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LA PASIÓN DE CRISTO

Versión de: Alexander Castellano


Sobre el texto de: Gloria TV.

Personajes Personajes Elenco


Jesús Voz Off Jesús Laguna José
Juan
Herodes Olivares Jesús
Pedro Montañez María
Verónica Sánchez Roxana
Judas Simón Villegas Emily
Voz Off Ángel Malo
Voz Off Ángel Bueno
Malco
Soldado 1
Anás González Nakary
Mujer 1 Abreu Barbara
Hombre 1 Mal Ladrón Manzanilla Dilia
Hombre 2 Buen Ladrón
Nicodemus
Caifás Rojas Estefanía
Pilato Salas Johan
María Quintero Norelbis
Ma. Magdalena Cerrada Francis
Madre de Santiago Barrabás Molina Raiza

Parte I
Jueves Santo
La Última Cena
JESÚS: En verdad os digo que uno de vosotros me ha de entregar.
JUAN: Maestro, ¿seré yo por desgracia ese miserable que tú dices?
JESÚS: Tú, no eres.
PEDRO: ¿Soy yo acaso? ¿Acaso me cabe a mí esta desgracia? ¿Seré yo ese infame?
JESÚS: El que mete conmigo la mano en el plato ese es el que me entregará. (Pausa) El hijo
del hombre ha de ser entregado, como está escrito; pero hay de aquel por quien seré
entregado; ¡más le valiera no haber nacido!
JUDAS: ¿Soy yo por ventura, Maestro?
JESÚS: Tú lo has dicho, judas tú eres.
JUDAS: ¡Soy un miserable! ¡Soy un miserable! ¡Soy un miserable!
JESÚS: Tomad y comed esto es mi cuerpo. (Pausa) Tomad y bebed todos de él porque esta
es mi sangre del nuevo testamento que será derramada para el perdón de los pecados.
JESÚS: Amado Pedro, voy a lavarte los pies.
PEDRO: ¿Qué tú me vas a lavar los pies, maestro…?
JESÚS: Cuando el espíritu Santo, mande la luz de la inteligencia sabrás porque hago esto.
El que no me obedezca será excluido del número de mis ovejas. (Pausa) Amados míos, lo
que yo he hecho con vosotros debéis hacerlo con vuestros hermanos para ganar el reino de
los cielos. Hijos míos, aun permaneceré algunas horas con vosotros; mas luego me
buscareis y no me encontrareis, porque donde yo voy vosotros no podéis venir. Un
mandamiento nuevo os doy no lo olvidéis nunca: amaos los unos a los otros como yo os he
amado. Tratad a los demás hombres como queréis que ellos os traten, sed siempre
hermanos todos.
PEDRO: Señor, has dicho que donde tú vas no puedo seguirte. ¿Por qué no puedo seguirte
yo? Mi vida es tuya, dispón de ella, no creas que temo al peligro. ¿Qué mayor gloria que
morir por ti?
JESÚS: ¿Qué tu vida darás por mí? En verdad te digo que no cantará el gallo esta noche sin
que me hayas negado tres veces. La paz os dejo y la paz os doy. No se turbe nuestro
corazón ni se acobardéis. Todos vosotros amados discípulos míos, padeceréis mucho esta
noche por mí porque está escrito: Heriré al pastor las ovejas mi muerte está cercana pero
cuando resucite os ensenaré el camino. (Pausa corta) Vamos, la hora se aproxima…
Parte II
Jesús, Ora en el Huerto de los Olivos (Getsemaní)
JESÚS: Simón, Bartolomé, Tadeo, Felipe, tomas, Andrés, mateo y Santiago el menor;
quedaos aquí en este cercado: yo voy a orar allí. Velad y orad a fin de no caer en tentación, y
vosotros, Pedro, Santiago y Juan seguidme. (Pausa) Vosotros que habéis seguido por todas
partes, vosotros solo podéis ver mi debilidad sin dudar. Esperadme aquí en estos olivos, los
más viejos del monte, os servirán esta noche de tienda.
APÓSTOLES: Pues que, ¿nos dejas señor?
JESÚS: Yo voy allí.
VOZ OFF ANGEL MALO: Hijo de los hombres, escuchen la voz del que tiene la llave de la
eternidad; oíd la palabra de aquel que enfrenta la furia de los mares y torna en céfiro blando
el devastador aliento del huracán; escuchad el acento del que da la luz el sol fruto de los
campos, aroma a las flores; oíd la palabra del ser infinito que presta llamas al infierno y poder
a la muerte, y si existe bajo la azul inmensidad una criatura que quiera morir por el género
humano, si hay un hombre que se atreva a soportar la muerte más dolorosa que sufrió ser
alguno desde el justo Abel hasta el presente, si hay una criatura que quiera aparecer ante la
presencia de Dios, que corresponda, el eterno lo espera.
JESÚS: Señor, mi cuerpo se halla dispuesto al sacrificio perezca mi carne en pedazos, si mi
dolorosa muerte ha de salvar al género humano. (Pausa larga) Cúmplase lo que de arriba
emana: estoy dispuesto.
VOZ OFF ÁNGEL MALO: Aquí estamos, por segunda vez venimos a ofrecerte nuestra
protección: tu hora se aproxima ¿estas resuelto a morir por salvar las iniquidades del género
humano?
JESÚS: Sí, mi sangre lavará el pecado nefando de la humanidad y su cruz será la llave de la
redención.
VOZ OFF ANGEL MALO: ¿Vas a echar sobre tus hombros el crimen de Caín?
JESÚS: Si, cargaré con todos los crímenes de la humanidad.
VOZ OFF ÁNGEL MALO: Escucha pues la sangrienta historia de esa raza que quieres
salvar con tu sangre inocente y dime después si es digna de tan heroico sacrificio. Crucemos
sin detenernos por un inmenso mar de sangre que cubren las gigantescas olas del diluvio
universal y toda la historia está llena de crímenes, tentaciones, homicidios, robos, adulterios,
guerras y odios. La sangre de los hombres ha ensuciado todos los lugares de la tierra con la
tuya ¡oh Jesús! Manchará en breve la cumbre del Gólgota y, ¿por esa raza de incestuosos,
de fratricidas, de verdugos y designios vas a sacrificarte?
JESÚS: ¡Dios mío, cúmplase tu voluntad señor! Hágase como deseas!
VOZ OFF ÁNGEL MALO: ¿Y no desprecias a esa raza?
VOZ OFF ÁNGEL BUENO: Jerusalén, Jerusalén, prepárate a presenciar la muerte del justo.
Su dolor será inmenso, su agonía dolorosa, su muerte cruel, pero su sangre purificará el
género humano. (Pausa) Tu dolor sublime, tu sangre dará la paz al universo. ¡Gloria a Jesús
en la tierra! ¡Gloria al señor en los cielos!
Parte II
El Prendimiento
JESÚS: ¡Levantaos! Ya viene el que me ha de entregar.
MALCO: ¿Qué sucede?
JUDAS: Allí veo al hombre a quien buscamos, desatadme, para que pueda acercadme a él.
MALCO: Pero allí veo a dos hombres ¿Quién de ellos es?
JUDAS: Aquel quien yo de un beso en la mejilla ese es, aprendedle. (Pausa) Dios te guarde
maestro.
JESÚS: Amigo, ¿a qué has venido? (Pausa) Judas, ¿con beso entregas al hijo del hombre?
¿A quién buscáis?
MALCO: A Jesús el nazareno.
JESÚS: Yo soy. (Pausa) Os he dicho que yo soy, si me buscan a mí, dejad a estos. (Pausa
larga) Pedro, vuelve tu espada a la vaina, el cáliz que me ha dado mi Padre acaso no lo he
de beber, además recuerda que el que a hierro mata a hierro muere.
PEDRO: ¡Maestro!
JESÚS: Pedro, si yo rogase a mi padre, al momento me enviará más de doce legiones de
ángeles. Pero todo esto sucede, para que se cumpla lo que escribieron de mí los profetas.
(Pausa corta) Levántate. Como a un ladrón habéis venido a aprehenderme con espadas y
con palos, y cuando estaba con vosotros ensenando en el templo, no me aprehendías. Mas
es preciso que se cumplan las escrituras.
PEDRO: Nada podemos hacer, huyamos antes de que nos sujeten a nosotros también.
SOLDADO 1: Mirad, se escapan los discípulos.
JESÚS: Dejadlos ir. Ya os he dicho, si me buscáis a mí, dejad marchar a esos. Esos no os
interesan.
Parte III
Viernes Santo
El Juicio
ANÁS: Ya lo han traído, que lo pongan delante de mí, quiero preguntar a ese Galileo todo
cuanto creo conveniente. (Pausa) ¿Eres tú, Jesús de Nazaret?
JESÚS: ¿Por qué me preguntas a mí? Preguntad a los que me han oído lo que yo les he
ensené, ellos saben bien lo que yo les he dicho. (Pausa) Si hable mal muéstrame en qué,
pero si solo he hablado bien dime ¿Por qué me pegas?
ANÁS: ¡Llevadle, llevadle a casa de Caifás! Allí está reunido el tribunal, allí esperan los
testigos que le acusan. Yo no quiero ver ante mi presencia a ese miserable.
SOLDADO 1: Vamos falso profeta, y cuidado con la lengua en presencia del pontífice, si no
quieres que mi mano acaricie tu mejilla por segunda vez. (Pausa) Ya tiene cetro; vamos a
que el pontífice le ponga la corona.
MUJER 1: ¿No eres tú, de los discípulos de Jesús de Nazaret?
PEDRO: No soy, no conozco a ese hombre.
HOMBRE 1: ¿No eres tú también de los discípulos del Galileo?
PEDRO: No, no lo soy, yo no le conozco.
HOMBRE 2: Tú pareces de los discípulos del Nazareno, yo recuerdo haberte visto en el
huerto. Además, tu manera de hablar da a conocer que eres galileo.
PEDRO: Juro que no soy discípulo de ese hombre. Ni siquiera le conozco.
VOZ OFF JESÚS: En verdad te digo que no cantará el gallo esta noche sin que me hayas
negado tres veces.
PEDRO: Te he negado, maestro, he sido un cobarde, yo quería dar mi vida por ti.
Perdonadme, perdonadme, perdonadme.
NICODEMUS: Aquí va a cometerse una infamia, y no estoy dispuesto a permitirlo.
CAIFÁS: Acercadme a ese embaucador. (Pausa) Vosotros, testigos, hablen, ¿Qué saben de
este embaucador?
NICODEMUS: Caifás, nos des crédito a lo que esos hombres digan, piensa que Jesús, en
vez de ser un falso profeta, puede ser un enviado de nuestro Dios, un elegido del Santo de
los Santos.
CAIFÁS: Nada bueno saldrá de Galilea, han dicho las escrituras, y Jesús es Galileo.
NICODEMUS: Sí, pero Jesús ha nacido en Belén, y la escritura dice: saldrá un profeta de la
raza de David y de la ciudad de David...
CAIFÁS; ¿Eres tu defensor de este hombre?
NICODEMUS: Soy fariseo, respeto la ley. Si Jesús es culpable medidle con la misma medida
que a los demás hombres. La ley debe ser recta como la torre de David. Firme como las
rocas del Sinaí.
PUEBLO: Que hable, que se defienda… (Pausa larga)
CAIFÁS: ¿Eres tú el hijo de Dios bendito?
JESÚS: Yo soy. Y en verdad te digo que un día verás al hijo del hombre sentado a la diestra
del poder de Dios y lo verán venir desde las nubes del cielo.
CAIFÁS: ¡Ha blasfemado!, ¡ha blasfemado! Tenían razón, para que necesitamos testigos,
ustedes han escuchado la blasfemia, ¿Qué os parece?
PUEBLO: ¡Es reo de muerte! ¡Es reo de muerte!
CAIFÁS: Llévenlo a la presencia de Pilato que él le condene, yo no debo mancharme con su
pecado.
PUEBLO: ¡Impostor! ¡Embaucador! ¡Muerte!, ¡Impío!, ¡Muerte!, ¡Muerte!
CAIFÁS: Creo que todos estamos conformes con ellos: Jesús de Nazaret, merece la muerte.
PUEBLO: Sí, sí, ¡que muera!, ¡que muera!...
CAIFÁS: Todo está listo. Utilizaremos al pueblo para obligar a Pilato a dar la sentencia de
muerte.
JUDAS: No, no, noooo… vosotros sois unos miserables, sí, unos miserables. Pequé
entregando sangre inocente.
CAIFÁS: ¿Qué nos importa a nosotros? Allá tú. Nosotros cumplimos religiosamente el
contrato que hicimos contigo.
JUDAS: ¡Miserables! Por treinta monedas habéis comprado al maestro y lo habéis
condenado a muerte. ¿Por qué? ¿Porque os molestaban sus palabras o porque
desenmascaraba su verdad?
ANÁS: Por treinta monedas tú vendiste a tú maestro. Nadie te obligó a entregarlo. Tú mismo
pediste una recompensa por tu traición y te la dimos.
CAIFÁS: Si estás arrepentido, nosotros hemos cumplido lo que manda la ley de Moisés.
JUDAS: ¿Qué habéis cumplido la ley de Moisés? …pues sabed que ese hombre es el hijo
de Dios y su sangre caerá sobre vosotros y sobre mí.
CAIFÁS: Márchate si no quieres correr tú también la misma suerte de tú maestro.
JUDAS: Ahí tenéis vuestro sucio dinero. ¡No lo quiero! Es el precio de una sangre inocente,
que él sea vuestra condenación.
CAIFÁS: Sobre ti, caiga la maldición del cielo. Traidor.
ANÁS: Traidor.
JUDAS: ¡Ay de mí!, siento que el cielo y la tierra se desploman sobre mí y todo su peso me
oprimen. ¡Ah!, ¿qué es eso? ¿Qué oigo? No, no, déjenme, déjenme, no, no…
PUEBLO: ¿Dónde está el gobernador? ¡Justicia, queremos justicia! ¡Que salga el
gobernador! ¡Que se asome Poncio Pilato!
CAIFÁS: Que salga el pretor Poncio Pilato, queremos hablar con él.
ANÁS: Que salga, queremos justicia.
PUEBLO: ¿Dónde está el gobernador? ¡Justicia, queremos justicia! Que salga el
gobernador! ¡Que se asome Poncio Pilato!
PILATO: Pueblo que vienes a interrumpir el dulce sueño de la mañana a tu juez, ¿Qué
quieres?
PUEBLO: ¡Justicia! ¡Justicia! ¡La cruz para Jesús de Nazaret!
PILATO: ¿De qué delito acusáis a este hombre?
ANÁS: Juez romano, el pueblo pide justicia y la espera de ti, porque solo tú tienes derecho
de vida y muerte sobre los súbditos del ilustre Tiberio. Este hombre dice que es el Rey de
Judá, hijo de Dios y que sé yo cuantos sacrilegios más, que no son decorosos recordar. El
cura endemoniados, levanta a los muertos, cura en sábado las dolencias del prójimo. Esto
como vez merece la muerte, y eso espera de ti el pueblo que llena la plaza.
PILATO: Si Jesús no ha cometido más crímenes que los que acaban de relatar, yo, que
represento a Roma, no le hallo culpa suficiente para castigarle.
ANÁS: Es un malhechor, un conspirador, un blasfemo, si no fuera un criminal no te lo
hubiéramos traído.
PILATO: Si ese hombre pecó contra vuestra ley, juzgadle vosotros ¿Qué tiene que ver Roma
con vuestras cuestiones religiosas?
CAIFAS: Pilato, con lo que se ha dicho aquí son motivos suficientes para sentenciar a Jesús.
Recuerda que Tiberio ha declarado reos de muerte en cruz afrentosa a todos los hechiceros
y este hombre cura endemoniados y hace otros miles de sortilegios. ¿No falta a lo que tú
señor prescribe?
PILATO: Acercadme a este hombre. (Pausa) ¿Eres tu rey de los judíos?
JESÚS: ¿Dices eso por ti mismo o te lo ha dicho otro de mí?
PILATO: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación y los pontífices te han puesto en mis manos. ¿Qué
has hecho para que deseen tu muerte con tan tenaz empeño?
JESÚS: Mi reino no es de este mundo: no debe pues, inspirar recelo a tu señor, si de este
mundo fuera, mis ministros pelearían para que no fuera entregado a los judíos.
PILATO: ¿Eres tu rey?
JESÚS: Tú dices que lo soy, yo para eso nací: más vengo a reinar en el corazón de los
justos, a transmitirles la luz divina de la gracia y de la verdad. Todo aquel que ame la verdad,
que escuche mi voz.
PILATO: ¿Pero? ¿Qué verdad es esa de la que me hablas? (Pausa larga) Ningún delito
encuentro en este hombre.
CAIFÁS: Medita lo que dices, Jesús ha ejercido en Galilea toda clase de sacrilegios.
PILATO: ¿Es galileo Jesús?
CAIFÁS: Si, de Nazaret.
PILATO: Pues entonces llevadle a Herodes, tetrarca de Galilea; que le juzgue él, decídselo
de mi parte.
CAIFÁS: Vamos donde Herodes.
HERODES: No podéis pensaros respetables sacerdotes, lo que os agradezco el que me
presentáis a este hombre; hace tiempo que la fama de sus milagros resuena en mis oídos y
deseo vivamente ver por mis propios ojos uno de esos prodigios que trae alborotados a los
sencillos habitantes. Acércate, profeta y no temas, y puesto de los prodigios están en tus
manos, muéstrame tus habilidades. Confunde mi poca fe. Vamos haz un milagro. (Pausa
larga) ¿No quieres complacer a tú rey? ¿O es falso lo que dicen de ti? (Pausa) ¿Olvidas que
soy el tetrarca de Galilea… y que tu silencio puede costarte caro? La muerte…. (Pausa)
¡Miserable! Desprecias mis amenazas, ¿estás loco? Haz un prodigio o de lo contrario, el rigor
de mi cólera caerá sobre tu cabeza. Recuerda que tus doctrinas molestan igual que las que
predicaba Juan el Bautista. Te convendría saber cómo terminó. Fue la única manera que nos
dejara vivir tranquilo. (Pausa larga) Entonces, ¿no me vas a complacer? ¿O es que solo
haces tus milagros para la gente vulgar del pueblo? (Pausa) Yo quería ver tus maravillas,
aplaudirte y aclamarte (Pausa corta) no comprendo que pasa.
CAIFÁS: Es un impostor.
ANÁS: Es un falso profeta.
CAIFÁS: Se proclama rey.
HERODES: Tratémosle entonces, como un rey. Pongámosle una vestidura espléndida y que
reciba los honores que le corresponden. (Pausa larga) Ahora, llevadlo a Pilato, que es el
gobernador de Judea, a él corresponde juzgar a este hombre, ya que pertenece a su
jurisdicción. Tú dile a Pilato que yo no encuentro crimen en este hombre y que de ahora en
adelante Pilato puede contar conmigo como un amigo.
PUEBLO: ¡Pilato! ¡Que salga el gobernador! ¡Que sentencie al galileo, la cruz para el
nazareno! ¡Justicia, la cruz para el nazareno! Sí, la cruz, la cruz…
PILATO: ¡Israelitas! De nuevo aquí ¿Qué queréis de mí?
PUEBLO: ¡La muerte, la cruz para el nazareno, la cruz para ese hombre!
PILATO: Escuchad, pueblo. Me habéis presentado a ese hombre como pervertidor del
pueblo y ved que preguntado yo delante de vosotros y no hallé en el culpa alguna de
aquellas que le acusáis; os remití a Herodes y tampoco el tetrarca le cree culpable. Si nada
se ha probado que merezca la muerte, ¿por qué le queréis matar así?, haré que le azoten y
después le soltaré. Cayo: haz azotar al nazareno.
SOLDADO 1: Vas a probar mi fuerza. (Pausa larga)
MALCO: Dejadle ya.
SOLDADO 1: ¿De modo que eres rey? Pues aquí tienes tú corona.
Parte IV
1ª ESTACIÓN
Jesús condenado a muerte
PILATO: ¡Sacerdotes de Jerusalén! ¡Pueblo de Israel! Pongan atención a mis palabras.
Nuevamente les digo: Ustedes me han traído a este Jesús de Nazaret; lo acusan de
alborotar al pueblo. Sin embargo, yo no he encontrado ningún delito en él. Lo envíe al rey
Herodes; y el tampoco encontró ningún delito en él. Por consiguiente, lo azoté para castigar
lo que ustedes consideran un crimen y ustedes han presenciado el castigo, ahora me veo
obligado a dejarlo en libertad.
CAIFAS: ¡Te equivocas Pilato! Si tú lo dejas en libertad, no eres amigo de Cesar. Hace
algunos días, la gente, aquí en Jerusalén, acaba de proclamarlo Rey de los judíos. Y en el
imperio romano, no puede haber dos reyes; o el Cesar de Roma, o Jesús de Nazaret Rey de
los judíos. Y si te pones de parte de Jesús de Nazaret, estarás en contra del cesar de Roma;
y él te condenará como enemigo suyo.
PILATO: Entonces, ¿Qué quieren que haga con Jesús de Nazaret, rey de los judíos?
CAIFAS: Crucifícalo, yo Caifás con la autoridad que tengo, proclamo que no tenemos más
rey que el Cesar. ¡A Jesús crucifícalo!
PILATO: Repito que no he encontrado en él, delito alguno. Miren, les propongo lo siguiente:
es costumbre que en la fiesta de la pascua se deje en libertad a un prisionero. Tenemos a un
hombre llamado Barrabas que fue hecho prisionero, por ser asaltante en los caminos.
Escojan ustedes; ¿a quién quieren que deje en libertad, a Barrabás o Jesús de Nazaret?
PUEBLO: Deja libre a Barrabas, ¡condena a muerte a Jesús de Nazaret!
PILATO: Repito que no he encontrado ningún delito en Jesús de Nazaret.
PUEBLO: Crucifícalo, ¡que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!
PILATOS: Soltad a Barrabás.
BARRABÁS: Soy libre, soy libre.
PUEBLO: Ahora crucifica a Jesús. Queremos que muera.
PILATO: Yo no me hago responsable de la muerte de este hombre. Allá ustedes. ¡Ustedes
responderán por la sangre derramada de Jesús de Nazaret! (Pausa larga) Que sea
crucificado. Podéis llevarlo y ejecutarlo.
MALCO: Jesús de Nazaret ha sido condenado a morir en la cruz. La sentencia debe
cumplirse de inmediato ¡pongámonos en marcha!
SOLDADO 1: Conforme a la ley romana, el condenado a morir en la cruz, debe cargar con
su cruz, ¡aquí está tu cruz Jesús de Nazaret! ¡Cárgala sobre tus hombros!
ANÁS: Conforme a las leyes judías, debías morir apedreado, o arrojado desde lo alto del
templo, Jesús de Nazaret. Pero vas a morir conforme a las leyes romanas: morirás
crucificado. Es la ley romana y sus autoridades las que se manchen con tu sangre. En esta
forma, yo quedo limpio de tu sangre, Jesús de Nazaret, ¡carga tu cruz Jesús de Nazaret!
¡Carga tu cruz romana que me deja limpio de toda mancha!
SOLDADO 1: La sentencia de muerte se debe de cumplir ¡Adelante hacia el calvario!
3ª ESTACIÓN
Jesús cae por primera vez
NICODEMUS: ¡Miren ya se cayó! ¡Ya se desmayó! ¡Cuidado con la cruz: le va a caer encima
y lo va a aplastar! vamos a ayudarle, vamos a levantarlo. ¡Traigan agua, porque ya no puede
seguir caminando!
ANÁS: ¡Alto ahí! ¡Que nadie se acerque, que nadie lo toque! Jesús de Nazaret está
manchado de pecado; esta impuro; y aquella persona que lo toque quedará manchado con el
pecado de este hombre.
SOLDADO 1: El reo ya está en condiciones de seguir adelante. La sentencia de muerte se
debe cumplir. ¡Adelante hacia el calvario!
4ª ESTACIÓN
Jesús encuentra a su Madre
MARÍA: ¡Jesús de Nazareth, Jesús Hijo mío: Yo soy tu madre! ¿Me oyes? Soy tu madre. Mis
ojos ya no tienen lágrimas para llorar; mi corazón está destrozado por lo que han hecho
contigo, carne de mi carne, sangre de mi sangre. Sigue hasta el final, hijo mío; no traiciones
la fe que nos has predicado.
ANÁS: ¡Es la madre de Jesús de Nazaret! En las bodas de Cana de Galilea, ella le pidió a su
hijo que transformara el agua en vino. Y su hijo hizo el milagro; y hubo vino, mucho vino.
¡Anda mujer! ¿Por qué no le pides ahora que vuelva a hacer el mismo milagro?
¡Necesitamos vino, mucho vino para festejar la muerte del Rey de los Judíos!
MARÍA: Ya el anciano Simeón en el Templo de Jerusalén me había profetizado lo que ahora
está sucediendo: que serias signo de contradicción, que harías caer a los poderosos y a
levantar a los pobres. Tú diste de comer a los hambrientos, curaste a los enfermos,
perdonaste a los pecadores y llevaste a los pobres la esperanza de salvación. Y por eso
ahora los poderosos te van a matar. Jesús hijo mío: no traiciones la fe que nos has
predicado.
ANÁS: Dile a tu hijo que repita el milagro de las Bodas de Cana, necesitamos vino, mucho
vino. Queremos festejar lo que estamos contemplando: como caen los poderosos y como se
levantan los pobres, como muere la esperanza, la salvación de los enfermos y pecadores.
MARÍA: Hijo mío, yo sé que tu poder va más allá de la muerte. Yo sé que después de mucho
volverás a la vida; y realizarás en todos nosotros, en los pobres del mundo entero, tu obra de
salvación. Jesús de Nazaret, Jesús hijo del Altísimo, Jesús hijo mío ¡que Dios te acompañe!
CAIFÁS: ¡Soldados aparten a esta mujer! ¡Quiere impedir que se cumpla la sentencia de
muerte en contra de su hijo!
SOLDADO 1: ¡Apártate mujer! Ya no es hora de llorar lo que la ley ha ordenado. La
sentencia de muerte se debe de cumplir. ¡Adelante hacia el Calvario!
5ª ESTACIÓN
Simón de Cireneo ayuda a Jesús
MALCO: El condenado a muerte ya no tiene fuerzas para cargar con su cruz. Es preciso que
alguien le ayude. (Pausa) Tú ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas?
SIMÓN: Me llamo Simón de Cireneo.
MALCO: ¿Conoces a este hombre, Jesús de Nazaret?
SIMÓN: He oído hablar de él.
MALCO: ¡Vas a tener que ayudarlo a cargar su cruz!
SIMÓN: Señor, no puedo hacerlo. Yo no soy ningún delincuente para cargar una cruz y mi
religión judía me impide acercarme a delincuentes porque quedaría manchado con el pecado
de ellos.
MALCO: ¡A mí no me importan las creencias de tu religión judía! Yo soy romano y de religión
romana. Este hombre no puede cargar con su cruz, o mando que los guardias te den cien
azotes. (Pausa) Simón de Cireneo ayudará a Jesús a cargar la cruz. ¡Adelante hacia el
calvario!
6ª ESTACIÓN
La Verónica encuentra a Jesús y piadosa limpia su rostro. Las mujeres tratan de
impedirlo sin lograrlo
VERÓNICA: ¡Mira Judith! ¡Ahí está el maestro! ¡Mira como viene! ¡Azotado, coronado de
espinas, abandonado por sus apóstoles! ¡Apenas puede caminar! Ahí está María, su madre,
acompañando al hijo en sus sufrimientos. ¡Todos lo han abandonado!
MUJER 1: ¿Qué haces?
VERÓNICA: Voy a darle agua.
MUJER 1: ¡Está prohibido por las costumbres de Pascua! Si te acercas a un asesino, a un
pordiosero o a un leproso, y le das un vaso de agua, o lo tocas con las manos o con el
vestido, quedas manchada con su pecado.
VERÓNICA: ¡Ya lo sé! ¡Nuestras costumbres judías nos impiden acercarnos a los más
necesitados!
MUJER 1: ¡Así es!
VERÓNICA: Pues Jesús de Nazaret, nuestro maestro, predico todo lo contrario: que para ser
perdonados de nuestros pecados, debemos perdonar al prójimo.
MUJER 1: ¿Qué haces? Te mancharás con su pecado.
VERÓNICA: Vean el rostro de Jesús de Nazaret en este sudario. ¡Él es el Mesías! Es cierto
lo que predicaba: que el perdón de los pecados se obtiene ayudando a los pobres, a los más
necesitados. ¡Dios ha hecho el milagro! Dios ha demostrado que la salvación de nosotros
viene cuando ayudamos a nuestro prójimo.
SOLDADO 1: ¡Guarden silencio mujeres! Dejen que el reo continúe su camino. La sentencia
de muerte se debe cumplir ¡Adelante hacia el Calvario!
7ª ESTACIÓN
Jesús cae por segunda vez
MALCO: ¡Alto! El reo acaba de caer por segunda vez; debemos esperar mientras se repone.
ANÁS: Es la segunda vez que caes, Jesús de Nazaret. Tú has difamado al pueblo, paga,
pues el pecado que cometiste contra el pueblo… ¡Atención israelitas de Jerusalén!
Recuerden aquella tarde cuando le llevaron a aquella mujer sorprendida en adulterio para
que Jesús la juzgara. Y él no acató la ley de Moisés que condena a muerte en adulterio; más
aún, les echó en cara sus propios pecados, y les dijo: El que esté libre de pecado que tire la
primera piedra. Es claro que todos tienen pecados, y por eso ninguno de ustedes se atrevió a
apedrear a aquella mujer.
MUJER 1: Yo también tengo tu edad, anciano del Sanedrín. Y bien también te puedo decir
que Jesús de Nazaret obró con justicia al no condenar a aquella mujer adúltera. Porque
todos ustedes los escribas y fariseos y los doctores de la ley, castigan el adulterio solamente
en la mujer, pero lo perdonan en los hombres. Y para que veas que no miento, responde a mi
pregunta: ¿Por qué un hombre puede adulterar y no lo matan a pedradas? ¿Por qué la ley
protege solamente a los hombres y no protege también a las mujeres?
ANÁS: ¡Mujer, cierra la boca y no hables más! Nuestras leyes prohíben el que una mujer
hable en público.
MUJER 1: Repito que Jesús de Nazaret tuvo razón. Los hombres y mujeres somos hijos de
Dios; y delante de Dios, las mujeres tenemos los mismos derechos que los hombres.
ANÁS: ¡Eso que acabas de decir, es falsedad y mentira!
MALCO: Ya, guarden silencio, ya no aumenten el sufrimiento de este hombre. ¡Soldado
levanta al reo para que siga su camino! La sentencia de muerte se debe cumplir: Adelante
hacia el calvario.
8ª ESTACIÓN
Jesús encuentra a las piadosas mujeres
MA. MAGDALENA: ¡No es posible! ¡Miren como viene Jesús el maestro! El que perdonó mis
pecados, el que me sacó los demonios que yo tenía dentro; ¡miren como lo han atormentado!
Jesús de Nazaret, Maestro: yo soy María Magdalena, María la que era una pecadora pública.
Tú me perdonaste mis pecados, tú me devolviste la dignidad que yo había perdido delante de
todos. ¡No es posible que te estén atormentando en esa forma!
MADRE DE SANTIAGO: Mi hijo Santiago es uno de sus apóstoles. Yo conozco bien la
predicción de Jesús de Nazaret; y él nos defendió siempre a las mujeres de Israel. Nuestras
costumbres dicen que las mujeres no deben participar en los servicios de la comunidad; y él
nos pedía que trabajáramos a favor del pueblo en compañía de sus apóstoles. Por eso ahora
te han condenado a muerte: por haber defendido los derechos de las mujeres de Israel.
JESÚS: ¡Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí, sino por ustedes mismas y pos sus hijos.
Porque vendrán días en que se dirá: Dichosas las que no tuvieron hijos, dichosos los vientres
que no concibieron y los pechos que no amamantaron. Entonces la gente comenzara a decir
a los cerros: ¡caigan sobre nosotros! Y dirán a las colinas ¡escóndanos! Porque si eso hacen
con el árbol verde ¿Qué no harán pues con el seco?
MUJER 1: Es verdad lo que acaba de decir Jesús de Nazaret: el pecado que estamos
cometiendo contra el hijo de Dios, tendrá un castigo. ¡Jesús de Nazaret ten compasión de
nosotras las mujeres de Jerusalén! ¡Tú eres el Mesías!
SOLDADO 1: ¡Apártense del camino mujeres! Y dejen avanzar la procesión. La sentencia de
muerte se debe cumplir. ¡Adelante hacia el calvario!
9ª ESTACIÓN
Jesús cae por tercera vez
CAIFÁS: ¡Vean a Jesús de Nazaret! Es la tercera vez que cae por tierra. Ya no tiene fuerzas.
Apenas si puede caminar. ¡Escúchenme habitantes de Jerusalén! Escúchenme los
saduceos. Juan el bautista los injurió y los condenó llamándolos “raza de víboras”. Les echó
en cara el defender vuestra fe en vuestro padre Abraham. Y los amenazó y les dijo que el
árbol de los saduceos estaba a punto de ser derribado por el Mesías, por Jesús de Nazaret.
Y yo le pregunto ¿Cuál árbol cayó primero? ¿Dónde está Juan el Bautista? ¡Murió degollado!
¿Dónde está el Mesías anunciado por Juan el Bautista? ¡Mírenlo ahí en el suelo condenado!
¿Cuál árbol cayó primero? ¿El de los saduceos, o el de Jesús de Nazaret?
NICODEMUS: A todo árbol se le conoce por sus frutos; y vean las obras que Jesús de
Nazaret ha hecho: curó a los sordos, dio la vista a los ciegos, alivió a los paralíticos, quitó la
lepra a los leprosos. ¡Esos han sido los frutos, esas han sido las obras de Jesús de Nazaret!
Y yo les pregunto a ustedes, los saduceos: ¿Cuáles son los frutos, cuáles son sus obras a
favor del pueblo?
CAIFÁS: ¡Cállate la boca! ¡Usted no es más que un pobre, un ignorante, usted no tiene
derecho a hablar delante del pueblo de Jerusalén!
MALCO: Ustedes los saduceos igual que los ancianos del Sanedrín, no han dejado de
injuriar a este hombre. ¡Ya déjenlo en paz! ¡Soldado! Ayuda al reo a ponerse de pie, y que
empiece a caminar. La sentencia de muerte se debe cumplir ¡adelante hacia el calvario!
10ª y 11ª ESTACIÓN
Jesús es despojado de sus vestiduras
MALCO: Súbanlos ya.
SOLDADO 1: Fuera eso se muere igual vestido que desnudo. Ah, esta túnica es de una sola
pieza. Por Pólux, buena suerte la mía.
SOLDADO 1: Vamos condenado ya van a terminar tus tormentos. Extiende tus brazos y
colócate bien.
ANÁS: Ahora ya no nos molestará más.
CAIFÁS: Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo.
ANÁS: Ha puesto su confianza en Dios. Pues, que Dios venga ahora a librarte de la muerte.
CAIFÁS: Pilato, ¿Por qué escribiste Iesvs Nazarenvs Rex Ivdaeorvm (INRI) “Jesús de
Nazaret, Rey de los Judíos”? Nosotros no tenemos más rey que el Cesar de Roma. Cambia
ese letrero. Escribe uno que diga “El que se dice rey de los Judíos”.
PILATO: ¡Ya basta con sus exigencias! Lo que escribí escrito está.
JESÚS: Padre, perdónalos no saben lo que hacen.
12ª ESTACIÓN
Jesús muere en la Cruz
MAL LADRÓN: Si tú eres el Cristo, ¡Sálvate a ti mismo y sálvanos también a nosotros!
BUEN LADRÓN: Ni tú que estás bajo el mismo suplicio ¿tienes temor de Dios? Nosotros con
toda razón estamos sufriendo el justo castigo de lo que hemos hecho, pero este hombre
nada malo ha hecho. Señor acuérdate de mí cuando estés en tú reino.
JESÚS: En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.
MARÍA: Es horrible, pero este es mi sacrificio junto al sacrifico de mi hijo para así salvar a
todos los pecadores. Para esto nació y yo lo sabía… hágase la voluntad de Dios, aunque a
mí se me parta el corazón.
JUAN: Maestro, aquí esta juan. Tu discípulo amado; aquí está también tu Madre María.
Maestro: una cosa te pido de todo corazón; pase lo que pase, no permitas que ella se quede
sola en la vida. Perdió a su esposo José, está a punto de perderte a ti, su único hijo, no hay
nadie que vele por ella, ¿Quién la acompañará en su vejez? Maestro permíteme el que la
pueda acompañar, velar por ella todo el resto de sus días.
JESÚS: Mujer, ahí tienes a tu hijo. He ahí a tu Madre.
ANÁS: Habitantes de Jerusalén, contemplen a Jesús de Nazaret en la cruz, salvo a otros,
pero el mismo no puede salvarse. Si acaso es el Rey de Israel, que baje de la cruz y
creeremos en él.
CAIFÁS: ¡Baja de la cruz, Jesús de Nazaret! Para que creamos en ti. ¡Anda, baja de la Cruz!
JESÚS: Elohi, Elohi, lema' šĕbaqtani… Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?
ANÁS: Oigan todos, este hombre está llamando a Elías.
CAIFÁS: ¡Déjalo! Vamos a ver si Elías viene a salvarlo.
JESÚS: Tengo sed. (Pausa larga) Todo se ha cumplido. ¡Padre mío, en tus manos
encomiendo mi espíritu!
TODOS: ¡Está temblando! ¡Está temblando!
MALCO: Verdaderamente este hombre era inocente. ¡Era el Hijo de Dios!
13ª y 14ª ESTACIÓN
Jesús es bajado de la Cruz y sepultado
MALCO: ¡Alto! A Jesús no le rompas ningún hueso, porque ya está muerto, ábrele mejor el
costado con una lanza para asegurarnos que en verdad ha muerto.

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