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TERAPIA DE LENGUAJE
NOMBRE DE LA PARTICIPANTE:
QUEZADA MARTINEZ DANIELA SUE-HEI
MÓDULO 2
PRODUCTO DE APRENDIZAJE:
ARTÍCULO PARA PUBLICAR EN EL BLOG
FECHA DE ENTREGA:
14 DE DICIEMBRE DEL 2018
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LA COMUNICACIÓN EN LA FAMILIA
Ha aumentado el interés por practicar una comunicación más eficiente entre las
personas. No es que antes no fuera necesaria, siempre han existido familias con
buenas o malas relaciones, pero ahora las personas están más conscientes de
la conveniencia de establecer patrones comunicativos más abiertos, completos
y, sobre todo, satisfactorios.
EL DIÁLOGO EN LA FAMILIA
Los hijos acaban por no escuchar o se escapan con evasivas. En estos casos,
se confunde el diálogo con el monólogo y la comunicación con la enseñanza. El
silencio es un elemento fundamental en el diálogo; da tiempo al otro a entender
lo que se ha dicho y lo que se ha querido decir. Un diálogo es una interacción y,
para que sea posible, es necesario que los silencios permitan la intervención de
todos los participantes.
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Junto con el silencio está la capacidad de escuchar. Hay quien hace sus
exposiciones y da sus opiniones, sin escuchar las opiniones de los demás.
Cuando eso sucede, el interlocutor se da cuenta de la indiferencia del otro hacia
él y acaba por perder la motivación por la conversación. Esta situación es la que
con frecuencia se da entre padres e hijos. Los primeros creen que estos últimos
no tienen nada que enseñarles y que no pueden cambiar sus opiniones.
Esta situación es frecuente con hijos adolescentes, con ello se puede estar ante
uno de los errores más frecuentes en las relaciones padres-hijos: creer que con
un discurso puede hacerse cambiar a una persona.
A través del diálogo, padres e hijos se conocen mejor, conocen sobre todo sus
respectivas opiniones y su capacidad de verbalizar sentimientos, pero nunca la
información obtenida mediante una conversación será más amplia y
trascendente que la adquirida con la convivencia, a través de la interacción que
se da día con día dentro de la familia, por medio de diferentes actividades que
permitan ese acercamiento y comunicación entre todos los integrantes.
De ahí que se pueda decir que transmite y educa mucho más la convivencia que
la verbalización de los valores que se pretenden inculcar. Por otro lado, todo
diálogo debe albergar la posibilidad de la réplica. La predisposición a recoger el
argumento del otro y admitir que puede no coincidir con el propio es una de las
condiciones básicas para que el diálogo sea viable. Si se parte de diferentes
planos de autoridad no habrá diálogo.
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disfrutarla. Para ello es suficiente que los padres no quieran llevar siempre la
razón y convencerse que comunicarse no es enfrentarse.
Por supuesto que no existe una regla básica para mejorar la comunicación en
una familia. Por esta razón podemos decir que cada familia es un mundo distinto,
un lenguaje único. Y asimismo es preciso señalar que lo que sí debe existir, como
forma para mejorar la comunicación, es la voluntad, el interés, y la disponibilidad,
por parte de los padres, a que este espacio sea creado y vivido intensamente,
en la medida de lo posible.
Si lo que queremos es una familia unida, la mejor vía, el más acertado camino,
es por la comunicación, y no solo eso, sino una comunicación asertiva.