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Texto
NVI – 30 Con cánticos alabaré el nombre de Dios; con acción de gracias lo exaltaré.
31
Esa ofrenda agradará más al Señor que la de un toro o un novillo con sus cuernos y
pezuñas. 32 Los pobres verán esto y se alegrarán; ¡reanímense ustedes, los que buscan
a Dios!
Introducción
Cuanto gozo hay al venir a una actividad que se ha destinado para expresar gratitud a
nuestro Dios. Este es el corazón que él espera de nosotros, un corazón agradecido por
todas sus bondades hacia nosotros.
Desarrollo
La palabra aquí traducida como “exaltaré” proviene del hebreo gadal cuyo
significado es: engrandecer, enaltecer, magnificar.
Magnificar se puede usar en dos sentidos:
o Hacer que una cosa parezca más grande de lo que es. Tal es el caso del
uso de una lupa o de un microscopio.
o Hacer que algo que se ve pequeño sea tan grande como en realidad es.
Tal es el caso del telescopio, el cual nos ha permitido tener una mejor
comprensión del glorioso universo que Dios ha creado.
o Podríamos afirmar que hay una magnificación de microscopio y una
magnificación de telescopio.
Cuando David afirma “Magnificaré al Señor con acción de gracias”, no está
diciendo que hará a Dios parecer más grande de lo que Él es. Lo que David está
diciendo es: “Haré que Dios comience a lucir tan grande como Él es en realidad”.
Los creyentes no somos llamados a ser un microscopio para los demás, sino más
bien un telescopio que refleje la grandeza de Dios.
Su vida cristiana puede resumirse en esto: sentir, pensar y actuar de tal
manera que usted demuestre la verdadera grandeza de su Dios.
La grandeza de Dios debería ser clara para todo el mundo y debería provocar
nuestra gratitud:
o Romanos 1:20-21 - Porque desde la creación del mundo, sus atributos
invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda
claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no
tienen excusa. 21 Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a
Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus
razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido.
Sin embargo, a causa de nuestro pecado, nuestros corazones se han vuelto
insensibles. Los seres humanos están ciegos a la grandeza de Dios, cuando esta
es nuestra realidad debemos rogar a Dios que nos permita ver su grandeza.
Aun cuando hemos contemplado su grandeza nuestros corazones pecaminosos
nos dirigen a olvidarla, por eso el mismo David decía:
o Salmo 103:1-2 - Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su
santo nombre. 2 Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de
sus beneficios.
No se olvide de las grandes cosas que Dios ha hecho en su vida, mejor tome la
actitud de Asaf:
o Salmo 77:11 – Me acordaré de las obras del Señor; ciertamente me
acordaré de tus maravillas antiguas.
Somos llamados a ser telescopios, personas que hacen que Dios se vea tan
grande como Él en realidad es. Por lo tanto nuestra primera tarea es poder
contemplar su grandeza, y recordarla a diario en nuestras vidas.
La razón más grande para estarle agradecido es sin duda el sacrificio de Jesucristo en
la cruz del calvario, por medio de él podemos alcanzar nuestra eterna salvación.