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Walter Guerrero R.
Todo ocurría cuando Chile ya tenía en su poder los blindados Cochrane (1874),
Blanco Encalada (1875), la cañonera Magallanes (1873), los transportes
Amazonas (1874), Loa (1873), Rímac (1972) y Toltén, ese mismo año. Luego
vendrían el Angamos (1879) y las torpederas Janaqueo y Vedette.
El precio del salitre cayó y los gobiernos peruanos dijeron adiós a la doctrina
Castilla: “Si Chile compra un barco, Perú debe comprar dos”. Chile optó por la
talasocracia y la invasión. El Perú optó por Lima.
El último blindado adquirido por el Perú fue el Manco Cápac (1869) y era un
monitor. Al no estar diseñado para el combate en alta mar fue usado como
batería flotante de defensa costera. Terminó hundido por su propia tripulación
en Arica para evitar que cayera en manos del enemigo como ocurrió con el
Huáscar que bajo bandera chilena atacó puertos y caletas peruanos.
Ese 5 de abril de 1879 Chile tenía preparada la agresión. Ese mismo día la
escuadra chilena bloqueó el puerto de Iquique. Unas semanas después, Grau,
desde el Monitor Huáscar en la rada del Callao, escribiría a su esposa: “Como
la vida es precaria en lo general, y con mayor razón desde que va uno a
exponerla a cada rato, en aras de la patria, en una guerra justa, pero que será
sangrienta y prolongada, no quiero salir a campaña sin antes hacerte por
medio de esta carta varios encargos; principiando por el primero, que consiste
en suplicarte me otorgues tu perdón por si creyeras que yo te hubiera ofendido
intencionalmente… Nada más que pedirte, sino que me cuides a mis hijos y
les hables siempre de su padre”.
Eso es lo que se olvida este 5 de abril y que reclamamos para nuestra patria.
Se olvida por la misma razón que ocurrió la Guerra del 79: el desconocimiento
y descuido de la misión que todo peruano deben tener por su país. Basadre
nos habló de la promesa de la vida peruana y Gonzales Prada de un porvenir
que nos debe una victoria. Promesas, porvenir y victorias se construyen con
un esfuerzo común que empieza con la educación, sin duda.