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Valoración y educación del Niño

en la Edad Media

INES DE CASSAGNE

Valoración y educación del NIÑO una pauta preciosa sobre la estima que llegó
en la Edad Media a tener la Edad Media por el niño. En la Re -
gla de San Benito , redactada alrededor del año
529 para su monasterio de Monte Cassino y
Los discípulos se acercaron a Jesús y ele- pr luego adoptada por todos los monjes de Oc-
guntaron: ¿Quién es el mayor en el reino de cidente, leemos esta disposición:
los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo
puso en medio de ellos y dijo: “En verdad os “Siempre que haya de tratarse cosas de
digo que si no cambiáis y os hacéis como importancia en el monasterio, convo-
niños, no entraréis en el reino de los cielos. que el abad a toda la comunidad, y
Mas el que se haga pequeño como este niño, que sean todos llamados a consejo,
ése el mayor en el reino de los cielos.” porque a menudo revela Dios al más
“Y quien reciba en mi nombre a un niño joven lo que es mejor” (RM, cap.3, 1-
como éste, a mí me recibe. Y si alguien hace 3) 1. “Ello implica -dice el comentaris-
tropezar a alguno de estos pequeños que ta- que incluso los niños que forman
creen en mí, más le valiera que se colgase al parte de la comunidad ocuparán su lu-
cuello una piedra de molino y se rojase
ar al gar en el consejo y podrán hacer uso
mar...” de la palabra.“
“Guardaos de menospreciar a uno de - es
tos pequeños, porque os digo que sus ángeles Esta disposición refleja (como todo el resto
en los cielos ven siempre el rostro de mi - Pa de la Regla) el más puro espíritu evangélico.
dre que está en los cielos.”
(Mat.18, 1-4, 5- En efecto, si ya en el salmo está el anuncio
7, 10) “De la boca de los niños sacarás tu alabanza ”, Je-
sús lo hace realidad al convocarlos:”Dejad que
“Oh Señor Dios nuestro, qué grande es tu los niños vengan a Mí y no se los impidáis ”. Y
nombre por toda la tierra aún agrega, abrazándolos. “No los despr eciéis.
Hasta el cielo tu esplendor es cantado Quien acoge a uno de ellos en mi nombre a Mí me
por boca de los niños, de los pequeñitos.” recibe ”. Más aún: “Si no os hicierais como niños no
(Salmo 8) entraréis en el Reino de los Cielos
”, les dice a los
apóstoles extrañados...extrañados de esta va-
loración del niño que hace Jesús, así como se
Cita orientadora de la Regla extrañaron de su valoración de la mujer. Es
que el mundo antiguo los tenía en poco, y Je-
Comenzaremos con una cita que constituye sús, que ha venido a restablecer el orden y la
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naturaleza creados, los restablece a ellos tam- contrasta con el efecto expresado para la es-
bién, proclamando su dignidad, por tanto posa y el hijito que tienen...Todo quedaba li-
tiempo desconocida. La mujer y el niño son brado a la voluntad del padre cuya “patria po-
rehabilitados por Cristo. testad” involucraba también poder castigar a
Y de hecho, en los siglos siguientes, se irá sus hijos como quisiera, venderlos, etc.
abriendo paso en la sociedad este doble reco- Y si lo corriente era desechar a los débiles y
nocimiento por obra de la Iglesia. En verdad, a la niña menor, tanto más era librarse de los
ambas cosas van juntas porque el concepto “indeseados”, por aborto o abandono, en
sagrado del matrimonio, así como el de la vir- aquella última época decadente cuando se
ginidad consagrada y el de la pureza repercu- multiplicaban los divorcios y las uniones ilegí-
ten en la actitud hacia el niño. Baste recordar timas. En ese entonces nacían tan pocos ni-
que desde el principio los cristianos llamaron ños que la legislación romana, para contra-
la atención (como lo señala ya la Epistola a rrestar esto, decidió limitar el monto de la
Diognetodel siglo II) por no abortar y por no herencia a la pareja sin hijos. Los niños “no
“exponer” y abandonar a los recién nacidos. deseados” eran ordinariamente abandonados
Es que en la civilización romana, el recién na- en el foro romano, y se convertían en propie-
cido siempre corría el riesgo de ser rechaza- dad de cualquiera que los recogiese, ya para
do y expuesto en la vía pública. La “patria po- venderlos como esclavos, ya para abastecer
testad” conferida al paterfamiliasera un poder los prostíbulos de Roma.
absoluto. Cuando el hijo nacía, se lo coloca- Frente a estas costumbres paganas, la nueva
do a los pies del padre: si éste lo levantaba, conciencia cristiana dio lugar a un cambio
significaba que lo reconocía y quería retener- cultural realmente revolucionario. Ello se ma-
lo; si le daba la espalda, significaba lo contra- nifestó primero a fines de la Edad Antigua, y
rio, y los más expuestos al rechazo eran los después, más plenamente, en la Edad Media.
débiles y las niñas. La selección entre débiles Por de pronto, como lo demuestra Marrou,
y fuertes, enfermos o sanos, era recomendada la “antigüedad tardía” vio en el siglo IV, al la-
por la medicina. Soranos definía la puericul- do de la decadencia pagana, el primer flore-
tura como “el arte de decidir cuáles son los cimiento cristiano. Y si en ese entonces brilla-
recién nacidos que merecen ser criados” 2, y ron en lo intelelectual las figuras preclaras de
ello era aceptada por todos. Séneca escribe los Padres, también desde el año 300 apare-
con naturalidad: “Sacrificamos a un buey im- ció y se difundió una institución a la que le
petuoso, estrangulamos a un perro rabioso, cabría jugar un rol decisivo en el período ul-
ahogamos a los niños que nacen débiles y de- terior: el monacato.
formes.” Y Tácito calificaba de “excéntrica” la A los monjes les tocó pronto apuntalar a la
costumbre de los judíos de no suprimir a nin- sociedad occidental durante el avance y esta-
gún recién nacido. De allí que San Justino (si- blecimiento de los bárbaros. Gracias a ellos, si
glo II), al hablar del respeto de los cristianos el Imperio Romano desapareció, la civiliza-
por la vida del niño, creía necesario agregar ción no sólo no se hundió, sino ganó en cam-
“incluso del recién nacido”. En lo que respec- bios decisivos que la volvieron más humana.
ta a las hijas mujeres, lo habitual era admitir Por poner en práctica el espíritu del Evange-
sólo a la primera y rechazar a las siguientes. lio, fue en los monasterios donde se facilitó la
Todos los estudiosos observan esto: la desapa- integración de romanos y bárbaros, así como
rición forzada de la hija menor. Pero aún la la equiparación de libres y esclavos. Fue allí
primera podía ser rechazada. Hay una carta donde se logró la revalorización del trabajo
del siglo I de un tal Hilarión a su mujer Apis, manual. Y fue allí donde los niños -tan poco
en que leemos.: “Me dijiste “no me olvides”: estimados por los bárbaros- fueron recibidos
¿cómo podría olvidarte? Te pido y suplico y educados.
que cuides mucho a nuestro hijo peque- De allí la importancia de la cita de la Regla
ño...En cuanto al que viene, suerte para ti si de San Benito con que hemos encabezado es-
es varón: déjalo vivir; si es mujer, arrójala.” Es- te artículo. En ella se resume el espíritu que
ta dureza es tanto más notable en cuanto fue ganando el mundo desde los tiempos
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“bárbaros” hasta la Edad Media plena. Por allí la palabra dada al superior: abad, abba,
ese espíritu que difundieron los monjes, los pater. Y esto no era nominal, sino real en el
tiempos bárbaros merecieron ser llamados más alto sentido de la palabra, como puede
“siglos monásticos”, y la Edad Media llegó a verse en los preceptos que le fija la Regla de
ser lo que fue en cuanto recibió y asimuló es- San Benito:
te espíritu evangélico del monacato.
“El abad digno de presidir un monas-
1-Los siglos monásticos: “Los monjes redes - terio debe acordarse siempre del nom-
cubren al niño” bre que se le da” ...”por lo mismo nada
debe enseñar, establecer o mandar
Pierre Riché, que ha estudiado amplia y que se aparte de los preceptos del Se-
meticulosamente cómo se organizó la cultura ñor”....”no anteponga el noble al que
cristiana en los siglos VI, VII y VIII en los dis- es de condición servil..porque todos
tintos países del Occidente, como resultado y somos uno en Cristo...y ante Dios no
resumen de su investigación, hace esta decla- hay acepción de personas”...”En su go-
ración: “Los monjes redescubren al niño” 3. bierno el abad debe observar aquella
Lo rescatan y rehabilitan en medio de aque- norma del Apostol que dice reprende,
lla sociedad romano-bárbara que era “sin pie- exhotra, amonesta , es decir, que combi-
dad para con los niños”, ya que a la “severi- nando tiempos y circunstancias y el ri-
dad romana” se sumaba “la tradición germá- gor con la dulzura, muestre la severi-
nica que daba al padre entero poder sobre dad del maestro y el piadoso afecto del
los hijos”. Sobre todo en las clases populares p a d re...Debe acordarse siempre el
eran una carga, y las leyes civiles y religiosas abad de lo que es, del nombre que se
debían reprimir continuamente el aborto y el le da...Y sepa cuán difícil y ardua cosa
infanticidio, a pesar de lo cual muchos niños emprende: gobernar almas, de las cua-
eran abandonados, o vendidos, luego explo- les habrá de rendir cuentas ante Dios,
tados o mendigos. y adaptarse al temperamento de mu-
Así pues, de esta suerte se libraban los acogi- chos; y a uno con halagos, a otro con
dos en los monasterios, cuyo número, según reprensiones, a otro con la persuasión;
Riché, parece haber sido muy grande. Allí en- y según la condición e inteligencia de
contraban un hogar donde eran vestidos, ali- cada uno, de tal manera se conforme y
mentados y educados, de modo que luego adapte a todos...y al par que con sus
podían incluso ayudar a sus padres. Éstos los exhortaciones procura la enmienda de
ofrecían de buen grado desde muy pequeños, los otros, vaya él mismo enmendándo-
y también lo hacían los de clase aristocrática se de sus defectos.” (Regla, cap.2)
para cumplir algún voto. En verdad, da la im-
presión de que eran muy numerosos, ya que Aquí aparece el rasgo esencial que dará el
los abades o fundadores reaccionaron contra tono a la educación. El niño es visto y consi-
aquella tendencia que convertía los monaste- derado como un hijo por un padre que se
rios en “jardines de infantes”. Ciertas Reglas, responsabiliza de él ante Dios. Un padre que
como la de San Cesáreo de Arles (hacia el lo sabe ante todo “hijo de Dios” y que por
500), fijan como edad de ingreso a partir de ello lo trata aún con más respeto. Un padre
los 6 o 7 años cuando ya pueden aprender a que, reconociendo esta dignidad, al mismo
leer. Por su parte San Fructuoso (noble visi- tiempo está atento a su progreso. Un padre
godo formado en Palencia, que murió en 667 que ha de tener en cuenta los diferentes ca-
tras haber fundado muchos monasterios en racteres y capacidades de estos hijos. Un pa-
Galicia) establece que los padres pueden ir a dre que influye sobre todo con el ejemplo ya
visitarlos, puesto que quedan viviendo en fa- que, en la medida que los va moldeando y
milia en el monasterio. formando, él mismo se va corrigiendo y me-
Cabe señalar al respecto que la vida monás- joran do. Por ello este capítulo sobre el
tica implica “estabilidad” y vida en familia. De “abad” puede ser leído con provecho aún hoy
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por todo padre o maestro. Indudablemente dor se responsabilizaba ante el abad (o aba-
esta influencia educativa del abad, ejercida desa) de la formación cristiana y moral de la
para con sus hijos desde tan temptana edad y pequeña familia que éste le confiara.
por tanto tiempo, favorece la form a c i ó n En el hogar monástico, la paternidad y ma-
completa. “El niño -apunta Riché- tenía oca- gisterio del abad se ve reforzada además por
sión de convertirse en un perfecto cristiano o t ros buenos ejemplos y tratos: los de los
pues su formación intelectual y moral no es- monjes o “hermanos mayores”. Justamente,
taba expuesta a otros influjos” 4. Sólo los in- San Benito se refiere a ello en el capítulo 70
flujos de la familia monástica. de la Regla:
“Los niños, hasta la edad de quince
El monasterio es una escuela: años, estén sujetos a una esmerada dis-
una escuela de vida ciplina y vigilancia por parte de todos,
pero esto con mucha medida y discre-
El mismo autor subraya que en este sentido ción. ...El que se enardeciere sin dis-
el monasterio aparece como una escuela. Los creción contra los niños, sea sometido
monjes crearon una “nueva escuela” que se a la disciplina regular, porque está es-
diferenció por completo de la romana. La crito: ‘No hagas a otros lo que no quie-
gran diferencia estriba en el mayor alcance res que hagan contigo.”
formativo. Mientras la escuela del antiguo
“didascalus”era un ámbito restringido al que San Benito utiliza dos veces aquí la palabra
el niño era llevado para aprender las prime- “discreción” -discreti-ounida a la “medida”. Es
ras letras y a lo sumo, a través de ellas, máxi- decir, apunta a un influjo educativo justo y ra-
mas morales, la escuela monástica es un ám- zonable, y si hay que castigar, que sea con dul-
bito integral de formación. Más allá de que zura y para corrección. Y si bien el que mere-
haya en el monasterio una escuela, el monas- ció el nombre de “padre de los monjes de Oc-
terio en sí es “concebido como una escuela”5: cidente” insistió particularmente sobre la “dis -
una escuela de vida. Familia y escuela a la vez. cretio
”, igualmente los demás fundadores, en
San Césareo de Arles, recordando el mo- sus Reglas y cartas, recomiendan moderación
nasterio de Lérins donde se había formado y discreción para con los niños. Paulo Diáco-
(hacia el 500), dice: “Esa isla santa acogió mi no, de Lombardía, en su comentario a la Re-
pequeñez en los brazos de su afecto. Como gla de San Benito, escrita en la época carolin-
una madre ilustre y sin igual, y como una no- gia cuando se propiciaba la aplicación de la
driza que dispensa todos los bienes, ella se es- misma a todos los monasterios, señala que los
forzó por educarme y nutrirme.” 6 golpes hacen más mal que bien, y dice que ha
Y San Benito, que había estado en una es- de castigarse al maestro brutal; quiere que los
cuela romana y la dejó para seguir su voca- niños tengan buena comida, vestido adecua-
ción, habla del monasterio por él fundado do y calefacción en invierno. Además prescri-
como una “esuela”. Con precisión emplea es- be una hora de recreo y recomienda que el
te término: “schola” -”escuela para el servicio abad recompense a los buenos monjecitos
de Dios”-, y él se llama a sí mismo tanto “pa- con golosinas despues de la comida. “Se cree-
dre” como “maestro” 7. Ambas cosas están ín- rá que éste es el cuadro de un monasterio
timamente unidas. ideal forjado por un monje humanista” -acota
Dada la cantidad de niños en esta familia, el el investigador Riché- “Sin embargo, en todas
abad delegaba una parte de su tarea paternal las Reglas de los siglos VII y VIII hallamos la
a un monje formado y formador, que las re- misma preocupación: no exigir demasiado de
glas llaman “f o rm a r i u”s (o “formaria”, si es los niños, ni en trabajo ni en ayunos.” 8
monja), o a veces “senio”r , por ser mayor, o A propósito de este redescubrimiento de la
también “d e c a n u”s (o decana) por hacerse naturaleza infantil -en su características espe-
c a rgo de diez niños. Así, agr upados de a cíficas- el mismo autor concluye:
diez, estos pequeños monjes podrán ser me-
jor instruídos y vigilados. Cada decano forma- “La vida monástica permitió reencon-
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trar un valor largamente desconocido. arte metrica10. Pero a veces se usaba el método
Durante toda la Edad Media, los mon- “global”: reconocer las letras a partir de las
jes se elevan contra la brutalidad de palabras e incluso a partir de las frases, aun-
los maestros y contra el desconoci- que esto también a partir del conocimiento
miento de la naturaleza infantil. del alfabeto. En todos los casos, el libro de
Esta actitud nueva merecería un estu- lectura es el SALTERIO. “Saber leer es co-
dio general que permitiría revisar las nocer el Salterio”, con triple ventaja: apren-
opiniones corrientes sobre la pedago- der a leer, escribir y empaparse del texto sa-
gía medieval.” 9 grado. Esto reemplaza a las sentencias mora-
les, de Catón por ejemplo, de la enseñaza ro-
mana, que asimismo apuntaban al mismo
La enseñanza escolar: grupal y personalizada tiempo a la formación de la personalidad.
Los salmos leídos, escuchados y memoriza-
La pedagogía monástica nos sorprende tam- dos, quedarán para toda la vida grabados en
bién por combinar dos características que el alma. La prueba está que aparezcan tan ci-
suelen tenerse hoy por logros muy moder- tados en documentos y cartas de la época bár-
nos: ser grupal y a la vez personalizada. Las bara, carolingia y medieval.
Reglas recomiendan el aprendizaje en equi- Comprobamos la obser vancia del “trabajo
po, y esto se realizaba gracias al sistema de los en equipo” recomendado por las Reglas: el
“decanos”. Como hemos visto, el abad confia- decano hacía que los niños leyeran y escucha-
ba diez niños a un monje formador. Por eso ran juntos, y que los que ya sabían enseñaran
este maestro se llamaba decano, y el grupo de las letras y los salmos a los demás. Parece que
niños se denominba “década”. Este pequeño aprendían a escribir en cursiva, como en la
número permitía asimismo la enseñanza per- época romana, y a continuación se los llevaba
sonalizada. De hecho, la escuela (scholaen la- al s c r i p t o r i u mo biblioteca del monasterio,
tín, del griego sjolé, que significa “ocio” o ám- donde el maestro les mostraba en los libros
bito de libertad para aprender) se hallaba in- los varios tipos de escritura. En un estadio
cluída dentro del conjunto de los edificios posterior se hacía el dictado: el maestro dicta-
del monasterio, y en los monasterios grandes ba el salmo que se había de escribir (de allí
había una sala de clase para cada “década”. su nombre: “dictator”, que se conservará hasta
En este espacio de ocio tenían lugar los la época del Renacimiento).
aprendizajes elementales: escritura, lectura, La lectura comprendía dos fases: después de
canto y cálculo. la lectura en voz alta, continuaban con la lec-
Con estiletes de hierro, hueso o plata, los ni- tura en silencio, en que sólo los labios se
ños trazaban las letras del alfabeto dibujándo- mueven. San Isidoro decía que esto favorece
las sobre trazos ya grabados en tablillas de la comprensión del texto. Esta segunda lec-
madera o hueso recubiertas de cera. “Tal co- tio, prescripta en todas las Reglas, distingue
mo el labrador traza los surcos con el arado, al letrado medieval del antiguo: se trata de
así el letrado dirige su estilete sobre la table- una lectura “rumiada”, que puede hacerse
ta”. Esta comparación del gran educador San también caminando.
Isidoro de Sevilla (Orig., IV, 14-7), que dice De allí también la ejercitación de la memo-
asimismo de la dedicación y el esfuerzo exigi- ria, que es especialmente dúctil en la infan-
dos para aprender, fue después frecuente- cia. En la Vita Rusticulae(6, MGH, SRM, 4,
mente retomada. Sabemos también, por Ce- p.342) hay un pasaje en que aparece la maes-
sáreo de Arles y otros, del uso del papiro, pe- tra que continúa leyéndole a la niña Rusticu-
ro éste no resultaba adecuado para los niños. la que se durmió en su falda, y ésta repitien-
Una vez conocidas las letras, pasaban en ge- do, como un anticipo del sistema llamado
neral a las sílabas, y luego a las palabras. Sa- “hipnopedia”. Tanto se ejercitaba la memo-
bemos que este método fue utilizado en In- ria, que se relatan casos de monjes ciegos y
glaterra pues el Beda el Venerable, autor be- ancianos que habían retenido todos los tex-
nedictino del siglo VII, lo describe en su De tos sagrados. En los textos de todo tipo de la
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época, las citas acuden espontáneamente a la oyendo desde lejos. Esta manera tan original
pluma de los escritores. de llevar a cabo los exámenes resulta muy in-
La enseñanza en el salterio constituía el pri- teresante por adaptarse a la naturaleza infan-
mer paso del conocimiento del latín literario, til, demostrando una vez más la atención que
cuyo estudio se hacía tanto más necesario en se le dedicaba.
la medida que se iba diferenciando de los la-
tines hablados en las distintas regiones, verda- Las NIÑAS reciben la misma educación
deros dialectos que, por contacto con las len-
guas bárbaras, se transformarían en las len- Esta actitud nueva de conocimiento y apre-
guas romances. Hasta que éstas cobraran for- cio de la naturaleza infantil incluye por cierto
ma definitiva, el latín fue durante siglos el a las niñas: no hay diferencia. No hay dudas
único y universal idioma de la cultura, tanto ni sobre su dignidad ni sobre su capacidad.
profana como sagrada, y conocerlo resultaba Los que escribieron Reglas para vírgenes, co-
indispensable para acceder a ella en sus tex- mo San Cesáreo de Arles o San Leandro de
tos. El estudio del latín permitió la transmi- Sevilla, lo hicieron porque estaban fundando
sión y de desarrollo de esa cultura que, junto monasterios femeninos. La de San Benito, en
con esa lengua, constituían por otra parte un cambio, se aplica también a las monjas. Esto
factor de unidad en la Cristiandad occiden- refleja sin duda la igualdad de los hijos e hijas
tal. De allí que muchos monjes escribiesen de Dios proclamada por la Escritura: en el
trataditos de “gramática latina”, y que incluso reino de Cristo “no hay varón ni mujer”. La
lo hiceran por razones misioneras de Evange- gracia es eficaz y capacita a todo cristiano pa-
lización, como es por ejemplo el caso de San ra alcanzar “la estatura de Cristo”. Esta es la
Bonifacio, apóstol en zonas germanas en el si- propuesta espiritual del monacato.
glo VIII. Por ello, desde el principio del monacato,
El fin de los estudios elementales del latín las mujeres fueron convocadas, y ya encontra-
no era hacer eruditos, como en la escuela an- mos a fines de la Antigüedad, hacia el 400,
tigua, sino dar los medios para acceder al se- una Santa Melania la Joven que fundó y rigió
gundo nivel, que se centraba en la explica- monasterios femeninos y masculinos y fue te-
ción de la Escritura. La enseñanza del maes- nida por todos por “madre y maestra”. Como
tro era lo más importante, y los tratados re- tal, ella se muestra a la vez exigente y com-
dactados por algunos de ellos son el fruto de prensiva, y se destaca por la “discretio” o pru-
sus cursos con el objeto de que fueran de dencial mesura con que va guiando el progre-
provecho para los alumnos más aventajados so espiritual de quienes tiene a su cargo. Esta
que iban a pasar a ese nivel superior. mujer romana derivó no obstante su acción
Además, en la escuela elemental monástica hacia la zona oriental del Imperio.
se enseñaban los rudimentos del canto -tan Pero más adelante encontramos nuevamen-
cultivado en la liturgia- empezando por las te en el Occidente bárbaro otras mujeres fun-
notas y el modo de usar la voz. La otra mate- dadoras, como Radegunda en la Galia, y ya
ria escolar era el cálculo, enseñado mediante en el siglo VII aparecen abadesas, como San-
el cómputo digital o con piedritas, para pasar ta Hilda en Inglaterra o Gertrudis en la Ga-
luego a resolver problemas de aritmética -al- lia, que estuvieron a la cabeza de “monaste-
gunos de los cuales nos han sido conservados rios dobles”, es decir, con una casa para mon-
por Beda y Alcuino-. jes y otra para monjas, que solían celebrar la
En cuanto los exámenes antes de pasar a la liturgia en común. La formación que recibie-
escuela secundaria, contamos con el testimo- ron desde pequeñas las capacitó para desem-
nio de Pablo Diácono que, en su Comentario peñar ese liderazgo, e incluso para llegar a di-
a la Regla de San Benito, indica como ideal rigir reuniones conciliares, como le tocó a
que se hagan en privado ante un huésped Santa Hilda en el concilio de Whitby. Al igual
particularmente instruído: cada niño conver- que a los niños, se educaba a las niñas para
sando con éste sobre “gramática, canto, cál- que, aprovechando los dones naturales y so-
culo y otras disciplinas” y el prior o abad brenaturales, adquiriesen las “virtudes” o há-
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bitos enraizados que facilitan la buena con- dos del paganismo, que estaban todavía muy
ducta moral y encauzan la pasionalidad hacia adheridos a sus cantos y danzas, el canto litúr-
los fines propiamente humanos. Por ello el gico era considerado muy adecuado. La litur-
virtuoso puede ser cabalmente humano. Es gia visigoda, por ejemplo, le acuerda una
en este sentido que se habla del ideal de la enorme importancia.
“mujer fuerte”, viril o virtuosa, contrapuesta a La Iglesia se adaptaba a esos laicos de los
la que permanece “mulier” en cuanto “mo- nuevos tiempos, menos cultos que los anti-
llis” o blanda.. guos (que tomaban parte en los concilios y
Esta formación moral, completada con la en la administración y que elegían a sus obis-
educación escolar, literaria, explica el rol acti- pos). Para estos laicos más aniñados, llaman
vo que asumieron muchas mujeres en la so- la atención estas dos manifestaciones, las imá-
ciedad romano-bárbara, ya contribuyendo a genes y el canto, que anticipan nuestros mo-
la conversión de príncipes y pueblos, como dernos métodos audiovisuales.
Clotilde y Radegunda, ya asumiendo cargos
de gobierno, como: Brunehaut, Fredegunda, 2 - La “translatio studii” y el Renacimiento
Teodolinda; ya estimulando y apoyando a los carolingio
letrados, como la ya citada Radegunda. Su
protegido, Venancio Fortunato de Poitiers, El período de transición de los tiempos bár-
fue un gran poeta del siglo VII cuya produc- b a ros, en que la creatividad monástica se
ción fue muy importante en el campo de la li- mostró tan notable y activa, se extendió hasta
turgia, pero también se desplegó en cancio- mediados del 700. A partir de entonces los
nes admirativas a la mujer, que se consideran monasterios introdujeron además estudios li-
un notable antecedente del “amor cortés”. terarios provenientes de la escuela antigua,
sobre todo en el nivel escolar “secundario”,
Escuelas parroquiales aunque sin dejar por ello su ideal específico.
De este modo se concilian, según la pertinen-
Riché insiste mucho sobre la originalidad de te fórmula de Dom Jean Leclerq, “el amor de
la escuela elemental monástica en cuanto a su las letras y el deseo de Dios” 11. Un ejemplo es
espíritu, contenido y métodos pedagógicos. San Bonifacio, monje de origen inglés, refor-
Ahora bien, esta nueva educación cristiana mador de la Iglesia de Francia con apoyo del
que se fue forjando en los monasterios reper- p a d re de Carlomagno y evangelizador de
cutió también fuera de ellos. En los tiempos Germania, quien escribió un opúsculo sobre
bárbaros, muchos monjes pasaban a ser obis- métrica12 y un tratado de gramática conside-
pos llevando sus ideales y métodos a sus dióce- rándolos instrumentos de su apostolado en
sis. A su vez allí, en las escuelas elementales pa- vistas a interpretar mejor la Escritura.
rroquiales para la instrucción de los laicos, de- Así llegamos a la ápoca carolingia, alrededor
mostraron su creatividad agregando otro me- del año 800, que resulta muy importante en
dio educativo: las imágenes. Su valor didáctico este sentido porque Carlomagno, en su rol de
ya es marcado por el monje-papa San Grego- Emperador de la Cristiandad, legisló en ma-
rio Magno en el 500: dice que los paganos re- teria educativa e hizo organizar, reglamentar
cientemente convertidos, proclives a adorarlas, y difundir por todas partes los estudios en to-
las necesitan en cambio como ilustraciones pa- dos los niveles. Pero si pudo hacerlo, es que
ra seguir la vida de Cristo y las de los santos. Y contó con colaboradores de mi primer orden
el papa Gregorio II insiste: que se acompañe que ya estaban entregados a una tarea cultu-
la instrucción oral mostrando las imágenes de ral siguiendo una ininterrumpida tradición o
las iglesias. Estas imágenes -pintadas o esculpi- “translación” de estudios que en algunas par-
das- se muliplicaron desde entoncess, regidas tes se había mantenido -y que proseguirá has-
por las disposiciones de las autoridades y con- ta la Alta Edad Media donde florecerán ple-
cilios. De allí el ulterior florecimiento del gran namente en todos los campos.13
arte románico y del gótico. Por el momento, veamos la obra de los pre-
También para los recientemente converti- cursores14.
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El monje Alcuino, llamado por Carlomag- en cada monasterio se enseñen los Salmos,
no a dirigir la escuela palatina de Aquisgrán, las notae(es decir, la stenografía), el canto el
y que se convirtió en el principal animador cómputo (cálculo), la gramática, y que se
del “renacimiento carolingio” y organizador usen libros cuidadosamente corregidos” 17.
de los estudios en todos los niveles, acudió Lo nuevo es el “cada” que significa abarcar to-
desde su monasterio de York, Inglaterra, en do el territorio que estaba bajo su jurisdic-
el que continuó la obra de Egberto, su fun- ción. Para ello, Carlomagno no se contentó
dador. Éste a su vez había sido discípulo de con legislar, sino a lo largo de su reino con-
Beda el Venerable (675-735), el escritor más troló el cumplimiento de sus leyes y directivas
erudito y fecundo de su tiempo. Beda se ha- por medio de sus “missi” o enviados, de los
bía formado en el monasterio de Jarrow jun- concilios, y a través de encuestas. Con motivo
to a Benito Biscop. Y así, pasando por Teo- de la encuesta de 803, les recuerda a los pa-
doro de Tarso, podemos remontarnos hasta dres que deben enviar a sus hijos a la escuela.
el 600 en que San Gregorio Magno enviara a Y otro dato revelador sobre la valoración del
Inglaterra a San Agustín de Canterbury y a niño: el concilio de Mayencia de 813 (ya
sus compañeros. muerto el emperador) expresa el deseo de
Otro colaborador de Carlomagno fue Teo- que, de regreso a sus hogares, ¡los niños ense-
dulfo, que hizo de la abadía de Fleury-sur- ñen a sus padres las oraciones aprendidas!
L o i re un importante centro cultural. Este ¡He aquí al niño convertido en maestro!
monje procedía de España donde se perpe- Hay que subrayar al respecto un dato impor-
tuaron las enseñanzas de San Isidoro en las tante: Carlomagno contó con San Benito de
zonas no ocupadas por los musulmanes y lue- Aniano, que renovó la vida benedictina vol-
go en las reconquistadas -pasando por otra viendo a la plena observancia de la Regla de
parte a Irlanda, llamada “madre del saber” su predecesor y homónimo, San Benito de
por difundir la cultura a la par de la evangeli- Nursia. Esto implica que, al imponerla en to-
zación a través de San Columbano y sus mon- dos los monasterios con el apoyo de Carlo-
jes misioneros-. El español Teodulfo resulta magno, regía nuevamente con todo vigor en
de particular interés para nuestro tema pues sus escuelas la “valoración del niño” como
cuando llegó a ser obispo de Orléans ordenó fundamento y alma de su educación. Y este
“que en todas las villas y burgos los sacerdotes espíritu también irradió: lo comprobamos en
tengan escuelas; cuando los fieles les confíen el hecho de que la escuela elemental “mode-
sus niños para aprender las letras, los reciban lo”, la del palacio imperial de Aquisgrán (o
e instruyan con toda caridad, no exijan por Aix-la-Chapelle) se recibían niños de origen
ello ninguna paga, a no ser algunas pequeñas humilde al lado de hijos de los nobles18.
liberalidades ofrecidas por sus padres” 15.
Además, “los grandes monasterios que iban 3- Desde el “Manual para mi hijo de Dhuoda”
a intervenir en el “renacimiento carolingio” hasta la renovación o “reforma” de Cluny-
estaban ya activos antes: en Corbie, San Mar-
tín de Tours, Saint-Gall, Fulda, Bobbio”, ya los La renovación carolingia -que fue posible
monjes recopiaban los manuscritos utilizando por el trabajo persistente e ininterrumpido
una escritura nueva” que se llamaría “escritu- de los anteriores “siglos monásticos”- dio re-
ra carolingia”. Riché observa también que es- sultados patentes en todos los ámbitos: cleri-
ta previa actividad irradiaba entorno: “ya en cales y laicales. Dom Jacques Leclercq señala
Inglaterra, en Baviera, en Galia, los obispos y que ya en 816 se constata que los alumnos de
los príncipes habían tomado disposiciones” los monasterios hablan en latín, no en lengua
para fomentar la intrucción. “Carlomagno - vulgar, y a partir de aquí esto se trasluce en la
agrega- continúa esta obra restaurando las es- aparición de poetas de talla, como Notger de
cuelas parroquiales y episcopales tal como ha- Saint-Gall -que siendo alemán escribe en la-
bían sido organizadas en el siglo VII” 16. tín- y en general en una gran producción de
Lo nuevo es su legislación tendiente a gene- cantos y poemas latinos.
ralizarlos del todo: “Que en cada obispado y Es de notar la creatividad que esto implica:
26
se escribe una literatura en un latín renova- completar sus enseñanzas las citas de los Pa-
do, y es la segunda vez que esto tiene lugar. dres de la Iglesia, de Prudencio, Donato, Isi-
Así como había habido una literatura en un doro de Sevilla, y por cierto de la Regla de
“latín patrístico”, espontáneamente renovado San Benito, así como de los monjes benedicti-
desde que los Padres asumieron ilustrar el pa- nos más cercanos, como Alcuino y Rabano
trimonio cristiano e integraron en él lo mejor Mauro. No es de extrañar entonces que sus
de la herencia pagana, ahora, a partir del si- consejos principales al hijo sean: “leer y
glo IX aparece el “latín medieval”. Este latín orar”. Y esto es tanto más notable cuanto este
literario, codificado en nuevas gramáticas, hijo no se prepara para ser un intelectual, si-
fue también forjadon en contacto con los cla- no un caballero. Así pues, el caballero ha de
sicos preconizados por Alcuino para instau- ser alguien devoto y cultivado. Le dice que se
rar, como él decía, “la nueva Atenas de Cristo ”19. procure muchos libros, los tenga siempre a
Por ello mismo, es bien consciente de su co- mano, los medite y profundice. Y la oración
metido: aprovechar dicha herencia antigua y por excelencia son los Salmos. En el plano
orientarla a una meta cristiana. “Es lo que moral, su enseñanza es fundamentalmente
acostumbramos a hacer -comenta a su vez Ra- positiva: que cultive la sinceridad, la fideli-
bano Mauro- y lo que debemos hacer cuando dad, el agradecimiento, la amistad, la servi-
leemos los poetas antiguos, cuando los libros cialidad, todo lo cual lo alejará de la tristeza y
de la sabiduría de este mundo caen en nues- le procurará la alegría. Es así como Dhuoda
tras manos. Si allí hallamos algo valedero, lo entiende cumplir con su doble misión mater-
convertimos a nuestro dogma: si hallamos co- nal: pues, según ella, hay “dos nacimientos en
sas superfluas...las eliminamos” 20. Así, con es- cada hombre, una carnal y otra espiritual, y la
ta literatura tributaria de la tradición clásica segunda es aún más noble.” 22
pero voluntariamente cristiana, surge su ele-
mento expresivo: “ese latín medieval -apunta El Manual de Dhuoda tendría una repercu-
Leclercq- que iba a desarrollarse y enrique- sión que ella no pudo imaginar pues, habien-
cerse en los siglos siguientes, menos vigoroso do muerto muy jóvenes sus dos hijos, quien
quizás que el clásico y el patrístico, pero su lo aprovechó más fue su nieto, Guillermo de
continuación y renovación: lengua sencilla y Aquitania, que en 910 fundó la abadía de
fácil, ágil y clara, musical y rítmica” que viene Cluny, que aportaría a la sociedad una reno-
ha ser el paralelo de las sobrias iglesias romá- vación notable y duradera.
nicas que también se construirán a partir de En efecto, por entonces el imperio se disgre-
entonces21. gaba y unos nuevos bárbaros (eslavos, magia-
res, sarracenos y normandos) sacudían la
Este es el latín en que a mediados del siglo Cristiandad. Sarracenos y normandos ataca-
IX escribirá Dhuoda su “Manual para mi hijo”. ron sobre todo a los monasterios, focos de la
Se trata nada menos que del primer tratado civilización carolingia, por lo cual debieron
de educación, y escrito por una madre . ser fortificados. Aún así, prosiguieron su su
Dhuoda es una mujer de alta nobleza y alta labor intelectual y docente en medio del
cultura que formula sus enseñanzas y conse- caos. Pero a la larga iba a repercutir negativa-
jos con ternura y respeto: “Te pido, te sugie- mente en ellos lo que por otra parte resultó
ro, te exhorto....”. Pero asimismo demuestra efectivo contra las invasiones: el régimen feu-
una gran creatividad. Alterna con poemas di- dal. En verdad fue necesario que los señores
dácticos su prosa, en la cual también con pro- se hicieran cargo de la defensa de sus regio-
pósito didáctico se vale de juegos de palabras, nes, pero al mismo tiempo que cumplían con
juegos aritméticos, frecuentes imágenes y mu- este imprescindible deber de pro t e g e r l a s ,
chos ejemplos. Si bien muchos de estos ejem- asumían el derecho de dirigirlas, con lo cual
plos e imágenes están tomados de la vida, finalmente se arrogaron también el de nom-
otros provienen de la Biblia, de la cual ella y brar las autoridades eclesiásticas y monásticas
su hijo están evidentemente muy impregna- que quedaban bajo su amparo. Y no todos los
dos. También acuden espontáneamente a nombrados eran dignos de esos cargos.
27
A raíz de esto se produjo una relajación bas- ración de los hijos: su recepción, tratamiento
tante generalizada, que hubo de ser corregi- y atención. Uno de los hechos que lo atesti-
da mediante una reforma. Y en ella tuvo un gua es el aumento notable de la población
rol de excepción aquel monasterio de Cluny, que se constata en siglos XI, XII y XIII. Un
en la Borgoña francesa. Se aplicó allí el régi- poema de principios del siglo XIII enumera
men de “exención” -que significaba autono- los elementos con que se contaba en los ho-
mía respecto del señor feudal-. Quien aceptó gares rurales para atender al bebé: cuna, ves-
esta condición al donar el terreno, en el año tidos, biberón y palanganas para su baño26.
910, era Guillermo, duque de Aquitania, el Por su parte, Eustache Deschamps (un siglo y
nieto de Dhuoda, cuya influencia educativa medio más tarde) describe en otro poema lo
puede calibrarse por su apelativo, “el Piado- que se usaba en los hogares de las ciudades:
so”, y por haber estado de acuerdo con la cuna, pañales, calentadores, y palanganas pa-
“exención”. Gracias a esta medida, el peque- ra bañarlo “mañana y tarde”. También Vin-
ño grupo de monjes fundadores pudo regirse cent de Beauvais hablaba de esos baños que
sin trabas. Desde el comienzo en Cluny se se le daban al niño dos veces por día27. A su
aplicó la Regla de San Benito, y se la vivió con vez Pierre Riché y Danièle Alexandre Bidon
todas sus exigencias y con toda su inteligente recogen estos y otros testimonios en su libro
y humana sencillez. Cluny tuvo la suerte de La vida de los niños en la Edad Media 28
, y agre-
estar regida a lo largo de dos siglos por aba- gan ilustraciones miniadas de la época. Gra-
des santos y longevos 23. Los monjes, en su ma- cias a ellas podemos ver todas las etapas y si-
yoría reclutados desde la infancia entre los ni- tuaciones de la vida infantil. Desde el naci-
ños aldeanos que frecuentaban la escuela del miento, en que el bebé es lavado y vestido, su
monasterio, observaban la humildad, la obe- bautismo, su amamantamiento, el uso del bi-
diencia, la castidad. Y ello se trasuntó e irra- berón, en la cuna, en el andador, bañado en
dió entorno. Muchos otros monasterios pi- una palangana junto a la chimenea, llevado a
dieron ponerse bajo la dirección de Cluny. Se espaldas de la madre como lo hacen nuestras
formó así una pléyade de monjes y cristianos coyas, sus juguetes. Párvulos campesinos, car-
cabales, por cuyo ejemplo poco a poco se re- gados a caballo en el regazo de su madre
generó la sociedad a su alrededor 24. mientras el padre los sigue a pie. También en
el campo, el niño entre su padre que trabaja
4- La alta Edad Media: el niño en la familia la tierra y su madre que hila, y junto a ella el
y en la escuela recién nacido en su cuna. Niños de mayor al-
La escuela gratuita para todas las clases curnia, jugando con caballitos de juguete.
sociales. Los regalos de Navidad. El niño en la escuela,
aprendiendo a leer o a cantar junto al maes-
Hacia el 1000, el cambio social se advierte tro. El niño ofrecido por sus padres al monas-
en todos los campos. Los monasterios liberan terio y recibido por el abad, luego estudiando
en masa a sus siervos, y han expandido el va- y formando parte del capítulo...Incluso la en-
lor del matrimonio como sacramento, empa- fermedad y su tratamiento están representa-
rejándolo incluso con la orden monástica al dos, las peregrinaciones para rogar por su sa-
llamárselo “orden de los casados”. Así lo lla- lud, y aún la muerte...En todos los casos, ve-
maba Abbon de Fleurye en el siglo X, lo que mos al niño atendido y cuidado.
se afirma y se admite como cosa corriente en
los siglos sucesivos25. En el campo educacional, en los siglos XI y
XII, los obispos retoman la vieja tradición y
Con ello hemos llegado a los siglos de la Al- vuelven a ordenar a los párrocos abrir escue-
ta Edad Media, época de gran florecimiento las para instruir gratis a todos los niños. Por
en que todo lo preparado anteriormente da su parte, muchos señores feudales colaboran
magníficos frutos de todo tipo. abriendo escuelas en las parroquias de sus
La idea de que los laicos casados constituyen tierras. Y en las ciudades, entre los burgueses,
una “orden”, repercute por cierto en la valo- aparecen “contratos de aprendizaje” por los
28
cuales los patrones de distintos oficios se pagita (que había sido traducida del griego al
c o m p rometen a enviar a la escuela a sus latín en la época carolingia).
aprendices niños. En estas escuelas “prima- El concilio de Letrán de 1215 impuso a to-
rias” gratuitas y abiertas a todas las clases so- das las diócesis la obligación de abrir escuelas
ciales, ubicadas en locales lindantes con la secundarias -llamadas catedralicias o capitula-
iglesia, la enseñanza es el catecismo, la lectu- res- , con lo cual todos, ricos y pobres, podían
ra y escritura, en muchos casos rudimentos recibir instrucción gratuita desde los 7 a los
del latín (que ya no era una lengua hablada, 20 años. En las escuelas monásticas siguió
sino cultural) y el cálculo o arte de “fichar” siendo gratuita, mientras en las episcopales se
(por usarse fichas para hacer cuentas). Pues- hizo costumbre que pagaran los ricos, no los
to que estamos aún en época de libros “ma- pobres, y los conclios castigaron a maestros
nuscritos”, y ellos escaseaban y eran difíciles que exigieron pago a todos.
de obtener, en su lugar se utilizan cuadros Esta enseñanza gratuita y abierta a todos
murales, hechos con pieles de vaca o carnero, explica la multitud de clérigos y profesores
donde se pintaban los temas necesarios. Se afamados que salieron del pueblo. Asimismo
conservan algunos que representan modelos la difusión de la escritura en un nivel inferior
de escritura, genealogías del Antiguo Testa- queda probada en tantas actas notariales en
mento e imágenes que simbolizan los vicios y que los testigos firman.
las virtudes -tal como las obsevamos también Todavía podríamos hablar de la importante
en piedra, en las catedrales. Otra vez las imá- acción educativa de Santo Domingo de Guz-
genes, que usó tanto la Iglesia medieval para mán a principio del siglo XIII, cuya primera
la educación popular. medida ante la difusión de la herejía catára que
También en las escuelas monásticas prosi- rebajaba a la mujer, fue establecer (en 1206)
gue la tradición de escuelas abiertas a todos. una escuela para niñas -Notre Dame de la
A principios del siglo XII, en Francia, hay se- Prouille- para enaltecer la dignidad femenina.
tenta abadías con escuelas. Algunas de ellas,
dedicadas sobre todo a la enseñanza secunda- Los niños en el Paraíso de Dante
ria y superior, se hicieron célebres. Basta re-
cordar la de Bec-Hallouin, donde enseñaron Lo dicho alcanza para probar el cambio
Lanfranc y San Anselmo, la de Cluny donde cumplido durante la Edad Media en lo refe-
brillaron tantos intelectuales hasta Pedro el rente a la valoración y educación de los ni-
Venerable, y la del monasterio femenino de ños. Lo que lo hizo posible fue el Evangelio
Argenteuil, de donde salió Heloísa con un tomado en serio y puesto en práctica. Si-
perfecto conocimiento del griego y del he- guiendo el ejemplo del Divino Maestro, la
breo. Sin olvidar la de la abadía de Saint-De- Iglesia se hizo cargo del niño: le administra el
nis, en cuyos pupitres escolares compartieron bautismo, le ofrece tempranamente la Euca-
la enseñanza elemental y se hicieron amigos ristía, crea para él -gracias a los monjes- la es-
un príncipe y un campesino: el futuro rey cuela elemental. También reconoce su santi-
Luis VII y Suger. Éste es un ejemplo de la dad, incluso precoz, como en el caso de los
convivencia y camaradería que existía en la “santos inocentes”.
escuela entre niños de procedencias dispares. Y es justamente con una referencia a esta san-
También demuestra que hasta los más pobres tidad precoz que queremos cerrar esta suma-
y rústicos, con aptitudes, pudieron acceder a ria recorrida. Se trata de un caso notable y
la enseñanza secundaria y superior. Es bien conmovedor: el de Dante en su Paraíso. Cuan-
sabido, en efecto, que Suger, el campesino, do el poeta contempla la “Rosa” que es el Cie-
no sólo llegó a ser abad sino regente del rei- lo, su guía -San Bernardo- le muestra un nu-
no y que también a él le debemos la concep- meroso grupo de párvulos explicándole:
ción del primer espécimen de arquitectura
gótica -la abacial de Saint-Denis- y que él mis- “Éstas son almas liberadas
mo explica en sus tratados que se inspiró en antes de disponer de arbitrio
la teología mística del pseudo-Dionisio Areo- propio.
29
Bien puedes advertirlo por los méndandole el estudio de los antiguos autores y gramáticos
rostros latinos para poder interpretar la Escritura, que tiene sus suti-
lezas. Le explica por qué ha colocado, a la cabeza de su tra-
y también por las voces infanti- todo, dentro de un círculo, una cruz y el nombre de Jesucris-
les... to: pues “al igual que todo el Antiguo Testamento tendía a
si tú los miras bien y los escu- Cristo y contenía ya, bajo el velo de las figuras, la realidad de
chas” (XXXII, 48) los misterios de la salvación, así también todo lo bueno que
se puede leer en los gramáticos, poetas e historiadores anti-
guos, ha de ser referido a Cristo, según el consejo de San Pa-
¿A quién sino a un cristiano se le hubiera
blo ‘Probadlo todo, retened lo que es bueno’”. “Todo ello ha
ocurrido incluir un grupo infantil en medio de ser introducido en el círculo de la fe”, pues “comprender
de las figuras tan sublimes que ocupan la Ro- las cosas es captar su relación con Cristo”. El mismo criterio
sa Celestial? Los niños apenas aparecen en la de los Padres de la Iglesia, que ha sido transmitido y ha llega-
literatura antigua, y si aparecen, siempre son do hasta entonces.
13
considerados “menores”, de poca valía. Y Etienne Gilson, L’humanisme médiéval , en Les idées et les let-
tres, Paris, Vrin, 1961.
bien, imbuído del Evangelio, Dante da este 14
Lo hace tanto en la obra citada -Education et culture -, como
tierno cuadro que confirma y corona lo di- en Les carolingiens, une famille qui fit l’Europe , Paris, Hachette,
cho: el valor del niño en sí mismo, en cuanto 1983.
niño, que, redimido por Cristo, es cabal hijo 15
Pierre Riché, Les Carolingiens , une famille qui fit l’Europe ; Pa-
de Dios y capaz de gozarlo en el Cielo. ris, Hachette, 1983, p.357.
16
Pierre Riché, Éducation et culture dans l’Occident barbare , ut
supra, p.399.
17
Capit. Reg. Franc ., I, p.60, citado por Riché: “Psalmos, notas,
cantus, compotum, grammaticam, per singula monasteria vel episco-
pia et libros cstholicos bene emendate” .
18
Bertrand de Sauvigny, Histoire de France , p.48.
19
Etienne Gilson: L’humanisme médiéval , en Les idées et les let-
1
San Benito de Nursia, Regla de monjes , Madrid, BAC, 1968 tres, Paris, Vrin, 1961.
20
(edición bilingüe) Rabano Mauro, De clericorum institutione , III, 18, PL 107,
2
Régine Parnoud, en La femme aux temps des cathédrales , Paris, 396.
Stock, 1980, p.24, remite al estudio de R.Étienne “La concien-
21
Dom Jean Leclercq, L’amour des lettres et le désir de, Dieu Pa-
cia médica antigua” . ris, les Éditions du Cerf, 1957, p.52
3
Pierre Riché, Éducation et culture dans l’Occident barbare -VI-
22
Dhuoda, Manuel pour mon fils , Paris, Les éditions du Cerf,
VIII siécle-
, Paris, Éditions du Seuil, 1962-1995, p. 366. Sources Chrétiennes nº 225 bis, 1991
4
Pierre Riché, op.cit., p.366.
23
San Bernón (926-942), San Mayolo (954-994), San Odilón
5
Pierre Riché, op.cit., p. 94. (994-1049), San Hugo (1049-1109).
6
San Césareo de Arles, Sermo ad monachos , CCXXXVI, 1-2,
24
Daniel Rops, La Iglesia de los tiempos bárbaros , Barcelona, Ca-
de. Morin, t.II, p.894. ralt, 1956.
25
7
“Escucha, oh hijo, los preceptos del maestro
” : así empieza la Re- Régine Pernoud, La femme au temps des cathédrales , Paris,
gla de San Benito. Stock, 1980, p.184.
8
Pierre Riché, op.cit., p.367.
26
L’outillement au vilain , en Poèmes français sur les biens d’un- mé
9
Pierre Riché, op.cit., p.506. nage, publicado por Uran Nyström, 1940, citado por Régine
10
San Beda el Venerable, De arte metrica , ed.Keil, VII, p.228. Pernoud en op.cit., p. 90.
27
11
Dom Jean Leclercq, L’amour des lettres et le désir de,Dieu Pa- Eustache Deschamps, L’Outillement au vilain , en Régine
ris, les Éditions du Cerf, 1957. Pernoud, op.cit.p.91-92.
12
San Bonifacio, Ars Grammatica , editada por Gebauer y Löfs-
28
Pierre Riché et Danièle Alexandre-Bidon, La vie des enfants
tedt en Corpus Christianorum, serie latina CXXXIII B, Turn- au Moyen Age , Paris, éditions du Sorbier, 1994.
holdt, 1953. En ella se dirige a un alumno adolescente, reco-

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