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Bien es sabido que los juzgados de primera instancia tienen atribuciones para

conocer de todos los asuntos en primer grado que la ley no le otorgue a otro
tribunal.
Ahora bien, aquí es donde entran los privilegios de jurisdicción en materia penal;
estos no son más que, una competencia especial que la constitución y las leyes
otorgan a ciertos tribunales específicos para el conocimiento de asuntos penales
de ciertas personas con calidades especiales dentro de las entidades
dominicanas.
Este privilegio de jurisdicción está planteado en el artículo 154 de la Constitución
Dominicana, en el cual le otorga a la Suprema Corte de Justicia la calidad única
para conocer en única instancia sobre casos seguidos tanto al Presidente como
Vicepresidente de la República, a Senadores, Diputados, Ministros, y otras
autoridades de gran valoración por cuanto la especial función que desempeñan
para el Estado.
Así mismo, los artículos 377 al 380 del Código Procesal Penal Dominicano hablan
sobre los privilegios de jurisdicción, refiriéndose a lo planteado, que no es más
que el hecho de que ciertos tribunales que conocen en ultimo grado sobre un
asunto como es el caso de las cortes de apelación, puedan conocer en primer
grado sobre infracciones cometidas por autoridades judiciales como son los
jueces de Primera Instancia, alcaldes, jueces de instrucción y procuradores
fiscales.
En fin, los privilegios de jurisdicción son calidades otorgadas a ciertos tribunales
específicos, de conocer sobre las infracciones cometidas por autoridades dotadas
de ciertas inmunidades en razón a la función que desempeñan para el Estado.
Personalmente considero algo injustos estos privilegios, puesto que, la calidad de
un funcionario de la República no hace distinta la calidad de igualdad entre todos
los ciudadanos, en principio todos tenemos los mismos derechos y deberes, y no
se hace legalmente cierto cuando la Suprema Corte de Justicia juzga en única
instancia a un alto funcionario que bien puede resultar airoso de ciertos hechos
cometidos, donde no podrá ser revaluado por estos hechos; mientras que los que
no gozan de estos privilegios pueden serlo y condenados de haber sido
demostrada su culpabilidad.

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