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El dominio del hambre

Crisis de hegemonía y alimentos


El dominio del hambre
Crisis de hegemonía y alimentos

Blanca Rubio

Universidad Autónoma Chapingo


Colegio de Postgraduados
Universidad Autónoma de Zacatecas
Juan Pablos Editor
México, 2014
Rubio Vega, Blanca Aurora
El dominio del hambre : crisis de hegemonía y alimentos / Blanca Aurora
Rubio Vega, autora. -- México : Universidad Autónoma Chapingo-Colegio de
Postgraduados : Universidad Autónoma de Zacatecas : Juan Pablos Editor, 2014.
1a edición
266 p. : ilustraciones ; 14 x 21 cm.
ISBN: 978-607-711-207-5
T. 1. Alimentos – México T. 2. Abastecimiento de alimentos – México
HD9000.5 R83

EL DOMINIO DEL HAMBRE. CRISIS DE HEGEMONÍA Y ALIMENTOS


de Blanca Rubio
Primera edición, 2014
D.R. © 2014, Universidad Autónoma Chapingo
Carretera Federal México-Texcoco km 38.5
Chapingo 56230, Chapingo, Estado de México
D.R. © 2014, Colegio de Postgraduados
Carretera Federal México-Texcoco km 36.5
Montesillo 56230, Texcoco, Estado de México
D.R. © 2014, Universidad Autónoma de Zacatecas
Alameda García Cadena 414
Centro, 98000, Zacatecas
D.R. © 2014, Juan Pablos Editor, S.A.
2a. Cerrada de Belisario Domínguez 19, Col. del Carmen,
Del. Coyoacán, México 04100, D.F.
<juanpabloseditor@gmail.com>

Diseño de portada: Daniel Domínguez Michael


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%3B600>
ISBN: 978-607-711-207-5
Impreso en México/Reservados los derechos
Juan Pablos Editor es miembro de la Alianza
de Editoriales Mexicanas Independientes ()
Distribución: TintaRoja <www.tintaroja.com.mx>
Índice

I  13

N  19
El dominio agroalimentario mundial 20
La hegemonía mundial de Estados Unidos 20
El enfoque histórico estructural 23
El petróleo 23
El rol de la agricultura en el proceso
de reproducción del capital 24

1. L     


 E U   . - 27
Introducción 27
El contexto mundial: la emergencia
del orden mundial de la posguerra 28
La hegemonía mundial de Estados Unidos 28
La fase del capitalismo productivo transnacional 31
El dominio sobre el Tercer Mundo 35
La emergencia del dominio agroalimentario
de Estados Unidos 36
La paradoja de los excedentes 36
El origen del dominio alimentario
de Estados Unidos durante la posguerra 38
El dominio alimentario de Estados Unidos
durante la posguerra 42
La gran expansión productiva alimentaria 42

[]
 ÍNDICE

El dominio del mercado agroalimentario


mundial 47
El impulso de las grandes empresas
transnacionales 52
El uso de los alimentos como arma política 54
El carácter y los alcances del dominio
agroalimentario 58

2. L    


  . - 
Introducción 63
El contexto mundial: la crisis del orden
mundial de la posguerra 64
La crisis capitalista mundial 64
El declive hegemónico de Estados Unidos 67
Los países del Tercer Mundo 71
La crisis del orden agroalimentario
de la posguerra. 1970-1980 72
El aumento estructural de los precios 73
La crisis alimentaria 78
El declive hegemónico de Estados Unidos
y los alimentos 82
Las transformaciones en la estructura agrícola
y el mercado agroalimentario mundial 86
La nueva estructura productiva mundial 87
La formación de los precios internacionales
en un mercado cerrado 88
La aparición de la renta internacional
de la tierra en los cereales 89
El dominio agroalimentario de Estados Unidos
en la fase de transición 90

3. E     


. - 
Introducción 93
ÍNDICE 

El contexto económico mundial: el ascenso


del neoliberalismo en un mundo multipolar 94
La lucha por la hegemonía en un mundo multipolar 95
La disputa económica 95
La lucha por la hegemonía política e ideológica 100
Los rasgos estructurales del nuevo orden mundial 102
Los países dependientes 107
El ascenso de la fase agroalimentaria global.
1980-2002 109
La década de los años ochenta: la simiente 109
Los años noventa: la consolidación
del dominio agroalimentario mundial 117
El dominio agroalimentario por la vía
de los precios: los rasgos estructurales 123
La desvalorización internacional
de los alimentos 123
El rol de la agricultura en el modelo neoliberal 134
Las consecuencias de la desvalorización
en la estructura agroalimentaria mundial 136
El vínculo industria-agricultura 136
La concentración de la producción
y las exportaciones agroalimentarias
en el ámbito mundial 138
El dominio de las corporaciones
transnacionales en la agricultura 140
La forma de subordinación y explotación
por despojo del valor sobre
los productores rurales 142

4. E    E U


     . 2003-2012 145
Introducción 145
El contexto general. La crisis capitalista 146
La última etapa de ascenso. 2001-2007 146
La segunda guerra de Irak y el aumento
estructural de los precios del petróleo 148
 ÍNDICE

La crisis capitalista 152


Rasgos estructurales de la transición capitalista 155
Las causas estructurales de la crisis capitalista 155
El dominio del capital financiero sobre
el productivo 156
El declive de la cuota de ganancia 158
La crisis de hegemonía 159
La respuesta neoliberal frente a la crisis 161
Crisis de hegemonía y estrategia
agroalimentaria de dominio. 2003-2012 163
Las estrategias agroalimentarias para enfrentar
el declive hegemónico de Estados Unidos 164
El declive del dominio por la desvalorización
de los bienes y la pugna comercial
alimentaria 164
El declive de la participación de Estados
Unidos en el mercado agroalimentario
mundial 165
El declive en el control de la Organización
Mundial del Comercio 173
La estrategia de la liberalización comercial
y el ascenso de los subsidios
a las exportaciones 177
Las guerras como mecanismo de penetración
y negocio de transnacionales 179
La estrategia de los agrocombustibles 180
La estrategia financiera de las commodities 186
La crisis alimentaria mundial 190
El mecanismo de dominio financiero
que provoca la crisis alimentaria 194
Los otros factores que inciden en
la crisis alimentaria 195
Las distintas fases de la crisis alimentaria 195
La primera fase de la crisis alimentaria 196
La segunda fase de la crisis alimentaria mundial 202
La fase frustrada de 2012 205
ÍNDICE 

Las diferencias entre las fases de


la crisis alimentaria 206
El impacto de la crisis alimentaria 209
El impacto sobre los productores rurales 211
Los beneficiarios de la crisis alimentaria 214
La lucha por la hegemonía 215
La guerra alimentaria 215
La estrategia espacial de dominio.
El neoimperialismo 216
La dislocación 221
Las transformaciones estructurales
en la agricultura 224
Las transformaciones productivas 224
Las transformaciones en el capital 228
Los cambios en el vínculo
industria-agricultura 230
Las mudanzas en las formas y mecanismos
de dominio 231
El papel de la agricultura en la salida de la crisis 234
La resistencia 236
El movimiento organizado de Vía Campesina 236
El movimiento frente a la crisis alimentaria 238
La primera fase del movimiento, 2008 238
La segunda fase del movimiento, 2011-2012 239

E 241

B 247
Introducción general

Cuando estalló la crisis alimentaria en 2008 y los precios se dispa-


raron inaugurando una etapa de revalorización de los alimentos
y materias primas en el ámbito mundial, nos preguntamos si se
trataba de una nueva era de inserción de los campesinos en los
países del sur. Pronto nos dimos cuenta que no era así. Los altos pre-
cios no llegaron a ellos y, en cambio, sus tierras y recursos naturales
fueron invadidos y despojados por el capital energético y finan-
ciero, atraído por la “fiebre del oro verde y del oro dorado”.
Entonces hubo que aceptar que la fase de transición por la que
atraviesa el capitalismo, con las crisis capitalista y alimentaria, tam-
poco es favorable a los campesinos del planeta. Mientras en la
etapa neoliberal el dominio agroalimentario comercial de Esta-
dos Unidos devastó las agriculturas del sur, en la etapa de la transi-
ción el dominio financiero y energético pone a los campesinos otra
vez contra la pared.
En el proceso descrito, fue resaltando la importancia que tie-
ne el dominio agroalimentario de Estados Unidos como eje causal
del destino de los campesinos del mundo. Mientras en la etapa de
la posguerra y hasta los años setenta era posible entender las for-
mas de dominio y explotación sobre los productores rurales desde
una perspectiva nacional —analizando el comportamiento del ca-
pital agrícola e industrial y la intervención de los gobiernos—, a
partir de la llamada globalización ya no bastó esta perspectiva de
análisis.
En los años setenta, al iniciar el declive hegemónico de Estados
Unidos en el plano económico, los alimentos se convirtieron en uno

[]
 BLANCA RUBIO

de los elementos estratégicos para recuperar el dominio del mundo;


ningún rincón del planeta quedó ajeno al poder agroalimentario
de la potencia del norte. A partir de esta etapa, la lucha por restau-
rar la hegemonía quedó indisolublemente ligada a las estrategias de
dominio agroalimentario de Estados Unidos.
Desde esta perspectiva, se ha vuelto indispensable conocer la
construcción y desarrollo del poder agroalimentario de Estados
Unidos, para entender la situación de las agriculturas nativas de
los países del sur, así como los procesos de exclusión y despojo
que han enfrentado los campesinos e indígenas en las regiones mar-
ginadas del planeta.
El proceso también dejó en claro que la hegemonía estado-
unidense y el dominio agroalimentario se encuentran cabalmen-
te imbricados. La construcción del poder hegemónico de Estados
Unidos en la posguerra tuvo como uno de sus pilares fundamen-
tales los alimentos, mientras que la larga etapa de declive hegemó-
nico, que arranca en los años setenta, está igualmente anclada en
la estrategia del poder alimentario. Por ello, los ejes esenciales de
este libro son los procesos de construcción y declive de la hegemo-
nía estadounidense y el dominio agroalimentario mundial ejerci-
do por esta potencia.
Aun cuando el elemento inspirador de este estudio son los cam-
pesinos e indígenas de los países del sur, ellos no son los perso-
najes principales del libro. Se trata de narrar, desde las entrañas del
poder, cómo se construyó el dominio alimentario que los excluye
y los despoja hasta convertirlos en parias de la globalización. En-
tonces, el personaje principal de esta narración es el imperio ali-
mentario. Pero no en sí mismo, sino en relación con su declive. Es
en particular la decadencia de la hegemonía estadounidense y el
poder alimentario lo que interesa en este libro.
Para resarcirse de la pérdida del poder, Estados Unidos fue
utilizando los alimentos para someter a sus rivales y recuperar la
posición perdida. Entre más poder fue perdiendo, se fueron afilan-
do las garras alimentarias contra los productores rurales. Cuando no
pudo dominar a sus rivales en la lucha por la hegemonía, se ense-
ñoreó con los países del sur.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

La exclusión, la explotación por desposesión y el despojo de los


recursos naturales que han enfrentado los campesinos e indíge-
nas de los países del sur, es pues el resultado de las estrategias para
resarcirse de la pérdida de poder mundial que ha impulsado Esta-
dos Unidos en su etapa crepuscular. Entre más cae su poder, más
cruenta es la expoliación y el exterminio.
Por ello, se ha impuesto como indispensable estudiar a la gran
potencia del norte en un plano económico y geopolítico para en-
tender, desde una perspectiva general, las causas de su declive y
desde el plano agroalimentario particular, las estrategias de lucha
por el poder.
En este contexto, el objetivo del libro consiste en analizar histó-
ricamente el dominio agroalimentario de Estados Unidos, de la
posguerra hasta nuestros días, en el marco de su trayectoria de país
hegemónico a potencia en declive, con el fin de entender los me-
canismos que han generado la dependencia alimentaria de los
países del sur y con ella, la exclusión y desestructuración de las uni-
dades productivas de los campesinos e indígenas de las zonas mar-
ginadas del planeta.
A pesar de que se trata de un estudio histórico, se aborda con
mayor profundidad la fase de transición capitalista (2003-2012),
pues nos interesa el pasado para comprender lo que ocurre en la
actualidad. Se pretende demostrar que la crisis alimentaria es resul-
tado de una estrategia de dominio impulsada por Estados Unidos
a través de la financiarización, la cual fue utilizada para imponerse
sobre sus rivales ante la pérdida de competitividad en el plano de
la productividad del trabajo. La transformación de los alimentos y
materias primas en objetos de especulación (commodities) no cons-
tituye, por tanto, un proceso económico que provenga del funcio-
namiento mecánico del sistema, sino que responde a una estrategia
de dominio, razón por la cual la crisis alimentaria ha beneficiado
ampliamente a las empresas agroalimentarias, energéticas y finan-
cieras anglosajonas.
Los problemas que han surgido de la investigación son los si-
guientes:
 BLANCA RUBIO

t {2VÏQBQFMIBOKVHBEPMPTBMJNFOUPTFOMBMVDIBQPSMBIFHF
monía de Estados Unidos y cómo ha repercutido esto en el
dominio agroalimentario mundial?
t {$ØNPIBJNQBDUBEPMBDSJTJTEFIFHFNPOÓBEF&TUBEPT6OJ
dos a la agricultura mundial, la crisis alimentaria y el destino
de los países del sur y sus productores rurales?
t {-PTDBNCJPTSFDJFOUFTFOMBBHSJDVMUVSBNVOEJBM MBQSPEVD
ción de agrocombustibles, el aumento de los precios, la fi-
nanciarización de las materias primas forman parte de una
transición o constituyen elementos de un nuevo orden agro-
alimentario mundial?
t {&MEFDMJWFIFHFNØOJDPEF&TUBEPT6OJEPTZMBGBTFEFSFWB-
lorización actual de los bienes agroalimentarios abre una
posibilidad de inserción productiva de los campesinos en
los países del sur?

Se pretende demostrar que Estados Unidos ha ejercido distintas


formas de dominio agroalimentario en los países del sur relacio-
nadas con su poder y hegemonía mundial. Durante la posguerra
ejerció una forma de dominio política y militar a través de la “ayu-
da alimentaria” para abrir los mercados a sus productos exceden-
tarios y beneficiar a la elite de empresarios agroalimentarios del
país. Durante el neoliberalismo impulsó una forma de dominio co-
mercial a través del establecimiento de precios por debajo del costo
y elevados subsidios a sus productores, con el fin de sostener el
poder agroalimentario frente a sus rivales europeos y asiáticos; en
la fase de transición que se vive, a partir de las crisis capitalista y ali-
mentaria, ha impulsado una forma de dominio centrada en la estra-
tegia financiera y territorial, con el fin de sostener su poder frente
a los países emergentes del sur, China, Rusia e India. Estos mecanis-
mos de dominio han generado distintas formas de sometimiento
sobre los países y los productores rurales.
A diferencia de lo que podría pensarse, el declive del poder eco-
nómico de Estados Unidos no le ha generado una debilidad en el
ámbito agroalimentario sino al contrario, ha llevado a utilizar los
alimentos como arma de lucha por la competencia, de tal modo
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

que su poder ha sido más devastador entre los productores rurales


de los países del sur. Por ello, resulta fundamental estudiar dicho
poder alimentario para conocer las alternativas que pueden surgir
entre los campesinos e indígenas en aras de una inserción inclu-
yente en el mundo.
El libro inicia con una breve nota metodológica en la que se
expresan los puntos de partida analíticos y teóricos con el fin de po-
ner “las cartas sobre la mesa” del enfoque empleado. En el primer
capítulo se aborda la fase de la posguerra y con ella la construcción
del poder alimentario mundial por Estados Unidos. En el segundo
capítulo se analiza la fase de transición entre el orden mundial de la
posguerra y el orden mundial neoliberal, fase en la cual se inicia
el declive de la hegemonía económica de Estados Unidos. En el ter-
cer capítulo se aborda la etapa neoliberal, mientras que en el cuarto
se analiza la fase actual de transición iniciada en 2003. Al final se
incluye una visión de conjunto en el epílogo.
Nota metodológica

El resultado de la lucha política será en parte resul-


tado de quien sea capaz de movilizarse, pero también
en gran medida de quien analice mejor lo que está
pasando, y comprenda cuáles son las alternativas his-
tórica reales que enfrentamos colectivamente.

Wallerstein, 2011

Con el fin de comprender, desde una perspectiva histórica, el do-


minio agroalimentario que ha ejercido Estados Unidos en la etapa
reciente del capitalismo, se han privilegiado como ejes metodo-
lógicos, en primer término, las formas de sometimiento y subor-
dinación sobre los países del sur y sobre los productores rurales.
Estrechamente vinculado a estos procesos se considera el rol de la
hegemonía estadounidense en el ámbito mundial, como un ele-
mento esencial, en tanto permite seguir las etapas de ascenso y
crisis del poder de Estados Unidos y con ellas, los alcances del do-
minio agroalimentario.
Otro de los ejes esenciales de análisis lo constituye el compor-
tamiento del petróleo, debido a la importancia que desempeña en
el dominio del mundo, así como a su carácter estratégico en el fun-
cionamiento productivo del capitalismo. En particular, el impacto
de los precios del petróleo sobre los precios de los alimentos y las
materias primas de origen agropecuario.
En este mismo tenor, un eje esencial del análisis lo constituye
el estudio de los precios de los alimentos y materias primas, tanto
reales como nominales y con ellos el eje teórico de la renta de la

[]
 BLANCA RUBIO

tierra, como un sobrevalor que la industria paga de más a la agri-


cultura. Resulta esencial también el eje del vínculo de la industria
sobre la agricultura pero en particular, el rol que juega esta rama
en el proceso de reproducción mundial del capital en cada fase his-
tórica.
Cabe señalar que partimos de un enfoque histórico estructural,
según el cual es muy importante conocer el origen de los procesos
desde su formación para conocer las transformaciones ocurridas en
su desarrollo y con ello, partir de un análisis causal que permita una
visión crítica de lo que se analiza, tratando de superar los enfoques
que ven los procesos capitalistas como naturales e inmanentes, sin
posibilidades de transformación por las clases subalternas. En se-
guida nos detenemos en cada uno de estos ejes metodológicos.

E   

A raíz del ascenso del modelo neoliberal y del proceso de globaliza-


ción, la agricultura de los países dependientes quedó cabalmente
imbricada al mercado mundial. El dominio agroalimentario de Es-
tados Unidos se tornó entonces un referente esencial para com-
prender el destino de los productores rurales de los países del sur. En
este sentido, los procesos de inclusión-exclusión de los producto-
res rurales se encuentran estrechamente vinculados a las formas de
dominio y sumisión del país del norte sobre los países del sur. Por
ello, el dominio agroalimentario de Estados Unidos constituye la
clave esencial para entender el destino de los productores rurales
del sur en la actualidad.

L  
 E U

La utilización del concepto de hegemonía es fundamental para


entender la situación mundial actual y también, consecuentemen-
te, la agroalimentaria. Como señala Emir Sader.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

Nada esencial del mundo contemporáneo puede ser explicado


sin una comprensión mínimamente adecuada de la hegemonía nor-
teamericana, tal fue la forma en que esa hegemonía ganó centra-
lidad después de la desaparición del campo socialista en el mundo
(Sader, 2004).

Para los fines de este trabajo, interesa saber, en primer lugar, si


existe un declive hegemónico de Estados Unidos y cómo impacta
el dominio agroalimentario mundial.
Entendemos por hegemonía:

[…] el poder adicional del que goza un grupo dominante en virtud


de su capacidad para impulsar la sociedad en una dirección que no
sólo sirve a sus propios intereses, sino que también es entendida
por los grupos subordinados como provechosa, conforme a su in-
terés más general (Arrighi, 2007:159).

Cuando este consenso general se pierde, se ejerce entonces so-


lamente la dominación sin hegemonía.
Para este autor, a partir de la derrota sufrida por Estados Unidos
en Irak, declina la posición hegemónica de Estados Unidos, mien-
tras que el poder empieza a ejercerse solamente como dominio, por
lo que existe una crisis de hegemonía, entendida de la siguiente
manera:

Hablaremos de crisis de hegemonía para designar una situación


en la que el Estado hegemónico vigente carece de los medios o de
la voluntad para seguir impulsando el sistema interestatal en una
dirección que sea ampliamente percibida como favorable, no sólo
para su propio poder, sino para el poder colectivo de los grupos
dominantes del sistema (Arrighi, 2007:160).

Para autores como Emir Sader, en cambio, no existe una crisis de


hegemonía actualmente pues considera que no debe confrontarse
el poder actual de Estados Unidos con el que tenía en la posguerra,
sino el poder que tiene actualmente con otros países. Para este au-
 BLANCA RUBIO

tor, mientras en la posguerra Estados Unidos enfrentaba el poder


del bloque soviético, actualmente no existe ninguna potencia que
pueda enfrentarlo ni en el plano militar, ni político. Considera que
no basta con el declive económico relativo para considerar que su
hegemonía ha declinado. Para él, el poder de Estados Unidos es aho-
ra mayor que el que tenía en la posguerra.

Políticamente […] los Estados Unidos continúan siendo la única


lideranza mundial, la única con capacidad constante de iniciativa,
de organizar alianzas, de ser cabeza de bloque de potencias cen-
trales del capitalismo. Así, la mayor fuerza de la hegemonía norte-
americana viene de la debilidad de las fuerzas contrahegemónicas
(Sader, 2004:21).

Podemos plantear que en efecto, Estados Unidos sigue siendo la


primer potencia mundial sin que haya surgido ninguna otra que
pueda sustituirlo, pero ha perdido el consenso internacional que con-
servaba hasta la etapa neoliberal y su declive económico le ha lle-
vado a imponer su poder por la vía financiera , con lo cual ya no
ejerce el liderazgo absoluto de la clase dominante mundial, mien-
tras las clases subalternas no consideran los intereses de Estados
Unidos como representantes de sus propios intereses.

El poderío militar y la organización económica, para ser eficaces,


deben convencer de su infalibilidad y de su inmanencia, pero de-
ben estar también integrados a una visión del mundo capaz de brin-
dar una explicación coherente en todos los campos, incluso en la
vida cotidiana. En la capacidad para universalizar la propia concep-
ción del mundo, que obnubile la perspectiva de un mundo pen-
sado sobre otras bases (haciéndolo aparecer en el mejor de los casos
como deseable, pero imposible), está el soporte de la dominación
(Ceceña, 2004:39).

En este contexto, consideramos que Estados Unidos atraviesa


por una crisis de hegemonía, no sólo por el declive económico en
relación con sus competidores, como se verá más adelante, sino
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

porque sus intereses ya no son identificados como el interés co-


mún. Sin embargo, el hecho de que no haya surgido aún un rival
de su nivel que pueda sustituirlo en el plano hegemónico mundial,
lleva a lo que Arrighi llama una “crisis señal”, la cual es una crisis
de hegemonía pero en la que cabe sin embargo una solución pro-
longada (Arrighi, 2007:161).

E   

Considero que no es posible entender la crisis agroalimentaria


mundial de la actualidad, sin analizar el surgimiento de la hegemo-
nía estadounidense. Por ello iniciamos el análisis con el orden mun-
dial de la posguerra, en el cual se encuentra el germen del poder
agroalimentario que ha alcanzado Estados Unidos. Como señala
Wallerstein: “El presente empezó en 1945” (Wallerstein, 1996:177).
Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos cons-
truyó paso a paso el poder agroalimentario de la gran potencia, co-
mo un mecanismo, primero para enfrentar al bloque socialista y
después para dominar el mundo capitalista. Los alimentos fueron
erigidos como una de las principales herramientas para confrontar
a los rivales económicos y someter a los entonces países dependien-
tes, dadas las ventajas naturales de este país y debido también a los
enormes excedentes estructurales de granos que existen en la gran
potencia.
Desde esta perspectiva, en la posguerra se encuentran las claves
del poder alimentario que ejerce Estados Unidos hasta la fecha, el
cual ha desplegado con diferentes estrategias en cada fase, depen-
diendo de las circunstancias históricas que han prevalecido en ellas.

E 

En buena medida, el dominio y hegemonía que ha ejercido Estados


Unidos en la etapa contemporánea ha tenido que ver con el con-
trol del petróleo. Como dice David Harvey: “todo tiene que ver
con el petróleo” (Harvey, 2003:21).
 BLANCA RUBIO

Debido a que constituye el combustible que mueve al planeta,


quien controla sus fuentes y sus precios tiene la posibilidad de
dominar al mundo desde una perspectiva económica. Pero además,
en la agricultura juega un papel central debido a que el combusti-
ble y los fertilizantes ocupan un lugar relevante en los costos de
producción a partir de la revolución verde. Por ello, el compor-
tamiento de los precios del petróleo es crucial para la agricultura.
Asimismo, en tanto el petróleo se encuentra también financiari-
zado y dada su importancia, constituye un referente esencial en
el ámbito de las commodities, pues marca el camino a seguir en la
especulación con las materias primas.

E       


   

En el capitalismo la agricultura es una rama subordinada a la in-


dustria debido a que se encuentra sometida a la naturaleza. Está
sujeta a los cambios del clima por lo que la producción no tiene
parámetros seguros como en la industria. No pueden llevarse a cabo
labores simultáneas como en el sector manufacturero porque las
plantas requieren tiempo de maduración; por ello la división del tra-
bajo es muy rudimentaria. Pero el aspecto principal de la agricul-
tura consiste en que está sujeta a un medio de producción principal
que es la tierra, el cual es limitado, susceptible de ser monopoliza-
do, de calidades diferentes y ubicaciones distintas. Esta particulari-
dad de la agricultura trae consigo que el proceso de formación de los
precios se vea distorsionado por la aparición de la renta de la tie-
rra, tanto diferencial como absoluta. La renta es un valor de más
que la industria debe pagar a la agricultura en el intercambio de mer-
cancías. Toda vez que la industria constituye el motor del capita-
lismo, no puede perder un valor de manera permanente con la
agricultura, por lo cual tiende a subordinarla para ponerla al servi-
cio de sus intereses. Este carácter de rama productiva, que opone
obstáculos a la valorización del capital, lleva a que la industria
busque formas para minimizar o desaparecer la renta de la tierra
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

y además obtener un valor de la agricultura en el intercambio de


mercancías.
Además de dominarla en el ámbito del mercado, la industria
somete a la agricultura a sus necesidades de reproducción del ca-
pital, por lo que aquella rama ocupa roles distintos para apuntalar
el proceso de acumulación general. Aporta alimentos y materias
primas baratas para reducir los costos de la industria, fuerza de
trabajo barata, mercado para los bienes industriales o bien alterna-
tivas de inversión cuando los precios son elevados.
En este contexto, la agricultura no puede ser estudiada en sí
misma, como sí puede serlo la industria. Es necesario caracteri-
zar en cada fase las formas de funcionamiento del capital indus-
trial y en ellas, el rol subordinado que juega la agricultura.
Por esta razón, en el libro se desarrolla con cierta amplitud la
caracterización económica general de cada fase, con el fin de ubicar
a la rama agroalimentaria y el rol que ocupa en el proceso de repro-
ducción del capital.
Finalmente cabe señalar que la forma fundamental a través de la
cual se ha ejercido el dominio del capital en general sobre los pro-
ductores rurales, y en particular el dominio mundial de Estados
Unidos, ha sido a través de los precios de los alimentos y las ma-
terias primas. Existe un interés esencial del capital industrial por
mantener bajos los precios de los alimentos y las materias primas,
con el fin de bajar los costos de los salarios y los insumos para
la transformación. Este carácter estratégico de los alimentos y las
materias primas lleva a que, al igual que en el caso del petróleo,
exista un interés por el control del mercado mundial de los bienes
básicos y particularmente de sus precios.
Por esta razón a lo largo del libro se hace un seguimiento a los
precios internacionales de los alimentos como un eje orientador
de las formas de dominio de Estados Unidos en el ámbito agro-
alimentario mundial.
Podemos concluir que el análisis de la agricultura resulta comple-
jo y por ello es necesario comprender el intrincado funcionamiento
del capitalismo mundial para avizorar las formas que adquiere el do-
minio del hambre.
1. La emergencia del poder alimentario mundial
de Estados Unidos en la posguerra. 1945-1970

El camino en el que voy, ve hacia atrás para ver el


futuro.

Jitka Hanzlová, citado por John Berger,


Con la esperanza entre los dientes

I

La posguerra constituye la fase germinal del capitalismo del siglo


. En esta etapa se construyeron los pilares de la hegemonía esta-
dounidense, así como las bases económicas del sistema que le dio
sustento a este poder. En el orden económico de la posguerra se
encuentran las claves que permiten comprender los mecanismos
de dominio impulsados por Estados Unidos sobre las clases sub-
alternas y los países dependientes por más de 60 años. Por tanto,
es crucial desentrañar a fondo los factores que hicieron posible el
surgimiento de un orden mundial expansivo y exitoso desde el pun-
to de vista capitalista, con el fin de comprender cómo se troquela-
ron las rutas de la subordinación sobre los productores rurales del
Tercer Mundo, y en particular de América Latina.
En este capítulo se analiza el orden mundial de la posguerra to-
mando como ejes la emergencia de la hegemonía estadounidense,
los aspectos estructurales del orden económico y agroalimentario
mundial, y los mecanismos de dominio alimentario impulsados por
la potencia del norte. Para ello se aborda inicialmente esta etapa del
capitalismo desde un punto de vista general, y posteriormente se
analiza específicamente la formación del poder alimentario.

[]
 BLANCA RUBIO

E  :  


     

L    E U

La Segunda Guerra Mundial constituyó la partera de la hegemonía


mundial, económica, política, ideológica y cultural de Estados Uni-
dos. El hecho de que la conflagración militar no ocurriera en su
territorio, así como haber resultado vencedor de la contienda le
confirió una enorme superioridad sobre sus oponentes europeos y
asiáticos, que enfrentaban territorios devastados, poblaciones diez-
madas, deudas contraídas y una gran destrucción de infraestruc-
tura y capital. El conflicto bélico constituyó, por tanto, el factor
esencial de supremacía estadounidense sobre el decadente imperio
inglés, creando las bases para la emergencia de una nueva poten-
cia mundial con un poder sin precedentes en el sistema capitalista.

Entre las grandes potencias, los Estados Unidos eran el único país
que se había enriquecido […]. Al terminar ésta (la guerra) Washing-
ton poseía reservas de oro por 20 mil millones de dólares, casi dos
tercios del total mundial de 33 mil millones […] más de la mitad de
la total producción manufacturera mundial se desarrollaba dentro
de Estados Unidos, que en realidad producía un tercio de la produc-
ción mundial de artículos de todos tipos. Pocos años más tarde
realizaba una tercera parte de las exportaciones del mundo […]
efectuaba ahora la mitad de los transportes marítimos mundiales.
El mundo era su campo de acción (Kennedy, 2009:560).

Esta superioridad productiva estaba basada esencialmente en


el fuerte incremento de la productividad del trabajo en Estados Uni-
dos, merced al fortalecimiento en los procesos tecnológicos y la
innovación científica que este país había impulsado en el periodo
de entreguerras.
La gran expansión productiva generó en el país la necesidad de
mercados para sus productos, por lo que Estados Unidos se vio
en la necesidad de impulsar a las potencias euroasiáticas que habían
resultado devastadas por la guerra. Bajo la consigna ideológica de
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

evitar que los países enemigos cayeran en la égida del comunismo


soviético, se impulsó el Plan Marshall en 1947, “para poner a Eu-
ropa en pie”.
Se trataba de un generoso programa de ayuda a los países que
se recuperaban de la guerra, que adoptó la forma de transferencias
a fondo perdido más que de créditos y contribuyó decididamente a
la expansión y consolidación de los países europeos y Japón.1 Desde
un punto de vista político, el Plan Marshall permitió a Estados
Unidos generar una estrategia de alianzas con aquellos países de-
sarrollados que se convirtieron en clientes para la expansión de sus
mercados, pero también en aliados políticos en su confrontación
con la entonces Unión Soviética.
Al concluir la Segunda Guerra Mundial en 1945, se había esta-
blecido un mundo bipolar con Estados Unidos y la Unión Soviética
a la cabeza, en una confrontación en gran medida aparente, surgi-
da de un acuerdo según el cual cada potencia tenía libertad de ac-
ción en su área de influencia, sin posibilidades de intervenir en la
del enemigo y bajo la clara superioridad de Estados Unidos. Para
este país, la Guerra Fría significó sobre todo la posibilidad de con-
trolar a la izquierda mundial mediante acuerdos con la  y
alianzas con los países europeos. Asimismo, Estados Unidos apo-
yó los movimientos anticoloniales “moderados” que dieron fin al
imperio de Inglaterra y de los países dominantes del siglo , con
lo cual afianzó cabalmente su poder mundial.

Y 1960 fue el año de África, el año en que 16 estados africanos,


hasta entonces colonias de diferentes estados europeos, proclama-
ron su independencia e ingresaron a las Naciones Unidas (Waller-
stein, 1996:184).

A este poder político se sumó el control que conservó Estados


Unidos sobre el petróleo, que mantuvo un precio muy bajo durante
1 “Mientras el Banco Mundial prestó menos de 800 millones de dólares entre

1948 y 1954, los créditos y donaciones amparadas por el Plan Marshall alcanza-
ron la cifra de 16 mil millones de dólares en el periodo 1947-1951” (Lichtensztejn,
2010:44).
 BLANCA RUBIO

el periodo, de alrededor de dos dólares el barril desde 1950 hasta


1973, así como el control financiero a través del dominio del dó-
lar en el nivel mundial, como resultado de los acuerdos de Bretton
Woods que trasladaron el poder de la libra esterlina hacia el dólar,
como la principal reserva mundial vinculada al oro.
Dichos acuerdos dieron origen en 1944 al Fondo Monetario In-
ternacional y al Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento,
hoy conocido como Banco Mundial, así como al , suscrito en
1947; se establecieron las reglas de funcionamiento para los merca-
dos financieros y de mercancías para el conjunto de naciones capi-
talistas (Urquidi, 1994:80). De esta forma surgió un nuevo sistema
financiero basado en la convertibilidad internacional del dólar, y
en el régimen de paridades fijas para las principales monedas na-
cionales.
Debido a tales factores, Estados Unidos se convirtió en la indis-
cutible primera potencia mundial, con poder económico, político
y militar casi absoluto sobre el mundo capitalista y socialista. Du-
rante 25 años todas las decisiones importantes fueron tomadas por
una pequeña elite estadounidense (Wallerstein, 1996:15). Como
señala Harvey, Estados Unidos no solamente era dominante, si-
no también hegemónico, ya que poseía el liderazgo de las clases pro-
pietarias y las elites dominantes del mundo (Harvey, 2003:57).

Hay que tener siempre presente que en 1950 Estados Unidos poseía
por sí solo alrededor de 60% de las existencias de capital de todos
los países capitalistas avanzados, generaba alrededor de 60% de
toda la producción de los mismos, e incluso en el momento cul-
minante de la edad de oro (1970) seguía teniendo más de 50% de
las existencias de capital de todos esos países y casi la mitad de su
producto total (Hobsbawm, 1999:278).

La Segunda Guerra Mundial, la confrontación “pactada” con


la , el declive de Inglaterra y la alianza con los países derro-
tados, generaron las condiciones para consolidar una potencia
mundial que llegó a tener un poder incuestionable durante una de
las etapas de expansión más largas del capitalismo.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

L   


 

Después de la Primera Guerra Mundial sobrevino el fortalecimien-


to de la fuerza combativa del proletariado, en gran parte influido
por la revolución bolchevique de 1917, lo cual generó una ola de
erupciones revolucionarias (Mandel, 1972:167). Esta fase de as-
censo de los movimientos mundiales fue derrotada primero por el
fascismo y después contribuyó a ello la Segunda Guerra Mundial.
Dichos procesos sentaron las bases para la reducción del salario y
el incremento de la cuota de plusvalía en los países desarrollados.

Durante diez años, de 1949 a 1959, la parte de los sueldos y sala-


rios de los trabajadores en el ingreso nacional alemán fue inferior
a los niveles de 1929 y 1932 (Mandel, 1972:166).

El aumento de la cuota de plusvalía obtenido de esta manera,


constituye la pieza clave para explicar la expansión de la fase de
posguerra. En el contexto de la apertura de mercados a los pro-
ductos estadounidenses que generó el Plan Marshall, se desarrolló
un acelerado proceso de transformación tecnológica del sector I,
productor de máquinas para hacer máquinas y medios de produc-
ción, lo cual generó un aumento sin precedentes de la producti-
vidad del trabajo.

En Estados Unidos, entre 1946 y 1969, el índice de productividad


por hora hombre en las manufacturas aumentó de 60.8 a 145.5 lo
que da un aumento de 139% (Yaffe y Bullock, 1978:106).

El rasgo central de la posguerra consiste en que este aumento


de la productividad del trabajo se mantuvo por encima de los sala-
rios reales, lo cual desembocó en un efecto que contrarrestó el de-
2 Tomamos este término de Samuel Lichtensztejn (2010:11), por considerar

que es el más adecuado para denominar la posguerra, en tanto remarca la rele-


vancia del capital productivo. A esta etapa Alejandro Dabat la llama “capitalis-
mo oligopólico-estatal” (Dabat, 1993:175).
 BLANCA RUBIO

clive de la cuota de ganancia, por lo que ésta preservó un aumento


sostenido durante todo el periodo.

La década de 1950 fue aquella en que el capitalismo alemán ob-


tuvo la más alta tasa de ganancia de toda su historia (Yaffe y Bul-
lock, 1978:104).

Otro factor que contrarrestó el declive de la tasa de ganancia fue


el bajo costo de las materias primas y los alimentos básicos ocasio-
nado por el control ya mencionado que conservó Estados Uni-
dos sobre el precio del petróleo, así como el intercambio desigual que
se estableció con los países del Tercer Mundo, como se verá más
adelante. Los bajos costos de los insumos y los alimentos fueron
una pieza clave para sostener la tasa de ganancia.
La combinación de elevada cuota de plusvalía, productividad al
alza, bajos costos de las materias primas y alimentos, salarios rea-
les con crecimiento más bajo que el aumento en la productividad
del trabajo, expansión de los mercados y desarrollo tecnológico, se
sostuvo gracias a que se formó un amplio ejército de reserva for-
mado por refugiados, campesinos, pequeños comerciantes, amas
de casa, pero sobre todo de migrantes, que permitió mantener ba-
jos los salarios. Asimismo, contribuyó a los llamados “milagros eco-
nómicos de la posguerra” el pacto establecido en Estados Unidos
entre el gobierno y la “burocracia sindical” en el sentido de que con-
tuvo las demandas salariales de los obreros con la llamada Ley
Taft-Hartley.

La gran huelga de General Motors en 1945, encabezada por Wal-


ter Reuther, llegó a un final feliz con un acuerdo que sería un mo-
delo para todas las grandes industrias sindicalizadas en los 25 años
siguientes: aumentos de salarios importantes, combinados con el
compromiso de no hacer huelga, el aumento de la productividad
y aumentos del precio del producto (Wallerstein, 1996:184).

Las favorables condiciones para la acumulación en la posgue-


rra impulsaron el avance de las empresas transnacionales en todo el
mundo. Mientras que en 1950 las multinacionales de Estados Uni-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

dos tenían 7 500 filiales, para 1966 ascendían a 23 mil, ubicadas en


su mayoría en países desarrollados como Europa occidental.

[…] la función principal de tales compañías era “internacionali-


zar los mercados más allá de las fronteras nacionales”, es decir,
convertirse en independientes de los estados y de su territorio
(Hobsbawm, 1999:281).

De esta forma se había iniciado la égida de la empresa trans-


nacional como un poder supranacional, cuya novedad en relación
con la etapa anterior consistía en la escala de las operaciones y en
que funcionaban como instrumentos de la hegemonía de Estados
Unidos, tanto en el ámbito político como en el económico.
El dominio transnacional nació fuertemente unido al proceso
de centralización del capital. Mientras que en 1941 las mil empre-
sas más grandes controlaban alrededor de dos tercios de todos los
activos industriales, en 1968 éstos recaían en solamente 200 em-
presas (Yaffe y Bullock, 1978:109).
En las condiciones mencionadas, durante la posguerra se erigió
un modelo de producción articulado, centrado en el capital pro-
ductivo, a lo que Víctor Flores Olea llama un “círculo virtuoso del
capital” (Flores y Mariña, 1999:290).
Este ciclo se centra en el mercado interno como destinatario
fundamental de la producción industrial, lo cual supone que el obre-
ro y el campesino forman parte de la reproducción del capital
como consumidores. En este sentido, la demanda de estos sectores
es importante para el capital, por lo que tiende a centrarse en sala-
rios reales altos.

Pero aunque las economías industrializadas comprasen y vendie-


sen cada vez más los productos de una y otras, el grueso de su
actividad económica continuó siendo doméstica. Así en el punto
culminante de la edad de oro Estados Unidos exportaba algo me-
nos de 8% del  y lo que es más sorprendente, Japón, pese a su
vocación exportadora, tan sólo un poco más (Hobsbawm, 1999:
279-280).
 BLANCA RUBIO

Mientras que al inicio de la posguerra, como señalamos, los


salarios reales eran muy bajos, en la década de los sesenta del siglo
, al alcanzarse altos niveles de empleo, el salario real se empe-
zó a incrementar, con lo cual se consolidó el modelo articulado, en
tanto que la demanda principal provenía del mercado interno y
de las clases subalternas, por lo que la inversión de capital se orien-
taba fundamentalmente hacia el interior.
Por ello, el capital productivo dominaba la escena y llevaba a un
proceso ampliado del capital, que se reinvertía rentablemente y per-
mitía la expansión del capital a escala ampliada. Este modelo articu-
lado estaba basado en el fordismo, método de producción fincado
en la cadena productiva, el control del capataz sobre los tiempos
muertos y la intensificación del trabajo a través del uso de la ma-
quinaria.
Debido al incremento de los salarios reales en la fase madura
de la posguerra, fue necesaria la intervención del Estado para apoyar
al capital a través de complementar el valor de la fuerza de trabajo
mediante el gasto social, con lo cual se erigió el llamado Estado de
bienestar.

Estados en los que el gasto en bienestar —subsidios, cuidados sa-


nitarios, educación, etc.— se convirtió en la mayor parte del gasto
público total. 40% en Gran Bretaña y 47% en Suecia. […] A fines
de los setenta el gasto social superaba 60% en Australia, Bélgica,
Francia, Alemania Federal, Italia, Holanda (Hobsbawm, 1999:286).

Cabe señalar, finalmente, que la edad de oro constituyó un hito


en la historia de la humanidad, al superarse la etapa rural y dar el
salto hacia el dominio cabal de la industria sobre la agricultura.

[…] en 1957, el comercio mundial de artículos manufacturados


superó por primera vez el de productos primarios, lo cual fue conse-
cuencia de que el aumento en la producción total de las manu-
facturas durante estas décadas fue considerablemente mayor que
el (muy grande) experimentado por los productos agrícolas y mi-
nerales (Kennedy, 2009:648).
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

El proceso de industrialización a ultranza y la migración cam-


po-ciudad, acelerada por el aumento del empleo, fortalecieron el
crecimiento de la población urbana a expensas de la agrícola, lo
que Wallerstein llama un proceso de desruralización, fundamen-
talmente en los países de Europa occidental, así como en Estados
Unidos y Japón (Wallerstein, 1996:40).
En 25 años, el mundo había cambiado para siempre. Una nue-
va potencia se enseñoreaba en el poder mundial, la industria do-
minaba la producción, los obreros habían sido doblegados y los
campesinos enfrentaban un proceso de proletarización acelerado
en los países desarrollados. Fueron “los años dorados” del capita-
lismo mundial.

E    T M

En la posguerra, el llamado Tercer Mundo se constituyó como aquel


espacio geopolítico que no pertenecía al primer mundo capitalis-
ta ni al segundo socialista. Eran el remanente de la Guerra Fría,
los países que no estaban incluidos en el conflicto principal. Pero
al mismo tiempo, el Tercer Mundo surge como una unidad com-
pleja, en gran medida como consecuencia de las luchas de libera-
ción nacional.
Sin embargo, desde los orígenes de este nuevo orden mundial,
los países del Tercer Mundo o dependientes fueron subordinados
a la hegemonía estadounidense y a la égida de la empresa transna-
cional.
Con la industrialización de los países desarrollados se estableció
una división internacional del trabajo según la cual los países lla-
mados “centrales” se orientaron a la producción de bienes indus-
triales, mientras que los países del Tercer Mundo se especializaron
en la producción de materias primas de origen agrícola y minero.
Desde el punto de vista del intercambio mundial, los países lla-
mados periféricos fueron subordinados a través del mercado. Los
precios de las materias primas declinaron en términos absolutos y
relativos después de la guerra de Corea, debido al declive en los pre-
cios del petróleo y a la competencia de las mercancías producidas
 BLANCA RUBIO

por la industria más productiva de los países desarrollados. Esto


generó un intercambio desigual que obligó a los países depen-
dientes a pagar un valor de más por los productos industrializados
en relación con los bienes primarios que ellos exportaban.
Por esta razón, la participación de los países del Tercer Mundo
en el comercio mundial pasó de aproximadamente 32% en 1950 a
17% en 1970. Esto no se debió al declive de la demanda de los paí-
ses desarrollados sobre los productos de los países periféricos, sino
fue resultado del declive relativo de los precios de las materias primas.
De esta forma, se había inaugurado una nueva forma de domi-
nio y subordinación de los países desarrollados sobre los subde-
sarrollados, centrada en el intercambio desigual de mercancías, el
dominio de la empresa transnacional en los países dependientes
y su incorporación o alineamiento a los bloques de la Guerra Fría
(Dabat, 1993:184).

L   


  E U

L    

Durante la posguerra se construyó el poder alimentario actual de


Estados Unidos sobre el mundo. En un cuarto de siglo se erigieron
los más finos mecanismos de dominio y sumisión sobre los países del
Tercer Mundo y sobre los productores rurales. Los alimentos fue-
ron convertidos en una herramienta de subordinación casi tan efec-
tiva como las armas.
Para entender este proceso resulta fundamental desentrañar
lo que llamo “la paradoja de los excedentes”. Se trata de un proceso
complejo según el cual, debido al fuerte desarrollo tecnológico y con
el fin de sostener a los grandes empresarios y a las corporaciones,
los gobiernos de Estados Unidos han impulsado una producción ex-
cedentaria, la cual sin embargo tiene un efecto perverso que con-
siste en hacer caer los precios de los granos, hecho que a su vez
afecta a los grandes productores. En consecuencia, se ha impulsa-
do un conjunto de políticas para sostener los precios de los granos
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

mediante mecanismos de colocación de los excedentes en otros


países a precios subsidiados, lo cual ha llevado a utilizar los ali-
mentos como un arma de dominio y como un instrumento político
de control.

Hasta tal punto es importante la cuestión de las exportaciones


agrarias y de los mercados exteriores que se ha señalado la vincu-
lación existente entre los intereses agrarios y el auge del expansio-
nismo norteamericano; más concretamente que los intereses de las
firmas comercializadoras de productos agrícolas y su búsqueda
de nuevos mercados constituyen la raíz del “imperio ” (Por-
tillo, 1987:65).

Desde finales del siglo , los excedentes constituían ya un


problema para el gobierno estadounidense. En 1929, el presiden-
te Hoover aprobó una ley de comercialización agrícola para bus-
carles salida en los mercados mundiales. Esto no funcionó debido
a que el fuerte proteccionismo agrícola de Estados Unidos fue co-
rrespondido por el resto de países imponiendo gravámenes a las
importaciones de bienes agrícolas.
En el marco del New Deal impulsado por Roossevelt como
una medida para sortear la crisis económica de 1929, se promul-
gó la Agricultural Adjustment Act (), que conjuntaba apoyos
a los productores de trigo, maíz y algodón, junto con la creación de
la Commodity Credit Corporation, agencia encargada de conce-
der préstamos a los productores y de adquirir y almacenar los
bienes excedentarios.
La  logró incrementar el ingreso de los productores pero no
pudo resolver el problema de los excedentes, por lo que los grandes
empresarios aliados con las corporaciones presionaron al gobier-
no para que reformulara una ley acorde a sus intereses, asunto que
lograron en 1938.

La naturaleza contradictoria de esa política gubernamental —que es-


timulaba la producción y al mismo tiempo ofrecía compensación
por los bajos precios— no es desde luego fortuita, a la vista de los
 BLANCA RUBIO

intereses que influenciaron los cambios habidos en la . En


última instancia esta ley vendría a mantener las relaciones de
producción agraria bajo el control de las corporaciones, a reforzar
sus intereses y a beneficiar principalmente a los grandes terrate-
nientes (Portillo, 1987:65).

Durante esta época existía un vínculo muy estrecho entre el


capital financiero y el agrícola, pues los dueños de las grandes ex-
plotaciones agrarias eran las compañías de seguros y los bancos,
entre los que destacaba el Bank of America.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial vino a aliviar tem-
poralmente el problema de los excedentes. Debido a que, como
señalamos, Estados Unidos no fue afectado en su territorio, pudo
expandir su producción, mientras que los países devastados por la
guerra carecían de alimentos. El Plan Marshall constituyó enton-
ces el instrumento para enviar los excedentes agrícolas a Europa
y Japón, aliviando con ello la sobreproducción interna y, por tan-
to, permitiendo el control de los precios nacionales e internacio-
nales en beneficio de las grandes empresas.

En realidad, cuando el secretario de Estado, George S. Marshall,


pronunció su histórica alocución —el 5 de junio de 1947— en la
Universidad Harvard, comprometiendo a Estados Unidos en la re-
construcción de Europa, también subyacía en esa propuesta el pro-
pósito de que la demanda subsiguiente de Europa contribuyera
sustancialmente a sostener la prosperidad agrícola de Estados Uni-
dos (H. J. Frundt, citado por Portillo, 1987:68).

E    


 E U   

Al concluir la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos había


afianzado su posición en el mercado agroalimentario mundial. La
apertura de mercados que le brindó la conflagración permitió es-
timular fuertemente las exportaciones estadounidenses. Si en 1940
las exportaciones agrícolas de Estados Unidos solamente represen-
taban 10% de las exportaciones totales, para 1945 ya representaban
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

37%, mientras que las exportaciones de trigo en particular dieron


un salto de 10 millones de búshels en 1944 a 505 millones en 1949
(Portillo, 1987:68).
No obstante, el fin de la guerra volvió a desatar al fantasma de los
excedentes. Esta vez, sin embargo, fue aliviado por otra guerra, la de
Corea, que estalló en 1950. Durante el breve lapso de 1950 a 1953,
se incrementó la demanda de productos estadounidenses, nueva-
mente asociada a la lucha contra el avance comunista.
Al terminar la guerra de Corea se hizo patente que el proble-
ma de los excedentes era de orden estructural y no podía resolverse
de manera coyuntural. Europa se había recuperado aceleradamen-
te de las devastadoras consecuencias de la guerra e impulsaba una
agresiva política para recuperar la autosuficiencia perdida.
Con el fin de compactar las parcelas y permitir el incremento
en la productividad del trabajo en Europa

[…] se efectuaron grandes programas de integración de parce-


las, se legisló sobre los nuevos arreglos de tierra en los diferentes
países […] Así, Alemania votó en 1953 su legislación en torno al
nuevo arreglo de tierras, Holanda en 1954, Bélgica en 1956, Lu-
xemburgo en 1964 (León, 1999:10).

Este proceso fue paralelo a la unificación de los países de la Co-


munidad Económica Europea en 1957, mediante el Tratado de
Roma. En este marco se echó a andar en 1958 la Política Agrícola
Común (), cuyo objetivo consistía en impulsar un nuevo mo-
delo de desarrollo agrícola fincado en la unidad familiar, pero con
el sustento de la tecnología y el trabajo colectivo, con el fin de au-
mentar la productividad del trabajo y alcanzar la autosuficiencia
alimentaria.
Aun Inglaterra, que había impulsado el librecambismo, consi-
guió para mediados de los años cincuenta que su oferta alimen-
taria fuera superior en 60% en relación con su nivel de preguerra
(Fritscher, 1993:138).
El resultado de este proceso fue la caída de la demanda euro-
pea de alimentos, con lo cual la American Farm Bureau Federation
 BLANCA RUBIO

(), que representaba a los grandes empresarios receptores de


las subvenciones agrarias, se dio a la tarea de presionar al gobier-
no para que impulsara una ley que permitiera colocar los exceden-
tes productivos de manera permanente, a la vez que proveyera
mercados a sus productos, favoreciendo precios elevados en el mer-
cado nacional e internacional. Es decir, una ley que generara las
condiciones para construir una demanda para los excedentes es-
tadounidenses.

El 10 de julio de 1954, el presidente Eisenhower firmó la Ley Pú-


blica 480, con lo cual la  lograba “un instrumento para fomentar
las exportaciones agrícolas, evitar la distorsión del mercado libre
y continuar recibiendo los altos precios de apoyo, las tres cosas a
la vez” (Portillo, 1987:75).

Aunque la PL 480 se difundió como un mecanismo para en-


frentar el comunismo, en los hechos fue un instrumento otorgado
a los grandes empresarios y a las corporaciones comercializado-
ras de cereales, algodón, tabaco y derivados lácteos para dar sali-
da a los excedentes productivos.
Ante la caída de la demanda europea, Estados Unidos volteó
sus ojos hacia el Tercer Mundo, inmerso en la política proteccio-
nista que caracterizaba a la época. En este contexto, la PL 480 fue
en el fondo un instrumento para abrir las fronteras de esta región
a los excedentes agrícolas. Por ello, podemos afirmar que en la
década de los cincuenta se inició propiamente el dominio alimen-
tario, como un proceso estructural sobre los países dependientes.
La PL 480 surgió con tres capítulos esenciales: el primero auto-
rizaba al gobierno de Estados Unidos a vender granos contra moneda
local; el segundo se refería a las donaciones en casos de hambrunas,
guerras, etc., las cuales podían hacerse por la vía gubernamental
o bien a través de agencias, y el tercero, que se refería al trueque
de los granos por materias primas estratégicas para el gobierno de
Estados Unidos.
El más importante fue el capítulo primero, que permitió colocar
los excedentes en un conjunto de países, los cuales podían pagar con
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

moneda local. Dicha moneda era utilizada por el gobierno nativo pa-
ra gastos militares en el país, pero fundamentalmente para hacer
préstamos a las empresas transnacionales, lo cual les permitió cons-
truir la infraestructura necesaria para instalarse en los países del
Tercer Mundo, como se verá después.
El segundo en importancia para Estados Unidos fue el capítu-
lo tercero, referido al trueque. A través de este mecanismo el país
del norte se aprovisionó de materias estratégicas para su progra-
ma nuclear, sobre todo en los primeros años de la PL 480. Des-
pués fue abandonado debido a la presión de las grandes firmas
comercializadoras, quienes se oponían a este programa porque
no contribuía al objetivo de abrir mercados a los productos estado-
unidenses.
El título segundo, referido a las donaciones, tuvo menor impor-
tancia; fue utilizado como un instrumento político y militar; los
países recipiendarios no eran los que más necesitaban los alimen-
tos, sino los que estaban involucrados en algún conflicto con Es-
tados Unidos, como fueron los casos de Vietnam y Camboya, o
bien enfrentaban alguna sublevación, como fue el caso de Haití. Por
ello, mientras que el capítulo primero, orientado a las ventas comer-
ciales, alcanzó en 1954 un presupuesto autorizado de 700 millo-
nes de dólares, para las donaciones sólo se autorizaron 300 millones
de dólares, incluidos los costos de transporte y de carga (Portillo,
1987:82).
Durante los años sesenta, las reservas de alimentos en Estados
Unidos empezaron a agotarse, lo cual coincidió con el incremen-
to en la demanda en varios países del Tercer Mundo, donde se ha-
bían abierto mercados a los granos, a la par que había sucesivas
crisis alimentarias en algunos países como India. Ante tal situación,
en 1959, con motivo de la renovación de la PL, se adicionó el título
IV, que autorizaba la venta de productos excedentarios a crédito,
pagadero en dólares u otras divisas fuertes, con plazos de hasta
diez años. Asimismo, en el entorno de la Guerra Fría se adicionó a
la Ley el nombre de “Alimentos por la paz”, a lo que el mote po-
pular transformó en “Alimentos para la guerra”, pues para 1973 80%
de los fondos generados por las ventas del título uno iba dirigido
 BLANCA RUBIO

a Vietnam del Sur y Camboya a título de donación, para ser em-


pleado por sus fuerzas armadas (Portillo, 1987:114).
En el contexto de la reducción de stocks, en 1966 se introduje-
ron en la ley lo que se denominó “Medidas de Autoayuda”, en las que
se ponía como condición a los países recipiendarios “incremen-
tar la producción per cápita y mejorar los medios de almacenaje
y distribución de productos agrarios” para ser receptores de las
ventas subsidiadas. En el momento en que se redujeron los exce-
dentes, Estados Unidos urgió a los países a producir sus propios
bienes alimentarios. Como ya no le interesaba este mercado, una vez
que los había convertido en dependientes de alimentos los pre-
sionaba para que se volvieran autosuficientes.

E    E U


  

Los pilares que permitieron la construcción de la hegemonía ali-


mentaria durante la posguerra fueron: 1) la gran expansión pro-
ductiva alimentaria; 2) el dominio del mercado agroalimentario
mundial; 3) el impulso de las grandes empresas transnacionales,
y 4) el uso de los alimentos como arma política. Enseguida vere-
mos cada uno de estos aspectos.

La gran expansión productiva alimentaria

Estados Unidos emergió de la Segunda Guerra Mundial como el


gran gigante alimentario del mundo. A esta situación contribuyó,
en primer lugar, el hecho ya señalado de que la conflagración mi-
litar no ocurrió en su territorio. En segundo lugar, tuvo que ver el
impulso de la revolución verde: los factores técnicos como la mejo-
ra del material genético, las semillas híbridas, los insumos químicos
como fertilizantes y plaguicidas, vinieron a impulsar una agricul-
tura que de por sí tenía la ventaja de amplias superficies planas con
una gran fertilidad natural.
Los rendimientos del trigo crecieron en la década de los años
cincuenta a la elevada tasa anual de 4.5%, mientras que los del maíz
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

a 3.7% y los del arroz a 3.6%. El cultivo que comandaba la estructura


de las exportaciones, el algodón, alcanzó la cifra de 5.0 por ciento.3
Como puede verse en las gráficas 1 y 2, a partir de los años cin-
cuenta se observa un crecimiento sostenido de los rendimientos
en los principales granos cultivados en el país.
El rendimiento del trigo y del arroz prácticamente se duplicó
al pasar el del trigo de 15.3 búshels por acre en 1940 a 30.7 búshels
por acre en 1969, y el del arroz de 2 291 libras por acre a 4 268. Pero
el caso del maíz fue espectacular, pues pasó de 28.4 búshels por acre
a 83.9 búshels por acre en el mismo periodo.4
El aumento en los rendimientos permitió incrementar la pro-
ductividad del trabajo de una manera espectacular:

[…] las 57 horas de trabajo efectivo que se requerían para cultivar


una hectárea de maíz en 1945 se habían reducido a 17 horas en
1975. Más impresionante es la reducción cuando se mide por to-
nelada de maíz producido ya que en 1945 se requerían casi 27 horas
de trabajo mientras que en 1975 se necesitaban sólo tres (Warman,
1988:205).

Sin embargo, no fueron solamente factores técnicos los que per-


mitieron el ascenso productivo. Desde una perspectiva económi-
ca, lo que definió este salto productivo fue la política de apoyos a
través de los subsidios a los grandes productores y la apertura de
mercados para sus productos, lo cual tornó altamente rentable la
producción agrícola con precios altos, sostenidos mediante la co-
locación de los excedentes, que permitían al productor obtener in-
gresos redituables, política que como ya señalamos incentivó una
producción excedentaria.
Como puede verse en la gráfica 3, los precios nominales de los
granos se elevaron fuertemente a partir de 1940, hasta alcanzar
su punto más alto en 1947; caen a partir de este año por el fin de la

3 Datos elaborados con base en United States Census Bureau, <http:www.


census.gov/>, varios años.
4 Idem.
 BLANCA RUBIO

G 
E U:     , -
/
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
1940
1941
1942
1943
1944
1945
1946
1947
1948
1949
1950
1951
1952
1953
1954
1955
1956
1957
1958
1959
1960
1961
1962
1963
1964
1965
1966
1967
1968
1969
1970
Maíz Trigo

F: elaborado con datos de United States Census Bureau, <http://www.


census.gov/>, varios años, julio de 2012.

G 
E U:     , -
/
5 000
4 500
4 000
3 500
3 000
2 500
2 000
1 500
1 000
500
0
1940
1941
1942
1943
1944
1945
1946
1947
1948
1949
1950
1951
1952
1953
1954
1955
1956
1957
1958
1959
1960
1961
1962
1963
1964
1965
1966
1967
1968
1969
1970

Arroz Algodón

F: elaborado con datos de United States Census Bureau, <http://www.


census.gov/>, varios años, julio de 2012.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

conflagración, que redujo la demanda, y vuelven a subir a partir de


1950 al estallar la guerra de Corea, para mantenerse hasta 1962.
G 
E U:      
-
3

0
1940
1941
1942
1943
1944
1945
1946
1947
1948
1949
1950
1951
1952
1953
1954
1955
1956
1957
1958
1959
1960
1961
1962
1963
1964
1965
1966
1967
1968
1969
1970
Maíz N dólares por búshel Trigo N dólares por búshel
F: elaborado con datos de United States Census Bureau, <http://www.
census.gov/>, varios años, julio de 2012.

Como puede verse en la gráfica 4, los precios reales del trigo, la


soya y el maíz registran un fuerte crecimiento de 1944 a 1954, y
aunque tienden a decrecer a partir de este último año hasta 1972,
mantienen un nivel superior al que alcanzaron después de los años
ochenta. Como es sabido, los precios reales apuntan sobre la ren-
tabilidad en tanto les ha sido descontada la inflación.
Frente a este panorama, la producción agrícola se incrementó
claramente. Como puede verse en la gráfica 5, la producción de maíz
y trigo creció fuertemente de 1950 a 1960, mientras que en el caso
del arroz se registró un fuerte crecimiento del orden de 4.43% anual
en la década de los cuarenta.
Cabe hacer notar que junto con el aumento productivo se desa-
rrolló un proceso de concentración de la producción en beneficio de
las grandes granjas, privilegiadas por el gobierno en los apoyos y
en la apertura de los mercados. Para 1977, menos de 20% de las
 BLANCA RUBIO

G 
P    
 ,   
-
140
120
Índice de precios reales

100
(1924=100)

80
60
40
20
0
1924 1934 1944 1954 1964 1974

Soya Trigo Maíz

F: Julian M. Alston y Philip G. Pardey, Theme Overview: Agricultural


Productivity and Global Food Security in the Long Run, disponible en la web:
<http:// www.choicesmagazine.org/magazine/print.php?article=90>. La gráfica
ha sido modificada para efectos de este trabajo.

G 
E U:     
    ,   , -
 
4.43%
1940-1950 2.23%
2.23%

3.38%
1950-1960 2.84%
2.39%

4.24%
1960-1970 0.09%
0.48%

Maíz Trigo Arroz


F: elaborado con datos de United States Census Bureau, <http://www.
census.gov/>, varios años, julio de 2012.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

granjas concentraban 78% del total comercializado en el país (War-


man, 1988:206).
De esta suerte, la guerra y una agresiva política productiva co-
locaron a Estados Unidos como la principal potencia alimentaria
del mundo. Al finalizar la etapa de la posguerra, en 1980 el país pro-
ducía ocho mil millones de búshels de trigo, cerca de la mitad de
la producción mundial de este cereal (Warman, 1988:205).

El dominio del mercado agroalimentario mundial

Como señalamos, la etapa de la posguerra se caracterizó por la


orientación de cada país hacia los mercados internos, lo cual hizo
que la mayoría de los países fueran autosuficientes en la produc-
ción de alimentos. Si bien la devastación de la guerra generó una
demanda alimentaria en los países derrotados, muy rápidamente
lograron autoabastecerse, como ya lo señalamos. Antes de la Se-
gunda Guerra Mundial:

El mercado mundial de los granos era reducido, alrededor de 25


millones de toneladas anuales entre 1934 y 1938. La participación
de Estados Unidos como exportador, por los ajustes a la gran de-
presión, era apenas de la quinta parte del total (Warman, 1988:
220).

Entre tanto, América Latina era la principal región exportadora


de granos, con 36% del total.
Asimismo, la mayor producción excedentaria de Estados Uni-
dos era de trigo, el cual era cultivo básico solamente en Europa.
Cuando esta región alcanzó la autosuficiencia, Estados Unidos se
topó con que el resto de los países tenían como cultivos básicos
el maíz, el arroz o la papa, por lo que colocar el trigo en el mercado
mundial implicaba crear un mercado que no existía.
Esta situación representaba una dificultad muy grande para las
necesidades de mercado que la sobreproducción artificial gene-
raba en Estados Unidos. En este entorno, las políticas de apertura
de mercado impulsadas por el gigante del norte fueron un meca-
 BLANCA RUBIO

nismo que iba a contracorriente de las tendencias mundiales, por


lo que estuvieron centradas en acciones arbitrarias, irracionales,
absurdas, impositivas y tramposas. El mercado agroalimentario fue
abierto a “sangre y fuego” para asegurar las ganancias de las grandes
corporaciones estadounidenses.
El mecanismo de apertura de la venta de granos en moneda local
apuntaló a los países que simpatizaban con Estados Unidos. Cuan-
do pasaban por situaciones de aguda crisis de divisas, abrieron sus
fronteras a las ventas en su moneda. Cuando atravesaban por crisis
presupuestarias, los gobiernos se hacían de recursos vendiendo
internamente los granos comprados en moneda local, o bien co-
brando impuestos internos por la venta, con lo cual se agenciaban
de ingresos para financiar servicios y programas públicos.
Cuando los países enfrentaban procesos inflacionarios, las im-
portaciones de granos subsidiados en moneda local permitían
incrementar la oferta interna y con ello suavizaban las tensiones
inflacionarias. En muchos casos, los ingresos obtenidos por los
gobiernos con la importación de granos sirvieron para fortalecer su
presupuesto de defensa.
Entre los mecanismos más duros utilizados para abrir camino
al trigo, se encuentra la presión que ejerció Estados Unidos sobre
países que requerían ayuda alimentaria para que modificaran la
legislación interna permitiendo eliminar las barreras a las importa-
ciones de granos, como fue el caso de Paquistán y la India en 1964
y 1965, respectivamente (Portillo, 1987:252).
El otro mecanismo fue el dumping, instrumento que se genera-
lizaría en la etapa neoliberal. La introducción de trigo estadouni-
dense a precios más bajos que los internos trajo consigo que los
productores nacionales no pudieran competir, dejando el terreno
libre para la entrada de mercancías importadas.

Hay estudios que demuestran que en la India, Bolivia y Colombia


—para nombrar sólo tres ejemplos— la inundación de mercan-
cías agrícolas subsidiadas bajo la Ley Pública 480 ha hecho bajar
los precios en los mercados locales a tal grado que los agricultores
nacionales ya no pueden competir. En muchos casos la competen-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

cia subsidiada ha debilitado gravemente a la agricultura nacional


y la consecuente dependencia de las importaciones norteameri-
canas es, por supuesto, exactamente el resultado que deseaban
quienes redactaron la ley en cuestión (Burbach y Flynn, 1980:75).

Para dominar el mercado agroalimentario mundial se eroga-


ron enormes recursos. Como puede verse en la gráfica siguiente,
las exportaciones de trigo con financiamiento rebasaban claramen-
te a las exportaciones sin financiamiento durante el periodo de
1955 a 1967.
G 
E U:      ,
     
  , -
  
1 000
900
800
700
600
500
400
300
200
100
0
1955
1956
1957
1958
1959
1960

1961

1962

1963

1964

1965

1966

1967

1968

1969

1970

Con financiamiento de gobierno Sin financiamiento


F: elaborado con datos de United States Census Bureau, <http://www.
census.gov/>, varios años, julio de 2012.

Tales recursos provenían de los impuestos cobrados a los


ciudadanos. Por ello, los congresistas de oposición señalaban en
relación con la PL 480:

La necesidad de esta ley es consecuencia de una insensata legisla-


ción que, contrariamente a todos los principios de la libre em-
 BLANCA RUBIO

presa, ha convertido al gobierno de Estados Unidos en el mayor


comerciante y especulador que jamás haya existido en la agricultura.
No se nos ocurre pensar que se estén robando 700 mil dólares
diarios a los contribuyentes, sólo para pagar los costos de almace-
namiento de los excedentes que han sido acumulados con base en
la argumentación de que no debería permitirse su salida libre a
los canales de consumo, por temor a que los precios al consumidor
cayeran demasiado bajos para que los pobres agricultores pudie-
ran hacer dinero con el cual continuar su injustificable expansión
de la producción (citado por Portillo, 1987:102).

El resultado de esta política de expansión fue, por un lado, el surgi-


miento de la dependencia alimentaria en un conjunto de países del
llamado Tercer Mundo. En 1966 los países pobres efectuaban 40%
de las compras de cereales en el mercado mundial, mientras que
para 1968, 78% de las exportaciones agroalimentarias de Estados
Unidos iban dirigidas a este tipo de países (Warman, 1988:223).
En América Latina se redujo la producción per cápita de trigo
de 67 kg en 1958 a sólo 44 kg en 1970.

Cifras estadísticas nos indican que, a excepción de Argentina, to-


dos los demás países vieron sus agriculturas afectadas por las nue-
vas tendencias. Así, Brasil, a partir de 1958, reduciría su producción
de trigo en 40%; Ecuador lo haría en 50% en el periodo 1967-1977;
México y Chile en el transcurso de los años setenta. En Perú, las
importaciones de este cereal [se] quintuplicaron entre 1943 y 1977;
Venezuela y Costa Rica seguirían una trayectoria similar (Frit-
scher, 1993:142).

En los años sesenta, cuando se prohibieron las ventas de gra-


nos en moneda local y se incluyó el capítulo IV, que obligaba a la
compra en dólares con créditos blandos, se instauró también la de-
pendencia financiera, que se convertiría en un pesado fardo en los
años ochenta.
Como señala Harry Magdoff.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

Hacer a los recipiendarios de ayuda crecientemente dependien-


tes del mercado de capital estadounidense y de otros mercados de
capitales. (Las deudas creadas por los préstamos concedidos per-
petúan la servidumbre de los recipiendarios de ayuda a los merca-
dos de capitales de los centros metropolitanos.) (Magdoff, citado por
Portillo, 1987:240-241).

La otra consecuencia fundamental que trajo la política alimen-


taria de Estados Unidos en la posguerra fue la expansión y el do-
minio sin precedentes de este país en el mercado agroalimentario
mundial, principalmente en los cereales.
Para 1961 Estados Unidos participaba con 43.6% de las expor-
taciones mundiales de trigo, para 1965 con 26.4% de las de arroz
y para 1967 con 65.7% de las de maíz. El gigante del norte se había
convertido en el principal exportador mundial de granos.

G ,   
P   E U
   
Trigo, 1961 Arroz, 1965

Estados
Estados Unidos
Unidos 23%
Resto del 43%
mundo Resto del
57% mundo
77%
Maíz, 1967

Estados
Unidos
Resto del 45%
mundo
55%

F: Food and Agriculture Organization, , , <http://www.fao.


org>, 27 de septiembre de 2012.
 BLANCA RUBIO

Durante el inicio de la PL 480, de 1954 a 1965, se triplicaron los


mercados regulares en el mundo para el arroz, el trigo, la soya y
el algodón estadounidense, mientras que para los cereales forra-
jeros se multiplicó por cinco (Portillo, 1987:274).
A contracorriente de las medidas proteccionistas que imperaban
y de los usos culturales arraigados en los países del Tercer Mundo,
Estados Unidos logró crear un mercado mundial para sus produc-
tos con el fin de sostener una irracional producción excedentaria.
Éste sería el origen de su poder alimentario mundial.

El impulso de las grandes


empresas transnacionales

La producción excedentaria y la PL 480 beneficiaron fundamen-


talmente a las grandes corporaciones agroalimentarias. Si bien di-
chas firmas se habían establecido desde el siglo , fue durante
la posguerra que consolidaron su poder mundial, especialmente en
el Tercer Mundo.
Cinco empresas se constituyeron en las más grandes corporacio-
nes volcadas a la agricultura, en particular, aunque no exclusiva-
mente, a los cereales: Cargill, Continental Grain, Bunge, Dreyfus
y André Garnac. Al final de la posguerra, juntas concentraban 85%
de las exportaciones estadounidenses de granos (Burbach y Flynn,
1980:234).
La PL 480 fue una herramienta muy importante para la terri-
torialización de las empresas transnacionales en los países subde-
sarrollados. El gobierno de Estados Unidos compraba el grano y
pagaba a empresas como Cargill para que almacenaran el producto,
que por este servicio recibió más de 76 millones de dólares. Pos-
teriormente, eran las mismas multinacionales las que vendían el
grano excedente, ya fuera a agencias gubernamentales o bien a los
países recipiendarios de la ayuda. Las ventas contempladas en el
capítulo I de la Ley, que implicaban el pago en moneda local, fue-
ron fundamentales para el establecimiento de las compañías en el
Tercer Mundo. Al amparo del Programa Cooley se prestaban las
divisas locales a las compañías estadounidenses para el estableci-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

miento de nuevas filiales en el extranjero. De 1954 a 1971, 419 sub-


sidiarias extranjeras recibieron este tipo de préstamos, entre las
cuales las más favorecidas fueron Bank of America, Raltson Purina
y Cargill Corporation (Burbach y Flynn, 1980:73).
Empresas como Cargill controlaban una porción muy alta del
transporte de grano por vía ferroviaria, “sin poseer un solo vagón”,
lo cual les permitió movilizar los excedentes productivos en el país,
a la vez que dominaban también el sistema naval para trasladar el
grano a los países objetivo.
Los gobiernos de Estados Unidos dieron todas las facilidades
a las empresas para que expandieran su poder:

La Ley Pública 480 financia las ventas de grano de la corporación


al Tercer Mundo. El Eximbank y la  le ayudan a establecer sus
subsidiarias en el extranjero y la asistencia militar y económica del
gobierno norteamericano a los regímenes represores de Taiwán,
Corea del Sur, El Salvador y Guatemala contribuyen a mantener
el ambiente necesario para las actividades de Cargill. En el propio
Estados Unidos, el gobierno federal y los gobiernos estatales constru-
yen instalaciones portuarias, otorgan a la compañía reducciones o
exenciones de impuestos que subsidian sus nuevas inversiones
de capital y sostienen, en términos generales, el sistema legal y fi-
nanciero indispensable para la supervivencia de Cargill y demás
corporaciones monopolistas (Burbach y Flynn, 1980:262).

Ésta fue la clave para que empresas con muy poco capital pu-
dieran construir grandes emporios económicos en el mundo y re-
presentar un poder situado en muchas ocasiones por encima de
los propios gobiernos.
El control que las firmas transnacionales tenían sobre toda la
cadena de comercialización les permitió en varias ocasiones es-
pecular con los granos para obtener elevadas ganancias, como ocu-
rrió en 1966, cuando las grandes comercializadoras compraron la
mayor parte de las reservas de maíz en Estados Unidos, ante una
inminente escasez del grano. Cuando el precio subió, se benefi-
ciaron de la diferencia ante el descontento de los propietarios de
 BLANCA RUBIO

los pequeños almacenes rurales y las cooperativas de granjeros, que


se sintieron estafados (Burbach y Flynn, 1980:251).
Otro proceso que benefició grandemente a las firmas transna-
cionales fue la revolución verde, puesto que permitió la exportación
de insumos y maquinaria a los países donde se expandió este mode-
lo tecnológico. En los casos de México, Brasil, India y Pakistán, las
firmas productoras de tractores, cosechadoras, fertilizantes, semi-
llas mejoradas y plaguicidas encontraron una demanda creciente
para sus productos.
De esta suerte, “la paradoja de los excedentes” permitió el esta-
blecimiento territorial de las multinacionales, que de esta forma
sentaron sus reales en los países periféricos, convirtiéndose en otro
instrumento más para la expansión de la hegemonía estadouni-
dense.

El uso de los alimentos como arma política

Aun cuando la PL 480 surgió como una respuesta al problema de


los excedentes, fue utilizada por los gobiernos de Estados Unidos
como un instrumento de dominio político en el contexto de la
Guerra Fría. Como señalamos anteriormente, la confrontación
este-oeste sirvió a Estados Unidos como un pretexto para sofocar
cualquier disidencia y controlar políticamente al mundo occiden-
tal. En este contexto, la PL 480 se propagó como un mecanismo
para frenar el comunismo mediante la ayuda alimentaria a los paí-
ses que lo necesitaran. Fue, por tanto, un instrumento de control
político, pero también de búsqueda de la hegemonía y de consen-
so, haciéndola aparecer como una visión altruista para enfrentar el
hambre. La PL 480 fue un instrumento fundador de la utilización
de los alimentos como un arma política contra los enemigos.

El presidente ejercerá la autoridad que le concede esta ley: 1) para


apoyar a los países amigos a ser independientes del comercio con
la  o con naciones dominadas o controladas por la , en lo
referente a alimentos, materias primas y mercados, y 2) para garan-
tizar que los productos agrícolas vendidos o transferidos en virtud
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

de esta Ley no resulten en una acrecentada disponibilidad de esos


productos o productos similares por parte de países no amigos (Por-
tillo, 1987:80).

En este contexto, se prohibía a los países recipiendarios de la


ayuda que revendieran a terceros países la producción comprada
a Estados Unidos. Se amenazaba con suspender la ayuda si los go-
biernos receptores intentaban nacionalizar o expropiar bienes
estadounidenses en sus países, si anulaban acuerdos con las corpo-
raciones estadounidenses, o incluso si imponían gravámenes a la
importación de productos de Estados Unidos.
Asimismo, en el marco de la Guerra Fría, la ayuda alimentaria
sirvió para disuadir a los países de abandonar la agricultura estatal,
como señaló el senador McGovern en 1964:

[…] un interesante subproducto de nuestros envíos de alimentos


a Yugoslavia y Polonia es que ambos países han descartado la téc-
nica comunista de tratar de aumentar la producción agraria me-
diante granjas colectivas estatales (Portillo, 1987:309).

La ayuda alimentaria constituyó también un mecanismo para


impedir la regulación de los mercados en los países recipiendarios,
así como la generación de reservas estratégicas.

En ello han contribuido las corporaciones transnacionales, quie-


nes han supeditado la venta subsidiada de alimentos a la restric-
ción de cualquier mecanismo para estabilizar los precios internos
y controlar el mercado de granos por parte de los gobiernos (Bur-
bach y Flynn, 1980:237-238).

La venta subsidiada de alimentos se convirtió en un mecanis-


mo a través del cual se alineó a los países del Tercer Mundo con la
confrontación este-oeste, y se troqueló la incondicionalidad de los
llamados países “amigos” con el imperio estadounidense.

Como señaló el presidente Kennedy: la ayuda exterior es un mé-


todo mediante el cual Estados Unidos mantiene una posición de
 BLANCA RUBIO

influencia y control del mundo y sostiene a un buen número de


países que se hundirían definitivamente o se pasarían al bloque co-
munista (Portillo, 1987:237).

A través del programa “Alimentos por la paz”, los gobiernos de


Estados Unidos intervinieron en procesos electorales beneficiando
a los candidatos “adictos” a ellos, al proporcionar ayuda alimen-
taria a los gobiernos cuando, una vez en el poder, enfrentaron
desestabilización económica o política. Asimismo, la ayuda ali-
mentaria fue utilizada para acallar sublevaciones:

En el caso de la República Dominicana, Estados Unidos aplastó


la sublevación popular mediante la intervención militar directa,
e inmediatamente procedió a suministrar abundante commodity
aid —aparte de otra serie de ayudas— al gobierno de ese país
para contener la inflación y proporcionarle una fuente de ingresos
(Portillo, 1987:257).

El caso paradigmático en este terreno fue el de la resistencia


griega. Entre 1943 y 1949 se desató la guerra civil en Grecia, ante
la emergencia del Ejército de Liberación Nacional. Estados Unidos
e Inglaterra pugnaban por sostener al gobierno frente a los emba-
tes de la resistencia. Ante la imposibilidad de someterlos por la vía
militar, el general en jefe del ejército lanzó un ultimátum a los re-
beldes. Si no se rendían sería retirada la ayuda alimentaria y la dis-
tribución de alimentos sería suspendida.

Este ultimátum sería colocado en los muros de Atenas, una ciudad


que todavía tenía vivo —en la mente y en las entrañas— el re-
cuerdo de sus 300 mil muertos de hambre en el devastador invierno
de 1941-1942. Lo que no había sido conseguido por los ejércitos
extranjeros —derrotar a la resistencia— lo conseguiría en cambio
la ayuda alimentaria de la  (Portillo, 1987:51).

Finalmente, cabe mencionar que la ayuda alimentaria consti-


tuyó un mecanismo de apoyo para las labores de espionaje, que ha
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

sido uno de los instrumentos favoritos del país del norte para con-
trolar al mundo. A través de las agencias voluntarias que se encar-
gaban de distribuir la ayuda se fue tejiendo una minuciosa red de
espionaje. Un ejemplo de ello fue el Hoover Institution de la Uni-
versidad de Stanford, que recabó un cúmulo de documentos de
información estratégica para el gobierno de Estados Unidos, como
“Grupos radicales y revolucionarios” o “Estudio de la China co-
munista en tanto que potencia económica”.
A este objetivo han contribuido también las empresas trans-
nacionales, que para manipular el mercado han construido una
sofisticada red de espionaje.

Tienen oficinas en todas partes del mundo y su red de inteligencia


es tan amplia que hasta la  les pide información. Sus ganan-
cias dependen de su capacidad para prever con gran anticipación
y exactitud los movimientos del mercado y adaptar a ellos su es-
trategia (Burbach y Flynn, 1980:236).

En la medida en que crecía el poder alimentario de Estados


Unidos, al crear mercados a sus productos, quebrar la autosufi-
ciencia alimentaria de los países, involucrar a gobiernos adeptos a
sus políticas de control, también fue creciendo el arma alimentaria
contra quienes se opusieran a su poder. Tal fue el caso de Argenti-
na. Como señalamos, este país era el principal exportador mun-
dial de maíz y carne hacia los años treinta. Sin embargo, Estados
Unidos le impuso después de la guerra un severo bloqueo como
castigo por haberse aliado a los países del Eje, lo cual destruyó su
poder alimentario al verse obligado a convertir sus tierras al uso
ganadero (Fritscher, 1993:141).
En el ascenso hegemónico de Estados Unidos, los alimentos
jugaron un papel fundamental para consolidar su rol de potencia
principal en el mundo occidental. Mientras la ayuda humanitaria en
los casos de hambruna y desastres naturales jugó un papel margi-
nal, los alimentos se erigieron en un efectivo instrumento de do-
minio. Así se sentaron las bases del food power que florecería en
toda su magnitud en los años setenta.
 BLANCA RUBIO

E    


  

El dominio agroalimentario durante la posguerra corresponde a


una etapa de expansión del poder hegemónico de la gran poten-
cia. Sin embargo, se desarrolló en un contexto en el cual los paí-
ses producían internamente sus bienes básicos y los mercados se
encontraban protegidos. Ésta es la razón por la cual el dominio
agroalimentario de la posguerra se centró en los gobiernos de los
países periféricos, pero no llegó a subordinar directamente a los pro-
ductores.
La importante participación que alcanzó Estados Unidos en
las exportaciones mundiales que llegaron en los años sesenta a
43% en el trigo, 45% en el maíz y 23% en el arroz, como señalamos
antes, le permitieron tener influencia sobre los precios interna-
cionales.
Sin embargo, los precios internacionales no tenían un impac-
to directo en los precios nacionales de los granos básicos, debido
al peso importante de la producción alimentaria interna. Por esta
razón los precios eran muy diferentes entre los países.

Un estudio realizado a fines de los sesenta reveló que los precios


del arroz, el maíz, el frijol negro y el trigo, variaban, en cada caso,
entre dos, tres y hasta más de cinco veces de un país a otro (Gue-
rra-Borges, 2004:134).

Esta situación permitía a los gobiernos controlar los precios in-


ternos de los granos, así como sostener precios redituables en el
interior de sus economías para mantener una producción autosufi-
ciente. Los subsidios, reducción de costos o establecimiento de
precios de garantía, generaban las condiciones para que los produc-
tores recuperaran los costos invertidos además de un remanente,
ya fuera en forma de ganancia o de excedente, según la categoría de
los productores.
Esto significa que los precios no constituyeron durante la posgue-
rra un mecanismo de subordinación sobre los productores rurales
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

por parte de Estados Unidos, excepto en casos localizados como


el dumping impulsado para el trigo.
Los demás cultivos básicos que constituyen la base de la alimen-
tación como el maíz, el arroz y la papa, escapaban a su control y
por tanto pudieron recaer en los pequeños productores rurales.
Asimismo, el control que detentaba Estados Unidos sobre los
precios del petróleo posibilitó que los costos de producción agríco-
la fueran bajos. Como señalamos, el precio del petróleo se mantuvo
en dos dólares el barril de 1950 a 1970. En Estados Unidos, el pre-
cio del trigo estuvo muy ligado al del petróleo a partir de los años
sesenta. Dos dólares el barril de petróleo, dos dólares el búshel de
trigo (Warman, 1988:215).
En consecuencia, la posguerra se caracterizó por precios nomi-
nales estables de los granos y precios reales altos, que permitieron
a los agricultores obtener rentabilidad de la producción agrícola.
Como puede verse en la gráfica 10, tanto los precios nominales
del trigo como los reales, se mantienen estables; mientras los pre-
cios nominales son más bajos que los reales, lo cual demuestra que
la producción agrícola era rentable.
Esto es muy importante de resaltar, pues los precios no eran uti-
lizados como un instrumento para quebrar a los competidores, co-
mo ocurrirá en la etapa neoliberal. En el ascenso de Estados Unidos
los precios de los alimentos no constituyen aún un arma de domi-
nio. Se trata de precios fijados por el mercado con una tendencia a
la baja debido a las necesidades industriales. Son precios económi-
cos y no políticos, como ocurrirá después.
Debido a que la industria se había convertido en el motor de la
acumulación, surgió un conjunto de necesidades que demandaba
el ascenso del sector primario, entre ellas el de materias primas
para su transformación manufacturera, pero sobre todo de la pro-
ducción de alimentos baratos para sostener bajos los salarios nomi-
nales, a fin de que permitieran incrementar la cuota de plusvalía,
así como elevados salarios reales que generaran la base para el
consumo de los obreros y los campesinos.
En este contexto la agricultura (en sentido amplio) se convirtió
en la base de la industrialización y fue por tanto una rama estraté-
 BLANCA RUBIO

G 
P  
   , -
   
160
140
120
100
80
60
40
20
0
1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966 1967 1968 1969 1970

Trigo N Trigo R
F: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (), Uni-
ted Nations Conference on Trade and Development ().

gica en la reproducción del capital. Si en 1960 el  agrícola mun-


dial ascendía a 3%, ya para 1970 llegaba a 7%, como puede verse en
las gráficas 11 y 12.
Los precios nominales estables de los alimentos fueron, por tan-
to, una condición fundamental para el desarrollo de la industria.

La gran agricultura extensiva y mecanizada desempeñó un papel


esencial al hacer accesibles a bajos precios grandes cantidades de
bienes de uso necesario para la reconstrucción de las fuerzas de tra-
bajo. Formas particulares de […] capitalismo de “frontera”, espe-
cíficas de la producción agrícola, se desarrollaron paralelamente
a la racionalización de los procesos de trabajo industriales (Coriat,
1977:64).

Las condiciones para una producción redituable durante la pos-


guerra constituyeron uno de los factores fundamentales que permi-
tieron el ascenso de una agricultura incluyente, en la cual podía
desarrollarse la forma de producción campesina, beneficiada por
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

G   
P    
    
1960 1970

 
agrícola agrícola
 
3% 7%
mundial mundial
97% 93%

F: World Bank Statistics, <http://dataworldbank.org>, 27 de septiembre


de 2012.

el apoyo de los gobiernos. Esta agricultura campesina constituye el


rasgo distintivo de la fase de posguerra. Conocida como la “Vía
campesina de producción” (Vergoupolus y Amin, 1975:158), se con-
solidó alrededor de los años cuarenta y trajo consigo que, tanto
en los países desarrollados como en los dependientes, la produc-
ción alimentaria nacional proviniera esencialmente de los pro-
ductores familiares.
Aunque los subsidios en Estados Unidos favorecieron princi-
palmente a las grandes corporaciones y los grandes productores
rurales, también permitieron el ascenso de la granja familiar, que
fue característica de ese país en este periodo.

En Estados Unidos, una economía industrial excepcionalmente


desarrollada nutrió a la agricultura y creó las condiciones para el
temprano surgimiento de un sistema agroindustrial también muy
desarrollado. Sin embargo, la importancia histórica que tuvo en
Estados Unidos la granja familiar ha dado un sello distintivo a su
agricultura. A pesar del alto nivel de sofisticación técnica y de produc-
tividad sigue predominando en la mayoría de los sectores agrícolas
norteamericanos la producción por unidades familiares y no por
corporaciones que operan en gran escala (Burbach y Flynn, 1980:16).
 BLANCA RUBIO

En cuanto a Europa, Kostas Vergoupolus señala:

[…] fuera de la Gran Bretaña, no existe por así decirlo más país en
Europa en la hora actual, donde dominen las explotaciones agríco-
las en gran escala y las vastas propiedades terratenientes (Vergou-
polus y Amin, 1975:158-160).

En América Latina, por su parte, los campesinos aportaban la


mayor parte de la producción alimentaria. En Colombia, para 1960,
47.6% del valor de la producción alimentaria total provenía de
unidades campesinas, mientras que en Brasil los campesinos apor-
taban 58% de la producción de maíz para 1975; en Chile los campe-
sinos contribuían con 28% de los alimentos para 1973, en Paraguay
para 1975 aportaban 35% de los alimentos, mientras que en Mé-
xico cerca de 60% de la producción de maíz y frijol para 1950 pro-
venían de unidades campesinas (Rubio, 2012:38).
Podemos concluir que el dominio agroalimentario durante la
posguerra tuvo un carácter estructural incluyente en tanto que no
repercutió en el funcionamiento de la producción alimentaria na-
cional.
El dominio agroalimentario de la posguerra, al ocurrir en una
fase de consolidación de la hegemonía, no desestructura las uni-
dades campesinas. Esto es lo que cambiaría con el ascenso del mo-
delo neoliberal.
2. La crisis del orden agroalimentario
de la posguerra. 1970-1980

La historia de los veinte años que siguieron a 1973 es la


historia de un mundo que perdió su rumbo y se deslizó
hacia la inestabilidad y la crisis.
Hobsbawm, 1999:403

I

Los años setenta constituyen un parteaguas fundamental en la his-


toria del capitalismo contemporáneo. Fueron aquellos donde se
fracturó la hegemonía económica estadounidense, declinó el ré-
gimen fordista de acumulación y se resquebrajó el orden agroali-
mentario mundial. Se trataba en sentido estricto de una etapa de
transición entre el orden económico de la posguerra y el orden glo-
bal que se consolidó en los años noventa.
Durante los años setenta ocurrió la crisis de la fase de posguerra
en el ámbito general, mientras que en el ámbito agroalimentario
sobrevino la primera crisis alimentaria del periodo reciente, así co-
mo la reconfiguración del mercado agroalimentario mundial ante
el declive del dominio excluyente de Estados Unidos en este te-
rreno. Se trató de una década muy parecida a la de los años 2000,
por lo que su estudio constituye sin lugar a dudas un referente esen-
cial para comprender los cambios recientes en el ámbito mundial.
En este apartado analizamos primero el contexto económico
general de la década para abordar después las transformaciones
ocurridas en el ámbito agroalimentario.

[]
 BLANCA RUBIO

E  :    


   

L   

En 1973-1974 estalló la primera crisis capitalista global, después


del colapso de 1929. Se trataba de una crisis del régimen de acumu-
lación, esto es, de la forma de explotación del trabajo y de su valo-
rización, basados en el fordismo y el taylorismo, lo que se conoció
como “la organización científica del trabajo”. Esta fractura se expre-
só en el declive del crecimiento de la productividad del trabajo,
principalmente en la potencia que había comandado el proceso
de acumulación en la posguerra.

En los Estados Unidos, el descenso de la productividad del traba-


jo en el conjunto de la industria manufacturera es evidente. De un
3% anual para el periodo 1947-1958, se mantiene durante el perio-
do 1958-1966 en un 3.2% anual antes de caer claramente durante
el periodo 1966-1974, pasando a un 1.6% de media. A nivel global
(conjunto de la industria privada) pasa de un 3.5% en el periodo
1947-1966 a un 1.7% en el de 1966-1974, confirmando así casi
exactamente la tendencia afirmada en el seno de la industria ma-
nufacturera (Coriat, 1977:148).

La caída de la productividad se intentó subsanar a través de un


fortalecimiento en el uso de la tecnología, con métodos más sofis-
ticados dentro del esquema de producción en serie. Esto, sin em-
bargo, condujo a un aumento de la proporción entre medios de
producción y fuerza de trabajo, es decir, la composición orgánica
de capital, hecho que redundó en un mayor declive de la ganan-
cia. Nuevamente, este proceso trató de subsanarse incrementando
la escala de la producción, lo cual llevó a una sobreacumulación
de capital y de mercancías, como la manifestación generalizada de la
crisis (Coriat, 1977:146).
Por otra parte, desde una perspectiva estructural, la crisis de los
años setenta fue producto del debilitamiento de las causas con-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

trarrestantes al declive de la cuota de ganancia, que habían actuado


en forma eficaz durante la “etapa de oro” del capitalismo.
Nos referimos en primer término al control que se había man-
tenido sobre los salarios a través de los pactos con las dirigencias
sindicales. Sin embargo, los años sesenta y setenta se caracterizaron
por la combatividad obrera, la cual impidió que el capital aumen-
tara la cuota de explotación para detener el declive de la ganancia.
Mientras que la fase del capitalismo productivo transnacional se
erigió sobre la derrota de la clase trabajadora, la crisis de los años
setenta tuvo en su origen el ascenso de las luchas obreras y la
consolidación del poder sindical en la mayoría de los países, fun-
damentalmente en los desarrollados.

[…] el ascenso de las luchas obreras en numerosos países impe-


rialistas (Europa occidental, Japón, Canadá) y con la maduración
de una crisis prerrevolucionaria en algunos de estos países (en
una primera etapa: cuatro países de Europa meridional) (Mandel,
1977:46).

La correlación de fuerzas favorable al proletariado, que había


sido apuntalada en parte por el pleno empleo, trajo consigo al fi-
nal de la posguerra un ascenso de los salarios reales, por encima del
crecimiento de la productividad del trabajo, hecho que desembo-
có en el declive de la tasa de ganancia.

Por otra parte, el creciente poder sindical de los trabajadores or-


ganizados en los países del centro del sistema global elevó el nivel
del gasto social así como los costes salariales, recortando los be-
neficios, lo que dio lugar a la estanflación. Desaparecieron las opor-
tunidades de beneficio y apareció una crisis de sobreacumulación
de capital (Harvey, 2003:61).

Aun después de estallada la crisis, la combatividad obrera per-


sistió.

Igualmente, la crisis sociopolítica que significa para la burguesía el


ascenso de las luchas obreras en los países imperialistas impor-
 BLANCA RUBIO

tantes, limita y obstaculiza la eficacia de los mecanismos econó-


micos que permiten normalmente una acentuación pronunciada
de la tasa de plusvalía cuando hay una seria crisis de sobrepro-
ducción con desempleo masivo. Ni en Italia, ni en Francia, ni en
España, ni aun, parece ser en Canadá, el aumento del desempleo
ha reducido seriamente la combatividad de la clase obrera y per-
mitido imponer a los trabajadores una tasa de explotación sensi-
blemente superior a aquella de la fase de pleno empleo (Mandel,
1977:47).

El otro factor contrarrestante de la cuota de ganancia que se de-


bilitó se refiere al control que habían ejercido los gobiernos de Esta-
dos Unidos sobre el precio del petróleo y las materias primas, hecho
que había contribuido a sostener bajos los costos de los insumos
industriales.
El precio del petróleo aumentó como consecuencia de la de-
valuación del dólar que, como se verá más adelante, sobrevino ante
la pérdida de convertibilidad del dólar en oro. La depreciación de la
moneda verde llevó a la Organización de Países Exportadores de
Petróleo () a incrementar los precios del crudo, toda vez que
estaban basados en el dólar.
“El índice de precios mundiales de exportación del petróleo
crudo subió de 196 en 1973 (1970 = 100) a 641 en 1974” (,
2000:24).
El aumento en los precios del petróleo trajo consigo el incre-
mento en los precios de las materias primas, como se verá más
adelante, y generó un proceso inflacionario en el ámbito mun-
dial. El aumento de los precios de las mercancías apuntaló el pro-
blema de la sobreproducción de mercancías, que se encarecieron
en momentos en los cuales se dificultaba su colocación rentable en el
mercado.
El debilitamiento de los dos factores contrarrestantes que fueron
esenciales durante la posguerra para sostener la tasa de ganancia,
contribuyó de manera esencial al estallido de la crisis.
Entre 1973 y 1975 se redujo en 10% la producción industrial en
las economías desarrolladas y de mercado, mientras que el comer-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

G 
P   , -
   
40
35
30
25
20
15
10
5
0
1960
1961
1962
1963
1964
1965
1966
1967
1968
1969
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
F: United Nations Conference on Trade and Development (),
<http:unctadstat.unctad.org/>.

cio internacional bajó en 13%. A su vez, el desempleo, que había


crecido a 1.5% en los años sesenta se incrementó hasta 4.2% en los
años setenta (Hobsbawm, 1999:406).
En tanto la crisis global dio origen a un nuevo orden económico
mundial, se trataba de una crisis de fase5 que abarcó todos los pla-
nos de la realidad, pero además se desarrolló en un periodo prolon-
gado en el cual se destruyeron los viejos nexos que componían la
estructura, al tiempo que se empezaron a construir las nuevas
relaciones de producción en un marco capitalista.

E    E U

La crisis de los años setenta afectó no solamente a la forma econó-


mica de organización del sistema capitalista, sino también produjo
una fractura del sistema de fuerzas en el nivel mundial, con el de-
clive de la hegemonía económica de Estados Unidos y el ascenso

5 “Las sucesivas etapas del capitalismo se hallan separadas históricamente


entre sí, por crisis de rentabilidad y descomposición global (de agotamiento del
 BLANCA RUBIO

de sus rivales históricos, Japón y Alemania, como los nuevos cen-


tros de poder en el ámbito mundial.
El declive de poder de Estados Unidos se expresó inicialmente
en la pérdida del crecimiento de la productividad del trabajo en
relación con sus rivales europeos y nipones. Como señala Paul Ken-
nedy, no es que Estados Unidos estuviera produciendo menos, sino
que otros Estados estaban produciendo más (Kennedy, 2009:675).
La mayor caída relativa de la productividad en Estados Unidos se
debió a que este país había alcanzado elevados niveles en un plazo
muy corto y por tanto había llegado a su techo dentro del modelo
fordista antes que el resto de los países, que aún tenían un margen
amplio para incrementar la productividad.

[…] había ido más lejos que cualquier otro país para satisfacer las
necesidades humanas y [estaba] ya operando a un alto nivel de efi-
cacia (medido en términos de producción por hombre y hora), de
manera que las posibilidades conocidas para aumentar la produc-
ción por métodos mejores o maquinaria mejor, eran, en compa-
ración con el resto del mundo, menores (Kennedy, 2009:676).

Otro aspecto fundamental en la decadencia de Estados Unidos


lo constituyó el declive del dólar como moneda universal con con-
vertibilidad del oro. La coincidencia entre la disminución de las
reservas monetarias de Estados Unidos junto con el gran aumen-
to en el precio del oro, trajo consigo el rompimiento de los acuer-
dos de Bretton Woods, según los cuales Estados Unidos debía de
tener una cobertura de oro en la emisión de dólares.
El gigante del norte había perdido el control sobre el precio
del oro y por tanto, como señalamos, se vio obligado a devaluar la
moneda. En diciembre de 1971 el precio del oro pasó de 35 a 38 dó-
lares por onza troy, mientras que en febrero de 1973 ocurrió la
segunda devaluación en la cual el oro pasó de 38 a 42.22 dólares
por onza troy (Lichtensztejn, 2010:56).

patrón de desarrollo) que dan lugar a procesos abiertos de reestructuración de las


condiciones de rentabilidad y acumulación, a la construcción de nuevos ciclos de
expansión en torno a ejes y características diferentes a las anteriores” (Dabat,
1994:165).
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

La convertibilidad del dólar en oro había permitido a la primera


potencia mundial crear dinero y crédito en el nivel mundial, ga-
rantizando la liquidez del sistema en su conjunto, lo cual le acarreó
un enorme poder.
Cuando el 15 de agosto de 1971 el presidente Richard M. Ni-
xon anunció la inconvertibilidad del dólar en oro, se evidenció la
decadencia de la hegemonía económica estadounidense, por cuan-
to implicaba el declive de su poder financiero como un mecanis-
mo esencial de control mundial.

La presencia e identidad del dólar como dinero mundial, no era


simplemente la coronación de la hegemonía estadounidense, sino
el principio mismo a través del cual la ejercía. El dinero mundial es
siempre el eje centralizador de un modo de organización jerarqui-
zado de las relaciones económicas, mediante la confrontación de
las diversas monedas nacionales. El patrón dólar no fue la excep-
ción (Gutiérrez, 1992:21).

Esta situación trastocó de raíz el orden económico anterior al


modificarse las reglas financieras que habían prevalecido duran-
te más de 30 años.

La adopción de un sistema de paridades flotantes y de reglas de


ajuste flexibles, el desarrollo de un polo privado de creación y ges-
tión de la liquidez internacional, con la explosión del euromerca-
do, el crecimiento de la movilidad de capitales, la innovación de
productos y procesos financieros, la liberalización y la globaliza-
ción de los mercados y la consolidación de un régimen monetario
multipolar son algunos de los fenómenos que dan cuenta de los
cambios en las estructuras y prácticas de dichos circuitos, así como
de la redefinición de las relaciones entre sus principales agentes
(Gutiérrez, 1992:22).

El deterioro de la hegemonía estadounidense en el ámbito fi-


nanciero se consolidó en 1985 al convertirse este país en una na-
ción deudora neta de Japón, hecho que no ocurría desde 1914.
 BLANCA RUBIO

Otro factor que debilitó el poder alcanzado por Estados Unidos


durante la posguerra lo constituyó la pérdida de control sobre
los precios del petróleo que hemos mencionado.
Este aumento inusitado de los precios del petróleo tuvo un efecto
ambiguo respecto a la hegemonía de Estados Unidos. Por un lado,
profundizó la crisis económica mundial al impulsar un proceso in-
flacionario que ahondó la sobreacumulación y la sobreproducción
de mercancías, las cuales afectaban en mayor medida a Estados
Unidos que al resto de los países debido al declive relativo de su pro-
ductividad.
Pero por otro lado benefició a Estados Unidos como gran poten-
cia petrolera y fue un factor contrarrestante de su declive hegemónico
en la medida en que afectó de manera más fuerte a Europa Oc-
cidental y a Japón, que en general carecían de este combustible. Tal
situación se tornó en un elemento que retrasó a dichos países en
la competencia con Estados Unidos.
Junto con los procesos económicos que hemos mencionado
ocurrieron otros de orden político e ideológico que contribuyeron
al declive hegemónico de Estados Unidos.
El primero fue el movimiento de 1968, que entre otras cosas
trajo consigo el declive ideológico de la teoría desarrollista que ha-
bía comandado Estados Unidos, así como la protesta mundial con-
tra el poder político e ideológico de la potencia estadounidense.

La significación de la revolución mundial de 1968 no reside en el


cambio político que produjo. Para 1970 los levantamientos habían
sido sofocados o habían perdido fuerza en todas partes. […] La sig-
nificación de 1968 consiste más bien en que diluyó el consenso
existente en torno al wilsonismo-leninismo al cuestionar que la
ideología desarrollista hubiera alcanzado efectivamente algo de im-
portancia perdurable. Sembró la duda ideológica, erosionó la fe
(Wallerstein, 1996:121).

El otro proceso fue la derrota que enfrentó Estados Unidos en la


guerra de Vietnam en 1973-1976. A pesar de poseer la mayor fuer-
za militar del planeta, este país se vio obligado a finalizar la guerra
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

en el país asiático ante la imposibilidad de imponerse frente al


rechazo generalizado de la opinión pública.
Cabe hacer notar que cuando hablamos del declive hegemóni-
co de Estados Unidos, lo señalamos como la ruptura de la supre-
macía absoluta que ejercía en la posguerra. El declive fue de orden
esencialmente económico, financiero y político, pues siguió sos-
teniendo su poderío militar. Asimismo, aunque el dólar perdió su
carácter excluyente, no perdió el rol privilegiado en el sistema finan-
ciero mundial. Podemos decir que en los años setenta se inició la
decadencia de la hegemonía estadounidense como un proceso pro-
longado y con altibajos, manifiesto en la conformación de un mundo
multipolar en el que, no obstante, este país mantuvo el rol organi-
zador del sistema.

L   T M

Los países periféricos enfrentaron una situación dif ícil durante los
años setenta. Al problema de la crisis industrial y el declive de la
ganancia, se sumó el incremento en los precios del petróleo y el pro-
ceso inflacionario que provocó, lo cual ocasionó un incremento
en los precios de los bienes manufacturados que importaban. Aun
cuando las materias primas de exportación también subieron de
precio, este incremento no fue suficiente para compensar el au-
mento en los precios del combustible y las mercancías importa-
das, por lo que empezaron a enfrentar problemas con sus balanzas
de pagos.

Los países menos desarrollados que exportaban sobre todo pro-


ductos agrícolas tropicales fueron los que registraron una caída
más fuerte de sus relaciones de intercambio, ya que la inflación de
los precios de sus importaciones industriales y los mayores gastos
en la energía contrarrestaron con creces la subida del valor de sus
exportaciones fundamentalmente agrícolas (, 2000:28).

Tal situación se dio en el marco de las transformaciones ocurri-


das en el mercado financiero mundial. El aumento de los precios
 BLANCA RUBIO

del petróleo trajo consigo que los países árabes de la , coman-
dados por Arabia Saudita e Irán, atrajeran hacia ellos buena parte del
excedente mundial. Una porción importante de este excedente fue
colocada en los bancos occidentales, principalmente en Estados
Unidos y Europa. Esta abundancia de dinero provocó que las tasas de
interés fueran bajas, por lo que un amplio grupo de países del Ter-
cer Mundo se vieron obligados a pedir préstamos para solventar su
situación económica y enfrentar posibles sublevaciones internas.
Tales préstamos sirvieron también para mantener elevada la de-
manda de manufacturas hacia los países desarrollados, hecho que
constituyó un paliativo sobre los efectos de la crisis.
El resultado, sin embargo, para los países del Tercer Mundo,
en mayor medida para los que no producían petróleo, fue engar-
zarse en la fatal cadena del endeudamiento.

Desde finales de 1973 hasta fines de 1975, tuvo lugar un incremento


de 50% en la enorme deuda exterior de los países subdesarrollados
que no exportan petróleo, conocidos como “países no exporta-
dores de petróleo en vías de desarrollo” (Udry, 1977:79).

De esta suerte, la crisis de los años setenta fortaleció el inter-


cambio desigual que había surgido en la posguerra y convirtió a
los países del Tercer Mundo en deudores netos; con ello, el me-
canismo comercial de sometimiento abrió paso al mecanismo
financiero de la fase global.

L    


  . -

En el contexto del declive del orden económico mundial de la pos-


guerra, durante los años setenta sobrevino la transformación de
la fase agroalimentaria de la posguerra hacia la fase agroalimenta-
ria global.
Esta transición pasa por tres procesos esenciales, que son: el
aumento estructural de los precios de los alimentos, la crisis ali-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

mentaria y el declive hegemónico de Estados Unidos en el terreno


agroalimentario. Enseguida veremos cada uno de ellos.

E     

Los años setenta marcan un hito en la historia del mercado agro-


alimentario mundial debido a que en esta década ocurrieron un
conjunto de procesos que transformaron cabalmente la fisonomía
alimentaria del planeta.
El aspecto más relevante lo constituye el incremento inusita-
do de los precios de los alimentos, que ocurrió en el ámbito mun-
dial durante estos años.
Como puede observarse en el cuadro 1, el precio del trigo
pasó de 1.4 dólares por búshel en 1970 a 1.90 en 1972 y a 4.06 dó-
lares por búshel en 1975. El mismo proceso enfrentaron el resto de
los cultivos.

C 
P    -

Productos
1970 1972 1975 1980 1981 1982
y mercados
Soya ($ ../
tonelada métrica) 228.18 253.95 432.96 485.57 622.72 382.2
Nigeria Londres
Cacao en grano
(ctvos. $ ../
libra) 30.57 29.15 56.51 118.09 94.19 79.01
Nueva York
y Londres
Café (ctvos.
$ ../libra)
52.01 53.33 65.41 154.2 128.09 139.72
Otros suaves
(Nueva York)
Algodón (ctvos.
$ ../libra) 28.93 36.26 53.09 93.73 83.97 72.51
índice de Liverpool
 BLANCA RUBIO

C  ()

Productos
1970 1972 1975 1980 1981 1982
y mercados
Maíz
($ ../búshel)
1.48 1.42 3.04 3.19 3.32 2.75
Estados Unidos
(ptos. Golfo)
Arroz
($ ../tonelada
métrica) 143 149.92 363.17 433.67 482.83 293.38
Tailandia
(Bangkok)
Sorgo ($ ../
tonelada métrica)
Estados Unidos 51.8 56.2 111.87 128.86 126.54 108.35
(ptos. de ..
en Golfo)
Azúcar (ctvos.
$ ../libra)
Precio de 7.5 8.53 22.47 30.03 19.73 19.92
importación
..
Té (ctvos.
$ ../libra)
49.55 47.81 62.68 101.06 91.59 87.62
Promedio subasta
(Londres)
Tabaco
($ ../tonelada
métrica) 80.61 80.04 103.78 142.59 160.86 182.72
.. (todos
los mercados)
Trigo
($ ../búshel)
1.49 1.9 4.06 4.7 4.76 7.36
Estados Unidos
(ptos. Golfo)
F: Fondo Monetario Internacional, Estadísticas financieras internacio-
nales, Nueva York, 1995.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

En la gráfica 14 se aprecia con toda claridad el ascenso de los


precios de los alimentos durante la década de los setenta.

G 
P    
-
200 700
180
600
160

Eje de arroz y soya I


140 500
120 400
100
80 300
60 200
40
100
20
0 0
1970 1972 1975 1980 1981 1982

Cacao Café Algodón Maíz


Sorgo Azúcar Té Tabaco
Trigo Soya Arroz
F: Fondo Monetario Internacional, Estadísticas financieras internacio-
nales, Nueva York, 1995.

El aumento de los precios agropecuarios tuvo que ver en primer


lugar con el alza del precio del petróleo en 1973, hecho que elevó
el precio del combustible y los fertilizantes incrementando con ello
los costos de los bienes agropecuarios. Asimismo, contribuyó al
alza de precios el incremento de la demanda proveniente de los paí-
ses petroleros, que vieron elevar sus ingresos y alentaron la compra
externa de alimentos. Durante esta década ingresaron también al
mercado mundial de alimentos Japón y China como importadores
de cereales debido a problemas de carácter climatológico (Fritscher,
1993:143).
Un aspecto nodal que contribuyó también a aumentar los pre-
cios de los alimentos, esencialmente del trigo, tiene que ver con el
ingreso de la Unión Soviética como gran compradora de granos en
el mercado mundial.
 BLANCA RUBIO

El gigante socialista enfrentaba a fines de los años sesenta una


producción agrícola sustentada en formas de producción colecti-
vas, con la participación de campesinos en los koljos y sovjos, que
se desarrollaba con una baja productividad del trabajo y era expo-
liada a través de la extracción del excedente para el aporte a las
ciudades.
La baja productividad de la agricultura se reflejaba en la con-
tribución al producto social bruto por sector.

La agricultura representó 21.4% del ingreso nacional, aunque sólo


empleó cuatro millones de trabajadores menos que la industria.
Esto significa que, en 1973, cada trabajador de la industria aportó
14 900 rublos al producto social bruto, mientras que cada trabajador
de la agricultura aportó sólo 4 300 rublos (Khachaturov, 1983:216).

En el contexto de esta baja productividad, la Unión Soviética


enfrentó un acelerado proceso de urbanización provocado por una
fuerte industrialización como el mecanismo principal de compe-
tencia con el polo capitalista.

Al finalizar la época de Stalin era la Unión Soviética de modo predo-


minante un país campesino y sólo poco más de 40% de su población
vivía en las ciudades y poblaciones grandes. Actualmente (1965)
los citadinos forman ya casi 55% de la población. Esto significa
que, en una generación, la población urbana de la  ha aumen-
tado casi en 100 millones (de 22 que eran hace 40 años a 122 millo-
nes de habitantes que son ahora). Y casi la mitad de ese inmenso
incremento se ha producido después de la era staliniana (Deut-
scher, 1974:263).

El modelo de industrialización soviético trajo como consecuen-


cia que la agricultura se tornara incapaz de abastecer a la creciente
población urbana, por lo que a principios de los años setenta so-
brevino una crisis agrícola de enormes dimensiones.

Con el engrosamiento de la población urbana, esta responsabilidad


adquiere dimensiones titánicas; mientras la inercia de la agricul-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

tura, que en algunos años no produce más que hace 40 o 50 años, se


está convirtiendo en catástrofe nacional. Una nación industrial más
pequeña que Rusia podría resolver el problema a la manera como
lo resolvió Inglaterra en el siglo , basando deliberadamente su
política económica en la importación sistemática de artículos ali-
menticios. Pero una nación del tamaño de Rusia, por su delicada
posición internacional, no puede comprar regularmente el grue-
so de su alimentación en los mercados extranjeros (Deutscher,
1974:263).

De esta suerte, a principios de los años setenta la Unión So-


viética se encontraba en una delicada situación alimentaria que la
orilló a importar trigo del único mercado que podía proporcionar-
le un monto de las dimensiones que requería, su enemigo público
número uno: Estados Unidos.
En 1972 ocurrió la histórica importación de 28 millones de
toneladas de granos, “la mayor transacción comercial de la historia
de los cereales hasta entonces” (Warman, 1988:215).
El mismo autor señala:

Esta operación se ha convertido en una leyenda. Se la conoce como


el “gran robo de granos” —the great grain robbery— por el gran se-
creto en que se realizó y por la intervención de múltiples y oscuros
intermediarios. La mayor parte de los granos procedía de Esta-
dos Unidos y fue adquirida a un precio muy bajo por el efecto de los
subsidios norteamericanos. El gobierno de Estados Unidos fue sor-
prendido o fingió sorpresa por la operación. En cualquier caso,
después de la compra los precios de los granos en el mercado mun-
dial se dispararon por los cielos (Warman, 1988:215).

El “gran robo de granos” dejó al descubierto que la rivalidad entre


Estados Unidos y la Unión Soviética constituía en realidad un arma
de control de las dos potencias, pero a la vez fue uno de los factores
importantes en los que se evidenció el declive de la Unión So-
viética como gran potencia mundial.
En 1975, las exportaciones de trigo de Estados Unidos a la Unión
Soviética se volvieron regulares, a través de la firma de un convenio
 BLANCA RUBIO

para garantizar la venta de hasta ocho millones de toneladas de tri-


go estadounidense por año sin que se requirieran permisos espe-
ciales (Warman, 1988:220).
Este hecho histórico, inconcebible en los años más crudos de
la Guerra Fría, sellaba un cambio esencial en el mercado agroalimen-
tario mundial, signado ahora por el encarecimiento de los ali-
mentos, en el contexto del inicio del declive hegemónico de las dos
potencias mundiales de la posguerra.

L  

El aumento en los precios de los granos básicos durante los años


setenta cambió radicalmente el escenario, caracterizado por la exis-
tencia de excedentes a bajos precios y la encarnizada búsqueda
de mercados que realizó Estados Unidos para colocar sus granos en
el extranjero.
Al incremento de los precios se sumó la escasez de la produc-
ción mundial de granos, provocada por varios factores. El primero,
de carácter estructural, se debió a las consecuencias del intercam-
bio desigual que había resentido el sector en relación con el ámbito
manufacturero.

El largo periodo de baja relativa de los precios de las materias pri-


mas había deprimido la tasa de beneficio de este sector en rela-
ción a aquel de las ramas manufactureras, limitando las nuevas
inversiones en el sector “primario” y causando así una escasez re-
lativa, que iba a provocar a su vez, un alza extraordinaria de los
precios y la reorientación de las inversiones en este sector (Man-
del, 1977:52).

Otro elemento importante fue la coincidencia de factores cli-


matológicos con los sucesos económicos que hemos descrito.
En las grandes zonas productoras de cereales para la exportación
ocurrieron desastres provocados por las malas condiciones clima-
tológicas. En 1972 disminuyó 41 millones de toneladas la produc-
ción mundial de cereales, mientras que en 1974 el descenso fue de
30 millones de toneladas. En consecuencia, las existencias mun-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

diales de trigo bajaron de 50 millones de toneladas en 1971 a 27


millones en 1973, “el nivel más bajo en 20 años” (, 2000:23).
De esta forma las reservas mundiales de alimentos disminu-
yeron considerablemente.

Las existencias en los países exportadores sumaban en ese año


apenas 90 millones de toneladas, que cubrían sólo 26 días del
consumo mundial. Nunca antes de 1973 las reservas habían sido
inferiores a 50 días y casi estuvieron por arriba de los 60. En el caso
de una catástrofe climática mayor en grandes zonas, la reserva se-
ría insuficiente. […] La amenaza del hambre, uno de los cuatro
jinetes del apocalipsis, parecía cercana (Warman, 1988:228).

A los problemas productivos de las zonas exportadoras se su-


maron graves desastres en los países subdesarrollados. África fue
azotada por dos sequías catastróficas, una en la región de los países
del Sahel en 1973 (Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania, Níger y
Senegal) y la otra en Etiopía que duró desde 1972 hasta 1974.
El clima de escasez mundial se coronó con la restricción a las
exportaciones de un conjunto de países exportadores. Estados Uni-
dos restringió la exportación de soya y otros forrajes para combatir
la inflación interna, hecho que golpeó a aquellos países asiáticos
que utilizaban la soya como alimento. También Brasil y Argentina
impusieron controles a la exportación de alimentos, con lo cual
se fue configurando un clima de incertidumbre mundial entre los
países deficitarios, que vieron peligrar el abastecimiento de alimen-
tos en esa coyuntura.
Ante el problema mundial que se perfilaba, la Organización de las
Naciones Unidas y la  convocaron a la Conferencia Mundial
para la Alimentación en 1974, celebrada en Roma, cuyo objetivo
era lograr el consenso de los países para aumentar la producción
y la productividad, un sistema eficaz de seguridad alimentaria, po-
líticas para la constitución de reservas, socorro alimentario de emer-
gencia y reducir el crecimiento demográfico.
Se estableció un Consejo Mundial de Alimentación, un Fondo
Internacional de Desarrollo Agrícola, un Grupo Consultivo sobre
 BLANCA RUBIO

Producción Alimentaria e Inversiones Agrícolas en los Países en


Desarrollo, así como un Comité de Seguridad Alimentaria como
comité permanente de la .
Sin embargo, a pesar de las previsiones y medidas precautorias,
no hubo un desabasto de alimentos más que en zonas particula-
res por problemas específicos. En cambio, la escasez de alimentos
se convirtió en crisis alimentaria debido al problema financiero.
La producción mundial de alimentos se recuperó en 1973, pues
en ese año la producción de cereales creció 100 millones de tone-
ladas, sin embargo, los factores de incertidumbre desatados por la
conjunción del alza en los precios del petróleo, la escasez de ali-
mentos y la restricción de las exportaciones constituyeron el caldo
de cultivo para que los fondos especulativos fluyeran hacia los ali-
mentos como efecto refugio, lo cual trajo consigo un mayor in-
cremento de los precios y la alerta mundial de que se configuraba
una situación de hambruna internacional.

El boom de los precios de las materias primas de los años 1972-


1973 fue en gran parte resultado de una especulación sobre las
materias primas, consideradas como objetos de compra-refugio
para proteger al inversionista contra los efectos de la inflación (Man-
del, 1977:49).

Para fines de la década de los setenta, la situación alimentaria


mundial se había equilibrado por completo.

Las profecías apocalípticas no se cumplieron. Para 1977, las re-


servas almacenadas de 171 millones de toneladas, las más altas
en la historia, ya representaban dos meses de consumo mundial.
En 1987 las reservas suman 400 millones de toneladas (Warman,
1995:229).

La crisis alimentaria se había configurado así como un proceso


artificial, provocado en gran medida por factores de incertidum-
bre alimentaria en un contexto de crisis capitalista y precios del
petróleo al alza, que generaron el alza de los precios por factores
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

de orden especulativo. Éste sería el antecedente más cercano a la


financiarización de las commodities que azotó al mundo en la
primera década del siglo .
No obstante, la crisis alimentaria golpeó fuertemente a las po-
blaciones empobrecidas de los países subdesarrollados, así como
a los productores de granos básicos. Los más afectados fueron los
países que habían abierto las fronteras a los sobrantes sin colo-
cación de Estados Unidos y se habían convertido en dependien-
tes de la importación, ahora encarecida por la crisis alimentaria.
Alrededor de 42 países se vieron afectados por el alza en los precios
de los alimentos, el petróleo y los fertilizantes (, 2000).
En cuanto a los productores, enfrentaron una fuerte alza de
los precios de los insumos, sin una compensación en el precio de sus
productos. Los precios de los fertilizantes se triplicaron y cuadru-
plicaron en un año, por lo que el consumo mundial de fertilizan-
tes bajó en 1974.
Pero el aspecto más doloroso de la crisis alimentaria, sin lugar
a dudas, lo constituyeron las víctimas en los países subdesarrolla-
dos. En la región del Sahel murieron alrededor de 100 mil personas
como consecuencia del hambre, mientras que en la hambruna de
Etiopía murieron entre 50 mil y 200 mil personas de una pobla-
ción de 27 millones de habitantes.
La hambruna en África se prolongó debido a que Estados Uni-
dos había reducido la ayuda alimentaria. Puesto que el problema de
los excedentes se había resuelto debido a la escasez y el alza de los
precios, Estados Unidos no encontró razón alguna para sostener
el programa eje de la posguerra.

[…] el presupuesto del programa “Alimentos para la paz” se redujo


en los años de crisis alimentaria de 1973 y 1974. Ello, unido a unos
mayores precios de los alimentos significó una fuerte reducción
en el volumen de la ayuda alimentaria: de 9.8 millones de tonela-
das en 1972, a 7.2 millones en 1973 y a sólo 3.2 millones de tone-
ladas en 1974. Este descenso se producía justo en el momento en
que la ayuda alimentaria era más urgentemente necesitada por el
Tercer Mundo (Portillo, 1987:113).
 BLANCA RUBIO

Quienes se beneficiaron ampliamente de la crisis alimentaria fue-


ron las grandes empresas transnacionales agroalimentarias. En
1975, Cargill obtuvo ganancias constantes de más de 20 y 25%. Co-
mo Continental Grain, Dreyfus y Cook Industries comprometieron
su grano para venderlo a la Unión Soviética, en la ya mencionada
operación de “el gran robo de granos”, Cargill aprovechó el amplio
mercado que se abrió cuando los países se apresuraron a asegu-
rar sus existencias para el abastecimiento interno debido a la crisis
alimentaria.

La declaración de cuentas de Cargill en 1973 revela que el activo


neto de la compañía subió de 246 a 352 millones de dólares, o sea
un aumento de más del 40% (Burbach y Flynn,1980:265-266).

Debido a la crisis alimentaria, los gobiernos volvieron los ojos


hacia la pequeña producción familiar como la unidad que podía
recuperar la producción alimentaria en los países subdesarrolla-
dos. La Conferencia Mundial sobre Reforma Agraria y Desarrollo
Rural (), auspiciada por la  en 1979, proclamó la “Car-
ta del Campesino”, que contenía un paquete de programas destinado
a los países subdesarrollados para la reforma agraria y el desarro-
llo rural (, 2000:26).
Esta visión, sin embargo, fue prematuramente abandonada en
los años ochenta, como se verá después, ante la insoslayable entra-
da del neoliberalismo.

E  
 E U   

Como vimos antes, la crisis capitalista y financiera dio un duro


golpe a Estados Unidos y afectó su posición hegemónica mundial.
En este contexto, la gran potencia del norte reivindicó su poder
alimentario como una de sus armas fundamentales para enfrentar el
declive de su poder ante sus rivales emergentes.

En el régimen de Nixon el problema fue identificar las exportacio-


nes estadounidenses que pudieran incrementarse en forma signifi-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

cativa para compensar la cuenta creciente de sus importaciones. En


1970, Nixon designó a una comisión de ejecutivos de corpora-
ciones y abogados para encontrar respuesta. Esta comisión sobre
política de comercio internacional y de inversión, conocida como
Williams Commission, llegó a la conclusión de que había sólo dos
categorías comerciales que permitirían obtener las grandes su-
mas de divisas necesarias para equilibrar los pagos de Estados Uni-
dos: los bienes de alta tecnología y los productos agrícolas básicos
(Moore Lappé y Collins, 1982:218).

A diferencia del periodo de la posguerra, en que Estados Uni-


dos utilizó la colocación de excedentes como un mecanismo de
expansión, en la decadencia hegemónica esta potencia reivindicó
a los alimentos para contrarrestar su declive, por lo que su estrate-
gia cambió hacia el objetivo de controlar el mercado agroalimen-
tario mundial aprovechando su enorme superioridad en la calidad
de los suelos, la superficie agrícola y la tecnología empleada en rela-
ción con Japón y Alemania, que carecían de estos atributos.
Ante el alza de los precios, el gigante del norte impulsó una
política deliberada para incrementar su posición en el ámbito ali-
mentario mundial.

El brusco aumento del precio de los cereales en 1972 hizo que


este país diera un salto cualitativo hacia el mercado alimentario
mundial: en dos años triplicó el valor de sus exportaciones agríco-
las y cuadruplicó su saldo favorable de la balanza respectiva (Green,
1989:665).

Por esta razón,

[…] 24 millones de hectáreas ociosas fueron puestas bajo culti-


vo […] y los rendimientos crecerían en 25% en el transcurso de la
década (Fritscher, 1993:144).

Sin embargo, Estados Unidos no fue el único país que se bene-


fició de la crisis alimentaria. Los países europeos habían superado
con creces la fase en la cual fueron dependientes de las importacio-
 BLANCA RUBIO

nes de grano estadounidense, mediante el impulso de la producción


familiar y la puesta en marcha de la Política Agrícola Común, co-
mo vimos antes.
El resultado de estos procesos lo constituye el incremento sin
precedentes de la producción agrícola. En Francia la producción
aumentó en 360% entre 1954 y 1974 (Gutiérrez y Trápaga, 1986:166).
De esta suerte, Europa empezó a recuperarse de la devastación
alimentaria que había traído la Segunda Guerra Mundial, y ya para
los años setenta alcanzó la autosuficiencia alimentaria y empezó
a producir excedentes atraída por la situación favorable del mer-
cado internacional.

Hasta mediados de los años setenta, los excedentes de la  se


colocaban en los países miembros de la Comunidad que no eran
autosuficientes. A partir de entonces, la Comunidad empezó a
participar en los mercados de países ajenos a ella, compitiendo
en algunos casos como en el trigo, con Estados Unidos (Green,
1989:665).

Como puede observarse en las gráficas 15 y 16, mientras que en


los años sesenta Estados Unidos participaba con 40% de las expor-
taciones mundiales de cereales, ya para los años setenta solamente
aportaba 35%. En cambio, Francia, Canadá y Alemania incremen-
taron su participación en el mercado mundial de cereales.
A pesar de la enorme ventaja que le significó la devaluación del
dólar, pues esto le permitía que sus productos fueran más baratos
en términos relativos a las otras potencias, esto no impidió la en-
trada de otros países al mercado mundial.

Esta incuestionable hegemonía norteamericana en los asuntos agro-


pecuarios no impidió, sin embargo, que poco a poco emergieran
nuevos competidores, alentados de una parte por el espectro fa-
vorable de los precios internacionales, y de otra, por el flujo de
recursos crediticios, que permitía reconvertir y modernizar con
celeridad agriculturas hasta entonces volcadas hacia un patrón
productivo de corte extensivo y tradicional (Fritscher, 1993:145).
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

G 
P      
  , 
Canadá Francia
13% 9%
Argentina
9%

Australia
7%
Alemania
3%
Estados 
Unidos 6% Tailandia
35% 2%
China
2%
Brasil
Resto del mundo 1%
13%
F: Food and Agriculture Organization, /, <http://www.fao.
org>, 13 de marzo de 2013.

G 
P      
  , 

10%
Canadá
15% Australia
8%
Francia
5%
Argentina Tailandia
5% 3%
Estados Myanmar
Unidos 2%
40% Alemania
2%
Sudáfrica
Resto del mundo 1%
9%
F: Food and Agriculture Organization, /, <http://www.fao.
org>, 13 de marzo de 2013.

En 1979, Estados Unidos impuso a la Unión Soviética un em-


bargo cerealero, bloqueando las exportaciones de trigo que habían
acordado, como una represalia por la invasión que la potencia so-
viética había perpetrado contra Afganistán.
 BLANCA RUBIO

Este hecho que volvía a encumbrar como arma política los ali-
mentos, al estilo de lo acontecido con la PL 480, se revirtió en
contra de Estados Unidos cuando el inmenso mercado que los
soviéticos habían abierto fue aprovechado por Brasil, Argentina y
Canadá, lo que las perfiló también como rivales en el mercado mun-
dial. En el caso de Argentina, sus exportaciones a la  crecie-
ron en 9.5 veces, mientras las de Canadá lo hicieron en 2.7 veces
(Fritscher, 1993:145).
De esta suerte, en los años setenta emergieron competidores de
nivel para Estados Unidos, con lo que terminó su rol exclusivo
en el mercado agroalimentario mundial. La entonces Comunidad
Económica Europea se convirtió en una importante exportadora
de trigo y oleaginosas, mientras que países como Argentina, Ca-
nadá y Australia se afianzaron en la exportación de cereales.
Al igual que en el plano económico y financiero, Estados Uni-
dos había perdido su rol de potencia exclusiva, aunque su posición
en el mercado agroalimentario continuó siendo preponderante.
En cuanto a los países del Tercer Mundo, Estados Unidos trans-
formó también su relación con ellos. Ante el alza de los precios en
los años setenta, el problema de la colocación de excedentes care-
ció de importancia, por lo que entró en vigor el título IV de la PL
480, que, como señalamos en el capítulo 1, autorizaba las ventas de
productos a crédito pagadero en dólares u otras divisas fuertes,
con plazos de pagos hasta de diez años. Con ello, la potencia del
norte daba por terminado el pago en moneda local, lo que obligaba
a los países dependientes a incorporarse al mercado agroalimen-
tario como clientes regulares, abriendo la posibilidad de dominar
los mercados alimentarios de estas naciones.

L 
   
    

La participación de Estados Unidos y la Comunidad Económica


Europea como exportadores de granos en el mercado mundial ge-
neró las condiciones para el surgimiento de un mercado agroali-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

mentario internacional de alimentos básicos con competidores


del mismo nivel que no había ocurrido hasta la fecha.
Este proceso marcaba el inicio de un nuevo orden agrícola mun-
dial cuyos rasgos principales se empezaron a gestar en los tempra-
nos setenta, y fueron: la presencia de los alimentos básicos como
cultivos de vanguardia, la formación internacional de los precios de
los bienes básicos con mercados cerrados y la reaparición de la ren-
ta internacional de la tierra. Enseguida trataremos cada uno de estos
aspectos.

La nueva estructura productiva mundial

La formación de una demanda alimentaria mundial de granos bá-


sicos con la entrada de la Unión Soviética y los países petroleros, así
como la concurrencia de Estados Unidos y la Comunidad Eco-
nómica Europea como grandes exportadores de cereales, leche,
cárnicos y granos forrajeros, transformaron la estructura del merca-
do agroalimentario mundial. Las materias primas tradicionales de
exportación declinaron en la estructura de las exportaciones mun-
diales y cedieron su lugar a los cereales que desde entonces se convir-
tieron en los cultivos de vanguardia en el ámbito mundial.
Mientras que en 1971 las materias primas de exportación como
el algodón, el café y el azúcar comandaban el mercado agroali-
mentario mundial con una participación de 29.07% en el valor de
las exportaciones internacionales, ya para 1975 este lugar había
sido ocupado por los cereales; aportaban 34.90% del valor de las ex-
portaciones mundiales, mientras que las materias primas habían
declinado a 28.67 por ciento.6
Otro grupo de productos que incrementaron su participación
en la estructura comercial mundial fueron las oleaginosas —soya,
copra, cacahuate, almendras y aceites vegetales—, pues mientras
que en 1971 participaban con 12.51%, ya para 1980 aportaban
14.33% de la estructura comercial agropecuaria.

6Datos elaborados con base en , Anuario de producción, 1972 y 1975, y


Agrostat P.C., versión 3.0, Roma, Italia, 1994.
 BLANCA RUBIO

No sólo en el terreno comercial los cereales se convirtieron en


los cultivos más importantes, en el ámbito de la estructura produc-
tiva se observa también un predominio de los cereales en el tonela-
je aportado. Si en 1972 contribuían con 39.5% del volumen total, ya
para 1980 aportaban 41.83% de la producción agropecuaria mun-
dial. Tanto en volumen producido como exportado, los cereales se
convirtieron en los rectores agroalimentarios en el sentido de que
su lógica productiva y comercial se impuso sobre la de los demás
productos en el mercado mundial.
Esto cambió cabalmente el mercado agroalimentario mundial.
Los alimentos básicos exportados por los países desarrollados se
impusieron sobre las materias primas impulsadas por los países de-
pendientes. Los alimentos, y sobre todo los productos básicos de la
alimentación, se volvieron atributo de las potencias desarrolladas.
El incremento de los precios agropecuarios durante los años se-
tenta y la expansión productiva y comercial tanto de Estados Uni-
dos como de la  trajeron consigo un ascenso de la producción
y el comercio agroalimentario mundial. De 1972 a 1980 la produc-
ción agropecuaria, pesquera y forestal creció a una tasa media anual
de 3.38%, que revelaba la bonanza comercial para este tipo de pro-
ductos. El volumen de la producción cerealera por su parte creció
a una tasa de 2.04% anual de 1971 a 1980. Las exportaciones de di-
chos productos en volumen crecieron a la tasa de 5.5% anual, mien-
tras que el valor de las exportaciones se incrementó a la elevada tasa
de 15.01% anual en este mismo periodo. Este auge del comercio ce-
realero mundial reflejaba sin lugar a dudas el ascenso de los precios
internacionales como un fenómeno coyuntural, pero también la
expansión del mercado agroalimentario mundial, que emergía como
un rasgo del nuevo orden alimentario, caracterizado por el predo-
minio de los alimentos básicos como rectores del mercado mundial.

La formación de los precios internacionales


en un mercado cerrado

La constitución de un mercado agroalimentario mundial para los


bienes agropecuarios básicos inauguró el proceso de formación de
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

los precios internacionales para dichos cultivos. Aun cuando an-


teriormente los granos básicos registraban también precios inter-
nacionales, éstos no tenían un impacto real sobre la estructura
alimentaria de los países, ya que no existía una importación con-
siderable de dichos cultivos. Cuando se constituyó una demanda
mundial de cereales con la participación de la Unión Soviética, los
países petroleros, China y Japón como importadores, los precios in-
ternacionales empezaron a impactar en las economías de dichos
países, y en este sentido hablamos de que se inició un proceso de
formación mundial de los precios de los alimentos básicos.
En América Latina, países como México, Colombia, Brasil, Hai-
tí, República Dominicana, Venezuela y Nicaragua incrementaron
sus importaciones en el periodo de 1970 a 1980 a tasas superiores
a 15% anual.7
En este sentido, el mercado agroalimentario mundial centrado en
los cereales empezaba a impactar en las economías dependientes.
Sin embargo, el hecho de que las fronteras permanecieran cerra-
das a la importación de alimentos y prevalecieran las barreras aran-
celarias que venían desde la posguerra, trajo consigo que el impacto
del mercado mundial sobre los precios internos fuera moderado.
Asimismo, el incremento de los precios implicaba fuertes eroga-
ciones a los gobiernos, razón por la cual impulsaban una política
tendiente a sustituir la producción importada por la nacional.

La aparición de la renta internacional


de la tierra en los cereales

El aumento en el precio de los cereales durante los años setenta


hizo que surgiera un remanente de valor en los precios de los pro-
ductos sobre la ganancia media. Es decir que aquellos países cer-
canos a los mercados cerealeros o con una productividad mayor
pudieron aprovechar el aumento de los precios dados sus costos
más bajos, con lo cual obtuvieron una renta diferencial interna-
cional del producto.
7 Datos elaborados con base en : Agrostat P.C., versión 3.0, Roma, Italia,

1989-1993.
 BLANCA RUBIO

La década de los setenta constituyó una etapa: “que represen-


tó el máximo nivel alcanzado de la renta agraria en condiciones de
industrialización de la agricultura” (Mestries, 1990:62).
El fantasma de la renta de la tierra había resurgido, por lo que
los bienes alimentarios se tornaban de nuevo más caros que los
industriales. El mecanismo “perverso” de la agricultura volvía a en-
señorear en el capitalismo. La aparición de la renta de la tierra se
convirtió en un mecanismo de transferencia de valor, desde los paí-
ses dependientes de alimentos hacia los países excedentarios.
En este terreno, América Latina fue una de las regiones que per-
dieron valor por este concepto. Mientras que la producción de
cereales creció en la región a 2.14% anual de 1970 a 1980, la pobla-
ción lo hizo a 2.34% anual. En consecuencia, las importaciones
de cereales se incrementaron a la elevada tasa de 15.86% anual en
valor, cifra sin precedentes en la historia económica de la región.8
Se había iniciado así el ciclo de la dependencia alimentaria que
ataría a nuestros países al mercado agroalimentario mundial has-
ta nuestros días.

E  
 E U     

El declive hegemónico de Estados Unidos, que se inició con la crisis


de los años setenta, trastocó de manera cabal el dominio agroali-
mentario que había impulsado durante la posguerra. Puesto que en
esta fase dicho país gozaba de un poder casi absoluto en el mundo
capitalista, utilizó los alimentos para fortalecer sus sectores empre-
sariales y corporativos mediante la colocación de los excedentes,
ejerciendo un dominio económico y político de los países para
alinearlos en la pugna este-oeste, pero sin subordinar a los produc-
tores. Cuando sobrevino la crisis, su poder hegemónico empezó
a caer. Estados Unidos reivindicó entonces a los alimentos como un

8 Datos elaborados con base en , Agrostat P.C., versión 3.0, Roma, Italia,

1996.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

arma para recuperar el poder perdido, por lo que ubicó su estrate-


gia en dos niveles: arrancar a sus rivales económicos principales,
Europa y Japón, la supremacía alimentaria mundial e integrar a
los países dependientes al mercado agroalimentario como clientes
regulares, sometidos a través del financiamiento en la compra en
dólares de sus productos. Esta estrategia se profundizaría clara-
mente en la fase neoliberal, como se verá en el capítulo 3.
3. El neoliberalismo y la fase agroalimentaria global.
1980-2002

La larga expansión económica de Estados Unidos


ha terminado.
Brenner (2003:17)

I

Las décadas de los años ochenta y noventa del siglo  constitu-


yen en esencia el periodo de la llamada “contrarrevolución neoli-
beral”, que se irguió sobre la derrota de las clases subalternas en el
ámbito mundial. Fueron los años en los que se gestó el proceso de
financiarización como un mecanismo para enfrentar la crisis estruc-
tural de la fase expansiva de la posguerra, lo cual llevó al dominio
irrestricto del capital financiero sobre el productivo, y con él, a la
mayor desigualdad social que ha conocido la historia del capita-
lismo reciente.
Mientras que en el terreno económico general Estados Unidos
tomó al ámbito financiero como “caballito de batalla” para recuperar
la hegemonía perdida, en el plano sectorial hizo de los alimentos la
principal arma de competencia contra sus rivales emergentes.

La pérdida de hegemonía de Estados Unidos en la economía mun-


dial frente a Europa y Japón, en particular en materia industrial,
y el consiguiente deterioro de su balanza de pagos, acentuado asi-
mismo por la guerra de Vietnam, fueron factores que impulsaron
cambios en su política agrícola y de comercio exterior. A partir de
entonces se comenzó a revalorar el papel asignado a su sector

[]
 BLANCA RUBIO

agropecuario, como arma para ser utilizada en la promoción de los


objetivos de política exterior de Estados Unidos (Teubal, 1995:50).

Con esta estrategia Estados Unidos pretendía recobrar el domi-


nio absoluto del mercado agroalimentario que preservó durante
la posguerra. Sin embargo, con la consolidación del mercado mun-
dial como un rasgo de la globalización, concurrían ahora las grandes
potencias en disputa, principalmente la Comunidad Económica Eu-
ropea, como gran vendedor alimentario.
La pugna por los mercados en el contexto del declive hegemónico
estadounidense transformó cabalmente al mundo agroalimentario
de la posguerra, dando pie a una enorme polarización y concen-
tración de la producción, así como de las exportaciones alimentarias
mundiales en los países desarrollados.
En el primer apartado se aborda el contexto general para ana-
lizar el plano agroalimentario en la segunda parte del capítulo.

E   :  


     

El periodo de 1980 a 2002 se inició con una recesión y terminó con


una crisis mundial. Fueron los años de las profundas turbulencias
mundiales que trajo consigo la instauración de un orden mundial
profundamente desigual, sostenido sobre los pilares de arena de la
financiarización y el declive hegemónico de Estados Unidos.
Se trata en rigor de dos décadas que, junto con la de los seten-
ta, forman parte de la fase “B” del ciclo de Kondratiev, es decir, una
fase descendente o de contracción económica que siguió a la fase
“A”, expansiva de la posguerra (Wallerstein, 2011:26).
En estos años se consolidó un nuevo orden mundial, conocido co-
mo “informático global”, un nuevo modelo económico conocido
como neoliberal, un nuevo régimen de acumulación denomina-
do “flexible”, una nueva división internacional del trabajo en el ám-
bito mundial, así como formas inéditas de sometimiento de los
países, los sectores y las clases subalternas. Fueron los años “oscu-
ros” del capitalismo finisecular.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

L        

La disputa económica

Como señalamos en el capítulo 2, en los años setenta Estados Uni-


dos perdió el liderazgo económico debido al lento crecimiento de
su productividad del trabajo en relación con el de sus viejos rivales,
Alemania y Japón.
La crisis económica de los años setenta fue acompañada de un
grave proceso inflacionario originado por la devaluación del dólar,
pero también por el fuerte incremento en los precios del petróleo,
el oro y las materias primas de origen agrícola, lo que se conoció
como estancamiento con inflación o “estanflación”.
Sin embargo, en los tempranos ochenta la situación cambió sus-
tancialmente. En primer término, el proceso inflacionario minó la
fuerza del movimiento obrero que había prevalecido durante los
años setenta, el cual había impedido elevar la cuota de plusvalía para
restablecer la ganancia. En la octava década, en cambio, la llamada
“violencia de la moneda” (Aglietta y Orléan, 1990), junto con el des-
empleo, acabaron por minar la combatividad de las organizacio-
nes obreras, despejando con ello el camino para la reducción salarial.
Otro factor fundamental fue el freno al alza trepidante de los
precios del petróleo que había ocurrido en los años setenta. En 1980
el precio del petróleo había llegado a la cifra récord de 36.83 dóla-
res el barril, sin embargo, la búsqueda de países productores ajenos
a la  y de fuentes de energía alternativas, que había impulsa-
do Estados Unidos durante los años setenta para paliar el alza de los
precios, dio resultado. Entre 1970 y 1986 la producción conjunta
de petróleo de la , México, China, Canadá y el Mar del Norte,
aumentó 140%. A la par, el ascenso de la energía nuclear en el ám-
bito mundial redujo la demanda de crudo, obligando a la  a
reducir la producción para detener la caída de los precios, lo cual
fue infructuoso pues a pesar de todo el precio se desplomó hasta
14.43 dólares el barril en 1986 (Carmona y Jones, 2007:4).
El control del movimiento obrero y de los precios del petróleo
constituyeron dos factores esenciales para impulsar la contrarrevo-
 BLANCA RUBIO

lución neoliberal, no solamente por su impacto sobre los factores


contrarrestantes de la caída de la cuota de ganancia, sino también
porque generaron un marco propicio para dar un golpe de timón a
las políticas de corte keynesiano que habían prevalecido durante la
fase de posguerra.
Margaret Thatcher en Inglaterra en 1979, Reagan en Estados
Unidos en 1980, Kohl en Alemania en 1982 y Schluter en Dinamar-
ca en 1983, fueron los pioneros del nuevo plan de austeridad, fincado
en la debilidad de las organizaciones obreras y campesinas.

Thatcher contrajo la emisión monetaria, elevó las tasas de interés,


bajó los impuestos sobre ingresos altos, abolió los controles de
los flujos financieros, creó niveles de desempleo masivo, aplastó
huelgas, impuso una nueva legislación antisindical y cortó los gas-
tos sociales. Amplió los programas de privatización en industrias
básicas como el acero, la electricidad, el petróleo, el gas y el agua
(Anderson, 2001:17).

El gobierno de Reagan en Estados Unidos se vio obligado a im-


poner también las medidas de austeridad, sobre todo porque había
sido el principal impulsor de la inflación desatada con la devalua-
ción del dólar, que generó el rompimiento de los acuerdos de Bret-
ton Woods.
De esa manera subió las tasas de interés y promovió una política
de austeridad que, sin embargo, desembocó en una fuerte recesión,
por lo que Reagan se vio obligado a impulsar el gasto militar para
estimular la demanda al más puro estilo keynesiano.
Estas medidas, sin embargo, fueron devastadoras para el en-
tonces Tercer Mundo. De la abundancia de dinero mundial que
imperó en los años setenta, por los elevados precios del petróleo
que permitieron a las potencias de la  reciclarlo a los bancos de
los países desarrollados permitiendo el establecimiento de bajas
tasas de interés, se pasaba de súbito a elevadas tasas de interés, su-
miendo a las naciones endeudadas en una fuerte crisis cuya ex-
presión más nítida fue la declaración de insolvencia de México en
1982. Como se verá más adelante, este proceso derivaría en una
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

nueva forma de sometimiento sobre los países subdesarrollados,


mediante la extracción de jugosos intereses que no permitían re-
ducir el principal de la deuda.
Las duras medidas tomadas por los países desarrollados, sin
embargo, no lograron paliar los procesos de sobreacumulación y
sobreproducción de mercancías que habían ocasionado la crisis
estructural de los años setenta, en tanto generaban una estrechez
del mercado y un estrangulamiento de la demanda.
Entonces sobrevino la estrategia ofensiva de Estados Unidos
contra sus rivales en la competencia por el poder económico mun-
dial. En 1985 Estados Unidos impuso los Acuerdos del Plaza a
Japón y Alemania, obligándolos a aceptar una nueva devaluación
del dólar de entre 40 y 60% en relación con el marco alemán y con el
yen japonés.
Esta imposición basada en el poder económico y militar de Esta-
dos Unidos significaba que, a pesar de que su productividad del
trabajo era menor que la de sus rivales, les imponía una superio-
ridad en la competitividad al hacer más baratas sus mercancías
frente a las de los europeos y los nipones simplemente por la magia
de la devaluación.
De 1985 a 1995, el sector manufacturero de Estados Unidos
aumentó sus ganancias en dos tercios y creció la rentabilidad de la
economía privada por primera vez desde 1973. Las exportaciones
estadounidenses, con el dólar débil, crecieron más de prisa que en
ninguna década de la posguerra y de esta forma se superó la larga
etapa de estancamiento que había venido con la crisis de los años
setenta.
Los empresarios estadounidenses vivieron su agosto al incre-
mentar su productividad relativa mundial sin tener que hacer in-
novaciones ni inversiones, beneficiados además de los salarios
congelados, de la reducción de la carga fiscal, los bajos costos del
petróleo y de las materias primas (Brenner, 2003:22).
Esta estrategia competitiva de Estados Unidos logró superar su
declive productivo y registrar un ascenso “fácil” de 1985 a 1995,
colocándose de nuevo como la primera potencia económica en el
mundo. Sin embargo, este ascenso fue a costa de la decadencia de
 BLANCA RUBIO

Alemania y Japón, que vieron reducir su competitividad internacio-


nal y desde 1991 se hundieron en la peor recesión desde la posgue-
rra. Dicha crisis empezó a amenazar la estabilidad internacional en
1995, por lo que Estados Unidos no tuvo más remedio que frenar
su alocada carrera solitaria.
En 1995 se firmaron los contraacuerdos del Plaza, mediante los
cuales Estados Unidos revalorizó el dólar con el fin de rescatar a
sus rivales europeos y asiáticos de una crisis que les había empe-
zado a golpear. Como en el Plan Marshall, Estados Unidos se veía
obligado a rescatar a sus rivales históricos, pero no a través de apo-
yo y ayuda de mercancías como entonces, sino en el ámbito finan-
ciero, que empezaba a desplegarse como la nueva e inédita arma
de competencia mundial por la hegemonía.
Nuevamente, sin embargo, con la revalorización del dólar, los
efectos de la sobreacumulación y la sobreproducción se hicieron
presentes al seguir sin resolverse. Parecía iniciarse así un nuevo ci-
clo de recesión, pero ahora con Estados Unidos como epicentro.
Sin embargo, Japón y Alemania inundaron de fondos el merca-
do de dinero de Estados Unidos, lo cual lo obligó a bajar las tasas de
interés. Estos dos factores, la revalorización del dólar y el declive
en las tasas de interés, proporcionaron los medios necesarios para
que las empresas y las familias se endeudaran, aumentando el con-
sumo y las inversiones. También provocaron la gran carrera alcista
de las bolsas.

[…] hasta 1995 la carrera alcista del mercado de valores se justi-


ficaba plenamente en base a los beneficios empresariales. Pero a
partir de ahí, los precios de las acciones crecieron mucho más que
los beneficios empresariales, sobre todo cuando la tasa de ganan-
cia industrial comenzó a ser negativa. Y la mayor burbuja bursá-
til de la historia de la bolsa de Estados Unidos estalló (Brenner,
2003:23).

Se había iniciado así el proceso de la financiarización como una


estrategia de Estados Unidos para resolver la crisis capitalista de
sobreacumulación y sobreproducción. La revalorización del dólar
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

permitía que el peso de la crisis no recayera en ningún país, ya que


dicha revalorización era compensada por el declive en las tasas de
interés, la cual a su vez fomentaba la sustitución del ascenso pro-
ductivo por el financiero y especulativo.

En tanto el valor virtual de sus activos creció con la burbuja bursátil


más allá de cualquier valor económico real, las empresas pudie-
ron disponer de grandes fuentes alternativas de recursos prácti-
camente gratuitos, independientes de los beneficios industriales.
Podían emitir acciones a los precios inflados de la bolsa y podían
obtener créditos sin límite utilizando como garantía el valor infla-
do de sus activos. De esta manera fueron capaces de mantener, e
incluso aumentar, la tasa de crecimiento de sus inversiones en
nuevas fábricas y equipos, a pesar de la contribución cada vez me-
nor, en términos relativos, de los beneficios industriales. Gracias a
este “efecto riqueza” la expansión alcanzó una gran vitalidad (Bren-
ner, 2003:24).

De 1995 a 2000 la economía mundial, arrastrada por la expan-


sión financiera de Estados Unidos, vivió una nueva etapa de as-
censo, conocida como la belle époque, en el marco de profundas
turbulencias como los efectos vodka y samba y la crisis japonesa
de 1998. Estados Unidos transcurrió por una de las fases expansi-
vas más largas de su historia, incluso más prolongada que aquella
provocada por la guerra de Vietnam. Todavía en el último semes-
tre de 1999 la economía estadounidense creció 6.9% anual, cerran-
do el año con un crecimiento de 5.5 por ciento.9
Con el fin de sostener el ascenso, Estados Unidos volvió a bajar
las tasas de interés logrando el mayor boom de la economía entre
1998 y el año 2000. Los precios de las acciones se dispararon y las
empresas registraron un alza desproporcionada, particularmente
las de telecomunicaciones, medios y tecnología, que eran las más
financiarizadas.
Arrighi señala que esta etapa de la belle époque de los noventa,
se parece a la eduardiana por la inconsciencia que prevalecía de
9 Diario La Jornada, 22 de diciembre de 1992.
 BLANCA RUBIO

la crisis inminente, ya que el ascenso no era consecuencia de la su-


peración de las causas que habían originado la crisis de los años
setenta: la sobreacumulación y la sobreproducción de mercan-
cías (Arrighi, 2007:17).
Sin embargo, tarde o temprano la burbuja tenía que estallar. Es-
tados Unidos había desatado las fuerzas de la financiarización
para suplir su debilidad productiva y como el aprendiz de mago,
después no sabría cómo pararlas.
En 2000-2001 se hizo presente la crisis, lidereada por las em-
presas de tecnologías, medios y comunicaciones. Había un exceso
de capacidad acumulado durante la fase alcista de las bolsas, ba-
sado en un valor virtual que no tenía correspondencia con el valor
real, porque la tasa de ganancia había seguido cayendo. Las inver-
siones y el crecimiento cayeron entre 1999-2000 y mediados de
2001-2002 a los niveles más bajos desde la Segunda Guerra Mun-
dial. Se conoció como la crisis de las punto.com y fue el preludio
de la gran crisis que estallaría en 2008.
Durante el periodo de la contrarrevolución neoliberal, Estados
Unidos pudo recuperar su rol hegemónico desatando los demo-
nios de la financiarización. Como se verá más adelante, el orden
mundial de los noventa no fue resultado de tendencias económi-
cas insoslayables, sino una estrategia para recuperar la hegemonía
perdida. Este proceso tuvo elevados costos para los países depen-
dientes y las clases subalternas. Como dice Harvey:

Amenazado en el terreno de la producción, Estados Unidos con-


traatacó reafirmando su hegemonía mediante las finanzas (Harvey,
2003:62).

La lucha por la hegemonía política e ideológica

Durante las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado se


consolidaron los dos polos contendientes del poder estadouni-
dense. Por un lado se creó la Unión Europea en 1995, y surgió el euro
como la moneda común que vinculó económicamente a los países
europeos, pero además emergió como una divisa fuerte frente al
dólar y el yen. Por su parte, Japón se convirtió en el líder del área
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

asiática con el surgimiento de los llamados tigres o gansos vola-


dores: Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur, países que se
negaron a aceptar la receta neoliberal y sorprendieron al mundo
por el elevado crecimiento de sus economías. En este entorno, vale
mencionar también el despunte de China en la economía mundial.
Se constituyó así un mundo multipolar formado por dos blo-
ques regionales como rivales de Estados Unidos, con lo cual se creó
una nueva configuración de la disputa por la hegemonía mundial.
El declive de la  y la caída del muro de Berlín en 1998 fue-
ron acontecimientos que contribuyeron al cambio en la geopolítica
mundial. Aun cuando la decadencia de la  no fue el resultado
de una derrota infligida por Estados Unidos y sus aliados, sino
producto de sus propias contradicciones, este fenómeno contri-
buyó claramente a fortalecer el dominio ideológico y político de
Estados Unidos a través de la contrarrevolución neoliberal. Aun-
que la estrategia financiarista desplegada por el gigante del norte
no logró superar la crisis de sobreproducción y sobreacumulación
iniciada en los años ochenta, en el terreno ideológico sí trajo una
victoria de dimensiones mundiales.
Fincado sobre una de las derrotas más profundas de las clases
subalternas, el neoliberalismo se erigió como el movimiento ideo-
lógico único, sin contrincante de importancia en la escala mun-
dial. Esto quedó expresado nítidamente en la frase de Fernando
Henrique Cardoso.

Fuera de la globalización no hay salvación; dentro de la globaliza-


ción no hay alternativas.

El Estado y los sindicatos tomaron el lugar que había dejado la


 como el enemigo principal a vencer, mientras que la dere-
cha y los conservadores se convirtieron en los héroes modernos
que a través del libre mercado lograrían alcanzar “la nueva eco-
nomía”.

[…] el neoliberalismo se convirtió en el sentido común de nuestro


tiempo. Ésta ha sido su mayor victoria (Sader et al., 2001:98).
 BLANCA RUBIO

Así, a pesar de que se había iniciado el declive hegemónico de


Estados Unidos y que la crisis estructural de los setenta seguía sin
resolverse, esta potencia y sus aliados logaron imponer un movi-
miento ideológico en el ámbito mundial, que justificaba la desigual-
dad, la concentración del poder y la riqueza, sin precedentes en el
periodo reciente.
Esta victoria, como señaló Salama, venía de nuestra propia de-
bilidad (Salama et al., 2001:105).

Los rasgos estructurales del nuevo orden mundial

Durante los años ochenta y noventa surgió un nuevo orden mun-


dial conocido como “informático y global”10 (Dabat, 1993:17), que
trajo consigo modificaciones profundas en los mecanismos de ex-
plotación, dominación y subordinación en todos los niveles del
sistema económico mundial. Debido a que la relación de explo-
tación —y con ella todas las formas de dominio— constituye la cua-
lidad esencial de un modo de producción, el cambio de un orden
mundial a otro responde a modificaciones en este terreno.
Junto con el nuevo orden mundial emergió también un nuevo
modelo económico conocido como “neoliberal”. Este último en-
tendido como un

[…] modelo hegemónico, o sea, un formato de dominación de cla-


se adecuado a las relaciones económicas, sociales e ideológicas
contemporáneas. […] un cuerpo doctrinario que desemboca en un
modelo de relaciones de clases, en valores ideológicos y en un mode-
lo determinado de aparato estatal (Sader et al., 2001:97).

El rasgo fundamental de este nuevo modelo y orden mundial lo


constituyó el dominio del capital financiero sobre el productivo, ya
que constituye una nueva forma de subordinación sobre los países
y los sectores económicos.
10 Se entiende el nuevo orden mundial como “una nueva forma de organi-

zación de la producción y de las modalidades de acumulación que se está tras-


mitiendo a nivel mundial a través de la lógica de la concurrencia” (Dabat, 1993:
177).
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

Las condiciones para este proceso se establecieron en el gobier-


no de Clinton (1993-2001) cuando el Departamento del Tesoro y la
Reserva Federal de Estados Unidos generaron, a través de un con-
junto de modificaciones a la legislación, la liberación financiera.
Se transformaron así las normas establecidas a raíz de la depre-
sión de 1929, en particular la Ley Glass-Steagall, que separaba las
actividades entre bancos comerciales y de inversión.

[…] las nuevas reformas incentivaron a los bancos comerciales es-


tadounidenses a multiplicar sus operaciones en una amplia gama
de nuevas transacciones financieras, cada vez más sofisticadas y
menos reguladas (Marichal, 2010:284).

El ascenso económico en las dos décadas de estudio no fue,


por tanto, resultado de la superación de la crisis de los años se-
tenta; se trata de una etapa de crecimiento sostenido sobre el endeu-
damiento y la financiarización sin crecimiento de la acumulación.

[…] la tasa de acumulación, o sea, la efectiva inversión en el parque


de equipamientos productivos, apenas creció en los años ochen-
ta, y cayó en relación con sus niveles —ya medios— de los setenta.
En el conjunto de los países del capitalismo avanzado, las cifras
son de un incremento anual de 5.5% en los años sesenta, 3.6% en
los setenta y sólo 2.9% en los ochenta. Una curva absolutamente
descendente (Anderson, 2001:21).

El dominio del capital financiero sobre el productivo implica,


en primer término, que parte del valor producido en las actividades
productivas como la pequeña y mediana industria y la agricultu-
ra es transferido hacia el sector financiero, inaugurando con ello
nuevas formas de dominio sobre los sectores productivos. De igual
forma, la deuda pública de los países subdesarrollados fuertemen-
te incrementada por el alza de las tasas de interés en los ochenta,
constituyó un mecanismo de transferencia de valor desde el sur
hacia el norte desarrollado.
En segundo lugar, el dominio del capital financiero sobre el
productivo implica que las propias grandes industrias de los países
 BLANCA RUBIO

desarrollados desvían gran parte de sus beneficios hacia el sector


financiero, y en particular al especulativo. Ante el declive de los
mercados y el exceso de capacidad, las industrias empezaron a
orientar su capital hacia la esfera financiera, por su mayor renta-
bilidad.

[…] el sector industrial no sólo domina sino que dirige esa ten-
dencia a la “financiarización” de la economía no financiera (Arri-
ghi, 2007:149).

Este proceso fue comandado por Estados Unidos, quien pasó


de ser la potencia productiva más importante de la etapa de la pos-
guerra, al más grande intermediario financiero y comercial global
del mundo. Ello, por supuesto, al tiempo que le salvó temporalmen-
te de la decadencia, contribuyó, sin embargo, a socavar su poder
económico.
Cabe hacer notar que el mote de “capitalismo de casino” que
se le dio al modelo neoliberal proviene de que fue esencialmente el
capital especulativo y no financiero el que se irguió como domi-
nante en esta etapa.

Además se estima que sólo el 3% de las transacciones financieras


internacionales tiene que ver con el comercio internacional de
mercancías, lo que significa que casi la totalidad de los flujos finan-
cieros que hoy cruzan el planeta en todas direcciones son pura-
mente especulativos, desvinculados de la economía real, y por
supuesto del beneficio general de la población (Borón, 1999:224).

De esta suerte, se erigió un sector de la clase dominante mundial,


ubicado en la esfera especulativa y financiera, el cual se constituyó
en el más poderoso del mundo, a la vez que impuso su interés so-
bre el de los demás sectores capitalistas productivos y de las clases
subalternas.

[…] en esta fase de la hegemonía estadounidense el capital finan-


ciero ocupó el centro de la escena, ejerciendo cierta capacidad
disciplinaria tanto sobre el movimiento obrero como sobre la in-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

tervención del Estado, sobre todo allí donde éste cargaba con una
deuda significativa (Harvey, 2003:63).

Fincado sobre la base del dominio del capital financiero sobre


el productivo, ocurrieron durante los años ochenta y noventa un
conjunto de transformaciones estructurales en el ámbito produc-
tivo mundial que trastocaron las pautas de la fase de posguerra.
Sobrevino, en primer término, una nueva fase de la internacio-
nalización del capital que fue conocida como globalización, la cual,
desde la perspectiva de Joachim Hirsch no fue sino una “estrategia de
las grandes empresas para superar la crisis de la larga fase de ex-
pansión de la posguerra” (Hirsch, 1997:179). Se trata de estrategias
de asignación y apropiación de los recursos desde una perspectiva
global, dominio de los mercados productivos y financieros, repar-
tición económica del mundo y apropiación del valor producido
en los países subdesarrollados. Según Alejandro Dabat, sus rasgos
principales son:

[…] la unificación de los mercados financieros internacionales y


nacionales en un circuito único de movilidad del capital, el co-
mienzo de la integración multinacional de las grandes corpora-
ciones transnacionales de diferente base nacional, la constitución
de bloques comerciales regionales y el comienzo de la coordina-
ción permanente de las políticas económicas de las grandes po-
tencias capitalistas (función del llamado G-7) (Dabat, 1993:20).

Los que comandaron el proceso de globalización fueron las


grandes empresas transnacionales globales, que son aquellas cuyo
medio de producción principal es la ciencia y la tecnología, no sólo
como la base tecnológica en la cual se sustentan, sino como el meca-
nismo principal para innovar sus productos e impulsar la compe-
tencia con sus rivales económicos. Dichas empresas impulsaron
un agresivo proceso de expansión territorial y económica que les
permitió dominar las áreas productivas estratégicas en el ámbito
mundial, en el marco de una guerra comercial, tecnológica y finan-
ciera entre las empresas rivales.
 BLANCA RUBIO

La imposición del poder de las transnacionales globales en los


países subdesarrollados, así como la apertura de sus fronteras a
las mercancías y al capital foráneo, trajeron consigo un proceso de
pérdida de autonomía de los Estados que erosionó los mecanismos
locales de regulación. Esto generó un proceso de transnaciona-
lización de las estructuras del Estado que ha originado la imposi-
ción del capital transnacional sobre el capital territorializado, al
tiempo que ha convertido a los gobiernos en “administradores de
la crisis” (McMichael, 1998:139).
Como se verá más adelante, los gobiernos de los países depen-
dientes han perdido el control de las variables económicas funda-
mentales, entre ellas la moneda, el salario, la tasa de interés y el
precio de las materias primas. Esto les ha generado una enorme in-
capacidad para definir las pautas económicas principales.
En segundo término, se desarrolló el régimen de acumulación
flexible como una nueva forma organizativa del trabajo, cuya cua-
lidad esencial consiste en la flexibilización productiva, en contras-
te con la rigidez del sistema técnico anterior.

Flexibles, es decir capaces de fabricar sin mayor reorganización


productos diferentes a partir de una misma organización básica
de los equipos y con una reducida demanda de ajuste (Coriat,
1992:26).

Esta nueva forma organizacional del trabajo rompe con la par-


celación y simplificación del fordismo y genera un sistema de agru-
pamiento con un número reducido de trabajadores, que combinan
tareas de producción con las de programación, planeación, control
de calidad y mantenimiento, asumiendo la responsabilidad en el re-
sultado del trabajo, lo que se conoce como involucramiento en las
funciones (Rivera Ríos, 1992:61).
El régimen de acumulación flexible se construyó sobre la terce-
ra revolución tecnológica, que dio lugar a lo que se conoce como la
“mecatrónica” —la conjunción de la electrónica y la mecánica—
(Coriat, 1992:19), así como a un conjunto de innovaciones técnicas
como la informática, la robótica, la tecnología polifuncional del
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

láser, la biotecnología y la biogenética, así como la tecnología de los


nuevos conductores. Este imponente salto tecnológico trajo consigo
un gran desarrollo de las fuerzas productivas que permitió transfor-
mar los procesos productivos, tanto industriales como agrícolas,
generando las bases para una nueva fase productiva.
Tales características del orden informático y global generaron
una transformación cabal de la etapa de la posguerra. La crisis sis-
témica seguía sin resolverse, pero entre tanto el mundo había cam-
biado radicalmente de forma.

Los países dependientes

Los países del otrora Tercer Mundo fueron fuertemente afectados


por la financiarización de la economía y la estrategia de Estados Uni-
dos para conservar su hegemonía.
En primer término, mientras que en la década de los setenta
fueron inundados por los créditos baratos procedentes de los pe-
trodólares, el alza súbita de las tasas de interés determinada por
Estados Unidos en los años ochenta los sumió en la crisis de la
deuda. Los pagos por concepto de la deuda ascendieron de un ter-
cio de las exportaciones de los países del Tercer Mundo en 1977
a casi dos tercios en 1982 (Arrighi, 1999:389).
En segundo lugar, el nuevo régimen monetario fincado en las
tasas de cambio flexibles afectó a los países subdesarrollados dada
su fragilidad productiva. Por esta razón, desde 1980, dos tercios de
los miembros del  sufrieron crisis financieras, algunos de ellos
más de dos veces (Harvey, 2003:65).
En tercer lugar, los precios de las materias primas que consti-
tuían los principales rubros de exportación de los países del Ter-
cer Mundo se redujeron fuertemente debido a la disminución de
la demanda de Estados Unidos, como una estrategia para dismi-
nuir sus costos.

En consecuencia, entre 1980 y 1988 los precios reales de las expor-


taciones de mercancías provenientes del sur disminuyeron apro-
ximadamente en un 40 por 100 y los precios del petróleo en un 50
por 100 (Arrighi, 1999:389).
 BLANCA RUBIO

Los factores mencionados permitieron a los países desarrolla-


dos, principalmente a Estados Unidos, ejercer un dominio muy
fuerte sobre el mundo subdesarrollado. Es decir, ante el declive
hegemónico ocurrido en los setenta, Estados Unidos impulsó una
estrategia dura de dominación, recurriendo al capital financiero,
que le permitió incrementar su poder en esta área del mundo.
América Latina constituyó la región donde se instauró prime-
ro el régimen neoliberal, con el golpe de Estado de Pinochet en Chi-
le en 1973. Como cascada siguieron los demás países.
El neoliberalismo sirvió a las elites dominantes del Tercer Mundo
para someter a las clases subalternas y abrir espacios a la inver-
sión extranjera directa. El paso para la penetración de las grandes
empresas transnacionales fue abierto de par en par.

El régimen financiero doméstico, el mercado doméstico y las em-


presas domésticas fueron ofrecidas en almoneda a empresas es-
tadounidenses, japonesas y europeas (Harvey, 2003:65).

De hecho, el Tercer Mundo fue una salida para el sobrante de


capital sin posibilidades rentables de inversión en los países desa-
rrollados, por lo que, a partir de los noventa, América Latina se
convirtió en el polo más dinámico de recepción de la inversión ex-
tranjera directa (Dabat, 1994:941).
El proceso de relocalización industrial que trajo consigo la ter-
cera revolución tecnológica permitió a los países desarrollados
instalar las llamadas maquiladoras en los países del Tercer Mun-
do, con lo que los países subdesarrollados dieron el salto hacia la
industrialización exportadora de sus economías, ofreciendo fuerza
de trabajo barata y materias primas desvalorizadas.
Los bajos salarios, el retiro del Estado de la gestión producti-
va, la privatización de las entidades estratégicas, el declive del gasto
social, el desempleo y la migración, condenaron al Tercer Mundo
al plano de sombra de la exclusión. Sólo un reducido grupo de gran-
des empresarios tuvieron cabida en el modelo neoliberal.
Durante los años noventa, el declive de las tasas de interés que
impulsó Estados Unidos permitió a algunos países renegociar la
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

deuda externa y compartir las migajas de la belle époque del mundo


desarrollado. Fueron los gobiernos de Salinas de Gortari en Mé-
xico, Menem en Argentina y Cardoso en Brasil. En ellos se vivía
también la inconsciencia del derrumbe que se aproximaba.

E      .


-

Durante los 20 años en los cuales se expandió el modelo neolibe-


ral, se construyó el poder agroalimentario de Estados Unidos fin-
cado en la desvalorización de los alimentos. El declive hegemónico
que se había iniciado en la potencia del norte la llevó a fortalecer
el poder alimentario mediante el control de los precios de los ali-
mentos, con el fin de dominar el mercado agroalimentario mundial
y preservar el poder.
Esta estrategia se impulsó inicialmente frente a sus rivales eu-
ropeos y nipones, pero ante las dificultades enfrentadas para some-
terlos a sus intereses, fue direccionada hacia los países del Tercer
Mundo. Con ella, Estados Unidos logró convertirse en el referen-
te fundamental de las exportaciones agroalimentarias de cereales
para un amplio grupo de países. El mercado alimentario mundial de
los países periféricos se convirtió prácticamente en su atribución.
Los ochenta fueron los años de la crisis agrícola mundial de-
bido al declive de los precios del petróleo y las materias primas,
mientras que en los noventa se consolidó el dominio agroalimen-
tario global por la vía de los precios. En estas dos décadas cambió
radicalmente la fisonomía rural del planeta. Los otrora países agríco-
las y agrarios se convirtieron en dependientes de alimentos, mien-
tras que los países desarrollados, con Estados Unidos a la cabeza,
se transformaron en los abastecedores de alimentos básicos para el
planeta.

L     :  

Mientras que en el ámbito de la economía general la crisis de so-


breproducción estalló en los años setenta, en el agro mundial se
 BLANCA RUBIO

postergó hasta los años ochenta. Los elevados precios del petró-
leo y de los alimentos en los años setenta motivaron la expansión
productiva, tal como vimos en el capítulo 2. Sin embargo, el declive
de los precios del petróleo en 1982 trajo consigo la caída en pi-
cada de los precios de los alimentos y materias primas, generando
una crisis de enormes dimensiones.

G 
P    , -
   
350
300
250
200
150
100
50
0
1975 1981 1982 1985 1990 1992
Trigo Cebada Maíz
Avena Sorgo Soya
F: , Anuario estadístico 1981, 1987 y 1992, para 1993 se utilizó el
Boletín Trimestral de Estadística, vol. 6.

El precio del trigo cayó de 177 dólares por tonelada métrica (t.m.)
en 1981 a 161 en 1982. El arroz bajó de 474 a 280 dólares/t.m., la
cebada de 115 a 91 dólares/t.m., y el maíz de 131 a 110 dólares/
t.m.11 Como puede observarse en la gráfica 18, la caída de los pre-
cios fue generalizada, aun cuando en el caso del arroz fue más
pronunciada.
Cuando los precios cayeron en 1982, sobrevino el alza de las
tasas de interés en el nivel mundial, hecho que, acompañado del

11Datos elaborados con base en , Anuarios de producción, vols. 34, 40,
45, 1981-1992, Roma, Italia.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

G 
P   , -
   
500
450
400
350
300
250
200
150
100
50
0
1981 1982 1985
Arroz
F: , Anuario estadístico 1981, 1987 y 1992.

declive del precio de la tierra, sometió a una profunda crisis a los


pequeños y medianos productores familiares. Por esta razón, el
número de granjas familiares en Estados Unidos se redujo de 2.5
millones a dos millones 280 mil, casi un cuarto de millón de 1975
a 1982 (Solari, 1988:8).

A partir de 1981 confluyen las altas tasas de interés y la caída del


cereal para deprimir el precio del suelo, es entonces cuando los
agricultores se ven atrapados entre un crédito caro que les impi-
de capitalizarse y un precio de la tierra bajo. Con precios del cereal
bajos ya no es posible pagar los intereses del crédito; la sobreacu-
mulación de los años anteriores se vuelve en contra de sus propie-
tarios (Foladori, 1986:63).

Al declive de los precios se sumó la caída de la demanda mundial


de alimentos, fundamentalmente en los países dependientes, presio-
nados por el peso de la deuda, así como la de los países petroleros
que vieron caer sus ingresos ante el declive del precio del hidro-
carburo.
 BLANCA RUBIO

Tal situación se expresó en una sobreproducción de enormes


dimensiones, la cual se vio agudizada debido a que los producto-
res incrementaron la escala de la producción para resarcirse de la
caída del precio.
Este comportamiento trajo consigo la “mayor acumulación de
excedentes no comercializables en la historia” (Gavaldón y Cece-
ñas, 1990:1214). La caída de los precios persistió durante toda la
década, con excepción de los años 1988 y 1989, en los que una
fuerte sequía en Estados Unidos deprimió la producción.
Ante esta situación en Estados Unidos resurgió el problema de
los excedentes, claramente agudizado debido a la revalorización del
dólar, que había ocurrido como resultado del incremento en las ta-
sas de interés al principio de la década, como señalamos antes. Esto
le restaba competitividad frente a sus rivales europeos, quienes apro-
vecharon el dólar fuerte para posicionarse en el mercado mundial.

Por primera vez en diez años la renovada fuerza del dólar y la mala
actuación de la agricultura soviética se han combinado para casi
eliminar esa brecha y, en consecuencia, no se hace necesario que
Europa pague subsidios de exportación a sus agricultores. Dado
que los precios mundiales de los granos se establecen en dólares,
su equivalente en divisas europeas está sólo una fracción por abajo
del precio interno dentro del Mercado Común. En las últimas se-
manas, un agricultor europeo sólo necesitaba un subsidio de entre
uno y dos dólares por tonelada para vender granos competitivamen-
te en el extranjero. En el pasado se han hecho necesarios subsi-
dios de hasta 60 y 70 dólares por tonelada (Excélsior, 15/X/84,
citado por Foladori, 1986:65).

Tal situación trajo consigo el declive de la participación de Es-


tados Unidos en las exportaciones mundiales. Mientras que en 1980
participaba con 50% de las exportaciones de cereales en el ámbito
mundial, para 1985 su participación había declinado a 35.7%.12 Di-

12 Datos elaborados con base en /, <htpp:/www.fao.org>, con-


sultado el 6 de noviembre de 2012.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

cho declive obedeció fundamentalmente a la pérdida del mercado


europeo.

Las exportaciones de Estados Unidos a Europa Occidental se re-


dujeron de 10.3 millones de dólares en 1980 a 7.3 millones en 1986
[…] (Teubal, 1995:64).

En consecuencia, Estados Unidos desplegó un conjunto de me-


didas con el propósito de recobrar el dominio cabal sobre el ám-
bito alimentario. Como vimos anteriormente, en 1985 contraatacó
a sus rivales mediante los Acuerdos del Plaza, que le permitieron
devaluar la moneda en relación con el marco alemán y el yen, tor-
nando al dólar más competitivo.
A partir de 1986 impulsó una agresiva estrategia para ganar el
mercado de los países desarrollados, fundamentalmente Europa y
Japón, ya que la crisis de la deuda en el Tercer Mundo hacía poco
atractivo este mercado.
Esta ofensiva se centraba en el control de los precios de los ali-
mentos. Una vez que había recobrado el control de los precios del
petróleo, y por tanto los costos productivos agrícolas, impulsó
una política sustentada en fijar internamente en su país precios de
producción por debajo del costo a una reducida elite de producto-
res, con el fin de desvalorizar la producción alimentaria básica.

El trigo se exportaba 46% por debajo del costo de producción y el


maíz un 20% respectivamente (Mittal y Rosset, 2003:121).

Como puede verse en el cuadro 2, los precios al productor en


Estados Unidos presentan declives pronunciados en los años ochen-
ta. En el caso del arroz -6.9% anual de 1980 a 1990, -4.20% en el del
trigo, -3.10% y -3.12% en el maíz y el sorgo y -2.78% en el caso de la
soya.
Con el fin de resarcir a los productores de los bajos precios inter-
nos, se fortaleció la política de subsidios iniciada en la posguerra.

El costo de los programas de apoyo a productores ascendería en


forma abrupta de 7 a 32 miles de millones de dólares entre los pe-
 BLANCA RUBIO

C 
E U. P    -.
D  .
P 

Año Arroz Maíz Soya Sorgo Trigo


1980 282 123 279 115 147
1981 200 97 223 89 136
1982 174 100 210 97 127
1983 189 126 288 108 129
1984 177 104 215 91 125
1985 144 88 186 76 113
1986 83 59 176 54 89
1987 160 69 216 67 94
1988 151 100 273 89 137
1989 162 93 209 84 137
1990 147 90 211 84 96

-6.9% -3.10% -2.78% -3.12% -4.20%
80-90

0.41% 0.45% 2.52% 2.00% -3.25%
85-90
F:  Prices, Archivos de precios al productor, consultado el 13
de junio de 2013, <http://faostat.fao.org/site/634/default.aspx#ancor>.

riodos 1977-1980 y 1985-1990, comprometiendo seriamente el pre-


supuesto de este país (Fritscher, 1993:149).

La deuda agrícola, por su parte, se elevaría de 165 a 210 miles


de millones de dólares entre 1980 y 1986. Tal estrategia ahondó el
problema de la sobreproducción que imperaba en los mercados
agroalimentarios internacionales, sin embargo, los alimentos des-
valorizados se habían convertido ya en un arma de competencia por
el poder mundial.

Después de la picada de 1981 (en los precios), las exportaciones


cayeron un tercio hasta 1986. A pesar de la lenta demanda causada
por el fuerte dólar (sobrevaluación) y la recesión mundial, el alza
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

de los precios subsidiados alentó la producción para los granje-


ros de Estados Unidos y las naciones competidoras (Drabenstott
y Barkema, 1990:33).

Los precios en el mercado mundial eran tan bajos que en va-


rios países prevaleció la destrucción de mercancías para evitar las
pérdidas de su venta y transporte.

Sin el menor asomo de vergüenza, la Comunidad Europea le vende


mantequilla a la Unión Soviética por una décima parte de lo que
cuesta producirla —y una decimoséptima parte de lo que sus pro-
pios ciudadanos pagan por ella. Semejante negocio casi cobra sen-
tido cuando uno se entera que la Comunidad Europea considera la
posible destrucción de 20 millones de toneladas métricas de carne,
mantequilla y cereales, debido a que su simple almacenamiento
cuesta cuatro millones de dólares y existe una enorme sobreoferta
de estos productos (Hewitt, Sullivan y Cullen, 1987:36).

En este contexto, Estados Unidos orientó sus acciones para ganar


la zona de influencia que hasta entonces regenteaba la Comuni-
dad Económica Europea. En la Food Security Act de 1985, Ronald
Reagan estableció una política de préstamos para la exportación
a los países cuyo mercado era regenteado por la , como Egip-
to, Argelia, Marruecos, Portugal, Yemen y Pakistán.
Como resultado de esta situación, Estados Unidos elevó su par-
ticipación

[…] en el mercado norteafricano del trigo de 35% a 65% entre


1985-1986, haciendo bajar la participación europea a 10% en el
mismo lapso (Fritscher, 1993:38).

Sin embargo, a pesar de captar el mercado de los países bajo


la influencia europea, no le fue posible conservar el mercado que
tenía en la propia .
La integración a la Comunidad Económica Europea de España,
Grecia y Portugal, países eminentemente agrícolas, así como la nueva
Política Agrícola Común, trajeron consigo un fuerte incremento
 BLANCA RUBIO

de la productividad en la agricultura, con lo cual la Comunidad


redujo fuertemente las compras de alimentos a Estados Unidos.
En palabras de un funcionario de la American Farm Bureau:

Nosotros vendíamos alimento para ganado en Grecia, éste se aca-


bó a partir de 1981 y después de 1987 la pérdida importante de los
mercados de España y Portugal, todo en demérito de nuestras ex-
portaciones. Frecuentemente han sido los franceses los que han
ganado en todo ello (León, 1999 [FALTA PÁG.]).

En relación con Japón, Estados Unidos pugnó en esta etapa por


que la potencia nipona abriera sus fronteras al arroz estadouni-
dense. Aun cuando Japón mantenía una producción ineficiente y
muy costosa, impulsaba un proteccionismo a ultranza para salva-
guardar su producción nacional de arroz (Trápaga, 1992:52). Por
esta razón las restricciones a la importación hasta 1993 eran tan es-
trictas, que constituía un delito introducir una bolsa de dos kilo-
gramos de arroz al país (Hewitt, Sullivan y Cullen, 1987:37).
A pesar de las fuertes restricciones, el mercado asiático resultó
un importante sustituto del mercado europeo para colocar granos
distintos al arroz y las oleaginosas.

A la fecha, Estados Unidos busca con ahínco mercados alterna-


tivos y se impone como proveedor casi exclusivo de los países
asiáticos de mayor auge industrial. Japón es en la actualidad el
principal comprador de alimentos norteamericano, habiendo, jun-
to con otros países de la región, como Corea y Taiwán, substituido
en gran medida los mercados europeos perdidos recientemente
(Fritscher, 1993:150).

A la par con las políticas enfocadas al mercado, Estados Uni-


dos inició una fuerte presión sobre sus rivales a través de las discu-
siones en el marco de la Organización Mundial de Comercio, en
particular la Ronda Uruguay —que viene de round-pelea— ini-
ciada en Punta del Este en 1986.
Aun cuando retóricamente se buscaba alcanzar la liberalización
del comercio mundial de alimentos, lo que en realidad perseguía
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

Estados Unidos era lograr la reducción de los subsidios en la Co-


munidad Económica Europea, así como la liberalización de las
fronteras para introducir sus mercancías en Japón y Europa.
Durante más de siete años, Estados Unidos pugnó por que la Co-
munidad Económica Europea redujera las subvenciones a la ex-
portación, limitara las exportaciones de trigo de 22 millones de
toneladas a 11 o 12 y abriera el mercado de las importaciones en un
rango de 3 a 5% del consumo interno (León, 1999).
En esa época se calculaba que las discusiones sobre los subsi-
dios agropecuarios frenaban la liberalización del comercio mundial.
A pesar de que la agricultura solamente significaba 13% del comer-
cio mundial, el estancamiento en las negociaciones traía consigo
pérdidas estimadas en 120 mil millones de pesos (Rubio, 1999:100).
A pesar de todos los esfuerzos realizados por Estados Unidos, las
negociaciones de la Ronda Uruguay permanecieron estancadas du-
rante todos los años ochenta. El mercado alimentario de los países
desarrollados se mostraba renuente al dominio estadounidense.

L  :  


   

Al inicio de los años noventa, las condiciones económicas se tor-


naron favorables para Estados Unidos. Japón ingresó en una pro-
funda recesión, mientras que el proceso de reunificación alemana
le restó competitividad a Alemania Occidental. Ocurría además la
expansión estadounidense cobijada en la belle époque. En estas
circunstancias, Estados Unidos presionó a los países desarrolla-
dos y logró imponer las conclusiones de la Ronda Uruguay.
En 1994 se acordó una reducción media general de los aranceles
de 36% para todos los productos agropecuarios de los países de-
sarrollados en un plazo de seis años, comprendidos entre 1995 y el
año 2000, una reducción mínima del producto de 15%, 20% de re-
ducción de la ayuda interna, 36% de reducción en el valor de las
subvenciones a las exportaciones y 21% de reducción a las canti-
dades subvencionadas para exportaciones. En cuanto a los países
importadores, como Japón y Corea, se acordó que abrirían su mer-
cado de arroz en 4 y 8% respectivamente del consumo nacional.
 BLANCA RUBIO

A pesar de que la firma de los acuerdos de la Ronda Uruguay


fue declarada como “un primer paso significativo para implantar
una competencia más leal y lograr que este sector sufra menos
distorsiones” (, 2003), no trajo cambios esenciales en la com-
petencia agroalimentaria mundial debido principalmente a que
los países de la entonces ya Unión Europea trasladaron los anti-
guos aranceles hacia otro tipo de ayudas conocidas actualmente
como el “compartimiento verde”, además de que establecieron los
techos arancelarios, es decir, el periodo base, en los años de 1986-
1988, cuando los aranceles eran muy altos. Con ello, para finales
del periodo inicial de ajuste que fue el año 2000, los índices aran-
celarios eran más altos de los que existían en los años del acuer-
do. En este sentido, la Ronda Uruguay fue considerada por varios
analistas como un fracaso en los intentos de Estados Unidos por
ganar los mercados de sus rivales económicos (Fritscher, 1996:39).
La firma de la Ronda Uruguay marca por tanto un punto de
inflexión en la estrategia de dominio de Estados Unidos. A partir
de ahí, sin abandonar los intentos de control sobre los países de-
sarrollados, centrará su atención en los países dependientes, funda-
mentalmente en América Latina.
Puesto que un amplio grupo de países había logrado renegociar
la deuda ante el declive mundial de las tasas de interés a princi-
pios de los años noventa, se convirtió en un objetivo alimentario
importante para el gigante del norte. Como señalaba John Block,
secretario de Estado para la Agricultura en Estados Unidos,

El esfuerzo de algunos países en vías de desarrollo para volverse


autosuficientes en la producción de alimentos debe ser un re-
cuerdo de épocas pasadas. Esos países podrían ahorrar dinero im-
portando alimentos de Estados Unidos (Alatorre, 1993).

Debido a las enormes deudas contraídas en los años setenta


por los países subdesarrollados, durante los años ochenta y noven-
ta fueron compelidos a instaurar las políticas de ajuste estructu-
ral como requisito para recibir los préstamos del Fondo Monetario
Internacional y del Banco Mundial.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

Estados Unidos ha utilizado al Banco Mundial para sostener esta


política, han incluso obligado a países a desmantelar sus progra-
mas de apoyo agropecuario como condición necesaria para la ob-
tención de préstamos, tal como fue el caso del apoyo que daba el
gobierno de Marruecos a sus agricultores (Teubal y Rodríguez,
2002:44).

En consecuencia, los países endeudados se volcaron hacia la


exportación de bienes primarios y productos industriales de “ma-
quila” para pagar las deudas contraídas y los proyectos de privati-
zación de empresas públicas que contenía el paquete neoliberal.
En este contexto, las políticas de aliento productivo hacia los
bienes alimentarios básicos fueron abandonadas, abriendo un flan-
co muy débil para la entrada de cereales y alimentos provenientes de
Estados Unidos. Por ejemplo, para América Latina,

[…] la colocación de productos agropecuarios estadounidenses


se mantuvo durante toda la década de los ochenta y principios de
los noventa, oscilando entre un mínimo de 12.1% y un máximo
de 15.2% de las exportaciones agrícolas totales (Teubal, 1995:61).

Mientras que en la lucha agroalimentaria con Europa Estados


Unidos impulsó dumping refinados en la estrategia exportadora, ha-
cia América Latina impuso dumping abiertos para ganar el mer-
cado agroalimentario de los países objetivo. Para ello, promovió la
apertura comercial en dichos países mediante la firma de acuer-
dos bilaterales o trilaterales que tenían la finalidad de reducir los
aranceles a la importación en los países socios.
En este terreno fue pionero el Tratado de Libre Comercio
con México y Canadá, firmado en 1994, que generó la liberalización
arancelaria de todos los bienes agropecuarios exceptuando el maíz,
el frijol, la leche y el azúcar, los cuales quedaron “protegidos” por
un periodo de 15 años, aunque se abrió la posibilidad de importar-
los cuando se requirieran, sujeto a cuotas de importación.

En las últimas décadas el Banco Mundial y el Fondo Monetario In-


ternacional junto con la Organización Mundial del Comercio ()
 BLANCA RUBIO

han forzado a los países a disminuir su inversión en la producción


alimentaria y su apoyo a las/los campesinos/as y pequeños agricul-
tores, que son las claves de la producción alimentaria. Las reglas
del juego cambiaron dramáticamente en 1995, cuando el acuerdo
en la  sobre la agricultura entró en vigor. Las políticas neolibe-
rales socavaron las producciones nacionales de alimentos, y obli-
garon a los campesinos/as a producir cultivos comerciales para
compañías multinacionales y a comprar sus alimentos de las mul-
tinacionales en el mercado mundial (Dierckxsens, 2008).

Asimismo, continuó con la política iniciada en los años setenta


de otorgar créditos blandos para la compra de alimentos a los países
subdesarrollados, a través de la Commodity Credit Corporation,
que sirve como aval de créditos otorgados por bancos privados
a los compradores externos garantizándoles un financiamiento a
tasas muy bajas de interés, con plazos de recuperación hasta de tres
años en el caso de los granos. Durante los años en los que Esta-
dos Unidos bajó las tasas de interés para enfrentar la crisis, las di-
ferencias entre tasas de interés altas en los países subdesarrollados
y la de Estados Unidos permitía a los importadores hacer nego-
cios de tipo financiero (De Ita, 2000:81).
Fueron las grandes transnacionales exportadoras y comerciali-
zadoras de granos las que constituyeron las correas de transmisión
para la colocación de las exportaciones estadounidenses en el Ter-
cer Mundo. Las mismas empresas que habían aprovechado la PL
480 en la posguerra, y el alza de precios de los años setenta, se be-
neficiaban ahora de precios por debajo del costo: esto les generó
un mercado ilimitado en los países subdesarrollados, como se verá
más adelante.
La expansión agroalimentaria en los países subdesarrollados
le permitió a Estados Unidos recuperarse de los declives registra-
dos en las exportaciones de cereales en los años ochenta. Como
puede verse en la gráfica 19, mientras que las cifras de dicho país
en las exportaciones mundiales de cereales habían bajado en
1985, entre 1990 y 1995 se incrementaron hasta alcanzar 40.95 y
41.6% respectivamente, superando incluso los niveles de 1970.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

G 
P  E U
     , -
350
Millones de toneladas

300
250
200
150
100
50
0
1970 1975 Estados
1980 1985
1990 1995 Unidos
2000 2005
2010
Estados Unidos Mundo total
F: Food and Agriculture Organization, /, <http://www.fao.
org>, 6 de noviembre de 2012.

La penetración de alimentos a precios por debajo del costo trajo


consigo la fractura de la soberanía y la autosuficiencia alimenta-
ria en un amplio grupo de países. Al finalizar el periodo, 72% de
los países en el ámbito mundial se habían convertido en importa-
dores netos de alimentos, la mayoría de ellos ubicados en el mundo
subdesarrollado (Holt et al., 2010:71).

Por ejemplo, comparando los valores de las importaciones de ali-


mentos entre 1990-1994 y 1995-1998, las importaciones de India
crecieron en 168.4%, las de Brasil en 106.7% y las de Perú en 57.3%.
Este flujo de importaciones baratas socava la capacidad de los
pequeños productores para competir. En un país como India, don-
de casi 70% del sustento de la población depende de la agricultu-
ra, ésta fue una receta desastrosa (Desmarais, 2007:101).

En el caso de África, mientras que era exportadora de alimen-


tos en 1960, durante los años de estudio llegó a importar 25% de sus
alimentos. Prácticamente todos sus países son importadores ne-
tos, mientras que la hambruna se volvió un fenómeno recurrente
(Bello, 2008:1).
 BLANCA RUBIO

El resultado fue que Egipto, el antiguo granero de trigo del Imperio


Romano se convirtió en el primer importador (Dierckxsens, 2008).

En América Latina, las importaciones de cereales crecieron en


volumen durante el periodo de 1990 a 2002 en 6.10% anual. En el
caso del trigo el crecimiento fue de 7.48% anual, en la soya de 12.60%
y en el maíz de 5.71 por ciento.13

En Asia la situación fue muy similar.

Senegal importa ahora 500 mil toneladas de arroz de baja calidad


y países como Filipinas que en 1994 eran autosuficientes, deben
ahora importar un millón de toneladas de cereales. Por su parte
Indonesia vio una multiplicación por tres del valor de sus impor-
taciones de cereales entre 1994 y 2004: pasaron de 60 a 180 millo-
nes de dólares (Vía Campesina, 2007).

La entrada irrestricta de alimentos a bajos precios en los países


dependientes, procedentes de Estados Unidos, generó un proce-
so de desestructuración en las unidades productivas, ya que no
podían competir con los productos desvalorizados en tanto no con-
taban con subsidios compensatorios, como en el caso de los produc-
tores de elite de los países desarrollados. Cuando lograban vender
sus productos se los pagaban por debajo del costo, de modo que no
tenían posibilidades para recuperar los gastos invertidos y con ello
iniciar un nuevo ciclo productivo. En consecuencia, acabaron por
refugiarse en el autoconsumo, o bien emigrar para buscar mejores
oportunidades de vida.

Por ejemplo, la  estimó, de manera conservadora, que 20-30 mi-


llones de campesinos fueron desplazados en los años de 1990
luego de la instauración de la , y en México más de dos millo-
nes de campesinos perdieron su tierra por los impactos de deses-
tabilización causados por el  (Madeley, 2000:75; Carlsen,
2003, citado por McMichael, 2012:682).
13 Datos elaborados con base en /, P. C., Roma, Italia, 2003.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

El caso más dramático lo constituyó la situación de India, don-


de la desesperación a la que fueron orillados los productores ru-
rales los llevó al suicidio.

Esta transformación es traumática para cientos de millones de


personas, pues la producción campesina no es sólo una actividad
económica: es un modo de vida milenario, una cultura, lo cual es
una razón de que en la India los campesinos desplazados o mar-
ginados hayan recurrido al suicidio. Se calcula que unos 15 mil cam-
pesinos indios han acabado con su vida (Bello, 2008:1).

E     


  :   

La desvalorización internacional de los alimentos

Mientras que en la fase de la posguerra el dominio agroalimentario


se fincó en la “ayuda alimentaria” como un mecanismo para abrir
mercados a los excedentes internos, en la fase agroalimentaria
global se instituyó el mecanismo de la desvalorización sobre los ali-
mentos para controlar el mercado agroalimentario mundial y com-
pensar el declive ocurrido en la productividad del trabajo.
La desvalorización de los bienes alimentarios, principalmente
de los granos básicos, se centró en tres condiciones principales. En
primer término una producción de granos excedentaria en rela-
ción con la capacidad de compra de la población mundial.
A pesar del declive de los precios, la producción de cereales en
el ámbito mundial fue creciente, como puede verse en la gráfica 20.
En segundo lugar, esta producción creciente pudo sostenerse
debido al impulso de una nueva base tecnológica que surgió en los
años noventa, revolucionando la producción.
Nos referimos a la introducción y el ascenso de la biotecnología
y la biogenética,14 que emergió como el paradigma tecnológico en

14 La biotecnología constituye un conjunto de técnicas “que utilizan sustan-

cias vivas o una parte de ellas para fabricar o modificar un producto o un servi-
 BLANCA RUBIO

G 
P   , -
(   )
2 500 000

2 000 000
Toneladas

1 500 000

1 000 000

500 000

0
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
Años
Producción de cereales

los años noventa. Aun cuando el modelo mecánico químico de la re-


volución verde continuó como dominante, la nueva tecnología
trajo consigo un fuerte incremento de la intensificación del tra-
bajo, ahorro de mano de obra, aumento de la productividad del
trabajo, así como un elevado control de la calidad tanto en el produc-
to como en el trabajo, con lo cual se sentaron la bases para una fuerte
expansión productiva en los países desarrollados.15 Según Mazo-

cio. Desde el punto de vista agrícola se puede definir a la biotecnología como


un conjunto de técnicas que utilizan organismos vivos para producir o modificar
los productos, para mejorar las plantas o animales, o para desarrollar microorga-
nismos de uso específico” (Arroyo, 1989:30).
La biogenética o ingeniería genética, por su parte, “comprende una serie de
técnicas que permiten la modificación de las características hereditarias de los
seres vivos, algunas de éstas son: cultivos celulares de animales y plantas, fusión
protoplasmática, hibridización somática, síntesis in vitro de moléculas de ,
etc.” (Kato, 1988:118).
15 Esta nueva tecnología ha traído consigo las siguientes modificaciones:

1. Ejerce el control sobre el ciclo agrícola y el crecimiento de los animales,


reduciendo el ciclo productivo y con ello acelera la rotación del capital.
2. Permite el control desde el laboratorio de la selección genética de plantas y
animales, con lo cual se garantiza una producción de óptima calidad.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

yer, una reducida elite de productores en los países más avanzados


alcanzó una productividad de mil toneladas de grano por traba-
jador por año (Mazoyer, 2001:2).
En Estados Unidos, el valor agregado por trabajador a la pro-
ductividad agrícola, que mide el aporte de la fuerza de trabajo al
producto descontados los insumos, muestra un claro crecimien-
to a partir de 1995, como puede observarse en la gráfica 21.
GR 
E U. V   
   , -,
  
40 000
35 000
30 000
25 000
Dólares

20 000
15 000
10 000
5 000
0
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000

F: Banco Mundial, datos estadísticos.


Nota: El valor agregado por trabajador a la actividad agrícola es una medida de
la productividad agrícola. Mide la producción del sector agrícola menos el valor
de los insumos intermedios, consultado el 24 de junio de 2013.

La nueva tecnología trajo consigo el impulso de los alimentos


transgénicos. Para 1999 existían poco más de 12 millones de hectá-

3. Genera especies resistentes a plagas o bien especies que se autofertilizan, a


la vez que el uso de agentes biológicos para el control de plagas, con lo cual de-
secha el viejo paquete técnico de los agroquímicos y disminuye costos.
4. Permite, a través del cultivo de tejidos, la propagación de plantas utilizando
cualquier parte de la planta (tallo, hoja, raíz), con lo cual multiplica enormemente
el potencial productivo de las especies.
5. Modifica las características genéticas de las plantas para adecuarlas a cual-
quier tipo de suelo o clima, con lo cual se pueden volver productivas tierras ante-
riormente infértiles.
 BLANCA RUBIO

reas de cultivos manipulados genéticamente, controlados por seis


empresas transnacionales: Monsanto, Novartis, Agro Evo, Dupont,
Zeneca y Dow (McMichael, 1995:24).
La tercera condición que permitió generar una producción
desvalorizada lo constituyó, como señalamos, el otorgamiento de
elevados subsidios que permitieron compensar a los grandes pro-
ductores de Estados Unidos y la , de los bajos precios internos.
Según un estudio del Banco Mundial, el costo de las subvencio-
nes agrícolas para 24 países industrializados era, a fines de la década
de los ochenta, alrededor de 200 mil millones de dólares (, 1991:
9). Para el año 2002, los subsidios correspondientes a los miem-
bros de la o alcanzaban 311 mil millones de dólares, 110 mil
millones más que en los años noventa.16
La Unión Europea destinaba en el año 2000 cerca de 40 mil mi-
llones de dólares de su presupuesto global para el sector agrope-
cuario, mientras que en 2002 destinaba 42.8 mil millones de dólares
orientados a siete millones de productores, lo que implica un sub-
sidio per cápita de cinco mil 560 dólares anuales (Nadal, 2002).
Estados Unidos, por su parte, destinó en el año 1999, 356 mil
millones de dólares como ayuda total al sector agrícola, incluyendo
transferencias al productor y servicios generales a la agricultura
(, 2001:300).
Con base en estas tres condiciones, Estados Unidos impulsó una
producción con precios internos por debajo del costo de produc-
ción, como ya señalamos.
Como puede verse en la gráfica 22, los precios reales de maíz, soya
y trigo en Estados Unidos presentan una tendencia claramente
decreciente a partir de los años ochenta.
La gran proeza desde el punto de vista de la capacidad de domi-
nio por parte de Estados Unidos fue lograr que los precios desvalo-
rizados internamente se convirtieran en referentes de los precios
internacionales.

6. La manipulación genética permite la homogeneización de las plantas en


calidad y ritmos de crecimiento, con lo cual se reducen costos y se garantiza
una calidad uniforme.
16 Diario La Jornada, 7 de junio de 2002.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

G 
P   E U  ,   ,
-
140
120
Índice de precios reales

100
(1924=100)

80
60
40
20
0
1974 1984 1994 2004
Años

Soya Trigo Maíz

F: Julian M. Alston y Philip G. Pardey, Theme Overview: Agricultural


Productivity and Global Food Security in the Long Run, disponible en la web:
<http://www.choicesmagazine.org/magazine/print.php?article=90>. La gráfica
ha sido modificada para efectos de este trabajo.

En las últimas dos décadas con el proceso de internacionaliza-


ción del capital y de las empresas capitalistas, los precios de los
alimentos se internacionalizaron. Esto determina que los paráme-
tros de producción y de los precios, no son más el costo real de
producción de alimentos de cada país, sino que se establece un pre-
cio medio mundial, controlado por las empresas, que excluye com-
pletamente otras formas de producción, locales, campesinas, etc.
(Bruneto y Stedile, 2011:11).

El papel preponderante de Estados Unidos en la formación de los


precios se logró, primero, debido a la fuerte participación que con-
servaba en las exportaciones mundiales de granos. Como puede
verse en las gráficas 23 a 25, para el año 2002 aportaba 32% de las
exportaciones de cereales, 19.98% de las exportaciones mundia-
les de trigo y 56.33% de las de maíz. En relación con otros cultivos
 BLANCA RUBIO

aportaba 88.27% de las exportaciones de sorgo, 11.94% de las de


arroz y 57.41% de las de soya.

G ,   
P     , 
   E U   
, 
Maíz Trigo

19%
37%
63% 81%

Cereales

24%

76% Estados Unidos


Mundo total

F: , P.C. Roma, Italia, AÑO ????

La fuerte participación de sus productos en el mercado mun-


dial permitía a Estados Unidos tener influencia en el precio inter-
nacional de manera muy directa. Como puede verse en la gráfica
26, existe una correlación muy clara entre la producción de maíz de
Estados Unidos y el precio internacional del grano.
Los años en los que cae la producción sube el precio y vicever-
sa, como fue en 1983 y 1987-1988, por la intensa sequía que asoló
a la región, así como en 1995, cuando sobrevinieron también fe-
nómenos naturales que deprimieron la producción.
El impacto de los precios de Estados Unidos sobre los interna-
cionales se observa en las gráficas 27 a 31, en las cuales comparamos
los precios de Estados Unidos con los internacionales. Como pue-
de verse, aquellos productos en los cuales Estados Unidos tenía
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

G 
V      
 E U    
 , -
100.00
80.00
60.00
Porcentaje

40.00
20.00
0.00
-20.00
-40.00
-60.00
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
Producción de maíz de Estados Unidos
Precios internacionales del maíz
F: , , P.C. Roma, Italia, 2002.

fuerte presencia en las exportaciones mundiales, como el maíz, el


trigo, el sorgo y la soya, presentan una correlación muy clara entre
el precio de Estados Unidos y el internacional.
Esto no sucede en cambio en el caso del arroz, donde tiene una
participación porcentual más baja.
De esta suerte, la reducción de los precios de los alimentos lo-
grada dentro de Estados Unidos se manifestó en una desvaloriza-
ción internacional de los precios. Como puede verse en las gráficas
32 y 33, los precios reales de los cereales se mantuvieron durante
todo el periodo por debajo de los precios nominales, lo cual quie-
re decir que los precios pagados al productor eran precios depri-
midos, a diferencia de lo que ocurrió en la posguerra, donde los
precios reales estaban por encima de los precios nominales, lo cual
implica que la producción era rentable.
Los bajos precios reales internacionales expresaban que la po-
lítica basada en la desvalorización de los precios de los alimentos
como mecanismo de dominio se había impuesto en todo el mundo.
 BLANCA RUBIO

G 
M. P 
   E U,  - ,
 ,   
180
160
140
120
Dólares

100
80
60
40
20
0
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
Precio en Estados Unidos Precio internacional
F:  (precios internacionales) y  (precios de Estados Unidos),
consultados del 13 al 17 de junio de 2013.

G 
T. P 
   E U, -,
 ,   
250

200

150
Dólares

100

50

0
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000

Precio en Estados Unidos Precio internacional


F:  (precios internacionales) y  (precios de Estados Unidos),
consultados del 13 al 17 de junio de 2013.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

G 
A. P 
   E U, -,
 ,   
600

500

400
Dólares

300

200

100

0
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
Precio en Estados Unidos Precio internacional

F:  (precios internacionales) y  (precios de Estados Unidos),


consultados del 13 al 17 de junio de 2013.

G 
S. P 
   E U, -,
 ,   
160
140
120
100
Dólares

80
60
40
20
0
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000

Precio en Estados Unidos Precio internacional


F: , precios al productor e internacionales, consultados del 13 al
17 de junio de 2013.
 BLANCA RUBIO

G 
S. P 
   E U, -,
 ,   
350
300
250
Dólares

200
150
100
50
0
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
Precio en Estados Unidos Precio internacional
F:  (precios internacionales) y  (precios de Estados Unidos),
consultados del 13 al 17 de junio de 2013.

G 
P   ,
-
600

500

400
Dólares

300

200

100

0
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006

Precios nominales Precios reales


F: , <www.imf.org>, consultado el 1 de agosto de 2006.
Nota: los precios de 2006 son los promedios de enero a junio.
1995=100.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

G 
P   ,
-
250

200

150
Dólares

100

50

0
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Precio nominal Precio real
F: , <www.imf.org>, consultado el 1 de agosto de 2006.
Nota: los precios de 2006 son los promedios de enero a junio.
1995=100.

Los precios reales para los productores en cualquier parte del mundo
eran bajos, y no les permitían subsistir a menos que contaran con
subsidios.
Esto quiere decir que Estados Unidos impuso una situación me-
diante la cual, solamente los países dueños de amplios recursos y
dentro de éstos, los productores tecnificados y receptores de ele-
vados subsidios, podrían subsistir en la producción.
Ésta fue la forma de competencia que se estableció para los paí-
ses desarrollados, por lo que la Comunidad Económica Europea
actuó en consecuencia.

La política Agrícola Común no ha hecho más que adecuarse ma-


quiavélicamente (diciendo una cosa a la opinión pública europea
y haciendo lo contrario) a los acuerdos de la Organización Mundial
del Comercio, hecho que ha llevado a los agricultores a producir
por debajo del coste, a sustituir producciones tradicionales por mo-
nocultivos de exportación, y finalmente a poner en graves dificulta-
des a la agricultura familiar de todo el planeta (, 2009a:46).
 BLANCA RUBIO

También los europeos impulsaron políticas deliberadas de presión


en su zona de influencia para colocar sus productos abaratados.

Y a pesar de que aumenta la vulnerabilidad de los países africa-


nos, la Unión Europea está forzando a los países de la  (anti-
guas colonias de África, Caribe y Pacífico) al llamado Acuerdo de
Colaboración Económica para liberalizar el sector agrícola, elimi-
nando los acuerdos preferentes que significaban una cierta protec-
ción a su producción (Montagut y Dogliotti, 2008: 2006).

Asimismo, impusieron la desestructuración de las unidades


productivas en los países donde no era posible o deseable para los
gobiernos sostener a los pequeños productores. La producción
agrícola básica quedó así vetada para los campesinos de los paí-
ses dependientes.

Mark Malloch Brown, jefe del Programa de las Naciones Unidas


para el Desarrollo (), ha estimado que los subsidios a la agri-
cultura de Estados Unidos representan para los países más po-
bres pérdidas de alrededor de 50 mil millones de dólares anuales
en sus exportaciones agrícolas. Por cierto, esta cantidad es similar
al total de ayuda económica que los países más ricos otorgan a los
países pobres (Mittal y Rosset, 2003:123).

El rol de la agricultura en el modelo neoliberal

Los bajos precios de los alimentos básicos durante el neoliberalis-


mo cumplieron un papel central en la acumulación de capital, al
permitir mantener bajos los costos de los medios de reproducción
de la fuerza de trabajo y de las materias primas de origen agrope-
cuario.
En el capitalismo, los bajos costos salariales y de insumos consti-
tuyen un factor contrarrestante de la caída tendencial de la cuota
de ganancia, como ya los señalamos. Se trata de que el capital, en su
afán de competencia, va desarrollando la tecnología y sustituyendo
al trabajo vivo, es decir, a los obreros, por trabajo muerto, materia-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

lizado en medios de producción y materias primas. Al reducirse


proporcionalmente el número de obreros empleados, disminuye la
posibilidad de generar plusvalía. Puesto que la tasa de ganancia es
el resultado de la proporción entre la plusvalía obtenida y el capital
empleado ya objetivado, tiende a decrecer con la revolución tecno-
lógica.
En este contexto, los bajos precios de los insumos y alimentos
permiten al capital ahorrar gastos básicos en la producción y con
ello contrarrestan el declive de la ganancia.
Como lo mencionamos en el capítulo 2, una tarea muy impor-
tante para lograr la recuperación de los años noventa fue reducir
el salario con el fin de elevar la cuota de plusvalía y también como
un mecanismo de competencia intercapitalista. Por esta razón,

[…] a raíz de la creciente lucha social que se manifestó en los paí-


ses capitalistas centrales, éstos se vieron urgidos a internaciona-
lizar los costos de reproducción de su fuerza de trabajo mediante la
obtención de alimentos y materias primas baratas (Teubal, 1995:48).

En cuanto a las materias primas agrícolas, la desvalorización


de los bienes básicos alimentarios impactó también en las mate-
rias primas de exportación, mediante mecanismos de control de los
mercados.

En los años ochenta y noventa, muchos países empobrecidos sufrie-


ron por la caída de los precios del azúcar, el cacao, el té, el algodón,
la goma. Se estima que hacia 2002, estos países habían perdido 240
mil millones de dólares por año, desde la caída de las diez mate-
rias primas “tropicales” (Vargas y Chantry, 2011:23).

La desvalorización de los bienes agropecuarios y de los salarios


generó una enorme cantidad de mano de obra disponible para el
gran capital, tanto in situ como en los centros desarrollados a tra-
vés de la migración, de modo que la agricultura mundial contribuyó
con estos mecanismos al ascenso de la acumulación en la etapa
neoliberal.
 BLANCA RUBIO

Según el Fondo Multilateral de Inversiones del , América La-


tina recibió anualmente 20 mil millones de dólares de sus inmigran-
tes en el extranjero en 2001. En México las remesas equivalían a tres
veces las exportaciones agropecuarias (Castellanos, 2001).

En cuanto a Centroamérica:

En Guatemala y El Salvador las remesas superan más de seis y siete


veces, respectivamente, la inversión extranjera directa. En Hon-
duras y Nicaragua las remesas suman el triple y el doble del valor de
esta inversión. Según estimaciones del sociólogo Eduardo Bau-
meister, en Honduras las familias receptoras de remesas sumaron
alrededor del 16%; en Nicaragua casi 20%; en Guatemala 24% y en el
Salvador incluso 28% de las familias (Dierckxsens, 2008).

Las consecuencias de la desvalorización


en la estructura agroalimentaria mundial

La forma de dominio centrada en la desvalorización de los alimen-


tos generó transformaciones importantes en el ámbito de la agri-
cultura mundial. Transformó la relación industria-agricultura al
erradicar la renta de la tierra; fragilizó la situación alimentaria
mundial al concentrar en unos cuantos países y productores la co-
mercialización de los alimentos, abrió el cauce para que unas cuantas
empresas transnacionales dominaran el panorama alimentario
mundial y generó una nueva forma de explotación y subordina-
ción sobre los productores rurales. Enseguida veremos cada una
de ellas.

tEl vínculo industria-agricultura


La estrategia impulsada por los países desarrollados para volver
competitiva su producción cerealera en el mundo a través de los
subsidios-sobreproducción-precios en declive, generó la emergen-
cia de una nueva vía para erradicar la renta de la tierra.
Como lo señalamos, dentro de Estados Unidos se pagaban
precios 20% por debajo del costo de producción en el caso del maíz
y 40% en el caso del trigo. Puesto que los precios se fijaban por de-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

bajo del costo necesario para echar a andar el proceso productivo,


no redituaban ganancias y por tanto tampoco ningún sobrevalor
como el que constituye la renta de la tierra.
Esto significa que la enorme concentración de la producción
sustentada en un elevado desarrollo de las fuerzas productivas per-
mitió al capital erradicar la renta de la tierra. La renta de la tierra,
de esta forma, desapareció durante el neoliberalismo. Ya no pesó
sobre los hombros industriales como en el capitalismo decimo-
nónico. Esta proeza —desde un punto de vista capitalista— se
logró mediante una vía corporativa, pues fueron básicamente las
grandes firmas transnacionales las que impusieron la desvalori-
zación de los bienes básicos. Quien se benefició de esta vía, como
ocurre siempre que se erradica o reduce la renta, fue el capital in-
dustrial, pues se redujeron los precios de los bienes agropecua-
rios y materias primas, así como los llamados bienes salarios.
Sin embargo, los ciudadanos de los países desarrollados pagaban
a través de los impuestos los enormes recursos que se canaliza-
ron hacia el campo en forma de subsidios para la reducida elite
que los usufructuaba. Podemos decir que existió una especie de
“renta” que iba de los ciudadanos a los agricultores en beneficio
de las grandes empresas transnacionales.
A través de la Ley Agrícola aprobada en mayo de 2002, el go-
bierno estadounidense obligaría a los ciudadanos a desembolsar
190 mil millones de dólares en los siguientes diez años (Mittal y
Rosset, 2003).

Grandes cosechas han logrado disminuir los precios del grano y


del frijol por tercer año consecutivo. Sin embargo, los contribu-
yentes y no los agricultores llevarán la carga de este descenso de-
bido a que los subsidios gubernamentales han impuesto esta baja
en los precios.17

La contradicción industria-agricultura se “resolvió” temporal-


mente en favor de la industria y a costa del pago de elevados im-

17 Diario La Jornada, 17 de julio de 1999, México.


 BLANCA RUBIO

puestos a los ciudadanos de los países desarrollados y de la exclusión


de los productores rurales de los países dependientes.

tLa concentración de la producción y las exportaciones


agroalimentarias en el ámbito mundial

La estrategia de dominio basada en la desvalorización de los ali-


mentos generó una fuerte concentración de la producción y las
exportaciones en unos cuantos países, y en el interior de ellos en
una elite de productores, ya que resultaba un mecanismo muy cos-
toso, por lo que sólo los países desarrollados podían impulsarlo.
Para el año 2002, 56% de la producción de cereales provenía de
Estados Unidos, Francia, Canadá, Alemania, China e India, mien-
tras que 64% de las exportaciones de dichos cultivos provenía de
Estados Unidos, Francia, Australia, Canadá, Argentina y China.
Sin embargo, la producción y el mercado cerealero mundial
no solamente se concentraban en unos cuantos países, sino que
dentro de éstos se encontraban centralizados en una reducida eli-
te de productores.
En el caso de la Unión Europea, Arturo León señalaba:

Así, 6% de las unidades productoras de cereales ocupan 50% de


la superficie cerealera, utilizan 60% de la producción; 1.5% de las
explotaciones lecheras producen 50% de la leche de toda la co-
munidad y sólo 10% de las ganaderas detentan el 50% de los reba-
ños (León, 1999:144).

En Estados Unidos, según un estudio del Instituto de Políticas


Económicas, desaparecieron de la región aproximadamente 42 mil
granjas con ingresos menores a 250 mil dólares anuales entre 1994
y 1997, mientras que en 1999 se esperaba que 25% de los créditos
bancarios de los que dependen los granjeros para sembrar no se-
rían renovados.18 La desaparición de las granjas tiene que ver con la
fuerte concentración de los subsidios que existe en este país.

18 Diario La Jornada, 15 de octubre de 1999.


EL DOMINIO DEL HAMBRE 

G ,   
P    
     
1980
Alemania
Reino Unido 1% Resto del
Bélgica- mundo
Luxemburgo 1%
10%
2%
Sudáfrica
2% Estados
Australia Unidos
Tailandia
9% 50%
2%
Argentina
4% Francia
9%
Canadá
10%
1990
China Resto del
Alemania Países Bajos 2% mundo
2% 2% 13%
Tailandia
Estados
2%
Unidos
Reino 40%
Unido Argentina
3% 5%
Australia
7%
Canadá
10% Francia
14%

2002
Resto del mundo
20%
India Estados
3% Unidos
Alemania 30%
4%
Ucrania
4%
Federación Francia
de Rusia 10%
5% Canadá
5% China Argentina
Australia 7%
5% 7%
F: , <http://www.fao.org>, actualizado en junio de 2013.
 BLANCA RUBIO

En 2002 se expidió la Nueva Ley Agrícola en Estados Unidos,


como señalamos, con un presupuesto de 248.6 millones de dóla-
res, en la cual se estipuló un incremento de los subsidios en más
de 80% en relación con el presupuesto aprobado en la anterior
Ley de 1996. Estos subsidios se encontraban fuertemente concen-
trados en un reducido grupo de productores.

Hoy 8% de las granjas representan 72% de las ventas, lo que se debe


en gran parte a políticas muy similares a las que se impulsan en
esta nueva Ley. Asistencia Social para las corporaciones transna-
cionales es la mejor descripción de la Nueva Ley Agrícola de 2002.
La mayoría de los subsidios federales para el cultivo no irán a parar
a manos de los pequeños productores sino a las de ricos terrate-
nientes —entre ellos 14 diputados que redactaron esta Ley—, así
como a grandes corporaciones como Westlaco (dedicada a la
producción de papel), Chevron, Compañía Aseguradora John
Hancock, y a personas como Ted Turner, director ejecutivo de Ti-
me-Warner Entertainment o Dan Donaldson, corresponsal del ca-
nal  de la televisión estadounidense y al multimillonario David
Rockefeller, del Banco Chase Manhatan (Mittal y Rosset, 2003:115).

tEl dominio de las corporaciones


transnacionales en la agricultura

La enorme erogación de subsidios que han pagado los países de-


sarrollados a la reducida elite de grandes productores constituye
un aparente absurdo de la globalización. ¿Por qué los países más
poderosos del planeta producen bienes encarecidos por los subsi-
dios para posteriormente rematarlos en el mercado a precios in-
feriores al costo? ¿Por qué producen caro para vender barato?
Esta aparente sinrazón en la estrategia agrícola de los países
desarrollados tiene, sin embargo, una lógica capitalista impecable:
la de las grandes corporaciones transnacionales alimentarias.
Se benefician en primer lugar las grandes empresas exporta-
doras de granos y oleaginosas que colocan sus mercancías en un
amplio mercado mundial gracias a los bajos precios que estable-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

cen. En segundo lugar, se benefician las industrias alimentarias que


utilizan los productos agropecuarios para elaborar los alimentos
industrializados. El hecho de que los precios de los países desa-
rrollados se impongan como referentes universales les permite
obtener materias primas baratas en todo el planeta, esencialmen-
te en los países subdesarrollados donde instalan sus filiales, con lo
cual reducen sus costos y elevan sus ganancias.
De esta suerte, un puñado de empresas agroalimentarias trans-
nacionales fueron las principales beneficiarias de la vía corpora-
tiva para la erradicación de la renta de la tierra. No solamente se
quitaron de encima el peso de la renta de la tierra, sino que obtenían
los bienes agropecuarios a precios dumping, por debajo del costo
interno de producción, lo cual les redituaba enormes ganancias.
De las 100 empresas transnacionales más importantes que
controlaban en 1994 la mayor parte del negocio internacional de
productos agrícolas, sólo 10 absorbían 32% de la industria agroali-
mentaria. De ellas, 28 se encontraban en Estados Unidos, 43 en
la Unión Europea, 20 en Japón y nueve en otros lugares (León,
1999:53).
En cuanto al comercio de cereales, solamente dos firmas con-
trolaban la mitad de la comercialización de granos en el ámbito
mundial para 1998: Cargill y Continental. Junto con ellas, otras
cuatro corporaciones mundiales controlaban 85% de dicho comer-
cio: Mitsui (Japón), Louis Dreyfus (Francia), André/Garnac (Suiza)
y Bunge y Born (Brasil) (Teubal y Rodríguez, 2002:44).
En el interior de Estados Unidos la producción alimentaria se
encontraba también fuertemente concentrada. En cuanto a los
cereales, las empresas Archer Daniels Midland, ConAgra, Cargill
y Cereal Food Processors dominaban 62% del mercado, mientras
que en la elaboración y procesamiento de la soya Archers Daniels
Midland, Cargill, Bunge y Agro Processors participaban con 76%
del mercado.

En el Medio Oeste de Estados Unidos, las cuatro firmas agroindus-


triales más importantes dominan más de 40% del procesamien-
to de todos los productos de la región. El control oligopólico que
 BLANCA RUBIO

ejercen les permite tener una fuerte influencia sobre la calidad,


cantidad, tipo, localización y precios de la producción y sobre la to-
talidad del sistema agroalimentario (Teubal y Rodríguez, 2002:53).

Cada una de estas empresas controlaba la producción y la venta


de una amplia gama de productos agroalimentarios. ConAgra
centralizaba 35% de las ventas de productos para animales, forra-
jes y fertilizantes, 53% de las ventas de alimentos refrigerados y 22%
de alimentos para abarrotes. Cargill se convirtió en la onceava com-
pañía del mundo actuando en 70 países con productos como gra-
nos, empacado de carne, fertilizantes, cacahuates, sal, café, frutas
y legumbres, hule, transportación y acero (McMichael, 1999:21).
De esta suerte, la forma de dominio por la vía de la desvaloriza-
ción de los bienes básicos fue la que posibilitó que las firmas agro-
alimentarias controlaran la producción alimentaria mundial, con
lo cual se tornó frágil el sistema alimentario mundial, pues recae
en un puñado de países y productores y es controlado por unas
cuantas firmas. Cualquier proceso climatológico, político o finan-
ciero podía poner al sistema en jaque, como ocurrió una década
después.

tLa forma de subordinación y explotación por despojo


del valor sobre los productores rurales

La desvalorización de los bienes básicos como medio de dominio


alimentario generó durante el neoliberalismo una forma de subor-
dinación y explotación sobre los campesinos basada en la transgre-
sión de la ley del valor. Cuando los precios de los bienes básicos se
establecen por la vía de la competencia en el mercado, reditúan
al campesino el precio de costo, es decir, el ingreso suficiente para
iniciar un nuevo ciclo agrícola. El excedente de valor producido,
sin embargo, es apropiado por los comerciantes que le compran
el producto. En esto consiste el proceso de explotación, pues no se
reditúa completo el valor del producto sino que se expropia el va-
lor creado de más por el campesino y su familia en el proceso de
trabajo.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

Sin embargo, en el proceso de dominio por la vía de las desva-


lorización de los bienes básicos no se reditúa completo el precio
de costo, pues como señalamos se imponen precios internaciona-
les establecidos por debajo del costo en las condiciones tecnoló-
gicas más desarrolladas.
Esto quiere decir que a los campesinos y productores rurales
de los países desarrollados se les paga su producto por un precio
inferior a su precio de costo, el cual en general es más alto que el de
los países desarrollados.
De esta suerte, a los campesinos no se les retribuye completo el
equivalente a los ingresos utilizados en insumos y fuerza de trabajo,
pero tampoco el excedente de valor producido. Significa enton-
ces que además de un acto de explotación hay un despojo de valor,
al no redituar los ingresos utilizados en insumos y fuerza de trabajo
familiar y alquilada.
Tal forma de explotación constituye una transgresión a la ley
del valor, pues no solamente se extrae el excedente de valor produ-
cido sino que se despoja de los gastos empleados en producir el
bien. Existe por tanto explotación y despojo.
Cuando el campesino es explotado se le remuneran los gastos
empleados y por tanto puede volver a iniciar un nuevo ciclo produc-
tivo, en tanto ha sido remunerado el valor de su fuerza de trabajo
y los gastos empleados en insumos y maquinaria. Sin embargo, con
el despojo del valor se impone una forma de explotación que le
impide volver a invertir en el proceso productivo, pues no recu-
pera los gastos empleados. En consecuencia, el campesino tiende a
ser arruinado y su unidad productiva a ser desestructurada.
Lo que se conoce como una competencia desleal a través del
establecimiento de los precios dumping, es en realidad una forma
de explotación que arruina a los campesinos y coloca a la agricul-
tura para el mercado interno en un lugar marginal.
Se trata de una forma de explotación que no reproduce a los
explotados sino que los excluye, en tanto el precio no remunera
lo necesario para que puedan volver a sembrar. La desestructu-
ración de las unidades productivas genera que los bienes produci-
dos en los países desarrollados sustituyan a la producción nacional,
 BLANCA RUBIO

con lo cual se concentra aún más la producción y las exportaciones


en unos cuantos países y productores.
Los campesinos aparecen como productores que se encuen-
tran de más, cuya producción no es necesaria al sistema. Sin em-
bargo, su producción sigue siendo fundamental para alimentar a
la población, como se verá más adelante, pero por la vía del des-
pojo se logra abaratar en beneficio del capital industrial y agro-
alimentario.
La desvalorización de los bienes agropecuarios creó en la belle
époque un mundo del absurdo. Producir caro y vender barato; sus-
tituir la producción alimentaria nacional sin subsidios por la enca-
recida producción subsidiada de los países desarrollados; arruinar
a los pequeños productores a través de la competencia desleal, y
fragilizar la producción básica mundial al concentrarla en unos cuan-
tos países y una elite de productores.
Podemos concluir que mediante el dominio instaurado a tra-
vés de la desvalorización de los bienes básicos, Estados Unidos y
los países desarrollados lograron controlar la alimentación básica
mundial, generar un amplio mercado para los excedentes de los
grandes productores estadounidenses, instaurar una forma de ex-
plotación por despojo, erradicar la renta de la tierra e impulsar me-
canismos contrarrestantes de la caída de la cuota de ganancia. Todo
ello a costa de erosionar los pilares fundamentales de la alimenta-
ción básica mundial.
4. El declive hegemónico de Estados Unidos
y las crisis capitalista y alimentaria. 2003-2012

La metamorfosis financiera, que salvó al capitalismo


de su callejón sin salida en los años 1970, lo condujo
finalmente, tres decenios más tarde, a otro callejón aún
más cerrado.
Kostas Vergoupolus

I

A partir de 2003 se inició una nueva etapa del capitalismo mundial


y en particular en el ámbito agropecuario. Se trata de la fase de tran-
sición entre dos modelos de acumulación, en la cual emergieron las
crisis capitalista y alimentaria, así como la crisis de hegemonía en
Estados Unidos.
Durante este periodo se profundizó el proceso de financiari-
zación como un mecanismo para superar los procesos de sobre-
acumulación y sobreproducción no resueltos, hecho que convirtió
a las materias primas en objetos de especulación: el petróleo y los
alimentos encarnaron los efectos refugio frente al declive de las ga-
nancias financieras, proceso que trajo consigo un periodo de alza
estructural de sus precios, así como la emergencia del hambre y la
pobreza alimentaria más agudas en la etapa reciente.
También se profundizó la estrategia militar en Estados Unidos
como un arma para recuperar el poder perdido, hecho que llevó
a la segunda guerra de Irak, cuya derrota agudizó la decadencia
estadounidense y con ella la desestabilización del poder mundial.

[]
 BLANCA RUBIO

Durante estos años, la contradicción norte-norte que había ca-


racterizado a la fase anterior, enfrentando a Estados Unidos con
Europa y Japón, se convirtió en un conflicto norte-sur al emerger
el polo asiático como el más dinámico económicamente, con lo
que la disputa geopolítica puso en el centro a India y Rusia, pero
sobre todo a China como el enemigo a vencer para recuperar la he-
gemonía perdida.
En el ámbito agroalimentario, la conversión de los alimentos en
commodities colocó a la agricultura como una rama estratégica
en el ámbito mundial, al tiempo que transformó el dominio de las
grandes empresas agroalimentarias, ahora centrado en la revalo-
rización de los productos y en la apropiación y concentración de
los recursos naturales de las comunidades campesinas e indígenas.
Los alimentos se han convertido en una de las armas fundamen-
tales de Estados Unidos para recuperar su posición dominante en
el tablero mundial, al tiempo que constituyen una estrategia tem-
poral para recuperar el control sobre el petróleo a través del impul-
so de los agrocombustibles.
Esta crisis capitalista y alimentaria es, a la par que un proceso de
limpia de terreno del capital, una etapa de transición en la que se
agudizan las contradicciones del capitalismo, a la vez que se abren
ventanas a los grupos subalternos ante la debilidad de la primera
potencia mundial. Por ello, es también una etapa de esperanza.
En este capítulo, como en los anteriores, se aborda primero
el contexto general de la crisis capitalista, para analizar después la
situación agroalimentaria involucrada en la lucha por la hegemonía
mundial.

E  .   

L    . -

Cuando estalló la crisis de los sectores de la informática y las


telecomunicaciones en 2001-2002, sobrevino una situación ca-
racterizada por elevados márgenes de capacidad ociosa en la indus-
tria, así como un mercado deprimido debido al desempleo que la
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

acompañó. En respuesta a la crisis se desarrolló en Estados Uni-


dos una política orientada a generar la recuperación del capital.
El Banco Central impulsó la emisión monetaria de manera drás-
tica mientras que las tasas de interés se redujeron fuertemente
con el fin de impulsar la demanda del crédito y la inversión: de 6.5%
en 2001, hasta llegar a 1.7% a mediados de 2002 y después a 1% en-
tre 2003 y 2004 (Marichal, 2010:280).
Tal situación impulsó el incremento del valor financiero de los
bienes raíces, mientras que la inversión productiva no se vio estimu-
lada. Debido a que la tasa de plusvalía siguió subiendo, dadas las
condiciones de explotación imperantes, el mundo se vio de nue-
vo inundado por grandes fondos excedentes en busca de aplica-
ciones rentables, en tanto que la esfera productiva no resultaba
atractiva.
Se combinaron así los factores de excedentes de capital, bajas
tasas de interés y capacidad de endeudamiento de la población,
que trajeron consigo una nueva fase de recuperación y ascenso del
capitalismo mundial, comandada por el capital financiero.

[…] a partir de 2003, la economía de Estados Unidos comenzó


un claro proceso de recuperación, expresado en un crecimiento de
su  superior a 4% anual, una rentabilidad del capital de más de 7%
en el mismo año y una productividad del trabajo que en 2002 y
2003 creció a una tasa promedio de 4.7% (Marichal, 2010:280).

Durante este periodo, el foco dinámico se desplazó de la informá-


tica y las telecomunicaciones en reciente crisis hacia el área hipo-
tecaria como la más rentable. Por esta razón, entre enero de 1991
y 2006 el inicio de construcción de nuevas casas se elevó en apro-
ximadamente 185% (Valenzuela, 2009:187). Se trataba, sin embar-
go, de una nueva “burbuja peregrina”:

Es decir, dada la magnitud de los fondos líquidos, éstos pueden


aplicarse concentradamente en una u otra rama de la economía. Pe-
ro al hacerlo, terminan por justificar el pronóstico. Es decir, buscan
ganancias de capital (comprar barato, vender caro) y si las aplica-
 BLANCA RUBIO

ciones de fondos se concentran vg. en la vivienda y en los papeles


financieros que giran en torno a ella, el precio de éstos comienza
a subir más y más. Es decir, se acelera el alza y termina por des-
pegarse de los costos reales de la construcción. Algo muy propio
de todo globo especulativo (Valenzuela, 2009:189).

Como en la belle époque, se vivía así una nueva fase de ascenso


fincada sobre las arenas movedizas de los fondos especulativos.

L    I   


     

Estados Unidos había decaído en la posición relevante que con-


servaba en la producción y el control sobre el petróleo, debido al
declive de sus reservas probadas y las de su área de influencia —Mé-
xico y el Mar del Norte.

El volumen de reservas probadas disminuyó en casi mil millones


de toneladas entre 1980 y 2004, quedando por debajo de cuatro mil
millones de toneladas, un nivel que apenas representa 2.4% de las
reservas probadas en la escala mundial (Palazuelos, 2008:43).

Asimismo, el hecho de que las mayores existencias de petróleo


se encuentren concentradas en países no occidentales y en ellos en
empresas estatales, le restaba poder sobre las fuentes de abaste-
cimiento y el control de los precios.
Esta situación se combinó con el ciclo de auge económico que
hemos comentado, para generar las condiciones de una nueva es-
trategia que le permitiera recuperar la hegemonía perdida, esta vez
con el énfasis en el plano militar.
Desde tiempo atrás, Irak constituía un objetivo de conquista
para Estados Unidos, debido a su posición geopolítica y a su rique-
za petrolífera:

[…] pero también porque amenazaba con encabezar un movimien-


to panárabe laico que podría extenderse a la totalidad de Oriente
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

Próximo y someter la economía global a su poder sobre el flujo


del petróleo (Harvey, 2003:148).

El 11 de septiembre de 2001, con el atentado sobre las torres ge-


melas y la reacción frente al “terrorismo” por parte de Estados
Unidos, constituyó el pretexto idóneo para invadir Irak argumen-
tando que tenía un arsenal de armas nucleares.
Ésta fue la oportunidad precisa que Estados Unidos esperaba
para impulsar una nueva guerra que, en primer término, superara
el síndrome de Vietnam, es decir, la derrota infligida por un pe-
queño país. En segundo lugar, que permitiera la preservación del
poder durante otro siglo más al recuperar el control del petróleo
mundial, pero en particular el hidrocarburo del que se surten sus
competidores principales, tanto de Asia Oriental como de Europa.

No sólo constituye un intento de controlar el grifo global del petró-


leo y con él la economía global mediante el dominio sobre Orien-
te Próximo, sino también una potente cabeza de puente militar de
Estados Unidos en la masa territorial euroasiática, que unida a
las alianzas tejidas desde Polonia hasta los Balcanes le proporciona
una poderosa posición estratégica en Eurasia, con la posibilidad de
sabotear cualquier consolidación de un bloque euroasiático que
pudiera optar a ejercer esa acumulación incesante de poder polí-
tico que debe acompañar siempre a la acumulación igualmente
incesante de capital (Arrighi, 2007:226).

Estados Unidos emprendió por tanto la guerra en Irak en 2003,


involucrando un enorme gasto militar, en parte financiado por sus
aliados. A finales de 2006, el Congreso de Estados Unidos había apro-
bado 500 mil millones de dólares para las guerras de Afganistán e
Irak, y se esperaba que para 2007 el presupuesto contra el terroris-
mo superase el gasto militar de todas las guerras emprendidas por
Estados Unidos, con excepción de la segunda conflagración mundial
(Arrighi, 2007:210).
Esta aventura militar, sin embargo, no resultó lo que el gigante
del norte esperaba. En 2006, Bush aceptó por primera vez que no
 BLANCA RUBIO

estaba ganando la guerra y ordenó incrementar el número de sol-


dados en Irak. Aun así, el ejército más poderoso del planeta no
pudo derrotar con sus 150 mil efectivos a 20 mil insurgentes sunni-
tas, ni controlar sus yacimientos petroleros (Jalife-Rahme, 2007:9).
Esta derrota es histórica, pues marca el declive militar de la ma-
yor potencia del planeta. No solamente le fue imposible superar
“el síndrome de Vietnam”, sino que, al igual que con la financiari-
zación, desató los demonios del alza de precios del petróleo.
Si en los años setenta la devaluación del dólar provocó la lla-
mada “primera crisis del petróleo” con el alza de los precios del
crudo, en los inicios del siglo  ocurrió una situación muy pare-
cida. El declive de las tasas de interés que mencionamos favoreció
la pérdida del valor del dólar.

Desde enero de 2002 hasta mayo de 2008, el dólar se depreció en


relación con el euro, el yen y la libra 44%, 24% y 28% respectiva-
mente ( y , 2009:10).

La devaluación del dólar repercutió nuevamente en el incre-


mento de los precios del petróleo, ya que, como lo mencionamos
en el capítulo 2, dichos precios están expresados en dólares, por lo
que tienden a subir cuando se deprecia la moneda verde para com-
pensar su valor.
Este incremento se vio fuertemente impulsado, además, por la
invasión a Irak, debido a la reducción de la producción que trajo
consigo la declinante oferta del país devastado, ante la destrucción
que le generó la conflagración en su territorio (Palazuelos, 2008:448).

Fue justamente el año siguiente, cuando emergió lo que podría-


mos denominar “la ecuación del siglo ”: declive del dólar y auge
de dos binomios tangibles, el petróleo/gas y el oro/plata (Jalife-
Rahme, 2007:9).

Aunque la devaluación del dólar y la guerra de Irak fueron las


condiciones para el incremento en los precios del hidrocarburo,
lo que generó su escalada ocurrió en el ámbito financiero. La con-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

centración del hidrocarburo y su refinamiento fuera del control


de Estados Unidos provocó un clima de incertidumbre en rela-
ción con el abastecimiento mundial. Esta situación atrajo al capi-
tal financiero como efecto refugio en el petróleo, financiarizando
a las commodities.

[…] grandes sumas de capitales salieron de Wall Street y Nasdaq


y de otras bolsas internacionales dispuestas a orientarse hacia
otros mercados que ofrecieran mejores expectativas de beneficios
que las acciones, las obligaciones de las empresas y los bonos pú-
blicos. Los futuros de petróleo fueron valorados como un merca-
do en alza y recibieron una inyección de liquidez que los hizo aún
más dinámicos y favoreció el aumento de los contratos y el alza
de los precios (Palazuelos, 2008:460).

De esta suerte, al arrancar la guerra de Irak el petróleo ya se


encontraba financiarizado y se había configurado un clima de in-
certidumbre en torno al crudo. Sin embargo, la derrota en la guerra
y la reducción de la oferta dieron la puntilla al alza de precios del
petróleo y fortalecieron a niveles insospechados el flujo de capi-
tales especulativos hacia las commodities.
El precio del petróleo había venido subiendo de los históricos
11 dólares el barril tipo  en 1988, hasta 35 dólares en 2000. Sin
embargo, después de la guerra de Irak, entre 2004 y 2006 llegó
hasta 80 dólares el barril. A partir de ahí, ya no recobrarían los pre-
cios históricos de los años ochenta y noventa.
En cuanto a los flujos especulativos:

[…] entre 2003 y el primer trimestre de 2006, las inversiones de los


hedge funds en commodities cotizadas habían aumentado desde
15 hasta 80 millones de dólares (Palazuelos, 2008).

Podemos concluir que, aprovechando la fase de recuperación


de 2003 a 2007, Estados Unidos emprendió la guerra de Irak para
preservar su dominio ante el declive económico en relación con sus
competidores, pero su plan falló ocasionando una mayor pérdida
 BLANCA RUBIO

de poder del que tenía antes de la conflagración. Esta guerra, como


todas las acciones emprendidas por la potencia del norte, sola-
mente contribuiría a socavar su posición mundial.

En resumen, lejos de servir para establecer los cimientos de un


segundo siglo americano, la ocupación de Irak ha socavado la cre-
dibilidad del poderío militar estadounidense así como la centra-
lidad de Estados Unidos y su moneda en la economía política
global y ha fortalecido la tendencia hacia el surgimiento de Chi-
na como alternativa al liderazgo estadounidense en Asia oriental
y más allá (Arrighi, 2007:222).

L  

Al concluir la guerra de Irak se precipitó una serie de aconteci-


mientos relacionados con la orientación de un enorme arsenal de
fondos de dudosa fuente hacia el sector inmobiliario, aprovechan-
do el ciclo de ascenso.

La demanda por vivienda (primaria y secundaria) y los créditos fá-


ciles impulsaron la industria de la construcción de casas, al tiempo
que se generaba un incremento alucinante de nuevos instrumen-
tos financieros en el mercado hipotecario. Estos factores espo-
learon una constelación de tremendas y peligrosas burbujas en el
sector inmobiliario (Marichal, 2010:281).

Se había desencadenado el mecanismo compensatorio del sub-


consumo inherente al neoliberalismo, otorgando una creciente can-
tidad de préstamos de baja calificación conocidos como “subprime”
a clientes de pocos ingresos y con escasa posibilidad de pagar las
deudas contraídas. El auge observado en este mercado atrajo a
grandes bancos, ahora autorizados para inversiones financieras, los
cuales empezaron a invertir en fondos de cobertura (hedge funds).
Se trataba de hipotecas individuales en paquetes, que luego se re-
vendían a inversores de diversos mercados financieros, con lo cual
se conformó un mercado que giraba en torno a millones de prés-
tamos hipotecarios.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

La maquinaria entrelazada formada por la industria de la cons-


trucción de viviendas, los bancos y las firmas financieras impulsó
un crecimiento desmedido del sector inmobiliario e hipotecario
(Marichal, 2010:287).

La euforia inmobiliaria se vio frenada cuando a finales de 2005 la


Reserva Federal comenzó a aumentar los tipos de interés, con
lo cual las familias más pobres ya no pudieron pagar los créditos
contraídos, mientras que al subir la tasa de interés empezó a bajar
el valor de los fondos especulativos, razón por la cual sus posesio-
narios trataron de deshacerse de ellos. En consecuencia, el valor
de las casas empezó a caer.
La burbuja inmobiliaria estallaba así en medio del desconcierto
generalizado. A finales de agosto de 2007, casi un millón de fami-
lias había perdido su vivienda (Amir, 2010:57). Esto trajo consigo el
derrumbe de gran cantidad de fondos bancarios o bursátiles que
se basaban en estos valores, con lo cual ocurrió una situación ge-
neralizada de bancarrota.
Los fondos especulativos abandonaron el barco hipotecario
que se hundía y fluyeron hacia los granos, convertidos ahora en
efecto refugio de los fondos en decadencia. Como se verá más ade-
lante, en mayo de 2008 se incrementaron los precios nominales
de los alimentos y materias primas agropecuarias hasta un nivel
sin precedentes en los últimos años. Estallaba con ello la primera
fase de la crisis alimentaria comandada por el arroz.
De igual forma, el petróleo se convirtió en un refugio seguro
para los fondos especulativos en declive, por lo que, de aquellos
80 dólares el barril en 2004, subió a su máximo histórico el 3 de
julio de 2008, fecha en que alcanzó 145 dólares el barril (Marichal,
2010:297).
Cuando estos mercados dejaron de ser atractivos, los fondos
especulativos fluyeron hacia las bolsas europeas debido a la reva-
luación del euro frente al dólar. Sin embargo, durante este tiempo
la suspensión de pagos de centenares de miles de hipotecas y el de-
rrumbe de gran cantidad de fondos bancarios siguió su curso.
Era el capital especulativo el que se salvaba de la crisis inmobilia-
 BLANCA RUBIO

ria acudiendo a las commodities, pero los grandes bancos de in-


versiones no pudieron parar la escalada de pérdidas.
El 14 de marzo de 2008, Bear Stearns, que había sobrevivido a
la crisis de 1929, se declaró en bancarrota. Ese mismo mes, Gold-
man Sachs y Lehman Brothers hicieron pública la pérdida de 50%
de sus ganancias anuales. El 13 de julio, el segundo banco más
importante de Estados Unidos fue intervenido por el gobierno ante
su quiebra inminente, mientras que ese mismo mes el gobierno
rescataba de la quiebra inminente a las dos grandes hipotecarias:
Fannie Mae y Freddie Mac.
El 14 de septiembre de 2008, el llamado “lunes negro”, Lehman
Brothers se declaró en bancarrota y ante la negativa del gobierno
de Estados Unidos a rescatarlo, se desató una reacción en cadena en
los mercados financieros del mundo. Estallaba con ello la crisis
financiera, largamente anunciada, que generó la pérdida de dos bi-
llones de dólares por los sistemas bancarios (Marichal, 2010:324).
Esta crisis se transformó en crisis productiva cuando el crédito
empezó a escasear:

Los bancos dejan de hacerse préstamos entre ellos y a fortiori


frenan brutalmente sus préstamos a las empresas. El credit crunch
transforma la crisis financiera en una crisis económica (Salama,
2010:25).

Durante 2008, 2.6 millones de estadounidenses perdieron su


empleo, mientras que sólo en el mes de diciembre de ese año la
tasa de desempleo subió 7.2%, mes en el que 524 mil personas
perdieron su trabajo. Estas cifras, que fueron las peores registra-
das desde la Segunda Guerra Mundial, ya fueron superadas pues
el desempleo en este país llegó a 9.7% en 2010 con ocho millones de
puestos de trabajo perdidos.19
En Alemania, la producción cayó 10% en noviembre de 2008
frente al mismo mes del año anterior, mientras que en Gran Bre-
taña el declive fue de 7.4% en el mismo periodo y en Francia la in-

19 Diario La Jornada, 19 de marzo de 2010.


EL DOMINIO DEL HAMBRE 

dustria automotriz sufrió una caída de 8.1% en noviembre, tras un


declive de 22.2% en octubre.20
Había estallado así la crisis económica más fuerte desde la cri-
sis de 1929. Con ella declinaba una era del capitalismo: la de la
supremacía mundial de Estados Unidos.

R     

La crisis capitalista mundial que comenzó en 2007 inauguró una


fase de transición en el sistema-mundo, en la cual, dicha crisis cons-
tituye una fractura de las condiciones de acumulación a la vez
que una limpia de terreno para el surgimiento de nuevos meca-
nismos de valorización del capital. Por ello, la transición no se re-
mite solamente a la crisis, sino que constituye también una etapa
de reconfiguración y reestructuración del capital, donde se van
construyendo los nuevos mecanismos de dominio y el estableci-
miento de una nueva relación de fuerzas entre las grandes poten-
cias. Por eso mismo, se trata de una etapa prolongada en la cual se
entretejen los procesos de ruptura con los de regeneración. En este
sentido, no basta superar la fase más aguda de la crisis para dejar
de lado el problema. Esta transición, para desgracia de muchos,
durará un tiempo prolongado, por lo que es importante identificar
sus tendencias, así como las posibilidades de una inserción inclu-
yente de las clases subalternas.

Hay que pasar necesariamente esa página para entrar en una etapa
de “transición” (de crisis), corta o larga, ordenada o caótica. “Otro
mundo es posible”, proclamaban los “altermundistas” de Porto Ale-
gre. Yo decía: “Otro mundo está emergiendo” (Amir, 2010:22).

Las causas estructurales de la crisis capitalista

La crisis capitalista mundial es una crisis multidimensional por


cuanto entraña una crisis energética, financiera, alimentaria y
por supuesto productiva; pero además cobra un carácter civiliza-

20 Datos de <www.elcomercio.com.pe/ediciononline/HTML/2009-01-09>.
 BLANCA RUBIO

torio por cuanto alberga contradicciones de orden ecológico que


ponen en peligro la sobrevivencia de la especie humana.
En el ámbito económico, la crisis capitalista mundial es una
crisis de carácter sistémico que cuestiona las bases mismas del
modelo de desarrollo impulsado desde los años ochenta. En tanto
crisis estructural, constituye una etapa de transición hacia un nue-
vo patrón de acumulación (Valenzuela, 2009:137).
Podemos decir, en sentido estricto, que en 2007 estalló de nueva
cuenta la crisis de sobreacumulación y sobreproducción que se
presentó en los años setenta, cuyas causas estructurales habían
quedado sin resolverse, profundizando las contradicciones que le
dieron origen.
Entre estas causas, las principales aluden al dominio del capi-
tal financiero sobre el productivo, así como al declive tendencial de
la cuota de ganancia: veamos en qué consiste cada una de ellas.

tEl dominio del capital financiero sobre el productivo

Como vimos en el capítulo 3, con el fin de superar la crisis de los


años setenta, Estados Unidos abrió el cauce a la inversión finan-
ciera y especulativa pretendiendo con ello mantener la superio-
ridad económica, ya que había declinado su productividad en
relación con la de sus rivales euroasiáticos. En el marco de la desre-
gulación financiera, se introdujo una “batería” de innovaciones fi-
nancieras:

[…] los llamados derivados, cuyo objetivo era diversificar los riesgos
de las inversiones en acciones, hipotecas, precios de materias pri-
mas y un sinnúmero de transacciones. Nuevos títulos con escasa
supervisión (Marichal, 2010:28).

Estas transformaciones permitieron que grandes masas de ca-


pital que no podían alcanzar rentabilidad en el ámbito productivo,
debido a la sobreacumulación, fueran colocadas en el área finan-
ciera con rendimientos más atractivos.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

Como señalamos antes, tal situación impulsó a las mismas in-


dustrias a derivar una parte creciente de su capital hacia el área
financiera.

En 1998, por ejemplo, la inversión de las empresas en el sector


financiero equivalía a 58% de la inversión efectuada en la industria
manufacturera. En 2006 ya era equivalente a 89%. Casi se situaba
a la par, algo que no puede calificarse como expresión de salud eco-
nómica (Valenzuela, 2009:161).

Las crecientes sumas que fluyeron hacia el sector financiero,


pero en particular el especulativo, deprimían la inversión produc-
tiva, con lo cual se fue generando un desempleo estructural que
permitía reducir los salarios e imponer la precariedad, abriendo
el cauce para que el capital financiero dominara también el mer-
cado de trabajo. Tal proceso permitió elevar fuertemente la cuota
de explotación del trabajo, que a su vez alimentaba el excedente
o sobrante de capital sin posibilidades de inversión rentable en el
área productiva.
El desempleo y los bajos salarios generaron una distribución
del ingreso muy regresiva que trajo consigo el declive del consumo
en amplias masas de la población.

En nuestro planeta, la quinta parte más rica de la población dispone


de 80% de los recursos, mientras que la quinta parte más pobre de
menos de 0.5% (Ramonet, 2008:64).

De esta manera, con el fin de elaborar las mercancías se impul-


só el endeudamiento familiar, con o sin garantías, como un meca-
nismo compensatorio a la sobreproducción de mercancías.
La financiarización y el endeudamiento se convirtieron por tanto
en los mecanismos artificiales de propulsión del ciclo económico,
ante la incapacidad del sistema para generar medios viables de
realización de la plusvalía y las mercancías. Tales procesos, sin em-
bargo, fueron generando una separación cada vez mayor entre
el valor y su representación dineraria, la cual provocó en 2007 el
 BLANCA RUBIO

rompimiento de la burbuja como un mecanismo del capital para


ajustarse y continuar el ciclo.

tEl declive de la cuota de ganancia

Otra contradicción del capitalismo en general, pero que cobra una


fuerte dimensión en el neoliberalismo, lo constituye, como señala-
mos en el capítulo 3, el proceso que conduce a una elevación de
la composición orgánica de capital y genera una tendencia decre-
ciente de la tasa de ganancia. Durante la etapa de análisis, el im-
pulso de la tecnología provocó un incremento muy fuerte de esta
relación.
En Estados Unidos:

[…] la automatización hizo desaparecer 5.6 millones de puestos


de trabajo desde el año 2000, y el crecimiento de la productividad ha
bloqueado el ingreso de nuevos asalariados a la actividad corrien-
te de las fábricas (Katz, 2010:23).

A pesar de que la composición orgánica de capital había ido


en ascenso, potenciada por el impacto de la informática en los
procesos productivos, aún no se había registrado un declive pronun-
ciado de la cuota de ganancia. El nivel de la rentabilidad se había
mantenido desde mediados de los años ochenta con los altibajos
de las crisis coyunturales que ocurrieron en el periodo (Katz, 2010:
23). La razón de esto estriba, tal como en la contradicción de la
sobreacumulación, en la presencia de factores compensatorios. En-
tre ellos, el más importante lo constituyó también el incremento de
la cuota de plusvalía, impulsado a través de la flexibilización labo-
ral, la presión del desempleo y la pobreza de amplios sectores de la
población. Al incrementarse la masa de plusvalía por esta vía,
se compensó el incremento del capital objetivado en medios de pro-
ducción y la tasa de ganancia se mantuvo.
El otro factor esencial como contrapeso de la caída de la cuota
de ganancia lo ha constituido, como señalamos en el capítulo ante-
rior, el abaratamiento de las materias primas, pues permitían redu-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

cir los costos de producción. El proceso de desvalorización de las


materias primas durante el neoliberalismo había jugado un papel
fundamental en la contención de la cuota de ganancia.
Sin embargo, el fuerte incremento de los precios del petróleo,
y con él el de los granos básicos y de materias primas como el oro y
los metales, ocurrido a partir de 2004, anuló cabalmente el rol que
tenían para contrarrestar la cuota de ganancia.21
En este contexto, se ingresó en una etapa de revalorización de
las materias primas en el ámbito mundial, proceso que apuntaló
el declive de la tasa de ganancia, no sólo porque aumentó los cos-
tos en los insumos provenientes del sector primario, sino también
porque presionó los salarios con el aumento en los precios de los
alimentos. Por ello, la revalorización de las materias primas se ha
convertido en un obstáculo a la salida de la crisis capitalista.

L   

Como señalamos en el capítulo 3, durante los años noventa Esta-


dos Unidos emprendió una pugna por la hegemonía frente a Japón
y Alemania, ya que había perdido competitividad económica frente a
ellos. Para preservar su poder utilizó su fuerza financiera, con lo
que prolongó la superioridad económica. Sin embargo, Japón in-
gresó en una prolongada recesión debido a las contradicciones ge-
neradas en el interior, mientras que la unificación alemana le costó
a esta gran potencia retrasarse en la competencia.
La debilidad de sus rivales euroasiáticos colocó a Estados Uni-
dos en una nueva disputa. Al iniciar el siglo , el intento estado-
unidense de preservar su poder apropiándose del petróleo que
consumen sus rivales asiáticos fracasó, como lo señalamos antes. En
este contexto, la derrota sufrida por Estados Unidos en la guerra
de Irak cambió radicalmente el núcleo de la confrontación norte-
norte hacia el conflicto norte-sur.
Existe un consenso en el sentido de que la guerra de Irak benefi-
ció a China, en principio porque los recursos desplegados fueron
21 El precio del oro se incrementó en 32% en 2007. Datos de Ignacio Ramo-
net (2008:25).
 BLANCA RUBIO

aprovechados por esta potencia, a la vez que consolidó su papel


de principal acreedor de la potencia del norte.
Por otra parte, Estados Unidos fracasó en su intento por con-
trolar el grifo del petróleo que abastece al Asia oriental y, como
señala Arrighi, el acuerdo petrolífico entre Pekín y Teherán en
octubre del 2004 consolidó la posición geopolítica de la potencia
asiática.
China se ha convertido en el destino alternativo para las ex-
portaciones y la inversión de un amplio grupo de países, lidera el
grupo de los  (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), se ha
convertido en una opción de fuerza para los países que no están so-
metidos a Estados Unidos y ha generado el ascenso de un pode-
roso polo económico que le disputa el poder en este terreno a la
gran potencia en declive.
La derrota en la guerra de Irak expresa pues el fracaso en im-
pedir el ascenso de China y el bloque rival, por lo que ahora la
hegemonía económica de Estados Unidos se encuentra cuestio-
nada por un polo alternativo que, además, tiene características di-
ferentes a los antiguos rivales imperialistas que han competido con
Estados Unidos.
Por otra parte, la crisis capitalista ha cuestionado el poder fi-
nanciero de Estados Unidos con toda su secuela de desastres. La
pérdida del control de los precios del petróleo y el declive del dó-
lar completan el cuadro de la decadencia.

En realidad el descenso del dólar desde 2000 es la expresión de


una crisis mucho más seria de la hegemonía estadounidense que
la que tuvo durante la década de 1970. Ya sea gradual o repenti-
no, es la expresión [y un factor] de una pérdida relativa y absolu-
ta de la capacidad estadounidense de mantener la centralidad en la
economía política global (Arrighi, 2007:215).

Desde esta perspectiva, la derrota en la guerra de Irak y la cri-


sis capitalista marcan la transición del declive hegemónico de Es-
tados Unidos, iniciado en los años setenta en el plano económico,
a una crisis de hegemonía propiamente dicha, en la cual Estados
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

Unidos perdió el liderazgo consensuado y pasó a un estatus de “do-


minio sin hegemonía” (Arrighi, 2007:160).

L      

La reacción ante la crisis por parte de los gobiernos de los países


desarrollados consistió en impulsar el rescate del sistema financie-
ro para detener la escalada de quiebras. El rescate en su conjunto
alcanzó cerca de 5.7 billones de dólares, a los que se agregaron
800 mil millones de dólares del Plan de Recuperación y Reinver-
sión del presidente Obama (Marichal, 2010:306).
El salvamento permitió que se generara una recuperación de las
cotizaciones bursátiles en 2009. El índice de Wall Street aumentó
en 35% respecto a 2008, París en 33%, Fráncfort en 41%, Londres
en 59% y Hong Kong en 76% (Salama, 2010:26).
Sin embargo, el rescate masivo incidió fundamentalmente en
el ámbito financiero pues los créditos a la industria y el comercio
no progresaron. “Las instituciones financieras primero y los ban-
cos después utilizaron esta liquidez para invertir en los mercados
financieros” (Salama, 2010:27).
Esto indica que el rescate significó solamente un paliativo que
permitió que la actividad capitalista continuara, pero sin enfren-
tar los orígenes que provocaron la debacle. Este proceso, en lugar de
someter al sector financiero a reglas más estrictas que impidieran
una nueva hecatombe, lo único que logró fue fortalecerlo.

Los bancos rescatados del naufragio porque “eran muy grandes”,


ahora protagonizan una nueva secuencia de concentración finan-
ciera y centralización en las decisiones en un puñado de ejecuti-
vos (Marichal, 2010:7).

Como diría la voz popular, “Wall Street salió a flote pero la


gente continúa en el pozo”.
En 2010, el epicentro de la crisis se trasladó a Europa, mientras
que en 2011 el sistema se desestabilizó de nuevo impulsado por
el clima de inseguridad que provocó que la evaluadora S&P le re-
 BLANCA RUBIO

dujera una “A” a Estados Unidos como espacio seguro para la in-
versión, situación que lleva a los analistas a concluir que el pro-
blema de la crisis no se ha remontado. A diferencia de la crisis de
1929, que tuvo una caída muy fuerte y una recuperación en V,
esta crisis puede tener un comportamiento en W, ya que no se han
atacado los problemas estructurales que mencionamos al princi-
pio: el subconsumo y la sobreacumulación.
Asimismo, la salida neoliberal a la crisis, comandada por el
capital financiero, consiste en continuar atrofiando la esfera pro-
ductiva con el fin de robustecer sus ganancias.

Los planes de los poderes proyectan fríamente el agravamiento


de la crisis de la economía real, el paro, la precarización y el de-
terioro de las jubilaciones aseguradas por los fondos de pensio-
nes (Amin, 2010:19).

El capital financiero impone en el nivel mundial la contracción


de la producción y la deflación, es decir, el declive o estancamien-
to de los precios mediante políticas de austeridad como las que se
han impulsado en Portugal, Irlanda, Grecia y España (, por sus
siglas en inglés).

Conforme se va priorizando actualmente la lucha contra los dé-


ficits públicos y la generalización de las políticas de austeridad,
las fuerzas internacionales más conservadoras siempre al servi-
cio del capital financiero, amenazan nuevamente con derribar
toda forma de economía productiva para hacer triunfar de nuevo
el parasitismo y la putrefacción (Vergoupolus, 2011:15).

Debido a que la caída de la demanda y de los precios eleva el


valor real de los medios de pago, al capital financiero le conviene
una economía estancada e incluso la depresión. Asimismo, a los
países que han acumulado enormes reservas en dólares, ante el
clima de incertidumbre que priva en el ámbito mundial, no les
conviene la recuperación con un dólar débil pues esto haría deva-
luarse sus reservas. Por ello, los países excedentarios como China
y Alemania se benefician también de la recesión y la deflación.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

Va saliendo a relucir entonces, con la profundización de la cri-


sis, que el capital financiero medra de la atrofia del productivo y
que, por tanto, la situación que afecta a millones de personas en
el mundo, como el desempleo, la desvalorización de los bienes, la
pobreza, etc., es rentable para una reducida elite de magnates fi-
nancieros, que son quienes gobiernan al mundo. Es decir, el capital
financiero es como un vampiro que sólo puede sobrevivir desan-
grando a la producción que crea valor, empleo y riqueza.
Sin embargo, el dominio financiero constituye solamente una
tabla de salvación temporal para el capitalismo, pues al apuntalarlo
sin resolver los problemas productivos lo único que se logra es pro-
fundizar las contradicciones, con lo cual se potencia la fuerza de la
próxima crisis, lo que augura secuelas más devastadoras y un de-
clive mayor de la hegemonía estadounidense.

C    


  . -

La fase de transición en el ámbito general trajo consigo cambios


fundamentales en el sector agroalimentario mundial. Junto con
las finanzas, los alimentos fueron utilizados como un arma para
recobrar la hegemonía perdida, por lo que la agricultura recobró
el lugar estratégico perdido durante más de 20 años.
La década de 2000 significa, por tanto, una ruptura y reconfi-
guración de lo que fueron los años neoliberales. Como toda etapa
de transición, alberga un conjunto de rupturas pero también la emer-
gencia de procesos inéditos que están transformando la fisono-
mía alimentaria del planeta.
En este apartado tomamos como eje las estrategias impulsadas
por Estados Unidos en el terreno alimentario para enfrentar la cri-
sis de hegemonía, mientras que el punto de partida es de orden
histórico para exponer la compleja situación agroalimentaria de la
etapa de transición. Al final se abordan los rasgos estructurales que
se están transformando, como el vínculo de la subordinación indus-
tria-agricultura y las nuevas formas de dominio agroalimentario
que están surgiendo.
 BLANCA RUBIO

L    


    E U

La pugna por la liberalización comercial a ultranza a través de los


acuerdos comerciales y el incremento de los subsidios persiste como
la estrategia comercial más importante para apropiarse los mer-
cados y las zonas de influencia del mundo subdesarrollado. Los
monocultivos de maíz, caña, soya, colza y palma africana consti-
tuyen una salida, aunque falsa, a la crisis energética que enfrenta
la gran potencia del norte. La financiarización de los alimentos es,
a la vez que un refugio para los fondos especulativos en declive,
un mecanismo para golpear a los rivales euroasiáticos, mientras que
el negocio especulativo sobre la tierra vigorizado por el “hambre
de oro” y de los agrocombustibles constituye a la par que una sa-
lida al declive de la tasa de ganancia y de los rendimientos especu-
lativos, un mecanismo de expansión espacial sobre el sur por parte
de las grandes empresas agroalimentarias y financieras.
De pronto, el mundo ha vuelto los ojos al campo para extraer
todos los valores que fueron despreciados en el neoliberalismo y
que ahora, merced al alza de precios de las materias primas, co-
bran valor frente al capital.
El ámbito alimentario se convierte así en salida de la crisis, pero
al tiempo que la profundiza se torna vulnerable ante el embate del
capital, mientras que forma parte inevitable de la contienda por un
poder, cada vez más difuso, en el que está en juego el ascenso de
un nuevo orden capitalista mundial.

El declive del dominio por la desvalorización


de los bienes y la pugna comercial alimentaria

El aumento de los precios de los bienes básicos y materias pri-


mas de origen agropecuario transformó las condiciones a través de
las cuales Estados Unidos dominaba el mercado agroalimentario
mundial. La estrategia de los precios dumping se vio obstaculizada
ante los elevados precios en el mercado mundial, por lo que Esta-
dos Unidos se vio en la necesidad de transformar los mecanismos
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

de expansión y dominio. A su vez, se fue profundizando el proceso


a través del cual la gran potencia del norte fue perdiendo posicio-
nes en las exportaciones mundiales de granos ante la emergencia
de nuevos competidores, ahora del sur. Ante esta debacle, Estados
Unidos impulsó una política de “más de lo mismo”, centrada en
elevar los subsidios, abrir los mercados de los países del sur e impo-
ner sus productos a través de las grandes empresas agroalimenta-
rias, ahora beneficiadas por el aumento de los precios. Enseguida
veremos cada uno de estos procesos.

tEl declive de la participación de Estados Unidos


en el mercado agroalimentario mundial

Mientras que en el periodo neoliberal Estados Unidos perdió el


dominio alimentario absoluto en el ámbito mundial, ante el as-
censo de la Unión Europea, como gran competidor, a partir de los
años 2000 empezó a enfrentar la competencia de países emergen-
tes como Rusia, Kazajistán, Ucrania, Brasil, Argentina, Paraguay,
India, Tailandia, Vietnam y Pakistán. Es decir, un amplio conjun-
to de países emergentes, entre ellos los que pertenecen al grupo
G-23 y en particular a los , se empezaron a constituir como
potencias alimentarias, disputándole el mercado a la gran poten-
cia del norte. En este contexto, Estados Unidos ha venido perdiendo
peso en el mercado mundial de cereales.
Como puede verse en las siguientes gráficas, mientras que en
1995 participaba con 41% de las exportaciones de cereales en el
ámbito mundial, ya para 2000 había reducido su participación a
32%, mientras que para 2010 sólo lo hacía con 26%. Es decir, Es-
tados Unidos tiene ahora una participación ligeramente superior
a la cuarta parte del mercado mundial de cereales, cuando en la
etapa de los años ochenta llegó a controlar 50.6% del mercado
mundial.
Este declive no tiene que ver con una baja productiva pues la
participación de este país en la producción mundial de cereales
se ha incrementado. Mientras en 1990 participaba con 16%, en el
año 2010 llegó a 16.3 por ciento.
 BLANCA RUBIO

G   
M:  
    
1995 2010
Francia Francia Argentina
11% 10% 7% Canadá
Canadá 7%
9%
Estados Australia
Estados 6%
Argentina Unidos
Unidos Federación
6% 26%
41% de Rusia
Australia 4%
4% Resto del
Alemania
mundo
Resto del 4%
32%
mundo Brasil
29% 4%

F: Food and Agriculture Organization, /, <http://www.fao.


org>, 19 de febrero de 2013.

G 
P   E U
     , -
100
90
80
70
Porcentaje

60
50
40
30
20
10
0
1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005 2010

Mundo total Estados Unidos


F: Food and Agriculture Organization, /, <http://www.fao.
org>, consultado el 7 de noviembre de 2012.

La falta de correspondencia entre la producción y las exporta-


ciones en Estados Unidos indica que, en algunos cultivos como
el maíz, no le dedica ya la misma proporción al mercado mundial
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

debido a la desviación para agrocombustibles, mientras que en el


resto de los cultivos ha crecido la participación de los países com-
petidores, que le han ganado el mercado que antes regenteaba.
Estados Unidos ha perdido su peso relativo en todos los ce-
reales. En soya pasó de 71% en 1995 a 45% en 2010; en maíz, de
77 a 47% en el mismo periodo; en arroz, de 14 a 12%, y en trigo de 31
a 19 por ciento.
Sin embargo, como puede verse en estos datos, el declive prin-
cipal vino en el maíz y la soya con caídas del orden de 30 y 26%.
En trigo había perdido peso ya ante la competencia de la Unión Eu-
ropea en los años noventa y declina su participación en este perio-
do en 11%, mientras que en arroz se mantiene a la baja pero casi en
el mismo punto.
Como puede verse en las gráficas 40 a 43, tanto en la soya como
en el maíz, los países emergentes latinoamericanos Brasil, Argen-
tina y Paraguay son los que le han disputado el mercado.

G   
M:  
    
1995 2010
Francia Argentina
8% 16%
Argentina
8% Sudáfrica
2% Brasil
Hungría 10%
Estados
Estados 1%
Unidos Francia
Unidos Resto del 47% 6%
77% mundo
Hungría
4%
4%
Resto del mundo
17%

F: Food and Agriculture Organization, /, <http://www.fao.


org>, 14 de febrero de 2013.

En el caso del trigo, los países emergentes de la ex Unión So-


viética, Rusia, Kazajistán y Ucrania, son los que le han ganado el
mercado.
 BLANCA RUBIO

G   
M:  
    
1995 2010
Brasil
28%
Brasil Argentina
11% 15%

Paraguay
Estados
Argentina 4%
Unidos
8% Canadá
71% Paraguay Estados 3%
4% Unidos
Resto del
Canadá 45%
mundo
2% 5%
Resto del mundo
4%

F: Food and Agriculture Organization, /, <http://www.fao.


org>, 19 de febrero de 2013.

G   
P    
   E U  R, K
 U    
1995 2010

Resto del
Resto del
mundo
mundo
65% Grupo Rusia,
66%
Kazajistán
y Ucrania Grupo Rusia,
3% Kazajistán
Estados y Ucrania
Unidos Estados 15%
32% Unidos
19%

F: Food and Agriculture Organization, /, <http://www.fao.


org>, 13 de febrero de 2013.

En el arroz, desde tiempo atrás bajó su participación, pero lo


que importa destacar es que son países emergentes los que co-
mandan la estructura de exportaciones de este cereal. Como pue-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

de verse en las gráficas 46 y 47, Tailandia, Vietnam, Pakistán e India


llevan la delantera.

G   
M:  
    
2005 2010
Estados
India Estados Pakistán Unidos
Vietnam
14% Unidos 21% 13% 12%
Vietnam
13% Pakistán
18%
10% India
7%
Resto del
mundo Resto del
Tailandia mundo
Tailandia 20% 26% 21%
25%

F: Food and Agriculture Organization, /, <http://www.fao.


org>, 14 de febrero de 2013.

En este contexto, podemos concluir que Estados Unidos sigue


siendo la potencia alimentaria mundial más importante. Ningún
país tiene el peso mundial que ostenta en el ámbito de los cerea-
les, pues aunque su participación se ha reducido a 26%, el país
que le sigue más de cerca, que es Francia, apenas llegaba a 10% en
2010. Sin embargo, ya no ostenta la posición que conservó en el
modelo neoliberal.
Esta decadencia la comparte con los países desarrollados como
Francia, que pasó de 12% de las exportaciones de cereales en el
año 2000 al mencionado 10% en 2010, mientras que Canadá pasó
de 9% a 7% en el mismo periodo. Alemania sólo alcanza cuatro por
ciento.
En contraste con la decadencia de los países desarrollados en
su participación en el mercado mundial, se observa la pujanza de los
países emergentes, que cada vez cobran mayor importancia en el
ámbito mundial. El arroz está concentrado en Asia, mientras que
en el trigo sobresalen Kazajistán, Rusia y Ucrania; en soya y maíz
cobran importancia Brasil y Argentina. Ninguno de estos países está
 BLANCA RUBIO

alineado a Estados Unidos, y de una u otra manera están aglutina-


dos en los . Es decir, Brasil, Rusia e India son potencias alimen-
tarias emergentes que le disputan el mercado cerealero a Estados
Unidos. Incluso Sudáfrica está avanzando en el ámbito mundial en
la exportación de maíz blanco.
En cuanto a China, es un caso aparte. Cuando se inició la cri-
sis alimentaria, fue Paul Collier el que difundió la idea de que el
incremento en el precio de los alimentos se había dado, como una
causa importante, por el mejoramiento en los ingresos de las cla-
ses medias de China e India, que empezaron a consumir más carne,
lo que generó un incremento sostenido de la demanda de granos
para alimentar al ganado (Bello, 2009:1).
Esta idea fue retomada por el Fondo Monetario Internacional
y por el Banco Mundial, en lo que se conoció como la paradoja
según la cual, mientras Estados Unidos provocaba el alza de pre-
cios a través de la financiarización de las commodities, culpaba a
sus rivales geopolíticos de impulsar el alza de los precios de los ali-
mentos debido a sus elevadas demandas.
Estas posiciones generaron un intenso debate en un plano más
bien ideológico que oscureció la verdadera situación de estos paí-
ses asiáticos en el mercado mundial cerealero.
India es un importante exportador de arroz, mientras el maíz se
ha convertido recientemente en uno de los cultivos principales de
exportación. Los cereales no aparecen entre los principales culti-
vos de importación de este país. Son más bien los aceites de palma
y soya los fundamentales. Esto quiere decir que India es un país au-
tosuficiente con tendencia a incrementar su participación en las
exportaciones de cereales.
En cuanto a China, ha reducido claramente su papel como im-
portador de los cereales básicos. Si en 1995 participaba con 15%
de las importaciones mundiales de maíz, para 2010 había bajado
a 6%. En 1995 participaba con 8% de las importaciones de arroz,
mientras que en 2010 ya no aparece entre los principales impor-
tadores. En el caso del trigo participaba con 12% de las importacio-
nes mundiales en 1995, mientras que en 2010 ya no aparece entre los
principales.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

Como puede verse en las gráficas 48 a 50, la producción de Chi-


na abastece la demanda nacional con 99.5% del arroz, 96.6% del
maíz y 97.9% del trigo para 2010.

G ,   
C:  
   
Arroz, 2010 Maíz, 2010
Importación Importación
0.25% 3.38%

Producción Producción
99.75% 96.62%

Trigo, 2010
Importación
2.04%

Producción
97.96%

F: Food and Agriculture Organization, /, <http://www.fao.


org>, 24 de febrero de 2013.

Donde se observa muy claramente la participación de China


en las importaciones mundiales es en la soya. Como puede obser-
varse en las gráficas siguientes mientras en 1995 participaba con
9% de las importaciones mundiales, para 2000 había desplazado
a Japón como primer importador mundial y ya para 2010 captaba
59% de las importaciones mundiales de esta oleaginosa.
De modo que China es autosuficiente en los cereales para la
alimentación de su población, pero cobra una gran importancia en
 BLANCA RUBIO

la demanda de bienes para pastas oleaginosas y para forrajes. En el


ámbito nacional, China produce 20.92% de sus necesidades de soya
e importa 79.8 por ciento.
La importancia de la soya en sus importaciones es lo que co-
loca a China como país importador y por ello ha jugado un papel
muy importante en la disputa del G-23 contra los países desarro-
llados, como se verá enseguida.
Vale hacer notar que, debido a la enorme población que tiene,
a pesar de que la importación de cereales no es muy significativa

G   
M:  
    
1995
Alemania China
9% 9%
España
Japón
9%
14%
México
7%
Rep. de Corea
Países Bajos 4%
16% Bélgica-
Resto Italia Luxemburgo
del mundo 4% 4%
21% Portugal
4%

2010
México
4% Países Bajos
4%
Japón
China Alemania
4%
59% 4%
España
3%
Tailandia
2%
Resto Turquía
del mundo 2%
14% Egipto
Indonesia 2%
2%

F: Food and Agriculture Organization, /, <http://www.fao.


org>, 19 de febrero de 2013.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

proporcionalmente a su producción, en términos de volumen, las


compras de China son significativas para el mercado mundial.
Podemos concluir que el caso de China es muy diferente del
de los países emergentes exportadores de cereales, ya que China no
es un país exportador de cereales y en cambio es un importante
importador de soya, por lo que su rivalidad geopolítica con Esta-
dos Unidos cobra otra dimensión en el terreno alimentario, como
se verá después.

tEl declive en el control de la Organización Mundial del Comercio

Mientras Estados Unidos fue perdiendo terreno en las exporta-


ciones, en el ámbito de la disputa por el mercado agroalimentario
mundial a través de la  enfrentó también una clara decadencia.
En primer término, el tránsito de la confrontación norte-nor-
te por el conflicto norte-sur se evidenció en los tempranos 2000,
en el terreno de las negociaciones impulsadas por la .
Como señalamos en el capítulo 3, de 1986 a 1994 se impulsó
la Ronda Uruguay con el propósito de liberalizar el comercio mun-
dial y abrir las fronteras de los países desarrollados a los produc-
tos estadounidenses. Los logros alcanzados, sin embargo, fueron
magros.
A partir de 1999 se retomó el tema de la liberalización comercial
alimentaria en las conferencias ministeriales: la tercera en Seattle,
la cuarta en Doha y la quinta en Cancún.
La conferencia ministerial de Doha, celebrada el 14 de noviem-
bre de 2001, estableció un nuevo programa global de negociaciones,
por lo que al conjunto de negociaciones sobre el libre comercio
en el ámbito mundial se le llamó la Ronda de Doha.
En las cumbres de Seattle y Doha se desarrolló el movimiento
altermundista, que aglutinó a organizaciones mundiales, campesi-
nas y no gubernamentales, entre las que sobresalían Vía Cam-
pesina, Greenpeace, etc., que protestaban por el mecanismo del
dumping, los subsidios a las exportaciones y la protección arance-
laria impulsados por Estados Unidos y la Unión Europea. Con ello
se abría claramente el conflicto norte-sur y se evidenciaba la pér-
 BLANCA RUBIO

dida de legitimidad del dominio agroalimentario de Estados Unidos


por la vía de la desvalorización de los precios.
A pesar de que dichos movimientos fueron fuertemente re-
primidos, los avances en la negociación comercial fueron muy
limitados, referidos a la agenda y los plazos. No obstante, fueron
declarados por los países desarrollados, como logros alcanzados.
La situación cambió radicalmente en la Quinta Cumbre Mi-
nisterial celebrada del 10 al 14 de septiembre de 2003 en Cancún,
México, debido a que, además de los grupos altermundistas que
se reunieron en la sede a protestar, un conjunto de países agrupa-
dos en el G-21, que se convirtió en G-23 por la adhesión en esa
cumbre de dos países más, se opuso claramente a la propuesta ofi-
cial redactada por el presidente de las negociaciones agrícolas,
Stuart Harbinson.
En dicha propuesta:

Continúa básicamente alineado con el paradigma de la “compe-


tencia leal” de los Estados Unidos y los países desarrollados, que
busca ampliar el acceso a los mercados y reducir los obstáculos
comerciales para sus exportaciones agrícolas aun cuando sigue
religiosamente fiel a la agenda de los países ricos de proteger sus
subsidios cuyos efectos provocan distorsión en el comercio. Si bien
el texto procura la eliminación de los subsidios a las exportacio-
nes, ofrece un periodo de supresión gradual que daría a los países
desarrollados tiempo suficiente para cambiar de lugar sus sub-
sidios. De igual forma guarda increíble silencio sobre el apoyo
interno, especialmente de los subsidios del compartimiento ver-
de, donde se ha escondido un apoyo a la agricultura de Estados
Unidos y la Unión Europea que provoca grandes distorsiones al
comercio. También es omiso con otro gran tema: la utilización de
la ayuda alimentaria y de los créditos a la exportación como ins-
trumentos para brindar subsidios a las exportaciones agrícolas
de Estados Unidos (Arze et al., 2003:32).

Asimismo, como lo ha declarado Vía Campesina, no incluía nin-


gún compromiso para disminuir o erradicar las políticas dump-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

ing que tanto han afectado a los productores del otrora Tercer
Mundo.
Dentro del G-23 se formó un grupo de vanguardia que comandó
la protesta en las negociaciones ministeriales formado por China,
India, Brasil y Sudáfrica, claramente precursor del grupo .
Este grupo presentó una propuesta alternativa y fue muy be-
ligerante en su oposición a los subsidios agrícolas. No los pararon
las amenazas, las propuestas debajo de la mesa ni los intentos de
división. Junto con este grupo, aquellos organizados en la 
(África, Caribe y Pacífico) también se opusieron a la propuesta
Harbinson.
La fuerte oposición de los países trajo consigo otro fenómeno
inédito en la historia de las negociaciones comerciales sobre la
agricultura. Por primera vez, Estados Unidos y la Unión Europea,
tradicionales antagonistas en cuestiones comerciales, se aliaron
para defender la propuesta oficial. Ante la imposibilidad de alcan-
zar el consenso en su propuesta intentaron amarrar algunos acuer-
dos mínimos para hacer aparecer a la quinta cumbre como un
éxito o por lo menos como un avance y tratar de discutir los llama-
dos Acuerdos de Singapur (inversión, transparencia en compras
gubernamentales, competencia y facilitación del comercio), con el
fin de expandir sus productos en los países del sur.
Estos dos intentos, sin embargo, fracasaron, ya que no se llegó
a ningún acuerdo, lo que puso en evidencia el fracaso de la cum-
bre, en tanto que los países del G-23 se opusieron a la discusión
de los Acuerdos de Singapur.
Esta cumbre fue famosa porque en ella se inmoló el campesino
coreano Lee Kyun Ahe en protesta por el dominio agroalimenta-
rio de las empresas transnacionales agroalimentarias y de los países
desarrollados. Sin embargo, lo que fue poco reconocido es que el
conflicto comercial norte-norte había culminado, hecho que además
dejaba claro el debilitamiento del poder mundial de las grandes po-
tencias ante la emergencia de un nuevo polo de poder mundial.
Aunque ninguno de los países que abanderó las demandas de los
países del sur son potencias alimentarias del nivel de Estados Uni-
dos y la Unión Europea, lograron desbarrancar la cumbre.
 BLANCA RUBIO

A pesar de que no se hicieron acuerdos en favor de los países


del sur, se frenó la estrategia del norte. El tema de la agricultura
había echado por tierra el conjunto de negociaciones de la ,
con lo cual quedaba claro también que el eslabón más débil de la
globalización venía por el lado de los alimentos.
Después del fracaso de Cancún, las negociaciones en 2004 se
retomaron sin ningún avance sustancial. La situación siguió igual
en la Cumbre Ministerial de Hong Kong celebrada en 2005, donde
las autoridades arrestaron a más de mil ciudadanos del movimien-
to altermundista. Sin embargo, ya para la séptima cumbre mundial
celebrada en Ginebra en 2006, el secretario general de la Orga-
nización Mundial del Comercio, Pascal Lamy, anunció oficialmen-
te la suspensión de las negociaciones de la Ronda de Doha, al no
llegar a ningún acuerdo.
Ante ello la Vía Campesina declaró: “El ciclo de la Ronda de
Doha ha terminado, ahora es el tiempo de la soberanía alimentaria”.
En 2008 se reanudaron las conversaciones comerciales. Sin em-
bargo, el 29 de julio de ese año, nuevamente en Ginebra, Pascal
Lamy corroboró el fracaso de las negociaciones sobre las moda-
lidades de la agricultura. Esta vez el conflicto surgió debido al me-
canismo de salvaguardia especial (), que permite a los países
dependientes de alimentos neutralizar un aumento en las impor-
taciones provenientes de los países desarrollados. Estados Uni-
dos pugnaba por que se fijara en un nivel de 40% de aumento de las
importaciones como requisito para la activación del aumento aran-
celario, mientras que China e India pugnaban por que fuera sola-
mente de 10% (Massot, 2011:2).
La pugna entre Estados Unidos y China e India en particular,
y Brasil y Sudáfrica en general, refleja el conflicto principal en la
agricultura en el contexto del declive hegemónico de Estados Uni-
dos en la etapa de crisis capitalista. El periodo que analizamos se
inicia en 2003 con la Quinta Cumbre Ministerial de Cancún, co-
mo un proceso paradigmático en el cual se revelan los cambios
esenciales de esta etapa.
Los otrora gigantes agroalimentarios en crisis se alían para en-
frentar a los países del sur, liderados por los nuevos rivales eco-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

nómicos que, a pesar de ubicarse entre los países importadores,


tienen un peso mundial suficiente para frenar las negociaciones y
desbarrancar la Cumbre de Doha. Esta etapa inaugura por tanto
el conflicto geopolítico norte-sur, en cuyo marco ocurre el declive
hegemónico de Estados Unidos.
Por otra parte, el fracaso de la Ronda de Doha en general expresa
con mucha claridad la debilidad del libre mercado como mecanis-
mo de dominio de los países del norte, en una etapa de crisis con
fuertes tendencias al proteccionismo mundial.

tLa estrategia de la liberalización comercial


y el ascenso de los subsidios a las exportaciones

Debido a que los precios de los alimentos se elevaron a partir de


2003, junto con los del petróleo, la estrategia de la desvalorización
de los precios enfrentó obstáculos a su desarrollo. Con alimentos
encarecidos no resulta tan sencillo colocar los bienes agroalimen-
tarios en los países dependientes.
A esta situación se sumó el declive de la participación de Esta-
dos Unidos en el mercado agroalimentario, así como la incapacidad
para imponer sus intereses a través de la . Ante esta situación,
Estados Unidos fortaleció los mecanismos que había impulsado
en la etapa neoliberal, es decir, el incremento de los subsidios para
volver más competitivos sus productos y la imposición de acuer-
dos comerciales en los países del sur.
A pesar de que Estados Unidos se había comprometido en 2001
en la Ronda de Doha a bajar los subsidios, esto no pesó en su de-
cisión de mantener el sostén a una reducida elite de poderosos
agricultores y empresarios.
En la Nueva Ley Agrícola aprobada en 2008 se fortaleció la
estrategia de los subsidios. A pesar de que los precios de los ali-
mentos se encontraban en el punto más alto del periodo reciente,
Estados Unidos decidió apuntalar la sobreproducción elevando
los subsidios, con lo cual los productores hacen omisión de las se-
ñales del mercado.
En primer término, se elevó el monto del presupuesto a 289 mil
millones de dólares para un periodo de cinco años. Además, esta
 BLANCA RUBIO

nueva ley cubre las pérdidas del agricultor no sólo por las variacio-
nes en los precios sino también por variaciones en los rendimientos
de sus cosechas. Con ello, aun en el escenario de etapas como la
actual, en la que los precios son altos, el gobierno puede conce-
der ayudas a través del Programa , cuando los rendimien-
tos sean suficientemente más bajos que los niveles de referencia de
la ley.

Con esta nueva legislación Estados Unidos podría aumentar en


los próximos años sus niveles de ayuda interna a la agricultura. Los
aumentos de los “precios sostén” y los “precios meta” incremen-
tan las probabilidades de que, ante caídas menores de los niveles de
precios, se otorguen subsidios bajo los Programas de Préstamos pa-
ra la Comercialización y Pagos Contracíclicos (Tejeda, 2009:3).

La estrategia desplegada demuestra con mucha claridad que


el mecanismo de los subsidios, los precios por debajo del costo y la
apertura comercial, no responde a incentivos económicos. A pe-
sar de que los precios subieron en 2008, como se verá más adelan-
te, los subsidios se incrementaron, obligando a los contribuyentes
a realizar aportes innecesarios, pues los altos precios internaciona-
les son suficientes para incentivar y proteger la producción nacio-
nal. De lo que se trata es de sostener una producción excedentaria
a precios bajos para dominar el mercado mundial, tanto en eta-
pas de precios bajos, como altos.
En cuanto a los acuerdos comerciales, se observa claramente
un fortalecimiento de la estrategia de apertura comercial en rela-
ción con la política impulsada en el periodo neoliberal.
Ante una situación de precios altos, Estados Unidos refuerza
la disminución de los aranceles en los países dependientes para
colocar sus mercancías, por lo que intensifica el impulso a los acuer-
dos comerciales.

Los Tratados de Libre Comercio () han demostrado ser una


de las mejores herramientas para abrir mercados extranjeros para
los exportadores de Estados Unidos (Holt et al., 2010:90).
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

En primer término, Estados Unidos impulsó la iniciativa del


 en 2003, con el fin de crear una zona libre de impuestos en
América Latina. Sin embargo, la emergencia del polo contrahe-
gemónico en la región desbarrancó el proyecto.
En la reunión celebrada en noviembre de 2003 en Miami, con
34 naciones latinoamericanas, falló la concreción del acuerdo de-
bido fundamentalmente a la oposición de Brasil, que había resenti-
do la competencia desleal de la soya por Estados Unidos, y como
vimos, fue uno de los países que dirigió la lucha contra la Ronda
de Doha en Cancún en este mismo año (León, 2003:1).
El fracaso del  llevó a Estados Unidos a impulsar los acuer-
dos comerciales bilaterales, es decir, directamente con cada país.
Mientras que en el periodo anterior solamente había establecido
acuerdos comerciales con Israel y México-Canadá en el ,
de 2000 a 2012 firmó acuerdos de distintos niveles con Jorda-
nia (2000), Chile (2003), Singapur (2003), Australia (2004), Bahrein
(2004), - —Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicara-
gua, Costa Rica y República Dominicana— (2004), Marruecos
(2004), Uruguay (2004), Omán (2006), Perú (2006), Vietnam (2006),
Unión Aduanera de África Meridional (2006),  (2006), Co-
lombia (2006) y Panamá (2007).
Es decir que durante el periodo de análisis, Estados Unidos firmó
acuerdos comerciales con 33 países, pues las uniones aduaneras
y la  agrupan a un conjunto amplio de naciones. Actual-
mente, 42% de las exportaciones agroalimentarias de Estados Uni-
dos se orientan hacia países con los cuales ha firmado acuerdos de
libre comercio (Holt et al., 2010:90).

tLas guerras como mecanismo de penetración


y negocio de transnacionales

Otro de los mecanismos de expansión del dominio agroalimenta-


rio de Estados Unidos lo constituyen las guerras. Así ocurrió con
la ocupación en Irak.
Presionada por los intereses estadounidenses, la Autoridad Pro-
visoria abolió los subsidios agrícolas y abrió el mercado nacional
 BLANCA RUBIO

al que no podían acceder las empresas transnacionales antes de la


invasión debido a las sanciones.
Los derechos de los agricultores a guardar sus semillas fueron
eliminados y se permitió la entrada del trigo importado. De 2002
a 2006, la producción nacional de trigo cayó de 2.6 millones de to-
neladas a 2.2 millones. Un mercado de 1 500 millones de dólares de
Irak fue abierto a las empresas transnacionales.
Las guerras son también un mecanismo para abrir, literalmente
a sangre y fuego, el mercado agroalimentario de los países.
Podemos concluir que ante la revalorización de los precios, el
declive de la hegemonía estadounidense y la disminución de su par-
ticipación en las exportaciones mundiales, Estados Unidos afiló
los antiguos mecanismos de dominio: los subsidios, los acuerdos
comerciales y las guerras, todo con el fin de preservar su poder ali-
mentario mundial.

La estrategia de los agrocombustibles

Como señalamos anteriormente, Estados Unidos trató de resolver


la crisis energética que enfrentaba mediante la guerra de Irak. Sin
embargo, su virtual derrota lo llevó a buscar medios alternativos
para contener los precios del petróleo, reducir su dependencia
del petróleo importado y retomar el control del combustible esen-
cial del capitalismo moderno.
Mientras que en los años setenta la crisis energética se enfrentó
mediante el impulso de la energía alternativa, fundamentalmente
la nuclear, en los años 2000 se echó a andar la iniciativa de los agro-
combustibles22 como salida al problema del petróleo.
Aun cuando la problemática de los agrocombustibles se hizo
visible con la crisis alimentaria de 2008, fue desde el principio de
la década de 2000, una vez que se hizo evidente la crisis energética,
que se empezó a impulsar su producción.

22 Los agrocombustibles son aquellos “producidos directa o indirectamente a


partir de biomasa, tales como leña, carbón, bioetanol, biodísel, biogás (metano)
o biohidrógeno” (Cerdas, 2008:2).
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

En 2003, mediante la Ley de Energías Renovables, Bush reco-


mendó la utilización de agrocombustibles, los cuales de dos mil mi-
llones de galones en el año 2000, tendrían que pasar a cinco mil
millones de galones en 2012 (Houtart, 2007).

Entre 2001 y 2006, la cantidad de maíz utilizado en destilerías de


etanol estadounidense se triplicó de 18 millones de toneladas a
un promedio de 55 millones de toneladas. Entre 2006 y 2007, el
aumento en Estados Unidos fue de 54 a 81 millones de toneladas,
lo que equivale a dos veces el aumento mundial en la demanda de
granos de ese año. Para 2008, una cuenta aparte del maíz cultiva-
do en Estados Unidos se estaba destinando al etanol (Holt et al.,
2010:103).

Sin embargo, la estrategia de los agrocombustibles constituye


en mayor medida una iniciativa ubicada en el plano de la lucha por
el poder, que una solución energética para sustituir el petróleo.
En primer término, porque no son verdaderos sustitutos del pe-
tróleo debido a que dependen de la utilización de este combustible
y se usa más petróleo en proporción al combustible que se ela-
bora. En el caso del etanol producido con maíz se necesitan 1.3
kilocalorías de combustible fósil para producir una kilocaloría de
etanol (Aguirre, 2007:1). Es decir, se gasta más petróleo del com-
bustible que finalmente resulta, por tanto los agrocombustibles de
primera generación no resultan verdaderos sustitutos del petróleo,
mientras que los de segunda generación producidos con biomasa
tardarán más de 20 años en ser rentables. Por lo pronto, “para que
el etanol producido con melaza sea comercialmente viable, debe
recibir un subsidio mayor al que recibe el etanol producido con
maíz” (Holt et al., 2010:116).
Un estudio de la Universidad de Cornell en Nueva York y de la
Universidad de Berkeley, en California, reveló que con los métodos
de procesamiento actuales se gasta más energía fósil para producir
el equivalente energético en biocombustible: es más caro produ-
cir biocombustible que el ahorro energético que supuestamente
permite (Federovisky, 2007:1).
 BLANCA RUBIO

En términos económicos tampoco son viables. Excepto el etanol


producido con caña en Brasil, el resto de agrocombustibles tie-
nen costos más elevados que el de extraer un barril de petróleo y
solamente pueden sostenerse con enormes subsidios.

En 2006 la producción de un barril de biodísel recibía un subsi-


dio de 72 dólares; el etanol 100.07 dólares; cuando el barril de
petróleo costaba más o menos 70 dólares (Houtart, 2007).

Por esta razón se calcula que en 2030 todas las energías reno-
vables, incluyendo los agrocombustibles, ascenderán a sólo 9% del
consumo de la energía global (Grain, 2008:6).
A pesar de estas desventajas, Estados Unidos y la Unión Eu-
ropea han impulsado fuertemente la producción de agrocombusti-
bles, colocando una norma según la cual las gasolinas producidas
deben llevar un porcentaje de etanol, con el fin de crear un mer-
cado seguro y creciente para estos productos.
En Estados Unidos, el decreto legislativo denominado Rene-
wable Fuel Standard obliga a destinar más de 13 mil millones de
libras de aceite de maíz a combustibles para el transporte en 2012
(Fidelity, 2012a). En este país se ha establecido la meta de sustituir
20% de gasolina con etanol para 2017, mientras que en Europa se
estableció para 2010 que todos los vehículos debían contener
5.75% de combustible de origen vegetal.
En este contexto, el impulso de los agrocombustibles tiene que
ver esencialmente con el concepto de “seguridad energética”, en el
sentido de reducir su dependencia del petróleo extranjero, a pesar
de lo costoso que resulta, por cuestiones de geopolítica, pero tam-
bién y esencialmente con el propósito de impulsar un jugoso ne-
gocio para las empresas productoras de etanol, para los grandes
agricultores e incluso para las mismas empresas petroleras que
supuestamente deberían ver reducidas sus ganancias con la com-
petencia del etanol.

Que el modelo actual llevado a cabo actualmente por la Unión


Europea y Estados Unidos no busca afrontar la crisis energética,
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

sino crear una nueva mercancía que genere beneficios alimentan-


do el actual modelo energívoro, es evidente si se hacen pequeños
cálculos sobre la tierra que se necesitaría para tener un peque-
ño impacto en el actual modelo de consumo de energía (Montaugt
y Dogliotti, 2008:214).

La base de este lucrativo negocio son los subsidios que pagan


los contribuyentes. Se calcula que 21.38 dólares del costo de un
galón de etanol provienen de subsidios. Para 2009, esto equivalía
a más de la mitad de su precio al por mayor en el mercado, mien-
tras que en 2006 el apoyo estatal para la industria del etanol estaba
entre 5.1 y 6.8 miles de millones de dólares (Holt et al., 2010:107).

Actualmente, el sector de agrocombustibles en Estados Unidos


recibe más de 75% de todos los créditos fiscales y 66% de los subsi-
dios para la energía renovable —limitando drásticamente el dine-
ro invertido en energía solar y eólica. Para 2010, el etanol le costará
más de cinco mil millones al año a los contribuyentes —más de lo
que se gasta en todos los programas del Departamento de Agricul-
tura de Estados Unidos, en protección del suelo, agua y hábitat
de la fauna silvestre (Holt et al., 2010:234).

Las empresas beneficiadas son de muy distintos rubros y ramos.


, Monsanto, ConocoPhillips, Dupont, Toyota, Cargill, Singen-
ta, Goldman Sachs, British Petroleum, Royal Dutch Shell y Weyer-
hauser.
Monsanto y Cargill lanzaron una empresa llamada Renessen, con
una inversión inicial de 500 millones de dólares, que es el único
proveedor del grano de maíz “Mavera” transgénico y dedicado a
la producción de energía disponible en el mercado, lo cual da idea
de los alcances del enorme negocio que representan los agrocom-
bustibles.
La gran rentabilidad del negocio ha llevado a un sorprendente
crecimiento de los cultivos para agrocombustibles en relación con
los cultivos destinados a la alimentación.
Como puede verse en el cuadro 3, mientras que la producción de
aceite de palma creció 6.8% anual de 2000 a 2011, la colza 4.1%, la
 BLANCA RUBIO

soya 4.3% y el maíz 3.6%; el trigo solamente creció 1.7% y el arroz


al mismo nivel.23
C 
M:     
      ,
-

Aceite Caña
Arroz
Producto de de Colza Maíz Soya Trigo
cáscara
palma azúcar

8.00% 4.00% 4.70% 4.20% 4.50% 1.70% 1.90%
2000-2008

1.30% -1.20% 2.20% 1.30% 6.80% 0.90% -2.20%
2008-2010

3.90% 1.10% 2.60% 2.10% 4.00% 1.60% 1.00%
2008-2011

6.60% 3.00% 4.20% 3.60% 4.90% 1.60% 1.10%
2000-2010

6.80% 3.20% 4.10% 3.60% 4.30% 1.70% 1.70%
2000-2011
F: Food and Agriculture Organization, /, <http://www.fao.
org>, 14 de febrero de 2013.

Asimismo, los precios que registran crecimientos más elevados


son aquellos de los cultivos dedicados a los agrocombustibles; co-
mo puede verse en el cuadro 4, el precio del maíz subió 14% de
2006 a 2012, y el de la soya 14.1%, mientras que el del arroz y el trigo
registraron crecimientos menores.
Por su parte, en Estados Unidos la proporción de maíz utilizado
para etanol, en el conjunto de los usos del maíz, pasó de 35% en
2009 a 41% en 2011, como puede verse en las gráficas 53 y 54.
Con 41% de la producción de maíz dedicado al etanol en 2011,
tomando en cuenta que Estados Unidos produce 40% del maíz mun-
dial, entre 15 y 20% de la producción mundial de maíz se destinó
al etanol.
23 Datos elaborados con base en , 14 de febrero de 2013.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

C 
M:       
   , -

  Cebada Maíz Arroz Soya Trigo Sorgo



11.50% 14.00% 10.40% 14.10% 8.00% 11.60%
2006-2012

26.40% 29.50% 39.50% 35.20% 25.90% 23.90%
2006-2008

4.40% 7.20% -4.70% 4.30% -1.00% 6.00%
2008-2012
F: International Monetary Fund, <www.imf.org/external/np/res/commod/
index.asp>, 14 de febrero de 2013. Para sorgo se utilizó <http://www.fao.org/eco-
nomic/est/prices>.

G   
E U:  
      
2009 2011
Jarabe de alta
Jarabe de alta
fructosa
fructosa
4%
Etanol Etanol 4.1%
Endulzantes
35% 40.0%
y Almidón Endulzantes
6% y Almidón
7.3%

Exportaciones Exportaciones
15% 12.3%

Alimentación y Residual Alimentación y Residual


41% 36.3%

F: /, Economic Reasearch Service, 14 de enero de 2013.

El boom de los agrocombustibles constituye pues un enorme ne-


gocio en el marco de una estrategia de seguridad energética, que en
realidad busca un respiro para Estados Unidos mientras encuentra
la verdadera alternativa energética.
Ésta parece venir del gas esquisto, que es un gas atrapado en
capas de roca sedimentaria, el cual ha sido dif ícil de explotar. Sin
embargo, recientemente se descubrió la técnica del fraking o frac-
 BLANCA RUBIO

turación hidráulica, que permitió a Estados Unidos un incremento


en la producción de gas en 42% de 2008 a 2011.
Las técnicas que han permitido obtener el gas esquisto se pue-
den usar para obtener petróleo de esquisto, por lo que se espera que
Estados Unidos reduzca su dependencia del hidrocarburo a través
de la producción interna una vez que la producción sea rentable, ya
que tiene inmensos yacimientos de este recurso.

De hecho la producción de petróleo de Estados Unidos está crecien-


do otra vez, después de muchos años de declive, como conse-
cuencia de la extracción del petróleo de esquisto (Fidelity, 2012b:3).

Cuando esto se concrete en una verdadera opción, el gran nego-


cio de los agrocombustibles, se vendrá abajo.

La estrategia financiera de las commodities

Como señalamos anteriormente, Estados Unidos enfrentó la crisis


de los años setenta expresada en el declive relativo de la produc-
tividad del trabajo, construyendo el dominio del capital financiero
para someter a sus rivales en contienda. Para ello, llevó a cabo la des-
regulación financiera de los años noventa que transformaron la Ley
Glass-Steagall.
Las materias primas, en particular los granos básicos, habían
funcionado ya como “futuros” desde 1885, cuando se crearon en
Estados Unidos este tipo de mercados para proteger a los produc-
tores y a los compradores de materias primas de posibles fluctua-
ciones en los precios. Los principales actores de los mercados de
futuros eran las compañías comercializadoras de petróleo, de gra-
nos, de casas, las refinerías, así como las empresas compradoras de
materias primas: compañías agroalimentarias, agroindustrias, com-
pañías de electricidad, aerolíneas, etcétera.
Sin embargo, con la desregulación financiera mencionada, se per-
mitió en primer lugar que los bancos invirtieran en materias primas
a través de una amplia gama de transacciones financieras poco re-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

guladas. Asimismo, se introdujeron los llamados “derivados” —por-


que se derivan del precio de la mercancía— que tenían la finalidad
de diversificar los riesgos de las inversiones en acciones, permi-
tiéndoles fluir hacia las hipotecas y las materias primas.
Así, los mercados de futuros de las materias primas se abrieron
a las inversiones no sólo de productores y compradores, sino tam-
bién de especuladores financieros, que empezaron a adquirir futu-
ros esperando el alza de los precios de los granos para beneficiarse
de la diferencia.

Entre 1990 y 2000, las regulaciones vigentes en el mercado de


futuros fueron debilitadas a partir de un intenso cabildeo prota-
gonizado notablemente por bancos como Goldman Sachs, que co-
menzaban a invertir masivamente en los productos básicos. Este
banco creó en 1991, por ejemplo, un fondo para invertir en el
precio de las materias primas, tal y como si se tratasen de las ac-
ciones de cualquier empresa que cotizara en bolsa. Ese mismo
año, el fondo fue eximido de las limitaciones aplicadas a los especu-
ladores (Vargas y Chantry, 2011:14).

De esta suerte, desde los años noventa se había ya abierto el ca-


mino para financiarizar a las materias primas, sin embargo, tal
situación cobró realidad en los tempranos 2000. Cuando sobrevino
la crisis de las punto.com, Estados Unidos bajó las tasas de inte-
rés como ya señalamos, lo cual favoreció la pérdida de valor de su
moneda.
Tal situación trajo consigo un declive en el valor de los activos
financieros, con lo cual ocurrió el flujo masivo de los capitales es-
peculativos hacia las commodities, en particular de los granos y
el petróleo.

La caída de la cotización del dólar supone la desvalorización de


cualquier tipo de activo financiero nominado en dicha moneda,
de manera que los poseedores de acciones, bonos y otros valores
—escasamente rentables durante los últimos años— han encon-
trado en ese comportamiento del dólar un motivo adicional para
desplazar sus inversiones hacia otros mercados con precios al alza
 BLANCA RUBIO

(inmobiliario, commodities) donde compensaban con creces la


pérdida del valor de la moneda y la escasa rentabilidad de aquellos
activos (Palazuelos, 2008:468).

De esta manera, las materias primas se convirtieron, desde prin-


cipios de la década de 2000, en efecto refugio de los capitales es-
peculativos, con lo cual pasaron a ser un mecanismo de Estados
Unidos para fortalecer su capital financiero y con él su rol hege-
mónico en el mercado mundial.

Entre 2000 y 2008, la inversión en índices vinculados con el nego-


cio de las materias primas creció veinte veces: de 13 mil a 260 mil
millones de dólares (, 2011:42).

Empezó a generarse por tanto un vínculo entre las recurrentes


crisis capitalistas, el declive del dólar, la caída de la rentabilidad
de los activos financieros, y el flujo de éstos hacia las commodities
como efecto refugio. Los granos básicos se convirtieron así en una
salida para la crisis financiera que atraviesa el capital. Tal situa-
ción generó que las materias primas se trastocaran en uno de los
productos más financiarizados, es decir, con mayor inversión espe-
culativa en el orbe.

[…] el estudio de Lehman Brothers que indica cómo, desde el 2003


el índice de especulación en las materias primas (integrada en un
30% por materias primas) ha aumentado en 1 900% (Montagut y
Vivas, 2009:14).

Durante 2008, cuando sobrevino la crisis hipotecaria en Es-


tados Unidos, los fondos especulativos fluyeron hacia las commo-
dities, en efecto refugio, generando que los precios de los granos, el
arroz, el trigo, el maíz y la soya se dispararan hasta niveles inéditos,
con lo cual sobrevendría la crisis alimentaria, como se verá más ade-
lante.
Los que se han beneficiado ampliamente del proceso de financia-
rización de las commodities han sido fundamentalmente los bancos
y empresas anglosajones.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

La mayoría de las especulaciones financieras internacionales ocu-


rren en sólo cien bancos alrededor del mundo, de los cuales diez
controlan 52% del mercado y provienen de capitales estadouniden-
ses, alemanes y británicos (, 2011:48).

De éstos, empresas de Estados Unidos son las que han salido más
beneficiadas.

Entre los fondos que siguen las materias primas el más poderoso
es el banco de inversión Goldman Sachs, que en 2008 logró 1 500
millones de dólares gracias a su inversión en materias primas. Su
índice de materias primas pasó de tener una inversión de apenas
ocho mil millones de dólares en el año 2000 a superar en la ac-
tualidad 100 mil millones de dólares (incluido el petróleo) (,
2011:88).

Entre las empresas agroalimentarias, una de las más favoreci-


das con la financiarización de los granos básicos es Cargill, que
además de ganar millones de dólares por la inversión de sus pro-
pios activos propone a los fondos de pensiones y a los hedge funds
abrirles las puertas de los mercados de commodities mediante una
serie de instrumentos especulativos (Vargas y Chantry, 2011:19).
Podemos concluir que los granos básicos se han convertido en
una salida a la crisis capitalista y financiera por cuanto se trocaron
en refugio seguro para la inversión especulativa.
Los Bancos de España Catalunya Caixa y antigua Caixa Cata-
lunya llamaban en 2011 a sus clientes a invertir en materias primas
mediante el lema: “depósito 100% natural”, y ofrecían la posibilidad
de obtener rentabilidad hasta de 7% anual, en función del rendi-
miento de tres materias primas alimentarias: azúcar, café y maíz,
llamando con ello a los inversores a especular con los alimentos, en
tanto que la cotización de estos tres productos en los últimos meses
había aumentado en 61, 34 y 38%, respectivamente (Vivas, 2011:1).
La enorme fuerza que aún tiene Estados Unidos en el ámbito
agroalimentario ha llevado a sus empresas a utilizar los alimentos
como un mecanismo compensatorio al declive de las ganancias pro-
ductivas y financieras, a la vez que a una inagotable fuente de en-
 BLANCA RUBIO

riquecimiento. Por ello, la financiarización de los granos constituye


una herramienta de dominio, expansión y lucha contra el decli-
ve hegemónico de la primera potencia mundial.

   

La crisis alimentaria es un fenómeno complejo que se encuentra


fuertemente enlazado con la crisis capitalista mundial, así como
a la pugna entre las potencias mundiales por la hegemonía.
Entendemos por crisis alimentaria un proceso histórico, carac-
terizado por el aumento estructural de los precios de los bienes
básicos en el ámbito mundial, estrechamente vinculado a la crisis
capitalista y en particular al proceso de financiarización, que gene-
ra elevadas ganancias a un conjunto de empresas capitalistas de
distintos rubros a la vez que golpea fuertemente a los países defi-
citarios en alimentos y a los pequeños productores rurales, pro-
fundizando los procesos de pobreza y desnutrición y generando
movimientos sociales en un amplio grupo de países.
Hemos intentado definir la crisis alimentaria en sus términos más
generales con el fin de que pueda corresponder a sus distintas fa-
ses históricas (1970, 2008, 2011-2012).
La crisis alimentaria no es una crisis capitalista propiamente
dicha, por lo que el concepto de crisis se encuentra mal emplea-
do. No alude a una caída de la cuota de ganancia en las empresas
capitalistas. Como se puede ver en la definición, al contrario, im-
plica elevadas ganancias para las grandes empresas agrícolas y para
las empresas agroalimentarias transnacionales y financieras. No se
trata por tanto de una crisis productiva. Es un fenómeno que ocu-
rre en el ámbito de los precios e incide en el encarecimiento de los
alimentos, sin embargo, aunque ocurre en el plano circulatorio,
tiene hondas raíces productivas como se verá enseguida.
A pesar de que no es un término riguroso, aquí le llamamos cri-
sis alimentaria porque es el utilizado de manera común, con el fin
de no generar confusiones.
Existe un interesante debate sobre el surgimiento de la crisis
alimentaria: desde las posiciones multicausales que señalan a los
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

agrocombustibles y la desviación de maíz para el etanol, los as-


pectos financieros y el aumento en el precio del hidrocarburo, sin
priorizar ninguna —como propone el relator para el Derecho a
la Alimentación, de la , Olivier De Schutter—, que ponen el
énfasis en el dominio agroalimentario de las grandes empresas
transnacionales que devastaron la producción en los países defi-
citarios, como lo postula la organización Vía Campesina, la 
Grain, Alejandro Nadal, etc., hasta las posiciones más conserva-
doras, como la ya mencionada de Paul Collier, para quien la crisis
fue provocada por la mayor demanda de alimentos de Asia, por
la prosperidad que no fue acompañada por el lado de la oferta, la
falta de promoción de la agricultura comercial, especialmente en
África y la prohibición de los organismos genéticamente modifi-
cados en la Unión Europea (Bello, 2009:1).
Desde mi perspectiva, la crisis alimentaria constituye el resulta-
do de la estrategia financiera que impulsó Estados Unidos desde
los años noventa, para superar el declive de la productividad del
trabajo y con ello, de su capacidad industrial productiva frente a
sus rivales económicos. Es decir, la crisis alimentaria no consti-
tuye el resultado del funcionamiento económico del sistema, sino
que es producto de una estrategia de dominio. Al desatar las fuer-
zas de la financiarización como un mecanismo de competencia
mundial, Estados Unidos impulsó la desregulación permitiendo la
entrada del capital financiero en las commodities, tanto petróleo
como granos y minerales; con ello abrió el cauce para que el capital
especulativo medrara del factor incertidumbre en estos productos
para obtener elevadas ganancias. Como resultado de una estrategia
de dominio, no es casual que las empresas más claramente benefi-
ciadas de la crisis alimentaria hayan sido las empresas financieras
y alimentarias fundamentalmente de capital anglosajón.
Vale señalar, sin embargo, que esta estrategia de dominio finan-
ciero pudo provocar la crisis alimentaria debido a una debilidad
intrínseca del sector agropecuario mundial. Esta fragilidad gene-
ró las bases para provocar una situación de incertidumbre sobre
cuyos cimientos se posicionó el capital especulativo. Nos referimos
en primer término al hecho de que 72% de los países sean defici-
 BLANCA RUBIO

tarios en alimentos básicos, lo cual genera un sistema mundial


alimentario muy frágil (Holt et al., 2010:71). Su contrapartida
consiste en que 55% de las exportaciones mundiales de cereales se
encuentran concentradas en cuatro países: Estados Unidos, Fran-
cia, Argentina y Canadá, como puede verse en la gráfica 55.

G 
M:    , 
Otros países
23% Estados
Unidos
30%
Kazajistán
3%
Alemania
3%
Tailandia Francia
3% 9%
Australia
4% Argentina
Rusia 9% Canadá
4% Ucrania 7%
5%

F: Food and Agriculture Organization, /, <http://www.fao.


org>, 25 de enero de 2011.

Por otra parte, se ha observado un agotamiento del modelo


mecánico químico de la revolución verde, sobre el que está finca-
do el sistema productivo mundial. Desde los años noventa se em-
pezó a observar un declive en el crecimiento de los rendimientos.

[…] la producción de maíz, trigo y arroz creció por debajo de la


población mundial durante la década de los noventa. Más aún,
en los casos del trigo y del maíz, esta tendencia se inició durante
la década de los ochenta, en la que la tasa de crecimiento prome-
dio de la producción de ambos cereales fue casi idéntica (1.7%) a la
tasa de crecimiento de la población mundial (1.8%) (, 2008).

El declive de los rendimientos f ísicos y de la producción rela-


tiva a la población tiene que ver con dos procesos: uno que remi-
te al deterioro ambiental y de los suelos, que ha provocado el uso
indiscriminado de fertilizantes y plaguicidas, lo que generó una
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

reducción de la capacidad productiva. El otro elemento responde


al cambio climático, ya que los desastres naturales llevan al declive
productivo: esto ha provocado situaciones de incertidumbre en
el ámbito mundial. Como puede verse en las gráficas 56a y 56b,
este problema se ha recrudecido claramente.

G    
F    
   
9
8
7
6
5
4
3
2
1
0
1919

1963

1968

1973

1979

1983

1987

1992

1996

2000

2004

2008
Total de sequías
45
40
35
30
25
20
15
10
5
0
1900

1936

1949

1955

1962

1967

1972

1977

1982

1987

1992

1997

2002

2007

Total de inundaciones
F: tomado del boletín Perspectivas de la agricultura y del desarrollo ru-
ral de las Américas: una mirada hacia América Latina y el Caribe, //
, enero de 2011.
 BLANCA RUBIO

Podemos, por tanto, concluir que sobre la fragilidad de un siste-


ma agroalimentario mundial erosionado por las formas de dominio
de los países desarrollados durante el neoliberalismo, se impone
una nueva estrategia de subordinación comandada por el capital
financiero, que ha provocado el aumento de los precios nominales
de los cultivos básicos, la volatilidad de los precios y la inestabi-
lidad alimentaria mundial, que hoy constituyen un flagelo para gran
parte de la población mundial.

El mecanismo de dominio financiero


que provoca la crisis alimentaria

Se observa un mecanismo recurrente en las distintas fases de la


crisis alimentaria mundial. Cuando ocurre un desastre natural, co-
mo una sequía, inundaciones, huracanes, etc., en los países que
tienen un peso importante en las exportaciones mundiales de gra-
nos, y dicho desastre provoca la restricción a las exportaciones
por parte de alguno de estos países como prevención ante la po-
sible caída de la producción, se desata el factor de incertidumbre
en el ámbito mundial. Este factor de incertidumbre constituye la
señal de que el sector agroalimentario es frágil y puede generar
elevadas ganancias para el capital especulativo. Sin embargo, no bas-
ta para generar la crisis alimentaria. Es necesario que exista un
declive en las ganancias propiamente especulativas, como el que
ocurrió con la crisis hipotecaria, o bien cuando el dólar cae y se de-
precian los activos financieros. Cuando ocurre, entonces se presenta
un declive en las ganancias de los fondos especulativos, que coin-
cide con la fragilidad agroalimentaria en alguna parte del planeta y
en algún cultivo en particular, los alimentos en cuestión se convier-
ten en efecto refugio para atraer el capital especulativo hacia los fu-
turos de granos.
Como puede observarse, el ciclo financiero que genera la crisis
alimentaria no requiere una caída productiva. No tiene que ver con
el hecho de que la oferta no satisfaga la demanda. Como se verá
más adelante, hasta ahora no ha existido un déficit real de alimentos
en las distintas fases de la crisis alimentaria. Se trata de un fenómeno
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

estrictamente especulativo que ocurre en el ámbito de los inter-


cambios monetarios de papel. Basta con la fragilidad que genera un
posible problema de abasto para que se desencadene el resorte de
la especulación alimentaria. Éste es el aspecto perverso de la crisis
alimentaria.

Los otros factores que inciden en la crisis alimentaria

Como señalamos antes, para varios autores han sido factores im-
portantes en la causalidad de la crisis alimentaria el incremento
en la demanda de alimentos de China e India y el desvío de maíz
y otros cultivos para la producción de agrocombustibles. Como ya
vimos, China e India tienden a la autosuficiencia en los cultivos
básicos de alimentación, y si bien han incrementado las importa-
ciones de soya, esta tendencia viene de atrás y no puede ser la cau-
sante del alza de los precios.
Los agrocombustibles han tenido una incidencia parcial, pero
no constituyen el factor determinante ni mucho menos impulsor
del alza de precios. Como dice Walden Bello, en 2008 el cultivo que
más subió de precio fue el arroz, que no se utiliza como agrocom-
bustible (Bello, 2009:1).
Si bien es cierto que la desviación de tierras en Estados Unidos
para la producción de maíz ha llevado a un declive de la superficie
orientada a la producción de trigo y soya, no hay una disminu-
ción real de las existencias de maíz, trigo o soya que pueda provocar
el incremento del precio de los granos básicos en el mercado agro-
alimentario mundial, como se verá más adelante.
Por esta razón, sostenemos que el factor fundamental que
provoca el alza de los precios lo constituye el factor especulativo,
ligado a la fragilidad del sistema agroalimentario mundial en el con-
texto de una estrategia de dominio impulsada por Estados Unidos.

Las distintas fases de la crisis alimentaria

La crisis alimentaria constituye una salida para la crisis financiera


por la que atraviesa el mundo. Por esta razón, aparece de manera re-
 BLANCA RUBIO

currente y tiende a reaparecer mientras no se supere la crisis ca-


pitalista y surja un nuevo orden mundial y un modelo económico
distinto que resuelva temporalmente las contradicciones intrínse-
cas del modelo en decadencia.
Por ello, la crisis alimentaria constituye un proceso abierto que
atraviesa por distintas fases, en las cuales un cultivo en particular
se convierte en el que comanda el alza de precios, mientras que dis-
tintas zonas geográficas van asumiendo el rol de disparadoras del
proceso.
Este enfoque es importante porque desde el Banco Mundial y
el Fondo Monetario Internacional se ha intentado minimizar el
fenómeno. Cuando los precios de los granos caen de los elevados pi-
cos que registran, se afirma que la crisis se ha superado y hay pocas
posibilidades de que surja “otra” crisis alimentaria. Sin embargo,
lo que ocurre es un solo fenómeno con distintas fases que tienen en
común el mecanismo del refugio de las commodities para el capi-
tal especulativo.
Hasta ahora han ocurrido dos fases en el periodo reciente: la
de 2008 comandada por el arroz y la de fines de 2010 y principios de
2011 comandada por el trigo. A mediados de 2012 se configuró
el panorama para que ocurriera una tercera fase comandada por el
maíz, debido a la sequía ocurrida en Estados Unidos; sin embar-
go esta fase no se concretó, como se verá más adelante.

La primera fase de la crisis alimentaria

Los precios de los granos básicos empezaron a incrementarse a


partir de 2003 como resultado del aumento del precio del petró-
leo, y con ello, su impacto sobre los costos de los combustibles y los
fertilizantes. Este aumento de precios estaba situado en un ám-
bito f ísico de la producción real de alimentos básicos. Sin embar-
go, en los primeros meses de 2008 los precios empezaron a subir
sostenidamente. Cuando sobrevino la incapacidad de pago de los
deudores de casas en Estados Unidos, los fondos especulativos ubi-
cados en el flamante negocio inmobiliario fluyeron hacia el mercado
de futuros de materias primas, tanto de petróleo como de cereales,
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

generando con ello una burbuja especulativa que incrementó los


precios nominales a niveles inéditos en la historia reciente, tal co-
mo se puede observar en la gráfica 57.

G 
P    ,
-
800
700
Dólares por tonelada

600
500
400
300
200
100
0
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008

Maíz Arroz Soya Trigo


F: International Monetary Fund, , <http://www.imf.org>, 23 de mar-
zo de 2010.

Conforme la tendencia alcista del mercado de acciones tocó su


techo, una creciente afluencia de agentes no comerciales con fuertes
volúmenes de inversión se dirigieron al mercado de commodities a
causa de lo que estaba ocurriendo en los mercados de activos pro-
piamente financieros.

Para abril de 2008, los inversionistas eran dueños aproximada-


mente del 35% de todos los contratos de futuros regulados de maíz
en Estados Unidos, 42% de todos los contratos de soya y 64% de
todos los de trigo. Estas especulaciones son inmensas: solamente
las de trigo suman dos veces el consumo anual de trigo de Estados
Unidos (Collins, 2008, citado por Holt et al., 2010:41).

En tal contexto ocurrió la primera fase de la crisis alimentaria


en 2008. En ella, el cultivo que más subió de precio fue el arroz,
como ya señalamos, mientras que a fines de 2007 el precio de dicho
 BLANCA RUBIO

cereal subió en menor proporción que el trigo y el maíz, con un


incremento de 11%; entre enero y abril de 2008 subió 71% y ya para
principios de mayo de 2008 el precio duplicó el alcanzado en mayo
de 2007.
G 
P    ,
    
1 200
Dólares por tonelada

1 000
800
600
400
200
0
ene-08

feb-08

mar-08

abr-08

may-08

jun-08

jul-08

ago-08

sep-08

oct-08

nov-08

dic-08
Arroz
F: International Monetary Fund, <http://www.imf.org>, 23 de marzo de
2010.

La razón por la cual el arroz tuvo este comportamiento estriba en


la restricción a las exportaciones en diversos países excedentarios,
entre ellos India, como parte de un paquete de medidas destina-
das a contener la inflación de los precios internos de los alimentos,
ante el alza que se venía dando desde 2007. Este proceso coincidió
con el incremento en las importaciones de países como Bangla-
desh y Filipinas, que habían visto reducido su abasto debido a las
pérdidas sufridas por las inundaciones ocurridas en ese año. Las res-
tricciones a las exportaciones ante el incremento de la demanda
mundial generaron un clima de incertidumbre que elevó los precios
e hizo atractivo el mercado de futuros para los especuladores.
La situación descrita se agravó debido al terrible ciclón Nargis,
que azotó a Myanmar del 2 al 3 de mayo de 2008. Tal desastre na-
tural en un clima de financiarización de los precios de las com-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

modities provocó que el precio del arroz diera un salto de 10% en


tan sólo una semana (, 2008:1).
Ante el alza tan fuerte de precios, otros países se sumaron a la
restricción de las exportaciones de arroz, entre ellos Pakistán y Viet-
nam, e incluso proveedores menores como Brasil, Camboya, Ecua-
dor y Egipto. En China se elevaron drásticamente los aranceles
aplicados a la exportación para obligar a los empresarios a colocar
el arroz en el mercado interno, mientras que en Estados Unidos se
limitó la compra de arroz en los supermercados Walmart y Costco
a cuatro paquetes por persona, sobre todo en las variedades Jasmin,
Basmati y grano largo, hecho que generó un clima de alarma so-
cial. En consecuencia, el precio alcanzó la cifra récord de 1 009.32
dólares por tonelada en mayo de 2008, cuando en el periodo ante-
rior a la crisis solamente había llegado a costar 338.06 dólares la
tonelada en el pico de 1996.24
Cabe hacer notar que este aumento inusitado del precio se daba
en el contexto de una producción de arroz al alza, pues ésta había re-
gistrado un incremento de 1.5% en 2007 respecto a 2006.

Los niveles sin precedentes de los precios internacionales actuales


llaman la atención por la cuantía relativamente grande de la pro-
ducción obtenida durante la campaña 2007, que en gran parte se
está comercializando actualmente, y por las perspectivas incluso
más optimistas para la producción mundial de arroz en 2008 (,
2008:2).

Si bien el arroz comandó el alza de los precios en la primera fase


de la crisis alimentaria, el resto de los cultivos registraron tam-
bién incrementos, aunque en niveles más bajos. El precio del trigo
se vio impulsado inicialmente por la sequía ocurrida en Australia.
Cuando los precios se habían disparado, países excedentarios como
Kazajistán, Rusia, Ucrania y Argentina restringieron sus exportacio-
nes con el fin de garantizar el abastecimiento de sus propias pobla-
ciones, con lo cual la hoguera de la especulación se avivó.

24 Datos elaborados con base en , <http/www.imf.org>.


 BLANCA RUBIO

El contrato de la  para el trigo rojo blando, por ejemplo, que


en el país (Estados Unidos) produce una cosecha de alrededor de
400 millones de búshels (10 millones de toneladas métricas),
en 2008 fue objeto de un volumen de transacciones comerciales de
90 mil millones de búshels, el equivalente de la comercializa-
ción de toda la cosecha en cada día laborable (, 2010:70).

En el caso del maíz, el aumento del precio estuvo influido por


la desviación del grano para la producción de etanol, hecho que se
convirtió en el principal factor de incertidumbre para poner en
entredicho la satisfacción de la demanda mundial, atrayendo tam-
bién al capital especulativo ante esta fragilidad del cultivo.

Se estima que el incremento en la producción de etanol en Esta-


dos Unidos explica 7.5 puntos porcentuales del incremento en el
precio del maíz durante los últimos doce meses, estimado en 37%
con datos hasta marzo de 2008, en tanto que la producción de eta-
nol en el resto del mundo explicaría hasta 5.5 puntos porcentuales
de este incremento. Por lo tanto, el aumento en la producción glo-
bal de etanol explicaría aproximadamente un tercio del incremen-
to del precio del maíz durante el último año (, 2008:49).

En cuanto a la soya, las nevadas ocurridas en China generaron


también el efecto incertidumbre para la escalada de precios en este
grano.
Como puede observarse en la gráfica 59, entre enero y diciem-
bre de 2008 los precios registraron incrementos fuertes en distintos
meses según el producto y su trayectoria particular.
Al igual que en el caso del arroz, el aumento de precios del trigo,
la soya y el maíz se dio en el contexto de una oferta abundante,
pues los inventarios de maíz se encontraban en 2008 por encima
de 10% del consumo mundial, mientras que en el caso de la soya la
oferta mundial subió en 28% de 2004 a 2008 (Suárez, 2008).
A finales de 2008, los precios de los bienes básicos empezaron
a bajar como resultado, en primer lugar, de la salida de los fondos
especulativos, que encontraron en las bolsas europeas una opción
más rentable ante la caída del dólar frente al euro, como ya lo se-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

G 
P    , ,
    
600
Dólares por tonelada

500
400
300
200
100
0
ene-08

feb-08

mar-08

abr-08

may-08

jun-08

jul-08

ago-08

sep-08

oct-08

nov-08

dic-08
Maíz Soya Trigo
F: International Monetary Fund, , <http://www.imf.org>, 24 de mar-
zo de 2010.

ñalamos. Igualmente, contribuyó a este declive la caída del precio


del petróleo, así como la recesión mundial que redujo la demanda
alimentaria. A pesar del declive, los precios de los alimentos no re-
tornaron a los niveles de los años noventa. El maíz llegó a 164.27
dólares la tonelada en noviembre de 2008, cuando en los años no-
venta nunca superó los 123.45 dólares en promedio.25
En 2009, tanto los precios del petróleo como los de los granos
se estabilizaron. El hidrocarburo llegó a 75 dólares el barril, mien-
tras que el maíz y el arroz iniciaron una leve recuperación a partir
de abril.

Los precios de los alimentos se encuentran en una nueva espiral


ascendente desde abril de 2009 luego de la abrupta caída regis-
trada en el segundo semestre de 2008. Esto sucede en un contexto
de severa crisis económica internacional y cosechas récord en va-
rios cultivos por dos años consecutivos. Esto implica que existen
nuevas condiciones estructurales en el equilibrio del mercado de
25 Datos de , <http/www.imf.org>.
 BLANCA RUBIO

alimentos, las que se reflejan en un nivel de precios más altos que


se extenderá por los próximos años de acuerdo a las estimacio-
nes de diversos organismos internacionales (, ,  y
). A diferencia de las crisis alimentarias anteriores ésta sucede
en el contexto de abundancia de alimentos ( y , 2009:32).

De esta suerte, concluía la primera fase de la crisis alimentaria


con una situación que volvía a la calma, aunque se habían desa-
rrollado transformaciones sustanciales que expresaban un cam-
bio sin retorno en el mercado agroalimentario mundial.

La segunda fase de la crisis alimentaria mundial

Tan sólo habían transcurrido dos años del surgimiento de la crisis


alimentaria cuando volvieron a aparecer los factores desestabili-
zadores de los precios. En julio de 2010 sobrevino una gran sequía
en la Federación Rusa y en Ucrania que afectó fuertemente su pro-
ducción de trigo y cebada. Junto con esta situación, las inunda-
ciones ocurridas en Australia afectaron la producción de caña de
azúcar y trigo, mientras que en Estados Unidos se registró un decli-
ve en el rendimiento del maíz, también por cuestiones de orden
climatológico.
Estos procesos generaron una reducción de 2% en la produc-
ción de cereales en 2010 en relación con 2009, y 63 millones me-
nos de las toneladas previstas en las Perspectivas Alimentarias por
la , pero a pesar de eso, la cosecha de 2 216 millones de tonela-
das representa la tercera cosecha mayor registrada hasta ahora
(, 2010:1).
Por esta razón, igual que en 2008, lo que ocasionó el alza de los
precios fue el factor financiero, esta vez por parte de los especu-
ladores de Rusia, país donde la mitad de la producción se encuen-
tra controlada por unos cuantos inversores extranjeros en alianza
con los grandes productores internos.

Ante la sequía, estos actores pidieron precios más altos para sus
cosechas, sin que el gobierno hiciera nada por intervenir, ni tan
siquiera echando mano de las reservas nacionales. […] En efecto
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

ésta —Glencore— se encontraba entre las empresas que habían


firmado contratos de exportación antes de la sequía, pactando la
entrega del grano a 170 dólares/tonelada. Al alcanzar el precio
internacional de 220 dólares, hubieran perdido millones. La úni-
ca manera de evitar la entrega al precio inicialmente pactado era
aducir un “caso de fuerza mayor”. Es por ello que se ejerció una
intensa presión para que el gobierno prohibiera las exportaciones
(Vargas y Chantry, 2011:22).

Debido a estas oscuras razones, la Federación Rusa restringió


las exportaciones de trigo a partir de mediados de agosto de 2010
hasta el 30 de junio de 2011, hecho que generó nuevamente las con-
diciones de incertidumbre en el mercado mundial, reeditándose
la situación de 2008.
Como habíamos señalado, el factor decisivo que convierte a
las commodities en fondos atractivos para la inversión bursátil lo
constituye la incertidumbre creada por las restricciones a las ex-
portaciones, ya sea por problemas climatológicos o de otro orden.
Sin embargo, esto no basta para generar la escalada especulativa.
Se requiere además, como señalamos al principio, que los fondos de
inversión de riesgo en espacios tradicionales enfrenten caídas de la
rentabilidad para que emigren hacia las commodities.
En 2010 este factor provino del debilitamiento del dólar en el
último trimestre del año. Dicho declive generó la desvalorización
de los activos financieros nominados en dicha moneda, de modo
que los poseedores de acciones, bonos y otros valores con escasa
rentabilidad, emigraron hacia los mercados de futuros en este efec-
to “refugio” que señalamos al principio. En consecuencia, los con-
tratos a futuro empezaron a escalar de manera acelerada, pues el
volumen de éstos en granos y oleaginosas se incrementó en un
30.5% entre diciembre de 2009 y diciembre de 2010 (, ,
, 2011:17) Sin embargo, no solamente el volumen de contratos
aumentó, sino también su precio.

A principios de noviembre [de 2010], los futuros de Chicago so-


bre el trigo para marzo [de 2011] se cotizaron en 280 /ton;
 BLANCA RUBIO

41% más que en 2009 y 39% más que en julio. […]. Los futuros de
Chicago de maíz para marzo eran de 232 /ton, hasta un 47%
más que en 2009 (, 2010:14).

La especulación se había desatado en su totalidad, por lo que


los precios de los alimentos se dispararon como en 2008, pero esta
vez comandados por el trigo en lugar del arroz.

Los principales índices de precios de alimentos calculados por or-


ganizaciones internacionales se incrementaron entre junio y diciem-
bre de 2010 en alrededor de 30% (términos nominales), cerrando
el año en niveles similares a los alcanzados durante el clímax del alza
de precios del primer semestre de 2008. La tendencia continuó du-
rante enero de 2011, con un incremento de 3.4% en el índice de
precios de alimentos de  (, , , 2011:2).

Durante el segundo semestre de 2010 el precio del trigo aumentó


94.4% en términos reales, el maíz 63% y el azúcar 77%. En cambio
el arroz decreció.
Como puede verse en la gráfica 60, el nuevo pico de 2010-
2011 se colocó muy cercano en algunos productos al registrado
en 2008.
Cabe hacer notar que, además de los futuros de granos, los fu-
turos de petróleo se convirtieron en un espacio de inversión atrac-
tivo para los fondos especulativos: el precio del hidrocarburo se
incrementó fuertemente, alcanzando un máximo de 110 dólares el
barril a principios de 2011. Este factor se convirtió a su vez en un
impulsor del precio de los granos, ya que tiene un efecto inme-
diato sobre el precio del combustible y de los fertilizantes.

[…] durante el segundo semestre de 2010, el precio promedio


real de la urea fue de 90% superior al promedio 2000-2005; y en
otros fertilizantes el aumento fue aún mayor: 156% en roca fosfó-
rica; 137% en cloruro de potasio; 113.5% en fosfato di-amónico y
187% en superfosfato triple (, , , 2011:7).
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

G 
P    ,
-
600
Dólares por tonelada

500
400
300
200
100
0
ene-08
feb-08
mar-08
abr-08
may-08
jun-08
jul-08
ago-08
sep-08
oct-08
nov-08
dic-08
ene-09
feb-09
mar-09
abr-09
may-09
jun-09
jul-09
ago-09
sep-09
oct-09
nov-09
dic-09
ene-10
feb-10
mar-10
abr-10
may-10
jun-10
jul-10
ago-10
sep-10
oct-10
nov-10
dic-10
ene-11
Maíz Soya Trigo
F: International Monetary Fund, , <http://www.imf.org>.

El aumento en el precio de los fertilizantes fue superior al de


los alimentos, hecho que repercutió también en el aumento de los
costos. Al igual que en la primera fase de la crisis, el aumento en
el precio del petróleo y de los fertilizantes se convierte en un impe-
dimento para que los productores rurales se vean beneficiados
por el aumento de los precios de los granos.

La fase frustrada de 2012

Durante el año 2012 se empezaron a observar los nubarrones que


presagiaban una nueva fase de la crisis alimentaria cuando una
fuerte sequía azotó a Estados Unidos. En los meses de junio y ju-
lio se registraron elevadas temperaturas que afectaron a 38% de las
tierras de esta nación, según la Oficina Nacional de Administración
Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos. La , por su parte,
reportó daños en 75% del territorio estadounidense, mientras que
los cultivos más golpeados fueron el maíz y la soya, a la vez que los
estados de Iowa y Nebraska fueron los más afectados.
Ante esta situación, el Departamento de Agricultura de Esta-
dos Unidos estimó que el rendimiento de maíz estadounidense
 BLANCA RUBIO

para el ciclo 2012-2013 podría reducirse a 123.4 búshels por acre


(7.74 t/ha), lo que significa una caída de 22.6 búshels por acre (1.41
t/ha) con respecto al año anterior, cifra que se consideró la más
baja desde el ciclo 1995-1996. Los pronósticos productivos para
el ciclo 2012-2013 sólo alcanzaban 10.8 billones de búshels, uno
de los más bajos registrados en los últimos años.26
En consecuencia, se desató el factor de incertidumbre y, aun
cuando no se había registrado un declive real de la producción,
los precios empezaron a subir. Esta vez, el cultivo que comandaba
el proceso era el maíz. Mientras el precio internacional de este ce-
real alcanzó los 267 dólares por tonelada en junio de 2012, ya para
julio de ese mismo año había subido hasta 333 dólares por tone-
lada,27 a pesar de que todavía no se levantaba la cosecha.
Sin embargo, esta situación no derivó en una crisis alimenta-
ria, ya que en septiembre de ese año cayeron intensas lluvias en las
zonas más afectadas por la sequía, a la vez que la Federación Rusa
declaró que no impondría la restricción a las exportaciones.
Asimismo, durante estos meses no se registró una caída de las
ganancias en los fondos especulativos ni ocurrió tampoco un decli-
ve del dólar, por lo que no se dieron las condiciones para la gene-
ración de una nueva crisis alimentaria.
Los precios del maíz en septiembre se ubicaban en 7.65 dólares
por búshel en la Bolsa de Chicago, por lo que el pronóstico pre-
vió precios estables hasta febrero de 2012. Se había conjurado así
la crisis, lo que demostraba que los desastres naturales por sí mismos
no son los causantes de la crisis alimentaria, sino que constituyen
el factor de incertidumbre que requieren los fondos especulati-
vos para desatar la catástrofe de los precios.

Las diferencias entre las fases de la crisis alimentaria

Aun cuando las distintas fases de la crisis alimentaria tienen un


comportamiento similar en los factores causales, registran dife-

26 Imagen Agropecuaria, 12 de agosto de 2012.


27 Datos de Zona Franca, 20/08/2012; La Jornada, 12/08/2012, y El Finan-
ciero, 20/08/2012.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

rencias muy claras debido a un conjunto de factores que inciden


sobre su intensidad y trayectoria.
Puede observarse que la primera fase de la crisis en 2008 fue
mucho más intensa que la segunda (2011-2012), razón por la cual
esta última no fue reconocida por los organismos multilaterales
como crisis alimentaria. Al inicio de su formación, la  llegó a
plantear que se estaba configurando “otra” crisis alimentaria, pero
al final no fue reconocida como tal.
Las razones de estas variaciones apuntan esencialmente hacia
las causas que provocan la crisis alimentaria. En la primera fase, la
crisis de los fondos especulativos en el ámbito hipotecario fue muy
aguda, por lo que el impacto en los precios fue mayor. Asimismo,
dicha crisis elevó fuertemente el precio del petróleo, como ya se-
ñalamos; con ello, los costos de los fertilizantes y los combusti-
bles fueron más altos que en la segunda fase. Como puede verse
en la gráfica 61, el precio del petróleo subió más en 2008 que en el
periodo 2011-2012.
También podemos señalar que los factores de incertidumbre
fueron más acentuados en el caso del arroz que en el del trigo, ya
que involucraron a un mayor número de países, hecho que con-
G 
P   , -,
      
140
120
100
80
60
40
20
0
ene-08
feb-08
mar-08
abr-08
may-08
jun-08
jul-08
ago-08
sep-08
oct-08
nov-08
dic-08
ene-09
feb-09
mar-09
abr-09
may-09
jun-09
jul-09
ago-09
sep-09
oct-09
nov-09
dic-09
ene-10
feb-10
mar-10
abr-10
may-10
jun-10
jul-10
ago-10
sep-10
oct-10
nov-10
dic-10
ene-11
feb-11
mar-11
abr-11
may-11
jun-11
jul-11
ago-11
sep-11
oct-11
nov-11
dic-11
ene-12
feb-12
mar-12
abr-12
may-12
jun-12
jul-12
ago-12

F: International Monetary Fund, , <http://www.imf.org>, 27 de sep-


tiembre de 2010.
 BLANCA RUBIO

tribuyó a elevar más los precios. Asimismo, en la primera fase el


impacto en el aumento de los precios fue mundial, mientras que
en la segunda fase los precios se mantuvieron estables en la ma-
yor parte de África debido a las buenas cosechas alcanzadas (Ox-
fam Internacional, 2011:1).
Asimismo, cabe señalar que en la segunda fase el precio del arroz
se mantuvo relativamente estable debido a las reglamentaciones
establecidas en los países asiáticos para impedir la financiariza-
ción de este cultivo, como puede verse en la gráfica 62.

G 
P   , -,
    
1 200

1 000
Dólares por tonelada

800

600

400

200

0
ene-08
feb-08
mar-08
abr-08
may-08
jun-08
jul-08
ago-08
sep-08
oct-08
nov-08
dic-08
ene-09
feb-09
mar-09
abr-09
may-09
jun-09
jul-09
ago-09
sep-09
oct-09
nov-09
dic-09
ene-10
feb-10
mar-10
abr-10
may-10
jun-10
jul-10
ago-10
sep-10
oct-10
nov-10
dic-10
ene-11
feb-11
mar-11
abr-11
may-11
jun-11
jul-11
ago-11
sep-11
oct-11
nov-11
dic-11
ene-12
feb-12
mar-12
abr-12
may-12
jun-12
jul-12
ago-12

F: International Monetary Fund, , <http://www.imf.org>.

La evolución del precio del arroz es precisamente una de las carac-


terísticas que por ahora diferencian la situación que se vivió en
2008, cuando su precio se triplicó, respecto a la actual, en que no
se han registrado subidas bruscas en los últimos años (, 2011:24).

Tal situación refleja claramente el importante papel que tiene


el capital financiero-especulativo en las causas y la intensidad de la
crisis alimentaria.
Otro aspecto que distinguió a las dos fases de la crisis alimenta-
ria lo constituye el nivel que alcanzó la inflación. Como puede verse
en la gráfica 63, la inflación para América Latina y el Caribe fue más
alta en 2008 que en 2011-2012.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

G 
I   A L   C, -,*
       
15.0
12.8

10.3
10.0 9.6
8.5 8.9
8.1
6.8 7.0
6.1 5.9
5.2
5.0
4.1

0.0
2007/07

2008/01

2008/07

2009/01

2009/07

2010/01

2010/07

2011/01

2011/07

2012/01

2012/07
Alimentos General
* Se refiere al promedio ponderado con información de 10 países que represen-
tan 94% del  regional.
Tomado de , Oficina Regional para América Latina y el Caribe (2012), Informe
mensual. Precios de los alimentos en América Latina y el Caribe.
F: elaboración propia con información oficial de los países.

La mayor intensidad alcanzada en la primera fase de la crisis


trajo consigo que su impacto sobre la población más pobre del pla-
neta fuera más desastroso que en la segunda fase. Sin embargo, el
impacto político fue mayor en la segunda fase, pues mientras que
en 2008 ocurrieron movimientos locales en cada país contra el
alza de los precios, en la segunda fase los movimientos tuvieron un
carácter nacional y desataron la lucha contra los regímenes polí-
ticos del norte de África y la región del Magreb, como se verá más
adelante.

El impacto de la crisis alimentaria

Como señalamos anteriormente, la crisis alimentaria trajo consigo


un aumento considerable de la población con hambre en el pla-
neta. Mientras que en 2008 la población mundial con hambre as-
 BLANCA RUBIO

cendió a 920 millones, en 2009 llegó a 1 023 millones, lo cual significa


que la crisis alimentaria trajo consigo un aumento de 100 millo-
nes de personas con hambre en el mundo. De éstos, 642 millones
están en Asia y Pacífico, 265 en África Subsahariana, 53 en Amé-
rica Latina, 42 en el Cercano Oriente y el norte de África y 15 mi-
llones en los países desarrollados, según datos de la .
En 2011, la población con hambre había bajado a 925 millones de
personas, lo cual demuestra con toda claridad el estrago que cau-
sa el aumento de los precios de los alimentos. La volatilidad de los
precios obligó a los países más pobres del mundo a gastar 8% más en
comprar alimentos (Boix, 2011:19).
Y esto es así porque la inflación alimentaria se manifiesta en infla-
ción general en mayor medida en los países del sur, ya que en ellos
el gasto alimentario tiene un peso muy alto en el ingreso de la po-
blación. Mientras que en los países desarrollados entre 10 y 15%
del ingreso se dedica a la alimentación, en los países del sur asciende
a un rango de entre 50 y 90%. Países como Bangladesh, Nigeria y
Afganistán registran un gasto alimentario de 65% del presupues-
to (Grain, 2011:23). En los casos de Bolivia, Paraguay, Nicaragua,
Perú y Colombia esta proporción llega hasta 60%, mientras que en
los de Honduras y Guatemala alcanza 70% (Banco Mundial, 2008).
En cuanto a América Latina, los países resultaron afectados
por la crisis alimentaria de manera diferente según las caracterís-
ticas de cada uno. No obstante, todos resintieron el incremento
de la inflación. Mientras que en 2007 fue en promedio de 6.3%, en
julio de 2008 alcanzaba 8.7% y en varios países superaba los dos
dígitos (Soto Baquero, 2008:4).
Los países deficitarios de alimentos enfrentaron el incremento
en el precio de las importaciones de alimentos, hecho que golpeó
las balanzas de pagos. Además, países como México, Brasil, Vene-
zuela y Uruguay devaluaron sus monedas, hecho que encareció
aún más las importaciones.
El impacto mayor de la crisis alimentaria en los países del sur
trajo consigo también que en algunos de ellos se impulsara un au-
mento del gasto público dedicado a la agricultura, con el fin de pro-
tegerse de la volatilidad de los precios. En China e India, el gasto
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

público hacia el sector agropecuario se incrementó entre 20 y 30%


en 2008. Fueron cultivos como el maíz y el trigo los que registra-
ron un aumento de 25%. Estos países, además, han incrementado
la producción como una medida defensiva ante la guerra alimen-
taria, como se verá más adelante.
En África, países como Mali y Etiopía incrementaron la produc-
ción de maíz en más de 50%, y Nigeria aumentó la producción de
arroz en 18% y la de maíz en más de 30% (, 2001:68).

El impacto sobre los productores rurales

El proceso de revalorización de los bienes básicos no benefició a


los productores rurales del planeta debido a dos factores esenciales.
El dominio de las grandes empresas transnacionales que han im-
puesto precios internos a la baja y, como señalamos, el incremento
en los precios de los insumos, debido al aumento del precio del pe-
tróleo. Tal situación generó que los precios de los granos no se
incrementaran en términos reales en la misma proporción que los
nominales, hecho que afectó el ingreso de los productores.
Los precios de algunos fertilizantes, como el superfosfato triple
y el muriato de potasa, subieron más de 160% en los primeros me-
ses de 2008 en relación con el aumento registrado en 2007 (,
2009a:40).
Como puede verse en la gráfica 64, los precios de los fertilizan-
tes se habían mantenido relativamente estables desde 1980 hasta
2002. Cuando los precios del petróleo empezaron a subir en 2003,
los fertilizantes también subieron gradualmente, sin embargo, de
2008 a 2010 se dispararon debido al incremento especulativo del pre-
cio del hidrocarburo.
En consecuencia, los precios reales de los granos básicos tienen
un comportamiento muy moderado. Como puede observarse en las
gráficas 65 a 67, sólo en el caso del trigo el pico de 2008 es supe-
rior a los precios históricos anteriores. En el maíz este pico es in-
ferior al precio registrado en los años setenta, así como en 1984 y
1996. En el arroz también hubo precios más altos en el periodo,
principalmente en los años setenta.
 BLANCA RUBIO

G 
E     
500
450
Índice (base 1982=100)

400
350
300
250
200
150
100
50
0
1980

1982

1984

1986

1988

1990

1992

1994

1996

1998

2000

2002

2004

2006

2008

2010
Tomado de Crisis alimentaria en América Latina y el Caribe. Propuesta de accio-
nes a nivel regional, Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricul-
tura, , y Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe, , Venezuela,
2011.
F:  (2009-2010 proyectado).

G 
P   
(  ) -,
   
800
700
Dólares por tonelada

600
500
400
300
200
100
0
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008

Arroz N Arroz R
F: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (), United
Nations Conference on Trade and Development ().
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

G 
P   ,
(  ) -,
   
250
Dólares por tonelada

200

150

100

50

0
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Maíz N Maíz R

F: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (), United


Nations Conference on Trade and Development ().

G 
P   
(  ) -,
   
400
350
Dólares por tonelada

300
250
200
150
100
50
0
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008

Trigo N Trigo R
F: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (), United
Nations Conference on Trade and Development ().
 BLANCA RUBIO

Ante esta situación, solamente los grandes productores que


obtienen subsidios y tienen economías de escala han podido be-
neficiarse de los altos precios internacionales.
En Estados Unidos, el precio de los fertilizantes aumentó 191%
y el de las semillas 71%, por lo que el ingreso agrícola de 2008 fue
similar al de 2007. En cambio en Canadá, el ingreso neto por finca
se redujo en 5% en 2008 en relación con 2007 (Grain, 2009b:1). En
Tailandia, si bien el precio del arroz aumentó de 235 dólares en 2007
a 470 dólares en abril de 2008, los costos de los fertilizantes au-
mentaron en 150% y las semillas en 100%, por lo que los produc-
tores no se vieron beneficiados (Delcourt, 2009:180).
Aunque el aumento en los precios de los cereales no benefició
claramente a los pequeños y medianos productores rurales, en
cambio sí les perjudicó el incremento en el precio de los bienes
de consumo que trajo consigo la crisis alimentaria. Según la , el
índice de precios de los alimentos fue de 52% en 2008 en relación
con 2007 (Soto Baquero, 2008:4). Por otra parte, la crisis producti-
va en Estados Unidos y Europa generó una caída del empleo para
los migrantes, así como el nivel de las remesas que envían a sus
países de origen.
Por estas razones, la crisis alimentaria significó llover sobre
mojado para los campesinos del planeta. De los 960 millones de
personas con hambre, 80% son pequeños agricultores (Montagut
y Dogliotti, 2008:217).

Los beneficiarios de la crisis alimentaria

En contrapunto, quienes se han visto beneficiadas con la crisis ali-


mentaria han sido las grandes empresas agroalimentarias. Entre
las principales comercializadoras, Cargill incrementó sus ganan-
cias en 69% en 2008 respecto a 2007, mientras que Bunge registró
un incremento del orden de 13%. Entre las compañías de semillas y
pesticidas más grandes del mundo, Monsanto incrementó en 120%
sus ganancias en el mismo periodo, Singenta 19%, Bayer 40%, Dow
63% y  37%. Las compañías productoras de maquinaria agríco-
la más importantes en el nivel mundial incrementaron sus ganan-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

cias en forma considerable.  aumentó en un 61%, John Deere


en 17% y Case/New Holland en 39% (Grain, 2009b:2).
Sin embargo, estas ganancias resultan ridículas comparadas con
las que obtuvieron las empresas productoras y distribuidoras de
fertilizantes, debido al incremento de los precios de dichos insu-
mos. Esto permitió que Potash Corp. de Canadá aumentara sus ga-
nancias en 164% en 2008 respecto a 2007, Mosaic de Estados Unidos
en 430% y Yara de Noruega en 131% (Grain, 2009b:2). Como di-
cen los estudios de Grain, las empresas agroalimentarias y petro-
leras no necesitan operaciones de rescate, como los bancos.
Otro sector que se ha visto beneficiado con la crisis es el que
impulsa la producción de agrocombustibles, debido a los enormes
subsidios que recibe. Se calcula que los gobiernos de distintos paí-
ses destinaron en 2007 alrededor de 15 mil millones de dólares en
incentivos para este tipo de productos. En 2006, Estados Unidos
destinó 5 800 millones de dólares en subsidios a los agrocombus-
tibles y la Unión Europea 4 700 millones (, 2009a:22).
Podemos concluir que la crisis alimentaria golpeó a los países
deficitarios en alimentos, así como a los productores rurales y a
las poblaciones urbanas y rurales en su calidad de consumidoras. En
cambio, quienes han salido fortalecidas de este proceso son las
grandes empresas agroalimentarias que han podido capitalizar el
alza de los precios. Sin embargo, la crisis alimentaria profundiza las
contradicciones del sistema y lo torna más vulnerable para conti-
nuar su desarrollo.

L    

La guerra alimentaria

Como lo señalamos, las finanzas y los alimentos constituyen los


principales instrumentos utilizados por Estados Unidos para en-
frentar el declive hegemónico en el ámbito de la economía. En este
contexto, los elevados precios de los alimentos han constituido
un mecanismo para golpear a las potencias en disputa, China e In-
dia y los países petroleros.
 BLANCA RUBIO

India tuvo que pagar 130% por el aumento de los precios en 2008
con respecto a 2007 y China registró un alza de 227% en su cuen-
ta de fertilizantes en el mismo periodo (Grain, 2008a). Vimos
cómo en el caso de Irak, la guerra sirvió para impulsar el dominio
agroalimentario en el país devastado.
Si bien los alimentos constituyen un factor fundamental para
la estabilidad política, son también un arma para desestabilizar a los
países que carecen de ellos.

[…] las materias primas son la madre de todos los mercados glo-
bales. Representan activos estratégicos, desde el punto de vista
geopolítico, puesto que la fábrica entera del sistema internacional
puede ser reconfigurada por el costo y asequibilidad a la energía,
los metales y los alimentos (citado por Jalife-Rahme, 2008, 27 de
abril).

La pugna que impulsaron los precursores de los , que des-


carriló la Ronda de Doha y el , es un claro ejemplo de la re-
sistencia que opone un grupo de países ante el poder alimentario
de Estados Unidos.
A pesar del declive de su participación en las exportaciones
mundiales de cereales, Estados Unidos sigue siendo la primera po-
tencia alimentaria mundial y está utilizando los alimentos para gol-
pear a sus rivales. Sin embargo, existe una respuesta defensiva por
parte del grupo de los , que apunta hacia la autosuficiencia
de las potencias emergentes. Ante la crisis de hegemonía los alimen-
tos cobran especial importancia.

La estrategia espacial de dominio.


El neoimperialismo

Como resultado de los acontecimientos que dieron origen a la cri-


sis alimentaria, y a raíz de este fenómeno, se generó un proceso
de acaparamiento de tierras en aquellos países, generalmente del
sur, donde tanto la tierra como los recursos naturales son abun-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

dantes y es bastante barata la fuerza de trabajo. Con ello se impul-


só una estrategia espacial de dominio del capital, lo cual ha traído
consigo que germine la dimensión territorial de la crisis capita-
lista.
Lo inédito del fenómeno es que se trata fundamentalmente de
capital que se invierte en tierras lejanas al país de origen con el fin
de valorizarse. Mientras que en los periodos anteriores el capital
era muy reacio a comprar e invertir en tierras de los países del sur,
y tendía más a rentar o alquilar las tierras, ahora priva la compra
directa así como el proceso de cultivo por capitales foráneos.

[…] sólo en los últimos tres años, según datos del International
Food Policy Research Institute, 20 millones de hectáreas de tierras
agrarias han sido objeto de transacciones que implican a compra-
dores extranjeros, es decir, una superficie similar al área agrícola de
toda Francia (Duch, 2010:26).

Por su parte, Grain ha denunciado 400 casos de acaparamien-


to de tierras sobre una superficie de casi 35 millones de hectáreas
en 66 países del mundo (Grain, 2012c:3).
Las causas de este proceso están fuertemente imbricadas con
la crisis capitalista y con la estrategia de dominio de los países de-
sarrollados a través de la expansión del capital de vanguardia.
En primer término, la crisis capitalista —y con ella el declive
de la tasa de ganancia en el norte, así como el incremento en los
costos que ha traído consigo el aumento del precio del petróleo—
ha llevado al capital en general a buscar nuevas fuentes de inversión
más rentables. El norte pierde competitividad y busca soluciones
espaciales a su decadencia en el sur.

Esta “solución espacial” representa un intento a corto plazo para


resolver las contradicciones de los crecientes gastos agroindustria-
les por un lado y los gastos crecientes (de alimentos) de repro-
ducción de la fuerza de trabajo por el otro, pero bajo condiciones
de agroindustria, que como es costumbre, sólo acelerará las con-
tradicciones ecológicas y sociales (McMichael, 2012:684).
 BLANCA RUBIO

Asimismo, el declive de los fondos financieros ha llevado a que


administradoras de fondos de pensiones, fondos de capitales priva-
dos que buscan ganancias rápidas, fondos de cobertura que huyen
del mercado de derivados y diversos tipos de capital especulativo,
se orienten hacia la compra de tierra con fines especulativos.
Se trata también de los agronegocios que están impulsando la
siembra de agrocombustibles ante la enorme demanda que se ha
generado, o bien, cultivos básicos alimentarios ante el aumento del
precio. Se calcula que las inversiones en tierras agrícolas ofrecen
retornos anuales de entre 10 y 20% (Grain, 2012a).
Pero no se trata solamente de una cuestión económica, la salida
de la crisis o la realización de un negocio rentable; la gran concen-
tración de tierras en el sur implica también una estrategia de domi-
nio que busca controlar cabalmente la producción mundial de
alimentos.

El acaparamiento de tierras no es simplemente la última oportu-


nidad de hacer inversiones especulativas con ganancias grandes
y rápidas: es parte de un largo proceso de toma de control de la
agricultura por parte de las corporaciones con intereses agroquí-
micos, farmacéuticos, de transporte, de venta de alimentos (Grain,
2010:1).

Por esta razón, la concentración de tierras expresa un fortale-


cimiento del proceso de agroindustrialización comandado por las
grandes empresas de Estados Unidos y los países desarrollados
(McMichael, 2012:691).
Las empresas que están impulsando la concentración de tie-
rras en los países del sur provienen fundamentalmente de los paí-
ses desarrollados. La empresa BlackRock Inc., con sede en Nueva
York, invertirá 30 millones de dólares para adquirir tierras en todo
el mundo. Morgan Stanley compró 40 mil hectáreas de tierras en
Ucrania, mientras que Lankdom, el grupo británico de inversiones,
compró 100 mil hectáreas en 2010 (Duch, 2010:23). Black Earth
Farming, de nacionalidad sueca, compró 331 mil hectáreas en Ru-
sia, mientras que Alpoct-Agro, también de este país, compró 128
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

mil hectáreas (Grain, 2008c:10). Sin embargo, los mayores inver-


sionistas son los fondos de pensiones con 100 mil millones de dóla-
res invertidos en tierras agrícolas (Grain, 2011:1).
Como señalamos, las tierras se compran en países del sur que
tienen buenas calidades de suelo, abundantes recursos naturales
como agua y fuerza de trabajo barata: Sudán, Pakistán, Birma-
nia, Camboya, Indonesia, Laos, Filipinas, Tailandia, Vietnam, Tur-
quía, Kazajistán, Uganda, Ucrania y Georgia. En América Latina
sobresalen Uruguay, Paraguay y Brasil (Grain, 2009c).
Se compran para sembrar insumos para agrocombustibles co-
mo maíz, caña de azúcar, palma africana, etc., pero también para
sembrar oleaginosas suaves, maíz, trigo y forrajes. Los inversionis-
tas extranjeros controlan cabalmente el proceso tecnológico. Lle-
van las semillas, la maquinaria y dirigen la producción. El producto
se exporta hacia los países de origen o hacia el mercado mundial,
por lo que se trata de un proceso inédito, muy parecido al de las
maquiladoras industriales que se instalaron en los países del sur
en los años noventa, con la diferencia de que los capitales extran-
jeros en el caso de la agricultura se apropian de la tierra.
Esta forma de operar, como en las maquiladoras, tiene una
estructura de enclave, ya que no involucra a las regiones que cir-
cundan la inversión, ni benefician al “desarrollo” de los países don-
de invierten, pues generalmente evaden impuestos. Tan sólo en
América Latina se calcula que los fondos provenientes de los im-
puestos evadidos ascienden a 50 mil millones (Duch, 2010:41).
Además, a diferencia de la inversión minera, que es sometida a una
serie de reglamentaciones, la compra de tierra para agrocombusti-
bles es libre pues se considera que es una inversión agrícola inocua.
Tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacio-
nal e incluso la  han promovido la inversión foránea en la
compra de tierras, aduciendo que beneficia a los países y a los go-
biernos por la atracción de capitales. Han desarrollado programas
de inversión agrícola responsable con el fin de regular lo que ellos lla-
man “adquisiciones de tierras a gran escala”, pero en realidad han
facilitado la entrada de capital a los países del sur presentándolos
como una práctica legítima de negocios (Grain, 2012c:6).
 BLANCA RUBIO

Los gobiernos de los países receptores se han mostrado compla-


cidos de abrir las fronteras al capital extranjero pues consideran
que las inversiones benefician las finanzas públicas y generan em-
pleos. En los casos en los cuales se muestran renuentes a la inver-
sión, son presionados por los organismos multilaterales.
A través de estos mecanismos se ha logrado cambiar las leyes
internas para permitir la inversión extranjera en tierras naciona-
les. Tal es el caso de la Ley de Modernización y Desarrollo del
Sector Agrícola en Honduras, la Enmienda al Proyecto de Ley so-
bre Adquisición de la Tierra de 1998 en India y la Ley de Enmienda
de Seguridad en el Campo en Canadá, firmada en el verano de 2002
(Desmarais, 2007:99).
Las consecuencias de este proceso han sido muy graves para los
pobladores y campesinos de los países receptores. Implican en mu-
chos casos el despojo de tierras de comunidades, a quienes o se las
quitan o los dejan rodeados de monocultivos impulsados con insu-
mos tóxicos. En muchas ocasiones son presionados para vender
sus tierras, como ha ocurrido en casos documentados de Ecuador
y Paraguay, donde pequeños productores son presionados a ven-
der para la siembra de palma aceitera (Emanuelli, Jonsén y Mosalve,
2009:25).
En Argentina, la cantidad de explotaciones se redujo en 21.1%
entre los años 1998 y 2002. Las 53 661 unidades que desaparecie-
ron eran inferiores a 100 hectáreas y la mayor parte tenía menos
de 25 hectáreas cada una. Tal ascenso ha ocasionado en la mayo-
ría de los casos el despojo o bien la venta forzada de las parcelas
(Rubio, 2010).
En Colombia, entre enero de 1995 y octubre de 2005, 20 150
hogares (88 265 personas) han sido expulsados de 30 municipios
del Magdalena Medio por el cultivo de la palma africana (Rubio,
2010).
La degradación de las tierras y de los recursos naturales, funda-
mentalmente el agua, es otra de las consecuencias de la inversión
foránea en tierras. Así, en el caso de la caña de azúcar para etanol,
son necesarios siete mil litros de agua para producir 12 kilos. Por su
parte, en Paraguay los pequeños productores denuncian que antes
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

de la implantación de los monocultivos conseguían agua a diez


metros de profundidad, mientras que actualmente tienen que per-
forar a 20 metros debido a la sobreexplotación de las empresas
soyeras.
Los monocultivos han generado también la deforestación de los
bosques. Indonesia, el tercer país del mundo en superficie de bosque
tropical, ha perdido bosques al ritmo de 3.8 millones de hectáreas
al año, debido a la expansión de la palma africana.
Asimismo, como son cultivos para la exportación, las tierras que
son sustraídas para la producción nacional de alimentos horadan
la soberanía y la autosuficiencia alimentaria de los países. Por otra
parte, el alza en el precio de la tierra que implica la enorme demanda
de terrenos, afecta también a la población pues encarece la tierra y
los alimentos.
Tal situación ha llevado a los analistas a señalar que el avance
en la concentración de tierras podría significar el fin de la agricul-
tura en pequeña escala en numerosos países del mundo (Grain,
2008c).

Estas presiones no son compatibles y están desencadenando una


crisis del sistema alimentario global sin precedentes que amenaza
la seguridad alimentaria de millones de personas, resultado di-
recto del modelo industrial de agricultura que no sólo es peligrosa-
mente dependiente de hidrocarburos sino que se ha transformado
en la mayor fuerza antrópica modificante de la biosfera (Altieri,
2009:60).

La dislocación

El proceso de concentración de tierras en el ámbito mundial tiene


dos vertientes fundamentales. La que hemos analizado, impul-
sada por el capital financiero, agroindustrial y energético, y aque-
lla impulsada por los países que tienen dificultades para abastecer
a sus poblaciones de alimentos básicos y están comprando tierras
en otros países para producir los alimentos que requieren para com-
pletar su oferta nacional.
 BLANCA RUBIO

Son, coincidentemente, los países con los que Estados Unidos ha


entablado una guerra alimentaria, y algunos implicados en la pug-
na por la hegemonía mundial.
China, India, Corea y Japón están comprando tierras. A pesar
de que son autosuficientes en la producción de arroz, y algunos de
ellos exportadores como la India, están utilizando las reservas en dó-
lares para impulsar una producción que les permita no depender del
mercado agroalimentario.
Corea y Japón han sido tradicionalmente países importadores
de alimentos, alrededor de 60%, aunque tienden a ser autosuficien-
tes en arroz. Las empresas coreanas están comprando tierras en
Mongolia y Rusia Oriental para no depender del mercado agroali-
mentario occidental.
Como vimos antes, China es autosuficiente en granos básicos e
importadora de soya. Sin embargo, tiene una población muy gran-
de que abastecer, mientras que sus tierras agrícolas se han redu-
cido debido al avance industrial, a la vez que los suministros de
agua están sometidos a graves presiones. Poseen 40% de los agri-
cultores del mundo, pero con sólo 9% de las tierras agrícolas mun-
diales. China es uno de los países con mayores reservas monetarias
mundiales (1.8 billones de dólares), por lo que se ha convertido
en uno de los países que más invierte en tierras extranjeras para
abastecer a su población.
India, que como vimos es autosuficiente en la mayoría de los
cultivos para la alimentación, enfrenta sin embargo problemas con
los costos de producción debido a la disminución en la fertilidad del
suelo y al declive de sus fuentes de aprovisionamiento de agua. Pla-
nean cultivar en el exterior las oleaginosas, legumbres y algodón,
y continuar con la producción interna de trigo y arroz. India está
comprando tierras en Indonesia para sembrar palma africana y
tierras en Uruguay, Paraguay y Brasil para cultivar lentejas y soya
para abastecerse.
Otro grupo importante de compradores de tierras para abas-
tecer a la población lo constituyen los países del Golfo Pérsico, en
gran medida exportadores de petróleo. Baréin, Kuwait, Qatar,
Arabia Saudita y los Emiratos Árabes han sido tradicionalmente
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

importadores de alimentos debido a la calidad de sus suelos, gene-


ralmente desérticos, pero ahora prefieren abastecerse a sí mis-
mos comprando tierras en Birmania, Uganda, Camboya, Sudán y
Paquistán (Grain, 2008c:2).
El proceso de dislocación impulsado por los países que hemos
mencionado se distingue de la compra de las empresas occidenta-
les tratadas anteriormente, en primer término, en que son principal-
mente impulsadas por gobiernos, como una política de protección
ante los avatares del mercado agroalimentario mundial. Aun cuan-
do también hay empresas con fines de inversión y lucro, éste no es
el objetivo central.
Se trata de una poderosa tendencia que cuestiona al mercado
mundial como mecanismo principal para abastecerse de alimen-
tos, como ocurrió en el neoliberalismo, y busca esencialmente pro-
tegerse de los elevados precios y de la posible escasez mundial
ante las tendencias a la financiarización y el uso geopolítico de los
alimentos. Constituye por tanto una medida política que los ubi-
ca en el plano defensivo en la guerra alimentaria.
Como habíamos mencionado, China e India fueron señalados
por los organismos multilaterales como causantes del aumento
de los precios que ocurrió en la crisis alimentaria, debido a su enor-
me demanda de alimentos.
Este punto quedó despejado. Sin embargo, lo que vale la pena
señalar es que, al contrario, China e India han tenido un papel
muy importante en la estabilidad del precio del arroz: después de
los picos de 2008, han sido muy estrictos en contrarrestar la fi-
nanciarización del arroz. Como señalamos, prohibieron en 2008
la comercialización de futuros en el mercado del arroz. Posterior-
mente, India asignó un impuesto en todas las inversiones financie-
ras alimentarias (, 2011:42). Ésta es la razón principal por la
cual el precio del arroz se ha mantenido estable después de 2008,
por lo que la participación de estos países en el mercado mundial
abona en el control de los precios de los alimentos y contrarresta
la crisis alimentaria.
Podemos concluir que los países rivales de Estados Unidos es-
tán impulsando en el ámbito agroalimentario una política defensi-
 BLANCA RUBIO

va para protegerse de los altos precios y salvaguardar la sobera-


nía alimentaria, como un mecanismo colocado en la lucha por la
hegemonía económica mundial.

L 
   

La agricultura mundial está enfrentando una serie de transforma-


ciones estructurales, a raíz de las crisis capitalista y alimentaria. Di-
chas mudanzas ocurren como resultado de la destrucción de los
antiguos procesos que imperaron durante el modelo neoliberal,
pero también forman parte de los nuevos fenómenos que surgen
con la reestructuración capitalista. Es todavía muy temprano para
saber cuáles transformaciones forman parte de la transición y cuá-
les perdurarán. En este apartado hablaremos de los procesos de
reestructuración capitalista que están ocurriendo hasta ahora, bajo
el entendido de que pueden ser parte de la crisis o bien constituir el
germen de un nuevo orden agroalimentario mundial.

Las transformaciones productivas

La estructura productiva mundial que prevaleció durante el or-


den agroalimentario global se está transformando fundamental-
mente debido a la expansión de los agrocombustibles. Se observa
una tendencia a convertir los llamados cultivos energéticos en los que
comandan la estructura productiva, ya que son los que crecen más
rápido, tienden a ocupar la mayor parte de la superficie sembrada
y además, se prevé que en breve serán los que definan los precios
mundiales.
Debido a que los mercados energéticos son mayores que los
alimentarios,

Sería la demanda de energía y no la demanda de alimentos, la que


fijaría los precios de los productos agrícolas y éstos estarían vincu-
lados a los precios de la energía. Esto sería claramente una ruptura
radical de la manera en que los precios de los productos agrícolas
se han determinado en el pasado (, 2009a:23).
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

Como puede verse en las gráficas 68 y 69, los cultivos energé-


ticos, sobre todo el maíz, la soya y la colza, han ganado espacio en
la estructura de la superficie mundial.
En el caso de América Latina, se observa una tendencia muy
marcada al ascenso productivo de los insumos para agrocombus-

G 
M:     
 ()    , 
Trigo
Otros 18.24%
32.71%

Arroz cáscara
Frijoles secos 13.04%
Colza 2.00%
2.19%
Algodón Maíz
con semilla Mijo 11.60%
2.69% 3.14%
Sorgo Cebada Soya
3.47% 4.62% 6.30%

F: , , <http://www.fao.org>, 22 de marzo de 2009.

G 
M:     
 ()    , 
Trigo
Otros 16.83%
33.00%

Maíz
Frijoles secos 12.71%
Algodón
con semilla 2.34%
2.49%
Colza Arroz cáscara
2.49% 12.53%
Mijo
2.80% Sorgo Cebada Soya
3.18% 3.69% 7.94%

F: , , <http://www.fao.org>, 18 de abril de 2013.


 BLANCA RUBIO

tibles. Como puede verse en las gráficas 70 y 71, el maíz y la soya,


ambos utilizados para agrocombustibles, ocupaban juntos en 2007
49% de la superficie cosechada en América Latina. Asimismo, se
observa una tendencia al desplazamiento de varios cultivos, como
el trigo, el arroz, el sorgo y los frijoles secos. Otros cultivos que son
base para la producción de etanol, como la caña de azúcar, regis-
tran también ascensos, pues esta plantación desplazó en 2007 al tri-
go del tercer lugar que ocupaba en el año 2000.

G   
S     
 A L ()
2000
Otros Maíz
Yuca 18% 23%
Semilla 2%
de girasol
3%
Sorgo
3%
Café verde Soya
5% 20%
Arroz cáscara
5%
Frijoles secos
6% Caña de Trigo
azúcar 8%
7%

2010
Algodón Otros
con semilla 16.21%
1.69% Soya
Yuca
1.78% 31.79%
Sorgo
2.89%
Café verde
Arroz 3.65%
cáscara
3.88%
Trigo
Frijoles 5.96% Maíz
secos 19.54%
Caña de
4.15%
azúcar
8.47%

F: , , <http://www.fao.org>, 11 de agosto de 2009.


EL DOMINIO DEL HAMBRE 

Además de que crecen con mayor celeridad que los cereales,


los agrocombustibles han ido incrementando su participación en la
estructura del valor de las exportaciones mundiales.
Como puede observarse en las gráficas 72 y 73, el aceite de
palma pasó de 10.04% del subconjunto de agrocombustibles y ce-
reales en el valor de las exportaciones en 2000 a 19.7% en 2010.
La soya pasó de 20.42% a 26%. En cambio, el maíz, el arroz y el
trigo disminuyeron su participación.
Como señalamos en el capítulo 3, esta nueva estructura produc-
tiva se impulsa sobre una combinación del viejo modelo productivo

G   
M:      

2000

Aceite de palma Caña


10.04% de azúcar
0.01%
Trigo
31.44% Colza
4.15%

Maíz
19.50%
Arroz Soya
cáscara 20.42%
14.44%

2010

Trigo Caña de
21% Aceite azúcar
de palma 0%
20%
Colza
Arroz 5%
cáscara
13%
Maíz
15%
Soya
26%

F: Food and Agriculture Organization, /, <http://faostat.


fao.org/site/291/default.aspx>, 11 de abril de 2013.
 BLANCA RUBIO

mecánico-químico, con el impulso del monocultivo y los insumos


químicos, junto con el nuevo modelo tecnológico que está sur-
giendo, sustentado en el uso de los organismos genéticamente mo-
dificados.
En Estados Unidos, 80% de la producción de maíz se lleva a cabo
con semillas transgénicas, y en Argentina y Brasil las cifras son
similares.28

Las transformaciones en el capital

Durante el orden agroalimentario global, las empresas comer-


cializadoras de granos, las productoras de semillas, insumos y ma-
quinaria fueron las que comandaron el proceso de acumulación
capitalista. Sin embargo, el ascenso de los agrocombustibles y la
financiarización de los alimentos han traído cambios sustanciales
en la composición de las empresas agroalimentarias de punta en el
sector.
El capital que comanda la reestructuración es, en primer tér-
mino, el de las empresas petroleras y agroalimentarias que alien-
tan la siembra de los agrocombustibles; en el plano tecnológico lo
dirigen las empresas semilleras que impulsan los transgénicos, co-
mo Monsanto; en el plano financiero lo comandan las empresas
que especulan con las commodities.
Las empresas distribuidoras y comercializadoras de granos se
están colocando a la vanguardia de la producción de etanol. 
controla 25% del etanol en el mercado. Asimismo, se han impul-
sado un conjunto de fusiones de  y Monsanto con empresas
de automóviles, entre ellas Toyota (Holt-Giménez, 2008:114).
A su vez, compañías como  y Cargill han desarrollado ra-
mas de inversión bancaria, al tiempo que empresas como Goldman
Sachs se convirtieron en importadoras de materias primas.
En este contexto, las otrora empresas agroalimentarias abo-
cadas a los alimentos se van convirtiendo en compañías que, ade-
más de este rubro, incursionan en la producción y distribución

28 Datos obtenidos de <www.gmo-compass.org>.


EL DOMINIO DEL HAMBRE 

de energía y están a la vanguardia en la inversión especulativa con


los futuros de las commodities.
Por otra parte, el impulso de los agrocombustibles ha traído
consigo un fortalecimiento de la agroindustrialización y del domi-
nio de la esfera productiva. Mientras que en el orden agroalimenta-
rio global las empresas agroalimentarias se ubicaban en el ámbito
de la distribución y comercialización, ahora se están orientando di-
rectamente a la producción, ya sea de agrocombustibles e incluso
de cultivos básicos para la alimentación.

[…] así, para el Sudeste de Asia, 83% de las tierras de labranza ad-
quiridas o arrendadas en una base a largo plazo están dedicadas a
la producción de cosechas de fila principal (oleaginosas suaves,
maíz, trigo y forrajes) (McMichael, 2012:688).

Las fuertes inversiones en tierra y el impulso de los cultivos han


traído consigo, además, que los países del sur se conviertan en el
escenario de una profundización de la agroindustrialización, que
ha generado que una gran parte de los cultivos de vanguardia se
produzcan para la industria y con el dominio de las empresas trans-
nacionales.

[…] los sectores agrícolas del norte pierden su ventaja competiti-


va en un mercado mundial gobernado por las nuevas formas de
neomercantilismo, con subvenciones que favorecen la agricultura
extranjera donde la tierra, el agua y el trabajo son considerable-
mente más baratos (McMichael, 2012:688).

Tal situación está provocando un cambio en la división inter-


nacional del trabajo, según la cual los países del sur se convierten
en productores y exportadores de cultivos energéticos, comanda-
dos por empresas transnacionales de los países del norte. En los
países desarrollados sigue concentrada la producción y exportación
de alimentos básicos, así como la transformación de los cultivos
energéticos en etanol o biodísel.
Este proceso está llevando a que los países del sur se orienten
a la exportación de bienes primarios, lo que se ha llamado la re-
 BLANCA RUBIO

primarización excluyente, la cual es un rasgo de la etapa de tran-


sición vinculada al aumento de los precios.

Los cambios en el vínculo industria-agricultura

El impacto más importante de la financiarización lo constituye el


incremento estructural de los precios de los alimentos y las mate-
rias primas de origen primario. Como mencionamos, este proceso
generó una etapa de revalorización de los bienes agropecuarios,
en contraste con el orden agroalimentario global en el cual imperó
una desvalorización de los bienes, sostenida en el mecanismo del
dumping y los subsidios.
Junto con el aumento en los precios de los alimentos y las mate-
rias primas se ha desarrollado el aumento del precio de la tierra.
En Argentina, el precio de la tierra pasó de seis mil dólares por
hectárea en 2006, a 12 mil dólares en 2008, mientras que en Brasil
el precio de la tierra subió 18% en 2007 debido a la expansión de la
caña (Mendoza, 2009:124).
El aumento en los precios de los alimentos y de la tierra ha sub-
vertido la relación industria-agricultura debido a la reaparición de la
renta de la tierra, así como al surgimiento de la renta financiera.
Como señalamos en la “Nota metodológica”, debido a las dis-
tintas calidades de la tierra y a la posibilidad de acaparar las me-
jores, en la agricultura se genera el fenómeno según el cual los
productores ubicados en las mejores tierras o localizadas cerca de
los mercados, captan un valor de más en forma de renta, ya que
tienen costos más bajos.
Este sobrevalor surge también en forma de ganancias especu-
lativas o renta financiera cuando el precio sube por encima del
precio de producción y aun por arriba de la renta de la tierra. En-
tonces los capitales especulativos están en condiciones de apro-
piarse un sobrevalor en forma de renta financiera.
Cuando esto ocurre, el sobrevalor proveniente de la renta de la
tierra y de la renta financiera se convierte en un sobreprecio que
la industria tiene que pagar en el momento de comprar los bienes
que constituyen materias primas para su transformación, o bien
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

en el momento que tiene que pagar salarios más elevados por el


incremento en el precio de los alimentos.
En esta situación, el vínculo industria-agricultura se vuelve
perverso, pues la rama dominante —la industria— debe pagar un
valor de más a la rama subordinada —la agricultura— con lo cual
ésta se vuelve un obstáculo al capitalismo debido a que su motor
de arrastre es la industria.
Esto implica que se constituyen sectores parasitarios que cap-
tan las rentas mencionadas sin participar en la creación del va-
lor, con lo cual las actividades productivas se ven atrofiadas al tener
que ceder parte del valor creado en ellas.
Por esta razón, el incremento en los precios de los bienes agríco-
las y materias primas de origen primario no puede durar mucho
tiempo. El capital va a buscar mecanismos para volver a domeñar
a la agricultura y bajar los precios, como ocurrió en la crisis de los
años setenta, cuando se buscaron fuentes energéticas alternati-
vas a través de la energía nuclear y se descubrieron nuevos mantos
petrolíferos que hicieron bajar el precio del hidrocarburo y con él
el de las materias primas.
Ahora la situación es más compleja porque se requiere encon-
trar fuentes energéticas alternativas (gas esquisto) que permitan
bajar el precio del petróleo, hacer inútil la producción de agro-
combustibles y además superar la crisis capitalista, con el fin de que
se atenúe el proceso de financiarización de las commodities.
A pesar de las dificultades que existen en la actualidad para fre-
nar el alza de los precios, considero que la revalorización es un ras-
go transitorio ligado a la crisis capitalista y alimentaria, y no un
proceso emergente del nuevo orden agroalimentario mundial.

Las mudanzas en las formas


y mecanismos de dominio

El declive en las condiciones para la forma de dominio basada en la


desvalorización de los bienes, ha llevado a impulsar nuevos me-
canismos de subordinación sobre los productores. Se está instau-
rando una forma de dominio basada en la revalorización de los
 BLANCA RUBIO

alimentos, esta vez sustentada en la extracción del excedente pro-


ducido.
Cuando comenzó la crisis alimentaria se generaron grandes
expectativas entre los productores rurales en el sentido de que el
aumento de los precios en el ámbito internacional culminaría
el largo ciclo de pérdidas y baja rentabilidad que imperó en el neo-
liberalismo. Sin embargo no fue así. Como señalamos, los precios
internacionales no se transmitieron a los nacionales debido a la
oligopolización en el mercado de granos básicos en el ámbito mun-
dial, ya que la distribución y comercialización de los granos se
encuentra concentrada en unas cuantas empresas.

A nivel mundial, Cargill controlaba en 1999 45% del mercado de


granos, 42% de las exportaciones de maíz en Estados Unidos, 30%
de la soya y 20% de las de trigo. Por su parte, Archer Daniel Mid-
land () controla cerca de 30% del mercado mundial de gra-
nos. En el caso de la soya, a escala mundial, Bunge,  y Cargill
controlan directamente 75% del mercado y esas mismas tres com-
pañías controlan 80% de la industria procesadora de soya en la
Unión Europea (García, Rivera-Ferre y Ortega-Cerda, 2008:4).

El control cabal que tienen las empresas sobre los productos


básicos llevó a que impusieran en las economías nativas precios por
debajo de los internacionales, con lo cual los altos precios no al-
canzaron a los productores.
Por ejemplo, mientras que de junio de 2006 a junio de 2008 la
tasa media mensual de aumento del precio mundial del maíz ama-
rillo alcanzó 3.9%, en los mercados nacionales de Sudáfrica fue de
1.2% en maíz blanco y 1.6% para el amarillo (, 2009a:35).
En México las empresas agroalimentarias impusieron precios
internos por debajo de los internacionales. En el trigo, mientras que
en marzo de 2008 el precio internacional ascendía a 4 720 pesos la
tonelada, las empresas la pagaban a 3 400 pesos.

En el caso del maíz, diez mil productores de 12 estados no podían


colocar 150 mil toneladas del grano. Mientras se pagaba a 3 200
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

pesos la tonelada de maíz blanco importado, en el interior del país


les ofrecían en junio 2 450 pesos; para agosto ya nada más podían
venderlo en dos mil pesos (Rubio, 2013:75).

De esta suerte, durante la fase de transición se impulsó una for-


ma de dominio centrada en comprar a precios devaluados interna-
mente y vender a los encarecidos precios internacionales para
apropiarse del excedente producido, o bien comprar a precios de-
valuados a los productores por parte de las empresas que usan los
bienes como insumos y de esta forma ahorrarse un sobreprecio que
esas empresas tendrían que pagar si compraran a precios inter-
nacionales.
Los elevados precios durante la transición han permitido enton-
ces a las grandes empresas obtener elevadas ganancias, mientras
que los productores no han resultado favorecidos de los elevados
precios. El producto campesino vuelve a ser un puntal para aho-
rrar la renta de la tierra que se produce en la revalorización de los
bienes, y de nuevo su excedente es apropiado por las grandes em-
presas transnacionales.
Por otra parte, el ascenso de la agroindustrialización promo-
vido por la expansión de los agrocombustibles y los cultivos básicos
en el sur, está llevando a una nueva forma de dominio de los paí-
ses desarrollados sobre los dependientes. Se trata en principio de
un dominio espacial, que implica la expansión territorial de las
grandes empresas transnacionales sobre las tierras de los países del
sur. Un nuevo tipo de colonialismo que no implica el dominio po-
lítico pero sí económico de los países, según el cual son las gran-
des empresas transnacionales y financieras las que determinan la
estructura productiva, las condiciones de producción y el destino
del producto.
En consecuencia, se está impulsando una forma de dominio del
capital agroindustrial sobre los productores rurales, basado en
el despojo de los recursos naturales, la tierra, el agua, los yacimien-
tos mineros, que ha traído consigo el desplazamiento de comunida-
des campesinas e indígenas de sus tierras, así como la destrucción
y contaminación de sus recursos naturales.
 BLANCA RUBIO

Al mismo tiempo, la expansión espacial del capital agroindus-


trial del norte está impulsando formas de explotación de la fuerza
de trabajo, como el trabajo esclavo de los ingenios azucareros de
Brasil y múltiples mecanismos que persiguen el abaratamiento de la
fuerza laboral en el sur, con el fin de hacer más competitivos los
productos.

En Brasil, como se ha conocido recientemente, en el mes de marzo


de 2009, los fiscales del Ministerio de Trabajo, rescataron 288 tra-
bajadores en situación de esclavitud en São Paulo y 409 en el es-
tado de Mato Grosso, en diferentes ingenios que producen etanol
(Duch, 2010:81).

La diferencia central que se observa en el proceso de agroindus-


trialización que se impulsa actualmente consiste, como señalamos,
en que se involucra en la producción y no solamente en la comer-
cialización y distribución. Por tanto, hay un dominio cabal del
proceso productivo, la apropiación capitalista de la tierra, la deter-
minación de la estructura productiva, las formas de despojo y
explotación de la fuerza de trabajo, que generan profundas modi-
ficaciones. Se trata de la apropiación de la agricultura del sur por el
capital extranjero, lo cual genera el dominio cabal de los alimen-
tos y las materias primas por los países desarrollados.
Estas formas de dominio pueden ser transitorias o perdurar,
como señalamos antes, dependiendo de la salida energética a la cri-
sis. Sin embargo, desde ahora están generando profundas transfor-
maciones en los países del sur, que apuntan hacia la pérdida no
sólo de la soberanía alimentaria, como ocurrió en la etapa ante-
rior, sino también de la tierra y de la propia agricultura.

El papel de la agricultura en la salida de la crisis

La agricultura presenta una situación contradictoria frente a la


salida de la crisis capitalista mundial. Por un lado, constituye un
obstáculo, pues como vimos anteriormente los elevados precios
de los bienes agropecuarios y el resurgimiento de la renta de la
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

tierra generan el incremento de los costos salariales, lo cual afecta


al sector capitalista en su conjunto, pero además el aumento en el
precio de las materias primas afecta a todas las empresas indus-
triales involucradas en este sector.
El aumento en el precio de los alimentos no solamente presio-
na al alza los salarios, sino también incrementa la inflación, como
vimos anteriormente, con lo cual se reduce aún más el ingreso de
los obreros y campesinos, y con ello se fortalece el proceso que
estrecha el mercado e induce a la financiarización y al endeuda-
miento como salidas del capital para incrementar el mercado.
En este contexto, se debilita el efecto contrarrestante de la caída
de la cuota de ganancia, al elevarse los costos alimentarios y de ma-
terias primas, con lo cual la agricultura se convierte en un obstáculo
a la salida de la crisis capitalista mundial.
Al mismo tiempo, como vimos antes, las commodities se cons-
tituyen en efecto refugio para el capital financiero, con lo cual el
dominio sobre la agricultura contribuye a fortalecer al capital fi-
nanciero y especulativo, hecho que también retrasa la salida de la
crisis, pues abona en favor del dominio del capital financiero so-
bre el productivo, que privó en el neoliberalismo.
Por su parte, el impulso de los agrocombustibles como salida
“ficticia” de la crisis energética, atenúa el declive de Estados Uni-
dos como potencia mundial, al dar una alternativa a la pérdida del
control de los hidrocarburos por este país. Con ello también frena
la salida mundial de la crisis, en tanto que sostiene el poder de la
potencia en decadencia.
Sin embargo, al convertirse en un área de inversión importan-
te para el capital, debido a la “fiebre de tierra” y el auge de la pro-
ducción de agrocombustibles y materias primas, la agricultura se
convierte en una salida a la crisis de rentabilidad del capital en el
norte. Las condiciones de tierra, agua y fuerza de trabajo barata
en el sur constituyen una salida a la crisis del capital productivo en
el norte, con lo cual el proceso de agroindustrialización se fortalece,
generando con ello una salida productiva a la crisis capitalista.
En este contexto, el dominio del capital agroindustrial, finan-
ciero y energético sobre la agricultura trae consigo que se convierta
 BLANCA RUBIO

en un mecanismo para enfrentar la crisis y postergarla, por lo que


dicho dominio reproduce el capitalismo en su fase neoliberal y pos-
terga la salida de la crisis.

L 

La etapa de transición por la que atraviesa el capitalismo y el em-


bate del capital a través del dominio de las transnacionales, el alza
de los precios, la expansión espacial y territorial así como la con-
taminación y depredación del medio ambiente, han generado un
movimiento tanto rural como urbano cuya característica esencial
consiste en que alcanza una dimensión mundial, con impactos re-
gionales y locales. Movimientos organizados y espontáneos emer-
gen del caos de la transición, generando una obcecada resistencia
frente a la alternativa autoritaria del capital hacia la crisis de fase.

El movimiento organizado de Vía Campesina

A principios del nuevo siglo se consolidó la lucha de la organiza-


ción Vía Campesina, la cual se formó al calor del neoliberalismo en
Mons, Bélgica, en el año 1993. Esta organización surgió original-
mente entablando una lucha directa contra la . Partiendo del
principio de que para enfrentar a un organismo multilateral se re-
quiere una organización mundial, se constituyó Vía Campesina.
Dicha organización se oponía al control que ejercen las empresas
transnacionales auspiciadas por la , al establecimiento de pre-
cios dumping y elevados subsidios en los países desarrollados, y
al sometimiento de los pequeños productores a una competencia
desleal que generó la devastación de sus unidades productivas.
Aun cuando en los años noventa impulsó importantes movi-
lizaciones como las marchas contra la globalización neoliberal en
Ginebra, en 1998 y en Seattle en 1999, alcanzó su consolidación y
crecimiento sostenido al iniciarse la fase de transición capitalista.
Entre 2000 y 2004 el movimiento creció en adeptos en 41%. Si
en 2007 incluía a 143 organizaciones en 56 países, en 2012 alcan-
zaba ya 150 organizaciones en 70 países.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

Hasta antes de la crisis alimentaria Vía Campesina centró sus


demandas contra los Tratados de Libre Comercio, el dominio de
las empresas agroalimentarias como Monsanto, la expansión de los
transgénicos y la estrategia de dominio agroalimentario impulsa-
da por los países desarrollados en la .
Impulsó el concepto de “soberanía alimentaria”, logrando que
organizaciones como la  lo tomara en cuenta y emprendió una
lucha importante por los derechos humanos de los campesinos
en el ámbito mundial.
Instituyó el 10 de septiembre como el día internacional de la
lucha contra la  y el 17 de abril como el día internacional de
la lucha campesina. Representaba alrededor de 200 millones de cam-
pesinos y campesinas en el mundo. La mayor parte de las organi-
zaciones que se encontraban en Asia (43), mientras que contaba
en Sudamérica con 30 organizaciones, Europa (23), Norteamérica
(11) y África (5).
Durante todo el periodo de transición impulsó movimientos
importantes contra Monsanto en India, Brasil, Haití, Perú, Argen-
tina, Guatemala y México.
Sin embargo, después de la crisis alimentaria, esta organización
ha tenido un papel muy importante contra el acaparamiento de
tierras. Desde 1993 impulsó una lucha importante contra las re-
formas agrarias por la vía del mercado auspiciadas por el Banco
Mundial, mientras que al fragor de la expansión espacial de los años
recientes se opuso rotundamente al apoyo que ha dado esta insti-
tución al acaparamiento de tierras bajo el nombre de “Inversión
Agrícola Responsable”.
La lucha contra el acaparamiento impulsada por Vía Campesi-
na ha tenido lugar en Brasil, Burkina Faso, Colombia, Francia, Ghana,
Guatemala, Guinea-Bisau, Honduras, India, Indonesia, Mali, Mau-
ritania, Mozambique, Nepal, Níger, República Democrática del
Congo, Senegal, Tailandia y Uganda.
En abril de 2011 llevó a cabo la Conferencia campesina inter-
nacional: “Detengamos a los acaparamientos de tierras” en Mali,
del 17 al 19 de noviembre, donde además de documentar los ca-
sos de acaparamiento de tierras y resistencia organizada en los
 BLANCA RUBIO

distintos países, acordó un plan de acción, tanto en las moviliza-


ciones como en el ámbito jurídico.
Vía Campesina se encuentra estrechamente vinculada a orga-
nizaciones regionales como la Coordinadora Latinoamericana de
Organizaciones Campesinas () y la Asociación de Organiza-
ciones Campesinas Centroamericanas para la Cooperación y el
Desarrollo (Asocode).

El movimiento frente a la crisis alimentaria

A partir de la emergencia de la crisis alimentaria surgió un conjun-


to de movimientos que protestaban desde muy diferentes trincheras
contra la carestía de la vida. Se trata de un movimiento en general
espontáneo o bien coordinado por organizaciones locales que ha
alcanzado distintos grados de intensidad y beligerancia. Desde
movilizaciones callejeras que han sido fuertemente reprimidas,
hasta movimientos que dieron lugar a sublevaciones que reper-
cutieron en la destitución de gobernantes. Por eso, la clase en el
poder tiene miedo de la lucha contra el hambre.

t La primera fase del movimiento, 2008


Durante la primera fase de la crisis alimentaria, el fuerte incre-
mento de la inflación repercutió sobre todo en las ciudades de los
países más pobres. El movimiento tuvo un mayor impacto en África
debido a su frágil situación alimentaria.
Marruecos fue el precursor de las movilizaciones en el conti-
nente negro. Ahí se desarrollaron violentas manifestaciones que
fueron duramente reprimidas. En Sudáfrica se llevaron a cabo huel-
gas sindicales con la participación de 25 mil personas en Johannes-
burgo. En Kenia surgieron asociaciones de barrios que impulsaron
movimientos fuertemente reprimidos, mientras que en Camerún
se desataron revueltas multitudinarias y en Burkina Faso ocurrie-
ron manifestaciones espontáneas contra la carestía de la vida. En
Senegal se desplegaron movilizaciones de productores junto con
marchas de la Asociación de Consumidores, mientras ocurría una
huelga general de 24 horas que fue brutalmente reprimida.
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

En Egipto, uno de los países con mayor dependencia alimenta-


ria, ocurrieron movimientos de descontento en las largas filas que se
formaron para obtener el pan subsidiado, ante el encarecimiento
del trigo.
En Asia el movimiento tuvo expresiones importantes en Lí-
bano, donde ocurrieron mortíferas batallas en barrios de Beirut
desatadas por la carestía de los alimentos. También hubo levanta-
mientos en Tailandia, Malasia e Indonesia, en particular de carácter
fragmentado, toda vez que en países como Bangladesh, Vietnam,
China e India, los gobiernos tomaron previsiones para evitar el des-
contento general.
En América Latina, destaca el movimiento ocurrido en el país
más pobre del continente: Haití, donde los disturbios dejaron muer-
tos y cientos de heridos, así como la destitución del primer mi-
nistro Jacques Édouard Alexis (Delcourt, 2009:125).
Podemos concluir que en la primera fase de la crisis alimentaria
ocurrieron movimientos dispersos y fragmentados, la mayoría en
las ciudades, que fueron fuertemente reprimidos, mientras que sola-
mente en Haití alcanzaron un plano político general.

t La segunda fase del movimiento, 2011-2012

A fines de 2011 y principios de 2012, nuevamente el incremento


en el precio de los alimentos trajo consigo la escalada de movi-
mientos, pero esta vez no se restringió a movilizaciones internas
fácilmente contenidas por la represión, sino que alcanzó una di-
mensión multitudinaria.
El 14 de enero de 2011 fue derrocado el presidente de Túnez,
Zine el Abidine Ben Alí, quien llevaba 23 años en el poder, después
de tres semanas de movilizaciones ocasionadas por el desempleo
que enfrenta la juventud en el marco del encarecimiento de los
alimentos y la gasolina. El 11 de febrero del mismo año los egip-
cios derrocaron a Hosni Mubarak, quien permaneció 30 años en
el poder. Se había iniciado así el efecto dominó que impulsó movi-
lizaciones en Jordania, Argelia, Yemen, Baréin y Libia, donde se
generó una guerra civil por la destitución de Muammar Gaddafi,
 BLANCA RUBIO

todos con el contenido del descontento popular ante gobiernos


tiránicos prolongados, en los cuales el alza de los precios de los ali-
mentos fue el detonador de las revueltas.
La segunda fase de la crisis alimentaria venía así preñada de re-
beliones multitudinarias que desestabilizaron El Magreb, el norte de
África y Medio Oriente, impactando la geopolítica mundial.
Podemos concluir que en la transición emerge un movimiento
de corte estructural y organizado junto con movilizaciones más
coyunturales pero igualmente importantes, que impactan poblacio-
nes enteras y regímenes prolongados.
El alza de precios constituye “la chispa que puede incendiar
la pradera”. Por eso, como dice Miguel Hernández, el poeta: “Te-
ned presente el hambre”.
Epílogo

Los alimentos tienen un rol estratégico en la lucha por la hege-


monía mundial. La sensibilidad de las poblaciones a la cuestión
alimentaria es crucial, por lo que los alimentos constituyen un ar-
ma de lucha muy importante para vencer al enemigo.
En el caso de Estados Unidos, los alimentos han jugado un papel
central tanto en la expansión como en el declive. Han constituido
un mecanismo esencial contra sus rivales en la lucha por la hege-
monía, que sin embargo ha resultado en general fallido. En cambio
se ha convertido en un elemento fundamental para dominar el mer-
cado agroalimentario mundial y en particular a los países depen-
dientes, que han resultado fuertemente afectados en su autonomía
alimentaria.
Durante la posguerra, Estados Unidos se convirtió en la prime-
ra potencia agroalimentaria mundial. Utilizó los excedentes ali-
mentarios para apuntalar a sus antiguos rivales, Japón y Alemania,
a los que necesitaba como mercados de sus productos. El rival más
importante en esta etapa era la . Sin embargo, de 1945 a 1970
esta nación fue autosuficiente en alimentos, de modo que la PL
480 sirvió básicamente para alinear a los intereses de la potencia del
norte a los países del Tercer Mundo, que resintieron la pérdida de la
autosuficiencia alimentaria en el trigo.
En esta etapa impulsó la penetración de las grandes transnacio-
nales alimentarias en los países del Tercer Mundo, obtuvo mate-
rias primas estratégicas y controló políticamente a un conjunto de
países mediante el uso de los alimentos en situaciones de guerra.
No logró, sin embargo, subordinar directamente a los producto-
res agropecuarios de los países dependientes, ya que la producción

[]
 BLANCA RUBIO

alimentaria básica se encontraba protegida con elevados arance-


les, por lo que los precios se establecían internamente en niveles
que permitían la reproducción de los campesinos.
Los agentes fundamentales de la subordinación y explotación
de los productores rurales durante la posguerra fueron los capi-
tales agrícolas, comerciales y usureros internos. En muchas oca-
siones los propios gobiernos intervinieron en la extracción del
excedente para transferirlo en favor del capital industrial.
Durante la primera transición del periodo reciente, en la crisis
capitalista de los años setenta, la colocación de los excedentes ali-
mentarios de Estados Unidos se vio favorecida por los elevados
precios de los alimentos y la demanda proveniente de los países pe-
troleros, de China y de India. La entrada de la  como gran com-
prador permitió a Estados Unidos colocar sus excedentes a precios
altos, lo cual benefició enormemente a las grandes empresas trans-
nacionales. Los elevados precios constituyeron una barrera a la
entrada de los productos estadounidenses en los países depen-
dientes, por lo que durante esta etapa conservaron todavía la sobe-
ranía alimentaria en la mayoría de los productos.
Durante el neoliberalismo, la pérdida del poder productivo en
el ámbito mundial llevó a Estados Unidos a utilizar los alimentos
para enfrentar a sus rivales históricos: Japón y Alemania. Sin em-
bargo, a pesar de los mecanismos comerciales y geopolíticos que
utilizó, no logró imponer el dominio alimentario sobre ellos.
La política centrada en la desvalorización de los bienes bási-
cos alimentarios, como mecanismo de competencia, los esfuerzos
de la Ronda Uruguay y las presiones económicas y políticas no
fructificaron, por lo que Estados Unidos perdió, además del lide-
razgo en la productividad del trabajo, el dominio absoluto del mer-
cado agroalimentario mundial.
Sin embargo, la estrategia alimentaria impulsada lo llevó a tener
un dominio muy importante sobre el mercado agroalimentario en
los países del sur, al punto que 72% de éstos se convirtieron en de-
pendientes alimentariamente.
Bajo la modalidad de la desvalorización de los bienes básicos,
centrada en la apertura de las fronteras, Estados Unidos logró sub-
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

ordinar a los productores rurales de los países dependientes al im-


poner sus precios como referentes del mercado mundial, con lo
cual pudo abaratar los productos dentro de los países y favorecer a
las grandes empresas agroalimentarias. Esto provocó la desestructu-
ración de las unidades productivas carentes de subsidios.
La consecuencia inevitable de este proceso fue que la produc-
ción alimentaria se concentrara en unos cuantos países y dentro
de ellos en una elite de productores. La producción alimentaria
básica pasó a ser atributo de los grandes países desarrollados.
Durante la segunda transición, iniciada en los años 2000, emer-
gió la crisis de hegemonía en Estados Unidos y con ella una nueva
fase de lucha por recuperar el poder perdido. La crisis alimentaria
surgió como resultado de la estrategia financiera de Estados Uni-
dos para enfrentar el declive productivo. El incremento de los precios,
como en los años setenta, ha permitido a la potencia norteame-
ricana golpear a sus nuevos rivales asiáticos, China e India, así
como a los países petroleros. Sin embargo, dichos países se han
defendido mediante el proceso de dislocación, que les permite pro-
ducir sus alimentos en tierras extranjeras y depender menos del
mercado agroalimentario mundial. De nueva cuenta, quienes han
resultado más afectados son los países del sur, pues la crisis ali-
mentaria ha profundizado la dependencia alimentaria en ellos, ha
encarecido las importaciones comprometiendo las divisas de los
gobiernos, a la vez que ha incrementado la inflación y con ella la
pobreza y desnutrición de la población más desfavorecida. Asimis-
mo, la estrategia espacial de dominio alimentario que ha llevado
al capital agroindustrial, energético y financiero a comprar tierras
en el sur, ha generado el despojo de las comunidades indígenas, el
deterioro de los recursos naturales, la descomposición de las uni-
dades productivas y con ello la pérdida de la soberanía alimentaria
y política de los países afectados.
En esta etapa, Estados Unidos ha subordinado a los producto-
res rurales a través de las empresas transnacionales mediante la
compra de sus productos por debajo de los precios internaciona-
les, lo cual implica una forma de explotación por la vía de extraer
el excedente producido. Asimismo, ha impulsado la acumulación
 BLANCA RUBIO

por despojo al apropiarse de sus territorios, fortaleciendo la des-


estructuración de las unidades campesinas e indígenas.
Podemos concluir que Estados Unidos ha utilizado los alimen-
tos como un mecanismo de competencia contra sus rivales, en la
lucha por la hegemonía. Esta contienda ha sido, la mayor parte
de las veces, infructuosa. Sin embargo, ha tenido efecto en el dominio
alimentario y geopolítico de los países dependientes, quienes han
perdido la soberanía alimentaria. Asimismo, la crisis de hegemo-
nía de Estados Unidos iniciada en los años noventa ha generado
la desestructuración de las unidades campesinas en el sur global.
Ya sea a través de la desvalorización o de la revalorización de los
bienes alimentarios, ha incidido sobre el declive de los ingresos de
los pequeños productores rurales en el sur, por lo que podemos
concluir que la exclusión productiva de los campesinos no es resul-
tado de tendencias insoslayables del capitalismo, sino la conse-
cuencia de una estrategia de dominio impulsada por Estados Unidos
para recuperar la hegemonía perdida, que ha redundado en el con-
trol del mercado agroalimentario de los países del sur. Asimismo,
la utilización de los alimentos como un mecanismo de lucha por la
hegemonía en declive ha profundizado el control agroalimenta-
rio mundial de Estados Unidos, sin permitirle recuperar el poder
perdido frente a sus rivales.
La ayuda alimentaria durante la posguerra, la desvalorización
de los bienes alimentarios durante el modelo neoliberal y la finan-
ciarización de las commodities y el dominio espacial durante la
actual transición, son los mecanismos utilizados por Estados Uni-
dos a través de las grandes empresas transnacionales, en su con-
tienda por el poder mundial. Son los instrumentos del dominio del
hambre.
El país más poderoso del planeta perdió la guerra de Vietnam,
perdió la segunda guerra de Irak y perdió la pugna por el dominio
agroalimentario con sus rivales históricos. En esta contienda, sin
embargo, desestructuró las agriculturas del sur.
La etapa actual, caracterizada por precios altos de los alimen-
tos y del petróleo, es transitoria. No ha existido ningún modelo
de acumulación con precios altos. En la posguerra los precios del
EL DOMINIO DEL HAMBRE 

petróleo no subieron más de dos dólares el barril y en el modelo


neoliberal no rebasaron los 30 dólares. Por tanto, los actuales me-
canismos de subordinación preceden a los del nuevo modelo que
surgirá en la salida de la crisis capitalista del nuevo siglo.
La pugna por la hegemonía mundial se da en el contexto de un
fuerte movimiento campesino e indígena contra los nuevos me-
canismos de subordinación. Esta lucha forma parte del conjunto
de resistencias que se construyen en la transición por derribar el
poder del capital. Con ella se generan las condiciones para una nue-
va inserción de los productores rurales, económica, ecológica y
democrática en la nueva fase que surgirá de la crisis. Se pugna por
que el dominio que hemos narrado, quede solamente como histo-
ria. En eso confiamos.
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Crisis de hegemonía y alimentos
se terminó en marzo de 2014
en Imprenta de Juan Pablos, S.A.,
2a. Cerrada de Belisario Domínguez 19,
Col. del Carmen, Del. Coyoacán,
México 04100, D.F.
<juanpabloseditor@gmail.com>

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