Está en la página 1de 2

ENTENDIENDO LA ÓPTICA

DE LOS CRISTALES
TODO EMPEZÓ CON EL ESPATO DE ISLANDIA Y UNA SUPERFICIE REFLECTORA
La historia de este capítulo empieza con un veterano de la desgraciada aventura militar de
Napoleón en Egipto. A salvo de las balas del campo de batalla y milagrosamente curado de la
plaga bubónica, Etienne Louis Malus (1775-1812) había regresado a París, ciudad donde había
nacido hacia veintiséis años. Era uno de los oficiales franceses que a bordo del Castor, un
barco de transporte inglés, fue devuelto a Francia cuando la campaña fue liquidada. De regreso
en Francia, Malus continuó su carrera militar como ingeniero, primero en Lille, después en
Antuerpia y Estrasburgo y finalmente, en 1810, en París. En medio de sus obligaciones militares,
Malus tuvo tiempo de dedicar parte de sus energías al estudio de la óptica. Ya durante la
campaña de Egipto, en 1798, había preparado una memoria sobre la luz, y en 1807 presentó
a la Academia de Ciencias de París un tratado sobre óptica analítica y una memoria sobre el
poder de refracción de los cuerpos opacos. La importancia de la obra de Malus no derivó de
estos trabajos sino del descubrimiento de la polarización de la luz. El descubrimiento fue narrado
por Aragó en los términos siguientes:

Un día, en su casa de la calle d’Enfer, Malus examinó a través de un cristal


birrefringente el rayo de sol reflejado en los vidrios de las ventanas del palacio de
Luxemburgo. En vez de las dos imágenes brillantes que esperaba ver, observó sólo
una, el ordinario o el extraordinario, según la posición que el cristal ocupaba frente
a sus ojos. Este fenómeno singular le llamó mucho la atención: trató de explicarlo
suponiendo algunas modificaciones particulares de la luz del sol que pudiera ha-
ber surgido al atravesar la atmósfera. Pero llegada que hubo la noche, hizo reflejar
la luz de una lámpara sobre una superficie de agua, a un ángulo de 36° y vio,
comprobándolo con el cristal birrefringente, que la luz reflejada por el agua tam-
bién estaba polarizada de la misma manera como si surgiera de un cristal de espa-
to calizo. El mismo experimento hecho con un vidrio reflector a incidencia cerca de
35° dio el mismo resultado.

Malus repitió el experimento con la luz que venia directamente de la vela, y vio las dos imáge-
nes esperadas. Algo diferente ocurría con la luz reflejada. Malus había descubierto un hecho
experimental que indicaba que la luz que era reflejada por cualquier tipo de cuerpos, ya fueran
transparentes u opacos, tenia propiedades fundamentalmente diferentes de la luz originada
por una fuente luminosa. Malus, que era un seguidor de la teoría corpuscular de Newton,
puesto que no tenia razón alguna para dudar de la autoridad del gran maestro, interpretó el
fenómeno como el efecto de alguna polaridad existente en el cristal. Este efecto consistía para
Malus en lo siguiente:

Cuando las moléculas de la luz atraviesan los cuerpos cristalinos birrefringentes,


sufren sobre sus centros de gravedad diversos movimientos que dependen de la
naturaleza de las fuerzas que las partículas del cristal ejercen sobre ellas. A veces el
efecto de esta fuerza se reduce a alinear todas las moléculas del mismo rayo de
forma paralela, de tal manera que sus caras homólogas estén orientadas en la
misma dirección del espacio. Malus ha designado a este fenómeno polarización
comparando el efecto de las fuerzas a las de un imán que gira los polos de una
serie de agujas magnéticas en la misma dirección.
Repitiendo el experimento que Huygens y Newton habían realizado con dos cristales super-
puestos de espato de Islandia, observó que en ciertas circunstancias se producían dos imáge-
nes, pero que sus intensidades cambiaban con la rotación del cristal, observando además
que mientras una de las imágenes aumentaba su intensidad, la otra, por el contrario, dismi-
nuía. Consideró polos las direcciones del cristal según las cuales la intensidad era la misma
para cada rayo, y de acuerdo con ello bautizó su descubrimiento como polarización de la luz.

A finales de 1808 comunicó su descubrimiento a la Societé Philomatique de París, sin esperar a


la concesión del premio que la Academia de Ciencias de París había convocado el 4 de enero
de 1808 sobre la proposición siguiente: “Dar una teoría matemática, confirmada por experi-
mento, de la doble refracción que la luz sufre al pasar a través de diferentes cuerpos cristaliza-
dos.” Su memoria sobre la propiedad de la luz reflejada por cuerpos transparentes fue revisa-
da por Lagrange, Haüy, Gay-Lussac y Biot, y Malus recibió el premio. La memoria fue comuni-
cada a la Academia de Ciencias de París por el mismo Laplace, quien en vista de lo convincente
que era para él la interpretación corpuscular de la polarización, deseó que Huygens, el defen-
sor de la teoría ondulatoria de la luz, se hubiera reducido a dar sus observaciones de la doble
refracción “como resultados sólo de las experiencias”, en vez de proponer una teoría falsa. Este
momento parecía el día de la victoria para la causa de la teoría corpuscular.

En un famoso experimento que desconcertó a muchos de sus contemporáneos, Malus de-


mostró que se podía hacer desaparecer un rayo de luz utilizando no ya un cristal de espato de
Islandia, sino dos espejos cruzados. La polarización de la luz de esta manera se convirtió en un
fenómeno general. Más tarde, Malus definiría el plano de polarización como el plano de re-
fracción, es decir, que el plano que contiene el rayo incidente perpendicular a la superficie
reflejante.

El descubrimiento de Malus fue merecidamente aclamado no sólo en su tierra natal, sino al


otro lado del Canal de la Mancha, y por un hombre que mantenía otras ideas acerca de la
naturaleza de la luz. Thomas Young (1773-1829), que había descubierto la interferencia de la
luz, escribió el 22 de marzo de 1811 a Malus informándole que el Consejo de la Royal Society le
había concedido la medalla Rumford como reconocimiento por su valiosa contribución al co-
nocimiento de la óptica. La salud de Malus, sin embargo, se había deteriorado rápidamente a
mediados de año, falleciendo, poco después, el 2 de febrero de 1812 como consecuencia de
una tuberculosis probablemente adquirida en Egipto. La medalla, atrapada en medio de la
guerra entre Inglaterra y Francia, nunca llegó a poder de la persona a la cual habla sido
concedida. La muerte de Malus privó a la ciencia de uno de sus científicos más inquisitivos, y al
mismo tiempo constituyó un ejemplo de tragedia propia de la era romántica en la cual ocurrió.

También podría gustarte