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En el imperio de las disculpas

Ofrecer disculpas, pedir disculpas y hasta exigir disculpas está de moda. Las disculpas son una
de las herramientas de interacción humana cuyo verdadero sentido ya nadie parece entender.
Se pueden ofrecer disculpas, que es dar una explicación sobre un error cometido, o pedir
disculpas, que es no sólo un reconocimiento el error sino una petición de reconciliación. Sin estos
dos factores realizados desde la sinceridad, ninguna de estas acciones tiene ningún valor.
Andrés Manuel López Obrador exigió al rey de España que su país pida disculpas por la
Conquista de México, y de inmediato se desató una polémica y una lluvia de resentimientos y
memes en las redes. Algunos festejan lo dicho por AMLO, incluso planta que la disculpa se
extienda a toda Latinoamérica. Otros, los orgullosos de la hispanidad (junto con el representante el
PP) dice que América debería estar agradecida porque los conquistadores civilizaron a estos
pueblos, salvajes antes de su providencial llegada. Otros más sacan temas que nada tienen que ver,
sólo con el afán de señalar que México no tiene calidad moral para exigir nada.
Vamos dejando en claro algunas cosas en esta maraña de emociones y poco razonamiento:
1) El proceso de conquista indudablemente fue atroz y aquel que no lo quiera ver es una
persona cobarde ante la verdad: los inasores españoles llegaron a estas tierras y violaron,
mataron personas sin importar género ni edad y, aunque se implantaron instituciones como
la encomienda, al final los indígenas terinaban siendo prácticamente esclavos. El rey podía
legislar lo que quisiera desde el otro lado del océano, aquí madaban los segundones por
medio de la ley el terror.
2) Los españoles no “civilizaron” a nadie aquí: Ena estas tierras existían sociedades complejas,
algunas de ellas seminómadas y otras sedentarias, sin que esto haga una diferencia real.
Algunos grupos hicieron grandes obras de ingeniería con medios bien diferentes a los de
otros continentes

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