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ANTROPOLOGÍA DE LA VIOLENCIA

Es muy común que a través de los tiempos se halla considerado siempre a


la violencia y la agresividad humana como una monotonía, sin embargo, la
realidad es otra. Pareciera que son entonces una el principio y otra el
desenlace o final. Por otro lado, si guardan varios puntos que distinguen
una de otra. Por ejemplo, está explicado que la agresividad humana surge
como un comportamiento natural, positivo, con aceptación social. En
contra parte surge la violencia, debido a que esta es la connotación
negativa, que atrae el repudio de la comunidad lo cual los lleva a buscar que
sea eliminada o bien, controlada.
Otra cosa que los diferencia una de otra, es que la agresividad es una
conducta de adaptación presente en todas las especies animales; la
violencia es una forma cultural de expresarse en diferentes formas y
magnitudes y los niveles de aceptación dependen de cada cultura o
subgrupo humano, ellos son quienes le darán la interpretación a la violencia
y su grado. Este tipo de características son las que pueden llegar a complicar
la comprensión y dilución de lo que es el comportamiento humano.
“En la mayoría de los animales con un sistema nervioso complejo y que
viven en sociedad la agresividad está ligada a la territorialidad, sexualidad,
inquisitividad, jerarquía y competencia.” (Axel B. Nocedal 2005)
Aterrizando con esta idea, podremos plantear que la agresividad, como ya
se comentaba antes, es algo natural en las especies, lo cual simplemente
sirve como un mecanismo de adaptación hacia nuevos ambientes o
territorios y para la supervivencia ante otras especies, por lo mismo se
establece el nexo entre la agresividad y la propiedad de territorios,
sexualidad, las formas de castigo, los niveles sociales y la manera en que
competimos como especie animal ante todo lo anterior.
Tal vez y todo lo anterior es lo que puede ser el primer paso a la violencia,
debido a que pueden surgir otros factores que encaminen a eso, sin
embargo, ya puede quedar un poco más claro que no son lo mismo por más
similitud que pueda aparecer. Por ello, es sólo en presencia de la cultura
donde se generan los comportamientos violentos.
Actualmente, se comenta que en el ser humano no hay otra cosa que altere
más al ser humano que su misma cultura, que lo modifique, debido a que
es la misma la que funciona como un moderador entre el mismo hombre y
su medio ambiente. La cultura, en pocas palabras es actualmente el
ambiente del hombre, lo cual quiere decir, que define realmente que es el
humano.
Violencia y agresividad son dos complejos que difícilmente se consideran
como dos circunstancias independientes, debido al exceso relacional que
se le da.
“Frecuentemente, se tiende a ver a la violencia como un resultado de la
agresividad o, en su defecto, a la agresividad como una tendencia
genéticamente predispuesta, y a la violencia como el acto de ejercer esta
agresividad; en otras palabras, la violencia es el efecto socialmente
reconocido de la agresividad.” (Axel B. Nocedal 2005) Es entonces cuanto
volvemos a retomar este punto, pues es correcto, en su mayoría, la
sociedad tiende a tomar la agresividad como el principio de la violencia,
convirtiendo ambos factores en uno solo, o bien, en procesos consecutivos,
que como bien ya ha sido planteado, son totalmente casos diferentes.
La agresividad consta de dos apartados: positiva y negativa. Está puesto en
mesa que la agresividad es parte del proceso de adaptación evolutivo que
surge en las especies animales, buscando de esta manera, un mejor
desarrollo en el ambiente. Por ejemplo, en caso de algún tipo de escasez en
el medio, las especies lucharan por tener el poder sobre lo mínimo para
imponer sobre las demás, para de esta manera, alcanzar la supervivencia.
Sin embargo, en escenarios de escasez extrema, será tanta la ambición y
desesperación por el dominio y el buscar imponer, que surgirán dos nuevos
mecanismos en dicho comportamiento que pueden o no, ser conscientes:
la agresividad interespecífica (caza, deforestación, contaminación,
exterminio) e intraespecífica (homicidio, genocidio, guerras, abuso sexual).
La agresividad positiva es la más complicada de diferenciar de la violencia,
pero el ejemplo está puesto en el caso de los deportes, donde se utiliza la
agresividad positiva para seguir durante algún tipo de enfrentamiento o
torneo deportivo, y la agresividad positiva aparece cuando se está
buscando el triunfar sobre los contrincantes u otras personas. Algunos
deportes, incluso, hacen una muy marcada distinción entre agresividad y
violencia, al momento de que sancionan la intención de dañar al contrario.
Cuando una persona llega a ser atacada y su respuesta es la defensa o la
huida, lo que está dominando en ella es la agresividad, mientras que, en su
atacante, gobierna la violencia. Sin embargo, si al momento de que esa
persona recibe el ataque, utiliza un arma o sus conocimientos en el
combate para lastimar a su agresor, es donde el factor cultural aparece y se
transforma entonces en violencia.
La línea que distingue a la agresividad de la violencia es muy delgada, por
lo cual podría decirse que la reacción de toda persona atacada es de
acuerdo a la función de su agresividad, pero toda acción que siga de esa, ya
podría ser bajo un conocimiento cultural y convertirse en violencia.
Lorenz estudió los patrones de comportamiento en el cuidado de las crías y
dedujo que la sensación afectiva que experimenta el ser humano ante el
niño se desencadena de forma innata por una serie de caracteres del niño
pequeño como por ejemplo, el tamaño de la cabeza ante el tronco, sus
extremidades cortas y gruesas, así como la naturaleza blanda y elástica de
la superficie del cuerpo. Estas características infantiles llamadas
paedomorfismo liberan en el individuo adulto un complejo sistema de
inhibición de la agresividad al que muchos autores atribuyen el origen y
éxito de la vida en sociedad.
La violencia está ligada a todo un proceso de intencionalidad,
premeditación y conciencia, ya sea del individuo que la ejerce o de la
sociedad que lo sustenta, que, a contraparte de la agresividad, la cual es
inconsciente y por naturaleza.
Desde la fabricación de la primera herramienta hay todo un pensamiento
de intencionalidad al “hacer con la finalidad de...” Las armas están incluidas
en esta perspectiva de manufactura preconcebida que nos da una señal
inequívoca, acaso no excluyente, del problema: “La violencia es cultural”.
(Axel B. Nocedal 2005) Claramente la invención de las armas, ya sean de
fuego u el resto, tuvieron una intención desde que fueron una simple idea,
un simple pensamiento. Es entonces, donde la cultura aparece para darle
forma al concepto de violencia.
Desde el punto de vista antropocéntrico, aparece la diferencia entre el
hombre y la mujer, donde se antepone la idea de que el hombre es superior
a la mujer, lo cual le da el poder de utilizarla como un objeto ante cualquier
deseo o necesidad que le aparezca, pues es natural para la sociedad,
convirtiéndose así entonces en violencia, tanto simbólica como genérica.
La madre que educa a los hijos en un sistema machista está reproduciendo
para éstos las condiciones de vida en que ella vivió y, en especial hacia la
hija, el tipo de violencia que recibió. Por lo tanto, en un sentido atemporal,
es causante de la misma violencia que recibe.
“Entonces, entendemos que, si la cultura es la mediadora entre el hombre
y el medio ambiente, cada cultura será específica, por un lado, de
determinados clima, vegetación y fauna circundantes, y, por otro, de la
variabilidad biológica del grupo y su forma de adaptarse a dicho medio. Así,
la sociedad modela a la cultura como respuesta adaptativa y esta cultura a
su vez modela al individuo, dado su carácter de estructura formativa auto-
reproductiva.” (Axel B. Nocedal 2005) En pocas palabras, el molde que la
cultura da a la violencia es interminable, y lo convierte en un ciclo que se va
heredando generación tras generación, con la errónea idea de “es natural”.
“La violencia tiene su origen en la cultura, y es ahí donde deben buscarse
las soluciones. La concentración en las grandes urbes es un problema que
obedece a políticas centralistas y no a un instinto gregario. La violencia
intrafamiliar debe la mayor parte de sus problemas al papel que se le asigna
culturalmente a la mujer, lo mismo que la violencia contra los niños o los
ancianos. La guerra siempre ha tenido intereses políticos y económicos de
fondo. El homicidio se da a todos estos niveles y más. La televisión, el cine,
la radio y la prensa escrita ayudan a desvalorizar la vida humana, pues ahí
aparecen a cada momento escenas donde lo más común es la muerte de
alguien (quien, por cierto, puede llegar a aparecer nuevamente en cualquier
otro episodio).” (Axel B. Nocedal 2005).

CONCLUSIÓN
En mi opinión, queda muy lógico todo lo que es abordado por el autor,
debido a que, en efecto, existe ese pensamiento social monótono en el que
la violencia y la agresividad son uno mismo, sin embargo, la realidad es otra.
Podemos remontarnos a que en la historia han existido autores que
postularon algunas teorías con respecto a la agresividad, y con distintos
enfoques. Freud postuló la teoría de los dos instintos, en donde el hombre
nace con una determinada cantidad de energía que se enfoque a nada más
que la destructividad, y por ello, en su amplio sentido, debe de expresarse
de una o de otra forma. En caso de que se reprima la manifestación, esta
pulsión seguirá con su camino normal hasta ocasionar la destrucción del
mismo individuo. Se toma desde este punto a la agresividad como un
instinto primitivo, que debe de ser sustituido por comportamientos más
complejos para llegar a un estado de confort. Es aquí donde podemos darle
puntos a la manera en la que los deportes funcionan como un método de
catarsis para liberar toda la agresión primitiva y quedar en plenitud. Tal
como lo postulaba Freud y se aborda en el tema.
Por otra parte, se considera que la violencia es un factor cultural que, en su
caso, es ya no un instinto, sino un conocimiento adquirido, con el cual
recibimos la capacidad de hacer daño a otro individuo con nuestras
habilidades humanas, y bien, el individuo no tiene que ser necesariamente
otro humano, sino nuestro mismo medio ambiente o incluso especies
inferiores. Lo que determina la distinción entre la agresividad y la violencia,
es que la violencia ya es premeditada y conscientemente al momento de
actuar, mientras que la agresividad, surge como pulsión instintiva y
primitiva que tiene que ser catártica para su control.
La situación de la violencia que existe del hombre hacia la mujer es de las
más preocupantes, debido a que en la mayoría de las culturas humanas,
esta es aceptada, a tal grado de, como ya se planteaba, utilizar a las mujeres
únicamente como objetos de desahogo masculino o bien, máquinas de
satisfacción de necesidades y quehaceres, convirtiendo la situación ya en
una problemática y a su vez en un círculo vicioso hereditario generación
tras generación, por lo cual, creo que sería importante, mediante métodos
antropológicos el inmiscuirse más en la sociedad para llegar al origen del
problema y proponer soluciones ante la situación.

REFERENCIAS:
Baños Nocedal A. A., ANTROPOLOGÍA DE LA VIOLENCIA, 2005, Carlos
Serrano Sánchez, Patricia Olga Hernández Espinoza, Francisco Ortiz Pedraza
(editores), ESTUDIOS DE ANTROPOLOGÍA BIOLÓGICA, volumen XII, año
2005.

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