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ANDRÉ FOSSION

EL JUICIO FINAL MT 25, 31-46.


¿Qué decir en la catequesis o en la predicación?

La finalidad de este artículo no es el de proponer el plan de una ca-


tequesis o de una homilía sobre este texto del “juicio final” en el evan-
gelio de Mateo. Más bien quiere ofrecer un conjunto de pensamien-
tos y orientaciones sobre este texto, que presenta muchas dificulta-
des. En efecto, aquí se pone en cuestión la imagen de Dios y nuestra
relación con Él.

Le jugement dernier (Mt 25, 31-46). Qu’en dire dans la catéchèse ou


dans la prédication?, Lumen Vitae LXXI/3 (2016) 259-270,

Empecemos nuestra reflexión La posibilidad del perdón ni si-


haciendo notar la gran contradic- quiera es evocada. La pena infligi-
ción que atraviesa todo el texto: por da es peor que la falta, tanto más
un lado la extrema compasión del que ésta no fue un acto deliberado,
rey hacia los pobres, y por otro su sino una simple omisión. Además
extrema crueldad. los condenados son sorprendidos:
no lo sabían. El Hijo del Hombre
Miremos más en detalle esta
no experimenta ni compasión ni
contradicción. El Hijo del Hombre
misericordia.
que se sienta en el trono real se lla-
ma hermano de todos los pobres ¿Quién podría justificar hoy
del mundo, y se identifica con ca- una sentencia así? ¿Dónde queda
da uno de ellos: los hambrientos la Buena Nueva? “El texto del jui-
los sedientos, los extranjeros, los cio final ha alimentado una ‘pas-
enfermos: lo que habéis hecho a toral del miedo’. Una pastoral que
uno de ellos, a mí me lo habéis he- habla más de la Pasión del Señor
cho. Pero en una especie de inver- que de la resurrección, del pecado
sión inesperada, se revela capaz de que del perdón, del Juez que del
una extrema violencia: expulsa de Padre, del infierno que del paraí-
su Reino a todos los que no han so. Hubo una verdadera desviación
manifestado compasión hacia los con relación a la afirmación de San
pobres y los condena al castigo Pablo (Rm 5, 20) según la cual
eterno. El juicio es sin apelación y ‘donde ha abundado el pecado, so-
sin matices. Los rechazados no tie- breabundó la gracia’” (Jean Delu-
nen ni tiempo para defenderse. No meau). Nos podemos preguntar si
tienen abogado que pueda defen- no será el rechazo de una pastoral
derles ni ocasión de arrepentirse. tan pesada la que ha provocado la
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descristianización de Occidente. cual o como un espectáculo.
Maurice Bellet en su obra El Dios
Hemos de precisar, desde el
perverso, pone igualmente el dedo principio, que el texto se inscribe
sobre esta desviación del cristia- en el género apocalíptico. Las na-
nismo que del Dios amor hace un rraciones apocalípticas pretenden
tirano y un déspota. revelar, de forma profética y con
¿Hemos salido ya de este sue- muchos símbolos y metáforas, los
ño de pesadilla tan maravillosa- últimos días y el mundo nuevo que
mente esculpido en los tímpanos inauguran. Precisamente, en el tex-
de las iglesias románicas o en las to de Mateo, la venida del Hijo del
pinturas de Miguel Ángel en la Hombre sobre su trono viene a aca-
capilla Sixtina? Felizmente, la in- bar la historia y a inaugurar un
sistencia sobre la misericordia y mundo nuevo. Nos encontramos
la gracia ha progresado, tanto en pues, con una narración escatoló-
la teología como en la pastoral. A gica de recreación, que llega al al-
pesar de todo, el terror del “día de ba de los tiempos, a través de una
la ira” no ha muerto todavía. Las separación: separación del Reino
imágenes de un Dios juez que cas- de Dios de un mundo caducado y
tiga con las penas del infierno aún fracasado.
permanecen vivas en muchos fie- Para expresar esta separación,
les y en los que, a causa de ello, la narración de Mateo recurre a la
se han alejado del cristianismo. escenografía de un juicio. Lo ca-
Preguntémonos pues, cómo racterizan tres aspectos:
hay que hablar hoy, en catequesis Las obras de misericordia pa-
o en la predicación, del texto de ra con los pobres como criterio de
San Mateo sobre el juicio final. Yo juicio. En el texto se citan hasta
quisiera presentar tres pistas: leer cuatro veces. Representan las exi-
el texto como texto, leerlo en su gencias de base de la vida social.
contexto y, en fin, leerlo a la luz de No es nuevo: el amor al prójimo,
la fe. ya estaba presente en el Antiguo
testamento.
Leer el texto como texto La revelación del Hijo del
Hombre identificándose con los
pobres. Esta es la gran novedad del
Es lo primero que hay que ha- texto. El Cristo Salvador se revela
cer: leer el texto como un objeto identificado con los hambrientos y
literario confeccionado. Conside- sedientos y asume su causa. Esta
rar el texto como texto es conside- revelación es tan nueva que sor-
rarlo como algo que ha sido prepa- prende a todos los actores de la na-
rado, elaborado hasta ser un rración: no lo sabían. No estamos
escrito para ser leído e interpreta- en el terreno de la moral social si-
do y no como algo a consumir tal no en el terreno de la teología de
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una revelación: la sorprendente re- para los demás ni para sí mismos.
velación de la presencia del Hijo La maldición que anuncia el texto
del Hombre en todos los pobres de de Mateo es análoga a la maldición
la tierra. que cae sobre la figura mítica de la
serpiente en la narración del Gé-
El Rey reina no cuando es acla-
nesis, a fin de inscribir la historia
mado como tal, sino cuando un
humana en el horizonte de la sal-
hombre concede a otro el don de
vación. En la narración del juicio
su ayuda. El Reino del Rey no se
final, este horizonte de salvación
manifiesta en el respeto a su per-
ha sido alcanzado.
sona sino en la estima eficaz que
cada uno de sus súbditos tiene ha-
cia sus propios hermanos. Si el cri-
Leer el texto en el contexto
terio para el juicio de cada uno es
global de Mateo
su relación con los pobres, también
está en juego su relación personal
con el Hijo del hombre, puesto que Una segunda manera de tratar
se identifica con ellos. el texto del juicio final consiste en
leer la perícopa en su medio escri-
La sentencia separadora del
turístico. En el evangelio de Mateo
fin de los tiempos. Hemos de exa-
encontramos muchos textos que
minar detalladamente la sentencia
hablan del juicio final: la parábola
porque, así, puede desaparecer el
de la cizaña y la buena semilla (13,
supuesto aspecto de crueldad. Re-
24-30), la red y los peces que se
cordemos que no es una narración
escogen (13, 47-50), el servidor sin
descriptiva, sino una narración del
compasión entregado al verdugo
género apocalíptico: una narración
(18, 23-35), los obreros de la últi-
de recreación que se realiza por
ma hora (20, 1-16), o el banquete
una separación. En concreto, el
en que el invitado no tiene el ves-
“Reino preparado para los bendi-
tido de fiesta (22, 1-14), etc.
tos del Padre desde la fundación
del mundo” se separa del “fuego Ahora no es el momento de ha-
eterno para los malditos, prepara- cer comparaciones sistemáticas.
do para el diablo y sus ángeles”. Pero al menos notemos dos pers-
Esta separación es la realización pectivas importantes:
final de la creación. El fuego eter-
Primero: el solo hecho de po-
no del que se habla, no tiene otra
ner en relación estos textos ya nos
finalidad que poner de relieve esta
permite relativizar la expresión de
realización final.
unos y de otros. Esta confrontación
Los “malditos” no designan nos invita a no quedar cautivos de
una persona concreta destinada a una sola representación. No hay
una tortura eterna. Rechazando so- una sola forma de hablar del juicio
lidarizarse con los demás, se mal- final. Es necesario evitar las sim-
dicen a sí mismos; no son personas plificaciones o las generalizacio-
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nes demasiado rápidas que difu- mejor y conjurar lo peor.
minan las diferencias. Por ejemplo,
“los lloros y el rechinar de dientes”
o el “echadle a las tinieblas exte- Leer el texto a la luz de la fe
riores”, no son sinónimos de “ge-
hena” o de “fuego eterno”. Pueden
Las Escrituras constituyen una
simbolizar la apertura de un espa-
unidad. Pero el misterio pascual
cio-tiempo para el lamento, el arre-
de la muerte y resurrección de
pentimiento y la conversión. Otro
Cristo es lo que da la clave de in-
ejemplo: la parábola de los obreros
terpretación.
de la última hora no manifiesta
ninguna condena, solamente su- Precisamente por esto, para
braya el hecho de superar una jus- leer correctamente el texto del jui-
ticia que sería solamente distribu- cio final, se ha de comenzar por
tiva y calculadora. La parábola de destruir la imagen de un Dios ven-
la cizaña y la buena semilla con- gador que castiga con las penas del
cuerda bien con el texto del juicio infierno. Es fundamental subrayar
final por el aspecto de la separa- que, en Jesucristo, Dios se revela
ción de lo bueno y lo malo. con un amor extremo, incondicio-
nal y sin medida. Se puede con-
Segundo: todos estos textos no
frontar este texto con muchos otros
pretenden describir lo que va a su-
textos que subrayan esta incondi-
ceder al final del mundo. Su fina-
cionalidad del amor de Dios. He
lidad es despertar las conciencias
aquí algunos ejemplos: “no he ve-
de los lectores y responsabilizarlos
nido para condenar el mundo, sino
de sus decisiones actuales. Su ob-
para salvar el mundo” (Jn 12, 47),
jetivo es alertarlos, educarlos y es-
“el Hijo del hombre ha venido a
timularlos. Ejercen una función
buscar y salvar lo que estaba per-
parenética y pedagógica. Son
dido” (Lc 19, 10), “ Padre, perdó-
orientaciones importantes de la vi-
nalos, porque no saben lo que ha-
da presente que comprometen el
cen” (Lc. 23, 34).
futuro.
Todos estos textos y muchos
La retórica del terror que se
más contradicen la representación
apoye sobre estos textos, está falta
de un Dios que sanciona con penas
de fundamento. Ciertamente las
eternas. “No nos dejemos robar el
escrituras condenan el mal y re-
evangelio”, podríamos decir con el
prueban a los que lo cometen. Pe-
Papa Francisco, con interpretacio-
ro los autores se quedan mudos so-
nes que desfiguran los textos evan-
bre su destino post mortem. En
gélicos.
otros términos, los textos sobre el
juicio final no pretenden trasladar Y sin embargo hemos de hablar
al lector al espectáculo del futuro. de la justicia de Dios. No podemos
Los han escrito para responsabili- rechazar la noción del juicio de
zar del presente, para promover lo Dios. Pero la cuestión está en sa-
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ber de qué justicia se trata. estarás conmigo en el paraíso”.
Por razón de la identificación Hemos de precisar el proceso
de Jesús con los pobres, la origi- de esta justicia restauradora y re-
nalidad del evangelio consiste en creadora. Podemos distinguir tres
promover una justicia que no es momentos, para nosotros, hoy.
vengativa ni vindicativa, ni siquie- El primer momento es el tiem-
ra distributiva, sino más bien res- po del examen, de la evaluación de
tauradora y, aún más, recreadora. las acciones más o menos buenas.
La justicia vengativa o vindica- Es un momento de prueba: la prue-
tiva, que se podría calificar tam- ba de la verdad, de la autenticidad,
bién como punitiva o represiva, de la lucidez frente a la vida que
responde al mal con el mal; san- se ha llevado. Es lo que tradicio-
ciona el mal con un mal equivalen- nalmente se ha llamado el examen
te. Esta justicia añade mal al mal. de conciencia. No se trata de que-
Esta justicia no es la de Dios. Dios rer hacer toda la verdad, porque las
es amor. Dios no puede hacer el responsabilidades de unos y de
mal. Dios no echa a nadie al infier- otros estarán siempre envueltas de
no. Esto sería contrario al amor claroscuros. Pero hay que hacer su-
que Él es. ficiente verdad para saber lo que
hay que perdonar, para reconocer
La justicia distributiva da a ca- tanto nuestros méritos como nues-
da uno según sus obras. Supone un tros fallos.
cálculo, una evaluación. Esta jus-
ticia está presente en la Biblia, in- El segundo momento es el de
cluso en el Nuevo Testamento. Por poner el deseo a examen. ¿Cómo
ejemplo: “¿No sabéis que los injus- hacer frente al mal que se ha co-
tos no heredarán el Reino de metido o al mal que se ha sufrido?
Dios?” (1Co 6, 9-10). Pero aunque ¿Cómo reaccionar? ¿Hacia dónde
esté presente en el Nuevo Testa- nos lleva el deseo? Según la lógica
mento, no tiene la última palabra: de la justicia restauradora, el deseo
nos aparece transformada por la no toma el camino del castigo, si-
justicia restauradora, por la gracia no de la reparación: se trata del de-
de un amor incondicional, siempre seo de hacer el bien allá donde se
ofrecido, que desarma las sancio- ha hecho el mal y aplicarse real-
nes a fin de abrir el futuro. Este mente a reparar las cosas todo lo
desarme está maravillosamente posible, porque habrá males irre-
puesto en escena en el diálogo en- parables. Pero que el deseo de re-
tre Jesús en cruz y su compañero parar esté presente. Es el momento
de infortunio: “Para nosotros es del arrepentimiento, de la conver-
justo, porque nos lo hemos mere- sión, del compromiso de reparar.
cido con nuestros hechos, en cam- El tercer momento es el mo-
bio éste nada malo ha hecho…”. mento de la justicia reparadora, es
Jesús le dijo: “Yo te aseguro: hoy el momento en que el culpable re-
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cibe el don de la gracia y de la mi- pero es necesario que este perdón
sericordia que le restablece de pueda ser enunciado, reconocido y
nuevo en su dignidad. Esta gracia recibido como una recreación, co-
no se adquiere porque haya paga- mo un futuro posible a pesar de la
do para recibirla. La reparación no falta.
es una condición para ser perdona-
do. Seria perverso decir a alguien: Según esta lógica restauradora,
te amaré de nuevo cuando hayas el infierno no es un lugar al que
reparado. El amor auténtico ya es- Dios nos condena, sino un lugar
taba dado por anticipado, gratuita- donde nosotros mismos nos “ence-
mente y sin condiciones. Pero es rramos”. Es lo que en la Biblia se
necesario pasar por los dos mo- llama “el endurecimiento del co-
mentos anteriores para compren- razón”. Esto es lo que sucede con
derlo, recibirlo, reconocerlo y ex- el hijo mayor en la parábola del hi-
perimentarlo. jo pródigo (Lc 15, 28) o con los
grandes sacerdotes durante el jui-
Esta es la dinámica de la justi- cio de Jesús (Jn 18, 23). El endure-
cia de Dios, según la lógica cris- cimiento del corazón se opone a la
tiana: un momento de verdad, un bondad y se encierra en la maldad.
examen del deseo y finalmente la No es Dios el que nos envía al in-
recepción de la misericordia. Na- fierno sino el endurecimiento del
da nos puede separar del amor de corazón que nos encierra.
Dios (Rm 5, 8). Ni siquiera nues-
tro pecado. Dios es perdonador en Esta es la lógica de la justicia
el mismo momento en que somos divina restauradora y recreadora.
pecadores. No existe un momento Visto así, el último juicio es, ver-
en el que no perdona y después daderamente, una Buena Noticia
otro en el que otorga su perdón. para todos nosotros “los benditos
Desde el principio hay, a priori, del Padre” y “los herederos del
una disposición activa a perdonar; Reino”.

Tradujo y condensó: RAMÓN RIBAS BOIXEDA, S.J.

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