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“Año de la lucha contra La corrupción y la

Impunidad”

Área: Religión

Nombre: Mishell Huaycho

Profesora: Jenny Jessica

Perea Camacho

Grado: 5° “4”

2019
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PRESENTACIÓN

Porque todos debemos conocer la historia de este hombre lleno de sabiduría y humildad hacia su prójimo; un
hijo bendecido de Dios que ayudó a mucha gente gracias a su inmensa e innegable bondad. Él que también
fue hombre que nació de un vientre materno, demostrará que no hay límites a la hora de brindar ayuda. Esta
investigación les dará la oportunidad de saber que él también recorrió un largo camino antes de su
santificación y las múltiples razones por la cual es amado y recordado aún por mucha gente. Conoceremos
el crecimiento de un niño pobre que da a mostrar a pesar de su noble edad una gran sensibilidad y
espiritualidad. Desarrollando aquellos brotes que más adelante acumularía una gran cantidad de creyentes
que se unirían a causas serviciales y brindado un valor tan importante como la empatía.

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ÍNDICE

Nacimiento ……………………………. …………………………………………04


Sacramentos
 Bautizo ………………..………………………………………...………...05
 Comunión …………………………………………………….…………..06
 Confirmación ……………………………………………………………..08

Ordenación ……………………………………………………………………...10
Experiencia Militar . ……………………………………………………………...15
Estigmas ………………………………………………………………………..12
Milagros ………………………………………………………………………....16
Testimonios ……………………………………………………………………..19
Encuentro de Juan Pablo II con el Santo Padre Pío ………………………...26
Fallecimiento ……………………………………………………………………..28
Presencia del Padre Pio en el Perú ………………………………………….30
Beatificación ……………………………….……………………………………..32
Canonización ……………….…………………………………………………....34
Santificación ……….....................................................................................36
Bibliografía ……………………………………………………………………...38

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NACIMIENTO DEL SANTO PADRE PÍO

Francisco Forgione (San Padre Pío) nació en el


seno de una humilde y religiosa familia, el
miércoles 25 de mayo de 1887 a las 5 de la tarde,
hora en que las campanas de la Iglesia sonaban
para llamar a todos los fieles a honrar a la Virgen
Santísima en su mes. El Beato Padre Pío nació en
una pequeña aldea del Sur de Italia, llamada
Pietrelcina, una pequeña villa en la provincia de
Benevento, Italia. Sus padres, Horacio Forgione y
María Giuseppa de Nunzio Forgione, ambos
agricultores, encomendaron la protección de su recién nacido a San Francisco
de Asís, por esta razón le bautizaron con el nombre de Francisco al día siguiente
de su nacimiento.
La familia Forgione vivía en el sector más pobre de Pietrelcina. Francisco fue
pobre, pero como él mismo diría más adelante, nunca careció de nada. Los
valores eran diferentes en aquella época; un niño se consideraba dichoso si tenía
lo básico para vivir. Fue un niño muy sensible y espiritual.
Fue un niño muy sensible y espiritual. En la Iglesia Santa María de los Ángeles,
la cual se podría decir fue como su hogar, fue bautizado, hizo la Primera
Comunión y la Confirmación. También en esta misma Iglesia fue donde a los
cinco años se le apareció el Sagrado Corazón de Jesús. Más adelante empieza
a tener
apariciones
de la Virgen
María que
durarían por
el resto de
su vida.

SACRAMENTOS

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Bautizo

El 25 de mayo de 1887 nació en Pietrelcina provincia de Benevento, al sur de


Italia, el niño de Francesco Forgione, hijo de dos humildes agricultores católicos,
Grazio Mario Forgione y María Giusepa de Nunzio.

El bautizo del Padre Pío se realizó al día siguiente en la capilla Santa Ana, y fue
encomendado por sus padres a San Francisco de Asís. Francesco tuvo un
hermano mayor de nombre Michele y tres hermanas menores de nombres:
Felicita, Pellegrina y Grazia, esta última, con el correr del tiempo, se convirtió en
religiosa ingresando al convento de claustro en Roma.

Comunión

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Tras realizar su comunión a los
12 años de edad en la iglesia
Santa María de los Ángeles;
compuso y rezó la siguiente
onza de oración:
Quédate, Señor, conmigo, pues
soy débil y necesito tu fuerza
para no caer muchas veces.

Quédate, Señor, conmigo,


porque eres mi luz y sin ti estoy
en tinieblas.

Quédate, Señor, conmigo,


porque eres mi vida y sin ti
pierdo el fervor.

Quédate, Señor, conmigo, para


darme a conocer tu voluntad.

Quédate, Señor, conmigo, para


que oiga tu voz y te siga.

Quédate, Señor, conmigo, pues deseo amarte mucho y estar siempre en tu


compañía.

Quédate, Señor, conmigo, si quieres que siempre te sea fiel.

Quédate, Señor, conmigo, porque por más pobre que sea mi alma, desea ser
para ti un lugar de consuelo y un nido de amor.

Quédate, Jesús, conmigo, pues es tarde y el día se acaba… La vida pasa; la


muerte, el juicio y la eternidad se acercan y es necesario recuperar mis fuerzas
para no demorarme en el camino, y para ello te necesito. Ya es tarde y la muerte
se acerca. Temo la oscuridad, las tentaciones, la aridez, la cruz, los
sufrimientos… ¡y te necesito mucho, Jesús mío, en esta noche de exilio!

Quédate, Jesús, conmigo, porque en esta noche de la vida, de peligros, necesito


de ti.

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Haz que, como tus discípulos, te reconozca en la fracción del pan; que la
comunión eucarística sea la luz que disipe las tinieblas, la fuerza que me
sustenta y la única alegría de mi corazón.
Quédate, Señor, conmigo, porque en la hora de la muerte quiero estar unido a ti;
si no por la Comunión, al menos por la gracia y por el amor.
Quédate, Jesús, conmigo; no pido consuelos divinos porque no los merezco,
sino el don de tu presencia, ¡ah, sí, te lo pido!
Quédate, Señor, conmigo; solamente a ti te busco; tu amor, tu gracia, tu voluntad,
tu corazón, tu espíritu, porque te amo y no pido otra recompensa sino amarte
más, con un amor firme y práctico.
Haz que pueda amarte
de todo corazón en la
tierra para seguirte
amando perfectamente
por toda la eternidad,
querido Jesús.

Esto refleja la firmeza


de su fe en la presencia
de Jesús mediante la
Sagrada Eucaristía y su
gran deseo de que
Jesús permanezca
siempre en su corazón.
Dichas con sus propias
palabras: “Hay
momentos durante la
Misa en que me
consumo por el fuego
del Amor Divino. Mi
rostro parece arder”.

Confirmación

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El Padre Pío, siendo todavía niño, tuvo una experiencia extraordinaria de la
tercera Persona de la santísima Trinidad, “el dulce huésped de las almas”, el
Espíritu Santo.
El día de la confirmación, el Espíritu Santo le concedió experimentar tan “dulces
mociones” que, a la distancia de los años, ante el recuerdo de las mismas, se
sentía “quemar entero por una llama vivísima, que quema, derrite y no causa
sufrimiento”
Cultivó siempre una grandísima devoción al Espíritu Paráclito que, con una
actuación sabia, discreta, suave y continua, derramó en él, abundantes, sus
dones.

El Siervo de Dios quería que sus hijos espirituales tomasen conciencia de la


dignidad de ser templos de este Espíritu. Les exigía un comportamiento personal
de gran respeto al Espíritu santificador y de atención constante para acoger sus

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frutos de luz, de amor, de fuerza, de paz, de gozo, de paciencia, de delicadeza,
de bondad, de cortesía, de mansedumbre y de fidelidad.
En efecto, sus cartas comenzaban con frecuencia con un saludo de augurio que
era una verdadera y real invocación al Espíritu Santo, y contenían exhortaciones
vibrantes a colaborar con docilidad en las obras divinas que el Espíritu de Dios
realiza en el alma que se abre a él. Por ejemplo: «El Espíritu le santifique y le
ilumine cada vez más sobre los bienes eternos, reservados para nosotros por la
bondad del Padre del cielo» (Epist. I,547).

Porque al recibir el sacramento de la confirmación tuvo una experiencia


extraordinaria del Espíritu Santo, como Jesús al ser bautizado en el
Jordán; porque, como Jesús, actuó a impulsos del Espíritu; porque, como Jesús,
nos ha enseñado todos los aspectos de la acción santificadora del Espíritu Santo
en las almas, llamamos al Padre Pío, como lo hacía Fray Modestino, “fotocopia
de Cristo”.

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ORDENACIÓN

El 10 de agosto de
1910, Padre Pío es
ordenado sacerdote
en la Catedral de
Benevento, Italia. La
tarde de aquel día,
escribe esta oración:
“Oh Jesús, mi suspiro
y mi vida, te pido que
hagas de mí un
sacerdote santo y una
víctima perfecta”. El
día de su ordenación,
su padre se
encontraba en
América, pero su
madre, su hermano
Miguel y su esposa, y sus tres hermanas le acompañaron en ese día tan
especial. Al finalizar la Santa Misa, su madre y sus hermanos se acercaron a la
baranda para recibir su primera bendición. Su madre no podía contener sus
lágrimas, tanto de la emoción como del dolor de pensar en la ausencia de su
esposo, cuyo sacrificio había hecho posible la ordenación de su hijo.

Como era la costumbre, el nuevo Padre celebraría su primera Misa en la iglesia


de su pueblo, en Santa María de los Ángeles. En la misma iglesia en la que 23
años antes había sido bautizado, en donde había recibido la Primera Comunión
y el Sacramento de la Confirmación. El padre solía decirles a sus hijos
espirituales “Si ustedes desean asistir a la Sagrada Misa con devoción y obtener
frutos, piensen en la Madre Dolorosa al pie del Calvario”.

Mientras más alto escalaba el joven sacerdote hacia la perfección, más era
asechado por el demonio. Y mientras más atormentado era por Satanás, más

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crecía en fe y en amor al Señor. Poco después de su ordenación, le volvieron las
fiebres y los males que siempre le aquejaron durante sus estudios, y fue enviado
a su pueblo, Pietrelcina, para que se restableciera de salud.

Cada vez que se hacía el intento para restaurarlo a la vida religiosa dentro del
monasterio, este fracasaba, pues su salud empeoraba. Su vida sacerdotal en
Pietrelcina incluía mucha oración acompañada de muchas funciones religiosas,
así como estudios teológicos, catecismo para los niños del pueblo y reuniones
con individuos y familias. Durante este período en Pietrelcina, su antiguo
profesor, el ex sacerdote Tizzani, agonizaba. Su hija, viéndolo cerca de la
muerte, llamó al Padre Pío para que asistiera a su padre, quien
providencialmente pasaba por su casa en ese momento. El moribundo recibió
del Padre la gracia de Dios y la salvación eterna de su alma, hizo su confesión
con lágrimas de arrepentimiento y murió en paz.

ESTIGMAS

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Los estigmas son las llagas que Cristo sufrió en la crucifixión: dos en los pies,
dos en las manos y una en el costado; que han aparecido en algunos místicos.

Si bien los estigmas son heridas, el punto de vista médico difiere con esta
definición ya que no cicatrizan, ni siquiera cuando son curados; no se infectan
ni se descomponen, no degeneran en necrosis, no tienen mal olor, y sangran
constante y profusamente.

Los estigmas, además, son la reproducción exacta de las llagas de Jesús,


según los estudios de la Sábana Santa o Síndone que según la tradición habría
envuelto el cuerpo de Cristo.

El 20 de septiembre de 1918, exactamente hace 100 años, el Santo Padre Pío


de Pietrelcina recibió los estigmas de Cristo.

El relato de la aparición de los estigmas lo hizo el mismo Padre Pío un año


después, en 1921, y está contenido en un libro escrito por el italiano Francesco
Castelli titulado “El Padre Pío bajo interrogatorio: La autobiografía secreta”.

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"El 20 de septiembre de 1918 luego
de la celebración de la Misa mientras
estaba en el debido agradecimiento
en el Coro repentinamente fui presa
de un temblor, luego me llegó la
calma y vi a Nuestro Señor en la
actitud de quien está en la cruz, pero
no vi si tenía la cruz, lamentándose
de la mala correspondencia de los
hombres, especialmente de los
consagrados a Él que son sus
favoritos".

En esto, continuó el Padre Pío "se


manifestaba que Él sufría y deseaba
asociar las almas a su Pasión. Me
invitaba a compenetrarme en sus
dolores y a meditarlos: y al mismo
tiempo ocuparme de la salud de los
hermanos. En seguida me sentí lleno de compasión por los dolores del Señor y
le pregunté qué podía hacer. Oí esta voz: 'te asocio a mi Pasión'. Y en seguida,
desaparecida la visión, he vuelto en mí, en razón, y vi estos signos de los que
salía sangre. No los tenía antes".

El relato del Padre Pío se dio en respuesta a algunas de las 142 preguntas que
le hizo Mons. Carlo Raffaelle Rossi en 1921 por encargo del Santo Oficio, un
dicasterio vaticano que años después se convertiría en la actual Congregación
para la Doctrina de la Fe.

Mons. Rossi, explica Castelli, también examinó cada una de las heridas del
Padre Pío y le iba preguntando algunos detalles.

El Obispo, que años después se convertiría en cardenal, pudo apreciar cómo la


llaga del costado, por ejemplo, "cambiaba frecuentemente de aspecto y en ese
momento había asumido una forma triangular, nunca observada antes. Sobre

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las llagas el Padre Pío me daba respuestas precisas y detalladas explicando
además que las llagas de los pies y del costado tenían un aspecto iridiscente".

Tras el examen, el Prelado escribió que “los estigmas en cuestión no son ni


obra del demonio ni un grueso engaño, ni un fraude, ni un arte malicioso o
malvado; menos producto de la sugestión externa, ni tampoco las considero
efecto de sugestión".

La investigación de Mons. Rossi comenzó el 14 de junio de 1921 y duró ocho


días, tras lo cual pudo comprobar que los elementos distintivos "de los
verdaderos estigmas se encontrarían en los del Padre Pío".

Además, el Prelado pudo oler un perfume especial que emanaban las heridas,
hecho que ayudaba a comprobar el hecho como cierto.

Mons. Rossi escribió también que el Padre Pío era muy gentil; muy amado por
sus superiores por ser "gran ejemplo y no murmurador"; dedicaba entre 10 y 12
horas al día a confesar y celebraba Misa "con extraordinaria devoción".

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EXPERIENCIA MILITAR

El Padre Pío fue


llamado a las filas
militares tres veces
durante la Primera
Guerra Mundial y las
tres veces fue
regresado luego de un
corto período por
motivos de salud. La
última vez que fue
llamado, su salud
desmejoró tanto, que
los mismos médicos le
dieron de baja para
“permitirle morir en paz
en su hogar”. Las cortas
permanencias en las
filas militares causaron
en él grandes dolores
en su alma, a causa de
la dureza de los
soldados, las
blasfemias que escuchó y el verse alejado de la vida monástica. Otro gran dolor
era el no poder ofrecer la Santa Misa todos los días.

El Padre fue dado de baja de las filas militares con papeles que atestiguaban su
buena conducta, su honor y fidelidad a la patria, aunque se salvó de haber
confrontado cargos de deserción por no presentarse a una cita, a causa de un
error del cartero de San Giovanni Rotondo. Este no sabía que Francisco
Forgione y el Padre Pío eran la misma persona y por ello no supo a quién darle
la cita.

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MILAGROS

Es muy difícil establecer una


definición para la palabra "milagro".
Los Milagros son considerados
expresiones de lo sobrenatural.
También nosotros podemos decir
que un milagro es un fenómeno que
ocurre distinto de las leyes
naturales y obedecen a una fuerza
más avanzada: ¡la voluntad de
Dios!

Toda la vida del Padre Pío estaba


llena de milagros, pero nosotros
tenemos que prestar atención a la
naturaleza del milagro que siempre
es divino. De esta manera, el Padre
Pío siempre convidó a las personas
a darle gracias a Dios, verdadero
autor de todo milagro.

Primer milagro

Un milagro que se ha atribuido como el primero del Padre Pío ocurrió en 1908.
En ese momento él vivía en el convento de Montefusco. Un día en que él fue al
bosque a coleccionar los alazanes en una bolsa; Él quiso enviársela en
Pietrelcina a su tía Daría. Ella siempre había sido muy afectuosa con él. La mujer
recibió y comió los alazanes y guardó la bolsa de recuerdo. Tía Daría días
después, estaba buscando algo en un cajón dónde su marido normalmente
tenía polvo. Era de noche, y ella se alumbraba con una vela, cuando de
repente; el cajón se incendió. Tía Daría fue alcanzada por el fuego. En un
instante, ella agarró la bolsa que contuvo los alazanes del padre Pío y se la puso

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en la cara. Inmediatamente, su dolor desapareció y ninguna herida o marca de
la quemadura permanecían en su cara.

Segundo milagro

Durante la segunda guerra mundial, en Italia, el pan se racionó. En el convento


del Padre Pío había siempre muchos invitados más los pobres que siempre iban
allí pidiendo comida. Un día los Frailes se encontraron con que apenas tenían
dos libras aproximadamente de pan. Todos los hermanos oraron antes
de sentarse a comer. El Padre Pío entró en la Iglesia, y rato después regresó
con muchísimo pan en sus manos. El Superior le preguntó al Padre Pío: "¿Dónde
usted ha encontrado pan?” El Padre Pío contestó: “me los dio un peregrino en la
puerta". Nadie habló, pero todos pensábamos que sólo el Padre Pío podía
encontrar a ese peregrino.

Tercer milagro

Una vez en el convento del Padre Pío, un fraile se olvidó de organizar el


personal para la Sagrada Comunión. Por esta razón habían solamente unas
pocas personas disponibles. Pero después que terminó de confesar; el Padre

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Pío organizó a las personas para impartir la Sagrada Comunión; y
permaneciendo en el servicio, fueron mucho más de las que anteriormente
habían.

Cuarto milagro

Había una mujer tan noble y buena en San


Giovanni Rotondo que el Padre Pío dijo que era
imposible, de encontrar cualquier falta en su alma,
para perdonar. En otros términos; ella vivió para ir
al cielo. Al final de la Cuaresma, Paolina, estaba
tremendamente enferma. Los doctores no daban
esperanzas. Su marido y sus cinco niños fueron al
convento a orar al Padre Pío y pedirle ayuda. Dos
de los cinco niños tiraron del hábito del Padre Pío
y lloraron. ¡Pío Padre se perturbó; e intentó
consolarlos y prometió orar por ellos, ¡nada más! Algunos días después, al
principio de la Séptima hora, las cosas cambiaron. De hecho, él pidió por
Paulina, para que sanara y dijo a todos: "Ella se recuperará el Día de Pascua.
Pero durante el viernes santo, Paolina perdió la conciencia, y el sábado entró
en estado de coma; finalmente, después de algunas horas Paolina murió.
Algunos de sus parientes tomaron su traje de novia para ponérselo según una
vieja tradición. Otros parientes corrieron al convento para pedirle un milagro al
Padre Pío. Él les contestó: "Ella resucitará” y fue al altar para dar la Santa
Misa. Cuando el Padre Pío empezó a cantar el Gloria y el sonido de las
campanillas que anuncian la resurrección de Cristo, la voz del Padre Pío
rompió en llanto y sus ojos estaban llenos de lágrimas. En el mismo momento
Paolina resucitó y sin ninguna ayuda ella bajó de la cama, ella se arrodilló y oró
tres veces el Credo. Luego se levantó y sonrió. "Ella resucitó". De hecho,
el Padre Pío no había dicho, "ella se recuperará" sino "ella resucitará". Cuando
le preguntaron, que le pasó durante el tiempo que ella estaba muerta; contestó:
"Yo subí, subí, subí; hasta que entré en una gran luz, y de pronto regresé.

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TESTIMONIOS

Primer testimonio

María Cozzi Giuliano


sufría de un epitelioma en
la lengua. Internada en el
hospital de Santa María
Novella, en Florencia, el
18 de agosto de 1919,
debía ser operada tres
días después. Desde
hacía siete meses sus
sufrimientos eran enormes
y su lengua, cubierta de
fungosidades, le impedía
casi por completo la
masticación. Un sacerdote
le dio un retrato del Padre Pío y le sugirió que hiciese una novena tomándolo por
intercesor. Así lo hizo. A la mañana siguiente, 19 de agosto, María fue al dentista,
que debía sacarle unas muelas antes de la operación, y éste comprobó con
asombro que la lengua estaba cicatrizada completamente. Llamó entonces al Dr.
Marchetti, el cirujano que debía operarla; el doctor, luego de un prolijo examen,
la declaró curada y la envió de vuelta a su casa.

Segundo Testimonio

La señora Amelia Abresch, casada en enero de 1925, tuvo en abril de 1926


una hemorragia que el Dr. Casanova atribuyó a un pequeño tumor en el útero.
No había otra solución que operar.

La señora de Abresch titubeó meses y meses; no se resignaba a la idea de no


poder tener hijos nunca. Pero las hemorragias se multiplicaban, hasta que tomó

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la decisión, conviniendo con los cirujanos la fecha de la intervención. A pesar
de esto, Carolina Giovanni, amiga de la paciente, le aconsejó que hablase con
el Padre Pío.

―Padre, los médicos son categóricos. Tengo que operarme ―le confió.

―Entonces, debe seguir los consejos autorizados. ¡Tenga valor!

―Pero, Padre, entonces… ¿nunca podré tener hijos?

El Capuchino levantó los ojos al cielo, posándolos luego con infinita ternura en
la dama.

―Si es por eso, hija mía, corra el riesgo, o su vida quedará estropeada.

Y así lo hizo, desafiando a la suerte. Las hemorragias cesaron y, dos años más
tarde, esa entusiasta de la maternidad dio a luz un hijo al que puso el nombre
de Pío, y que hoy es seminarista en el Colegio Capranica de Roma. La señora
de Abresch se durmió en la paz del Señor en 1949.

Tercer testimonio

A principios del año 1925, la


Sra. Paulina Preziosi, madre de
cinco hijos, tuvo una pulmonía, y
los médicos no le dieron ninguna
esperanza de curación. Alguien
pidió oraciones al Padre Pío, y
éste predijo que la enferma
curaría al sonar las campanas
de Pascua; era entonces la
Semana de Pasión.

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El Viernes Santo, la enferma entró en coma. En la mañana del sábado, durante
la Gloria de la Misa, el Padre Pío cayó en éxtasis, y, cuando se echaron las
campanas a vuelo, la fiebre de la Sra. Paulina había desaparecido por
completo.

Cuarto testimonio

La Sra. María Pennisi, nacida en Nueva York y habitante de Pietrelcina, dictaba


clases en las Ursulinas de Benevento. En 1922 enfermó de tuberculosis y fue
atendida por el Dr. Moscato, profesor de la Facultad de Nápoles.

Su caso parecía desesperado;


volvió a Pietrelcina con fiebre
altísima y con vómitos de sangre.
Fue entonces cuando los Pennisi
decidieron recurrir al Padre Pío.

Éste, que no conocía a la


familia presintió su visita, les salió
al encuentro y, antes de las
presentaciones, apoyó su mano en
el hombro de María diciéndole:
“Está curada”.

Así fue, en efecto, pero,


desobedeciendo el consejo del
capuchino, la mujer dejó Pietrelcina
y pronto recayó. Volvió a sanar, y
esta vez definitivamente, al ser
tocada por un lienzo impregnado en
la sangre del Padre Pío.

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Testimonios particulares

Primero

Mi hermana María sufría desde niña de una enfermedad de la vista; los


síntomas alarmantes se multiplicaban, al extremo que los médicos
pronosticaron que quedaría ciega dentro de poco. Imaginen mi desolación,
porque, además de todo, María vivía del producto de sus trabajos manuales.

Mi director espiritual me había hablado del Padre Pío, y entonces decidí


escribirle suplicándole que rezara por mi hermana. Me hizo contestar,
advirtiéndome que ella no perdería completamente la vista. De esto hace veinte
años. Mi hermana sigue trabajando, ante el asombro de todos los médicos que

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no comprenden lo ocurrido. Por mi parte doy gracias a Dios, y no puedo dejar
de atribuir esta curación a los méritos del Padre Pío. (septiembre de 1940)

Segundo

De Luisa Carnevali, viuda del Sr. Magnanini, de Imola.

El 15 de febrero de 1931, un dentista me sacó dos raigones y una muela. Al día


siguiente estaba con fiebre altísima, y tanto mi medico como mi dentista
temieron que se tratase
de una septisemia. Se
emplearon todos los
medios posibles para
cortar la infección, pero
en vano, pues el 21 de
ese mes no había cedido
la fiebre, y, además, cada
vez que ensayaba el más
ligero movimiento, me
daban síncopes,
acompañados de sudor
frío.

Alarmado por el cariz que


tomaban las cosas, el
médico ordenó que me
internaran en el hospital al día siguiente. Pese a mi estado grave, yo estaba
completamente lúcida, y pedí un confesor. El lunes 22 comulgué con una
fracción de hostia, tomada en una cucharada de agua. A las diez salí de casa,
dejando desolada a mi familia. Estaba resignada, dichosa casi de reunirme con
mi amado esposo, muerto tres años antes.

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Antes de entrar a la sala de operaciones, dediqué mis últimos pensamientos al
Sagrado Corazón, al Padre Pío y a mi marido. El eminente cirujano Francisco
Agostino me operó de maravilla, sin anestesia, pero la muerte seguía
rondándome. Así llegamos a la noche del 23. Mi padre y mi hijo mayor estaban
junto a mí, cuando, de pronto, me echaron agua fría en la cara, y vi a nuestro
buen amigo el Padre Pío, con las manos cruzadas sobre el pecho, de pie junto
a mi cama.
Sobresaltada, dije:
“¿Quién me echó
agua fría?”. Mi
pobre padre pensó
que deliraba, y me
suplicó que me
calmase. Me llevé
las manos a la
frente y les mostré
los dedos mojados.
Pero no mencioné
mi visión sino más
tarde, cuando hablé con mi madre.

En la mañana del 24, el Dr. Agostino me cambió las curas y exclamó


encantado: “¡La felicito, señora, se ha salvado!” Diez días después dejaba el
hospital.

Tercero

Curación del hijo de Bruno Menienca, de Perusa.

Castel del Piano, 27 de septiembre de 1946.

Es con el mayor gusto que damos testimonio de la gracia concedida a nuestro


hijo Bruno por intercesión del Padre Pío. El niño, que contaba entonces cuatro

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años, sufría una fiebre intestinal benigna. Su hermana Mireya, que lo estaba
cuidando, vio de pronto que algo no andaba bien y pidió auxilio. Mi mujer,
aterrada, vio que el niño estaba rígido, con los ojos fijos, los labios violáceos,
cubierto de un sudor frío, y sin dar ya ni una señal de vida.

Fue en busca del medico, volvió junto a su hijo, y tuvo una inspiración divina:
confió la criatura al Padre Pío, poniendo su fotografía sobre la cabeza del
enfermo. Al instante, los miembros de Bruno se distendieron y su respiración se
normalizó.

Toda la familia, llevando también a Bruno, hizo el viaje a San Giovanni para
agradecer al Padre Pío, quien se contentó con decir: “Yo recé intensamente por
ustedes”.

Llena de gratitud para con Dios, que ha concedido a los hombres semejante
intercesor, la familia de Bruno se siente feliz de contribuir con este testimonio.

25
ENCUENTRO DE JUAN PABLO II CON EL SANTO PAPA PÍO

La vida de Padre Pío estuvo siempre marcada por muchos sufrimientos, no solo
los físicos que provocaban sus estigmas, sino también los morales y espirituales,
a causa de aquellos que lo consideraban loco o estafador, que engañaba a la
gente ilusa que acudía a pedir un milagro.

Llamado por la curiosidad, un joven sacerdote, Karol Wojtyla, lo visita y se


confiesa ante el famoso capuchino, y se dice que en ese momento Padre Pío le
dijo: “Vas a ser Papa”, y continuó: “También veo sangre… Vas a ser Papa y veo
sangre”. Aunque esto nunca fue oficialmente reconocido como verdadero por
Juan Pablo II.

Lo que sí fue reconocido a través de las


mismas cartas es que el obispo Wojtyla
preocupado por la salud de su
queridísima amiga Wanda Pòltawska,
aquejada por un cáncer terminal de
garganta, escribió a Padre Pío para
que intercediera ante Dios y obrara un
milagro.

Pidió a su administrador, el capuchino


Angelo Battisti, que le hiciera el favor
de entregársela y fue este quien las
leyó porque Padre Pío en esa época
tenía serios problemas en la vista.

La primera carta con fecha del 17 de


noviembre de 1962 decía: “Venerable
Padre, le pido que ore por una madre de cuatro hijas, de cuarenta años que vive
en Cracovia, Polonia. Durante la última guerra estuvo en los campos de
concentración en Alemania durante cinco años y ahora corre un grave peligro de
salud, incluso de vida, debido un cáncer. Ora para que Dios, con la intervención
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de la Santísima Virgen, muestre misericordia para ella y su familia . In Christo
obligatissimus, Carolus Wojtyla”

Tras meditar un rato en silencio, el Padre Pío respondió a Battisti:

“Angiolí, ¡a esto no se puede decir que no!”.

El 28 de noviembre, solo once días después, le llega una segunda carta del
futuro Papa:

“Venerable Padre, la mujer que vive en Cracovia, Polonia, madre de cuatro hijas,
el 21 de noviembre, antes de la operación quirúrgica, recuperó instantáneamente
la salud. Démosle gracias a Dios, y también a usted, venerable Padre, le doy las
más rendidas gracias en nombre de la misma mujer, su esposo y toda su familia.
In Xto. Carolus Wojtyla”.

A lo que el santo estigmatizado respondió:

“Angiolí, conserva esta carta y la anterior, porque un día llegarán a ser


importantes”.

Karol Wojtyla, la noche del 16 de


octubre de 1978, se convierte en el
papa Juan Pablo II. Y en el centenario
del nacimiento del Padre Pío fue a
arrodillarse a su tumba en San
Giovanni Rotondo. Y les dijo a los
superiores capuchinos que lo
rodeaban: “Hagan que camine, a este
hermano vuestro. Dense prisa. Este
es un santo que tengo que hacer yo”.

El 16 de junio de 2002, su santidad


Juan Pablo II lo canoniza bajo el
nombre de san Pío de Pietrelcina.

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FALLECIMIENTO

En la noche entre el 22 y el 23 de septiembre de 1968, en la celda n.1 del


convento de San Giovanni Rotondo, donde vivía Padre Pío, estaba también él.
Se trata de Pio Miscio, enfermero de la Casa Sollievo, que tenía turno en el
hospital.

Acompañó, “corriendo”, al doctor Giovanni Scarale con el aspirador que debía


ayudar a la respiración del santo de Pietrelcina. Se añade así otro nombre a
quienes estaban presentes en el momento de la muerte de Padre Pío.
“Padre Pío murió en los brazos del doctor Scarale“, confirma Miscio con
emoción. Una vez fallecido el Padre Pío, corrió a su puesto para continuar su
trabajo como enfermero de guardia.

Lo que sucedió esa noche


Eran alrededor de las dos de la noche. En la celda de Padre Pío estaban su
médico de cabecera, el doctor Sala, el Padre Superior del Convento y algunos

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frailes. Padre Pío estaba sentado en la butaca, tenía la respiración fatigosa y
estaba muy pálido.
Mientras el doctor Scarale le quitaba al fraile la sonda de la nariz y le colocaba
la máscara de oxígeno, Pio Miscio asistía silencioso a aquella dramática
escena.
“Intentó reanimarle varias veces…”
“Yo estaba junto a la calefacción, asistí hasta el final a esos momentos, pero no
hice nada”. Antes de perder el conocimiento, Padre Pío repetía “Jesús, María,
Jesús, María”, sin escuchar lo que le decía el médico.
Tenía la mirada perdida en el vacío. Cuando perdió el conocimiento, “el
doctor Scarale intentó reanimarle varias veces, sin éxito”.
“No logro pensar en nada…”
Después, apenas Padre Pío expiró, el enfermero fue llamado por una monja
para que acudiera al hospital, pues en su turno era el único enfermero.
Por el camino, Pio se cruzó con un periodista que quería noticias del fraile. “Yo
le dije… pero qué voy a contarte, ahora no logro pensar en nada”. El enfermero
estaba en shock por la muerte de Padre Pío”.

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PRESENCIA DEL PADRE PÍO EN EL PERÚ

El Lunes 23 de Julio se realizó una Misa en Honor a Padre Pío en la Parroquia


San Pedro de Chorrillos, donde se expusieron las reliquias de Primera clase del
Santo (pieza o paño que usaba en el cuerpo que conserva las manchas de
sangre que emanaba de su costado). La Celebración Eucarística fue
maravillosa, de profundo recogimiento, el Espíritu de Dios se manifestaba en la
oración, los cantos , la comunión, hasta en la Bendición final con los Relicarios
que contenian pedacitos de tela del Santo. A continuación fragmentos de la
entrevista a Fray Carlos María Laborde (guardian del Convento de Padre Pío)

¿Por qué son importantes las reliquias?

Las reliquias en la iglesia han sido muy veneradas desde los primeros siglos, la
reliquia es algo que ha pertenecido al santo o del cuerpo, su importancia es
traernos algo que nos hace recordar la presencia del santo en este caso del
padre Pío, tiene su valor, pero sobre todo la fe. No es un objeto mágico del que
podamos obtener algo, sino que la reliquia requiere la fe, la gracia se obtiene si
pedimos con fe, humildad y perseverancia y a través de este medio pedimos la
intersección del santo.
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¿Cuántas prendas se conservan del Padre Pío?

Tenemos muchas prendas de Padre Pío, porque la ropa personal del Padre Pío
era lavada por personas allegadas al convento, terciarias franciscanas, y le
hacían un truco: cada vez que lavaban su ropa le ponían ropa nueva, no sé si el
Padre no se daba cuenta o les dejaba esa libertad, lo cierto es que hay muchas
prendas que Padre Pío usó por pocos días, lo que hace que haya muchas
reliquias. Están conservadas desde su muerte se encontraron en su celda y eran
objetos que él usaba, desde ese día fueron conservadas con mucha atención
por los frailes.

¿La gente le tiene mucha fe a las


reliquias?

Esto porque hay fe, no porque la


reliquia pueda en si misma hacer
un milagro, cuando uno se acerca
a la reliquia ora a Dios con fe o se
dirige al santo con fe en su
intercesión el Señor nos alcanza
las gracias que esperamos. No es
un valor absoluto lo que se
requiere es la fe de quien ora.

La reliquia nos invita a imitar la


vida del Santo y sobre todo nos
invita a tener fe en Dios porque es
la fe, como vemos en el evangelio
Jesús cada vez que cumple un
milagro dice: “Tu fe te ha salvado,
vete en paz”, como vemos es la
fe.

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BEATIFICACIÓN

El 2 de Mayo de 1999 S.S. Juan Pablo II inscribe entre los Beatos: al Venerable Siervo de Dios P
EL RITO

LA PETICION

LA FORMULA

32
EL AGRADECIMIENTO

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El 16 de Junio de 2002 el Santo Padre Juan Pablo II inscribe entre los Santos al Beato Padre Pío.

EL RITO

LA PETICION

LA FORMULA

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EL AGRADECIMIENTO

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SANTIFICACIÓN

El Papa presidió ayer, en relativa buena forma, la canonización más esperada


por las masas de creyentes italianos, la del beato padre Pío de Pietrelcina
(1887-1968), famoso en vida por su supuesta capacidad milagrera. La
ceremonia, que convirtió al fraile capuchino en el 457º santo de los elevados a
los altares por Juan Pablo II en más de 23 años de pontificado, fue seguida en
la plaza de San Pedro por unas 250.000 personas. Numerosas personalidades
de la política italiana, incluido el vicepresidente del Gobierno, Gianfranco Fini,
ocuparon las primeras filas.

La canonización fue seguida por miles de personas en San Giovanni Rotondo,


la localidad del sur de Italia donde vivió el fraile y donde florece un negocio
millonario en torno al nuevo santo. El Papa leyó la fórmula latina que acoge al
padre Pío (Francesco Forggione) en la categoría de santo con voz clara y fue
capaz de pronunciar la homilía, en la que exaltó el valor cristiano del
sufrimiento del nuevo santo, señalado por la polémica de sus supuestos
prodigios y escándalos.

Los peregrinos, llegados a Roma en trenes especiales y autocares, invadieron


no sólo la plaza de San Pedro, sino la Vía de la Conciliazione, que conduce
hasta la basílica, en una repetición de lo ya visto con motivo de la beatificación

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en mayo de 1999. El gran día del nuevo santo, que será festejado cada 23 de
septiembre, fecha de su muerte, lo fue también para la comunidad capuchina
de San Giovanni Rotondo (Foggia), en el sur de Italia, donde se alza el
convento en el que vivió el padre Pío, convertido desde hace años en lugar de
peregrinación masiva que ha dado lugar a un negocio de proporciones
colosales.

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Bibliografía:

 https://es.aleteia.org/2018/02/26/asi-murio-padre-pio-habla-el-enfermero-
que-le-asistio-en-su-lecho-de-muerte/
 https://www.padrepio.catholicwebservices.com/ESPANOL/Milagros.htm
 http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20020616
_padre-pio_sp.html
 https://www.corazones.org/santos/pio_padre.htm
 https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-hace-100-anos-el-padre-pio-
recibio-los-estigmas-52155
 https://es.wikipedia.org/wiki/Estigma
 http://www.santopadrepio.com/testimonios_y_milagros_padre_pio.htm
 https://es.aleteia.org/2018/04/20/padre-pio-y-juan-pablo-ii-cuando-dos-
santos-se-encuentran/
 https://www.google.com/search?biw=1366&bih=657&tbm=isch&sa=1&ei
=lpa2XOz2JdrA5OUP6LysgAY&q=PADRE+P%C3%8DO+EN+EL+PER
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 http://w2.vatican.va/content/john-paul-
ii/es/homilies/1999/documents/hf_jp-ii_hom_02051999_padre-pio.html
 http://www.padrepiosanto.info/ben.htm

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