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JESÚS DE NAZARET,
¿INTRUSO
O
ACOMPAÑANTE DE TU VIDA?
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(Adaptación para la Diócesis de Ciudad Real del material elaborado por los Secretariados de
Catequesis de las Diócesis de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria)
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Desde ahí nos vamos a acercar al Evangelio Vivo, que es el mismo Jesús.
Él es Buena Noticia, porque responde a todo ese mundo de nuestras
experiencias fundamentales que pueden ser auténticamente “renovadas”. Y no
sólo es el Evangelio respuesta a esas necesidades profundamente arraigadas en
nosotros mismos, él abre también en nuestro corazón “necesidades nuevas” que
nosotros no hubiéramos descubierto, pero que ensanchan enormemente nuestra
capacidad de ser hombre y mujeres en plenitud.
Por eso, el Evangelio es, ante todo, propuesta de vida nueva. Nuestra fe
no se reduce, por tanto, a una simple acumulación de convicciones en nuestra
cabeza. Es una experiencia gratuita de sentirnos acompañados, comprendidos,
amados, iluminados, liberados, en una palabra, salvados por Dios. Y esa
posibilidad la tenemos en Cristo Jesús, el “hombre nuevo”, que extiende su
novedad a cada uno de nosotros mediante la fe en Él. Confesamos que “no
tenemos otro nombre en el cual podamos salvarnos” (Hch 4,12).
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Esta parte la abrimos siempre con el título “Una buena Noticia”, que, en
un primer momento, intenta recoger “buenas noticias” acerca del tema, vividas
o trasmitidas por gente como nosotros. Para pasar, después, a fijarnos en que es
la Buena Noticia: tratamos de iluminar el tema desde Jesús de Nazaret...
Podemos tener la grata experiencia de que, con Jesús, “llueve sobre mojado” en
nuestra propia vida...., o, como solemos decir también para expresar el
cumplimiento de lo que ansiamos en lo más hondo: “se junta el hambre con las
ganas de comer”. Podremos descubrir que Jesús no es “un intruso”, sino “el
acompañante” que siempre hemos buscado para la vida.
Presentamos esta parte con una serie de preguntas que pueden ayudar y
estimular nuestra reflexión personal y en grupo. (En el grupo se irá creando, sin
duda, un clima de cercanía, amistad y comprensión, que facilitará la
comunicación de fe. Podrá también suscitarse el deseo de orar juntos. Al final
de cada sesión se puede dejar un tiempo de oración espontánea, centrada en el
tema que se ha tratado).
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I. APROXIMACIÓN A LA REALIDAD
1. Ser y tener
“Ser” y “tener” son dos maneras de entender y vivir la vida. Las dos
están en cada persona. “Tener” hace referencia a poseer cosas, poder, prestigio,
dominio, fama, dinero, tierras..., mientras que “ser” se refiere a la calidad
interior de una persona: saber razonar, saber conocerse, capacidad de fortaleza,
de comunicación, de relación, de amor....
“Ser” y “tener son dos modos de enfocar la vida: hay muchas personas
que son ricas porque poseen cosas, nombre, popularidad..., pero son pobres en
acogida, solidaridad, convivencia, sensibilidad hacia los demás. Por el
contrario, hay gente sencilla, pobre en bienes materiales, pero enorme rica en
cordialidad, acogida, entrega...
No son, sin embargo, dos modos alternativos: uno y otro están presentes
en la misma persona. No somos ni puro “ser” ni puro “tener”. Estamos hechos
para vivir en armonía no sólo con las personas, sino también con las cosas, con
la naturaleza. Las cosas pertenecen también a nuestro mundo. Según como nos
relacionamos con las cosas, así nos “vamos haciendo” personas.
La cultura del “tener” se nos mete por los ojos. No tenemos que
provocarla. Esta situación se explica:
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b) En relación a la vida
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REFLEXIONAMOS Y COMPARTIMOS:
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Jesús debió tener alguna razón de peso para mantener tan radicalmente
esta postura. Para él las cosas son buenas, están puestas para nuestro goce
y realización. Hay, sin embargo, unos límites en la relación de las cosas.
Cuando estos límites se traspasan, en lugar de gozar de ellas, somos
poseídos y dominados por ellas, perdiendo nuestra libertad interior. Las
cosas se nos transforman en ídolos. Para Jesús, el poseer más de lo necesario nos
impide vivir los valores profundos de la persona (la justicia, la misericordia, la
solidaridad, el compartir...); nos hace perder sensibilidad religiosa y
confianza en Dios.
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fama, del prestigio... Jesús fue tentado por la invitación al vivir fácil, a
pensar sólo en sí mismo, al poder, al dinero... En el desierto fue tentado
por esos tipos de mesianismo, pero, venciendo las tentaciones, él optó por
el mesianismo del “Siervo de Dios” (la escucha obediente de Dios Padre y el
servicio liberador a los hombres, sus hermanos). Después, en su vida
pública desoyó repetidamente el clamor popular que quería hacer de él
un hombre de poder (“querían proclamarlo rey”).
Algunos testimonios:
“¿Qué vas a responder tú, que revistes las paredes y dejas desnudo al hombre; tú
que adornas los caballos y dejas a tu hermano vestido de harapos?” (San Basilio).
“Siendo la tierra común, ¿de dónde tienes tú tantas y tantas yugadas de tierra y tu
vecino ni un palmo de terreno?” (San Juan Crisóstomo)
“¿En virtud de qué posee alguien lo que posee? No en virtud del derecho divino...”
(San Agustín)
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2. ¡DECIDIDOS Y VALIENTES!
¿QUÉ O QUIÉN NOS AYUDARÁ A SERLO?
I. APROXIMACIÓN A LA REALIDAD
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Los hijos comienzan a “hacer su vida” a edades cada vez más tempranas.
Sin contar con la madurez suficiente, se enfrentan a factores destructores:
alcohol, droga, SIDA, pasotismo, “sexo duro”, culto a la velocidad, el
trasnoche...Los padres se sienten inseguros y miedosos.
La inseguridad ciudadana: miedo al atraco, al robo...
La inseguridad que provoca el encontrarnos viviendo sin valores
fundamentales, sin verdades a las que agarrarnos, sin modelos que nos
sirvan de referencia..., con una sensación de que no existe nada que merezca
el compromiso de toda la vida...
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que les ofrecen las prácticas religiosas puramente externas. Estas maneras
equivocadas de vivir la fe religiosa han provocado que algunos pensadores
hayan visto la religión como un invento que el hombre hace para librarse de
sus miedos construyendo un mundo irreal, en el que ya no es él mismo, ni
dueño de sus opciones y decisiones.
REFLEXIONAMOS Y COMPARTIMOS:
¿Con cuáles inseguridades y miedos de los que hemos visto te ves
más identificado, porque hagan más mella en ti?
¿Cuáles son tus principales experiencias de seguridad y valentía
ante la vida? ¿Qué es lo que te hace sentirte confiado? ¿Te parece que
es contradictorio experimentar a la vez estos dos sentimientos:
seguridad/inseguridad; miedo/confianza?
La vivencia religiosa que tienes, ¿qué aspecto te apoya más: el
miedo o la confianza?, ¿la evasión o la valentía?
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“¿Por qué dudáis?” les pregunta Jesús a sus discípulos, miedosos por las
olas, a pesar de que el mismo Señor estaba con ellos (las olas= los vientos
contrarios en el mar de la vida) (Mt 8,26). Uno se enfrenta más fácilmente a
la vida cuando se siente acompañado por otro, ya que aumenta su confianza
personal: “cuando un hombre se siente amado, ya no es el mismo, y cuando
se sabe amado divinamente, está salvado” (Eloi Leclerq).
+ No buscar una respuesta que nos lleve a situarnos fuera del mundo, fuera de las
angustias, de los dolores y de las esperanzas de los hombres y mujeres de
nuestro tiempo. Con ellos las compartimos.
+ mirar la vida con esperanza, y a descubrir la gran cantidad de signos
esperanzadores en lo más hondo de las experiencias humanas, comenzando
por nuestra propia capacidad de superarnos.
+ asumir la propia sensación de inseguridad en el camino de la búsqueda. A
pesar de la seguridad de la fe, “caminamos aún a tientas”.
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Algunos testimonios:
“Dios no vino a la tierra a quitar el dolor, ni siquiera a explicarlo, sino a llenarlo con su
presencia” (Paul Claudel)
“El miedo llamó a la puerta. Fui a abrirla, y no había nadie” (Lutero King)
“El mundo ha perdido su rumbo, no porque falten ideologías orientadoras, sino porque
no conducen a ninguna parte”... “en la jaula de su planeta, los hombres se mueven en círculo,
porque han olvidado que se puede mirar al cielo... Cuando nosotros queremos vivir solos, se
nos ha hecho imposible vivir” (E. Jonesco).
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I. APROXIMACIÓN A LA REALIDAD
Y es que necesitamos de los otros para casi todo: para nacer, para
aprender a vivir, a hablar, a pensar, a gozar, a rezar..., para sentirnos
protegidos, para poder comunicarnos y apoyarnos en nuestras dificultades...
Tanto para lo bueno como para lo malo nos influye la familia, los amigos,
los educadores, los compañeros de trabajo o de estudio..., todo el entorno en el
que vivimos. Todos estos niveles de convivencia nos aportan valores o riquezas
muy diferentes: afecto, intimidad, acogida, apertura, perdón...
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+ La amistad
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REFLEXIONAMOS Y COMPARTIMOS:
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relaciones horizontales entre todos, que crean una nueva convivencia. Una
lectura de Ex 20, 1-17 (donde encontramos el decálogo –los diez
mandamientos-) nos da pistas para iluminar una auténtica convivencia.
Por ser Hijo, Jesús mismo está agarrado por la pasión de la fidelidad y amor
a su Padre. Y desde ese amor, ama a todos los hombres y mujeres,
especialmente a los más pobres y excluidos, a quienes se abre como
hermano. Con algunos de ellos constituye un grupo de cercanos, “para que
estuvieran con él” (Mc 3,13-14).
La mesa compartida
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Se puede decir que una de las cosas que más huella dejó en los discípulos de
Jesús fue el amor mutuo y el amor a todos, especialmente a los más débiles y
necesitados. La imagen de Jesús lavándoles sus pies, en señal de servicio
fraterno, y la recomendación de hacer ellos lo mismo, lleva enseguida a la
vida de las comunidades primitivas la urgencia del amor. Se puede leer Hch
2,42-47 y 4, 32-35.
Toda comunidad nace como fruto de una comunión en algo. Nosotros, los
cristianos, nos sentimos unidos por una misma fe en un mismo y único Dios;
en un mismo Salvador, Jesucristo, y en un mismo bautismo (Ef 4,5-6); en unos
mismos sacramentos, especialmente en la Eucaristía, en la que nace y desde
la que crece la comunidad, y en un mismo testimonio de vida.
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+ ante todo, una mirada del corazón al misterio de la Trinidad que habita
en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los
hermanos que están a nuestro lado,
+ capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del cuerpo
místico como “alguien que me pertenece”,
+ saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos
ya tender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda
amistad,
+ capacidad de ver, ante todo, lo que hay de positivo en el otro, para
acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: se trata de “un don para mí”,
además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente.
+ saber ‘dar espacio’ al hermano, llevando los unos las cargas de los otros
(cfr Gal 6,2) y rechazando las tentaciones egoístas de competitividad, ganas
de hacer carrera, desconfianzas y envidias”
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I. APROXIMACIÓN A LA REALIDAD
+ ¿Qué es la felicidad?
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REFLEXIONAMOS Y COMPARTIMOS
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“Me llamo Felisa, tengo 58 años, y soy viuda desde hace casi 4 años. Tengo 2
hijos y una hija de 33, 31 y CAPut!’ años. Con el hijo mayor y con la hija no
te tenido que lamentar nada grave. Pero con el segundo chico he tenido
muchos problemas: desde fracasos en los estudios, amistades no buenas...
hasta con el mundo de la droga. Desde entonces, un calvario.
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A pesar de todo ello, soy feliz. Me siento bien interiormente. Cuando llega la
noche, siento el cansancio, pero al día siguiente comienzo con nueva ilusión.
Creo firmemente que cuento con la ayuda de Alguien superior a mí; sola no podría
hacerlo.
Me preguntan cómo puedo sentirme tan bien con todo lo que me ha tocado
vivir. Mi fuerza está en mi fe alimentada, como ya he dicho. Un cristiano nunca
está solo. Y si confía en que el servicio a los demás es lo más agradable a
Dios, ha de sentir la felicidad que yo siento” (Cristianismo y Justicia, n. 57,
pgs. 41-43).
Ya sabemos que esta imagen del paraíso no hay que entenderla al pie de
la letra, pero el mensaje que nos transmite es claro: Dios crea al hombre y a la
mujer y los coloca en el centro de la creación, para que vivan en armonía con Él,
con ellos mismos, con los demás hombres y con toda la creación. Se trata de un
gran ideal de felicidad. “Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno”
(Gn 1,31).
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I. APROXIMACIÓN A LA REALIDAD
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Lo mismo nos pasa con el Tercer Mundo. Vivimos también una especie
de contradicción entre nuestra solidaridad con él, especialmente manifestada
cuando hay alguna catástrofe (terremotos, inundaciones, sequías...), pero que se
queda mucho más a la sombra cuando se trata de compartir habitualmente,
buscando la solidaridad y la justicia con los pueblos del Sur. La situación en los
países en vías de desarrollo es alarmante. Sólo para que tengamos una idea: si
los más de 5.000 millones de habitantes del mundo, fueran un pueblecito de
1.000 habitantes, nos encontraríamos con estas sospresas:
Una primera mirada sobre nosotros mismos y sobre lo que nos rodea nos
podría indicar que “lo que nos pide el cuerpo” es el egoísmo desenfrenado.
Percibimos, a veces, tantas situaciones de insolidaridad e injusticia,
comenzando por nosotros mismos, que tenemos una sensación de impotencia.
Desde ella soltamos frases como éstas: “este mundo es un asco”; “esto no tiene
remedio”; “el hombre será siempre egoísta y, por lo tanto, injusto”.
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Pero, en el día a día, hay también mucha gente que “orienta la globalidad
de su existencia del lado de la solidaridad”: hay quien presta dinero sin
intereses; quien adopta a un niño abandonado por sus padres; quien acompaña
a un drogadicto en su período de recuperación; quién se pasa todas sus horas
libres junto a un enfermo, anciano o persona sola; quien hace suya la causa de
los más desfavorecidos; quien orienta el ejercicio de su profesión, teniendo en
cuenta a los más débiles y necesitados como principales destinatarios; quien
escoge su lugar de residencia entre las clases más populares....
REFLEXIONAMOS Y COMPARTIMOS
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La misma pareja comenta que, durante los días que el dinero estuvo en
casa, “estuvimos tentados a echarnos atrás de nuestra decisión”. Pero, al
final, no fue así y entregaron lo recaudado. ¿Su razón fundamental?:
“compartir sencillamente con aquellos que no tienen”.
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los sordos oyen, y los muertos resucitan, a los pobres se les anuncia la
buena noticia... Y dichoso el que no se escandalice de mí! (Lc 7,20-23).
Y es que con Jesús, que elige él mismo para sí la pobreza como
estilo de vida para el cumplimiento de la misión (baste recordar las
tentaciones de mesianismo que tiene que rechazar: el materialismo/el
poder/el espectáculo) todo el mundo de los pobres y marginados con
quienes convive, sienten profundamente la posibilidad de su
reintegración y recuperación. No otra cosa significaba el hecho de que
con frecuencia Jesús comió con marginados sociales y religiosos. La
comunidad de mesa significa integración de lo excluido. Lo mismo
habría que decir de los milagros que, en su mayoría, son signos de
oferta salvadora a los más necesitados. Jesús “justifica” su
comportamiento solidario, porque “así es su Padre”. Y que así es lo
demuestra una lectura sencilla del amor privilegiado de Dios por los
pobres que recoge todo el Antiguo Testamento.
Porque así quiere Jesús que sean sus seguidores. Lc 10, 25-37 nos ofrece
una parábola de fraternidad: el buen samaritano. Se trata de la
solidaridad con toda persona necesitada.... En la enseñanza, también
Jesús repite: “haz tú lo mismo”. Como identificándose él con el buen
samaritano.
Tan fuerte es la exigencia del amor a los necesitados, que Jesús mismo se
identifica con ellos, para que nadie dude dónde quiere él ser amado y servido
por quienes le siguen. En el cp. 25 del evangelio de Mateo es donde esa
identificación se expresa con más claridad: “cuándo te vimos con hambre y te
dimos de comer o con sed y te dimos de beber?, ¿cuándo llegaste como
extranjero y te acogimos o desnudo y te vestimos?, ¿cuándo estuviste enfermo o
en la cárcel y fuimos a verte?...Os lo aseguro: cada vez que lo hicisteis con un
hermano mío de esas más humildes, lo hicisteis conmigo” (vv.38-40).
En la carta “para el inicio del nuevo milenio”, comenta Juan Pablo II este
capítulo de Mateo: “si verdaderamente hemos partido de la contemplación del
rostro de Cristo, tenemos que saberlo descubrir, ante todo, en el rostro de todos
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2. ¿En qué medida una mayor confianza en Dios por tu parte podría
darte más decisión y energía para ser solidario con los demás?
I. APROXIMACIÓN A LA REALIDAD
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persona humana, aparte de decir que es, por naturaleza social o laboriosa
(homo faber), se dice también que es religiosa. Pero no nos vamos a acercar a la
realidad de esta manera global, analizando eso que se ha llamado el “fenómeno
religioso”, sino que vamos a bajar a lo concreto, al ser humano que somos tú y
yo...., y a la relación que nosotros estamos viviendo con ese otro ser, a quien
llamamos Dios.
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ante los otros... En los últimos tiempos todos estos cambios han sido acelerados,
y por eso ha ido evolucionando también la forma de relacionarnos con Dios.
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“El ‘Dios-pelele’ es ese Dios al que hemos querido borrar del rostro el
gesto autoritario y exigente, a nuestro parecer impropio de Él; pero por eso
mismo, quizás, lo hemos transformado en un Dios ‘pelele’, dispuesto a pasar de
todo, con tal de que no se le expulse de casa” (Carta Pastoral de Cuaresma-
Pascua 1986). Detrás de la afirmación: “a mí me parece que Dios....” decimos, a
veces tonterías que no hay por dónde cogerlas; o utilizamos descaradamente su
nombre cuando algo nos sale mal.... ¿Qué Dios tenemos en la mente? ¿No es,
quizás un “Dios-pelele”?
. Ser conscientes de que Dios está siempre más allá...y seguir, por tanto,
buscando y buscando, no quedándonos en la complacencia de las vivencias
religiosas que vayamos teniendo. Son siempre vivencias abiertas a una mayor
profundización, a ser contrastadas con otros, especialmente con quien nos
pueda guiar en la búsqueda de Dios, dispuestos siempre a purificarlas,
preguntando, preguntándonos....
. Buscar a Dios no sólo fuera, sino también dentro de uno mismo. “¿Qué
haces buscando a Dios en tantos lugares cuando lo has perdido en tu corazón?”.
Este tipo de búsqueda nos pide hacer silencio interior, buscando la paz en una
apertura acogedora del misterio.
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. Tener claro que más que buscar nosotros a Dios, somos buscados por Él.
Cuando nosotros llegamos, es porque ya Él había salido a nuestro encuentro. La
búsqueda se realiza, por tanto, en un ambiente de gratitud acogedora.
REFLEXIONAMOS Y COMPARTIMOS
2. ¿Conforme han pasado los años, has observado algún tipo de desarrollo
en la imagen y experiencia que tienes de Dios, o te encuentras aún con la que
recibiste cuando tu primera comunión?
3. Los encuentros que ya llevamos, ¿te han ido diciendo algo nuevo de
Dios? ¿Tienes ganas de seguir buscando y conociéndolo más en
profundidad?
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+ Un Dios que quiere que vivamos, que nos quiere libres, gozosos, felices,
viviendo un nuevo estilo de vida, basado en el amor (Reino de Dios).
+ un Dios, Padre de todos, que ama a todos y cuida de todos, con una
especial predilección por los más débiles. Y que lo hace con tal cercanía y
ternura que adquiere también los rasgos de la Madre.
+ a situarnos ante Dios como es debido: sin pretender quitarle el sitio, con la
confianza de quien es hijo/a, en actitud acogedora, poniéndonos a la
escucha... sintiéndolo en nuestras vidas, “más íntimo a nosotros que
nosotros mismos” (San Agustín).
+ a vivir desde Dios, mirando y amando la vida y a los otros, como lo hace Él,
descubriendo en Dios la fuerza de nuestra existencia, nuestra mejor y más
segura referencia para ser, pensar y actuar en la vida. “Nuestra vida está
escondida con Cristo en Dios”.
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3. ¿Qué aspectos de tu propia vida pueden ser para los demás una
revelación de cómo es Dios? (¿No te extrañe que tengas esos aspectos,
porque somos “imagen y semejanza de Dios” y, en Cristo, también podemos
revelar algo de Dios nuestro Padre?)
7. EL TRABAJO,
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¿CASTIGO O REALIZACIÓN?
I. APROXIMACIÓN A LA REALIDAD
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Algunas preguntas
No son para que las respondamos en el grupo, pero sí para que las
retengamos. Las experiencias tan dispares sobre el trabajo nos plantean esas
preguntas. Presentando algunas, nos damos cuenta de que estamos ante un
tema complejo:
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REFLEXIONAMOS Y COMPARTIMOS
1. Con todo lo que hemos reflexionado, intenta hacer una frase (tu frase) en
la que quede reflejado qué es lo que piensas del trabajo. Hemos visto
diferentes posturas ante el trabajo, con esa frase nos dices a todos cuál es la
postura tuya.
2. ¿Qué aspectos del trabajo de los que hemos descrito te parece que sería
el que más nos estimulara a la hora de trabajar bien?
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exigencia de su fe. A través de esta persona entré en contacto con la HOAC, que me fue
mostrando otra manera de vivir el cristianismo”.
+ Dios creó el mundo y lo llenó de su bondad (“y vio Dios que era bueno”).
Pero no terminó su obra, sino que sigue creando sin cesar y lo crea también con
nuestra colaboración. De tal manera que no es verdad que los grandes océanos, la
selva amazónica o el firmamento sean más obra de Dios que la autovía, el
cohete espacial o el ordenador. Nosotros, en efecto, colaboramos creadoramente
con Dios.
+ La descripción bíblica habla del trabajo (el cultivo del paraíso) antes de
hablar del pecado. El trabajo no es castigo del pecado. Lo es la infecundidad y
vacío de una tierra que se vuelve dura e ingrata para el hombre que la trabaja.
Por eso, fruto del pecado es el sufrimiento. Pero en el proyecto original y
primero de Dios, en trabajo no tiene este ingrediente de “maldición”. El trabajo
es un mandato divino para hacer posible la vida humana.
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Juan Pablo II, en la encíclica sobre el trabajo humano (n.6), califica así el trabajo
de Jesús: “esta circunstancia (el trabajo de Jesús en Nazaret) constituye por sí
sola el más elocuente evangelio del trabajo”.
2. Un buen trabajo necesita ser hecho con “ética”, ¿en qué aspectos
crees que te podría ayudar la comunidad cristiana para poder vivir
una moral más coherente en tu trabajo?
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I. APROXIMACIÓN A LA REALIDAD
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Profundizando un poco:
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respetamos esto, quiere decirse que no podemos hacer lo que nos dé la gana.
Entonces...., ¿para qué somos libres?.
+ Nuevas esclavitudes
Hace falta una gran lucidez, perspicacia y, sobre todo, una gran fuerza de
voluntad para no terminar siendo arrastrados por estos “tiranos” de nuestros
tiempos.
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Porque, existen otros cristianos que confiesan sentirse liberados cada vez
que “se dejan seducir” por la fuerza del Espíritu de Jesús resucitado, y hacen de
su vida una entrega libre a Dios y su Reino, desde las circunstancias concretas
de su propia vida. Hay cristianos que han hecho un “para” (para Dios, para los
demás, para la vida, para el Reino) del “de” (de alguien, de algo, del sino, del
destino, del absurdo, de Dios...) que es el gran “limitador” de la propia libertad.
Han entendido que “siendo para”, la libertad llega a su máxima realización.
REFLEXIONAMOS Y COMPARTIMOS
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En ellos hay esta convicción: lo que hemos recibido como cristianos, tenemos
que compartirlo. Alguno de estos matrimonios jóvenes, recordando su lugar de
origen en el que vivían “cristianamente acomodados”, manifiesta: “nos
sentíamos rácanos en nuestro compromiso”. Queríamos poner toda la carne en
el asador”. Y la pusieron, convencidos de “dar el paso que tenemos que dar”, de
“responder a una necesidad que surge de dentro”. Y así marcharon, libres y
convencidos. Con la creencia en la posibilidad de un mundo distinto (“eso es lo
que te abre a los demás, y te hace responsable de los otros”), aunque con un
gran realismo: “no aspiramos a hacer grandes cosas, simplemente a hacernos
uno con ellos”. Una responsabilidad que no abruma, sino que aligera, por
sentirse seducidos y liberados por el Espíritu del Señor resucitado.
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Hay muchas familias entre nosotros que han entendido las cosas
con ilusión y realismo, y son ejemplo de gozo al compartir, al
entregarse, al abrirse. En medio de dificultades. Atentos a los cambios
que ha sufrido la familia y de sus avatares en el corazón mismo de
nuestra sociedad. Sin ingenuidades infantiles, pero sin caer en el
derrotismo. Una aproximación a la realidad de nuestras familias debe
dejar constancia de este tipo de vivencia familiar. No se trata ya de
aquel modelo de “familia patriarcal o matriarcal”, tan frecuente en
otros tiempos en nuestros pueblos, sino de una familia renovada, con
un talante mucho más abierto y cercano, semillero de crecimiento y
de futuro, pero con mucha y positiva carga de familia.
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+ como algo que, tarde o temprano, se nos viene encima. Cuando aún no
nos ha llegado, solemos decir que “estamos de suerte”, pero es una situación
tan precaria que siempre estamos temiendo su llegada.
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+ Los hay que se rebelan: “esto es injusto”, “no hay derecho”, “esto no hay
quien lo aguante”...
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+ Hay quienes buscan culpables: los otros, uno mismo, los malos espíritus,
Dios.....
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hombre, sino cargarse, incluso, del “rostro” del pecado” (Juan Pablo II, ibid). Y
el sufrimiento es una realidad que no falta en ninguna de nuestras vidas. Un
teólogo protestante alemán, víctima de las atrocidades nazis, confesaba: “sólo
un Dios que sufre puede salvarnos”.
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11. EN MI DEBILIDAD,
¿QUIÉN ME COMPRENDERÁ?
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I. APROXIMACIÓN A LA REALIDAD
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. Los hay que se evaden: ...todo, menos entrar en su propio interior, para
no hurgar en la herida de la propia insatisfacción. Hay un miedo a enfrentarse
con uno mismo, y se tiende más bien a “ignorar” lo que va sucediendo en
nuestra vida: “ojos que no ven, corazón que no siente”. Detrás de esta actitud
hay una persona de escasa madurez.
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“Nos es preciso aprender a ver el mal y el pecado como Dios los ve. Eso es
precisamente lo difícil, porque donde nosotros con toda naturalidad
vemos una falta que condenar y que castigar, Dios ve primeramente una
miseria que socorrer. El Todopoderoso es también el más dulce de los
seres, el más paciente”.
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El Señor me ha dado una lengua de discípulo, para saber decir al abatido una
palabra de aliento (Is 50,4).
+ Pero es, sobre todo, en las acciones y palabras de Jesús de Nazaret donde
podemos descubrir plenamente al Dios de la misericordia, de la acogida y del
perdón.
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. Jesús manifiesta una entrañable ternura con los pecadores (la adúltera,
Zaqueo, la mujer pecadora) y con los enfermos, mucho más necesitados que los
demás de sentir la cercanía y el amor de los otros. Jesús los encuentra, los
anima, los cura... La presencia de Jesús es sanadora por dentro y por fuera para
el hombre. Jesús confía en que el hombre se puede rehacer, a pesar de su
deterioro.
. Cuando Jesús tiene que justificar ante los fariseos su modo de obrar.
Cuando se tiene que defender de quienes le acusan por esa misericordia
entrañable hacia quienes ellos consideraban excluidos social y religiosamente,
Jesús les presenta la gran justificación: no puede obrar de otro modo, porque
Dios, su Padre “es así” (misericordia y perdón). Lo dirá luego S. Juan: “Dios es
amor”. Bástenos mirar el cp. 15 de Lucas. En los vv. 1-2 la “acusación”. Las
parábolas de la oveja perdida, de la moneda perdida y del hijo pródigo (o,
mejor: del padre misericordioso): la justificación de esa manera de ser: de
“acoger a los pecadores y comer con ellos”. Y no hay otra justificación para que
Jesús que ésta: “ese es el estilo de Dios”, “así es como actúa Dios”.
Una constante de la fe viva es, por tanto, la del “encuentro personal” con
Dios. No es un encuentro alternativo con el que realizamos con otras
personas. Es un encuentro realizado en “otro nivel”. En el nivel más íntimo
y personal. Un nivel enormemente real, que supone la posibilidad de un
diálogo interior, para “depositar en Él todos nuestros afanes”: los
sentimientos y experiencias, las vivencias y pruebas, los dolores y alegrías
de la vida. Dios Padre, Amigo y Acompañante de mi existencia concreta es
la “mejor noticia” para poder experimentar la liberación y salvación.
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I. APROXIMACIÓN A LA REALIDAD
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+ Queremos e intentamos ser felices, con una felicidad que vaya unida a
nuestras enormes ganas de vivir..., pero nos damos cuenta de que no atinamos
con los medios para conseguirlo, porque no podemos ser felices de cualquier
manera, sobre todo, cuando nuestras ganas de vivir han de contar, aunque nos
pese, con el hecho de nuestra propia muerte.
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tren del desarrollo y los que aún no han podido subirse..., y, si las cosas siguen
así, no podrán subirse nunca.
También los hay. No piensan que el hombre sea tan desastroso como los
anteriores; ven a la persona con mejores ojos, pero se sienten desanimados por
los resultados. Tienen la sensación de que la persona humana está encarcelada
en sí misma: “la persona humana es maravillosa –dicen-, pero es pequeñita: yo
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siempre tropiezo con las mismas barreras, cometo los mismos errores; sólo soy
esto y, sin embargo, querría ser mucho más. Siempre ando buscando algo, pero
generalmente, antes de encontrarlo ya habré muerto...” Se trata de una posición
pesimista ante la vida.
Los hay también que no es que “pasen” por principio, sino que “no
tienen tiempo”: excesivamente metidos en los problemas de cada día
(económicos, familiares, de negocios...). Les faltan motivaciones, clima y tiempo
suficiente para acometer también las preguntas más serias, aquellas que,
incluso, dan su verdadero sentido a los afanes de cada día.
REFLEXIONAMOS Y COMPARTIMOS
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Dándonos la posibilidad de ser hijos del Padre, Jesús nos dio también la
posibilidad de vivir entre nosotros como hermanos. Una fraternidad que no es
huérfana. Una fraternidad con Padre. Y, por eso, una fraternidad que entra en la
realización de la propia persona humana: vivimos entre nosotros la misma
relación que Jesús con el Padre, en el Espíritu. Nuestra llamada, por tanto, es a
hacer de nuestra sociedad una comunión de hermanos, desde la justicia y la
fraternidad.
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