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BIOGRAFÍA DE COPÉRNICO

Bibliografía: Astronomía Para Curiosos


Por Nancy Hayhaway
Prácticamente a partir del momento de su muerte Nicolás Copérnico (1473-1543)
revolucionó la astronomía con su libro De revolutionibus orbium coelestium (Sobre las
revoluciones de los orbes celestes), que afirmaba que el Sol, no la Tierra, es el centro del
universo. Pero fue un profeta refluente, pues era una hombre reservado e introvertido,
esencialmente conservador, que durante la mayor parte de su vida ocupó un puesto de
canónigo.

Hijo de un comerciante en cobre que murió cuando Nicolás tenía diez ¡años, Copérnico fue
adoptado por su tío Lucas Waczenrode, quien se aseguró de que el tímido chico y su disoluto
hermano mayor hicieran estudios. Copérnico (su nombre original era Niklas Koppernigk y él lo
latinizo, como estaba de moda) estudió matemáticas y arte en la Universidad de Cracovia,
astronomía en Bolonia, medicina en la Universidad de Padua (unos estudios de tres cursos) y
derecho canónico en Ferrara.

En la época en que acabó los estudios, en 1506, su tío —un hombre con fama de no reírse nunca—
era obispo de Ermeland, una región políticamente volátil de la Prusia oriental.
Copérnico, que ya había sido nombrado canónico de la Iglesia católica, pasó a ser el ayudante
al tiempo que médico personal de su tío. Se dedicó a la reforma de la moneda y se esforzó en
mantener Ermeland independiente de sus poderosos vecinos, Polonia y los caballeros de la
Orden Teutónica, pero tuvo pocos amigos y no se casó. Más tarde se supo que tenía una
relación sentimental con su ama de llaves, Anna; las autoridades eclesiásticas le pidieron que
le pusiera fin y él obedeció. Pero si su vida personal y pública estuvo dedicada a mantener el
orden social, su vida intelectual estuvo orientada a derrumbarlo.

Al inicio de su carrera como canónigo pasó muchas horas pensando en el sistema geocéntrico
de Ptolomeo, que le parecía inadecuado porque precisaba de complicadas explicaciones para
dar cuenta de fenómenos ordinarios como el movimiento retrógrado o la constante proximidad
de Mercurio y Venus al Sol. Se le ocurrió a Copérnico que si la Tierra fuera en realidad el centro
del sistema ningún planeta debería hacer retrocesos. Del mismo modo, si Venus y Mercurio
giraban alrededor de la Tierra, deberían situarse a veces lejos del Sol, lo cual nunca ocurría.

Por otra parte, si se utiliza el sistema cuyo centro es el Sol que propuso Aristarco de
Nacido en Alemania en 1571, tuvo una juventud miserable. Su padre, Heinrich, a quien Johannes describe
en un revelador horóscopo familiar como «vicioso, inflexible, pendenciero y destinado a acabar mal»,
ejerció de mercader y de tabernero, estuvo a punto de ser ahorcado en 1577 (por razones que
desconocemos nosotros) y desertó de su familia para siempre en 1588.
La madre de Kepler, herbolaria, era «murmuradora y pendenciera, y de mal carácter». Durante
los años de su crecimiento, Johannes padeció malas digestiones, forúnculos, miopía, doble
visión, manos deformadas (como consecuencia de unas casi fatales viruelas) y un extravagante
surtido de enfermedades de la piel, entre ellas sarna y «heridas podridas crónicas en los pies .
. .». La Nochevieja de sus veintiún años tuvo relaciones sexuales «con la mayor dificultad
concebible, experimentando un agudísimo dolor en la vejiga».

Probablemente resultará redundante añadir que estaba mal visto entre sus compañeros de
clase. Tampoco era su autoestima exactamente muy alta. En una vivaz narración escrita en
tercera persona, se describió a sí mismo con «una naturaleza en toaos los sentidos muy perruna
. . .». Por suerte, también era brillante.

Johannes Kepler ingresó en la Universidad de Tubinga siendo adolescente, se licenció a los


veinte años y siguió allí en pos de una titulación en teología protestante. En Tubinga oyó una
conferencia en la que se defendía el universo geocéntrico de Ptolomeo. Kepler adoptó el punto
de vista contrario y pasó a ser un decidido defensor del sistema heliocéntrico de Copérnico.
Esto no le procuró amigos, y menos entre los luteranos, a cuyas manos padeció en todo
momento. No obstante, cuando se le ofreció un puesto de profesor de matemáticas y astronomía
en la ciudad austríaca de Graz, se mostró indeciso, porque eso interrumpía sus planes de ser
pastor luterano. A pesar de las dudas, aceptó el puesto.

Como profesor era efusivo y quizás entusiasta en exceso. (Sus largas cartas ponen de relieve
las mismas cualidades.) Sus disertaciones, escribió, eran «cansinas, o por lo menos
desconcertantes y no muy comprensibles». El 9 de julio de 1595, precisamente durante una
disertación, experimento lo que él —y no sólo él— consideraría la mayor intuición de su vida.
Mientras estaba dibujando en la pizarra, sopesaba el hecho de que aunque hubiese cinco
sólidos platónicos (cuerpos que, como el cubo, tienen iguales todas las caras), hay seis
planetas. Era indudable que debía haber el mismo número de planetas que de sólidos
platónicos. Entonces, en un instante exultante, comprendió. Los planetas, se dio cuenta,
orbitaban en los intersticios de los sólidos platónicos, que se alojaban unos dentro de otros como
un gran juguete cósmico. Describió esta revelación como sigue:

La órbita de la Tierra es la medida de todas las cosas; circunscríbase


INTRODUCCIÓN: El astrónomo danés Tycho Brahe (1546-1601) fue el primero en
construir un observatorio con grandes instrumentos de mucha exactitud. Es famoso por sus
extensas y precisas observaciones registradas, que sirvieron a Kepler para fundar sus tres
leyes del movimiento planetario.
A los trece años de edad, Tycho Brahe fue enviado por su tío a estudiar en la Universidad
de Copenhague. Mientras se hallaba allí, un eclipse de sol despertó su interés por la
astronomía. Al cumplir los dieciséis años su tío lo mandó a la Universidad de Leipzig para
que estudiase leyes, pero en realidad la mayor parte del tiempo lo dedicó a la astronomía.
Contaba 17 años cuando observó una cercana aproximación de Júpiter y Saturno.
Advirtió que las tablas que registraban su curso eran inexactas y procedió a corregirlas. Su
siguiente descubrimiento de importancia lo llevó a cabo a los 26 años, al observar que en la
constelación de Casiopea había aparecido una nueva estrella y demostró que se encontraba
a mucha mayor distancia que la Luna. En aquellos tiempos los astrónomos creían con
Aristóteles que todo cuanto existía más allá de la Luna, era inmutable. Ésta resultó la
primera evidencia de que la afirmación aristotélica era falsa.
Debido a su interés por el mundo de los astros y a la circunstancia de que su esposa no era
de origen noble, no fue admitido por la aristocracia. Afortunadamente gozó de la protección
del rey Federico II de Dinamarca, quien le regaló la isla de Huen para que construyera en
ella un observatorio y le asignó un sueldo.
Si para ser un buen físico bastara ser un buen observador, la física sería una ciencia muy
banal. Sin adoptar una postura falsa contra los preceptos de la experiencia, los
contemporáneos y sucesores de Bacon van a ingeniárselas para introducir la razón pura
en el análisis de los hechos físicos; ya decía Galileo: “Nadie podrá entender el gran libro
del universo si ignora su lenguaje que es el lenguaje matemático”.
(Pisa, actual Italia, 1564-Arcetri, id., 1642) Físico y astrónomo italiano. Fue el
primogénito del florentino Vincenzo Galilei, músico por vocación aunque
obligado a dedicarse al comercio para sobrevivir.
En 1574 la familia se trasladó a Florencia, y Galileo fue enviado un
tiempo –quizá como novicio– al monasterio deSanta Maria di
Vallombrosa, hasta que, en 1581, su padre lo matriculó como estudiante
de medicina en la Universidad de Pisa.
Pero en 1585, tras haberse iniciado en las matemáticas fuera de las
aulas, abandonó los estudios universitarios sin obtener ningún título,
aunque sí había adquirido gusto por la filosofía y la literatura.
En 1589 consiguió una plaza, mal remunerada, en el Estudio de Pisa.
Allí escribió un texto sobre el movimiento, que mantuvo inédito, en el
cual criticaba los puntos de vista de Aristóteles acerca de la caída libre
de los graves y el movimiento de los proyectiles; una tradición apócrifa,
pero muy divulgada, le atribuye haber ilustrado sus críticas con una
serie de experimentos públicos realizados desde lo alto del Campanile de
Pisa.
En 1592 pasó a ocupar una cátedra de matemáticas en Padua e inició un
fructífero período de su vida científica: se ocupó de arquitectura militar y
de topografía, realizó diversas invenciones mecánicas, reemprendió sus
estudios sobre el movimiento y descubrió el isocronismo del péndulo.
En 1599 se unió a la joven veneciana Marina Gamba, de quien se separó
en 1610 tras haber tenido con ella dos hijas y un hijo. En julio de 1609
visitó Venecia y tuvo noticia de la fabricación del anteojo, a cuyo
perfeccionamiento se dedicó, y con el cual realizó las primeras
observaciones de la Luna; descubrió también cuatro satélites de Júpiter
y observó las fases de Venus, fenómeno que sólo podía explicarse si se
aceptaba la hipótesis heliocéntrica de Copérnico.
Galileo publicó sus descubrimientos en un breve texto, El mensajero
sideral, que le dio fama en toda Europa y le valió la concesión de una
cátedra honoraria en Pisa. En 1611 viajó a Roma, donde el príncipe
Federico Cesi lo hizo primer miembro de la Accademia dei Lincei,
fundada por él, y luego patrocinó la publicación (1612) de las
observaciones de Galileo sobre las manchas solares.
Pero la profesión de copernicanismo contenida en el texto provocó una
denuncia ante el Santo Oficio; en 1616, tras la inclusión en el Índice de
libros prohibidos de la obra de Copérnico, Galileo fue advertido de que
no debía exponer públicamente las tesis condenadas.

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