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San Benito

San Benito, fundador del monasterio de Monte Cassino y gran legislador del monaquismo de
Occidente, nace con su hermana gemela Escolástica, en el seno de una familia patricia, sus padres
Eutropio y Abundancia, en Nursia (Perusa) hacia el año 480 de nuestra era.
Finalizados los primeros estudios, viaja a Roma; disgustado por las imperantes malas costumbres,
lo abandona todo y se retira entre las solitarias áreas rupestres de Subíaco y se entrega a la vida
ermitaña «soli Deo placere cupiens» —como escribe su biógrafo San Gregorio Magno: deseando
complacer solamente a Dios.
Atraídos por su santa vida, algunos monjes que moraban en los alrededores, le requieren con
insistencia como su superior y maestro: Benito acepta, pero en cuanto trata de corregir su conducta,
no muy ejemplar, atentan contra su vida con una copa envenenada que él rompe al bendecirla con
el signo de la cruz.

Después de haber constituidos doce pequeños monasterios, San Benito deja Subíaco y se dirige
hacia el sur, acompañado por algunos discípulos. No se conocen las razones por las cuales selecciona
el monte «en el cual Cassino está: En la costa» (Dante, XXII, 37), aún cuando puede pensarse en la
generosidad de algún benefactor patricio.
Dotado de sentido práctico, Benito, en la zona del actual claustro de acceso, adapta el templo
pagano a oratorio de su comunidad y utiliza los restantes edificios como habitaciones de monjes y
peregrinos y también como áreas para las diferentes actividades de trabajo.

En la cima del monte, donde surgía un bosquecito pagano, es construido un pequeño oratorioen
honor a San Juan Bautista, destinado para fines de camposanto. Aún hoy en día el venerado sitio
del sepulcro de San Benito y de su hermana Santa Escolástica corresponde exactamente a la parte
inferior Altar mayor, Basílica.

A la obra de la implantación monástica, San Benito une el anuncio del Evangelio entre los pobladores
de la llanura de abajo. Esta misión está aún hoy día encomendada a la comunidad monástica, por lo
cual la ciudad de Cassino y las veinte comunidades aledañas forman parte de la jurisdicción pastoral
del abad de Monte Cassino.

En Monte Cassino, San Benito completa la implantación de su Regula monachorum, o Regla de los
monjes; «pequeño compendio del Evangelio», como la definió Bossuet. Siempre en Monte Cassino,
el gran Patriarca, cercano a los setenta años, cerrará su existencia terrenal. Apenas antes de su
muerte, sintiendo flaquear sus fuerzas, se hará llevar al oratorio de San Martín y allí, con los brazos
tendidos hacia el cielo, después de haber recibido el Cuerpo de Nuestro Señor. La fecha de su
muerte ha sido fijada por la tradición en el día 21 de marzo del 547.
San Bernardo de Claraval

Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año 1090. Sus padres tuvieron siete hijos y a todos
los formaron estrictamente haciéndoles aprender el latín, la literatura y, muy bien aprendida, la
religión.

La familia que se fue con Cristo

Esta familia ha sido un caso único en la historia. Cuando Bernardo se fue de religioso, se llevó consigo
a sus 4 hermanos varones, y un tío, dejando a su hermana a que cuidará al papá (la mamá ya había
muerto) y el hermanito menor para que administrara las posesiones que tenían. Dicen que cuando
llamaron al menor para anuanciarle que ellos se iban de religiosos, el muchacho les respondió: "¡Ajá!
¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí unicamente en la tierra? Esto no lo
puedo aceptar". Y un tiempo después, también él se fue de religioso. Y más tarde llegaron además
al convento el papá y el esposo de la hermana (y ella también se fué de monja). Casos como este
son más únicos que raros.

La personalidad de Bernardo

Pocos individuos han tenido una personalidad tan impactante y atrayente, como San Bernardo. El
poseía todas las ventajas y cualidades que pueden hacer amable y simpático a un joven. Inteligencia
viva y brillante. Temperamento bondadoso y alegre, se ganaba la simpatía de cuantos trataban con
él. Esto y su físico lleno de vigor y lozanía era ocasión de graves peligros para su castidad y santidad.
Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano y lo
sensual. Pero todo esto lo llenaba de desilusiones. Las amistades mundanas por más atractivas y
brillantes que fueran lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más y más
desilusionado del mundo y de sus placeres.

Fundador de Claraval

En el convento del Císter demostró tales cualidades de líder y de santo, que a los 25 años (con sólo
tres de religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo convento. Escogió un sitio
sumamente árido y lleno de bosques donde sus monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente
para poder cosechar algo, y le puso el nombre de Claraval, que significa valle muy claro, ya que allí
el sol ilumina fuerte todo el día.

Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo a sus religiosos de Claraval, que habiendo
comenzado con sólo 20 compañeros a los pocos años tenía 130 religiosos; de este convento de
Claraval salieron monjes a fundar otros 63 conventos.

La oratoria de santo. Después de San Juan Crisóstomo y de San Agustín, es difícil encontrar otro
orador católico que haya obtenido tantos éxitos en su predicación como San Bernardo. Lo llamaban
"El Doctor boca de miel" (doctor melífluo) porque sus palabras en la predicación eran una verdadera
golosina llena de sabrosura, para los que la escuchaban. Su inmenso amor a Dios y a la Virgen
Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que iba
a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha oración y de grandes penitencias,
el efecto era fulminante en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo
a volverse mejor.
Su amor a la Virgen Santísima

Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los
escritos de San Bernardo, porque entre todos los predicadores católicos quizás ninguno ha hablado
con más cariño y emoción acerca de la Virgen Santísima que este gran santo. Él fue quien compuso
aquellas últimas palabras de la Salve: "Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María". Y repetía
la bella oración que dice: "Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya
acudido, sin tu auxilio recibir".

El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e
impresionante. "Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si
la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a
la Estrella, invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la
desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no
te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente
al Puerto Celestial". Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera
satisfacción y gran provecho.

Viaje incansable

El más profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a
la meditación. Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y los gobernantes le pedían
continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera
que pudiera ser útil. Con una salud sumamente débil (porque los primeros años de religioso, por
imprudente, se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le daño la digestión) recorrió toda
Europa poniendo la paz donde había guerras, deteniendo fuertemente las herejías, corrigiendo
errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión católica.
Era el árbitro aceptado por todos.

Exclamaba: A veces no me dejan tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar. Pero
estas gentes están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario
atenderlas (ya en las noches pararía luego sus horas dedicado a la oración y a la meditación).

Despedida Gozosa

Después de haber llegado a ser el hombre más famoso de Europa en su tiempo y de haber
conseguido varios milagros (como por ej. Hacer hablar a un mudo, el cual confesó muchos pecados
que tenía sin perdonar) y después de haber llenado varios países de monasterios con religiosos
fervorosos, ante la petición de sus discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo
otros años más, exclamaba: "Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia
mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le
parezca". Y a Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante y que se merecía el descanso
eterno y el premio preparado para los discípulos fieles, y se lo llevó a sus eternidad feliz el 20 de
agosto del año 1153. Solamente tenía 63 años pero había trabajado como si tuviera más de cien. El
sumo pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.
San Francisco de Asís

Nació el 5 de julio de 1182 en Assisi, en el seno de una acaudalada familia. Hijo de Donna Pica
Bourlemont y de Pedro de Bernardone. Durante su juventud llevó una vida mundana. Tras una
batalla entre Asís y Perugia estuvo encarcelado un año en esta ciudad. Siendo prisionero padeció
una grave enfermedad durante la cual decidió cambiar su forma de vida.

En 1205 ejerció la caridad entre los leprosos y comenzó a trabajar en la restauración de ruinas de
iglesias debido a una visión en la que el crucifijo de la iglesia en ruinas de San Damián en Asís le
ordenó que reparara su casa. Los gastos en obras de caridad enfurecieron a su padre, que llegó a
desheredarlo. Renunció a su lujosa ropa por una capa y dedicó los tres años siguientes al cuidado
de los leprosos y los proscritos en los bosques del monte Subastio. Restauró la ruinosa capilla de
Santa María de los Ángeles.

En 1208, durante una misa, escuchó una llamada diciéndole que saliera al mundo y, siguiendo
el texto de Mateo 10, 5-14, "no poseyera nada pero hiciera el bien en todas partes". Cuando regresó
a Asís ese mismo año, empezó a predicar provocando la renovación de la espiritualidad cristiana del
siglo XIII. Reunió a los 12 discípulos que se convertirían en los hermanos originales de su orden, más
tarde llamada la Primera Orden y lo eligieron superior. En 1212 recibió a una monja de Asís
llamada Clara, en la comunidad franciscana; a través de ella se estableció la orden de las damas
pobres (las clarisas, más tarde Segunda Orden franciscana).

En 1212 emprende camino a Tierra Santa pero una tempestad le obligó a regresar. Otras
dificultades le impidieron cumplir gran parte de la labor misionera cuando llegó
a España a evangelizar a los musulmanes. En 1219 se encontraba en Egipto, donde pudo predicar
aunque no consiguió convertir al sultán. Viajó después a Tierra Santa permaneciendo allí hasta el
año 1220. Quería ser martirizado y se alegró al saber que cinco monjes franciscanos habían muerto
en Marruecos mientras cumplían sus obligaciones. A su regreso encontró oposición entre los frailes
y renunció como superior, dedicando los años siguientes a planear lo que sería la Tercera Orden
franciscana, los terciarios.

La tradición de poner el Belén en el mundo se remonta al año 1223, en una Navidad de la villa
italiana de Grecio. En esta localidad, San Francisco de Asís reunió a los vecinos para celebrar la misa
de medianoche. En derredor de un pesebre, con la figura del Niño Jesús, moldeado por las manos
de San Francisco, se cantaron alabanzas al Misterio del Nacimiento; desde entonces la fama de los
"Nacimientos" y su costumbre se extendió por todo el mundo.

En septiembre de 1224, tras cuarenta días de ayuno, rezando en el monte Alverno sintió un dolor
mezclado con placer, y las marcas de la crucifixión de Cristo, los estigmas, aparecieron en su cuerpo.
Fue llevado a Asís, donde pasó los años que le quedaban marcado por el dolor físico y por
una ceguera casi total. Francisco de Asís falleció el 3 de octubre de 1226 cerca de la capilla de
la Porciúncula y fue sepultado en San Giorgio.

Fue canonizado el 16 de julio de 1228 por el papa Gregorio IX. Sus restos se encuentran en la Basílica
de San Francisco en Asís. En 1980 el papa Juan Pablo II le proclamó patrón de los ecologistas. Sus
emblemas son el lobo, el cordero, los peces, los pájaros y los estigmas. Su festividad se celebra el 4
de octubre.
Santo Domingo de Guzmán

Su padre, Félix de Guzmán, era noble acompañante del Rey. Su madre era la Beata Juana de Aza de
quien Domingo recibió su educación primera. Cuando tenía seis años fue entregado a un tío suyo,
arcipreste, para su educación literaria. A los catorces años fue enviado al Estudio General de
Palencia, el primero y más famoso de toda esa parte de España, y en el que estudiaban artes
liberales, es decir, todas las ciencias humanas y sagrada teología. El joven Domingo se entregó de
lleno al estudio de la teología.

Eran tiempos de continuas guerras contra los moros y entre los mismos príncipes cristianos. Una
gran hambre sobrevino a toda aquella región de Palencia. Domingo se compadeció profundamente
de los pobres y les fue entregando sus pertenencias. En los oídos de Domingo martilleaban las
palabras del maestro: "Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros como yo
os he amado". Llegó el momento que solo le quedaba lo que más preciaba, sus libros. Entonces
pensó: "¿Cómo podré yo seguir estudiando en pieles muertas (pergaminos), cuando hermanos míos
en carne viva se mueren de hambre?". Un día llegó a su presencia una mujer llorando y le dijo: "Mi
hermano ha caído prisionero de los moros". A Domingo no le queda ya nada que dar. Decide
venderse como esclavo para rescatar al esclavo. Este acto de Domingo conmovió a Palencia.

Domingo conmovió a la ciudad de Palencia de manera que se produjo un movimiento de caridad y


se hizo innecesario vender sus libros o entregarse como esclavo. También surgieron vocaciones para
la Orden que mas tarde Domingo fundaría. A los 24 años de edad, Domingo fue llamado por el
obispo de Osma para ser canónigo de la catedral. A los 25 años fue ordenado sacerdote. El Rey
Alfonso VIII había encargado al Obispo de Osma, en 1203, la misión de dirigirse a Dinamarca a pedir
la mano de una dama de la nobleza para su hijo Fernando. El Obispo acepta y como compañero de
viaje lleva a Domingo. Al pasar por Francia, Flandes, Renania e Inglaterra, Domingo quedó
preocupado al constatar la extensión de las grandes herejías, los cátaros, valdenses y otras herejías
procedentes del maniqueísmo oriental. Estos negaban muchos dogmas de la fe católica, incluso la
Redención por la Cruz de Cristo y los Sacramentos.

En 1207 Domingo, con algunos compañeros, entre ellos el Obispo de Osma, se entrega de lleno a la
vida apostólica, viviendo de limosnas, que diariamente mendigaba, renunciando a toda comodidad,
caminando a pie y descalzo, sin casa ni habitación propia en la que retirarse a descansar, sin más
ropa que la puesta. Comprendiendo la necesidad de instruir a aquellas gentes que caían en las
herejías, determinó fundar la Orden de predicadores, dispuestos a recorrer pueblos y ciudades para
llevar a todas partes la luz del Evangelio. Funda centros de apostolado en todo el sur de Francia.
Pero, reconociendo que para combatir las herejías era necesario una buena formación teológica,
busca un doctor en teología que instruyera a la comunidad. Más tarde, uno de sus discípulos en la
orden sería la lumbrera más grande que haya tenido la iglesia universal: Santo Tomás de Aquino.

La misión de los dominicos, predicar para llevar almas a Cristo, encontró grandes dificultades pero
la Virgen vino a su auxilio. Estando en Fangeaux una noche, en oración, tiene una revelación donde,
según la tradición, la Virgen le revela el Rosario como arma poderosa para ganar almas. Esta
tradición está respaldada por numerosos documentos pontificios.

Murió en Bolonia el 6 de agosto de 1221 Fue canonizado por Gregorio IX en 1234. El Papa dijo: "De
la santidad de este hombre estoy tan seguro, como de la santidad de San Pedro y San Pablo".
San Pedro Nolasco

Nació cerca de Barcelona, España, hacia 1189. A los 15 años quedó huérfano de padre, y dueño de
grandes posesiones. La madre le colaboró en todos sus deseos de hacer el bien y de obtener
santidad. Estando en edad de casarse hizo una peregrinación a la Virgen de Monserrat y allí se puso
a pensar que las vanidades del mundo pasan muy pronto y no dejan sino insatisfacción y que en
cambio lo que se hace para la vida eterna dura para siempre. Entonces promedió a la Virgen
mantenerse puro y se le ocurrió una idea que iba a ser de gran provecho para muchas gentes.
En aquel tiempo la cuestión social más dolorosa era la esclavitud que muchísimos cristianos sufrían
de parte de los mahometanos. Estos piratas llegaban a tierras donde había cristianos y se llevaban
a todos los hombres que encontraban. Las penalidades de los prisioneros cristianos en las
tenebrosas cárceles de los mahometanos sobrepasaban lo imaginable. Y lo más peligroso era que
muchos perdían su fe, y su moralidad se dañaba por completo.

Esto fue lo que movió a Pedro Nolasco a gastar su gran fortuna en libertar al mayor número posible
de esclavos cristianos. Cuando se le presentaba la ocasión de gastar una buena cantidad de dinero
en obtener la libertad de algún cautivo recordaba aquella frase de Jesús en el evangelio: "No
almacenen su fortuna en esta tierra donde los ladrones la roban y la polilla la devora y el moho la
corroe. Almacenen su fortuna en el cielo, donde no hay ladrones que roben, ni polilla que devore ni
óxido que las dañe". (Mt. 6,20) Y este pensamiento lo movía a ser muy generoso en gastar su dinero
en ayudar a los necesitados. Y sucedió que, según dicen las antiguas narraciones, que una noche
(agosto de 1218) se apareció la Sma. Virgen a San Pedro Nolasco y al rey Jaime de Aragón (que era
amiguísimo de nuestro santo) y les recomendó que fundaran una Comunidad de religiosos
dedicados a libertar cristianos que estuvieran esclavos de los mahometanos.

Consultaron al director espiritual de juntos, que era San Raimundo de Peñafort, y éste los llevó ante
el Sr. Obispo de Barcelona, al cual le pareció muy buena la idea y la aprobó. Entonces el militar Pedro
Nolasco hizo ante el obispo sus tres votos o juramentos. de castidad, pobreza y obediencia, y añadió
un cuarto juramento o voto: el de dedicar toda su vida a tratar de libertar cristianos que estuvieran
siendo esclavos de los mahometanos. Este cuarto voto o juramento lo hacían después todos sus
religiosos. San Pedro Nolasco ayudó al rey Don Jaime a conquistar para los cristianos la ciudad de
Valencia que estaba en poder de los mahometanos, y el rey, en agradecimiento, fundó en esa ciudad
varias casas de la Comunidad de los Mercedarios. El rey Jaime decía que si había logrado conquistar
la ciudad de Valencia, ello se debía a las oraciones de Pedro Nolasco. Y cada vez que obtenía algún
resonante truinfo lo atribuía a las oraciones de este santo. San Pedro hizo viajes por muchos sitios
donde los mahometanos tenían prisioneros cristianos, para conseguir su libertad. Y viajó hasta
Argelia, que era un reino dominado por los enemigos de nuestra santa religión. Allá lo hicieron
prisionero pero logró conseguir su libertad.

Como había sido un buen comerciante, organizó técnicamente por muchas ciudades las colectas en
favor de los esclavos y con esto obtuvo abundante dinero con los cuales logró la libertad de
muchísimos creyentes. Poco antes de morir repitió las palabras del Salmo 76: "Tú, oh Dios, haciendo
maravillas, mostraste tu poder a los pueblos y con tu brazo has rescatado a los que estaban cautivos
y esclavizados". Tenía 77 años de edad. Por su intercesión se obraron muchos milagros y el Sumo
Pontífice lo declaró santo en 1628. La Comunidad fundada por él se dedica ahora a ayudar a los que
están encarcelados.
Santa Hildegarda de Bingen

Nacida en Böckelheim sobre el Nahe en el año 1098; muerta en Rupertsberg cerca a Bingen en el
1179; su fiesta se celebra el 17 de septiembre. Es desconocido el apellido de la familia de esta gran
vidente y profetiza, llamada la Sibila del Rin. Los primeros biógrafos dan a sus padres los nombres
de Hildeberto y Matilde (o Matilda), hablan de su nobleza y opulencia, pero no dan ningún detalle
de sus vidas. Escritores posteriores la llaman Santa Hildegarda de Böckelheim, de Rupertsberg, o de
Bingen.

Las leyendas la harían una Condesa de Spanheim. J. May (Katholik. XXXVII, 143) muestra mediante
cartas y otros documentos que ella probablemente pertenecía a la familia ilustre de Stein cuyos
descendientes son los actuales Príncipes de Salm. Su padre era un soldado al servicio de Meginhard,
Conde de Spanheim. Hildegarda fue una niña débil y enfermiza, y en consecuencia no recibió más
que una poca educación en su hogar. Sus padres, a pesar de estar muy comprometidos en
ocupaciones del mundo, tenían una inclinación religiosa y habían prometido a la niña para el servicio
de Dios. A la edad de ocho años fue puesta bajo el cuidado de Juta, hermana del Conde Meginhard,
que vivía como monja en el Disenberg (o Disibodenberg, la Montaña de San Disibod) en la Diócesis
de Speyer. Tampoco aquí le fue dada a Hildegarda más que una mínima instrucción dado que era
muy afligida por la enfermedad, estando con frecuencia escasamente capaz de caminar y a menudo
privada incluso del uso de sus ojos. Se le enseño a leer y a cantar los salmos en Latín, lo suficiente
para el canto del Oficio Divino, pero nunca aprendió a escribir.

Más adelante fue investida con el hábito de San Benito e hizo su profesión religiosa. Juta murió en
el año 1136, e Hildegarda fue designada superiora. Numerosas aspirantes se unieron a la comunidad
y ella decidió irse a otra localidad, impelida además, como ella dice, por un mandato Divino. Escogió
Rupertsberg cerca de Bingen en la orilla izquierda del Rin, aproximadamente a quince millas (unos
24 kilómetros) de Disenberg. Tras superar muchas dificultades y obtener el permiso del señor del
lugar, el Conde Bernardo de Hildesheim, se estableció en su nuevo hogar con dieciocho hermanas
en el 1147 o 1148 (1149 o 1150 según Delehaye). Probablemente en el 1165 fundó otro convento
en Eibingen en el lado derecho del Rin dónde una comunidad ya había sido establecida en 1148, el
cual, sin embargo, no tuvo éxito. La vida de Hildegarda como niña, religiosa, y superiora fue
extraordinaria. Pasando mucho tiempo sola a causa de su frágil salud, desarrollo una vida interior,
intentando hacer uso de todo para su propia santificación.

Hildegarda fue grandemente venerada en vida y después de su muerte. Su biógrafo, Teodorico, la


llama santa, y de muchos milagros se dice haber sido hechos a través de su intercesión. Gregorio IX
(1227-41) e Inocencio IV (1243-54) ordenaron un proceso de investigación el cual fue repetido por
Clemente V (1305-14) y por Juan XXII (1316-34). Ninguna canonización formal había tenido lugar,
por ello y para disipar dudas, el Papa Benedicto XVI extendió su culto a toda la Iglesia el 7 de mayo
de 2012.

Las visiones se entremezclan con admoniciones saludables a vivir en el temor del Señor. Los
manuscritos del "Scivias" están también en Cues y en Oxford. Fue impreso por primera vez en París
(1513) en un libro que contiene además los escritos de varias otras personas. Fue impreso de nuevo
en Colonia en 1628, y fue reproducido por Migne, PL 197. La primera biografía de Santa Hildegarda
fue escrita por los monjes contemporáneos Godofredo y Teodorico. Guilberto de Gembloux
comenzó otra. El 7 de octubre de 2012 su nombre fue agregado a la lista de Doctores de la Iglesia
por el Papa Benedicto XVI.

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