Desde la Antigüedad ha existido siempre una preocupación por la educación y,
sobre todo, por el modo de transmitirla. Etimológicamente, la palabra educación se
deriva del griego Paideia (“educación" o "formación"), esto era la transmisión de los valores (saber ser) y los conocimientos técnicos (saber hacer). La realidad actual pone de manifiesto que la educación que se está impartiendo pareciera que no está respondiendo a lo que el ser humano es y necesita. El joven se siente frustrado porque de la educación no sólo espera obtener ventajas materiales y sociales, sino, además y sobre todo, razones para vivir. Por eso no basta enseñar mucho a muchos, sino dar buena educación a todos. La educación debería conducir a la felicidad. Educar es preparar para la vida, es desarrollar la inteligencia en alguien para resolver problemas. Es saber tomar decisiones correctas, responsabilizarse de los propios actos, poder convivir con los demás, en dos palabras: ¡SER FELIZ! Para ello, la base es la SEGURIDAD. Es muy importante que la educación enseñe a ser seguros de sí mismos.