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La organización primigenia en la base de la sociología

organizacional.
El individuo, en cuanto «animal social» –aristotélicamente hablando–, siempre
ha sido influenciado por el impacto que le genera la sociedad. El término
«organización» es tan antiguo y ambigüo como la existencia del hombre mismo.
A pesar de que las organizaciones de antaño se diferencian a las de hogaño,
existe un factor que siempre estará presente: la necesidad de socializar.
Las organizaciones primigenias centraban su desenvolvimiento en el área
doméstica; sus ocupaciones eran dirigidas al hogar. De la misma manera, como
en la actualidad, las organizaciones primigenias asignaban roles; el hombre, se
encargaba de las actividades referentes a la caza y la construcción; la mujer, se
encargaba de actividades domésticas. Nuestra organización, de la misma
manera que las de antaño, asigna roles; empero, no utilizamos los mismos
paradigmas referentes a la figura femenina. En nuestra organización, –
dependiendo del cargo– las mujeres se ocupan de las mismas que tareas que
los hombres. Ambos tienen las mismas oportunidades y derechos.
Consideramos importante, como en las organizaciones primigenias, la
protección de nuestros integrantes y su bienestar.

Evolución industrial y el ente social.


La Revolución Industrial ha marcado completamente nuestra visión respecto al
desenvolvimiento organizacional de nuestra empresa. Hemos de rechazar, de
manera radical, los paradigmas utilizados en dicho periodo.
La sociedad industrial de antaño, era reprimida y sometida a una explotación
laboral que nosotros no hemos de utilizar. Asumimos y creemos, firmemente,
que cada integrante de la organización es una persona; un ente social que posee
intereses y necesidades. Respetamos las cosmovisiones de cada uno de los
integrantes haciendo de ellos una parte fundamental de nuestra empresa.
Nos rehusamos a ver a los integrantes de la organización como meras piezas
sustituibles sino, más bien, como artífices de nuestra organización.

La relación organización-entorno y la evolución social de la


organización.
El entorno de nuestra organización facilita las condiciones óptimas para trabajar.
Asimismo, esta facilita un entorno que beneficia el esfuerzo mental del individuo.
Hemos de considerar que todo los trabajadores necesitan de un espacio
adecuado para evitar la saturación mental, lo cual es un impedimento para la
eficiencia del sistema. Considerando las actuales circunstancias, este último
punto ha de ser aún más importante debido a que cada integrante de la
organización experimenta un estrés considerable. Constantemente tomamos las
mejores medidas para que los factores sociales actuales no interfieran con el
desarrollo óptimo de la organización; aunque a veces sea imposible.
La evolución social de las organizaciones ha cambiado –como se hizo mención
anteriormente– y cambiará constantemente. Es por eso, que tenemos que tomar
en cuánta cada período y analizar de forma crítica aquello que no beneficia a la
empresa y viceversa.

El desarrollo social y la cultura organizacional.


Las sociedades no son estáticas, estás permanecen en constante movimiento.
La cultura organizacional va a depender, ciertamente, de ese desarrollo social
constante. Es por eso que nuestra organización está constantemente analizando
todos los cambios experimentados. Existen organizaciones, de hogaño, que aún
permanecen en uso de antiguos paradigmas referentes al trabajador; ven al
individuo como una pieza más y no como una parte importante de la
organización.
Nuestro trabajo es reformar el pensamiento empresarial/industrial con la
intención de que estos antiguos paradigmas sean rechazados; anhelamos que
los trabajadores sean una parte importante de las organizaciones. La cultura
organizacional tiene que ir acompañada de un correcto desarrollo social que, a
su vez, tiene que ser planteado y cuestionado de forma crítica.

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