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Museo Nacional de San Carlos

El edificio fue ordenado construir por María Josefa Rodríguez de Pinillos y Gómez de
Bárcena, segunda marquesa de Selva Nevada, con el fin de entregarlo como
patrimonio a su hijo José Gutiérrez del Rivero y Pinillos y Gómez acompañado del
título nobiliario de Conde de Buenavista. La proyección del edificio se atribuye al
arquitecto Manuel Tolsá y su construcción se realizó entre 1798 y 1805. Dicha
atribución se debe a que el edificio guarda semejanzas con ciertos rasgos
arquitectónicos como el Palacio de Minería y el Palacio del Marqués del Apartado, que
el arquitecto valenciano construyó en esos mismos años en la Ciudad de México, así
como una fuerte influencia de la arquitectura barroca italiana.

En el siglo XX fue sede de las oficinas de la Tabacalera Mexicana, de la Lotería


Nacional y de la Escuela Nacional Preparatoria N° 4. Hasta que en 1968, el Instituto
Nacional de Bellas Artes lo destinó para albergar la colección de arte europeo. En el
terreno (relingo) que quedó disponible entre la calle Manuel Ramos Arizpe, Puente de
Alvarado y el palacio mismo, el arquitecto José Luis Benlliure construyó un edificio con
auditorio, oficinas y una biblioteca.

La colección tiene su origen en la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San
Carlos de la Nueva España a fines del siglo XVIII. Personajes como Jerónimo
Antonio Gil, Fernando Mangino y Martín de Mayorga realizaron gestiones ante la
autoridad virreinal para que fuera fundada una escuela de grabado. El 4 de
noviembre de 1781 fueron dadas las primeras clases de la nueva academia. Para
la labor académica de la pintura y la escultura, eran utilizados modelos de
diversas obras tanto de la antigüedad griega y romana como de obras maestras
del arte europeo. Las autoridades de la nueva institución y algunos profesores de
la misma iniciaron la conformación del acervo, que en 1786 tenía 124 piezas
provenientes principalmente de donaciones particulares y centros religiosos
clausurados. Asimismo, se integraron al acervo sancarlino libros, estampas,
esculturas y dibujos, debido al espíritu de la Ilustración que ya había permeado en
territorio americano. Es posible hallar dentro de los acervos de principios del siglo
XIX a autores como Gérard Seghers, Juan Carreño de Miranda, David Teniers,
José de Ribera y Pedro de Campaña.

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