Alvear, la otra cara del radicalismo loa grandes hombres de la elite, además en muchos aspectos que establecía la jornada

lecía la jornada laboral de ocho horas.

El nombre del candidato para
suceder a Yrigoyen fue una incógnita
hasta el último momento.
Finalmente, el 10 de marzo de 1922
la Convención Nacional de la Unión
Cívica Radical designo la fórmula
para el periodo 1922-1928: Marcelo
Torcuato de Alvear- Pelagio Luna.
Aunque se respetaron los
mecanismos internos de un partido
moderno, el candidato conto con el
respaldo de Yrigoyen, al mejor uso
conservador. Antes de las elecciones presidenciales la UCR sufrió
un desprendimiento: Miguel Laurencena, ex gobernador de Entre
Ríos, formo un Partido Radical Principista, que presento la formula
Laurencena-Melo.
La elección aparecía como contradictoria: Alvear, que desde varios
años atrás era el embajador argentino en Paris, contaba con la
simpatía de grupos oligárquicos. Su posición era
predominantemente liberal y librecambista; tampoco coincidía con
la política exterior de Yrigoyen y su estilo personal era opuesto a
este. Resulta lógico pensar en los avances del antipersonalismo
dentro del partido radical, pues este grupo controlaba desde 1918
el Comité en la Capital. Quizás lo único que hizo Yrigoyen fue
anticiparse a una decisión que se hubiera impuesto aun sin su
conformidad.
Un gobierno diferente. Desde el comienzo Alvear dio muestras de
querer distanciarse de su antecesor. La primera manifestación de
ruptura fue la designación de sus ministros: solo tres de ellos
pertenecían al radicalismo; casi todos eran enemigos de Yrigoyen.
Una serie de gestos lo diferenciaron del anterior presidente:
inauguro las Sesiones del Congreso Nacional (cosa que Yrigoyen no
había hecho nunca personalmente); sus ministros concurrían a las
interpelaciones; cuando intervino alguna provincia lo hizo con la
participación del Congreso. También asistía frecuentemente al
hipódromo, con
Alvear retomo la tradición conservadora, dejando de lado las
orientaciones más populares y nacionalistas del Yrigoyenismo.
También se acercó a una fracción militar que habría de tener un
papel fundamental en la revolución de 1930: su Ministro de
Guerra, Agustín P. Justo, uno de los inspiradores de ese
movimiento.
La división radical. Las diferencias se fueron profundizando de tal
forma que los personalistas acusaron a sus rivales de integrar el
“contubernio” con los enemigos de la “causa radical”. Finalmente
en 1924, se produjo la ruptura, y el alvearismo constituyo, con la
dirección de Leopoldo Melo, Segundo Gallo y José Tamborini, la
Unión Cívica Radical Antipersonalista. El nuevo agrupamiento
recibió el apoyo de varios grupos provinciales, e incluso, del
cantonismo sanjuanino y el lencinismo mendocino, quienes a pesar
de su extremada popularidad, se unieron al antipersonalismo,
debido a su enfrentamiento con Yrigoyen.
La división del Socialismo. La lucha interna del radicalismo tuvo
efectos sobre el Partido Socialista, después de la importante
elección realizada en 1924, comenzaron a notarse serias
discrepancias entre sus miembros, especialmente cuando el
bloque de diputados comenzó a aliarse sistemáticamente con el
antipersonalismo. El disgusto de la dirección se hizo público, por
una votación en bloque donde algunos apoyaron al sector
antipersonalista. Este proceso culmino con la ruptura del partido y
la formación del Partido Socialista Independiente, encabezado por
Antonio de Tomaso y Federico Pinedo.
Pero más allá de estas diferencias, el gobierno de Alvear está
atravesado por una imagen de buen gobierno, manejo ordenado
de las finanzas, respeto por las libertades individuales y cierta
preocupación social, expresada en varias leyes aprobadas durante
su mandato. En efecto, en 1924, se aprobaron las leyes 11.317 y
11.318 sobre contrato de trabajo de los menores y la prohibición
del trabajo nocturno en las panaderías, respectivamente, así como
la ley 11.312 que fijaba la jubilación de los maestros primarios. Un
año más tarde se sanciono una ley que regulaba la
forma de pago del salario y en 1929 la ley 11.544
Hacia el fin del gobierno de Alvear los antipersonalistas, que
habían elegido la formula Leopoldo Melo-Vicente Gallo, se sentían
muy seguros de obtener el triunfo en las elecciones presidenciales
de 1928. El clima político parecía favorable pues los grandes diarios
como Critica, La Nación o La Prensa realizaban desde sus páginas
una furibunda campaña contra la figura de Yrigoyen.
Una característica interesante del periodo es el crecimiento de
empresas modernas y más grandes, inversamente proporcional al
achicamiento de la pequeña y mediana industria de tipo manual.
Este hecho estaría preanunciando la modernización industrial
desarrollada a partir de mediados de la década del treinta. En este
sentido fue significativa la inversión de capitales norteamericanos
en la industria local, y orientados hacia ramas industriales no
tradicionales, diferentes de las inversiones británicas destinadas al
servicio público, las finanzas, el comercio y la industria tradicional.
Muchas de estas empresas eran el comienzo de plantas de armado
y montaje, a partir de la importación de algunos componentes. Las
principales radicaciones industriales durante estos años fueron los
siguientes: en el rubro metalúrgico se instalaron Burroughs y
Chrysler en 1924, y General Motors en 1925; en maquinarias y
artefactos eléctricos se radicaron IBM (1924), Sylvania (1928) y
RCA Victor en 1929: Good Year abrió en 1930: en la industria
farmacéutica los estadounidenses inauguraron Farmasa en 1922,
Atkinson y Colgate Palmolive en 1927 y William Warner en 1928:
en la industria alimenticia Toddy en 1930. El capital
norteamericano tomaba claramente la delantera en las inversiones
extranjeras en la industria. Los europeos solo habían instalado
Cinzano (Italia, 1922), Fiat (Italia, 1923), Celulosa Argentina en
1929 y Nestlé (Suiza) y Pirelli (Italia) en 1930.
Planta de producción de Ford en Argentina.
El ministro de Agricultura Tomás Le Breton dio un gran impulso a la
investigación científica aplicada a la producción agraria. Fue
especialmente importante la contratación de especialistas
extranjeros como Thomas Bregger y William Backhouse para el
mejoramiento genético del trigo y el maíz en
Pergamino. Asimismo fue decisiva su acción para
promover el cultivo del algodón en el Chaco.