La utilidad para el ámbito venezolano es muy práctica. La típica tradición de
la que menciona el autor, en cuanto a la participación política, se circunscribe de manera exclusiva en los adultos, limitando la participación de los jóvenes en las áreas de formación clásica: la familia, la escuela, la universidad. No obstante, en el espacio público político se reservan dicho derecho los adultos.
Es por ello, que la participación, particularmente en Venezuela también
puede llevar al desarrollo de habilidades políticamente valiosas. Pero no todos los emplazamientos o roles generan esta clase de destrezas. Eso sólo sucede si el rol es uno en el que la persona necesita, y por consiguiente aprende y practica esas habilidades. Citando al autor “Los chicos tienen el derecho de reunirse en línea, formar grupos, y comunicarse con comunidades con ideas similares mediante sitios web y páginas personales, servicios en línea, correo electrónico, y con la variedad de posibilidades creadas por la red. Los derechos de libertad de opinión, participación en los asuntos que les concierten, derecho a expresarse, disentir o desplazarse pueden ser lesionados arbitrariamente”.
En Venezuela, la realidad política se ha caracterizado por un
enfrentamiento, con un alto grado de conflictividad, entre partidarios y opositores al gobierno del presidente Hugo Chávez. La violencia política ha estado presente en las calles, en los hogares, en las instituciones públicas, en las empresas privadas y en todos los sectores de la sociedad. Es por ello, que la participación de los jóvenes en el espacio público se evidencia por la proyección de grupos en línea (Facebook, Twitter, Blogger, etc) que reflejan las circunstancias políticas que invitan a los jóvenes a opinar, discernir, y hasta apoyar a una tendencia política. Sin embargo, la motivación para la participación democrática incluye emociones como la esperanza acerca del futuro y la indignación ante la injusticia. La gente puede estar motivada por sentimientos positivos hacia un grupo con el cual se identifican o por compasión o preocupación por gente que es distinta. La ira o la pasión por un tema o problema particular también pueden inspirar a gente que nunca antes había sido políticamente activa. Y a la inversa, el cinismo, la desconfianza o el sentirse marginado pueden menoscabar la participación política.
A pesar, de la edad para ejercer el derecho al voto (18 años) y la
responsabilidad legal son dos criterios desacertados que se siguen utilizando hoy para mantener como actitud proteccionista en el vano intento de querer hacer del menor un adulto en pequeño. Se verifica todo lo contrario, la participación en la formulación y ejecución de distintos proyectos sociales, como por ejemplo: el Programa “Techo para mi País” (diseño de viviendas), aplicado por partidos políticos y estudiantes universitarios, etc.
Volviendo al tema de las comunidades virtuales, es innegable que son un
espacio para compartir, un lugar para la participación dentro del marco de intereses comunes, siendo que las comunidades presenciales clásicas no remiten a una participación de mayor innovación en el espacio público.. Así lo refiere el autor: “El espacio no físico, virtual, es un lugar diferente donde las y los adolescentes y jóvenes interaccionan, comparten y viven en una comunidad en la que realizan infinidad de actividades relacionadas con la administración, el ocio, la política, el uso de servicios, la producción y difusión de contenidos”.
En la medida que los ciudadanos estén formados en la utilización de estos
nuevos medios de comunicación y en sus capacidades para acceder a información de calidad, podrán contar con nuevas herramientas para ver el panorama político desde diferentes perspectivas, valorar y debatir las informaciones que reciben diariamente sobre el tema político. Sin embargo, en una sociedad democrática la posibilidad de participación en la dinámica política debería ser mayor y hay quienes ven en internet un espacio para esa actividad política.
Para concluir, se podría reflexionar sobre si realmente en Venezuela se
valoran las comunidades virtuales como punto referencial en el ámbito político, determinando qué se piensa, cómo se expresan, ante realidades políticas que lo involucran no solamente en una comunidad presencial sino en una comunidad virtual.