Desde hace ya varias décadas, se entiende que el aprendizaje de los niños
es un proceso constructivo interno que abarca muchas más áreas que simplemente la de adquirir conocimientos formales. Aprender implica también la adquisición de experiencias, capacidades, habilidades y destrezas.
En este nuevo paradigma, la música se ha convertido en una herramienta
fundamental para el desarrollo de las capacidades de aprendizaje durante el proceso educativo y su utilización se está extendiendo cada vez más en la comunidad docente.
Sería casi imposible escribir entera la lista de beneficios que produce la
incorporación de la enseñanza musical como un elemento en el proceso de aprendizaje. Pero caben destacar como fundamentales los siguientes:
En una edad temprana la mayor parte de la interacción del niño con
el entorno se produce a través del juego. La música se convierte en ese momento en un juego más que le permite acceder a nueva información de una forma muy amena. El aprendizaje musical estimula el desarrollo de las áreas cerebrales que se relacionan con el procesamiento del lenguaje matemático. Así, el niño que haya desarrollado habilidades musicales tendrá una mayor facilidad a la hora de gestionar conceptos matemáticos. La música es un lenguaje. Así que su utilización potencia la capacidad lingüística del niño y su capacidad para aprender nuevos idiomas a lo largo de su vida. Interpretar melodías tocando al mismo tiempo que otros niños estimula en estos el trabajo colaborativo y mejora la coordinación en la interacción con grupos. Existen numerosos estudios que demuestran que el aprendizaje musical ayuda a mejorar la concentración y aumenta la capacidad de atención. El uso de la música puede suponer una vía muy efectiva de comunicación de las emociones. Esto resulta una forma de expresión de vital importancia en el caso de algunos niños con necesidades educativas especiales.
Aunque en la mayoría de los países desarrollados se ha tomado conciencia
de la necesidad de incorporar las enseñanzas musicales al sistema educativo en igualdad de condiciones que otras materias más tradicionales como las matemáticas o los idiomas, en España la situación resulta bastante desoladora.
La educación musical en nuestro país se sigue considerando una actividad
complementaria y se limita a unas pocas horas semanales y, en la mayoría de los casos, no está contemplada como parte de un desarrollo global del alumno.
Esta situación es aún menos comprensible cuando pensamos que España
cuenta con una cantera de profesionales en esta área que es reconocida a nivel internacional.
Sólo cabe esperar que en las próximas reformas educativas se le dé la
importancia que estas enseñanzas tienen en la formación integral de las próximas generaciones.