se refiere a la masacre ocurrida el 18 de enero de 1989, en inmediaciones del
corregimiento de La Rochela, en el municipio colombiano de Simacota, Santander. La masacre fue perpetrada por un grupo paramilitar en la que murieron 12 de 15 funcionarios judiciales que investigaban varios delitos en la zona. El crimen fue el resultado de una alianza entre paramilitares, narcotraficantes y miembros del ejército. El hecho se enmarca en un contexto de violencia contra funcionarios judiciales. En la época en que ocurrieron los hechos, se presentaron en Colombia numerosos ataques contra empleados de la administración de justicia. Entre 1979 y 1991, un promedio anual de 25 jueces y abogados fueron asesinados o sufrieron algún tipo de atentado. Según un ex paramilitar llamado Alonso J. Vaquero Agudelo, alias 'Negro Vladimir', la orden de asesinar a los funcionarios investigadores la dio el capo del narcotráfico Gonzalo Rodríguez Gacha, miembro del Cartel de Medellín.1 En las investigaciones estaban involucrados los siguientes generales: Farouk Yanine Díaz, Juan Salcedo Lora, Carlos Julio Gil Colorado y Alfonso Vacca; así como un ex congresista, Tiberio Villarreal Ramos. Según declaraciones de alias 'Vladimir', el ex congresista Villareal presionó a los narcos para que se efectuara la masacre, porque quería que se robaran los expedientes que llevaba la comisión judicial. 1 Hubo colaboración de militares tanto en la matanza como en el encubrimiento. Tras ejecutar la masacre, los sicarios escondieron sus armas en la base militar de Campo Capote. El 8 de marzo de 1989, la Unidad Móvil de Investigación, envió cartas al Ministerio de Defensa y al presidente Virgilio Barco denunciando las "actitudes dilatorias" de la Segunda División y la XIV Brigada del Ejército de Colombia para capturar a los sicarios. Lista de víctimas: - Mariela Morales Caro, 36 años, Jueza 4 de Instrucción Criminal de San Gil - Pablo Antonio Beltrán, 40 años Juez 16 de Instrucción Criminal de San Gil - Samuel Vargas, 44 años, Conductor del Cuerpo Técnico de Policía Judicial de San Gil - Gabriel Enrique Vesga, 23 años, Miembro del Cuerpo Técnico de Policía Judicial de San Gil - Cesar Augusto Morales, 28 años, Miembro del Cuerpo Técnico de Policía Judicial de San Gil - Yul Germán Monroy, 28 años, Investigador del Cuerpo Técnico de Policía Judicial de Bogotá - Carlos Fernando Castillo, 24 años, Secretario del Cuerpo Técnico de Policía Judicial de Bogotá - Orlando Morales, 21 años, Investigador del Cuerpo Técnico de la Policía Judicial - Virgilio Hernández, 59 años, Secretario del Cuerpo Técnico de Policía Judicial de Bogotá - Benhur Iván Guasca, 24 años, Investigador del Cuerpo Técnico de la Policía Judicial - Luis Orlando Hernández, 29 años, Investigador del Cuerpo Técnico de Policía Judicial de Bogotá - Arnulfo Mejía, 24 años, Conductor del Cuerpo Técnico de Policía Judicial de San Gil Análisis
En el documento DIH, la película los colores de la montaña y la masacre de la
rochela se logra evidenciar, por un lado, la complicidad de las instituciones del estado y de funcionarios públicos con agentes ilegales para la consecución de fines aparentemente legales y por otro la importancia de las organizaciones que promueven los Derechos Humanos, que exigen al Estado condiciones de respeto por los Derechos Humanos. El análisis de todos estos elementos es indispensable para llegar a determinar cuáles son las consecuencias de tipo política a las que se enfrenta el Estado colombiano por su responsabilidad y participación en el origen de uno de los casos más relevantes de falsos positivos en el país. Muchas de las consecuencias políticas se desprenden de las repercusiones sociales y jurídicas de estos hechos, tales como las denuncias y demandas tanto al Estado frente a organismos internacionales, como la Corte Penal Internacional; las movilizaciones sociales en torno a justicia para las víctimas y sus familiares; las presiones ejercidas por organizaciones de Derechos Humanos que obligan al Estado tomar decisiones políticas que permitan dar solución efectiva; la creación de nuevas medidas y estrategias, que requieren la revisión juiciosa de la forma como se diseñan las políticas de Derechos Humanos en el país; la evaluación en cuanto al direccionamiento y proceder de las instituciones y quienes las componen; y su relación con el panorama colombiano del caso de la Masacre en la Rochela, situación que toma una nueva dirección debido a los resultados que ha arrojado la investigación, pues, sin dejar de lado la discusión teórica, encontramos que ésta también gira alrededor de un tema aún más central; la responsabilidad estatal, toda vez que son aquellas fallas en las que incurre el Estado. Por otro lado, aunque el tema de la Dignidad Humana como concepto cobra gran relevancia en el discurso de Derechos Humanos de nuestro país; este no resulta suficiente aproximarnos a un análisis más aterrizado a la realidad social y política de nuestro país. Por esta razón, Desafortunadamente, abundan los ejemplos de violaciones del DIH y los derechos humanos. Las víctimas de la guerra son cada vez más los civiles. Sin embargo, ha habido importantes casos en los que el DIH ha permitido cambiar las cosas, ya sea protegiendo a los civiles, los prisioneros de guerra, los enfermos y los heridos, o ya sea limitando el empleo de armas inhumanas. Bibliografía
Libro ¡BASTA YA COLOMBIA!: MEMORIAS DE GUERRA Y DIGNIDAD