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UNIVERSIDAD PARTICULAR DE CHICLAYO

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

“Derechos del agraviado, Constitución en actor civil, facultades del actor


civil, La reparación civil y los recursos impugnativos”

INTEGRANTES :

 NÚÑEZ IZAGUIRRE VICTOR HUGO


 RUIZ SERNAQUÉ JASSON
 SAMAMÉ CASTILLO PIERINO

DOCENTE :

 QUISPE DIAZ ERWIN GUZMÁN

ASIGNATURA :

 PRÁCTICA PROCESAL PENAL II

CICLO : IX

Chiclayo, Viernes, 28 de octubre del 2016.


INTRODUCCIÒN

El presente trabajo, presenta alcances de figuras jurídicas del Derecho Procesal


penal, a cargo de estudiantes de Derecho de la Universidad Particular de
Chiclayo, abordaremos los temas tales como los Derechos de la parte agraviada y
concepto de èste como primer punto, sus limitaciones de èste, seguidamente
hablaremos sobre el actor civil, conceptos, constitución y requisitos de èste,
además sus facultades, consecuentemente continuaremos con los recursos
impugnativos, sus efectos, características y concepto, sobre todo nos basamos y
dándole mayor énfasis al recurso impugnatorio, que es, el recurso de apelación ,
como acción que puede realizar la parte agraviada.

Finalmente, en el presente trabajo finiquitaremos con sus respectivas


conclusiones, de las figuras jurídicas procesales penal mencionadas.
1. EL AGRAVIADO

Viene a ser aquella persona a quien en forma directa y personal se le ha


ocasionado una ofensa o un perjuicio, bien sea a sus intereses o a sus derechos.
En la ley procesal se considera agraviado “a la persona directamente ofendida por
el delito “. Cuando el agraviado viene a ser una persona incapaz, o se trata de una
persona jurídica o sino el agraviado viene a ser el Estado; su representación ha de
corresponder a quienes la ley lo designe. Por otra lado si como consecuencia de la
comisión del evento delictivo se ocasiona la muerte del agraviado , se tendrá como
parte agraviada a las personas que en orden sucesorio son descritos en el artículo
816 del Código civil , esto es respectivamente los hijos, y demás descendientes ,
los padres y demás ascendientes ,el cónyuge y los parientes colaterales.

Como señala el Art. 94° del NCPP agraviado es todo aquél que resulte
directamente ofendido por el delito o perjudicado por las consecuencias del
mismo. SAN MARTÍN CASTRO1haciendo una diferencia similar en el Código de
Procedimientos penales de 1940 señalaba: "se define al actor civil como aquella
persona que puede ser el agraviado o sujeto pasivo del delito, es decir, quien
directamente ha sufrido un daño criminal y, en defecto de él, el perjudicado, esto
es, el sujeto pasivo del daño indemnizable o el titular del interés directa o
inmediatamente lesionado por el delito, que deduce expresamente en el proceso
penal una pretensión patrimonial que trae a causa de la comisión de un delito". Así
el NCPP ha señalado una denominación distinta a lo que la doctrina nacional
sostenía, por ello es del caso aclarar que si bien SAN MARTÍN equipara agraviado
a sujeto pasivo en el NCPP el sujeto pasivo sería el ofendido y junto a él tenemos
al perjudicado, quien es la persona que si bien no es el titular del bien jurídico
directamente perjudicado es afectado de alguna forma y por ello requiere de una
reparación y su ingreso al proceso penal. Entonces, el concepto de agraviado se
transforma en un concepto amplio que abarca tanto al ofendido como al
perjudicado.

1
SAN MARTÍN CASTRO, Cesar. Derecho Procesal Penal. Vol. I. GRIJLEY. Lima. 2006. pp. 259 y 260.
El Art 94 de la norma procesal establece que también serán considerados como
agraviados los accionistas , los socios , asociados o miembros respectos de los
delitos que afecten a una persona jurídica, cometido por quienes los dirigen ,
administren o controlan . Igual derecho tendrán las asociaciones en los delitos que
afecten los intereses colectivos o difusos , cuando se lesione a un número
indeterminado de personas o en los delitos incluidos como crímenes
internacionales.

También se ha establecido que cuando son numerosos los agraviados y si el Juez


considera , que su número puede entorpecer el normal desarrollo de la causa , no
existan defensas incumpatibles , representen intereses singulares, o formulen
pretensiones diferenciadas , dispondrá el nombramiento de un apoderado común .
Si no hay acuerdo entre los agraviados , el Juez lo designará (Art 96 inciso 2 del
Código Procesal Penal ).

El agraviado una vez que ha interpuesto la denuncia será informado sobre los
derechos que le asiste, así mismo ello se le hará saber al rendir su declaración
preventiva o al momento de su primera intervención en el proceso. No está demás
decir que mientras no se constituye en parte civil con las formalidades antes
descritas , no está facultado para participar en las diligencias probatorias ,
absolver traslados ni tampoco interponer los medios respectivos o deducir la
nulidad de los actuados.

1.1. ENTRE LOS DERECHOS QUE LE CONFIERE LA LEY


PROCESAL, MENCIONAMOS LOS SIGUIENTES:
 A intervenir en el desarrollo de toda la secuela del proceso pudiendo
hacerlo o bien en forma personal o por intermedio de su apoderado, pero
como ya hemos dicho siempre y cuando se haya apersonado debidamente.
 Podrá solicitar que se le informe el resultado del proceso, aun cuando haya
intervenido en él.
 A deducir durante el proceso solicitudes probatorias.
 Siempre que lo solicite ha de ser debidamente escuchado antes de que el
Juez adopte alguna decisión que implique la extinción o suspensión de la
acción penal.
 A participar durante la segunda etapa del proceso, esto es en el
Juzgamiento o juicio oral, y cuando le llegué su turno para formular sus
alegatos le está prohibido concluir solicitando la pena ni la reparación civil.
 A recibir un trato digno y respetuoso por parte de las autoridades
competentes u a la protección de su integridad , incluida la de su familia. En
los delitos contra la libertad sexual, se preservará su identidad bajo
responsabilidad del que conduce la investigación o proceso.
 A impugnar el sobreseimiento y la sentencia absolutoria. La misma norma
señala que el agraviado será informado sobre sus derechos cuando
interponga la denuncia, al declarar preventivamente o en su primera
intervención en la causa, lo que se corresponde con el fundamental
derecho de defensa que todo sujeto procesal ostenta, así podrá tener la
información de sobre cuál es la imputación que sobre el imputado recae.

Asimismo si el agraviado fuera menor o incapaz tendrá derecho a que durante las
actuaciones en las que intervenga, sea acompañado por persona de su confianza,
pues el NCPP entiende que los menores de edad deben de tener una persona de
confianza a su costado para que sus manifestaciones y otras actuaciones la hagan
de manera que no afecte sus derechos. El NCPP señala también que el agraviado
tiene el deber de declarar como testigo en las actuaciones de la investigación y del
juicio oral, lo cual es la correspondencia de su actuación de sujeto procesal, pues
así como tiene derechos también tiene deberes para con el proceso.

Designación de apoderado común Señala el Art. 97° del NCPP que cuando se
trate de numerosos agraviados por el mismo delito, que se constituyan en actor
civil, si el Juez considera que su número puede entorpecer el normal desarrollo de
la causa, siempre que no existan defensas incompatibles, representen intereses
singulares o formulen pretensiones diferenciadas, dispondrá nombren un
apoderado común, además, en caso no exista acuerdo explícito el Juez designará
al apoderado. Como se aprecia el agraviado goza de los derechos de participación
y del derecho a la verdad con el solo hecho de serlo, de esta manera el
ordenamiento jurídico da una correcta protección al ofendido del proceso.

1.2. LIMITACIONES AL DERECHO DE IMPUGNACIÓN DEL


AGRAVIADO

Si no se ha constituido en parte civil, no tiene derecho a impugnación alguna.

Si se ha constituido en parte civil, solo puede ofrecer pruebas y su impugnación


solo puede estar referida a la sentencia absolutoria y monto de la reparación civil.

Es evidente que en estos casos la legislación juega en contra del agraviado, que
muchas veces observa impotente que el hecho denunciado queda sin sancionar.

2. EL ACTOR CIVIL

CONCEPTO

Cuando se comete un delito, de ésta emana dos acciones: una que busca
básicamente obtener la aplicación de la ley penal , y otra, busca el resarcimiento
del daño que se causó. En la primera , el delito es un mal público en el que se
agravia los intereses de toda la sociedad; y para el segundo , es un mal privado y
afecta los intereses en particular .Por ello , y por la naturaleza de los intereses
afectados por el delito , nacen de éste , una acción penal y una acción civil contra
el autor. La acción penal por su naturaleza pública le corresponde al órgano
pertinente del estado – consecuencia del delito.

El concepto de parte civil nace en la doctrina francesa , cuando en el siglo XVI


vuelve a desligarse la acción civil de la penal y a marchar separados y
paralelamente adquiriendo el carácter de público o perdiéndolo para rezagarse
entre las privadas.

La sola comisión del delito produce la víctima o parte agraviada .Per ola parte civil
necesita de acto propio para constituirse legalmente ante la justicia . Única foma
también de reconocerla en ese carácter especial participación , aunque la víctima
haya desaparecido .Por ello el directo perjudicado con el delito , tiene el derecho
de invocar la pretensión destinada a su resarcimiento , adquiriéndose del derecho
a ser parte civil por haber sufrido un daño.

Para Fenech, el actor civil es aquella parte acusadora que ejercita en el proceso
penal una pretensión de resarcimiento en reclamación de la sustitución de la cosa;
reparación del daño o indemnización del perjuicio producido por el acto punible .La
resarcitoria , es decir, orientada a mantener la acusación , el agraviado tendrá
derecho a la reparación civil.

Parte civil o actor civil, tal como lo denomina el CPP de 2004, es el sujeto
procesal (agraviado) que dentro del proceso penal enfoca su rol principalmente en
el ejercicio de la acción civil para demandar una reparación por los daños que se
le causó con la conducta ilícita de aparente relevancia penal. Es el daño sufrido y
la búsqueda de su resarcimiento lo que legitima al agraviado para constituirse en
actor civil. En ese sentido el agraviado, perjudicado,como actor civil participa en el
proceso penal materializando pretensiones de naturaleza estrictamente
resarcitoria, manteniéndose al margen de los intereses punitivos de la sociedad. Si
bien es cierto que se le reconoce cierto margen de intervención en la investigación
de los hechos y en la integración de estos, ello no se debe a que tenga
legitimación para acreditar la fundamentación fáctica de la pretensión penal (al
actor civil le está vedado realizar una calificación punitiva), sino a que ambas
acciones (civil y penal) suelen derivar de unos mismos hechos naturales o
históricos que contravienen el ordenamiento jurídico (misma conducta ilícita). Esa
calidad de actor civil, como titular de la acción civil emergente del acto ilícito de
aparente relevancia penal, se adquiere cuando este se presenta en el proceso
penal para constituirse como tal. Para hacerlo el titular debe ser persona capaz
civilmente, por cuanto si no lo fuere debe actuar con las representaciones que la
ley civil impone para el ejercicio de las acciones civiles. Ahora bien para que el
agraviado tenga legitimidad de solicitar, al interior del proceso penal, su
constitución en actor civil y por ende reclamar una reparación debe haber sido
primero perjudicado por el actuar ilícito del agente, es decir la conducta
presuntamente delictiva debe haberle ocasionado un daño ya sea de naturaleza
patrimonial o extrapatrimonial. Solo hay idoneidad jurídico-material y aptitud
procesal, o lo que se conoce como interés para accionar, cuando quien pretende
constituirse en actor civil acredita primero el daño o perjuicio producido por el
delito. En ese sentido, a efectos de la denominada responsabilidad civil ex delicto
la noción de agraviado, o más en específico diríamos de sujeto pasivo del delito y
perjudicado no son sinónimas, pues si bien todo delito tiene un agraviado, o en
todo caso un sujeto pasivo del delito (sujeto titular del bien jurídico lesionado o
puesto en peligro), no se puede sostener que todo delito posea un perjudicado o
produzca una determinada clase de daño en términos jurídico-civiles. En síntesis,
solo el perjudicado por la conducta llicta puede constituirse en actor civil, en otras
palabras titular de la acción civil será el perjudicado. Así el CPP de 2004 en su
artículo 98 prescribe que: “La acción reparatoria en el proceso penal solo podrá
ser ejercida por quien resulte perjudicado por el delito, es decir, por quien según la
ley civil esté legitimado para reclamar la reparación y, en su caso, los daños y
perjuicios producidos por el delito”. El perjudicado puede ser una persona física o
jurídica que ha sufrido algún tipo de perjuicio por el accionar ilícito que se investiga
en sede penal. Actor es el propio agraviado o sujeto legitimado (caso de los
herederos del agraviado en los delitos de homicidio), que ha comparecido en el
proceso penal ejercitando la acción civil sustentada en la pretensión resarcitoria
surgida del delito. Asimismo, pueden constituirse en parte civil las asociaciones en
los delitos que afectan intereses colectivos o difusos, cuya titularidad lesione a un
número indeterminado de persona, o en los delitos incluidos como crímenes
internacionales según los tratados internacionales aprobados y ratificados por el
Perú, siempre que el objeto social de las mismas se vincule directamente con esos
intereses y haya sido reconocida e inscrita con anterioridad a la comisión del delito
objeto del procedimiento.

Igualmente, también puede constituirse en actor civil cualquier persona que ha


sufrido un daño como consecuencia del acto delictivo, como el asegurador de un
riesgo de responsabilidad civil; los que sufren un daño como consecuencia de un
vínculo jurídico que lo unía con la víctima del hecho, por ejemplo, el que mantenía
un contrato, cuya prestación a cargo de la víctima del delito constituía una
obligación intuito personae, y el hecho delictivo pone a la víctima en la
imposibilidad de cumplir dicho contrato; siempre que se trate de un contrato en
que la parte que se considera perjudicada ya hubiese realizado la contraprestación
a su cargo, y no exista la posibilidad de obtener un resarcimiento fuera del proceso
penal. Esta afirmación se sustenta en el artículo 101 del CP, en cuanto nos remite
al Código Civil, conforme al cual se viabiliza la legitimación de estos terceros.

2.1 ¿PARA QUÉ CONSTITUIRSE EN ACTOR CIVIL?

La principal razón por la cual el agraviado o agraviados, de ser el caso, se


constituyen como actor civil es para poder demandar la reparación civil, pero
aparte de ello, y conforme a los artículos 104 y 105 del CPP de 2004, puede
ejercer las siguientes facultades2:

- Deducir nulidad de actuados.


- Ofrecer medios de investigación durante la etapa de investigación
preparatoria. - Ofrecer medios de prueba en la etapa intermedia.
- Participar en los actos de investigación y de prueba.
- Intervenir en el juicio oral, por intermedio de su abogado.
- Interponer los recursos impugnatorios que la ley prevé.
- Intervenir en el procedimiento para la imposición de medidas limitativas de
derechos, cuando corresponda.
- Formular solicitudes en salvaguarda de su derecho.
- Colaborar con el esclarecimiento del hecho delictivo, de la intervención del
autor o partícipe.
- Acreditar como ya hemos dicho, la reparación civil que pretende. El actor
civil, aparte de los derechos que tiene por haberse constituido en tal,
conserva los derechos que posee por el solo hecho de ser agraviado. En lo
referente a la posibilidad de intervenir en el procedimiento para la

2
GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino. “Posibilidad de recurrir a la vía civil luego de concluido el proceso penal.
Cuando el agraviado se ha constituido en actor civil y su pretensión ha sido amparada”. En: Actualidad
Jurídica. Tomo 227, Gaceta Jurídica, Lima, octubre de 2012, p. 39.
imposición de medidas limitativas de derechos, que acabamos de hacer
mención, creemos que se refiere la prisión preventiva, así como a otras
medidas de similar naturaleza. Lo que sostenemos no contradice lo
estipulado en el artículo 271.1 del CPP de 2004, pues si bien esta norma
señala quiénes son los sujetos que están obligados a estar presentes en la
audiencia de prisión preventiva: el fiscal, el imputado y su abogado
defensor, ello no implica que la no mención al actor civil en dicho artículo
signifique que este haya establecido que no deba estar en la referida
audiencia, es decir, de la redacción del citado artículo no se puede entender
que este ha impuesto un prohibición al actor civil para intervenir en la
audiencia, sino que, en concordancia con el artículo 104 del mismo cuerpo
normativo, su intervención es facultativa, pudiendo intervenir si así lo
considera conveniente para el resguardo de sus derechos en el caso en
concreto. Es más somos de la idea que aun cuando el agraviado no se
haya constituido en actor civil, puede igualmente intervenir en la audiencia
de requerimiento de prisión preventiva, en virtud de su derecho a ser
escuchado en el proceso. Que el juez tenga el deber de escuchar al
agraviado en la audiencia de prisión preventiva, tiene una relación con dos
de los derechos fundamentales del agraviado: - Derecho a que se preserve
su integridad y la de su familia (artículo 95.1.c), el mismo que puede ser
vulnerado si el juez no tiene en consideración que el imputado pueda estar
amenazando al agraviado y/o a su familia, constituyendo esa por sí misma
una prueba irrefutable del riesgo procesal de la conducta del procesado y
que debe ser valorada para imponerle una medida de coerción personal
como la prisión preventiva o el impedimento de salida del país. - Derecho a
probar, el cual se vería vulnerado por el imputado si es que perturbara u
obstruyera la actividad probatoria, por ejemplo amedrentando testigos. En
este caso, si por el entorpecimiento de la actividad probatoria, no se llegara
a encontrar culpable al imputado y se dificultara la posibilidad de resarcir el
daño causado por el delito, se limitaría el derecho a probar de la víctima. En
síntesis el agraviado si bien no puede solicitar la adopción de una medida
cautelar personal, sí puede intervenir en su procedimiento, específicamente
en la audiencia que se lleven cabo en ejercicio de su derecho a ser
escuchado, en caso de que se haya constituido como actor civil aparte de
ser escuchado en tales audiencias, puede recurrir las resoluciones
adoptadas en su seno. Si puede, igualmente, como actor civil solicitar
medidas cautelares reales como por ejemplo: embargo, inhibición, desalojo
preventivo o pensión anticipada de alimentos (véase artículos 303 y
siguientes del CPP de 2004).

Requisitos y oportunidad para constituirse en actor civil El agraviado, para ser


considerado como actor civil en el proceso penal, deberá reunir ciertos requisitos
formales, temporales y de fondo, bajo sanción de inadmisibilidad. Por lo tanto,
actor civil es un sujeto formalmente constituido en el proceso penal con la finalidad
de aportar la prueba e impulsar la actividad probatoria necesaria para acreditar su
pretensión resarcitoria y coadyuvar a la acreditación de la responsabilidad penal
del procesado. El CPP de 2004 en su artículo 100 prescribe las exigencias
legales que debe contener la solicitud de constitución en actor civil:

1. La solicitud de constitución en actor civil se presentará por escrito ante el Juez


de la Investigación Preparatoria.

2. Esta solicitud debe contener, bajo sanción de inadmisibilidad:

a) Las generales de ley de la persona física o la denominación de la persona


jurídica con las generales de ley de su representante legal

b) La indicación del nombre del imputado y, en su caso, del tercero civilmente


responsable, contra quien se va a proceder

c) El relato circunstanciado del delito en su agravio y exposición de las razones


que justifi can su pretensión.

d) La prueba documental que acredite su derecho conforme al artículo 98. En lo


referente a una posible concurrencia de peticiones de constitución en actor civil, el
inciso 1 del artículo 99 del CPP de 2004 establece que: “La concurrencia de
peticiones se resolverá siguiendo el orden sucesorio previsto en el Código Civil.
Tratándose de herederos que se encuentren en el mismo orden sucesorio,
deberán designar apoderado común, y de no existir acuerdo explícito, el juez
procederá a hacerlo”. Esta prescripción se aplicará cuando más de un persona
solicite constituirse en actor civil, respecto de un único daño. Pero, ¿qué sucede
en los casos en que una única conducta atribuida al imputado pueda haber
perjudicado a más de una persona, natural o jurídica? En este caso, el juez debe
admitir la constitución de dos o más actores civiles, si se logra acreditar que
existen igual cantidad de perjudicados, pues, por ejemplo, puede suceder que ante
un delito de robo agravado exista alguien perjudicado en su patrimonio, pero otra
persona perjudicada en su integridad.3 Lo mismo puede afirmarse respecto de
ciertos delitos contra la fe pública, la administración pública, entre otros, pues si
bien el titular del bien jurídico es el Estado, nada obsta para que si existiera un
perjudicado con tal conducta, como persona natural incluso, también pueda
constituirse como actor civil. Ejemplo: tenemos el delito de abuso de autoridad,
donde al margen que la concreta dependencia pública o sector al que pertenece el
funcionario o quien se le atribuye la comisión del ilícito, se sienta con derecho a
reclamar su constitución en actor civil, no existe impedimento alguno para que la
persona (natural o jurídica) que se siente afectado con el actuar del funcionario,
peticione también su incorporación al proceso penal como actor civil, máxime
cuando tal delito se comete, según el artículo 376 del CP en perjuicio de
alguien[263]. Por otro lado, el artículo 96 del CP prescribe que el derecho a exigir
la reparación civil se transfiere a los herederos del agraviado. Prescripción que se
aplica al caso de que el agraviado haya muerto antes, durante o después del
proceso penal sin haber logrado el pago de la reparación civil. En este supuesto,
los herederos del agraviado pueden iniciar o continuar la acción encaminada a
lograr el pago. Sin embargo, situación distinta se presenta cuando se trata de un
caso de homicidio, aquí no habrá ninguna transferencia del derecho de exigir la
reparación civil, sino que este derecho lo tendrán los herederos por ser

3
GUILLERMO BRINGAS, Luis Gustavo. La reparación civil en proceso penal. Aspectos sustantivos y
procesales. Pacifi co Editores, Lima, 2011, pp. 114-115.
perjudicados directos por la comisión de ese delito, tal como lo señala el artículo
94.2 del CPP de 2004. Con respecto a la oportunidad de constituirse en actor civil,
de acuerdo al artículo 101 del CPP de 2004 el pedido para aquello deberá
efectuarse hasta antes de la culminación de la investigación preparatoria, de forma
que si dicho pedido se efectúa una vez concluida esta, no podrá ser amparado.
Ahora bien, el artículo citado señala hasta qué momento puede solicitarse la
constitución en actor civil, pero no desde cuándo se puede plantear dicha solicitud.
Entonces con respecto a esto último cabe preguntarse si la petición de
constitución en actor civil puede hacerse en la fase de diligencias preliminares –
que integra la investigación preparatoria–, o si resulta necesario que se haya
formalizado la continuación de la Investigación Preparatoria. La jueces penales de
la Corte Suprema, mediante acuerdo plenario, han descartado la primera
posibilidad al considerar que al momento que se vienen realizando las diligencias
preliminares el Ministerio Público aún no ha formulado la inculpación formal a
través de la respectiva disposición fiscal; esto es, no ha promovido la acción penal
ante el órgano jurisdiccional, por lo que mal podría acumularse a ella una
pretensión resarcitoria en ausencia de un objeto penal formalmente configurado.
Por ello se decantan por sostener que recién se podrá plantear el objeto civil luego
de que se haya sido notificada la formalización de la investigación preparatoria al
juez de garantías. En lo referente al trámite jurisdiccional para la constitución en
actor civil del perjudicado por el hecho punible, los jueces supremos sostienen que
además del trámite previsto en el referido artículo 102 del aludido Código que
establece la obligación del juez de recabar información de los sujetos procesales
apersonados y correr traslado de la petición, a fin de resolver dentro del tercer día,
es el hecho de analizar si este procedimiento de constitución en actor civil debe
hacerse obligatoriamente con la celebración de audiencia.

En el citado Acuerdo Plenario se ha dejado señalado que la lectura asistemática


del artículo 102, apartado 1), del Código Procesal Penal puede sugerir a algunas
personas que el juez dictará la resolución sin otro trámite que el haber recabado la
información y la notificación de la solicitud de constitución en actor civil. Empero, el
segundo apartado del indicado artículo precisa que para efectos del trámite rige lo
dispuesto en el artículo 8 –se trata, como es obvio, de una clara norma de
remisión–. Esta última disposición estatuye que el procedimiento requiere como
acto procesal central que el juez lleve a cabo una audiencia con la intervención
obligatoria del fiscal y, debe entenderse así, con la participación facultativa de las
otras partes procesales. No es el caso, por ejemplo, del artículo 15.2.cdel Código
Procesal Penal, que autoriza al juez, bajo la expresión: “de ser el caso”, resolver
un incidente procesal determinado solo si se producen determinados
presupuestos. Resulta entonces que el trámite de la constitución en actor civil
tendría que realizarse necesariamente mediante audiencia, en cumplimiento de los
principios procedimentales de oralidad y publicidad, y el principio procesal de
contradicción establecidos en el artículo I.2 del Título Preliminar del Código
Procesal Penal. Debe entenderse, desde esta perspectiva, que el plazo de tres
días fijado en el artículo 202.1 de la Ley Procesal Penal se refi ere al paso de
expedición de la resolución correspondiente –que en el caso del artículo 8 es de
dos días de celebrada la audiencia como plazo máximo–, pero esta debe
proferirse, como paso posterior, de la realización de la audiencia. Por
consiguiente, no es posible deducir de la ley que la audiencia solo se llevará a
cabo ante la oposición de una parte procesal, pues tal posibilidad no está
reconocida por el Código Procesal Penal y sería contraria al principio de legalidad
procesal. No obstante ello, la vulneración del derecho objetivo no necesariamente
produce nulidad de actuaciones, pues esta tiene como presupuestos no solo la
vulneración de la ley sino principalmente la generación de una indefensión
material a las partes procesales o la absoluta desnaturalización del procedimiento
lesiva a los principios y garantías que le son propios e insustituibles. La nulidad,
pues, está condicionada a las infracciones de relevancia constitucional que se
anotan

.Entre las condiciones requeridas para constituirse en parte civil tenemos.

 Acción nacida del delito que afecta a quien la ejercitó


 Que se dé el daño material o moral debidamente acreditado y que
económicamente sea apreciable en dinero.
 Que exista un interés directo, personal y actual, no futuro.
 Es parte necesario del proceso porque no existe proceso sin agraviado, y
como parte lesionada se le exigen los requisitos de identidad – establecer
quién es el agraviado – y existencia- que haya estado vivo en el momento
del delito – No se le pide capacidad procesal , puesto que puede ser menor
de edad o incapaz , asimismo es requisito fundamental para ser parte civil
en un proceso penal , el tener la condición de parte lesionada.

En cuanto a quienes pueden constituirse en actor civil , ello determina el artículo


99 del Código Procesal Penal: el agraviado con el delito , en su defecto su
conyuge , descendiente, ascendientes u otra persona que lo representa
legalmente . Si el perjudicado no quiere constituirse en parte civil , sus parientes
no pueden hacerlo por él , aceptándose ello sólo si el agraviado murió , es incapaz
o quedó inhabilitado por el hecho o delito.

2.3 . LA CADUCIDAD DEL ACTOR CIVIL.

El adquirir la calidad de parte civil, en el Código Procesal se da en cualquier


momento de la instrucción, hasta antes de que concluya la etapa de instrucción y
ha de ser mediante una declaración de voluntad espontánea, pero expreso (Art
97 del Código Procesal). Por ser un derecho facultativo la constitución en parte
civil no se presume consiguientemente, la solicitud ha de ser en forma oral,
asentada en acta o en forma escrita, peticionando ante el juez que dirige la
investigación, quien resolverá. El autor o resolución de admisión como parte civil
es apelable dentro del tercer día de notificado. Es necesario recalcar que no basta
peticionarlo, sino que debe existir resolución que acepte la constitución en parte
civil. Para que la parte o actor civil puede participar en los casos del proceso o
impugnar resoluciones, es necesario que previamente se constituya en actor civil ,
y una vez aceptado , mantiene tal calidad durante todo el proceso , no siendo
necesario nueva constitución.

Sé tendrá en cuenta que no es necesario constituirse en parte civil para percibir la


indemnización fijado en la sentencia, que el agraviado tiene derecho a ser
resarcido del daño causado con el delito, lo que no puede el agraviado, constituido
en actor civil, es que accione demanda indemnizatoria en la vía entra penal.
Finalmente , la constitución del agraviado en actor civil , no exime al Ministerio
Publicado de perseguir la reparación del delito , la parte civil coadyuva con el fiscal
, pero no lo reemplaza , ni lo exonera de esta obligación que le impone la ley.

2.4. LEGITIMACIÓN DEL ACTOR CIVIL Y SU INTERVENCIÓN EN EL


PROCESO.

Están legitimados para constituirse en actor civil en principio , quienes resulten


perjudicados por el delito , sea o no sujetos pasivos del mismo y ,
subsidiariamente quienes lo representan legal o convencionalmente por mandato
general o especial , y los herederos dentro de los límites de su respectiva cuota
hereditaria.

Si varias personas se perjudican por un delito, todas tendrán derecho a


constituirse en actor civil cada uno por cuenta propia. La muerte del responsable
del delito, extingue la acción penal, ya que ésta es personalísima , pero la acción
civil emergente del delito pervive y se transmite a los herederos , tanto pasivo
como activamente (Art 96 Código Penal)

En cuanto a la intervención del actor en el proceso, esta se enmarca en la


naturaleza de la petición de resarcimiento, es decir, dentro de lo que significa pedir
la restitución de la cosa, la reparación de daño y la indemnización de daños
producidos por el delito. Entonces la intervención del actor civil en el proceso
penal se orientará a aportar todos los elementos de prueba tendientes a lograr la
comprobación del delito y la determinación de la responsabilidad.

FACULTADES DEL ACTOR CIVIL

La actividad civil ha de abarcar desde su colaboración en el esclarecimiento del


delito y la responsabilidad de su autor o partícipe, así como acreditar el pago de la
reparación civil que pretende, pero lo que no le está permitiendo es pedir la
sanción.
Por otro lado, la constitución en parte civil impide que el mismo sujeto procesal
presente demanda indemnizatoria vía civil.

Entre sus facultades contempladas en la ley tenemos:

 Deducir la nulidad de actuados y participar en las diligencias probatorias.


 Intervenir en el proceso, personalmente o por apoderado.
 A ser informado del resultado del proceso.
 A ser escuchado antes de la resolución que indique la extinción o
suspensión de la acción penal.
 A participar en el Juicio oral, interponiendo los recursos impugnatorios que
la ley franquea.
 Intervenir cuando corresponde en el proceso cautelar y formular solicitudes
en salvaguarda de sus derechos y solicitar se imponga medidas limitativas
de derechos.

Se hace necesario recalcar, que al ser las normas procesales de orden público y
consecuentemente , de obligatorio cumplimiento , en virtud a ello , la parte
agraviada a efector de interponer cualquier recurso impugnativo que prevé la
norma procesal ,requiere de resolución que la tenga expresamente constituido
como parte civil, lo que significa entonces, que no basta el apersonamiento del
pedido de dicha parte , sino debe existir una resolución expresa que lo admita
como tal ,su dicho pronunciamiento puede ser objeto de oposición o apelación por
parte del Ministerio Público y el propio inculpado.

La corte suprema de justicia ha establecido en su resolución recaída en el


expediente Nro. 3608- 95-B Cajamarca de fecha 3 de Setiembre de 1,996 (Diálogo
con la Jurisprudencia – Gaceta Jurídica p. 170-171), que no obstante que la parte
agraviada solicitó hasta en dos oportunidades tenerla como constituida en parte
civil , dicho pedido no fue resuelto ni por el Juez ni por la Sala Penal , lo que hizo
que la Sala suprema declarará insubsistente el concesorio del recurso de nulidad
e improcedente dicho medio impugnatorio , ello en virtud de la no existencia de la
Resolución que tiene por constituida en parte civil a la agraviada.
3. LA REPARACIÓN CIVIL

LA REPARACIÓN CIVIL

La reparación civil va junto y acompañada y refuerza la acción penal ,


constituyendo su cumplimiento una exigencia de derecho público , entonces es el
contenido y objeto de la acción civil emergente del delito . Asimismo , se
conceptúa como el resarcimiento del perjuicio irrogado a la víctima con la
producción del acto delictivo.

Esa reparación civil tiene dos formas: la restitución y el resarcimiento.

La restitución- Es el reintegro de la cosa a su legítimo propietario , la reposición de


la cosa al estado anterior al delito , y para que se dé , es necesario que el daño
haya incidido en bienes materiales (muebles e inmuebles) procediendo cuando el
delito consistió en la sustracción de la cosa y es posible recuperarlo y devolverlo a
su propietario .Esta devolución, es necesario aclarar ,que sólo se da en los delitos
contra el patrimonio ; y aún en ellos , incluso no siempre se da , porque a veces el
inculpado ha hecho desaparecer , se le ha extraviado o lo han vendido. En los
demás delitos, por ejemplo contra el honor sexual, la vida el cuerpo y la salud, etc.
No se puede hablar de restitución, porque ello no es posible. Para ello cae el
resarcimiento.

El resarcimiento – Viene a ser la reparación del daño con un equivalente en dinero


, que se calcula tomando en cuenta el evento criminal en su totalidad , la vida
humana ,el honor , la integridad sexual , la integridad física , etc. De las personas,
solo admite como reparación el pago de cierta cantidad de dinero, así ante la
imposibilidad de devolver la vida, se acepta que los familiares sean resarcidos
mediante el pago de dinero. Es la única forma de indemnizar el daño inferior por
el delito. Conforme al artículo 93 del Código Penal, la reparación civil comprende
la restitución del bien o, si no es posible, el pago de su valor y la indemnización de
los daños y perjuicios.
3.1 LA REPARACIÓN CIVIL EN EL PROCESO PENAL

. Naturaleza jurídica

La inclusión de la denominada responsabilidad civil ex delicto en la legislación


penal, ha generado la discusión sobre cuál es su naturaleza material.

Discusión que formulada en interrogante sería: ¿la reparación civil derivada del
delito tiene naturaleza pública o privada, o posee una naturaleza mixta?

Responder a dicha cuestión, o en todo caso indagar sobre la naturaleza de la


reparación civil derivada del delito no constituye un tema baladí, sino que tal como
ya ha sido reconocido por un sector de la doctrina[268]–, reviste de una enorme
importancia, sobre todo práctica, pues de la determinación de su naturaleza
depende, por ejemplo el carácter disponible o no de la misma, o si puede ser
objeto de renuncia, desistimiento, autocomposición o heterocomposición, así como
su transmisibilidad y solidaridad. Igualmente de la determinación de su naturaleza
jurídica depende la finalidad y presupuestos para su existencia.

Al respecto, son tres los planteamientos que tratan de explicar la naturaleza


jurídica de la reparación civil:

Tesis de la naturaleza jurídica pública

Un sector de la doctrina, ahora ya minoritario, plantea que la reparación civil tiene


una naturaleza pública, específicamente jurídico-penal. Para sostener ello se
basan en un criterio estrictamente formal: la ubicación de esta institución en la
legislación penal. Es decir, al estar regulada en el CP, compartiría la misma
naturaleza que aquellas otras instituciones contenidas en él, por lo tanto tendría la
misma naturaleza común que las sanciones jurídico-penales.

Tesis de la naturaleza jurídica privada

Otro sector de la doctrina se inclina por plantear la naturaleza privada o civil de la


reparación. Los defensores de esta tesis estiman que la naturaleza jurídica de una
norma o una institución no puede fundarse en su sola ubicación dentro de un
determinado cuerpo de leyes, pues su presencia puede obedecer a una decisión
política, legislativa o a razones puramente pragmáticas.

Es más, sostienen que la ubicación de la reparación civil en el CP y su


mantenimiento en dicha sede hasta la actualidad se explica por razones y tradición
históricas: al producirse y existir la codificación penal antes de que la codificación
civil, el legislador no tuvo otra opción que regular las normas de la reparación civil
en el CP, hecho que se ha venido conservando en la mayoría de Códigos
Penales. Ahora bien, ello no supone un prejuzgamiento respecto a su naturaleza
que sigue siendo de carácter privado, puesto que “(…) el hecho de que aparezca
regulada en la ley penal no le quita su carácter ni contenido civil, ya que se ha
mostrado que es posible congregar la acción penal con la acción-pretensión civil”.

En sentido, los partidarios de esta corriente señalan que, si de lege ferenda, el


legislador derogase las normas del CP dedicadas a la regulación de la reparación
civil, ello carecería de relevancia, pues podría accionarse en la vía civil basada en
el normatividad del CC que versa sobre la responsabilidad extracontractual.

Tesis de la naturaleza jurídica mixta

Por último, existe una tercera posición –de carácter ecléctico o mixto– sobre la
naturaleza jurídica de la reparación civil derivada del delito. Esta, en realidad, no
ofrece aporte alguno, sino que simplemente refi ere que la reparación civil tiene
una doble naturaleza: civil-penal: la pretensión tendría naturaleza jurídica privada
pero el ejercicio de la acción resarcitoria, en sede penal, es pública.

La redacción, no del todo clara, del artículo 92 del CP, parece abonar a favor de
esta postura. Dicho texto normativo establece que “la reparación civil se determina
conjuntamente con la pena”. Disposición que interpretada literalmente puede llevar
a creer que la responsabilidad penal conlleva de manera automática la
responsabilidad civil. Y es que en apariencia la norma aludida impondría al juez la
obligación de que junto a la determinación de la pena, establezca a su vez la
reparación civil, independientemente de la voluntad del perjudicado o sujeto
agraviado.
Igualmente coadyuva a esta postura la regulación de la extinción de la acción,
pues el artículo 100 del CP prescribe que “la acción civil derivada del hecho
punible no se extingue mientras subsista la acción penal”, lo cual demostraría que
los términos de la prescripción de la acción civil derivada del delito no son los
mismos para toda acción civil, sino que se hallan vinculados a los alcances de la
prescripción del delito. Se apunta que si la acción civil tuviera carácter
genuinamente civil no tendría por qué tener una prescripción distinta a la
reservada a la responsabilidad extracontractual.

Toma de posición: asunción de la tesis de naturaleza privada de la acción


civil en el proceso penal

Nos adherimos a la postura que sostiene que la reparación civil que se ventila en
el proceso penal por causa de un hecho ilícito de apariencia delictiva es de
naturaleza privada o civil. Afirmar lo contrario, esto es que la reparación que se
desarrolla en el proceso penal es pública o en todo caso mixta, sería admitir que
existen dos tipos de responsabilidades civiles, lo cual resulta equivocado, pues la
responsabilidad civil es una en todo el ordenamiento jurídico, independientemente
de dónde se encuentren recogidas las reglas específicas que buscan hacerla
efectiva y en tanto se basa para su configuración en la existencia de un daño y no
en la producción de un delito, debe ser considerada de naturaleza civil.

Debe entenderse que la responsabilidad civil que se ventila en el proceso penal no


es en puridad ex delicto, sino –al igual que cualquier responsabilidad civil en
general– ex daño, es decir no nace del delito, sino del daño ocasionado por actos
ilícitos, actos que además pueden estar tipificados como delitos o faltas. De ello se
colige que existen delitos que no acarrean daños, razón por la cual será imposible
plantear una acción civil de reparación por un daño inexistente, aunque el delito
efectivamente se haya concretizado.

Así pues, en la mayoría de delitos de peligro no existirá la acusación de un daño,


como también se puede encontrar ausente el daño en algunas formas de tentativa.
En estos casos, aunque exista responsabilidad penal no existirá –por la ausencia
de daño– responsabilidad civil.

Siendo así, y así es, mal se hace cuando se pretende equiparar a la reparación
civil por hecho ilícito de apariencia delictiva con la sanción penal, pues si bien
tienen un mismo origen: hecho histórico que reviste el carácter de ilícito y de
apariencia o posible relevancia penal, lo cierto es que poseen fundamento y
finalidad distinta.

Como explica García Cavero: “La reparación civil no es una pena, pero comparte
con esta un mismo presupuesto: la realización de un acto ilícito (…).

Pero cada una de ellas valora el hecho ilícito desde su propia perspectiva, lo que
se explica en el hecho de que parten de fundamentos distintos. Así, mientras la
pena se impone con la finalidad de mantener el bien jurídico frente a vulneraciones
culpables, la reparación civil derivada del delito se centra en la función de reparar
al daño producido a la víctima por la acción delictiva”.

En este sentido, también se ha pronunciado la Corte Suprema de nuestro país


cuando ha dejado dicho que:

“La reparación civil, que legalmente define el ámbito del objeto civil del proceso
penal y está regulada por el artículo 93 del Código Penal, desde luego, presenta
elementos diferenciadores de la sanción penal; existen notas propias, finalidades y
criterios de imputación distintos entre responsabilidad penal y responsabilidad civil,
aun cuando comparten un mismo presupuesto: el acto ilícito causado por un
hecho antijurídico, a partir del cual surgen las diferencias respecto de su
regulación jurídica y contenido entre el ilícito penal y el ilícito civil. Así las cosas, se
tiene que el fundamento de la responsabilidad civil, que origina la obligación de
reparar, es la existencia de un daño civil causado por un ilícito penal, el que
obviamente no puede identificarse con ‘ofensa penal’ –lesión o puesta en peligro
de un (bien) jurídico protegido, cuya base se encuentra en la culpabilidad del
agente– [la causa inmediata de la responsabilidad penal y la civil ex delicto,
infracción /daño, es distinta]; el resultado dañoso y el objeto sobre el que recae la
lesión son distintos”

Bajo esa perspectiva, la determinación de la reparación civil se hace sobre la base


de sus propios criterios, no siguiendo los presupuestos para la determinación de la
responsabilidad penal. Esto se debe a que cada una tiene su propia estructura: la
responsabilidad penal requiere, en una teoría analítica del delito, de un hecho
típico, antijurídico y culpable, mientras que la responsabilidad civil de la existencia
de un daño antijurídico, una relación de causalidad entre el daño causado y la
conducta realizada por el autor del mismo, así como de un factor de atribución por
el cual se pueda hacer responsable al causante del daño.

Conforme a lo dicho se puede sostener que la responsabilidad civil determinada


en el proceso penal no es propiamente “derivada del delito” –y por lo tanto se
comete una equivocación al denominarla así, siendo por ello preferible hablar de
“responsabilidad civil por actos ilícitos de apariencia delictiva”, y será establecida
con base en los criterios objetivos y subjetivos de imputación jurídico-civil, con
independencia de si ese daño constituya un elemento fundamentador del injusto
penal. Igualmente el importe de la responsabilidad civil por actos de apariencia
delictiva se establece en atención al daño producido, al igual como sucede con la
responsabilidad civil pura, y no según el grado de culpabilidad como sucedería si
se le tratara de una pena.

En ese sentido, el principal argumento de la postura pública de la reparación civil,


el cual consistía en señalar que era de naturaleza penal porque se hallaba
regulada en el CP, queda desvirtuado, pues como ha quedado demostrado “el
encuadramiento sistemático de una norma no prejuzga en absoluto la naturaleza
del contenido mismo de la norma”. Además, como ya hemos referido, la inclusión
de la reparación civil en el ordenamiento penal se debe a la anticipación histórica
del legislador penal frente al civil en la regulación de la reparación civil derivada
del delito. Y si hasta el día de hoy se mantiene es por una cuestión práctica
basada en el principio de economía procesal, evitando de ese modo el peregrinaje
de jurisdicciones. Se trata de una cuestión de inmediatez, de que las legítimas
pretensiones reparatorias de la víctima sean colmadas simultáneamente con las
del Estado.

Como refiere la Corte Suprema:

“Con independencia de su ubicación formal, la naturaleza jurídica de la reparación


civil es incuestionablemente civil, y que aun cuando exista la posibilidad
legislativamente admitida de que un Juez Penal pueda pronunciarse sobre el daño
y su atribución, y en su caso determinar el quántum indemnizatorio –acumulación
heterogénea de acciones–, ello responde de manera exclusiva a la aplicación del
principio de economía procesal. Entonces se tiene que la acumulación de la
acción civil al proceso penal, responde a un supuesto de acumulación
heterogénea de pretensiones, con fines procesales estrictos. Tendencia que
encuentra su beneficio en el hecho de que, con el menor desgaste posible de
jurisdicción, se pueda reparar el daño público causado por el delito y reparar el
daño privado ocasionado por el mismo hecho.

Con esa posible acumulación de acciones se evita que la víctima del delito “se la
someta al doble esfuerzo de exigir, por un lado, el castigo del delito y, por el otro,
una indemnización por el daño producido”. En nuestra realidad se evitaría, por
ejemplo, que el agraviado tenga que recurrir a la vía civil para exigir el pago de la
indemnización correspondiente, donde tendría que pagar costos de tasas
judiciales –que, dependiendo de la cuantía de la indemnización que se pretende,
puede llegar a ser muy onerosas–, cédulas de notificación, entre otros.

Sin embargo, debemos precisar que esta acumulación, considerando la naturaleza


jurídica privada de la reparación civil y realizando una interpretación sistemática
del ordenamiento jurídico vigente, no es obligatoria, sino que dependerá de la
voluntad del agraviado. En este sentido, procederá la acumulación, siempre y
cuando, el agraviado así lo decida, constituyéndose, para ese efecto, en actor civil.
Es decir, la posibilidad de acumular las acciones debe entenderse solo como eso:
una posibilidad, nunca como un acto obligatorio.
Por ello es posible acudir a otra vía distinta a la penal con la finalidad de que el
agraviado o perjudicado se procure la reparación civil correspondiente.

Además el CPP de 2004 en su artículo 11 inciso 1, acorde con lo dicho, prescribe


que: “El perjudicado por el delito podrá ejercer la acción civil en el proceso penal o
ante el orden jurisdiccional civil. Pero una vez que se opta por una de ellas, no
podrá deducirla en la otra vía jurisdiccional”. Lo que se debe concordar con el
artículo 106 del mismo cuerpo normativo, que a la letra establece:

“La constitución en actor civil impide que se presente demanda indemnizatoria en


la vía extra-penal. El actor civil que se desiste como tal antes de la acusación
fiscal no está impedido de ejercer la acción indemnizatoria en la otra vía”.

Por otro lado, se debe tener en cuenta que la unificación de pretensiones (civil y
penal) en el proceso penal no afecta la autonomía de cada una de ellas, de modo
tal que la falta de una condena no es óbice para imponer una reparación civil en
caso de que estén acreditadas los daños en el proceso penal.

La falta de imposición de una pena o el archivamiento del proceso no debe traer


como consecuencia relevar al juez penal de emitir un pronunciamiento respecto de
la reparación civil en caso de estar acreditado el daño. El artículo 12, inciso 3 del
CPP de 2004 establece que la sentencia absolutoria o el sobreseimiento del
proceso no impedirán al órgano jurisdiccional pronunciarse sobre la
responsabilidad civil derivada del hecho punible[291].

Una diferencia más entre la independencia de la acción civil de la penal, la


hallamos en el hecho de que la responsabilidad civil no siempre recae sobre el
autor de los hechos penales, lo cual sucede cuando la acción penal recae sobre
los autores individualmente considerados y la civil a las personas jurídicas en cuyo
nombre y representación actuaron los penalmente responsables.

La solidaridad y transmisibilidad de la reparación civil como características


de su naturaleza privada
El artículo 95 del CP establece que la reparación civil es solidaria entre los
responsables del hecho punible y los terceros civilmente obligados.

Este precepto recoge una característica básica de la reparación civil: la


solidaridad, característica que pone de manifiesto una vez más la naturaleza
privada de este instituto, pues si la reparación civil tuviera naturaleza pública no
podría imponerse solidariamente entre los responsables del hecho y los terceros
civilmente obligados, ya que la responsabilidad penal obedece a un carácter
personalísimo.

Dicha solidaridad se da cuando son varios los intervinientes en el hecho causante


del daño. No se trata de obligaciones yuxtapuestas en la que cada autor tendría
una obligación, sino de una sola obligación que consiste en la indemnización al
perjudicado por un único daño.

Tal solidaridad se puede dar –no de manera separada– tanto entre los
responsables del delito como entre los terceros civilmente responsables, si los
hubiera. Esto último se da en los supuestos en los que en un proceso penal
seguido contra el causante directo del daño, se comprende como tercero civil a
otra persona no causante, esto es quien no ha intervenido en la materialización del
daño ni en la comisión del delito y, sin embargo, resulta vinculado (responsable) al
resarcimiento por el factor de atribución de responsabilidad denominado “garantía
de reparación”.

El fundamento de la solidaridad radica en que de esta manera se protege

“el interés de la víctima”, facilitándole la posibilidad de dirigir la acción contra quien


mejor le parezca o juzgue más fácil. Asimismo, ante un supuesto de insolvencia o
muerte de alguno de los responsables del hecho, el agraviado puede hacer
efectivo el cobro de la reparación civil en los otros responsables solventes.

Otro aspecto de la solidaridad entre los responsables del hecho ilícito de


apariencia delictiva, y causante de daño, es el derecho de repetición que tiene
quien ha pagado la integridad de la deuda (véase artículo 1983 del Código Civil).
Es decir, que el agraviado haga efectivo el cobro en solo uno de los responsables,
no implica que este se vea perjudicado frente a los demás participantes del hecho,
pues en virtud del citado artículo puede iniciar acción de repetición frente a estos.
Para tal efecto el juez debe fijar la proporción que corresponde a cada uno. Como
cuestión final, cabe indicar que en virtud a la solidaridad existente entre los
responsables del hecho, ninguno de ellos goza del beneficio de excusión
contemplado en la ley civil.

A su vez el artículo 96 del mismo texto legal prescribe que: “La obligación de la
reparación civil fi jada en la sentencia se transmite a los herederos del
responsable hasta donde alcance los bienes de la herencia. El derecho a exigir la
reparación civil se transfiere a los herederos del agraviado”.

Por esta característica de transmisibilidad, tanto la obligación de reparación civil fi


jada en la sentencia al responsable del daño como el derecho a exigir la misma
por el agraviado se transfieren, respectivamente, a sus herederos.

Esto tampoco sería posible si la reparación civil tuviese el carácter personalísimo


de la responsabilidad penal.

Apreciándose de la lectura del mismo que esta transmisión tiene como


destinatarios, por un lado, a los herederos del responsable y, por el otro, a los
herederos del agraviado.

Respecto a los herederos del responsable: a ellos se transmite el derecho de


pagar la reparación civil que previamente ha sido fi jada en la sentencia. Sin
embargo la propia norma establece un límite a esta obligación: hasta donde
alcancen los bienes de la herencia. Lo que debe ser concordado con el artículo
661 del Código Civil, el cual prescribe: “el heredero responde de las deudas y
cargas de la herencia solo hasta donde alcancen los bienes de esta (…). Tal
regulación resulta correcta, pues no se puede obligar a los herederos del causante
a responder con su propio patrimonio por las obligaciones no contraídas por ellos.
Respecto a los herederos del agraviado: ellos no solo pueden exigir el pago de la
reparación civil, si esta ya hubiera sido fi jada, sino incluso el derecho a iniciar la
acción correspondiente para procurarse esta. Este precepto del CP debe ser
concordado con el artículo 660 del Código Civil, que a la letra señala: “Desde el
momento de la muerte de una persona, los bienes, derechos y obligaciones que
constituyen la herencia se transmiten a sus sucesores”.

DAÑOS RESARCIBLES

Analizar el tema de la clasificación de los tipos de daños que se pueden producir y


que deban ser resarcidos por el responsable es entrar a uno de los tópicos más
polémicos sobre la responsabilidad civil, no existiendo hasta la fecha consenso por
parte de la doctrina.

Sin embargo, podemos señalar –siguiendo a Carlos Fernández Sessarego por


parecernos que su posición es la más acabada hasta ahora– que existen dos
criterios para clasificar a los daños. El primero hace referencia a la naturaleza o
calidad ontológica del ente lesionado y el segundo a las consecuencias generadas
por el daño-evento. Veamos:

Si se atiende a la calidad ontológica del ente afectado se observa que son dos las
categorías de entes capaces de soportar las consecuencias de un da- ño. De una
parte encontramos al ser humano, fi n en sí mismo, y, del otro, a los entes del
mundo de los cuales se vale el hombre, en tanto son instrumentos, para proyectar
y realizar su vida. El daño al ser humano, que obviamente es el que tiene mayor
significación, es el que se designa y conoce como daño subjetivo o daño a la
persona. En cambio, el daño que incide en las cosas se denomina daño objetivo.
En resumen, si se atiende a la calidad ontológica del ente afectado por el daño,
este puede ser considerado ya sea como daño subjetivo o daño a la persona o
como daño objetivo o daño a las cosas.

La segunda clasificación, que se sustenta en los efectos del daño, nos permite
distinguir dos tipos de dados. De un lado podemos referirnos a los daños extra
personales o patrimoniales, que son los que tienen consecuencias apreciables en
dinero y, del otro, cabe aludir a los daños personales o extra patrimoniales o no
patrimoniales, los mismos cuyos efectos no pueden traducirse en dinero.

Esta última clasificación es la más usual por quienes se han ocupado del tema,
por tal razón y con fines meramente expositivos, nos referiremos a ellacon algo
más de detalle.

DAÑOS EXTRAPERSONALES O PATRIMONIALES

Se caracterizan –como su propia denominación lo indica– por afectar el patrimonio


de la persona, es decir, producen un menoscabo en el ámbito pecuniario o
económico de un tercero. Son los que generan consecuencias apreciables en
dinero o cuando el objeto dañado puede ser sustituido por otro de idéntica
naturaleza. Este tipo de daños comprende dos modalidades: el daño emergente y
el lucro cesante:

- Daño emergente: es la pérdida, destrucción o inutilización de las cosas o


derechos que el tercero posee, en otras palabras es la pérdida patrimonial efectiva
que produce un empobrecimiento en el patrimonio del tercero.

- Lucro cesante: se refiere a la pérdida de una ganancia legítima esperada o en


un aumento no realizado del patrimonio. Esa ganancia o enriquecimiento debe
tener carácter lícito, pues si se ha dejado de ganar una suma de dinero
proveniente de acciones ilícitas, no podrá reclamarse derecho al pago de lucro
cesante.

B) DAÑOS PERSONALES O EXTRA PATRIMONIALES

Son aquellos daños que afectan derechos no patrimoniales de la persona, por lo


que no son mensurables en dinero en forma inmediata y directa. Según el artículo
1985 del CC son dos: el daño moral y el daño a la persona.

- Daño moral: es la lesión inferida a los sentimientos de la víctima y que produce


un gran dolor, aflicción o sufrimiento. Ejemplo: cuando un individuo causa la
muerte de otro, los familiares de la víctima sienten una gran aflicción y un profundo
dolor. Esta aflicción debe ser indemnizada al margen de los gastos de sepelio y
otros.

- Daño a la persona: El daño a la persona o daño subjetivo es aquel cuyos


efectos recaen en el ser humano, considerado en sí mismo, en cuanto sujeto de
derecho, desde la concepción hasta el final de la vida.

Dada la unidad del ser humano, todos los daños que se le ocasionen deberían
sistemáticamente incorporarse, para el efecto de su reparación, dentro de la
genérica noción de daño a la persona. Así lo exige la naturaleza misma del ser
humano y el único y común fundamento que los conecta esencialmente, como es
el ser humano en sí mismo.

Para Fernández Sessarego, el daño a la persona se divide en dos categorías: la


primera referida al daño psicosomático, mientras que la segunda se contrae al
daño al proyecto de vida o a la libertad fenoménica.

Dentro del daño psicosomático, Fernández Sessarego incluye aquellos en los que
se daña el cuerpo o soma y aquellos en los que se daña la psique.

De manera que se incluyen dentro de esta subcategoría al daño biológico, el daño


moral y el daño al bienestar. De esta manera, puede comprenderse que para el
citado jurista, el “daño moral” (pretium doloris) no es otra cosa que una modalidad
del daño a la persona y, por consiguiente, es una especie de un concepto
comprensivo, es decir, de una noción genérica que lo engloba y subsume. Y esta,
obviamente, es la de daño a la persona.

Señala el citado autor: “La tradicional concepción del daño moral se centra en el
daño ocasionado al ámbito afectivo o sentimental de la persona, lo que trae como
consecuencia, sufrimiento, dolor, perturbación espiritual.

Decimos que es un daño a determinado “aspecto” de la persona, al igual que una


multiplicidad de otros daños lesionan otros tantos aspectos del complejo y, a la
vez, unitario ser humano. Se trata en este específico caso de la lesión a una
modalidad del género “daño a la persona”. Por esta razón somos de la opinión que
debe incluirse la restringida noción de daño moral dentro de aquella otra, genérica
y comprensiva, de daño a la persona. Y es que el daño moral no es otra cosa,
como está dicho, que un daño específico que compromete básicamente la esfera
afectiva o sentimental de la persona, ocasionándole una perturbación, un dolor, un
sufrimiento que carece de un sustento patológico. No tiene sentido, por lo tanto y
en nuestro concepto, seguir otorgando autonomía jurídica a una voz que se
encuentra conceptualmente subsumida dentro de otra que es genérica y
comprensiva”.

Con respecto a la segunda categoría: daño al proyecto de vida, es una de las


modalidades del daño a la persona, puede ser entendido como el más grave daño
que se puede causar a la persona. Dicho acto repercute de modo radical en su
proyecto de vida, es decir, impide que el ser humano se realice existencialmente
de conformidad con dicho proyecto libremente escogido, atendiendo a una
personal vocación. Es, tal vez, el daño más importante que se puede inferir al ser
humano como es el de arrebatarle, el sentido o razón de ser su vida.

Como corolario a lo dicho hasta este punto debemos enfatizar en que desde una
perspectiva integral de la reparación de los daños, todos los tipos de daños deben
ser tomados en cuenta y evaluados en sede penal, cuando se trate de supuestos
de responsabilidad civil por actos ilícitos de apariencia delictiva, de manera que se
determine cuáles se han configurado en el caso en concreto y se proceda a una
adecuada reparación e indemnización de todos y cada uno de ellos.

Para lograr ello, citamos una vez más a Fernández Sessarego, cuando muy
atinadamente sostiene que: “Es conveniente que los jueces no fijen, con un criterio
facilista, reparaciones globales o en bloque en relación con las diversas
modalidades de daños al ser humano. El empleo de esta metodología no permite
identificar la entidad o nivel de gravedad de cada una de las diversas lesiones
sufridas por la persona y el consiguiente monto que debería corresponder por los
perjuicios sufridos en cada caso. La finalidad perseguida con el desagregado de
los daños a la persona es el determinar, en cada caso, la reparación adecuada
que, frente a las consecuencias de cada uno de ellos, debe asumir el agente del
daño. Además, este desagregado de lesiones causadas a la persona ayudará a
que los jueces se familiaricen con el abanico de daños que se le pueden causar,
los identifique cada vez con mayor nitidez, y se vayan acostumbrando a fijar
criterios para su reparación, basándose en baremos o en la equidad, creando
jurisprudencia que, a la larga, facilitará y uniformará, relativamente, las
reparaciones a otorgarse, en cada caso, a las víctimas de un daño a la persona”.

Así por ejemplo, de los múltiples daños que se pueden causar a una persona
algunos acarrean consecuencias de orden extra patrimonial mientras que otros
tendrán consecuencias de carácter patrimonial. Así, por ejemplo, si un pianista
pierde la mano derecha, el juez tendrá que fijar reparaciones independientes por
las consecuencias derivadas de cada uno de los diferentes daños de los que la
persona ha sido víctima. De un lado, ha de indemnizar las consecuencias de la
lesión en sí misma (daño biológico), mientras que del otro ha de reparar aquellas
que inciden en la calidad de vida de la persona (daño al bienestar) y, estas dos, a
su vez, de cualquier otra consecuencia como la causada al proyecto de vida. Y
todas estas consecuencias de los diferentes daños a la persona no excluyen los
resarcimientos de orden patrimonial como el daño emergente generado por la
hospitalización del artista y sus derivados, así como los del lucro cesante de
contratos por conciertos suscritos que no podrá cumplir.

Cada daño exige una singular reparación. Cada uno de los daños referidos –daño
biológico, daño al bienestar, daño al proyecto de vida, daño emergente y lucro
cesante– debe ser reparado de manera independiente porque sus consecuencias
son diferentes de las de los otros daños causados a la persona.

2.3. Extinción (prescripción) de la reparación civil

Las normas específicas que se deben tomar en cuenta para analizar el tema
señalado en el epígrafe de este apartado son los artículos 2001, inciso 4 del
Código Civil y el artículo 100 del Código Penal.

El primero de los artículos citados (artículo 2001, inciso 4 del CC) establece que
prescriben “salvo disposición diversa de la ley: (…) 4. A los dos años, la acción de
anulabilidad, la acción reivindicatoria, la que proviene de pensión alimenticia, la
acción indemnizatoria por responsabilidad extracontractual (…)”.

A su vez el artículo 100 del CP establece que la “acción civil derivada del hecho
punible no extingue mientras subsista la acción penal”. Ahora bien, lo primero que
debemos señalar, es que el término extinción a que hace alusión el citado artículo
del CP no hace referencia a la extinción de la acción civil en general, sino
solamente a la extinción por prescripción de esta cuando provenga de un hecho
punible, para ser más exactos de un ilícito de apariencia delictiva.

De acuerdo a ello, se tiene que el artículo 100 del CP regula que la acción civil
solo se extinguirá (por prescripción) cuando la acción penal se extinga igualmente
por prescripción. De modo que debe descartarse aquella interpretación literal del
referido artículo, que entiende que si la acción civil no se extingue mientras
subsista la acción penal, entonces a contrario sensu, una vez extinguida la acción
penal, la acción civil también se extinguirá. Pues la acción penal puede extinguirse
por amnistía, muerte del imputado, entre otras causales, lo cual no implica la
extinción de la acción civil.

Bajo esa perspectiva, a efectos de la acción civil por responsabilidad


extracontractual proveniente de una conducta delictiva, no es aplicable el inciso 4
del artículo 2001, toda vez que por el principio de especialidad de aplicación de la
ley hace aplicable el artículo 100 del CP.

De esta forma se tiene que si producido el ilícito penal generador de daño,


transcurren más de dos años (inciso 4 del artículo 2001 del CC) sin que se
interrumpa la prescripción de la acción civil, ello no la extingue, pues el plazo de
prescripción aplicable es el de la acción penal (artículo 100 del CP). Solo si
transcurre el plazo de prescripción extraordinaria de la acción penal (artículo 83 in
fine del CP) ininterrumpidamente (v. gr. sin que concurran actuaciones del
Ministerio Público: artículo 83 del CP), la acción penal y, con ella, la civil,
fenecerán.
Por otro lado, el artículo 100 del CP no constituye una causal de suspensión de la
prescripción de la acción civil si se toma en cuenta que el momento a partir del
cual empieza la prescripción de la acción penal y de la acción civiles normalmente
el mismo: el momento de comisión del ilícito que produce un daño indemnizable.
En tales casos, no hay plazo de prescripción de la acción civil alguno que haya
transcurrido antes del inicio de la prescripción de la acción penal, esto es, no hay
plazo alguno anterior que deba “reanudarse” ni “adicionarse” una vez concluida la
causal (acción penal).

Tampoco se puede afirmar que funcione, en todos los casos en que suele
afirmarse, como una causal de interrupción de la acción civil. Debe descartarse
ello, en tanto se sostenga que, en virtud al artículo 100 del CP, el lapso en que
subsiste la acción penal quede siempre sin efecto y solo una vez extinta ella (por
prescripción) corra un nuevo plazo de prescripción: dos años conforme al inciso 4
del artículo 2001 del Código Civil (CC).

Por ejemplo: en un proceso penal por delito de lesiones graves, el agraviado


(constituido en parte civil) se desiste de su pretensión civil. Si se aplicara el
artículo 100 del CP como una causal de interrupción de la acción penal, el
agraviado tendría el excesivo plazo de catorce años para entablar una acción
indemnizatoria en sede civil [doce años (tiempo en que se extingue la acción penal
vía prescripción extraordinaria) más dos años (plazo que establece el inciso 4 del
artículo 2001 del CC)].

Con mejor criterio, debe aplicarse aquí el inciso 2 del artículo 1997 del CC, que
señala que el desistimiento de la pretensión civil (en este caso, dentro de un
proceso penal) hace que quede sin efecto la interrupción de la prescripción de la
acción civil, de modo que el agraviado tendrá, a partir de dicho acto procesal, dos
años para plantear su acción indemnizatoria en sede civil (aun cuando prosiga el
proceso penal).4

 4
Villa Stein, Javier: Derecho Penal –Parte general ,2012.
Por otro lado, es necesario tener presente que el artículo 100 del CP se limita a
hacer depender la subsistencia de la acción civil de la acción penal. No expresa
que la acción civil “se interrumpe por las mismas causales que la acción penal”.
Luego, la acción civil conserva su autonomía normativa con relación a sus propias
causales de interrupción (véase artículo 1996 del CC).

Por otro lado, la acción para ejercitar la acción resarcitoria, es decir, la facultad
para recurrir a la autoridad jurisdiccional a fi n de que esta determine la reparación,
tanto en su entidad como en su monto, prescribe en general a los 2 años o en el
plazo que se mantenga vigente la acción penal, una vez que ello se ha realizado a
través de una sentencia consentida o ejecutoriada, nos encontramos ante una
obligación nacida de una ejecutoria, cuyo plazo de prescripción, está previsto en el
inciso 1) del artículo 2001 del Código Civil.

En este caso el plazo de prescripción es de 10 años, el mismo que puede


interrumpirse con el requerimiento de pago, que puede realizarse de modo
indeterminado. Esto es el agraviado, cuya reparación civil se ha amparado en el
proceso, tiene el más amplio plazo para cobrar la reparación civil, pudiendo
hacerlo directamente en ejecución de sentencia, como ya se ha indicado, o
inclusive utilizando la sentencia como título ejecutivo.

2.4. Excursos: Agraviado que recibió una reparación civil en el proceso


penal puede excepcionalmente obtener una indemnización en la vía civil.

Como se sabe el CPP de 2004 establece la alternancia de las vías procesales a


recurrir para demandar la reparación civil derivada de un acto ilícito de aparente
relevancia penal, pudiendo el perjudicado acudir a la vía penal o en todo caso a la
vía civil, pero no a ambas, así el artículo 12.1 del CPP de 2004 señala que el
perjudicado por el delito podrá ejercer la acción civil en el proceso penal o ante el
orden jurisdiccional civil. Pero una vez que se opta por una de ellas, no podrá
deducirla en la otra vía jurisdiccional. Tal prescripción legal debe ser
complementada con el artículo 13 del mismo cuerpo normativo, en donde se
afirma que el actor civil podrá desistirse de su pretensión de reparación civil hasta
antes del inicio de la Etapa Intermedia del proceso, lo cual no perjudicará su
derecho a ejercerlo en la vía del proceso civil. Y finalmente con el artículo 106
citado Código, en el cual se prescribe que la constitución en actor civil impide que
presente demanda indemnizatoria en la vía extrapenal. El actor civil que se desiste
como tal antes de la acusación fiscal no está impedido de ejercer la acción
indemnizatoria en la otra vía.

De todo ello se entiende, que el agraviado puede optar por la vía penal o civil para
solicitar la reparación civil ex delito. Si elige la vía penal deberá constituirse en
actor civil, lo que a su vez implica que ya no pueda ejercer dicha demanda en la
vía civil, a no ser que se desista de tal pretensión en la vía penal, hasta antes de la
etapa intermedia, en tal caso si podrá acudir al proceso civil, pasada dicha etapa
ya no será factible hacer eso.

De lo señalado hasta aquí, la respuesta a la siguiente interrogante: ¿El


resarcimiento de los daños causados por un ilícito penal puede ser demandado en
la vía civil por quien se constituyó en actor civil en el proceso penal, obteniendo un
monto indemnizatorio en dicho proceso? Debería ser a primera vista, en sentido
negativo, pues en este caso el actor civil, no solo no se desistió de su pretensión
civil en el proceso penal, sino que efectivamente recibió una reparación en
respuesta a su demanda.

Asimismo, pretender tentar mejor suerte en la vía civil no parecería viable, puesto
que existiendo una declaración judicial sobre la reparación de los daños
ocasionados, no cabría someter los hechos nuevamente a un examen judicial para
determinar el pago de una reparación que ya se valoró oportunamente, pues de
ser así se afectaría la cosa juzgada y la firmeza de las resoluciones judiciales.

Sin embargo, estimamos que la reparación civil determinada en la vía penal no


excluye el cobro de los daños y perjuicios en la vía civil en cuanto a los aspectos
que no se hayan tenido en cuenta en el proceso penal, es decir, si en este último
no se valoraron todos los conceptos reparatorios integrantes de la obligación de
resarcimiento y se solicitan otros diferentes en el proceso civil, no se puede
sostener que la resolución judicial haya adquirido la calidad de cosa juzgada.

En tales supuestos, si el ordenamiento jurídico establece la reparación integral de


los daños, deberá apreciarse, por el juez civil, en cada caso en particular, si la
magnitud del daño al proyecto de vida, del daño a la integridad física y psicológica,
del daño emergente, del lucro cesante, entre otros que se puedan solicitar, ha sido
indemnizada por el juez penal.

Es cierto que tanto la pretensión indemnizatoria de daños y perjuicios ejercitada en


el proceso penal por el actor civil como la pretensión indemnizatoria que se
ejercita en el proceso civil, buscan la reparación del daño ocasionado por el delito,
por lo que se trata de un supuesto de responsabilidad civil que se sustenta en la
misma fuente de las obligaciones civiles, como es la responsabilidad civil
extracontractual prevista en el Código Civil.

Sin embargo, si en el proceso penal no se consideraron todos los conceptos


propios de una reparación del daño causado, por motivos no imputables al
agraviado, consideramos posible recurrir a la vía civil, a fin de lograr una
reparación integral, sin que pueda alegarse la existencia de cosa juzgada, puesto
que en la vía civil se debatirán aspectos indemnizatorios distintos o que no se
analizaron en la vía penal.

Como enseña García Cavero: “El principio general debe ser que la reparación civil
impuesta definitivamente en el proceso penal constituye cosa juzgada.

No obstante5, esta afirmación no implica que en ningún caso pueda revisarse en la


vía civil una reparación impuesta en sede penal. En primer lugar, puede
presentarse un caso en el que no exista identidad de objeto, de manera que no
puede hablarse de cosa juzgada. Así sería el caso, por ejemplo, si en el proceso
penal la parte civil ha recibido solamente como reparación la restitución del bien,
pero no existe pronunciamiento sobre la indemnización por los daños y perjuicios

5
Elky Villegas Paiva: Agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal
Penal,2013
ocasionados. En este caso, el actor civil mantiene plenamente su derecho de
accionar en la vía civil para exigir el pago de la indemnización. Por otra parte,
debe recordarse que las resoluciones judiciales que tienen el carácter de cosa
juzgada pueden tener un carácter absoluto o relativo. Bajo esta lógica,
consideramos que la cosa juzgada tendrá un carácter relativo si en el proceso
penal no se actuaron pruebas dirigidas a demostrar la entidad del daño por
razones no atribuibles a los afectados.

En estos casos, la tutela judicial efectiva exigiría no negar la posibilidad de que en


sede civil pueda acreditarse la entidad del daño y recibir una reparación civil justa”.

Asimismo si no se le permitiera al agraviado acudir a la vía civil para una correcta


y justa reparación de los daños que se le causaron con el ilícito penal se violaría el
derecho a la tutela judicial efectiva, así como al debido proceso, a la vez que el
principio valor de equidad y justicia que subyace en todo el ordenamiento jurídico y
debe ser observado en todo proceso judicial. Violación de se da a tales derechos
en cuanto el conflicto creado por el delito respecto al agraviado no ha sido resuelto
por la sentencia dictada en el proceso penal, y por ello no se puede negar al
agraviado el derecho a acceder a la jurisdicción civil, en aras de satisfacer su
interés resarcitorio conforme a los valores, principios y derechos subyacentes en
todo el ordenamiento jurídico.

4. RECURSOS IMPUGNATORIOS
Los Recursos son aquellos actos procesales en cuya virtud la parte que se
considera agraviada por una resolución judicial solicita, en el mismo proceso y
dentro de determinados plazos computados a partir de la notificación de aquélla,
que el mismo órgano que la dictó, u otro superior en grado, la reforme, modifique,
amplíe o anule. En efecto, debido a que en el proceso penal tenemos una lucha de
intereses contrapuestos, el amparar uno u otro interés va a ocasionar la
disconformidad - y posible agravio- de aquél que no se vio favorecido con la
resolución emitida. En ese sentido, el sujeto perjudicado va a buscar la forma de
oponerse a que dicha resolución adquiera la calidad de Cosa Juzgada y en
consecuencia evitar el efecto de inmutabilidad de ésta. Dicha oposición se
materializa a través de los recursos (dentro de sus distintas clasificaciones), como
un instrumento jurídico que busca cambiar una decisión judicial por una nueva, en
cumplimiento con el Principio de Legalidad, el cual exige, resoluciones acordes a
la ley.

FINALIDAD

En este acápite, es necesario resaltar que, independientemente de los efectos que


se producen con la interposición y posterior admisión de los recursos, existen
finalidades que se persiguen con éstos, dichas finalidades no son ilimitadas. Así
tenemos:

1. La primera finalidad consiste en impedir que la resolución impugnada adquiera


la calidad de cosa juzgada y de esta manera, imposibilitar el cumplimiento del
fallo, porque la falta de interposición de algún recurso que la ley faculta para
mostrar nuestra disconformidad con la resolución emitida, importa la conformidad
con la mencionada resolución y le otorga la calidad de cosa juzgada; por ello, al
recurrir un fallo adverso impedimos la inmutabilidad de dicha resolución.

2. La segunda finalidad consiste en la búsqueda de modificar la resolución que


nos cause agravio, que se materializa en la posibilidad de reforma o anulación de
la resolución del Juez A Quo, por medio de un nuevo examen sobre lo ya resuelto.
En efecto, lo que se busca con la interposición del recurso es que el Juez A Quem,
modifique la resolución del Juez A Quo, esta modificación puede consistir, de
acuerdo a la configuración particular de cada recurso, en una revocación que
implica la sustitución del fallo revocado por otro o en una anulación, que implica
dejar sin efecto algunas actuaciones del proceso. Pero esta segunda finalidad, no
es ilimitada, porque la búsqueda de modificación del fallo que perjudica a algún
sujeto procesal, está modulado en el sentido que el examen del Juez Ad Quem
(Juez Superior Revisor) sólo debe referirse a las peticiones señaladas por el
recurrente.
Es decir, el Tribunal Superior no puede extralimitarse, más allá, de lo solicitado
por el recurrente. Por ejemplo, si solo se cuestiona el monto de la reparación civil,
el Juez A Quem no puede pronunciarse - salvo que beneficie al imputado acerca
de otro punto no contenido en la impugnación. Dentro de esta última
consecuencia, es importante señalar el objetivo, contenido y vigencia del principio
de la prohibición de la reformatio in peius o reforma en Peor, para entender el
verdadero alcance de éste.

Así tenemos que, en palabras de CLAUS ROXIN, el objetivo de éste principio


reside en que se debería lograr que nadie se abstenga de la interposición de un
recurso por el temor de ser penado todavía más gravemente en la instancia
siguiente6 . De ello se deriva su contenido que debe estar en función de quien
recurre el fallo. Se pueden individualizar tres supuestos: a) si es interpuesta sólo
por los acusados o tercero civil: el Juez A Quem sólo podrá confirmar la resolución
recurrida, reducir la pena o la reparación civil, o en el mejor de los casos absolver;
b) con respecto a los demás sujetos no recurrentes, sólo si se trata de una
decisión favorable, el resultado se extiende; y, c) si es interpuesto por el Ministerio
Público o la parte civil, lo máximo que se puede lograr es un aumento en la pena o
en la reparación civil, respectivamente. Con referencia a la vigencia de la
Reformatio In Peius tenemos que, como señala SAN MARTÍN CASTRO, la Corte
Suprema aplicando literal y aisladamente el antiguo Art. 300° del CdePP 1940,
desde siempre y uniformemente, había sentado la doctrina jurisprudencial
consistente en que el poder de revisión que le concedía la ley no estaba en
función de quien recurría un fallo o de quien se conformaba con él, ni
necesariamente del objeto del recurso, sino de la naturaleza del hecho punible
objeto de instrucción y juicio y que recién entre Noviembre y Diciembre de 2000,
en la Corte Suprema- un vocal provisional- vino a quebrar esa sólida
unanimidad(495) , que derivó finalmente en el reconocimiento de dicho principio
en el ámbito normativo con la modificación operada en el año 2004 en el artículo
300° del C dePP, con el Decreto Legislativo N° 959, en el que se establecen los
lincamientos a seguir.
6
ROXIN, Claus. Derecho Procesal Penal. Editores del puerto. Buenos Aires. 2000. p. 455.
CARACTERÍSTICAS

Se dirigen contra una resolución judicial, de manera que resultan excluidos de su


ámbito los actos del juez desprovistos de carácter decisorio y los actos procesales
de las partes, cuya impugnación debe, como regla, canalizarse a través del
incidente de nulidad o llamados nulidad de actos procesales regulados en el libro
segundo la actividad procesal del NCPP 2004. 7

En razón de requerir una declaración de voluntad de alguna de las partes, no cabe


considerar recursos a la actividad oficiosa del juez, exteriorizada a través de la
invalidación de actos decisorios directa o indirectamente portadores de una
nulidad absoluta.

El hecho de que sea interpuesto dentro del mismo proceso en el que se dictó la
resolución impugnada y antes de que, a raíz del vencimiento de los plazos legales
previstos para deducirlos, aquella haya adquirido eficacia de cosa juzgada o se
encuentre preclusa.

Su interposición dentro de un plazo perentorio (art. 405 del NCPP), que comienza
a correr desde la notificación de la resolución de que se trate (art. 414.2 del
NCPP) y que es individual respecto de cada una de las partes. 5 o La existencia
de un gravamen para el recurrente, circunstancia que concurre, sin perjuicio de lo
que se dirá más adelante, frente a la ausencia de concordancia, total o parcial,
entre lo resuelto y lo solicitado por aquél.

. REQUISITOS

A. Admisibilidad

Puede decirse que un recurso es admisible cuando posibilita el examen de los


agravios invocados por el recurrente y, por consiguiente, la emisión de un

 7
Alonso Peña Cabrera Freyre: Estudios sobre derecho penal y procesal
penal, 2013 PÀG 345
pronunciamiento acerca del fondo o mérito de las cuestiones sobre que aquéllos
versan. Los requisitos de admisibilidad de los recursos atienden -como ocurre con
todo acto procesal- a los sujetos que intervienen en su interposición, sustanciación
y resolución, al objeto sobre el que versan y a la actividad que involucran,
debiendo esta última analizarse en sus dimensiones de lugar, tiempo y forma.

B. . Requisitos subjetivos

i. Personas Facultadas para Recurrir (Legitimación Activa).- En general, son las


partes de un proceso (Ministerio Público, parte civil, defensa, imputado, etc.) las
que se encuentran facultadas para interponer recursos, ya sea porque la ley les
otorga éste derecho de manera expresa o implícitamente -sin realizar distingo
entre ellas-. En segundo lugar, y de manera indisoluble, la ley requiere que la
parte recurrente haya sufrido un agravio; es decir, que no cualquier parte procesal
puede recurrir determinada resolución judicial, sino sólo aquella que tenga un
interés para ello, requisito que analizaremos a continuación.

Existencia de Interés.- Cuando analizamos el tema referido a la exigencia


constitucional concluimos que el derecho al recurso no es exclusivo de ningún
sujeto procesal. De ello se desprende que la legitimación activa está en relación
directa al agravio sufrido, porque quien es afectado por una resolución que lo
perjudica, tiene un interés jurídicamente protegido en su corrección, por cuya
causa tendría que concedérsele la posibilidad de recurrir tal fallo. Por ello, el
agravio es un requisito imprescindible o presupuesto material para que
determinado sujeto procesal sea considerado sujeto legitimado. En ese orden de
ideas, tienen legitimidad activa: El imputado, con la única condición que su
intervención se derive del hecho de haber sufrido agravios. De ello se desprende
que puede impugnar cualquier tipo de sentencia o auto, salvo las que le sean
favorables, por ejemplo, la sentencia absolutoria.

- El Ministerio Público, como titular de la acción penal y defensor de la legalidad,


puede interponer recurso, con la misma limitación referida al imputado. En este
punto se debe recalcar que el Código Procesal Penal de 1991 y el Código
Procesal Penal del 2004, reconocen expresamente la posibilidad de que el
Ministerio Público pueda impugnar - incluso- a favor del imputado.

- La Parte Civil: en principio, la legitimidad activa para interponer algún medio


impugnatorio de los agraviados se encuentra condicionada a la constitución como
parte civil en el proceso penal; constitución que opera ante el pedido por escrito de
los autorizados por ley ante el juez competente y éste mediante auto motivado
resolverá la admisión o no de dicha constitución. La excepción a esta condición,
es la referida a que el agraviado está legitimado para interponer algún medio
impugnatorio exclusivamente referido a la inadmisión como parte civil en el
proceso. Además la parte civil sólo está legitimada para interponer medios
impugnatorios referidos exclusivamente a su pretensión civil y las resoluciones
conexas que tengan que ver con dicha exigencia. Por lo tanto, le está vedado
interponer algún medio impugnativo con respecto al extremo de la pena. Solo en el
caso de sentencia absolutoria, le está permitido impugnar ese aspecto porque su
pretensión civil sólo se verá satisfecha si se condena al imputado. Tercero Civil: la
legitimación activa de éste sujeto, se encuentra directamente relacionada con la
comprensión como tercero civil de este sujeto procesal y estrechamente vinculado
al agravio sufrido. Por ello, sólo puede impugnar lo referido a la reparación civil y
las resoluciones conexas a ese tema que lo afecten. b. Requisitos Objetivos Estos
son idoneidad y jurídicamente posibles

C. Fundabilidad

Es fundado cuando, en virtud de su contenido sustancial, resulta apropiado para la


obtención de una resolución que, por vía de reforma, codificación, ampliación o
anulación, sustituya a la impugnada. Entonces, el examen de los requisitos de
admisibilidad debe comortar una operación necesariamente previa respecto al
examen de fundabilidad o estimabilidad, y que un juicio negativo sobre la
concurrencia de cualquiera de los primeros descarta, sin más, la necesidad de una
decisión dativa al mérito del recurso.

EFECTOS DE LOS RECURSOS


La interposición de un medio impugnatorio o recurso produce diversos efectos en
el Proceso Penal y entre ellos tenemos: a. Efecto Devolutivo: importa la posibilidad
de trasladar una competencia funcional al Juez Ad Quem, por parte del Juez Ad
Quo, sobre el objeto de la impugnación . Por ejemplo, en nuestro ordenamiento
procesal, si el recurso se planteó contra una resolución emitida por un juez penal
(Juez a quo), le corresponderá conocer como juez a quem a la Sala Superior
Penal, ello de acuerdo a los criterios de competencia funcional establecidos en el
NCPP 2004

. b. Efecto Suspensivo: tiene que ver con que la eficacia de la decisión impugnada
es impedida por la interposición del recurso, por ello este efecto posibilita la
suspensión de la ejecución de la resolución recurrida en el marco del acto
impugnado. Este efecto, sin embargo, a pesar de ser consustancial al sistema de
recursos, no es aplicable en la mayoría de casos, en ese sentido se pronuncia el
NCPP de 2004, que en su artículo 412° regula la ejecución provisional . Aquí es
conveniente destacar, siguiendo a SAN MARTÍN CASTRO, que el problema del
efecto suspensivo del recurso debe estudiarse en su directa incidencia con los
derechos a la libertad, la presunción de inocencia y sus manifestaciones y, por el
contrario, con el derecho del Estado a asegurarse, dentro de los límites legales, la
ejecución posible tras el recurso , para diferenciar los casos en los cuales se
justifica plenamente que la resolución recurrida no suspenda sus efectos, por
ejemplo, en el caso de una sentencia absolutoria, la interposición de un recurso de
apelación de sentencia, en ningún modo, debe impedir la excarcelación del
absuelto. Si, por el contrario, se tratara de resoluciones condenatorias, su
ejecución se mantendrá en suspenso durante el plazo en que se pueden recurrir y,
en caso de serlo, hasta la decisión del recurso8 .

Efecto Extensivo: Éste nos indica que por la naturaleza pública del Proceso Penal,
surge un efecto por el cual, en primer lugar, los sujetos procesales que no
recurrieron la resolución objeto de impugnación podrán participar activamente en

8
MONTÓN REDONDO, Alberto. Los Medios de Impugnación. (En) MONTERO AROCA, Juan y otros. Derecho
Jurisdiccional III. Editorial Tirant lo Blanch. Valencia. 2007. p. 374.
el proceso recursivo, a ello se le denomina efecto extensivo de la impugnación; y,
en segundo lugar, que el Juez revisor puede extenderse, más allá de lo solicitado,
por uno de los recurrentes (en cuanto al número de personas como también a
aspectos no considerados en la impugnación), abarcando con ello, a los sujetos
procesales no recurrentes, pero sólo cuando ésta les favorezca. Y ello, en virtud
también del principio de prohibición de la reformatio in peius. Este efecto sólo
puede ser posible, cuando existe una pluralidad de sujetos procesales con un
interés afín, y que el recurso interpuesto por uno de los procesados no se funde
exclusivamente en motivos personales, a este efecto se le denomina efecto
extensivo de la resolución impugnada. Un ejemplo del efecto extensivo en ambos
supuestos ( de la impugnación y de la resolución) del recurso lo tenemos en el
caso que sólo interponga apelación el tercero civil y logre una rebaja del monto
indemnizatorio, a pesar que el imputado no recurrió dicha resolución, tendrá en
primer lugar la posibilidad de participar activamente en el procedimiento recursal
(presentando alegatos, solicitando informe oral, etc.); y, en segundo lugar si la
decisión final le favorece también tendría que beneficiarse con ello Efecto diferido:
Este tipo de efecto recursal, procede en los procesos con pluralidad de imputados
o de delitos, cuando se dicta auto de sobreseimiento sobre alguno de ellos
estando pendiente el Juicio de los demás. Si se presenta algún medio
impugnatorio y éste es admitido, regularmente correspondería que se eleven los
actuados inmediatamente al Juez A Quem para que resuelva, pero este efecto
indica que la remisión no se realizará de manera inmediata, sino que se esperará
hasta que se dicte sentencia contra los otros imputados, buscando con ello, evitar
interrupciones al procedimiento principal(503) , dejando a salvo la posibilidad de
obviar este efecto diferido si se le ocasiona grave perjuicio a alguna de las partes.

CLASIFICACIÓN

En primer lugar podemos clasificar a los recursos atendiendo a la existencia o no


de limitaciones en las causas o motivos de oposición susceptibles de fundamentar
la pretensión impugnatoria, así tenemos:
a. Ordinarios: Que son aquellos que proceden libremente, sin motivos o causales
tasados por la ley. Que van dirigidos contra resoluciones que no tienen la
condición de Cosa Juzgada, es decir, que el proceso esté abierto o en trámite.
Entre ellos: el Recurso de Apelación, el Recuso de Nulidad, el Recurso de Queja y
el Recurso de Reposición.

b. Extraordinarios: es aquel Recurso que cuenta con un carácter excepcional,


pues sólo procede contra determinadas resoluciones, debido a los motivos o
causales tasadas por la ley. En donde, dichas resoluciones han adquirido la
calidad de Cosa Juzgada. El único Recurso Extraordinario en el Proceso Penal es
el Recurso de Casación, previsto en el NCPP 2004. A su vez, SÁNCHEZ
VELARDE señala que la moderna doctrina viene admitiendo el término "medio de
impugnación" como género y remedios, recursos y acciones como especies
diferenciables9 , así tenemos,

Clasificación de los medios impugnatorios de acuerdo a sus objetivos:

a. Remedios: Reside en que el perjuicio se produce por concurrencia de


determinadas anomalías, que puede remediar la misma autoridad jurisdiccional
que conoce o conoció el proceso. Entre estos tenemos al recurso de Reposición.
b. Recursos: Estos consideran la parte efectivamente injusta de la sentencia y
buscan que un Tribunal de categoría superior finalice la actividad del inferior, que
revoca o confirma la resolución impugnada. Entre ellos tenemos a la Apelación,
Queja, Nulidad y Casación.

c. Acción: Este medio impugnatorio ataca la cosa juzgada, que se materializa en el


denominado recurso extraordinario de Revisión.

Asimismo, los medios de impugnación se pueden clasificar por sus efectos en:
suspensivo o no, de trámite inmediato o diferido, y devolutivo o no devolutivo. La
clasificación que realizaba el CdePP 1940, aún vigente en Lima, "pese a no existir
una normatividad conjunta sobre los medios impugnatorios en nuestro
ordenamiento procesal penal'^506', es la siguiente:

9
SÁNCHEZ VELARDE, Pablo. Ob. Cit. p. 861-862.
a. Recurso de Apelación.

b. Recurso de Nulidad.

c. Recurso de Queja por denegatoria.

El Nuevo Código Procesal Penal del 2004 (Art. 413°), realiza una sistematización
de los medios impugnatorios, señalando los siguientes:

a. Recurso de Reposición. b. Recurso de Apelación.

c. Recurso de Queja.

d. Recurso de Casación

Recurso de apelación En párrafos precedentes, resaltamos la necesidad de contar


con un medio impugnatorio que cumpla con los estándares mínimos exigidos por
normas internacionales. Expresamente hacíamos referencia al artículo 14°.5 del
PIDCP, señalando que dentro de nuestro sistema el derecho al recurso debe
entenderse en un énfasis medio que implica que en el proceso impugnatorio el
juez debe tener la posibilidad de revisar el hecho, la culpabilidad, la tipificación y la
pena sin más límites que los establecidos por el recurrente en su escrito de
impugnación. En ese sentido el recurso de apelación viene a ser el medio
impugnatorio por excelencia - debido a la amplia libertad de acceso a éste- al que
se le encomienda la función de hacer efectivo el tan mentado derecho al recurso,
Y ello porque frente al posible error judicial por parte del JuezAd Quo en la emisión
de sus resoluciones, surge la apelación con el propósito de remediar dicho error,
llevado a cabo ante djuez ad quem, quien va a poder realizar un análisis fáctico y
jurídico sobre la resolución impugnada. El derecho al recurso- y en este caso, la
apelación- debe estar orientado, tal como señala GARCÍA RAMÍREZ10, a proteger
los derechos humanos del individuo y entre ellos el derecho a no ser condenado si
no se establece suficientemente la realización del hecho punible y la
responsabilidad penal del sujeto, y no sólo de cuidar, en determinados extremos,
la pulcritud del proceso o de la sentencia. Por lo tanto, ese recurso ante juez o
tribunal superior - que sería superior en grado, dentro del orden competencial de
los tribunales—debe ser uno que efectivamente permita al superior entrar en el
fondo de la controversia, examinar los hechos aducidos, las defensas propuestas,
las pruebas recibidas, la valoración de éstas, las normas invocadas y la aplicación
de ella . Pero la existencia del mencionado recurso nada nos dice acerca del
contenido y alcance de éste. Así tenemos, que el cómo proceder va a estar
determinado por el sistema de apelación que se acoja. En sentido podemos
señalar que existen dos sistemas de apelación, que diseñan cual es el alcance,
contenido y objetivos de la apelación.

La doctrina también nos indica, que el Recurso de Apelación debe de contar con
una clasificación, que permita conocer el ámbito de aplicación de este recurso. La
clasificación está determinada por tres características que permiten diferenciar
ambos sistemas entre sí. En efecto, dichos sistemas se van a diferenciar por la
respuesta a las siguientes interrogantes: a) ¿La apelación como continuación o
como revisión de la Sentencia dictada por el Juez A Quo?, b) ¿Cuál es la libertad
en la admisión de nuevas pruebas?; y, finalmente, c) ¿Cuál es el contenido de la
Sentencia dictada por el Juez A Quem?.

Asimismo, los medios de impugnación se pueden clasificar por sus efectos en:
suspensivo o no, de trámite inmediato o diferido, y devolutivo o no devolutivo. La
clasificación que realizaba el CdePP 1940, aún vigente en Lima, "pese a no existir
una normatividad conjunta sobre los medios impugnatorios en nuestro
ordenamiento procesal penal'^506', es la siguiente:

a. Recurso de Apelación.

b. Recurso de Nulidad.

c. Recurso de Queja por denegatoria.


El Nuevo Código Procesal Penal del 2004 (Art. 413°), realiza una sistematización
de los medios impugnatorios, señalando los siguientes:

a. Recurso de Reposición. b. Recurso de Apelación.

c. Recurso de Queja.

d. Recurso de Casación

RECURSO DE APELACIÓN –APLICACIÒN

En párrafos precedentes, resaltamos la necesidad de contar con un medio


impugnatorio que cumpla con los estándares mínimos exigidos por normas
internacionales. Expresamente hacíamos referencia al artículo 14°.5 del PIDCP,
señalando que dentro de nuestro sistema el derecho al recurso debe entenderse
en un énfasis medio que implica que en el proceso impugnatorio el juez debe tener
la posibilidad de revisar el hecho, la culpabilidad, la tipificación y la pena sin más
límites que los establecidos por el recurrente en su escrito de impugnación. En ese
sentido el recurso de apelación viene a ser el medio impugnatorio por excelencia.

. TRÁMITE DEL RECURSO DE APELACIÓN

El NCPP del 2004, como ya se mencionó, regula sólo un medio impugnatorio


ordinario que está referido a sentencias y autos, denominado apelación. En este
punto, analizaremos las novedades en el trámite, que nos trae el nuevo
ordenamiento procesal en éste tema: El primero está referido a la competencia
para conocer este recurso, que está reservada para la Sala Superior, salvo las
resoluciones emitidas por Juzgado de Paz Letrado, en cuyo caso conoce el Juez
Unipersonal. El efecto de interposición de este recurso, implica que se suspenden
los efectos de las sentencias y los autos de sobreseimiento, así como los demás
autos que pongan fin al proceso; sin que sea obstáculo para que el imputado, de
ser el caso, recobre su libertad porque el Art. 412° del mismo cuerpo normativo
señala expresamente que cuando se disponga la libertad del imputado, a pesar de
interponerse algún medio impugnatorio, no se podrá suspender la excarcelación.
Los votos para decidir acerca de la impugnación planteada son dos. Asimismo, se
impone una exigencia adicional que señala la carga de fijar domicilio en la sede de
la Corte de Apelación, y que en caso de incumplimiento, se le considerará
notificado en la misma fecha de expedición de las resoluciones. que se le
encomienda la función de hacer efectivo el tan mentado derecho al recurso, Y ello
porque frente al posible error judicial por parte del JuezAdquo.

CONCLUSIONES

 Tiene muy importancia, el reconocer los derechos del agraviado, en tanto

que recurrimos a un tercero, en este caso el Estado mediante el poder

judicial, para que éste pueda darnos protección a nuestros bienes jurídico.

 La reparación civil en el proceso penal peruano resulta de discutible

ejecución, puesto que el sentenciado en la mayoría de los casos, elude su

pago si es fijado en forma pecuniaria, ocasionando que la víctima además

de haber esperado largamente en la búsqueda de la verdad, al final no

encuentre resarcimiento alguno.

 Se debe buscar alternativas para hacer cumplir en forma efectiva el pago

de la reparación civil, como el trabajo obligatorio para fondos por reparación

civil.

BIBLIOGRAFÍA
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Procesal Penal,2013.
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 GUILLERMO BRINGAS, Luis Gustavo. La reparación civil en proceso
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