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EB CT | eT Me Le Ty Code Se ee age (oF cue biota eae oe LeeLee que le mantengamos informado de nuestras Bublicaciones, solo tiene que remitimos su nombre y direc: Pun. indicando qué temas le interesan, y gustosamente ° ‘complaceremos su peticion. Ediciones Robinbook informacién bibliogréfica apdo. $4085 - 08080 Barcelona ‘e-mail: info@robinbook.com wo.robinbook. com © 2000, Ediciones Robinbook, s. ‘Apdo. 94085 - 08080 Barcelona, Dieto cubierta: Regina Richling. Fotografia: Regina Richling. ISBN: $4-7927-470-0. Depésito legal: B-4.430-2000. Impreso por Limpergraf, Mogods. 29-31 (Can Salvatells), 08210 Barbera det Valles, Quetan rigurosamente profibidas, sin ls autorizacinescrita de los tiulares del Copyright {Bajo ins sancionesestablecidas en las leyes, la reproducci6n total o parcial de esta obra por ‘cualquier medio o procedimicnto, dos la reprografiayel tratamiento informt- 0, J la distibucion de ejemplares de Ja misma mediante alquler 0 préstamo pablicos, Impreso en Espafia- Printed in Spain Introduccion on suavidad, muy lentamente, como abriéndose pasc, temerosa en el recorrido, pero segura de Hegar a destino, una diminuta, casi imperceptible luz avanza sin cesar a través de nuestras neuronas. Crece, poco a poco, agrandando su brillo, mejorando sus matices que todavia no tienen las caracterfaticas que le darén nombre. Mientras, los ojos se han entomado suavemente, como dejéndose llevar. Perdiendo su mira- da hacia un horizonte no tan lejano en lo fisico, pero infinito en el recuerdo. La luz sigue. Ahora se expande y lo hace sin miedo, cada vez con més fuerza, Iegando, asentando, posicionando colores, matices y gamas. Fuera, el rostro esboza una sonrisa en la cabeza reclinada que se apoya con deleite a cada nuevo respirar, a cada nuevo impulso, a cada nueva fragancia. El cuerpo se estremece y un escalofifo, punzante y etemo, reco- rre todo el tronco, penetrando en cada recodo a ritmo de tambores invisibles, percusi6n de un sentido olvidado que se recupera en un continente abandonado por momentos pero plagado de recuerdos. Una nueva inhalacién y de nuevo, pletérica y exultante de vida, la luz, cual crisélida metamorfoseada con el poder que da la esperan- za, es ya un arco iris. Nos abandonamos y volvemos a respirar. Saboreamos la inhalacién con el alma porque el corazén estd demasiado ocupado sintiendo y la mente muy atareada para orde- nar los paisajes que se interponen unos con otros. El cuerpo se relaja embebiéndose del momento, caético y perfecto a la vez. Y de nuevo, porque sentimos que falta el aire, volvemos a respirar el aroma, la esencia, el perfume, en definitiva, la vida. Nacemos y al llegar al mundo un primer golpe de aire inundard Jos pulmones. Quizé percibamos un ahogo, las cosas han cambiado y debemos aprender a vivir de otra manera diferente de dentro del microcosmos que es la madre. Con ese primer aliento legarén aro- mas y, con ellos, las primeras texturas, sabores y tal vez impactos mentales que se grabarén en nuestra mente. Simplemente por haber respirado, tan sélo porque un aroma nos invade sin pedir permiso. Al paso de los dfas, el aroma del pecho de nuestra madre, sus manos, su cabello y tal vez el perfume de su cuerpo junto al nues- tro, protegiéndonos en la inconsciencia de no saber dénde estamos, formarén un cédigo indivisible que nos permitiré crear datos, todavia incomprensibles. Referentes que nos desvelarén cuél es el perfume de un beso, de una caricia, del amor, de la proteccién yla vida. Con el tiempo, nos daremos cuenta de que el mal humor y las reprimendas también tienen un aroma especial. Al paso-de los afios, almacenaremos a cada nueva vivencia, encuentro, presenta- cién, acierto o disgusto, més fragarcias. Conoceremos el olor del miedo, de la incomprensién, de la seledad; registraremos la paz, la suerte y el éxito, pero nunca, o muy dificilmente, olvidaremos el efluvio de un primer beso, el olor de la magia de una noche de Ilu- via en que vivimos el amor, o el aula de aquella escucla a la que fuimos sin comprender y én la que entramos por primera vez. Elser humano de hoy parece haber olvidado que tiene muchos més sentidos al margen del puramente visual, imperante sin lugar a dudas, en un mundo multimedia como el nuestro. Los sentidos y percepciones de antafio parecen dejar de ser importantes, como quedando relegados a un segundo plano de existencia. Cada vez més, el tacto se pereibe por la suavidad del teclado del portétil; el ofdo, por la claridad que manifiesta el mévil en espa- cios cerrados; la vista, por la nitide: de los televisores digitales de plasma; el gusto, por la perfeccién con que se puede imitar un caldo casero a través de un preparado en polvo, y el aroma queda limita- do a los perfumes de moda. Sin embargo, cuando no tenemos pri- sas y nos podemos permitir el lujo de respirar con profundidad, de «oler», nos damos cuenta de que el dia ha amanecido himedo y que por la noche los érboles huelen diferente. Cuando dejamos a un lado la mecénica, en este caso olfativa, tomamos conciencia de que hay algo mfs que los olores que egan hasta nuestras fosas nasales, invadidas por microclimas cada vez més artificiales. En ese momento, percibimos que hay més matices que el puro «tufor de un metro er. hora punta, la «peste» de un tGnel transitado a golpes de embotellamientos 0 el «golpe» de olor a tabaco que arremete contra nuestra persona al entrar en la casa de un fumador, incluso aunque sea la propia. Hoy que los aromas parecen estar relegados a la pura mecénica estructural de los laboratorios quimicos, encargados de fabricar la fragancia de moda, nos damos cuenta de que el perfume sigue estando vivo. Pero cuidado, ello no es algo nuevo, s6lo se trata de recordar y damos cuenta de que, desde siempre, los olores han

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