Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
INTEGRANTES :
DOCENTE :
ASIGNATURA :
CICLO : IX
Como señala el Art. 94° del NCPP agraviado es todo aquél que resulte
directamente ofendido por el delito o perjudicado por las consecuencias del
mismo. SAN MARTÍN CASTRO1haciendo una diferencia similar en el Código de
Procedimientos penales de 1940 señalaba: "se define al actor civil como aquella
persona que puede ser el agraviado o sujeto pasivo del delito, es decir, quien
directamente ha sufrido un daño criminal y, en defecto de él, el perjudicado, esto
es, el sujeto pasivo del daño indemnizable o el titular del interés directa o
inmediatamente lesionado por el delito, que deduce expresamente en el proceso
penal una pretensión patrimonial que trae a causa de la comisión de un delito". Así
el NCPP ha señalado una denominación distinta a lo que la doctrina nacional
sostenía, por ello es del caso aclarar que si bien SAN MARTÍN equipara agraviado
a sujeto pasivo en el NCPP el sujeto pasivo sería el ofendido y junto a él tenemos
al perjudicado, quien es la persona que si bien no es el titular del bien jurídico
directamente perjudicado es afectado de alguna forma y por ello requiere de una
reparación y su ingreso al proceso penal. Entonces, el concepto de agraviado se
transforma en un concepto amplio que abarca tanto al ofendido como al
perjudicado.
1
SAN MARTÍN CASTRO, Cesar. Derecho Procesal Penal. Vol. I. GRIJLEY. Lima. 2006. pp. 259 y 260.
El Art 94 de la norma procesal establece que también serán considerados como
agraviados los accionistas , los socios , asociados o miembros respectos de los
delitos que afecten a una persona jurídica, cometido por quienes los dirigen ,
administren o controlan . Igual derecho tendrán las asociaciones en los delitos que
afecten los intereses colectivos o difusos , cuando se lesione a un número
indeterminado de personas o en los delitos incluidos como crímenes
internacionales.
El agraviado una vez que ha interpuesto la denuncia será informado sobre los
derechos que le asiste, así mismo ello se le hará saber al rendir su declaración
preventiva o al momento de su primera intervención en el proceso. No está demás
decir que mientras no se constituye en parte civil con las formalidades antes
descritas , no está facultado para participar en las diligencias probatorias ,
absolver traslados ni tampoco interponer los medios respectivos o deducir la
nulidad de los actuados.
Asimismo si el agraviado fuera menor o incapaz tendrá derecho a que durante las
actuaciones en las que intervenga, sea acompañado por persona de su confianza,
pues el NCPP entiende que los menores de edad deben de tener una persona de
confianza a su costado para que sus manifestaciones y otras actuaciones la hagan
de manera que no afecte sus derechos. El NCPP señala también que el agraviado
tiene el deber de declarar como testigo en las actuaciones de la investigación y del
juicio oral, lo cual es la correspondencia de su actuación de sujeto procesal, pues
así como tiene derechos también tiene deberes para con el proceso.
Designación de apoderado común Señala el Art. 97° del NCPP que cuando se
trate de numerosos agraviados por el mismo delito, que se constituyan en actor
civil, si el Juez considera que su número puede entorpecer el normal desarrollo de
la causa, siempre que no existan defensas incompatibles, representen intereses
singulares o formulen pretensiones diferenciadas, dispondrá nombren un
apoderado común, además, en caso no exista acuerdo explícito el Juez designará
al apoderado. Como se aprecia el agraviado goza de los derechos de participación
y del derecho a la verdad con el solo hecho de serlo, de esta manera el
ordenamiento jurídico da una correcta protección al ofendido del proceso.
Es evidente que en estos casos la legislación juega en contra del agraviado, que
muchas veces observa impotente que el hecho denunciado queda sin sancionar.
2. EL ACTOR CIVIL
CONCEPTO
Cuando se comete un delito, de ésta emana dos acciones: una que busca
básicamente obtener la aplicación de la ley penal , y otra, busca el resarcimiento
del daño que se causó. En la primera , el delito es un mal público en el que se
agravia los intereses de toda la sociedad; y para el segundo , es un mal privado y
afecta los intereses en particular .Por ello , y por la naturaleza de los intereses
afectados por el delito , nacen de éste , una acción penal y una acción civil contra
el autor. La acción penal por su naturaleza pública le corresponde al órgano
pertinente del estado – consecuencia del delito.
La sola comisión del delito produce la víctima o parte agraviada .Per ola parte civil
necesita de acto propio para constituirse legalmente ante la justicia . Única foma
también de reconocerla en ese carácter especial participación , aunque la víctima
haya desaparecido .Por ello el directo perjudicado con el delito , tiene el derecho
de invocar la pretensión destinada a su resarcimiento , adquiriéndose del derecho
a ser parte civil por haber sufrido un daño.
Para Fenech, el actor civil es aquella parte acusadora que ejercita en el proceso
penal una pretensión de resarcimiento en reclamación de la sustitución de la cosa;
reparación del daño o indemnización del perjuicio producido por el acto punible .La
resarcitoria , es decir, orientada a mantener la acusación , el agraviado tendrá
derecho a la reparación civil.
Parte civil o actor civil, tal como lo denomina el CPP de 2004, es el sujeto
procesal (agraviado) que dentro del proceso penal enfoca su rol principalmente en
el ejercicio de la acción civil para demandar una reparación por los daños que se
le causó con la conducta ilícita de aparente relevancia penal. Es el daño sufrido y
la búsqueda de su resarcimiento lo que legitima al agraviado para constituirse en
actor civil. En ese sentido el agraviado, perjudicado,como actor civil participa en el
proceso penal materializando pretensiones de naturaleza estrictamente
resarcitoria, manteniéndose al margen de los intereses punitivos de la sociedad. Si
bien es cierto que se le reconoce cierto margen de intervención en la investigación
de los hechos y en la integración de estos, ello no se debe a que tenga
legitimación para acreditar la fundamentación fáctica de la pretensión penal (al
actor civil le está vedado realizar una calificación punitiva), sino a que ambas
acciones (civil y penal) suelen derivar de unos mismos hechos naturales o
históricos que contravienen el ordenamiento jurídico (misma conducta ilícita). Esa
calidad de actor civil, como titular de la acción civil emergente del acto ilícito de
aparente relevancia penal, se adquiere cuando este se presenta en el proceso
penal para constituirse como tal. Para hacerlo el titular debe ser persona capaz
civilmente, por cuanto si no lo fuere debe actuar con las representaciones que la
ley civil impone para el ejercicio de las acciones civiles. Ahora bien para que el
agraviado tenga legitimidad de solicitar, al interior del proceso penal, su
constitución en actor civil y por ende reclamar una reparación debe haber sido
primero perjudicado por el actuar ilícito del agente, es decir la conducta
presuntamente delictiva debe haberle ocasionado un daño ya sea de naturaleza
patrimonial o extrapatrimonial. Solo hay idoneidad jurídico-material y aptitud
procesal, o lo que se conoce como interés para accionar, cuando quien pretende
constituirse en actor civil acredita primero el daño o perjuicio producido por el
delito. En ese sentido, a efectos de la denominada responsabilidad civil ex delicto
la noción de agraviado, o más en específico diríamos de sujeto pasivo del delito y
perjudicado no son sinónimas, pues si bien todo delito tiene un agraviado, o en
todo caso un sujeto pasivo del delito (sujeto titular del bien jurídico lesionado o
puesto en peligro), no se puede sostener que todo delito posea un perjudicado o
produzca una determinada clase de daño en términos jurídico-civiles. En síntesis,
solo el perjudicado por la conducta llicta puede constituirse en actor civil, en otras
palabras titular de la acción civil será el perjudicado. Así el CPP de 2004 en su
artículo 98 prescribe que: “La acción reparatoria en el proceso penal solo podrá
ser ejercida por quien resulte perjudicado por el delito, es decir, por quien según la
ley civil esté legitimado para reclamar la reparación y, en su caso, los daños y
perjuicios producidos por el delito”. El perjudicado puede ser una persona física o
jurídica que ha sufrido algún tipo de perjuicio por el accionar ilícito que se investiga
en sede penal. Actor es el propio agraviado o sujeto legitimado (caso de los
herederos del agraviado en los delitos de homicidio), que ha comparecido en el
proceso penal ejercitando la acción civil sustentada en la pretensión resarcitoria
surgida del delito. Asimismo, pueden constituirse en parte civil las asociaciones en
los delitos que afectan intereses colectivos o difusos, cuya titularidad lesione a un
número indeterminado de persona, o en los delitos incluidos como crímenes
internacionales según los tratados internacionales aprobados y ratificados por el
Perú, siempre que el objeto social de las mismas se vincule directamente con esos
intereses y haya sido reconocida e inscrita con anterioridad a la comisión del delito
objeto del procedimiento.
2
GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino. “Posibilidad de recurrir a la vía civil luego de concluido el proceso penal.
Cuando el agraviado se ha constituido en actor civil y su pretensión ha sido amparada”. En: Actualidad
Jurídica. Tomo 227, Gaceta Jurídica, Lima, octubre de 2012, p. 39.
imposición de medidas limitativas de derechos, que acabamos de hacer
mención, creemos que se refiere la prisión preventiva, así como a otras
medidas de similar naturaleza. Lo que sostenemos no contradice lo
estipulado en el artículo 271.1 del CPP de 2004, pues si bien esta norma
señala quiénes son los sujetos que están obligados a estar presentes en la
audiencia de prisión preventiva: el fiscal, el imputado y su abogado
defensor, ello no implica que la no mención al actor civil en dicho artículo
signifique que este haya establecido que no deba estar en la referida
audiencia, es decir, de la redacción del citado artículo no se puede entender
que este ha impuesto un prohibición al actor civil para intervenir en la
audiencia, sino que, en concordancia con el artículo 104 del mismo cuerpo
normativo, su intervención es facultativa, pudiendo intervenir si así lo
considera conveniente para el resguardo de sus derechos en el caso en
concreto. Es más somos de la idea que aun cuando el agraviado no se
haya constituido en actor civil, puede igualmente intervenir en la audiencia
de requerimiento de prisión preventiva, en virtud de su derecho a ser
escuchado en el proceso. Que el juez tenga el deber de escuchar al
agraviado en la audiencia de prisión preventiva, tiene una relación con dos
de los derechos fundamentales del agraviado: - Derecho a que se preserve
su integridad y la de su familia (artículo 95.1.c), el mismo que puede ser
vulnerado si el juez no tiene en consideración que el imputado pueda estar
amenazando al agraviado y/o a su familia, constituyendo esa por sí misma
una prueba irrefutable del riesgo procesal de la conducta del procesado y
que debe ser valorada para imponerle una medida de coerción personal
como la prisión preventiva o el impedimento de salida del país. - Derecho a
probar, el cual se vería vulnerado por el imputado si es que perturbara u
obstruyera la actividad probatoria, por ejemplo amedrentando testigos. En
este caso, si por el entorpecimiento de la actividad probatoria, no se llegara
a encontrar culpable al imputado y se dificultara la posibilidad de resarcir el
daño causado por el delito, se limitaría el derecho a probar de la víctima. En
síntesis el agraviado si bien no puede solicitar la adopción de una medida
cautelar personal, sí puede intervenir en su procedimiento, específicamente
en la audiencia que se lleven cabo en ejercicio de su derecho a ser
escuchado, en caso de que se haya constituido como actor civil aparte de
ser escuchado en tales audiencias, puede recurrir las resoluciones
adoptadas en su seno. Si puede, igualmente, como actor civil solicitar
medidas cautelares reales como por ejemplo: embargo, inhibición, desalojo
preventivo o pensión anticipada de alimentos (véase artículos 303 y
siguientes del CPP de 2004).
3
GUILLERMO BRINGAS, Luis Gustavo. La reparación civil en proceso penal. Aspectos sustantivos y
procesales. Pacifi co Editores, Lima, 2011, pp. 114-115.
perjudicados directos por la comisión de ese delito, tal como lo señala el artículo
94.2 del CPP de 2004. Con respecto a la oportunidad de constituirse en actor civil,
de acuerdo al artículo 101 del CPP de 2004 el pedido para aquello deberá
efectuarse hasta antes de la culminación de la investigación preparatoria, de forma
que si dicho pedido se efectúa una vez concluida esta, no podrá ser amparado.
Ahora bien, el artículo citado señala hasta qué momento puede solicitarse la
constitución en actor civil, pero no desde cuándo se puede plantear dicha solicitud.
Entonces con respecto a esto último cabe preguntarse si la petición de
constitución en actor civil puede hacerse en la fase de diligencias preliminares –
que integra la investigación preparatoria–, o si resulta necesario que se haya
formalizado la continuación de la Investigación Preparatoria. La jueces penales de
la Corte Suprema, mediante acuerdo plenario, han descartado la primera
posibilidad al considerar que al momento que se vienen realizando las diligencias
preliminares el Ministerio Público aún no ha formulado la inculpación formal a
través de la respectiva disposición fiscal; esto es, no ha promovido la acción penal
ante el órgano jurisdiccional, por lo que mal podría acumularse a ella una
pretensión resarcitoria en ausencia de un objeto penal formalmente configurado.
Por ello se decantan por sostener que recién se podrá plantear el objeto civil luego
de que se haya sido notificada la formalización de la investigación preparatoria al
juez de garantías. En lo referente al trámite jurisdiccional para la constitución en
actor civil del perjudicado por el hecho punible, los jueces supremos sostienen que
además del trámite previsto en el referido artículo 102 del aludido Código que
establece la obligación del juez de recabar información de los sujetos procesales
apersonados y correr traslado de la petición, a fin de resolver dentro del tercer día,
es el hecho de analizar si este procedimiento de constitución en actor civil debe
hacerse obligatoriamente con la celebración de audiencia.
Se hace necesario recalcar, que al ser las normas procesales de orden público y
consecuentemente , de obligatorio cumplimiento , en virtud a ello , la parte
agraviada a efector de interponer cualquier recurso impugnativo que prevé la
norma procesal ,requiere de resolución que la tenga expresamente constituido
como parte civil, lo que significa entonces, que no basta el apersonamiento del
pedido de dicha parte , sino debe existir una resolución expresa que lo admita
como tal ,su dicho pronunciamiento puede ser objeto de oposición o apelación por
parte del Ministerio Público y el propio inculpado.
LA REPARACIÓN CIVIL
. Naturaleza jurídica
Discusión que formulada en interrogante sería: ¿la reparación civil derivada del
delito tiene naturaleza pública o privada, o posee una naturaleza mixta?
Por último, existe una tercera posición –de carácter ecléctico o mixto– sobre la
naturaleza jurídica de la reparación civil derivada del delito. Esta, en realidad, no
ofrece aporte alguno, sino que simplemente refi ere que la reparación civil tiene
una doble naturaleza: civil-penal: la pretensión tendría naturaleza jurídica privada
pero el ejercicio de la acción resarcitoria, en sede penal, es pública.
La redacción, no del todo clara, del artículo 92 del CP, parece abonar a favor de
esta postura. Dicho texto normativo establece que “la reparación civil se determina
conjuntamente con la pena”. Disposición que interpretada literalmente puede llevar
a creer que la responsabilidad penal conlleva de manera automática la
responsabilidad civil. Y es que en apariencia la norma aludida impondría al juez la
obligación de que junto a la determinación de la pena, establezca a su vez la
reparación civil, independientemente de la voluntad del perjudicado o sujeto
agraviado.
Igualmente coadyuva a esta postura la regulación de la extinción de la acción,
pues el artículo 100 del CP prescribe que “la acción civil derivada del hecho
punible no se extingue mientras subsista la acción penal”, lo cual demostraría que
los términos de la prescripción de la acción civil derivada del delito no son los
mismos para toda acción civil, sino que se hallan vinculados a los alcances de la
prescripción del delito. Se apunta que si la acción civil tuviera carácter
genuinamente civil no tendría por qué tener una prescripción distinta a la
reservada a la responsabilidad extracontractual.
Nos adherimos a la postura que sostiene que la reparación civil que se ventila en
el proceso penal por causa de un hecho ilícito de apariencia delictiva es de
naturaleza privada o civil. Afirmar lo contrario, esto es que la reparación que se
desarrolla en el proceso penal es pública o en todo caso mixta, sería admitir que
existen dos tipos de responsabilidades civiles, lo cual resulta equivocado, pues la
responsabilidad civil es una en todo el ordenamiento jurídico, independientemente
de dónde se encuentren recogidas las reglas específicas que buscan hacerla
efectiva y en tanto se basa para su configuración en la existencia de un daño y no
en la producción de un delito, debe ser considerada de naturaleza civil.
Siendo así, y así es, mal se hace cuando se pretende equiparar a la reparación
civil por hecho ilícito de apariencia delictiva con la sanción penal, pues si bien
tienen un mismo origen: hecho histórico que reviste el carácter de ilícito y de
apariencia o posible relevancia penal, lo cierto es que poseen fundamento y
finalidad distinta.
Como explica García Cavero: “La reparación civil no es una pena, pero comparte
con esta un mismo presupuesto: la realización de un acto ilícito (…).
Pero cada una de ellas valora el hecho ilícito desde su propia perspectiva, lo que
se explica en el hecho de que parten de fundamentos distintos. Así, mientras la
pena se impone con la finalidad de mantener el bien jurídico frente a vulneraciones
culpables, la reparación civil derivada del delito se centra en la función de reparar
al daño producido a la víctima por la acción delictiva”.
“La reparación civil, que legalmente define el ámbito del objeto civil del proceso
penal y está regulada por el artículo 93 del Código Penal, desde luego, presenta
elementos diferenciadores de la sanción penal; existen notas propias, finalidades y
criterios de imputación distintos entre responsabilidad penal y responsabilidad civil,
aun cuando comparten un mismo presupuesto: el acto ilícito causado por un
hecho antijurídico, a partir del cual surgen las diferencias respecto de su
regulación jurídica y contenido entre el ilícito penal y el ilícito civil. Así las cosas, se
tiene que el fundamento de la responsabilidad civil, que origina la obligación de
reparar, es la existencia de un daño civil causado por un ilícito penal, el que
obviamente no puede identificarse con ‘ofensa penal’ –lesión o puesta en peligro
de un (bien) jurídico protegido, cuya base se encuentra en la culpabilidad del
agente– [la causa inmediata de la responsabilidad penal y la civil ex delicto,
infracción /daño, es distinta]; el resultado dañoso y el objeto sobre el que recae la
lesión son distintos”
Con esa posible acumulación de acciones se evita que la víctima del delito “se la
someta al doble esfuerzo de exigir, por un lado, el castigo del delito y, por el otro,
una indemnización por el daño producido”. En nuestra realidad se evitaría, por
ejemplo, que el agraviado tenga que recurrir a la vía civil para exigir el pago de la
indemnización correspondiente, donde tendría que pagar costos de tasas
judiciales –que, dependiendo de la cuantía de la indemnización que se pretende,
puede llegar a ser muy onerosas–, cédulas de notificación, entre otros.
Por otro lado, se debe tener en cuenta que la unificación de pretensiones (civil y
penal) en el proceso penal no afecta la autonomía de cada una de ellas, de modo
tal que la falta de una condena no es óbice para imponer una reparación civil en
caso de que estén acreditadas los daños en el proceso penal.
Tal solidaridad se puede dar –no de manera separada– tanto entre los
responsables del delito como entre los terceros civilmente responsables, si los
hubiera. Esto último se da en los supuestos en los que en un proceso penal
seguido contra el causante directo del daño, se comprende como tercero civil a
otra persona no causante, esto es quien no ha intervenido en la materialización del
daño ni en la comisión del delito y, sin embargo, resulta vinculado (responsable) al
resarcimiento por el factor de atribución de responsabilidad denominado “garantía
de reparación”.
A su vez el artículo 96 del mismo texto legal prescribe que: “La obligación de la
reparación civil fi jada en la sentencia se transmite a los herederos del
responsable hasta donde alcance los bienes de la herencia. El derecho a exigir la
reparación civil se transfiere a los herederos del agraviado”.
DAÑOS RESARCIBLES
Si se atiende a la calidad ontológica del ente afectado se observa que son dos las
categorías de entes capaces de soportar las consecuencias de un da- ño. De una
parte encontramos al ser humano, fi n en sí mismo, y, del otro, a los entes del
mundo de los cuales se vale el hombre, en tanto son instrumentos, para proyectar
y realizar su vida. El daño al ser humano, que obviamente es el que tiene mayor
significación, es el que se designa y conoce como daño subjetivo o daño a la
persona. En cambio, el daño que incide en las cosas se denomina daño objetivo.
En resumen, si se atiende a la calidad ontológica del ente afectado por el daño,
este puede ser considerado ya sea como daño subjetivo o daño a la persona o
como daño objetivo o daño a las cosas.
La segunda clasificación, que se sustenta en los efectos del daño, nos permite
distinguir dos tipos de dados. De un lado podemos referirnos a los daños extra
personales o patrimoniales, que son los que tienen consecuencias apreciables en
dinero y, del otro, cabe aludir a los daños personales o extra patrimoniales o no
patrimoniales, los mismos cuyos efectos no pueden traducirse en dinero.
Esta última clasificación es la más usual por quienes se han ocupado del tema,
por tal razón y con fines meramente expositivos, nos referiremos a ellacon algo
más de detalle.
Dada la unidad del ser humano, todos los daños que se le ocasionen deberían
sistemáticamente incorporarse, para el efecto de su reparación, dentro de la
genérica noción de daño a la persona. Así lo exige la naturaleza misma del ser
humano y el único y común fundamento que los conecta esencialmente, como es
el ser humano en sí mismo.
Dentro del daño psicosomático, Fernández Sessarego incluye aquellos en los que
se daña el cuerpo o soma y aquellos en los que se daña la psique.
Señala el citado autor: “La tradicional concepción del daño moral se centra en el
daño ocasionado al ámbito afectivo o sentimental de la persona, lo que trae como
consecuencia, sufrimiento, dolor, perturbación espiritual.
Como corolario a lo dicho hasta este punto debemos enfatizar en que desde una
perspectiva integral de la reparación de los daños, todos los tipos de daños deben
ser tomados en cuenta y evaluados en sede penal, cuando se trate de supuestos
de responsabilidad civil por actos ilícitos de apariencia delictiva, de manera que se
determine cuáles se han configurado en el caso en concreto y se proceda a una
adecuada reparación e indemnización de todos y cada uno de ellos.
Para lograr ello, citamos una vez más a Fernández Sessarego, cuando muy
atinadamente sostiene que: “Es conveniente que los jueces no fijen, con un criterio
facilista, reparaciones globales o en bloque en relación con las diversas
modalidades de daños al ser humano. El empleo de esta metodología no permite
identificar la entidad o nivel de gravedad de cada una de las diversas lesiones
sufridas por la persona y el consiguiente monto que debería corresponder por los
perjuicios sufridos en cada caso. La finalidad perseguida con el desagregado de
los daños a la persona es el determinar, en cada caso, la reparación adecuada
que, frente a las consecuencias de cada uno de ellos, debe asumir el agente del
daño. Además, este desagregado de lesiones causadas a la persona ayudará a
que los jueces se familiaricen con el abanico de daños que se le pueden causar,
los identifique cada vez con mayor nitidez, y se vayan acostumbrando a fijar
criterios para su reparación, basándose en baremos o en la equidad, creando
jurisprudencia que, a la larga, facilitará y uniformará, relativamente, las
reparaciones a otorgarse, en cada caso, a las víctimas de un daño a la persona”.
Así por ejemplo, de los múltiples daños que se pueden causar a una persona
algunos acarrean consecuencias de orden extra patrimonial mientras que otros
tendrán consecuencias de carácter patrimonial. Así, por ejemplo, si un pianista
pierde la mano derecha, el juez tendrá que fijar reparaciones independientes por
las consecuencias derivadas de cada uno de los diferentes daños de los que la
persona ha sido víctima. De un lado, ha de indemnizar las consecuencias de la
lesión en sí misma (daño biológico), mientras que del otro ha de reparar aquellas
que inciden en la calidad de vida de la persona (daño al bienestar) y, estas dos, a
su vez, de cualquier otra consecuencia como la causada al proyecto de vida. Y
todas estas consecuencias de los diferentes daños a la persona no excluyen los
resarcimientos de orden patrimonial como el daño emergente generado por la
hospitalización del artista y sus derivados, así como los del lucro cesante de
contratos por conciertos suscritos que no podrá cumplir.
Cada daño exige una singular reparación. Cada uno de los daños referidos –daño
biológico, daño al bienestar, daño al proyecto de vida, daño emergente y lucro
cesante– debe ser reparado de manera independiente porque sus consecuencias
son diferentes de las de los otros daños causados a la persona.
Las normas específicas que se deben tomar en cuenta para analizar el tema
señalado en el epígrafe de este apartado son los artículos 2001, inciso 4 del
Código Civil y el artículo 100 del Código Penal.
El primero de los artículos citados (artículo 2001, inciso 4 del CC) establece que
prescriben “salvo disposición diversa de la ley: (…) 4. A los dos años, la acción de
anulabilidad, la acción reivindicatoria, la que proviene de pensión alimenticia, la
acción indemnizatoria por responsabilidad extracontractual (…)”.
A su vez el artículo 100 del CP establece que la “acción civil derivada del hecho
punible no extingue mientras subsista la acción penal”. Ahora bien, lo primero que
debemos señalar, es que el término extinción a que hace alusión el citado artículo
del CP no hace referencia a la extinción de la acción civil en general, sino
solamente a la extinción por prescripción de esta cuando provenga de un hecho
punible, para ser más exactos de un ilícito de apariencia delictiva.
De acuerdo a ello, se tiene que el artículo 100 del CP regula que la acción civil
solo se extinguirá (por prescripción) cuando la acción penal se extinga igualmente
por prescripción. De modo que debe descartarse aquella interpretación literal del
referido artículo, que entiende que si la acción civil no se extingue mientras
subsista la acción penal, entonces a contrario sensu, una vez extinguida la acción
penal, la acción civil también se extinguirá. Pues la acción penal puede extinguirse
por amnistía, muerte del imputado, entre otras causales, lo cual no implica la
extinción de la acción civil.
Tampoco se puede afirmar que funcione, en todos los casos en que suele
afirmarse, como una causal de interrupción de la acción civil. Debe descartarse
ello, en tanto se sostenga que, en virtud al artículo 100 del CP, el lapso en que
subsiste la acción penal quede siempre sin efecto y solo una vez extinta ella (por
prescripción) corra un nuevo plazo de prescripción: dos años conforme al inciso 4
del artículo 2001 del Código Civil (CC).
Con mejor criterio, debe aplicarse aquí el inciso 2 del artículo 1997 del CC, que
señala que el desistimiento de la pretensión civil (en este caso, dentro de un
proceso penal) hace que quede sin efecto la interrupción de la prescripción de la
acción civil, de modo que el agraviado tendrá, a partir de dicho acto procesal, dos
años para plantear su acción indemnizatoria en sede civil (aun cuando prosiga el
proceso penal).4
4
Villa Stein, Javier: Derecho Penal –Parte general ,2012.
Por otro lado, es necesario tener presente que el artículo 100 del CP se limita a
hacer depender la subsistencia de la acción civil de la acción penal. No expresa
que la acción civil “se interrumpe por las mismas causales que la acción penal”.
Luego, la acción civil conserva su autonomía normativa con relación a sus propias
causales de interrupción (véase artículo 1996 del CC).
Por otro lado, la acción para ejercitar la acción resarcitoria, es decir, la facultad
para recurrir a la autoridad jurisdiccional a fi n de que esta determine la reparación,
tanto en su entidad como en su monto, prescribe en general a los 2 años o en el
plazo que se mantenga vigente la acción penal, una vez que ello se ha realizado a
través de una sentencia consentida o ejecutoriada, nos encontramos ante una
obligación nacida de una ejecutoria, cuyo plazo de prescripción, está previsto en el
inciso 1) del artículo 2001 del Código Civil.
De todo ello se entiende, que el agraviado puede optar por la vía penal o civil para
solicitar la reparación civil ex delito. Si elige la vía penal deberá constituirse en
actor civil, lo que a su vez implica que ya no pueda ejercer dicha demanda en la
vía civil, a no ser que se desista de tal pretensión en la vía penal, hasta antes de la
etapa intermedia, en tal caso si podrá acudir al proceso civil, pasada dicha etapa
ya no será factible hacer eso.
Asimismo, pretender tentar mejor suerte en la vía civil no parecería viable, puesto
que existiendo una declaración judicial sobre la reparación de los daños
ocasionados, no cabría someter los hechos nuevamente a un examen judicial para
determinar el pago de una reparación que ya se valoró oportunamente, pues de
ser así se afectaría la cosa juzgada y la firmeza de las resoluciones judiciales.
Como enseña García Cavero: “El principio general debe ser que la reparación civil
impuesta definitivamente en el proceso penal constituye cosa juzgada.
5
Elky Villegas Paiva: Agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal
Penal,2013
ocasionados. En este caso, el actor civil mantiene plenamente su derecho de
accionar en la vía civil para exigir el pago de la indemnización. Por otra parte,
debe recordarse que las resoluciones judiciales que tienen el carácter de cosa
juzgada pueden tener un carácter absoluto o relativo. Bajo esta lógica,
consideramos que la cosa juzgada tendrá un carácter relativo si en el proceso
penal no se actuaron pruebas dirigidas a demostrar la entidad del daño por
razones no atribuibles a los afectados.
4. RECURSOS IMPUGNATORIOS
Los Recursos son aquellos actos procesales en cuya virtud la parte que se
considera agraviada por una resolución judicial solicita, en el mismo proceso y
dentro de determinados plazos computados a partir de la notificación de aquélla,
que el mismo órgano que la dictó, u otro superior en grado, la reforme, modifique,
amplíe o anule. En efecto, debido a que en el proceso penal tenemos una lucha de
intereses contrapuestos, el amparar uno u otro interés va a ocasionar la
disconformidad - y posible agravio- de aquél que no se vio favorecido con la
resolución emitida. En ese sentido, el sujeto perjudicado va a buscar la forma de
oponerse a que dicha resolución adquiera la calidad de Cosa Juzgada y en
consecuencia evitar el efecto de inmutabilidad de ésta. Dicha oposición se
materializa a través de los recursos (dentro de sus distintas clasificaciones), como
un instrumento jurídico que busca cambiar una decisión judicial por una nueva, en
cumplimiento con el Principio de Legalidad, el cual exige, resoluciones acordes a
la ley.
FINALIDAD
El hecho de que sea interpuesto dentro del mismo proceso en el que se dictó la
resolución impugnada y antes de que, a raíz del vencimiento de los plazos legales
previstos para deducirlos, aquella haya adquirido eficacia de cosa juzgada o se
encuentre preclusa.
Su interposición dentro de un plazo perentorio (art. 405 del NCPP), que comienza
a correr desde la notificación de la resolución de que se trate (art. 414.2 del
NCPP) y que es individual respecto de cada una de las partes. 5 o La existencia
de un gravamen para el recurrente, circunstancia que concurre, sin perjuicio de lo
que se dirá más adelante, frente a la ausencia de concordancia, total o parcial,
entre lo resuelto y lo solicitado por aquél.
. REQUISITOS
A. Admisibilidad
7
Alonso Peña Cabrera Freyre: Estudios sobre derecho penal y procesal
penal, 2013 PÀG 345
pronunciamiento acerca del fondo o mérito de las cuestiones sobre que aquéllos
versan. Los requisitos de admisibilidad de los recursos atienden -como ocurre con
todo acto procesal- a los sujetos que intervienen en su interposición, sustanciación
y resolución, al objeto sobre el que versan y a la actividad que involucran,
debiendo esta última analizarse en sus dimensiones de lugar, tiempo y forma.
B. . Requisitos subjetivos
C. Fundabilidad
. b. Efecto Suspensivo: tiene que ver con que la eficacia de la decisión impugnada
es impedida por la interposición del recurso, por ello este efecto posibilita la
suspensión de la ejecución de la resolución recurrida en el marco del acto
impugnado. Este efecto, sin embargo, a pesar de ser consustancial al sistema de
recursos, no es aplicable en la mayoría de casos, en ese sentido se pronuncia el
NCPP de 2004, que en su artículo 412° regula la ejecución provisional . Aquí es
conveniente destacar, siguiendo a SAN MARTÍN CASTRO, que el problema del
efecto suspensivo del recurso debe estudiarse en su directa incidencia con los
derechos a la libertad, la presunción de inocencia y sus manifestaciones y, por el
contrario, con el derecho del Estado a asegurarse, dentro de los límites legales, la
ejecución posible tras el recurso , para diferenciar los casos en los cuales se
justifica plenamente que la resolución recurrida no suspenda sus efectos, por
ejemplo, en el caso de una sentencia absolutoria, la interposición de un recurso de
apelación de sentencia, en ningún modo, debe impedir la excarcelación del
absuelto. Si, por el contrario, se tratara de resoluciones condenatorias, su
ejecución se mantendrá en suspenso durante el plazo en que se pueden recurrir y,
en caso de serlo, hasta la decisión del recurso8 .
Efecto Extensivo: Éste nos indica que por la naturaleza pública del Proceso Penal,
surge un efecto por el cual, en primer lugar, los sujetos procesales que no
recurrieron la resolución objeto de impugnación podrán participar activamente en
8
MONTÓN REDONDO, Alberto. Los Medios de Impugnación. (En) MONTERO AROCA, Juan y otros. Derecho
Jurisdiccional III. Editorial Tirant lo Blanch. Valencia. 2007. p. 374.
el proceso recursivo, a ello se le denomina efecto extensivo de la impugnación; y,
en segundo lugar, que el Juez revisor puede extenderse, más allá de lo solicitado,
por uno de los recurrentes (en cuanto al número de personas como también a
aspectos no considerados en la impugnación), abarcando con ello, a los sujetos
procesales no recurrentes, pero sólo cuando ésta les favorezca. Y ello, en virtud
también del principio de prohibición de la reformatio in peius. Este efecto sólo
puede ser posible, cuando existe una pluralidad de sujetos procesales con un
interés afín, y que el recurso interpuesto por uno de los procesados no se funde
exclusivamente en motivos personales, a este efecto se le denomina efecto
extensivo de la resolución impugnada. Un ejemplo del efecto extensivo en ambos
supuestos ( de la impugnación y de la resolución) del recurso lo tenemos en el
caso que sólo interponga apelación el tercero civil y logre una rebaja del monto
indemnizatorio, a pesar que el imputado no recurrió dicha resolución, tendrá en
primer lugar la posibilidad de participar activamente en el procedimiento recursal
(presentando alegatos, solicitando informe oral, etc.); y, en segundo lugar si la
decisión final le favorece también tendría que beneficiarse con ello Efecto diferido:
Este tipo de efecto recursal, procede en los procesos con pluralidad de imputados
o de delitos, cuando se dicta auto de sobreseimiento sobre alguno de ellos
estando pendiente el Juicio de los demás. Si se presenta algún medio
impugnatorio y éste es admitido, regularmente correspondería que se eleven los
actuados inmediatamente al Juez A Quem para que resuelva, pero este efecto
indica que la remisión no se realizará de manera inmediata, sino que se esperará
hasta que se dicte sentencia contra los otros imputados, buscando con ello, evitar
interrupciones al procedimiento principal(503) , dejando a salvo la posibilidad de
obviar este efecto diferido si se le ocasiona grave perjuicio a alguna de las partes.
CLASIFICACIÓN
Asimismo, los medios de impugnación se pueden clasificar por sus efectos en:
suspensivo o no, de trámite inmediato o diferido, y devolutivo o no devolutivo. La
clasificación que realizaba el CdePP 1940, aún vigente en Lima, "pese a no existir
una normatividad conjunta sobre los medios impugnatorios en nuestro
ordenamiento procesal penal'^506', es la siguiente:
9
SÁNCHEZ VELARDE, Pablo. Ob. Cit. p. 861-862.
a. Recurso de Apelación.
b. Recurso de Nulidad.
El Nuevo Código Procesal Penal del 2004 (Art. 413°), realiza una sistematización
de los medios impugnatorios, señalando los siguientes:
c. Recurso de Queja.
d. Recurso de Casación
La doctrina también nos indica, que el Recurso de Apelación debe de contar con
una clasificación, que permita conocer el ámbito de aplicación de este recurso. La
clasificación está determinada por tres características que permiten diferenciar
ambos sistemas entre sí. En efecto, dichos sistemas se van a diferenciar por la
respuesta a las siguientes interrogantes: a) ¿La apelación como continuación o
como revisión de la Sentencia dictada por el Juez A Quo?, b) ¿Cuál es la libertad
en la admisión de nuevas pruebas?; y, finalmente, c) ¿Cuál es el contenido de la
Sentencia dictada por el Juez A Quem?.
Asimismo, los medios de impugnación se pueden clasificar por sus efectos en:
suspensivo o no, de trámite inmediato o diferido, y devolutivo o no devolutivo. La
clasificación que realizaba el CdePP 1940, aún vigente en Lima, "pese a no existir
una normatividad conjunta sobre los medios impugnatorios en nuestro
ordenamiento procesal penal'^506', es la siguiente:
a. Recurso de Apelación.
b. Recurso de Nulidad.
c. Recurso de Queja.
d. Recurso de Casación
CONCLUSIONES
judicial, para que éste pueda darnos protección a nuestros bienes jurídico.
civil.
BIBLIOGRAFÍA
Elky Villegas Paiva: Agraviado y la reparación civil en el nuevo Código
Procesal Penal,2013.
De la cruz Espejo, Marco: El nuevo proceso Penal, Peru,2007
Villa Stein, Javier: Derecho Penal –Parte general ,2012.
Hurtado Pozo, José: Manual de derecho Penal, 2006.
Alonso Peña Cabrera Freyre: Estudios sobre derecho penal y procesal
penal, 2013
SAN MARTÍN CASTRO, Cesar. Derecho Procesal Penal. Vol. I. GRIJLEY.
Lima. 2006.
GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino. En: Actualidad Jurídica. Tomo 227,
Gaceta Jurídica, Lima, octubre de 2012
GUILLERMO BRINGAS, Luis Gustavo. La reparación civil en proceso
penal. Aspectos sustantivos y procesales. Pacifi co Editores, Lima, 2011