalofriantes de estos
caUejones y cañones que vivían en una autónoma sordidez (17-18).

La novela recurre con frecuencia a este típo de descripciones


escénicas que parecen condensarse y densificarse en la figura de la
"ruina", remanente de un tíempo tensionado por las prolongaciones
y rupturas de un orden colonial y por los antagonismos sociales que
permanecen y se acentúan de generación en generación'. ¿Cuál es la
historia que se hilvana en este escenario? El 18 de enero de 2034
Lima está convulsionada. Las "masas" -aproximadamente veinte
millones de habitantes-, a cuyos integrantes se les Hama despectí-
vamente "las ratas", están insubordinadas y brota la violencia por
todas partes, la que es reprimida con aún más violencia. Es una ver-
dadera guerra la que tíene lugar, a juzgar por las decenas de miles de
muertos, la utiHzación de armamento de alta eficiencia letal (armas
atómicas y gas) y la voluntad expresa de eHminar ratas, aHvianando,
de paso, la presión demográfica de Lima. La novela establece desde
el inicio cuáles son los grupos de poder detrás de los polos enfren-
tados: por un lado, la rebeHón de las ratas está siendo promovida y
organizada por los Cat-Ox (catóHcos ortodoxos), agrupación que
reúne a "una especie de neo-jesuitas, provenientes de los antíguos
lefebvristas" (35) bajo la cabeza de un Cardenal Negro, cuyo em-
blema es la bandera negra con cruz de plata. Por otro lado, la repre-
sión la ejerce el Directorio Regional, avalados por el Directorio Su-
premo. Mientras los Cat-Ox "plantean que el fin justífica los me-
dios, y el fin, dicen en su propaganda, es reivindicar la Edad Media

' Walter Benjamín imaginaba al ángel de la historia en un escenario ca-


tastrófico, en el que se acumulaba ruina sobre ruina, producto del transcurrir
huracanado del progreso (183).
APOCALIPSIS (POST-BICENTENARIO) EN LA CIUDAD DE LIMA 245

estableciendo la propiedad común de los medios de producción, el


absolutísmo reHgioso pero interdenominacional, un gobierno sacer-
dotal, la reivindicación de la artesanía, la castídad, etc." (35), el Di-
rectorio Regional protege los fundamentos de una sociedad "basada
en el mercado planificado, en la separación de reHgión y economo-
poH'tíca, y en la Hbertad personal" (106).
En un plano interpretatívo, el enfrentamiento entre Cat-Ox y
Directorío tíene tres característícas que lo convierten en una cruzada
apocaHptíca": la oposición irreconcüiable en términos morales e ide-
ológicos entre ambos bandos', la proHferación de reHgiones y sectas
müenaristas dentro de las masas, las que se aHnean bajo la dirección
de los Cat-Ox, y la radicaHdad de la violencia'".
Si bien los enfrentamientos son pan de cada dia, el 18 de enero
de 2034 la atmósfera que se respira es la de una "bataHa final" y tan-
to los Cat-Ox como el Directorio Regional tíenen conciencia de la
condición concluyente del escenario y el ámbito de poder en dispu-
ta. Efectívamente, el Cardenal Negro hace una visita intempestíva al
Directorío Regional y los provoca en dicho sentído con un discurso
que incluye pasajes como éste:

Hemos pasado el dempo, previsto en los textos, de la muerte de las Na-


ciones, y el enorme Templo que es la Tierra, que nos fue entregada, en fi-
deicomiso y no en propiedad, por el Dios de la Ira y del Amor, ha sido víc-
dma de la úldma, de la más despiadada y completa de las profanaciones.
No, como se pensaba, por medio del horrendo holocausto de una guerra
nuclear o de una guerra químico-bacteríológica, al menos no a nivel plane-
tario, pero sí a través de la reptante implantación del reino de Lucifer sobre
las mentes, los corazones, los cuerpos y, ah, dolor, hasta de las almas de los
hombres. Pues bien. No he venido aquí a darles una clase de historía, sino a

' Se propone entender la presencia del imaginario apocalípdco en la novela


más aüá de la "sensación apocah'pdca" verbalizada condnuamente por los per-
sonajes de la fiedón, quienes hablan, por ejemplo, del "Armaggedón" como un
suceso a producirse de manera inminente.
' La dualidad moral es una de las constantes del relato bíblico. Explica Par-
kinson que "el dualismo moral del Apocalipsis es encarnado en los opuestos
metafóricos de Crísto y Anderisto, la prosdtuta y la novia, Babüonia y la Nueva
Jerusalén, este mundo y el próximo. Hasta los números que abundan en el
Apocalipsis representan el híen o el mal" (24).
'" El apocalipsis se expresa siempre en términos radicales y definidvos: fin
del dempo, destrucción del mundo, combate final, juicio universal, conde-
na/compensación eterna, dimensión cósmica de los sucesos.
246 LUCERO DE VIVANCO

afirmar que las huestes de Dios están ya dispuestas a emprender la bataUa


definidva contra el Mal que se ha adueñado del mundo. Y a preguntar a us-
tedes, en nombre de Dios, qué van a hacer al respecto (105).

Por su parte. Tony Tréverís también sabe internamente que la


violencia que se está expresando ese día tíene un seüo distínto con
respecto a lo acostumbrado:

¿Y por qué ahora? ¿Acaso toda su vida no había discurrido con la disonante
música de fondo de oscuros pulpos que extendían sus viscosos brazos hacia
la seguridad de su persona, su familia, su clase? ¿Acaso no había vivido
siempre entre el rumor —lejano y a veces no tan lejano— de gritos, disparos,
üantos y maldiciones? ¿No era normal sendrse flotando sobre un pantano
que llenaba el hodzonte, maloliente y vulgar, y del cual permanentemente
brotaban reproches y rencores insalvables? Sí, pero sólo ahora senda la i-
magen de Armaggedón descendiendo sobre él y todo lo que él era (123).

¿Cuáles son las causas de este apocalipsis? ¿Qué ha Llevado a la


sociedad peruana a una situación tan extremadamente ü'mite y defi-
nitíva como la apocaü'ptíca? José Adolph parece alinearse con histo-
riadores e intelectuales peruanos que han propuesto expücar la
complejidad y confiictívidad del Perú al menos a partír de dos
fenómenos centrales: la carencia por parte de las éütes poLítícas de
un proyecto integrador que cimiente y sostenga el estado-nación
fundado en 1821 y, uno históricamente anteríor, la conquista espa-
ñola con su legado de violencia social y discriminación racial". En
ambos casos la novela tíene algo que decir, vinculando a estos dos
factores el apocaüpsis que se vive en la Lima del 2034. Con respecto
al primero (estado-nación), si bien el Directorio Regional cuenta
con el respaldo del Directorio Supremo para combatír cualquier in-
tento subversivo que se genere dentro de la población, la novela
guarda hasta el final una carta bajo la manga. El 18 de enero üega de
Norte América Linda King, asesora del Directorio Supremo, con
una misión que sólo se revela en los capítulos finales: el Directorio
Supremo ha decidido pactar con los Cat-Ox y quitarle respaldo al
Directorio Regional. La razón que esgrime Linda King en represen-
tación del Directorio Supremo para este giro tíene que ver con la

" Entre otros: Jorge Basadre, Antonio Cornejo Polar, Pablo Macera, Nel-
son Mandque, José Carlos Madátegui, Frankün Pease. Respecto de los estudios
de estos autores, véase la bibüografía del presente ardculo.
APOCALIPSIS (POST-BICENTENARIO) EN LA CIUDAD DE LIMA 247

mala administración del gobierno regional, el que ha ejercido su po-


der durante años desconociendo completamente las necesidades y
los problemas reales de las masas, favoreciendo con eHo la aparición
en su seno de un espíritu revolucionario que los Cat-Ox capitaHza-
ron inteHgentemente. A fuerza de no (querer) verlas, las masas ha-
bían sido despojadas incluso de todo rasgo de humanidad, consi-
derándoselas una auténtíca plaga de ratas'^ En otras palabras, la no-
vela exhibe, mediante la poHtíca planteada y ejercida por el Directo-
rio Regional, que una vez más en la historia del Perú se gobierna
únicamente para unas minorías con privüegios. "Los cholos, los ne-
gros, los indios, los zambos, los asiátícos, todos se habían transfor-
mado, con sencülez abrumadora, en ratas. Darles la espalda. Olvi-
darlos. Dejarlos chapalear, más o menos Hbremente, en su propia
obscenidad" (70). De eso se trataba, una estrategia perversa que
contaba incluso con la autoeHminación de los pobladores que, como
las ratas bajo la necesidad extrema de supervivencia, serían capaces
de devorarse unos a otros. PoHtíca legitímada —a pesar de la supues-
ta independencia de fe declarada por los Directorios- por el propio
texto sagrado, tal como expone Linda: "«Muchos serán los üama-
dos, y pocos los escogidos». ¿Te acuerdas de esa secta del siglo pa-
sado que anunciaba él fin del mundo y que sólo unos cuarenta mü
elegidos sobrevivirían? [...] esa secta siempre me pareció la más
profétíca de todas" (70). En la construcción imaginaria de la socie-
dad peruana que esta novela propone, la resistencia de todos aque-
Hos que quedan al margen de la administración central ha crecido
hasta alcanzar dimensiones apocaHptícas.
Por otro lado, un segundo factor que fundamenta la detonación
del apocaHpsis en la novela es la herencia colonial. El 18 de enero de
2034, día en el que se inicia la trama y se prepara el combate final, es
también el día en el que se celebra el aniversario de la fundación es-
pañola de Lima. Cuatrocientos noventa y nueve años antes, el 18 de
enero de 1535, Francisco Pizarro firmaba el acta fundacional. Cua-
trocientos noventa y nueve años después, Lima está a punto de
"firmar el acta" que terminará por hacer explotar el quiebre social

12 Frantz Fanon mostró que la violencia con la que se consdtuye el mun-


do colonizado pasa por la destrucción de sus formas sociales, la negación abso-
luta de su sistema de valores y la deshumanización de sus habitantes hasta la
propia animaUzación.
248 LUCERO DE VIVANCO

ingresado por el conquistador español, genéricamente hablando,


perpetuado durante ya casi medio müenio. Sin embargo, este víncu-
lo con el pasado no mira únicamente hacia atrás sino que traza de-
rroteros hacia el futuro. En otros tértninos, el apocaHpsis repedrá el
gesto del fundador: la bataüa final será también un nuevo comienzo;
un renovado Nuevo Mundo será instaurado. Hay múldples marcas
textuales al respecto: declaraciones del Cardenal Negro, autocon-
ciencia de esta reaHdad por parte de los Directores, "compases de la
Sinfotua del Nuevo Mundo" (7) que suenan en la radio para desper-
tar a Tony Tréveris en la segunda Hnea de la novela, entre otras. Es-
te nuevo mundo surgirá de la organización lenta pero persistente de
las ratas, quienes han comenzado a insdtuir autónomamente un or-
den social funcional a sus prácdcas y necesidades concretas, las que
no fueron cubiertas por las poHdcas del Directorio Regional. Linda
King, en una reflexión que conHeva un mea culpa, sabe de

la formación de nuevas burguesías, en un nuevo mundo, que ellos mismos


habían contribuido a crear separándolo y aislándolo, allá en las profundi-
dades que ellos, despecdvamente (y sin tazón alguna, como pronto descu-
brírían) adjudicaban a las ratas. Sí, un nuevo mundo, una terra incógnita,
por ahora, pero en la cual las pequeñas artesanías se unían para formar me-
dianas fábricas, en la cual los traficantes, intermediarios, contrabandistas y
encubrídores se convertían en comerciantes, en una capa digna y respetable
que ya pagaba a sus propias y clandestínas fuerzas policiales (76).

Desde la perspecdva del Cardenal Negro, se trata de "organizar


Pa] vida aquí en la derra de manera que eüa se asemeje al Reino de
Dios. Y eso impHca que la Iglesia reine en el mundo, que los hom-
bres y las mujeres vivan en comunidad, sin egoísmos y sin deseos
salvo el de prepararse para la verdadera vida" (131). Y agrega un
dictamen deHrante: "a mí me ha tocado el modesto deber de im-
plantar el Reino divino aquí, en Sudamérica-Oeste" (132), porque
"o las ratas los devoran a todos ustedes, o nosotros las controlamos
y las guiamos hacia el reino de Dios" (133). Pero al echar un vistazo
al nuevo mundo que se está gestando y supuestamente proyectando
hacia el futuro, se nos muestra contradictoriamente la dependencia
con respecto a la razón colonial. Una de las muestras tangibles de
esta dependencia en el ámbito apocaHpdco es el tránsito frecuente
por las caHes de lima de grupos de flagelantes quienes pracdcan el
sufrimiento carnal como un medio ascédco para ganarse el perdón
APOCALIPSIS (POST-BICENTENARIO) EN LA CIUDAD DE LIMA 249

de Dios. Sin embargo, cabe preguntarse si el tormento corporal es


en este caso intencional, como pudo haber sido en el medioevo eu-
ropeo (Carozzi), o es más bien la alegoría de un transitar sin saHda
por la senda de la injustícia social en el Perú. En la Lima del 2034,
por la zona céntrica de la ciudad y

a pleno sol del mediodía, avanzaba una horrible procesión: bajo una
tosca cruz de madera, se arrastraban hacia eUos decenas, quizás centenas de
niños Usiados, pálidos y sucios, murmurando una jerga incomprensible. Los
ojos de Tony y de Linda reflejaron el horror de esas críaturas débUes y
harapientas, guiadas por un sacerdote de hábito negro, que les hacía avan-
zar restallando un látigo que se cebaba en las espaldas de los niños y niñas
más cercanos a él (86).

Más aüá de la imagen apocaHptíca de esta cita, este párrafo reme-


ce por la tragicidad con la que representa la desnutrición y pobreza
extrema, dos problemas históricos en el Perú. ¿Qué sugiere la ima-
gen de estas criaturas páHdas, sucias, Hsiadas, débiles y harapientas
en plena era de la globaHzación? Primero, lo evidente: la falta de so-
lución al "Perú del hambre". Al respecto, Theidon señala que du-
rante la época del confiicto armado, en algunas localidades de la sie-
rra el 80% de los niños sufría de desnutrición severa (48). Lamenta-
blemente, datos recientes arrojan que el 25% de los niños menores
de cinco años en el Perú sufre de desnutrición crótiica". Segundo,
menos evidente resulta la "jerga incomprensible" de estos niños
hambrientos. Pero ¿"incomprensible" para quién? Para Tony y Lin-
da, por cierto, representantes oficiales del poder económico y poHtí-
co en Perú y el mundo. Por eHo, esta incomprensión no es ingenua
ni casual, porque repite sutilmente en la novela uno de los gestos
fiindacionales, al entender de Cornejo Polar {Escribir en el aire), de la
Hteratura peruana: el diálogo imposible de Cajamarca entre Atahual-
pa y el conquistador; reeditado ahora en la incomutiicación entre los
habitantes del Perú. Esto significa que el Otro (los niños, las ratas),
también peruano, es paradójicamente constítuido como un sujeto
extraño, como un ser que habla en un dialecto ininteHgible, un
murmullo barbárico; enunciación que no hace más que legitímarse a
sí misma en la posición dotninante desde la que enuncia. Con todo

" Fuente: ONU, http://www.onu.org.pe/Upload/Documentos/


PMA_Infografia_desnutricion.pdf.
250 LUCERO DE VIVANCO

esto parece que la novela estuviera queriendo describir una tempo-


raHdad circular viciosa, además de históricamente densa: un apoca-
Hpsis que se expresa como el fracaso de un sistema que prolonga el
mundo colonial, consumando de paso la derrota del Estado-
nacional, pero que intenta reinstaurar, mutatis mutandis, el mismo or-
den que busca suplantar.
En este punto, sería interesante Hevar la reflexión a la supresión
general de los estados-nacionales descrita en la novela. Benedict
Anderson, en Comunidades imaginadas, ha informado sobre cuáles son
las raíces culturales que anteceden a la construcción imaginaria de
los "nacionaHsmos" y a la instauración de las "naciones" modernas.
Según Anderson, antes del proceso de modernización de occidente,
es decir, antes de que el concepto de estado-nación fuera imaginado,
eran la "comunidad reHgiosa", el "reino dinástíco" y una específica
"concepción del tíempo" que hacía indistínguible la cosmología de
la historía los tres grandes püares sobre los que se asentaban las so-
ciedades. Estos daban sentído a la contingencia del ser humano y a
su naturaleza finita, ordenaban el mundo jerárquicamente bajo la
dispensa de una legitímidad divina y justíficaban el devenir en con-
formidad con un plan trascendente. "La mera posibiHdad de imagi-
nar a la nación sólo surgió en la historia cuando [estas] tres concep-
ciones culturales fundamentales, todas eHas muy antíguas, perdieron
su control axiomátíco sobre las mentes de los hombres" (61). Cu-
riosamente, son estos tres elementos los mismos que conforman el
tejido narratívo de la novela. De acuerdo con la argumentación de
Anderson, habría que cuestíonar, entonces, si lo que está sucedien-
do en Mañana, las ratas es efectívamente la aboliáón de los estados-
nacionales o si, más bien, el mundo representado se encuentra antes
o al margen de la conformación de los mismos. La pregunta surge no
sólo en la medida en que es la comunidad reHgiosa (los Cat-Ox ma-
nipulando a las ratas) y el reino dinástíco (el Directorío, linda Ydn^
quienes se disputan el control de la región al estüo de las viejas que-
reHas mesiánicas entre Papa y Emperador, sino fundamentalmente,
porque la novela admite una lectura en la que se expresa la imposi-
biHdad de instalar la nación como tal o, incluso, su fracaso. En otras
palabras, como ya se ha evidenciado a lo largo de estas páginas, el
texto de Adolph presenta una situación en la que se actuaHzan las
coordenadas hegemónicas de un poder colonial remanente y en la
que los intentos críoHos por imaginar la comunidad nacional en
APOCALIPSIS (POST-BICENTENARIO) EN LA CIUDAD DE LIMA 251

términos ampüamente representatívos, según lo plantea Anderson,


han redundado en discursos y práctícas súbalternizadoras, autorita-
rias y racistas.
Sea cual sea la manera de interpretar el modo en que la novela ha
expuesto la relación entre los antecedentes y fundamentos del esta-
do-nación, por un lado, y el discurso de la historía y la modernidad,
por el otro, es necesarío subrayar dos cosas antes de terminar. Pri-
mero, la utíüzación, por parte de Adolph, no de uno ni de dos, sino
de tres códigos distíntos para construir su narración: el apocaüpsis,
la distopía y la ciencia ficción. Estos tres códigos coinciden, como
se ha visto, en su función de crítíca social y su simultaneidad es sig-
no de la determinación del autor para plantear sus cuestíonamientos
a la reaüdad peruana. Segundo, la omisión del 28 de juüo de 1821 en
la trama narratíva. La ausencia de la fecha en la que se declara la in-
dependencia con respecto al imperio español, no es sólo una mane-
ra directa de establecer la persistencia del discurso y la práctíca im-
perial en el Perú, sino que es también una forma de dejar por senta-
do el fracaso del proyecto nacional que nació ese mismo día y que,
al no traer aparejadas las transformaciones sociales y económicas
que le habrían correspondido, propició el apocaüpsis que se desa-
rrolla en la ficción y, en algún sentído, la violencia que impera en el
Perú del que sale este relato. Una décima popular en el periodo in-
mediato a la independencia satírízaba al respecto:

Cuando de España las trabas


en Ayacucho rompimos,
otra cosa más no hiámos
que cambiar mocos por babai"^

No obstante el apocaüpsis y la distopía en esta novela, es proba-


ble que Adolph haya querido esconder en el título de la misma una
mirada "positíva" para el Perú, anunciando que el mañana será para
las ratas (o, menos despectívamente, para las masas), sugiriendo una
manera "heterogénea" de figurar la nación, como lo diría Partha
Chatterjee. En este sentído, la novela de Adolph se sumaría a los
fundamentales aportes de este crítíco para cuestíonar los discursos

K José Joaquín de Lardva (cit. en Antonio Cornejo Polar, Literatura peruana


139).
252 LUCERO DE VIVANCO

eurocentrados sobre la modernidad y la constítución de los Estados


nacionales en lugares donde todavía opera una dinámica colonial.
Dentro de esta Hnea, Chartterjee interpela la idea de comunidad i-
maginada planteada por Anderson, argumentando que los países pe-
riféricos no construyeron el Estado en función de valores universa-
les sino, más bien, en función de la diferencia o de sus partícularida-
des históricas. Tal vez, entonces, las ruinas del Estado-nación repre-
sentadas en esta ciencia ficción, estén objetando la conciencia poco
descolonizada con la que fue imaginada la comunidad en el Perú.
Han pasado algunos años desde la pubHcación de esta novela -¡y
muchísimos más desde la fundación española de Lima!- y levantar
un estado nacional sin exclusiones ni coloniaHsmos sigue siendo una
tarea pendiente en el Perú. Sin embargo, aún falta otra cantídad de
años para arribar al 2021 en el que se conmemora el Bicentenario de
la Independencia y al 2034 antícipado en la ficción. El Estado pe-
ruano y las éHtes poHtícas todavía están a tíempo, por lo tanto, de
demostrar que Adolph se "equivocó" en esta profecía apocaHptíca
hecha ciencia ficción. Con certeza, el autor hubiera estado feHz con
la sola posibüidad de tener que reconocer su "error".

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