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AUTISMO

1. Definiciones

El término Autismo fue ideado por Bleuler en 1911, refiriéndolo originariamente a un


trastorno básico de la esquizofrenia, que consistía en la limitación de las relaciones con las
personas y con el mundo casi de manera extrema. De ahí las palabras Autismo y autista,
que provienen del término griego autos que significa “sí mismo”.

Luego Kanner en 1943 acuñó este término a partir de la observación de 11 niños que
presentaban características comunes, referidas principalmente a tres aspectos:

• Las relaciones sociales: el rasgo fundamental del síndrome autista era la


incapacidad para relacionarse con las personas, demostrando soledad extrema
desde el principio de la vida.

• El deseo obsesivo de preservar la invarianza: inadaptabilidad ante los cambios de


rutina y de los objetos circundantes, junto a la dificultad para percibir o
conceptualizar totalidades coherentes y la tendencia a representar las realidades
de forma fragmentaria y parcial.

• Comunicación y lenguaje: deficiencias y alteraciones en la comunicación y el


lenguaje con presencia de ecolalia, tendencia a comprender las estructuras
lingüísticas de manera literal, inversión de pronombres personales, falta de
atención del lenguaje, apariencia de sordera en algún momento del desarrollo y la
falta de relevancia de las emisiones.

Este autor también daba un peso relevante a las características de los padres de niños con
autismo y los describía como personas que “no se sienten cómodos en compañía de otras
personas, educadas y correctas, que admiran la seriedad y desprecian cualquier cosa que
les dé impresión de frivolidad” y los describió como “perfeccionistas, obsesivos y faltos de
humor” (Kanner, 1943).

De igual manera, como lo menciona Tustin (1994) literalmente autismo significa en


función de vivir de sí mismo. Para un observador, el niño en estado autista aparece como
ser egocéntrico, puesto que es escasa su respuesta al mundo externo. Paradójicamente,
empero, el pequeño sumido en ese estado tiene muy poca conciencia de su “sí mismo”.

2. Clasificación

2.1 Autismo o Síndrome de Kanner


Éste es el trastorno que la mayoría de individuos asocia con el trastorno del espectro
autista, y recibe en nombre de Síndrome de Kanner en relación con el Dr. Kranner, un
médico que estudió y describió esta condición en los años 30.

Los sujetos con autismo poseen una una limitada conexión emocional con los demás, y
parece que estén inmersos en su propio mundo. Son más propensos a mostrar
comportamientos repetitivos, por ejemplo, pueden organizar y reorganizar el mismo
grupo de objetos, hacia adelante y atrás durante períodos prolongados de tiempo. Y son
individuos altamente sensibles ante estímulos externos como sonidos.

Es decir, pueden estresarse o agitarse cuando se expone a ruidos específicos, luces


brillantes o sonidos o, por otro lado, van a insistir en el uso de determinadas prendas de
vestir o colores o van a querer ubicarse en determinadas zonas de la habitación sin ningún
motivo aparente.

2.2 Síndrome de Asperger

El Síndrome de Asperger es un trastorno del espectro autista más complicado de


diagnosticar y, en ocasiones, este diagnóstico se suele realizar más tarde que el caso
anterior. Esto ocurre porque estos sujetos con Asperger presentan una inteligencia media
(alta) que puede ocasionar que se infravaloren las dificultades y limitaciones que
presentan estos sujetos.

El déficit se encuentra, por tanto, en el campo de las habilidades sociales y el


comportamiento, siendo lo suficientemente importante como para comprometer
seriamente su desarrollo e integración social y laboral. Además, las personas con Síndrome
de Asperger muestran carencias en la empatía, poca coordinación psicomotriz, no
entienden las ironías ni el doble sentido del lenguaje y se obsesionan con ciertos temas.

La causa del Síndrome de Asperger parece ser la disfunción de varios circuitos cerebrales, y
las zonas afectadas son la amígdala, los circuitos frontoestriados y temporales y el
cerebelo, áreas del cerebro que están implicadas en el desarrollo de la relación social.

2.3 Trastorno desintegrador infantil o Síndrome de Heller

Este trastorno, normalmente referido como Síndrome de Heller, suele aparecer sobre los 2
años, aunque puede no diagnosticarse hasta pasados los 10 años.

Es similar a los TEA anteriores porque afecta a las mismas áreas (lenguaje, función social y
motricidad), aunque se diferencia de éstos en su carácter regresivo y repentino, lo que
puede provocar que incluso el propio sujeto se de cuenta del problema. Los individuos con
Síndrome de Heller pueden tener un desarrollo normal hasta los 2 años, y pasado este
tiempo sufrir la sintomatología característica de este trastorno. Distintos estudios
concluyen que este trastorno es entre 10 y 60 veces menos frecuente que el autismo. Sin
embargo, su pronóstico es peor.

2.4 Trastorno generalizado del desarrollo no especificado

Cuando los síntomas clínicos que presenta el sujeto con trastorno del espectro autista son
demasiado heterogéneos y no encajan en su totalidad con los tres tipos anteriores, se
emplea la etiqueta diagnóstica de “trastorno generalizado del desarrollo no especificado”.
El sujeto con este trastorno se caracteriza por tener un déficit de reciprocidad social,
problemas severos de comunicación y la existencia de intereses y actividades peculiares,
restringidas y estereotipadas.

3. Enfoques teóricos

Teoría de la Mente.
La teoría de la mente, concepto acuñado por Premack y Woodruff (1978), es la atribución
de estados mentales a uno mismo y a los demás. La teoría de la mente es la capacidad
para comprender la existencia de estados mentales (deseos, creencias, pensamientos,
ideas, sentimientos, etc.), la capacidad de atribuir esos estados mentales a uno mismo y a
los demás, de entender que pueden ser verdaderos o falsos y de ser capaz de emplear
esta competencia en la predicción de situaciones derivadas del comportamiento de los
demás. Todo lo anterior hace que la teoría de la mente sea crucial en el desarrollo
adecuado de la cognición socio-emocional y el desarrollo de una conducta social
competente.
La mayor parte de personas con autismo tienen dañada esta capacidad de mentalización o
teoría de la mente, padecerían una especie de ceguera‖ ante las mentes de los demás e
incluso ante la propia. Esta ceguera‖ podría explicar muchos de los déficit que presentan
estas personas a nivel social y comunicativo y, en este sentido, muchas investigaciones
han tenido por objetivo comprobar la dificultad de mentalización en esta población. La
investigación acerca de la Teoría de la Mente en Teorías y modelos explicativos de los
Trastornos del Espectro del Autismo 40 los TEA comienza en 1985 con un artículo de
Simon Baron-Cohen, Alan Leslie y Utah Frith (Baron-Cohen, Leslie & Frith, 1985).

Teoría de la Coherencia Central Débil.


Otra teoría psicológica que ha intentado explicar los déficits que presentan las personas
con autismo es la teoría de la Coherencia Central Débil (Frith, 1989; Happé, 1999).
Mientras que las personas con desarrollo neurotípico poseen una tendencia natural a
integrar la información que perciben en un todo, las personas con autismo ―mirarían‖ el
mundo de forma fragmentada, fijándose mucho más en los detalles que en el conjunto.
Esta manera de percibir la información provoca dificultades importantes en el terreno
socio-emocional, ya que hay muchas claves en el entorno que nos permiten
desenvolvernos de forma adecuada en contextos sociales e interacciones interpersonales.
Esta falta de influencia del contexto y la escasa motivación para buscar su significado se
llama Coherencia Central Débil y sería una característica principal de las personas con
autismo. Basándose en estas observaciones, se entiende que estas personas con
coherencia central débil tienen mejor rendimiento en tareas donde se buscan figuras
ocultas. Este es el caso del test de Figuras Enmascaradas (Witkin, 1971).
4. Alteraciones en el cerebro y problemas bioquímicos

Aunque las bases neurológicas de este trastorno no están muy claras, la investigación
apunta a la existencia de las siguientes disfunciones:

- Niveles anormales de serotonina. Se aprecian niveles bajos de serotonina en la


población con autismo (Mulder et al., 2004), además de observar anomalías en la síntesis
de serotonina en diversas áreas del cerebro (Chugani et al., 1999). Estos niveles bajos de
serotonina durante el desarrollo afectan a la formación de muchas áreas corticales
(Chandana et al., 2005).

- Tamaño y crecimiento del cerebro. Las personas con autismo muestran patrones de
crecimiento cerebral inusuales, manteniendo un crecimiento acelerado después del
nacimiento hasta los 24 meses aproximadamente, que es un periodo crítico donde se
produce la formación dendrítica, la mielinización neuronal y sinaptogénesis .
A partir de ese momento el desarrollo es más lento que en personas con desarrollo
neurotípico. Durante el periodo de crecimiento acelerado se observa un tamaño craneal
mayor y un incremento sustancial de la materia blanca en el lóbulo frontal, parietal y en el
cerebelo, y de materia gris en el lóbulo frontal y temporal. Además, también se observa
mayor número de neuronas en la corteza prefrontal.

- Anomalías en las minicolumnas corticales. Las minicolumnas son conjuntos de entre 80


y 100 neuronas que se organizan verticalmente dentro del neocortex . En personas con
autismo se ha observado que estas minicolumnas son más pequeñas, más numerosas y
están más cercanas las unas de las otras en el lóbulo frontal y temporal. Además, las
neuronas que las componen están más separadas de lo normal. Estas observaciones
también se han recogido respecto a personas con síndrome de Asperger.
Estos hallazgos, acompañados de las anomalías encontradas en la materia gris y blanca y la
hipótesis de cierta incomunicación entre algunas zonas del cerebro, nos lleva a la teoría de
que en el cerebro autista se observa una conectividad neuronal excesiva entre zonas
cerebrales locales como entre el tálamo y varias zonas corticales, entre el cingulado y el
cúneo entre la amígdala y la circunvolución parahipocampal o entre la amígdala y la
corteza prefrontal ventromedial. Y una conectividad escasa entre zonas cerebrales que
están lejanas entre sí. Esta hipoconectividad neuronal se da tanto cuando la persona está
realizando tareas de distinto tipo como cuando el cerebro está en. Esta teoría podría
explicar los patrones sensoriales anómalos o los talentos aislados que muestran algunas
de las personas con trastornos del espectro autista.

- Cerebelo y amígdala. Por otro lado, se ha observado un número reducido y menor


tamaño de las células de Purkinje en el cerebelo de personas con autismo. Se piensa que
estas peculiaridades en estas células se dan en todas las edades y que poseen un origen
prenatal, además de darse en el 72% de cerebros autistas que han sido sometidos a
autopsia (Palmen, van Engeland, Hof & Schmitz, 2005).

5. Últimos avances e investigaciones

6. Propuestas de tratamiento

- Pictogramas
El método fue creado por el programa estatal de Carolina del Norte y puesto a disposición
para personas con T.E.A. y sus familiares (Trastornos del Espectro Autista) en el que
trabajó Eric Schopler en el año 1966.
Es un sistema que se basa en la organización del espacio, cambio de actividades mediante
agendas, sistemas de estudio y trabajo para facilitar el proceso de aprendizaje y la
organización del material para estimular la independencia del alumno.
La intervención en el área social ha de tener como punto de partida un ambiente
estructurado, previsible y con un alto grado de coherencia. Es necesario un estilo intrusivo,
que implica “forzar” al niño a los contextos y situaciones de interacción que se diseñen
para él, sin olvidar favorecer las competencias sociales que ya tenga.
Se hace necesario diseñar el entorno con claves concretas y simples que le ayuden al niño
a estructurar el espacio y el tiempo (por ejemplo, dando información por adelantado -
feedforward- mediante carteles con pictogramas de la actividad que se va a realizar a
continuación, además de expresarla verbalmente).
Pero además de estos sistemas de estructuración ambiental, se hace igual de necesaria la
eliminación de barreras arquitectónicas.
En el caso del autismo es preciso plantear y proyectar la eliminación de barreras
cognitivas, esto es, modificar las claves complejas que existen por doquier, cambiándolas
por otras más acordes al nivel y a las características de estos alumnos.
Otro modo general de mejorar la competencia social de los alumnos con autismo es la de
atribuir consistentemente intenciones sociales -de interacción social- a sus acciones,
procurando que nuestras reacciones estén relacionadas funcionalmente con ellas, y sean
claramente perceptibles y motivantes.

- Agendas Personales
En los últimos años, se ha desarrollado el uso de “agendas” en los contextos de
aprendizaje de los niños autistas. Se trata de procedimientos que implican el registro
(gráfico o escrito) de secuencias diarias de actividades y frecuentemente el resumen
simple de sucesos relevantes en el día.
Facilitan la anticipación y comprensión de las situaciones, incluso a autistas de nivel
cognitivo relativamente bajo y con los que deben usarse viñetas visuales como claves de
organización del tiempo. Las agendas tienen efectos positivos en la tranquilidad y el
bienestar de los niños autistas, favorecen su motivación para el aprendizaje y contribuyen
a dar orden a su mundo.

7. Perfil psicológico (características sociales)

8. Referencias
Kanner, L. (1943). Trastornos autistas del contacto afectivo. Niño nervioso. 3era Ed,
México: Editorial La Mano.

Martos, J. y cols (Ed) (2005) Autismo: El futuro es hoy. Madrid: Imserso-APNA.

Monfort, M. y Monfort, I. (2001). En la mente 2. Un soporte gráfico para el entrenamiento


de las habilidades pragmáticas en niños. Entha Ediciones.

Palmen, S., Engeland, H., Hof, P. y Schmitz, C. (2004). Hallazgos neurofatológicos en el


autismo. Cerebro.

Szatmari, P. (2006) Una mente diferente. Guía para padres. Editorial Paidós.

Quill, K.A. (2000). “Do-Watch-Listen-Say. Social and Communication Intervention for


children with Autism”. Brookes.

Tustin, F. (1994). Autismo y psicosis infantiles. España: Editorial Paidós.

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