Está en la página 1de 43

MODULO III

PRINCIPALES ETAPAS DEL JUICIO POR ALIMENTOS

MEDIACIÓN PREVIA OBLIGATORIA


En cuanto a la mediación previa y obligatoria, la anterior ley 24.573, no
contemplaba expresamente tal requisito, como previo y obligatorio, para
el reclamo alimentario.

Sin embargo, la resolución de la Presidencia de la Cámara Nacional de


Apelaciones en lo Civil determinó —en fecha 13/5/96— que los procesos
sobre alimentos, aumento o disminución de la cuota alimentaria, y los
alimentos extraordinarios, al no estar contemplados dentro de las
excepciones del art. 2o, inc. 2o de la ley precitada, requieren de dicho
trámite.

A partir de esta resolución, se debatió —tanto en la doctrina como en la


jurisprudencia— si el principio establecido en la anterior redacción del
art. 644 del CPCCN continuaba vigente.
La mayor parte de la jurisprudencia y la doctrina ha establecido que la
interpretación efectuada por la presidencia de la CNCiv. a la ley 24.573,
modificaba lo preceptuado en el art. 644 del CPCCN y, por lo tanto, la
cuota alimentaria que se fijara en la sentencia se debería retrotraer al
momento en que se inició la mediación.

Es decir que —para la opinión mayoritaria— los alimentos regirían desde


el inicio de la mediación y no desde la interposición de la demanda,
aunque cabe aclarar que tal criterio no fue unánime.

Cuando el reclamo alimentario se refiere a los hijos menores de edad, la


retroactividad a la fecha de inicio de la mediación se había
fundamentado en lo establecido en el art. 3o de la Convención sobre los
Derechos del Niño, determinándose que —en ese caso— retrotraerlos al
momento de la interposición de la demanda resultaría inconstitucional
pues se estaría violando lo establecido en el art. 75, inc. 22 de nuestra
Carta Magna.

Dicha ley fue prorrogada en su vigencia por sucesivas leyes (25.287,


26.094 y 26.368), las cuales no modificaron el contenido principal de su
texto.

En el año 2010, se sanciona la ley 26.589 que modifica en varios


aspectos en cuanto a lo que determinaba la ley 24.573, inclusive en lo
referido a los alimentos.
En materia de alimentos, la nueva ley de mediación 26.589, introduce
profundas modificaciones con relación a lo que establecía la anterior ley
24.573. Ello, se desprende tanto del art. 5o como del art. 31 de esa ley.

Cabe destacar, que el art. 31 de la ley 26.589 establece:

que “la mediación familiar comprende las controversias patrimoniales o


extrapatrimoniales originadas en las relaciones de familia o que
involucren intereses de sus miembros o se relacionen con la subsistencia
del vínculo matrimonial, a excepción de las excluidas por el art. 5° inc.
b) de la presente ley’.

En tal mediación quedan comprendidos los procesos de alimentos, pues


explícitamente el primer inciso del art. 31, dispone que se encuentren
"comprendidas dentro del proceso de mediación familiar las
controversias que versen sobre alimentos entre cónyuges o derivados
del parentesco, salvo los provisorios que determina el art. 375 del Cód.
Civil”. Por lo tanto, se excepcionan los provisorios del art. 375 del Cód.
Civil.

La obligatoriedad de iniciar la etapa de mediación, en forma previa, para


las acciones que se inicien por alimentos, ha sido ratificada por el
reciente decr-regl. 1467/11, pues no contempla a tales acciones dentro
de las acciones excluidas de la mediación.

Asimismo, la ley 26.589 modifica el texto del art. 644 del CPCCN, que
ahora dispone:

“Cuando en la oportunidad prevista en el art. 639 no se hubiere llegado


a un acuerdo, el juez, sin necesidad de petición de parte, deberá dictar
sentencia dentro de cinco (5) días, contados desde que se hubiese
producido la prueba ofrecida por la parte adora. Admitida la pretensión,
el juez fijará la suma que considere equitativa y la mandará abonar por
meses anticipados, desde la fecha de interposición de la mediación”.
Tal precepto legal, ha sido aplicado por la CNCiv..

Es importante destacar que, si bien en la provincia de Buenos Aires el


art. 641 del CPCCBA establece la retroactividad de la cuota de alimentos
fijada a la fecha de la interposición de la demanda, un fallo de la SCBA
determinó que aquella debía ser abonada desde el inicio de la etapa
previa, con lo cual este fallo hace un parangón con lo establecido en la
ley 26.589.
Un reciente fallo provincial estableció que “la interpretación según la
cual la cuota alimentaria debe retrotraerse a la fecha de interpretación
de la demanda sin considerar el proceso de mediación previo, es
contraria al art. 3° de la Convención sobre los Derechos del Niño, toda
vez que el alimentado se encuentra constreñido a la mediación para
hallar expedita la vía judicial, por lo que no puede luego verse
perjudicado en el reconocimiento del alcance de sus derechos”.

No obstante, esta retroactividad al inicio de la etapa de mediación previa


y obligatoria, que establece la ley 26.589 requerirá que, entre la fecha
de interposición de la mediación y de la demanda haya transcurrido un
lapso razonable.

Por ello, hace un tiempo atrás (y ya vigente la ley 23.589), un fallo de la


Alzada no retrotrajo la cuota alimentaria al momento del inicio de la
mediación sino a la fecha de la interposición de la demanda, ya que
había transcurrido un lapso de once meses entre ambas etapas
procesales.

Tratándose de un pedido de aumento de la cuota de alimentos, la Sala H


de la CNCiv. retrotrajo el nuevo importe establecido a la fecha en que el
demandado tomó conocimiento de tal pedido, es decir, desde la fecha
de la notificación de la audiencia de mediación.

COMPETENCIA
En materia de alimentos, se refiere a la competencia el art. 228 del Cód.
Civil que dice textualmente:

“Art. 228. Serán competentes para entender en los juicios de alimentos:


10 El juez que hubiere entendido en el juicio de separación personal,
divorcio vincular o nulidad;
2o A opción del actor el juez del domicilio conyugal, el del domicilio del
demandado, el de la residencia habitual del acreedor alimentario, el del
lugar de cumplimiento de la obligación o del lugar de celebración del
convenio alimentario si lo hubiere y coincidiere con la residencia del
demandado, si se planteare como cuestión principal.

El texto completo del artículo parecería indicar una competencia


múltiple. No obstante ello, hay que tener en cuenta que la normativa
transcripta, en realidad; contempla diversos supuestos.

En caso de que no haya juicio de separación personal, divorcio vincular


o nulidad del matrimonio, no cabe ninguna duda que el actor cuenta con
la múltiple opción que le acuerda el segundo inciso de este artículo.
En consecuencia, se determinó que “el art. 228 del Cód. Civil (ley
23.515) autoriza a la cónyuge a ejercer la acción alimentaria ante el
juez del domicilio del obligado, por lo que, siendo tal el caso, no puede
el magistrado inhibirse de oficio”.

Asimismo, que “es juez competente para entender en el juicio de


alimentos el del lugar donde se encuentra el menor para quien se
reclama el cumplimiento de la obligación del padre y se domicilia la
madre de aquél, quien peticiona a su favor”.

Esta competencia múltiple para el caso que estamos analizando, se vio


reflejada en la jurisprudencia, al decir que:

“conforme lo dispone el art. 228, inc. 2o, del Cód. Civ., modificado por la
ley 23.515, serán competentes para entender en los juicios de alimentos
a opción del actor, el juez del domicilio conyugal, el del domicilio del
demandado, el de la residencia habitual del acreedor alimentario, el del
lugar de cumplimiento de la obligación o el del lugar de celebración del
convenio alimentario si lo hubiere y coincidiere con la residencia del
demandado, si se planteare como cuestión principal”.

Por el contrario, en caso de estar tramitándose el juicio de separación


personal, divorcio vincular o nulidad del matrimonio, será competente
para entender en el juicio de alimentos el juzgado donde aquellos han
quedado radicados (conforme lo determinado en el primer inciso de la
norma precitada).

Sin embargo un importante fallo de la CSJN contradijo ello, y se inclinó


por el juez correspondiente a la residencia habitual del acreedor de la
prestación alimentaria, aplicando el segundo inciso del art. 228 del Cód.
Civ., a pesar de que el divorcio vincular estaba tramitando en otra
jurisdicción.

En otro fallo más reciente del Máximo Tribunal, ratifica esta postura: “El
alimentario puede optar —para el ejercicio de su demanda— por el juez
de su residencia, aunque el divorcio tramite en otra jurisdicción”.

Asimismo, si se inició un proceso por alimentos y luego un juicio de


separación personal, divorcio vincular o nulidad del matrimonio, es
aplicable al art. 6o, inc. 3o del CPCCN y, por lo tanto, el de alimentos
pasará a tramitar al juzgado donde aquéllos han quedado radicados.

Respecto de ello, se estableció que:


“el proceso de alimentos que se hubiese iniciado con anterioridad al
proceso de divorcio debe pasar a tramitar ante el juzgado donde
quedare radicado este último, toda vez que el juicio de alimentos resulta
de carácter accesorio al proceso de divorcio”.

En tanto, si el juicio de separación personal, divorcio vincular o nulidad


del matrimonio ya concluyó por sentencia firme, es aplicable el inc. 1o
del art. 228 del Cód. Civil, ya que la misma habla del “juez que hubiera
entendido” y, en consecuencia, será competente en el de alimentos el
juez que intervino en aquéllos.

Sin embargo, se ha establecido en la jurisprudencia que:

“en el caso del juicio de alimentos para el hijo menor de edad, se tornan
aplicables las reglas generales del art. 5o, inc. 3o, del CPCCN 1T, por
tratarse de una acción personal, si el juicio de divorcio o nulidad
concluyó su trámite”.

Cuando se interpuso una acción por alimentos contra los abuelos, se


resolvió que “es competente el juez de esta Capital, para atender la
demanda de alimentos deducida contra los abuelos de los menores, en
forma autónoma, conforme a lo previsto por el inc. 2o del art. 228 Cód.
Civ., no obstante haber tramitado en otra jurisdicción el juicio de
divorcio de los padres de los alimentados”.

Debemos señalar que tratándose de alimentos reclamados para los


menores de edad, el Proyecto de Reforma del Código Civil establece que
“...es competente el juez del lugar donde la persona menor de edad
tiene su centro de vida”.

DEMANDA
En cuanto a la demanda por alimentos, debemos tener en cuenta lo que
dispone el art. 638 de CPCCN:

“La parte que promoviere juicio de alimentos deberá, en un mismo


escrito:
1 °) Acreditar el título en cuya virtud los solicita.
2o) Denunciar, siquiera aproximadamente, el caudal de quien deba
suministrarlo.
3o) Acompañar toda la documentación que tuviere en su poder y que
haga a su derecho, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 333.
4°) Ofrecer la prueba de que intentare valerse.
Si se ofreciere prueba testimonial, los testigos declararán en la primera
audiencia”.

Aunque la norma transcripta no lo diga, se deberá incluir en la demanda


el monto que se reclama en concepto de cuota alimentaria.

En cuanto al primer requisito enumerado en el art. 638 del CPCCN


(acreditación del título), se deberán acompañar las partidas que
acrediten el vínculo por el cual se reclama.

En cuanto a la acreditación del vínculo, la jurisprudencia ha hecho


excepción a tal requisito cuando se reclaman alimentos provisorios
antes, al inicio o durante el trámite de un juicio por filiación
extramatrimonial pues, en tal supuesto, el vínculo todavía no se halla
acreditado.

Refiriéndonos al segundo de los requisitos enunciados (denunciar,


siquiera aproximadamente, el caudal del demandado), este resultará
fundamental para que el juez pueda fijar una cuota de alimentos, en un
determinado monto o porcentaje que guarde relación con los ingresos
del alimentante.

El actor deberá acreditar durante el transcurso del proceso, el caudal


económico del alimentado, no alcanza la simple denuncia.

Al respecto, la jurisprudencia ha determinado 22 que pese a la ausencia


de prueba directa de los ingresos denunciados, igualmente el monto de
la cuota podrá fijarse acudiendo a la prueba indiciaria.

Esta prueba estará destinada a demostrar los gastos que tiene el


alimentante, ante la imposibilidad de acreditar sus reales ingresos.
Pero, para que la prueba indiciaria acerca de los ingresos del
alimentante pueda funcionar es necesario que se funde en hechos
reales, sobre los que pueda inferirse con cierto grado de certeza el nivel
de vida o los gastos del accionado.

Otro de los requisitos (previsto en el inc. 3o del art. 638) consiste en


acompañar toda la prueba documental que tuviere en su poder y que
haga a su derecho, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 333.

El art. 333 del CPCCN (según ley 25.488) al cual remite la norma
precitada, dispone que con la demanda deberá acompañarse la prueba
documental y ofrecerse todas las demás pruebas de que las partes
intentaren valerse.
A fin de avalar la suma que se reclama, la prueba documental resulta
importante, puesto que quien peticiona los alimentos, deberá
acompañar los comprobantes de los gastos que tiene en su vida diaria,
aun cuando se trate del reclamo alimentario para los menores de edad.

Si bien tratándose de menores de edad no habrá que demostrar sus


necesidades y la carencia de los recursos para cubrirlas con sus propios
medios económicos (ya que tales circunstancias se presumen, en razón
de su edad) es importante que quien demanda en nombre de ellos una
determinada cifra en concepto de cuota alimentaria, proporcione al juez
los elementos para fijarla de acuerdo a lo peticionado.

EXCEPCIONES
Si bien en el juicio de alimentos es posible plantear excepciones, las
mismas no pueden ser tomadas como de previo y especial
pronunciamiento, sino que deberán de ser resultas en la sentencia.

Fenochietto es conteste con ello, pero entiende que si en la audiencia


preliminar el demandado plantea ciertas excepciones (como la de
incompetencia, falta de personería o defecto legal) la resolución de las
mismas no podrá ser diferida al momento de dictarse la respectiva
sentencia.

Entre las excepciones que se podrán plantear, podemos mencionar a las


de incompetencia, falta de personería, falta de legitimación activa,
litispendencia, cosa juzgada y defecto legal. De las excepciones p
anteadas por el demandado, se deberá dar traslado al actor.

Respecto de la excepción de defecto legal, la jurisprudencia ha


declarado su admisión en el juicio de alimentos para un caso en el cual,
de la demanda no surgía con claridad si los alimentos se reclamaban
para la esposa o para el hijo o para ambos, dándose traslado de tal
excepción para que se aclarara para quien eran los aumentos
peticionados.

Por el contrario, se ha rechazado la excepción de litispendencia


planteada por los abuelos de los menores, que la fundamentaban en que
se había iniciado con anterioridad un juicio contra el padre de aquellos.
Tal rechazo se basó en la falta de identidad de las partes y del objeto
entre ambos juicios.

Se ha rechazado la excepción de arraigo interpuesta en un juicio por


alimentos, “en atención a la sumariedad que caracteriza a este proceso”.
La excepción de compensación, por el contrario, no se podrá plantear
ante la interposición de una demanda por alimentos, pues el art. 374 del
Cód. Civ. veda tal posibilidad.

CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA
El CPCCN no contempla la posibilidad que el demandado pueda
contestar la demanda, a diferencia de lo establecido en algún Código de
rito provincial. Sin embargo, la doctrina —en su mayor parte— admite
dicha posibilidad.

En ese sentido, se ha establecido que, si bien es cierto que en el juicio


de alimentos no se prevé un traslado de la demanda, ello no significa
que se ignore que se trata de un proceso contradictorio en donde, al
debatirse posiciones contrapuestas, ambas partes tengan la posibilidad
de fundamentarlas.

La facultad de contestar la demanda, se desprende del art. 643 del


Código precitado, pues si esta norma autoriza al demandado a ofrecer
prueba, por ende la autoriza a precisar los hechos sobre la que ella
girará y a fundar su defensa.

Si bien el CPCCN no contempla explícitamente la facultad del


demandado de oponerse a la pretensión de alimentos, la alusión que
efectúa el art. 643 al ofrecimiento de prueba indica que rige en este
proceso el principio de contradicción y, por lo tanto, que el demandado
está en condiciones de deducir oposición.

Juristas destacdos han puesto énfasis en defender tal posibilidad, al


manifestar que el demandado puede contestar los términos de la
demanda, y que puede hacerlo en la audiencia del art. 639 del Cód.
Procesal o antes de la audiencia mencionada. Argumentan en defensa
de tal posibilidad, que esa presentación será generalmente más prolija
que la que puede hacerse oralmente en dicha, sin perjuicio para el actor
ni dilación para la causa.

Doctrina conteste con esta postura, manifiesta que la contestación de la


demanda no contraría ninguna disposición legal, pues el hecho de que
no esté dispuesto expresamente en el CPCCN no tiene alcance para
negar tal derecho de defensa en juicio.

Asimismo, el Dr. Zannoni manifiesta que si bien en el Código de rito


nacional no hay —técnicamente— contestación de la demanda, como es
admisible que el demandado ofrezca pruebas (art. 643 del CPCCN)
resulta ser natural que pueda explicitar los hechos que fundan su
admisibilidad y, entonces, cabe al demandado controvertir los alcances
de la pretensión o, en su caso, resistirla, con motivo de ofrecer la
prueba be que se valdrá para ello.

La jurisprudencia mayoritaria, es del mismo pensamiento, aunque tal


criterio no es unánime. Algunos de los fallos que siguen la postura
mayoritaria, han expresado que si el CPCCN le permite ofrecer su
prueba al demandado, es obvio que también autoriza la alegación de los
hechos y el derecho que esa prueba está dirigida a demostrar.

Asimismo, que no puede extraerse del art. 643 del CPCCN una
prohibición al alimentante a contestar la demanda.

Otra jurisprudencia, ha fundamentado la posibilidad de contestar la


demanda, en los principios que emanan directamente de la Constitución
nacional: el derecho de defensa y la igualdad civil.

Hay que precisar que la oportunidad para presentar la contestación de la


demanda, encontrará su límite en el momento en que se celebre la
audiencia preliminar4. Por lo tanto, el demandado podrá hacer uso de tal
facultad antes de ese acto procesal o durante el mismo.

Aconsejamos que se presente el escrito antes de la celebración de esa


audiencia, a fin de que el magistrado pueda conocer con anterioridad los
argumentos impetrados por el demandado para su defensa, como
asimismo, la documental acompañada y la ofrecida a la que faculta el
art. 643 del Código de rito nacional.

Si bien entendemos que el demandado tiene la facultad de presentar


una contestación a la demanda interpuesta por el actor, debemos
aclarar que en el ámbito nacional el CPCCN le impide a aquel reconvenir,
dado el carácter sumario que el legislador le ha dado al proceso por
alimentos.

AUDIENCIA PRELIMINAR
Dispone el art. 639 del CPCCN:

“El juez, sin perjuicio de ordenar inmediatamente las medidas


probatorias que fueren solicitadas, señalará una audiencia que tendrá
lugar dentro de un plazo que no podrá exceder de diez días, contado
desde la fecha de su presentación.
En dicha audiencia, a la que deberán comparecer las partes
personalmente y el representante del ministerio pupilar, si
correspondiere, el juez procurará que aquéllas lleguen a un acuerdo
directo, en cuyo caso lo homologará en ese mismo acto, poniendo fin al
juicio”.

De acuerdo con la norma transcripta, una vez interpuesta la demanda el


juez proveerá la prueba ofrecida y determinará la fecha en que se
celebrará la audiencia preliminar, en la cual intentará que las partes
lleguen a un acuerdo.

Si se arriba a un acuerdo en esa audiencia, el juez lo homologará,


poniendo fin —de ese modo— al juicio por alimentos.

Caso contrario, la audiencia preliminar tendrá por objeto permitir que el


demandado ofrezca las pruebas de que intente valerse para su defensa,
y controle y revise las del actor.

En tal sentido, el art. 643 remite al 639 —ambos del CPCCN — , en


cuanto estipula que en la audiencia preliminar el demandado podrá
presentar prueba instrumental y ofrecer la informativa, con la finalidad
de “demostrar la falta de título o de derecho de quien pretende los
alimentos, así como la situación patrimonial propia o de la parte actora".

Por ello, fracasado el acuerdo directo entre las partes, la audiencia


preliminar constituirá para el demandado la oportunidad para intervenir
en el proceso, haciendo valer sus derechos, si es que no ha presentado
la contestación a la demanda con anterioridad.

La notificación de la audiencia preliminar debe efectuarse mediante


cédula a ambas partes, siendo que al demandado se lo debe notificar en
su domicilio real —ya que todavía no ha constituido el legal—, pero ante
la ignorancia de ese domicilio —y dada la urgencia del reclamo, por la
materia de que se trata— se entiende que se lo podrá notificar en su
domicilio laboral.

Si el demandado no ha comparecido a la audiencia preliminar porque no


se lo pudo notificar, corresponde que se fije una nueva fecha para esta
audiencia. Ello suele ser bastante frecuente en la práctica tribunalicia.

Las partes deberán asistir personalmente y no por apoderados, a la


audiencia preliminar, y acompañadas por sus letrados. Si existieren
menores, deberá comparecer también el representante del Ministerio
Pupilar.

a) Incomparecencia del demandado


Al respecto, determina el art. 640 del Código de rito nacional que
cuando, sin causa justificada, el demandado no compareciere a la
audiencia prevista en el art. 639, el juez en el mismo acto dispondrá:

“ 1 °) La aplicación de una multa, a favor del actor (...), cuyo importe


deberá depositarse dentro del tercer día contado desde la fecha en que
se notificó la providencia que la impuso.

2°) La fijación de una nueva audiencia que tendrá lugar dentro del
quinto día, la que se notificará con habilitación de día y hora, bajo
apercibimiento de establecer la cuota alimentaria de acuerdo con las
pretensiones de la parte actora y lo que resulte de las actuaciones del
expediente”.

La norma precitada excepciona de la aplicación de la multa y del


apercibimiento de fijar la cuota de acuerdo a las pretensiones del actor y
de las constancias de autos, si la nueva audiencia se ha tenido que fijar
debido a que la ausencia del demando se debió a una justa causa (la
que deberá ser acreditada).

La consideración sobre si la situación táctica acreditada por el


demandado para demostrar su incomparecencia a la audiencia
preliminar, constituye causa justificada —a que alude el art. 640—
quedará a criterio del órgano judicial, quien deberá resolver de acuerdo
a las circunstancias del caso. Una de las causas más frecuentes que se
argumenta para explicar la ausencia, es la de haber sufrido alguna
enfermedad.
En ese caso, resulta aplicable lo preceptuado en el art. 419 del CPCCN.

En virtud de ello, para que la justificación surta efectos, se deberá


seguir lo preceptuado por esa norma: presentación de certificado
médico —con anticipación suficiente a la fecha de la audiencia— donde
deberá constar la fecha, el lugar donde se encuentra el enfermo y el
tiempo que durará el impedimento para concurrir al tribunal —pudiendo
ser impugnado este documento por la otra parte—. Si en el certificado
médico no se consignó el lugar donde se encontraba el demandado,
pero en el escrito con que se lo acompañó se indicó el domicilio real, se
ha determinado 59 que debe presumirse que ese era el lugar donde se
encontraba el enfermo, teniéndose por justificada la inasistencia a la
audiencia preliminar del art. 639 del CPCCN.

La inasistencia injustificada por parte del demandado a la primera


audiencia preliminar fijada, conllevará los efectos enumerados por el art.
640, pero de ninguna manera impedirá que aquel ejerza las
prerrogativas a las que lo faculta el art. 643 del mismo Código.

Tampoco la inasistencia del demandado implicará declarar su rebeldía,


ya que el art. 640 en su tercer párrafo indica que el juez deberá fijar
una nueva audiencia para que comparezcan ambas partes.

Fijada la segunda audiencia, no se admitirá una nueva inasistencia (art.


642 del CPCCN). Por lo tanto, de subsistir la causa que dio lugar a la
incomparecencia el demandado deberá hacerse representar por
apoderado, bajo apercibimiento de aplicar lo dispuesto en el art. 640.

Existe una contradicción entre lo preceptuado en el art. 639 y el art.


642. En tanto, se deduce del primero de ellos la prohibición para las
partes de hacerse representar por apoderados (ya dice que deberán
comparecer personalmente), el segundo de los citados obliga a aquellas
a lo opuesto si esta audiencia no ha podido ser llevada a cabo, por la
incomparecencia del demandado o del actor.

b) Incomparecencia del actor


Dice el art. 641 de CPCCN: “Cuando quien no compareciere sin causa
justificada a la audiencia que prevé el art. 639 fuere la parte actora el
juez señalará nueva audiencia en la misma forma y plazos previstos en
el artículo anterior, bajo apercibimiento de tenerla por desistida de su
pretensión si no concurriese”.

Aquí también, la entidad de la causa invocada y acreditada para


justificar la inasistencia a la primera audiencia queda a criterio del juez,
siendo aplicable al respecto lo que manifestamos con relación al
demandado.

La sanción contemplada, por la inasistencia a la segunda audiencia, se


refiere sólo a la acción por alimentos y no al derecho a los alimentos,
pues éste es irrenunciable cuando deriva de la ley.

Por lo tanto, quien reclamó los alimentos podrá promover un nuevo


pedido contra el mismo obligado, si bien —de ser admitido— las cuotas
alimentarias se devengarán desde el momento en que se interpuso esta
segunda demanda.

PRUEBA
a) Aportada por el actor
El art. 638 del CPCCN enuncia, en su inc. 3o que el actor deberá
acompañar la prueba documental que tuviere en su poder de acuerdo
con lo establecido en el art. 333.

Asimismo, la última parte del art. 638 indica que el actor —en la
demanda— deberá “ofrecer la prueba de que intentare valerse’’, y que
“si se ofreciere prueba testimonial, los testigos declararán en primera
audiencia”.

Del texto de dicho artículo podemos observar que el Código de rito


nacional no limita los medios de prueba para quien reclama alimentos —
como sí lo hace para el demandado— en el entendimiento de que aquel
no ofrecerá pruebas meramente dilatorias, pues ello iría en contra de
sus propios intereses.

Respecto de la prueba testimonial ofrecida, la norma precitada dispone


que aquella, debe producirse en la primera audiencia.

Consideramos que resultará conveniente que dicha audiencia coincida


con la preliminar del art. 639, a fin de que, al ser notificado el
demandado de la realización de esta última, también tome conocimiento
de la recepción de la prueba testimonial en esa audiencia.

Conforme a la reforma impetrada por la ley 25. 488, “si se ofreciere


prueba testimonial se indicará qué extremos quieren probarse con la
declaración de cada testigo”.

En tanto, el texto del art. 639 del Código precitado, si bien enuncia que
el juez deberá convocar a las partes para la audiencia preliminar que ya
hemos enunciado, ello será sin perjuicio de ordenar inmediatamente las
medidas probatorias que le fueren solicitadas por el actor.

Zannoni manifiesta que es conveniente para la parte actora solicitar la


producción de las pruebas ofrecidas al interponer la demanda, a fin que
el día de la celebración de la audiencia preliminar el juez cuente con la
mayor cantidad de elementos para proponer el acuerdo entre las partes,
a que lo faculta la segunda parte de la disposición precitada.

Por otra parte, si bien el inc. 2o del art. 638 habla sólo de “denunciar" el
caudal económico del demandado, de acuerdo con lo establecido en el
art. 377 del CPCCN, el actor deberá ofrecer la prueba que —siquiera
aproximadamente— acredite ese caudal.
Siendo que tal acreditación muchas veces resulta dificultosa para quien
reclama los alimentos (a pesar de que la ley faculta al actor a utilizar
todos los medios de prueba directa), pues es frecuente el
desconocimiento de las fuentes de ingresos del demandado, se le
permite a la accionante recurrir a indicios que formen la convicción del
juez para fijar la cuota alimentaria.

Por ello, se ha dicho que “en el proceso de alimentos no es necesario


que la prueba del caudal económico del alimentante sea en su totalidad
directa, sino que pueden sumarse indicios o presunciones, siempre que
reúnan las condiciones de eficacia que les son propias, aunque valoradas
con criterio amplio a favor de la pretensión del beneficiario”.

En tal proceso, no se requerirá la demostración exacta de los ingresos


del demandado, o la de su patrimonio, sino de un mínimo de elementos
que den las pautas básicas para estimar el monto de la cuota.

En consecuencia, ante la imposibilidad de demostrar el caudal,


económico del demandado mediante prueba directa, cabe admitir que el
actor deduzca prueba indirecta consistente en acreditar el nivel de vida
y/o los gastos del demandado, mediante la cual se presumirán los
ingresos de éste para determinar la procedencia de fijar la cuota, como
asimismo, el quantum de ésta.

Sin realizar una enumeración taxativa, podemos señalar algunos de los


indicios que llevarán a presumir los ingresos del accionado: ser titular
de una cuenta corriente o caja de ahorro, de un plazo fijo, de una caja
de seguridad en una institución bancaria, de un automóvil, de un
inmueble destinado a pasar el fin de semana o las vacaciones, de
telefonía celular, estar afiliado a una empresa de medicina prepaga
(más aún, si ya se cuenta con estos servicios proporcionados por una
obra social) o de televisión por cable o satelital, y/o vivir en un country
o en un suntuoso inmueble (aunque no sea de su propiedad, si se abona
una suma dineraria en concepto de alquiler).

En relación con ello, un fallo -CNCiv., Sala G, 2-9-11, ED, 245-136-,


determinó que “si bien el accionado mencionó que su único ingreso es el
salario que percibe de su empleadora y que su tarjeta de crédito y caja
de ahorro registran un escaso nivel de gastos y movimientos, no ha de
perderse de vista que para obtener tales productos el interesado debe
acreditar frente a la entidad bancaria cierta solvencia económica que no
se condice con el nivel de erogaciones que se informan”.

Ese mismo fallo, agrega que:


“Si bien en la especie ha sido acreditada la remuneración que percibe el
padre por su actividad en relación de dependencia, lo cierto es que los
gastos que demandan la manutención del automotor, los de la vivienda
donde habita con su nueva familia y las necesidades de ésta y los
alimentos de la menor objeto de autos, conducen a presumir que no se
han demostrado la totalidad de los recursos del accionado, de ahí que
debe utilizarse la prueba indirecta o de presunciones y, en ese aspecto,
la falta de determinación de las remuneraciones autoriza a optar por el
criterio más favorable a la alimentada”.

Pero, aunque no consten dichos bienes a nombre del demandado, en


tanto resulta ser éste quien efectivamente los usufructúa, o si sus
gastos reflejan un alto nivel de vida, no podrá aducir —como ocurre con
inusitada frecuencia, a fin de eludir que el juez fije una cuota
alimentaria— que esos bienes se los presta algún familiar, amigo, o su
nueva pareja, o que todos sus gastos son solventados por aquellas
personas.

Nada impide que el actor se valga tanto de la prueba directa como de la


indirecta. De esta manera, el actor podrá certificar los reales ingresos
del demandado con una conjunción de ambas pruebas.

Pero, ya sea que los ingresos del demandado surjan de prueba directa o
indirecta —o de ambas— los medios probatorios a utilizar serán
similares. Puesto que el nivel de vida y/o los gastos del demandado—
que serán indicios o presunciones mediante los cuales el juez formará su
convicción respecto a la determinación de la cuota alimentaria y a su
monto- podrán surgir empleando la prueba documental, informativa,
testimonial o confesional.

El juez también podrá formar su convicción a través de un tercer


elemento:
la conducta procesal del demandado: por ejemplo., no contestar la
demanda, ni presentarse a la audiencia preliminar del art. 639 o a
absolver posiciones.

A fin de acreditar los reales ingresos del demandado, la parte accionante


podrá solicitar el nombramiento del interventor judicial informante, tema
que ya hemos visto en el módulo II.

En cuanto a la dificultad de acreditar los ingresos de quienes ejercen


una actividad laboral sin relación de dependencia, el fallo Capel. Civ y
Com. Mercedes, 18-5-11. ED- 245-189, manifestó:
“Sabido es que uno de los parámetros principales para fijar la cuota
alimentaria resulta ser el caudal económico del demandado obligado. En
autos, poco se ha acreditado y/o demostrado sobre las posibilidades
económicas del demandado alimentante. Respecto de la actividad
lucrativa que desempeña el accionado, podemos decir que se encuentra
acreditado en autos que se desempeña como martillero. No obstante
ello, no surgen con precisión los ingresos o ganancias que él mismo
obtiene de dicha actividad. Ahora bien, en este tipo de juicios, en los
que se trata de demostrar hechos y circunstancias de la realidad que el
demandado puede, a veces, fácilmente ocultar, cada parte está obligada
a aportar la prueba que está en mejores condiciones de producir. Así, el
demandado en el juicio de alimentos está obligado a prestar la
colaboración necesaria a efectos de que queden demostrados sus reales
ingresos".

Agregando: “A partir de que se encuentra reconocida la necesidad de la


prestación alimentaria, el tema de la carga de la prueba sobre los
ingresos del alimentante presenta matices en cuanto a la aplicación de
lo dispuesto por el art. 375 del Código Procesal, dada la necesidad de
cooperación del accionado, que se traduce en la carga específica de
explicar su situación patrimonial, sin circunscribirse a una cerrada
negativa, por encontrarse en inmejorables condiciones de aportar los
datos que se refieren al tema, dando como corolario que la carga
probatoria se encuentre, en principio, compartida, siendo por lo demás
que los aportes probatorios del demandado serán valorados por el juez
al fijar el monto de la pensión”.

Es de destacar que el CPCCN no establece un término de tiempo para la


producción de la prueba ofrecida por el actor, sin embargo, una muy
autorizada doctrina opina que el juez podrá fijar un plazo a tal efecto.

b) Aportada por el demandado


Referido a la preueba aportada por el accionado, el art. 643 del CPCCN
establece que: el demandado para demostrar la falta de título o derecho
de quien pretende los alimentos, así como la situación patrimonial
propia o de la parte actora, sólo podrá acompañar prueba instrumental o
solicitar informes (cuyo diligenciamiento no podrá postergar el plazo
fijado en el art. 644 de ese mismo Código).

Agrega en su parte final: “El juez al sentenciar valorará esas pruebas


para determinar el monto de la pensión, o para denegarla, en su caso”.
La limitación que emana del art. 643 en cuanto a los medios de prueba
otorgados al demandado para ejercer su defensa, se debe a que el
legislador quiso impedir con ello posibles maniobras dilatorias de parte
de aquel.

Sin embargo, parte de la doctrina y la jurisprudencia han entendido que


tal limitación afecta al derecho de defensa en juicio, motivo por el cual
resulta razonable admitir otros medios de prueba, en tanto éstos no se
utilicen para dilatar la fijación judicial de la cuota alimentaria.

En tal sentido, se ha admitido –CNCiv., Sala A, 5-10-84, LL, 1985-B-578


(caso 5431)- que el demandado podrá hacer uso de la prueba
confesional, testimonial y el reconocimiento judicial. En tanto, la
admisión de la prueba pericial es resistida por parte de la doctrina.

Sin embargo, otra doctrina acepta este medio de prueba, pero con
serios reparos (sólo si está plenamente justificada su producción), pues
la producción de ella insume un tiempo considerable que retrasará el
proceso (amén del mayor atraso que devengarán los incidentes
planteados con motivo de la impugnación al informe del perito
designado, y el pedido de explicaciones o la solicitud de aclaraciones
sobre puntos que se consideran oscuros en el informe pericial).

Entendemos, que hay que descartar este medio de prueba (pericial),


cuando es propuesto por el demandado, ya que resulta evidente que
retrasará el proceso.

La excepción a ello, es que sea el único medio probatorio mediante el


cual el demandado pueda ejercer su defensa, a fin de demostrar la falta
de título o derecho de quien pretende los alimentos, así como la
situación patrimonial propia o de la parte actora, pero se debe
desprender en forma verosimil de las circunstancias del caso, como así
también tener la certeza de que tal planteo no esconde la intención de
prorrogar el proceso para dilatar la fijación de la cuota o, lo que es peor,
ganar tiempo para colocarse en una situación patrimonial que
posteriormente haga imposible la ejecución forzada de la cuota fijada
(por ejemple, insolventándose de forma fraudulenta durante el
proceso).

No toda la doctrina y la jurisprudencia aceptan que se faculte al


demandado a hacer uso de otros medios de prueba, además de los
enunciados en el art. 643. Algunos autores entienden que resulta claro
que la enumeración que hace el art. 643 es taxativa y, por lo tanto, no
existe cabida para otro medio probatorio.
En el mismo sentido ha fallado parte de la jurisprudencia, al entender
que lo establecido en el art. 643 garantiza suficientemente el derecho de
defensa del demandado, y que posibilitarle otros medios de prueba
conllevaría alargar indebidamente el procedimiento –CNCiv., Sala D, 14-
8-79, ED, 85-504-.

Dentro de esta corriente jurisprudencial, algunos fallos, como por


ejemplo –CNCiv., Sala A, 16-5-94, LL, 1985-A-45- se han pronunciado a
favor de mantener la limitación probatoria establecida en el art. 643, al
entender que ello se justifica en la especial urgencia que la fijación de la
cuota requiere y la sumariedad de los juicios en que se la establece.

De todas maneras, se acepten o no otros medios de prueba además de


los determinados explícitamente en el art. 643, de acuerdo a lo que
establece el art. 644 del Código de rito nacional, el juez se verá obligado
a dictar sentencia dentro de los cinco días de producida la prueba
oportunamente ofrecida por el actor, con lo cual se limita el tiempo en
que el demandado puede producir la suya.

Aunque, si la contestación de los informes llega con posterioridad a esa


etapa al juzgado, éstos podrán ser agregados en la Alzada si la
sentencia ha sido apelada (conf. art. 495 del CPCCN).

INTERVENCIÓN DEL ABOGADO DEL NIÑO


La figura del abogado del niño fue introducida en nuestra legislación por
la ley 26.061, que en su art. 27, inc. c, dispone el derecho del niño, niña
y adolescente “a ser asistido por un letrado preferentemente
especializado en niñez y adolescencia desde el inicio del procedimiento
judicial o administrativo que lo incluya. En caso de carecer de recursos
económicos, el Estado deberá asignarle de oficio un letrado que lo
patrocine”.

Por ello, el inc. c del art. 27 de la ley 26.061 permite al niño/a o


adolescente que no alcanzó la mayoría de edad, y está inmerso en
conflictos familiares, participar en forma autónoma en el juicio que lo
involucre, siendo asistido por un abogado independiente.

No obstante esta norma legal, la Sala G de la CNCiv fallo: 17-4-12.


ElDial.com – AA776B, desestimó el pedido del niño para intervenir en un
juicio que lo involucraba con el patrocinio letrado del abogado del niño.

Al respecto, ese fallo determinó que:


“a poco que se repare, la participación personal prevista en el art. 27,
inc. c de la ley 26.061 está vedada por el Código Civil a los
denominados menores impúberes (art. 127) habida cuenta de su
incapacidad absoluta para realizar actos jurídicos. Desde la capacidad
progresiva dependerá de su grado de madurez, por lo cual no es
dificultoso concluir que, en el caso, la edad del menor —nueve años— no
habilita tal tipo de participación con asistencia letrada”.

Agregando para fundamentar mejor su postura que:

“Lo expuesto con anterioridad, no implica desconocer la importancia de


la participación personal del menor en los procesos judiciales que
pueden afectar sus intereses, consagrada en la Convención sobre los
Derechos del Niño como modo de preservar el interés superior del niño
y como expresión de la autonomía progresiva que se le reconoce. Dicha
participación exige garantizarle al niño el derecho a ser escuchado,
teniendo debidamente en cuenta sus opiniones en función de la edad y
la madurez (art. 12 C.D.N.), lo que debe considerarse cumplido dada la
entrevista personal mantenida con el niño por la Defensora de Menores
ante la Alzada”.

Este criterio, fue ratificado posteriormente por nuestro Máximo Tribunal


–CS, 26-6-12 y 27-11-12, Cuaderno Jurídico Familia, El Derecho n°35,
pp.10-13, que —al respecto— decretó: “Que en lo que respecta a la
capacidad de los niños para poder designar por sí un letrado
patrocinante que los asista en los términos de los arts. 12, inc. 2, de la
Convención sobre los Derechos del Niño; art. 27, inc. c de la ley 26.061
y art. 27 de la reglamentación aprobada por el decr. 415/06, cabe
recordar que esta Corte Suprema ha señalado que la citada Convención
ha reconocido que el niño es un sujeto de derecho pleno, sin dejar de
advertir que es un ser que transita un todavía inacabado proceso natural
de constitución de su aparato psíquico y de incorporación y arraigo de
los valores, principios y normas que hacen a la convivencia pacífica en
una sociedad democrática”.

Y continúa diciendo “Que sobre esa base, la ley 26.061, que establece
un sistema de protección integral de niños, niñas y adolescentes, debe
ser interpretada no de manera aislada sino en conjunto con el resto del
plexo normativo aplicable, como parte de una estructura sistemática, y
en forma progresiva, de modo que mejor concilie con la Constitución
nacional y con los tratados internacionales que rigen la materia, allí
previstos”.
“En este sentido, es necesario tener en cuenta una de las pautas de
mayor arraigo en la doctrina de este Tribunal, conforme a la cual la
inconsecuencia o falta de previsión jamás debe suponerse en la
legislación, y por esto se reconoce como principio inconcuso que la
interpretación de las leyes debe hacerse siempre evitando darles un
sentido que ponga en pugna sus disposiciones, destruyendo las unas por
las otras y adoptando como verdadero el que las concilie y deje a todas
con valor y efecto. Y comprende, además, su conexión con otras normas
que integran el ordenamiento vigente, del modo que mejor concuerde
con los principios y garantías de la Constitución Nacional”.

“Que, en virtud de la interpretación propuesta, las disposiciones del


Código Civil que legislan sobre la capacidad de los menores tanto
impúberes como adultos, no han sido derogadas por la ley 26.061 y no
conculcan los estándares internacionales en la materia”.

“De acuerdo con este régimen de fondo, los menores impúberes son
incapaces absolutos de hecho. No pueden, por sí mismos, administrar
sus bienes, disponer de ellos ni celebrar contratos, estando a cargo de
sus representantes legales, padres o tutores, la realización de todos
esos actos (art. 54, inc. 2°, del Código Civil). En consecuencia, los niños
no pueden realizar, por sí mismos, actos jurídicos como sería la
designación o remoción de un letrado patrocinante”.

“Que, en estas condiciones, corresponde confirmar la sentencia apelada


toda vez que la designación de una dirección letrada, por parte de los
menores, constituiría un acto nulo, de nulidad absoluta (arts. 1041 y
1047 del Código Civil)”.

“Que, sin perjuicio de lo expresado, cabe señalar que la ya aludida


Convención sobre los Derechos del Niño en su art. 12 le reconoce el
derecho a expresar su opinión y a ser escuchado”.

En contra de este criterio jurisprudencial de confundir capacidad


progresiva con el derecho al patrocinio letrado, se pronuncia Solari. Este
destacado doctrinario, manifiesta que el derecho a tener un patrocinio
letrado es independiente de la capacidad progresiva.

Agrega Solari: “Dicho en otros términos, la capacidad progresiva del


sujeto refiere a la mayor o menor influencia de su voluntad en las
cuestiones a resolver y no al derecho de contar con asistencia letrada en
el juicio. Ello, en virtud de que el art. 27 de la ley 26.061 no condiciona
tal intervención a la edad del sujeto, por lo que la designación deberá
hacerse en todos los casos en que se halle en juego cuestiones que lo
afecten”.

Y finaliza diciendo que “la figura del abogado del niño debe estar
presente en todo procedimiento en el cual se sustancien aspectos que
atañen al niño”.

Por otra parte, se ha discutido la coexistencia del abogado del niño con
el Defensor de Menores, en este sentido, señala García Méndez que
ambas figuras pueden coexistir, pues mientras el abogado del niño
acompaña, asiste o representa al niño/a o adolescente, el Asesor de
Menores defiende los intereses del Estado.

Pero, el Asesor de Menores no podrá ser designado como abogado del


niño. el juez sin necesidad de petición de parte, deberá dictar sentencia
dentro de cinco días, contados desde que se hubiese producido la
prueba ofrecida por la parte adora. Admitida la pretensión, el juez fijará
la suma que considere equitativa y la mandará abonar por meses
anticipados, desde la fecha de interposición de la demanda. Las cuotas
mensuales a que se refiere este artículo, como también las
suplementarias previstas en el siguiente, devengarán intereses desde la
fecha fijada en la sentencia para el pago de cada una de ellas”.

La sentencia que fija los alimentos, tendrá determinadas características,


a saber:

1o) No hace cosa juzgada material, pues la cuota alimentaria puede ser
aumentada, disminuida e, incluso, cesar.

2o) Se aleja del principio procesal de congruencia. En tal sentido,


podemos decir que en los procesos de familia —entre los cuales se
encuentra el de alimentos- este principio no tiene aplicación estricta. Por
lo cual, el juez podrá apartarse del importe solicitado en concepto de
cuota alimentaria si la considera exigua o, por el contrario, exorbitante.

En virtud de la nueva ley de mediación 26.589, la cuota alimentaria


fijada en la sentencia se retrotrae al inicio de la mediación.

a) Determinación del importe de la cuota alimentaria


La determinación del monto de la cuota alimentaria es, quizás, uno de
los temas más difíciles de abordar por nuestros magistrados, ya que, en
esta problemática y en la mayoría de las cuestiones de familia, se
entrecruzan no sólo factores de índole jurídicos, sino económicos,
emocionales, históricos y culturales.
A esta realidad, se suma el hecho de que al no surgir el monto de la
cuota alimentaria del acuerdo de las partes, su establecimiento generará
alegrías y rechazos entre los litigantes, pues estadísticamente se puede
constatar que rara vez la cuota fijada conforma a ambas partes.

Es que, nuestro sistema legal deja librado al prudente arbitrio del juez o
tribunal la determinación del importe de la cuota, en cada caso
concreto.

Las legislaciones de varios países implementan el mismo sistema, pero


otras cercenan esta facultad del juez y establecen el monto de la cuota
según baremos preestablecidos (por ejemplo, el importe va a resultar
del entrecruzamiento de los ingresos del alimentante y la cantidad de
alimentados).

Con basamento en el sistema adoptado por nuestra legislación para fijar


la cuota alimentaria en sede judicial, en fallo –CNCiv., Sala E, 14-7-00,
ED, 193-501- se entendió que el establecimiento de la cuota
alimentaria ha de constituir la culminación de un proceso de valoración
de todas las circunstancias determinantes de la misma, ponderación a la
que no son ajenas la prudencia y la objetividad.

En el mismo sentido, se dijo que:

“Si bien la cuota alimentaria se establece en base a un porcentaje de los


ingresos o a una suma fija, dicho análisis no debe fundarse en meros
cálculos aritméticos. Así, el juez debe analizar con prudente criterio las
múltiples circunstancias relacionadas con las necesidades del reclamante
y del propio alimentante para estimar el monto adecuado a la cuota”.

Alguna jurisprudencia ha señalado que “la fijación de la pensión


alimentaria no consiste en una operación estrictamente matemática”9,
como también que “dada la necesaria consideración de los diversos
factores con incidencia en el asunto”.

Se agregó que:

“la fijación de la cuota alimentaria, es materia librada al prudente


arbitrio judicial y en lo que respecta a la proporcionalidad entre el sueldo
del demandado y la cuota de alimentos no puede encasillarse en
cálculos matemáticos”.
Se podrá estar a favor de uno o de otro sistema, porque ambos tienen
su arista positiva y negativa.

En el de la cuota fijada mediante un baremo establecido legalmente (y


actualizable), se podrá argumentar —a su favor— que el importe de la
cuota ya no depende de la discrecionalidad y subjetividad del juzgador.

Pero como contrapartida, en este sistema que adoptan algunas


legislaciones extranjeras, no se tendrán en cuenta ciertas
particularidades específicas del caso.

Entendemos que para fijar la cuota alimentaria se va a tener en cuenta


no sólo los ingresos del alimentante y la cantidad de alimentados que
reclaman aquella, sino también la edad de uno y de otro, condición
social y económica en que ambos se desenvuelven, las concretas
necesidades de quienes reclaman los alimentos, el nivel social de que
gozaban éstos antes del desmembramiento familiar y el que tienen al
momento del reclamo alimentario, etcétera.

b) Diversos parámetros para fijar la cuota alimentaria


La jurisprudencia ha impuesto diversos parámetros para fijar la cuota
alimentaria, sobre todo cuando de hijos menores de edad se trata.

1) Ingresos pecuniarios del demandado y necesidades alimenticias del


actor

Como bien señala Bossert y jurisprudencia acorde, hay dos parámetros


básicos que el juez no puede dejar de sopesar para fijar la cuota de
alimentos: las posibilidades pecuniarias del demandado y las
necesidades alimentarias del actor.

Con relación a ello, se entiende que debe buscarse un prudente


equilibrio entre los factores que adquieren relevancia en materia
alimentaria, atento a que la cuota debe guardar relación con las
necesidades que tiende a cubrir y la aptitud del obligado para llenar tal
finalidad.

Asimismo, se determinó que si bien “la fijación de la cuota alimentaria


debe permitir satisfacer las distintas necesidades del alimentado, la
graduación de su monto debe realizarse de manera tal que no exceda
las posibilidades del alimentante”.

En fallo –Capel. Civi y Com. 3° Nom., Santiago del Estero, 18-2-13,


Rubinzal on line, RCJ 11990/13- se estableció que:
“el quantum de la cuota alimentaria debida por el padre a sus hijos
menores de edad, depende de las necesidades del hijo menor de edad
(que se presumen) y de la capacidad económica del alimentante”.

En consecuencia, “la fijación de la cuota representa la culminación de


una tarea tendiente a lograr un prudente equilibrio, entre el monto de la
misma, las exigencias a cubrir y la aptitud de llenar tal finalidad del
alimentante”.

Para la determinación del caudal económico con que cuenta el


demandado deberán tomarse los ingresos netos, entendiendo por tales
aquéllos que resultan de deducir de las entradas brutas las sumas
correspondientes a los descuentos obligatorios por ley, pero sin
considerar aquellos descuentos que correspondan a consumos o
medidas cautelares decretadas en contra de aquel.

Con relación a las necesidades económicas de los alimentados, se señaló


fallo –C.Apel. Concepción del Uruguay, Sala Civ. Y Com. 21-4-99, JA,
2005.III-1453, sum.93- que, si bien aquellas deben ser contempladas
en la fijación de los alimentos, no cabe incluir rubros que no
correspondan exclusivamente a cubrir dichas necesidades.

Alguna decisión judicial también expresó que:

“el límite de la cuota alimentaria está dado por las necesidades del hijo
y no por la fortuna del progenitor, ya que se trata de que se vean
satisfechas las necesidades materiales y espirituales del menor”.

En similar sentido, se ha establecido –CNCiv., Sala D, 15-2-84, ED, 109-


353 que:

“en materia de alimentos ha de reconocérseles preponderancia no tanto


a los medios materiales con que cuenta el obligado, sino a los
requerimientos cuya cobertura se procure, relegando a un segundo
plano la ponderación de la trascendencia pecuniaria y composición del
patrimonio del alimentante, pues en la medida en que las aspiraciones
asistenciales se vean plenamente colmadas en orden a las
circunstancias personales y a la condición de la parte beneficiaria,
quedará satisfecho el derecho de ésta y se agotará su interés en
compeler al deudor al cumplimiento de prestación adicional alguna a su
favor”.

Siguiendo tal línea de pensamiento, algún fallo dijo que “no porque el
padre tenga cuantiosos bienes debe fijarse una pensión millonaria que
guarde estricta relación con el valor de éstos, máxime cuando aquél
conserva el poder de decisión pertinente emanado de la patria potestad
y puede, por ende, negar lo que a su juicio resulte superfluo, cualquiera
sea la capacidad económica que posea”.

Otra jurisprudencia opinó que para determinar el monto de la cuota


alimentaria “el juez debe tener en cuenta la fortuna de quien está
obligada a prestarla”, fallo CNCiv., Sala B, 3-8-77, LL, 1978-C-663-.

En el mismo orden de ideas, se entendió que, a fin de fijar los


alimentos, debe tenerse en cuenta —en primer lugar— el monto de los
ingresos del demandado.

2) Ingresos del demandado provenientes de un trabajo bajo relación de


dependencia, o de su actividad laboral ejercida de forma libre.

Si la actora no ha solicitado que la cuota sea determinada en una suma


fija o en un porcentaje de los ingresos del demandado, el juez o tribunal
va a tener que resolver al respecto. Y para ello, el juzgador deberá
apreciar si el demandado trabaja bajo relación de dependencia o no.

Por lo general, cuando el alimentante tiene ingresos fijos provenientes


de un trabajo en relación de dependencia, siempre es aconsejable fijar
los alimentos en un porcentaje de los mismos, como manera de
mantener el equilibrio entre las necesidades y las posibilidades del
alimentante.

Al respecto, se estimó que:

“es procedente que la cuota alimentaria sea fijada en un porcentaje de


los Ingresos del demandado, cuando las únicas entradas de éste
provienen de su sueldo o jubilación” –CNCiv. Sala D, 10-9-76, Rep LL
1977-75, sum 106-, ya que “así se evita la proliferación de incidentes
tanto de aumento como de disminución de la cuota, en caso de que las
entradas experimenten alguna modificación”. CNCiv. Sala K, 23-4-96.
ED, 168-633.

En el mismo sentido, cierta jurisprudencia determinó que “el


otorgamiento de un porcentaje sobre los haberes del obligado como
modo de dependencia, pero —además— realiza otras actividades que le
reportan ingresos se determinó en sede judicial, que es procedente que
la cuota absorba una proporción más importante de los ingresos fijos
que aquel percibe de una fuente laboral estable.
Agregándose que:

“en suma, el sistema enunciado de tomar un porcentual mayor de los


haberes provenientes de una de las fuentes con que cuenta el
alimentante, en términos relativos no constituye una exorbitancia, cómo
podría parecer a primera vista, sino que tiene la ventaja de contemplar
el conjunto de las entradas de que se trata y, al mismo tiempo, facilitar
la percepción de la pensión al referirla exclusivamente a una de ellas”.
- fallo CNCiv. Sala D, 14-3-85, LL 1986-B-608 (37-190-S)-

Como vemos, queda en claro que en materia de alimentos, la


jurisprudencia no se atiene a porcentajes fijos, sino que los establece de
acuerdo a cada caso concreto (en algún caso, se ha llegado a fijar la
cuota en un 50% de los ingresos que percibía el alimentante por todo
concepto -fallo CNCiv., Sala E 29-5-00, ED, 191-395-), para lo cual será
fundamental tener en cuenta, además, de los ingresos del alimentante,
las necesidades de los alimentados.

Cuando los ingresos del demandado fueran variables mes a mes, el


alimentante no se desempeñe bajo relación de dependencia (por
ejemplo, ejerza un oficio o profesión por su cuenta, sea comerciante o
empresario) o frente a la imposibilidad de determinar con exactitud sus
ingresos, en principio, resultará adecuado que el juzgador determine la
cuota en una suma fija de dinero.

3) Nivel de vida que llevaban los alimentados cuando la familia se


encontraba conviviendo

Este es otro de los criterios que ha tenido en cuenta la jurisprudencia


para fijar la cuota alimentaria. – fallo CNCiv., Sala F, 17-9-98, LL, 199-
D-208-

En tal sentido, se dijo que:

“a efectos de fijar la pensión alimentaria cobra particular relevancia la


acreditación del nivel de vida que llevaba la familia antes de la
separación de las partes, el que debe tratar de mantenerse a pesar de la
ruptura”. CNCiv. Sala F, 15-4-85, LL, 1986-B-612 (37.204)

Asimismo, que corresponde establecer la cuota procurando preservar el


nivel de vida de que gozaba la alimentada. CNCiv. Sala J, 3-5-11, ED,
245-116.-
Y más concretamente, que:

“corresponde confirmar la sentencia que fijó la cuota alimentaria debida


por el padre a sus hijos en un 23% para los hijos menores y un 13%
para la hija mayor, por cuanto teniendo en cuenta que los niños se
encuentran en la adolescencia, no aparece exagerado el porcentaje
dispuesto por el a quo, tendiente a preservar el mantenimiento de
similar ritmo de vida que llevaban antes de la separación de sus
progenitores”. Capel. Civ. Com. Lab. Y Minería, Sala I, Neuquen, 11-4-
13 RC online J9187/13.-

Por lo tanto, el criterio jurisprudencial imperante, aunque no unánime,


entiende que, en lo posible, la cuota alimentaria debe procurar
mantener el nivel de vida llevado por la familia antes de la separación
de los cónyuges.

4) Valoración de todas las circunstancias del caso.

También, ha sido incluido en sede judicial este parámetro, a fin de fijar


la cuota por alimentos.

En fallo CNCiv. Sala G, 19-12-85, LL, 1986-B-72, se decidió que:

“el establecimiento de la cuota alimentaria no ha de ser el mero


colorarlo de la interposición de la respectiva demanda, sino que debe
constituir la culminación de un proceso de valorización de todas las
circunstancias determinantes de la cuota, ponderación a la que no son
ajenas la prudencia y la objetividad, máxime cuando la primera
descansa preponderantemente en la segunda”.

En el mismo orden de ideas: “La cuota alimentaria debe fijarse teniendo


en cuenta todas las circunstancias determinantes respecto del
alimentado —necesidades de subsistencia, habitación, vestuario,
esparcimiento, asistencia, educación y gastos por enfermedad — y del
alimentante —grado de instrucción, medios económicos, etc. — , ya que
es la culminación de un proceso de valoración y no el corolario de la in-
terposición de la demanda”. Cciv. Com y de Garantías en lo Penal,
Zárate, 17-4-01, DJ, 2002-2-215.-

5) La falta de acreditación fehaciente de los ingresos del alimentante, no


obsta a la fijación de la cuota alimentaria.

Aun cuando los ingresos del alimentante no se encuentren


fehacientemente acreditados, se entendió en fallo -CNCiv. Sala F 14-4-
85, LL 1986-B-612-, que ello no obsta a la fijación de la cuota, puesto
que a tal fin no es indispensable la demostración exacta y mediante
prueba directa de la capacidad patrimonial del obligado, ya que para su
apreciación bastan las presunciones que dan una idea aproximada de
dicho caudal y que, por lo demás, deben ser apreciadas con criterio
amplio y favorable a la prestación que se persigue.

En el mismo sentido, se resolvió que:

“si no existen pruebas suficientes para determinar concretamente los


ingresos del obligado, ello no es óbice para establecer la cuota de
alimentos correspondiente...A tal efecto, es dable considerar las
presunciones que emanan de hechos reales y probados en los autos,
apreciados con criterio amplio y favorable a la prestación alimentaria”.
CNCiv. Sala E, 3-5-85, LL 1986-E-705 (37.470-S).-

Asimismo, en fallo CNCiv. Sala E, LL 1987-E-24, se dijo que:

“aunque no se hubieran producido pruebas suficientes como para


determinar los exactos ingresos del demandado, ello no es obstáculo
para establecer una cuota alimentaria acorde con las necesidades de los
menores y las posibilidades económicas del padre, conforme a las
pruebas acumuladas en el expediente”.

Más recientemente, se determinó:

“A fin de determinar el quantum de la cuota alimentaria, no es necesario


que la justificación de los ingresos del obligado resulte de prueba
directa, sino que basta la mera indiciaría, pues, no se requiere la
determinación exacta de su patrimonio, sino que simplemente debe
contarse con un mínimo de elementos que permitan ponderar su
capacidad económica”. CNCiv. Sala E, 30-11-10, Revista de Derecho

6) Existencia de otras personas a cargo del alimentante

En tal caso, algún fallo admitió que la existencia de otras personas a


cargo del alimentante, puede ser un elemento de juicio a tomar en
consideración para determinar el monto de la cuota, pero no justifica la
fijación de un monto tal que no permita cubrir las necesidades
indispensables de los beneficiarios.

Con posterioridad, se ratificó esta posición jurisprudencial – fallo CNCiv.


Sala H, 4-4-11. Cuaderno Jurídico Familia, El Derecho, n°18 p.26.-
Por el contrario, otro fallo desechó la posibilidad de contemplar esta
circunstancia, al decir que el hecho de que el obligado al pago de los
alimentos tenga otro hijo a cargo, fruto de una unión posterior, sólo
puede incidir —en principio— en el mayor esfuerzo que cabe exigirle
para dar cumplimiento a tal obligación. CCiv. Y Com. 1°, Bahía Blanca,
19-7-07, LL. Buenos Aires, 2007-1165

7) Hijo menor que pasa considerable tiempo en la casa del progenitor


alimentante

Planteado en sede judicial, un caso con tales características, se resolvió


que a los efectos de determinación de la cuota alimentaria debe
capitalizarse a favor del demandado (en el caso, el padre del menor) el
largo tiempo que el hijo pasa en la casa paterna y la ponderable
dedicación que le brinda. CNCiv. Sala B, 3-9-81. RED, 17-119, sum.
235.

8) Sumas que el alimentante pasaba al alimentado por voluntad propia

Reviste singular importancia, para la jurisprudencia, a efectos de fijar la


cuota alimentaria, las sumas que en concepto de alimentos se; asaban
originariamente y voluntariamente al alimentado por parte del deudor
de la prestación.

9) Influencia de la falta de contacto con los hijos

En este tema, la jurisprudencia 149 ha determinado que la falta de trato


con los hijos es una circunstancia que no puede ser tenida como
incidencia en el monto de la cuota de alimentos por fijarse; el
alimentante, en todo caso, tiene a su alcance las vías procesales idóneas
para hacer cesar dicha situación si no le es imputable.

10) Disminución de la capacidad laboral del alimentante

Para fijar el quantum de la cuota alimenticia, se tuvo en cuenta el hecho


de que el demandado haya probado en autos padecer una disminución
temporaria en su capacidad laboral.

11) Cesación de la cuota respecto de otros alimentados

La jurisprudencia151 entendió que a los efectos de valorar el monto de la


cuota alimentaria debe tenerse en cuenta la circunstancia de la cesación
de la obligación alimentaria respecto de otros dos hijos mayores de
edad, pues este hecho coloca al alimentante en mejor situación
económica para afrontar la cuota que se le reclama”. CNCiv. Sala F, 17-
9-98, LL, 1999-D-208.

12) Edad de los hijos

En fallo CNCiv. Sala C, 31-8-71, ED, 41-615, sum. 32, se decidió que en
la fijación de la cuota alimentaria, debe tenerse en cuenta la edad de los
hijos. Consecuencia de ello, cierta jurisprudencia entendió que “la mayor
edad de los hijos menores del matrimonio, autoriza también a presumir
la existencia de mayores necesidades en los gastos de alimentación,
vestimenta, etc., circunstancia que debe computarse en la fijación de la
cuota alimentaria”.

13) Consideración de los ingresos de otro obligado del mismo grado

Se tuvo en cuenta para fijar la cuota alimentaria al padre de los


menores, la formación profesional de la madre y su experiencia laboral
previa. CNCiv. Sala G, 29-2-12. Cuaderno Jurídico de Familia, El
Derecho, Buenos Aires, 2013, 41, p. 24.-

14) Lugar donde habitan los alimentados y el alimentante

Alguna jurisprudencia manifestó que “a los efectos de la fijación de la


cuota alimentaria, debe ser debidamente ponderado el hecho de que los
alimentados habitan en el inmueble que fuera sede del hogar conyugal,
mientras que el alimentante convive, con su madre y su tía, en un
departamento más pequeño —extremo que pone de relieve la
imposibilidad de establecerse solo—, con las consiguientes
connotaciones de carácter económico que de ello puedan inferirse”.
CNCIV, SALA A, 22-6-95, ED, 167-702, SUM 6487.

COSTAS DEL PROCESO

a) Cuando se acoge el reclamo alimentario


La jurisprudencia ha establecido como principio rector en la materia que,
si se acoge la pretensión alimentaria, las costas deberán ser soportadas
por el alimentante.

En ese sentido, se ha dicho que el principio general en materia de


alimentos es que las costas han de imponerse al alimentante, pues lo
contrario llevaría a gravar la pensión fijada a favor de los beneficiarios.
Por lo cual, no deben ser Impuestas a los alimentados.
En el mismo sentido, que “en los juicios por alimentos las costas deben
imponerse al obligado al pago, a fin de no gravar las cuotas cuya
percepción resulta indispensable para la manutención de los menores de
edad”1.

También, que:

“en materia de alimentos, las costas deben ser soportadas por el


alimentante, ya que lo contrario importaría tanto como desvirtuar la
especial esencia de la prestación, gravando cuotas cuya percepción
íntegra se presume ante una necesidad de subsistencia del beneficiario".

Inclusive, se ha determinado que no resulta motivo suficiente para


enervar la aplicación del principio general de imposición de costas al
alimentante, el hecho de que el beneficiario apareciera sustancialmente
vencido por no haberse demostrado el nivel de ingresos que se
atribuyeron en la demanda, dado que el hecho determinante en los
procesos de alimentos lo constituye la procedencia de la pretensión
alimentaria.

Tampoco, que el monto de la cuota fijada en la sentencia sea inferior al


que ha sido demandado, pues de otro modo se vería disminuida la
posibilidad de los alimentados para atender a sus necesidades.

De forma más tajante, se dispuso en fallo CNCiv. Sala I, 24-11-11, ED,


247-243, que:

“dado el carácter asistencial de la prestación alimentaria, justifica —en


principio— apartarse del principio objetivo de la derrota en materia de
costas, ya que de otro modo se vería disminuida la posibilidad del
alimentista de atender a sus necesidades”.

Se determinó que no obsta para la aplicación del principio general


precitado en materia de alimentos, que la actora haya peticionado
rubros que consideró necesarios, pero que —en definitiva— fueron de-
clarados improcedentes, pues ello no puede ser calificado como plus-
petición inexcusable y, en consecuencia, no autoriza a apartarse del
principio general mencionado. CNCiv. Sala K, 25-6-93, LL, 1994-C-91.

Incluso, cuando no haya prosperado en su totalidad la pretensión


alimentaria de la accionante, las costas deben ser soportadas por el
alimentante, pues en los juicios de alimentos la imposición al
demandado está determinada por la naturaleza del juicio, ya que admitir
lo contrario significaría hacer recae el importe de ellas sobre las cuotas
fijadas, quedando así desvirtuada la finalidad de las obligación al
disminuir la pensión, desconociendo su finalidad asistencial.

Se agregó, que la condena en costas al alimentante “no es una sanción


contra el litigante perdidoso, sino el medio para resarcir los gastos que
se ha visto obligado a hacer el vencedor para conseguir el
reconocimiento de sus derechos”.

Más recientemente, aplicando este mismo criterio jurisprudencial, se


resolvió que “en los procesos de alimentos, las costas deben imponerse
siempre al alimentante, salvo casos excepcionales de planteos
irrazonables o abusivos”. C.Apel. Familia Mendoza, 6-12-13, RC,
J3176/13.-

Pero, el principio según el cual las costas en el juicio de alimentos deben


ser soportadas por el alimentante, se decretó que no es absoluto, sino
que reconoce atemperaciones cuando así lo aconseja e impone la
justicia del caso. C.Apel. Civ. Com. y Lab. Reconquista, 10-6-13, RC,
J13960.-

Este principio general destinado a proteger la incolumidad de la


prestación alimentaria, “no puede ser aplicada ciegamente y sin
consideración de los factores que determinan la condena en costas en
cada supuesto particular que le toca decidir al órgano jurisdiccional. No
puede escaparse a la comprensión del juzgador que el mantenimiento a
ultranza del mencionado principio derivaría en la inmune protección de
planteamientos aventurados o en la libre resistencia caprichosa frente a
articulaciones ajustadas a derecho”.

Por lo cual, se eximió del principio general en materia de alimentos,


cuando se ha configurado una situación especial que da lugar a que las
costas sean distribuidas entre ambas partes. CNCiv. Sala G, 10-11-87,
LL, 1089-A-722, sum. 78.-

Siguiendo esta corriente jurisprudencial, se estableció en fallo CNCiv.


Sala A, 23-11-98, LL, 1999-E-30, que las costas deben distribuirse en el
orden causado cuando ambas partes hubieran resultado parcialmente
perdidosas en el juicio de alimentos.

b) Cuando se arriba a una transacción o acuerdo en sede judicial o a


un convenio homologado judicialmente.
El art. 73 del CPCCN dispone que cuando el juicio termine por
transacción o conciliación las costas serán impuestas en el orden
causado a ¡as partes que celebraron tal advenimiento.

Sin embargo, tratándose alimentos, cierta jurisprudencia hizo excepción


de lo estipulado en tal normativa, con el propósito de evitar que las
cuotas de alimentos sufran una disminución en la pensión fijada por
tener que soportar los gastos causídicos, aduciéndose “que admitir la
tesis confiara, haría recaer el importe de las costas sobre las cuotas
fijadas en beneficio de los alimentados, quedando así desvirtuada la
finalidad de esta obligación”.

c) Cuando el demandado se allana a la pretensión alimentaria


Para alguna jurisprudencia, el hecho de allanarse en la pretensión de
quien solicita los alimentos, no modifica lo establecido en el principio
general.

En fallo CNCiv. Sala E, 25-10-95, LL 1997-D-830 (39.622-S), se


determinó que la condena en costas del alimentante está dada por la
índole especial del juicio de alimentos, aun cuando hubiere mediado
allanamiento, pues de lo contrario se estaría gravando las cuotas cuya
percepción íntegra se presume como una necesidad de subsistencia de
los beneficiarios.

También, que a efectos de no imponer las costas al obligado a pasar


alimentos no resulta suficiente el allanamiento, si a él se llegó por medio
de un acuerdo al que se arribara luego de un tiempo prolongado desde
la fecha de iniciación del pedido alimentario. CNCiv. Sala E, 16-9-87, LL
1989-A-722, sum.80.-

Más recientemente, en fallo C.Apel. Familia Mendoza, 6-2-13, RC online


J3176/13, se ratificó este criterio jurisprudencial, pues se considera que
persisten las mismas razones de no afectar la cuota alimentaria y que,
en definitiva, fue necesario para el alimentado iniciar el juicio para
lograr certeza respecto de su derecho de cobro y tornar ejecutable el
crédito.

Contrariamente, para otra jurisprudencia el allanamiento faculta al juez


para apartarse del principio general, lo cual ha sido criticado por la
doctrina cuando se trate de los alimentos correspondientes a los hijos
menores de edad. CNCiv. Sala I, 4-4-89, LL 1990-D-467.-

d) Cuando la cuota de alimentos ha sido consignada judicialmente


En este caso, hay que diferenciar dos situaciones:

Primer caso: cuando el alimentante consigna la cuota alimentaria, se da


traslado de ello al alimentado que se opone al monto consignado, y el
juez rechaza la consignación efectuada en base a los argumentos
impetrados por el beneficiario.
En este supuesto, se aplica el principio general que establece el CPCCN
en su art. 68: las costas recaen sobre la parte vencida (en este caso, el
alimentante).

Segundo caso: cuando el juez haga lugar a la consignación efectuada,


pese a la oposición del alimentado.
En este caso, en principio se aplica el principio general precitado (costas
al vencido, en este caso, el alimentado).

Sin embargo decimos en principio, pues el juez puede excepcionar de


este principio general (conforme lo faculta el párrafo segundo de la
norma legal mencionada).

Por lo que el juez podrá eximir en forma total o parcialmente del pago
de las costas al alimentante, siempre que encontraré mérito para ello,
expresándolo en su pronunciamiento, bajo pena de nulidad.

RECURSOS:

De apelación

El art. 647 del CPCCN determina: “La sentencia que deniegue los
alimentos será apelable en ambos efectos. Si los admitiere, el recurso se
concederá en efecto devolutivo. En este último supuesto, una vez
deducida la apelación, se expedirá testimonio de la sentencia, su que se
reservará en el juzgado para su ejecución, remitiéndose inmediatamente
las actuaciones a la cámara”.

Por lo tanto, el art. 647 del CPCCN resuelve que si la sentencia admite la
petición de alimentos, la apelación sólo se concederá en efecto
devolutivo. Mientras que si la deniega, el recurso de apelación se deberá
conceder con ambos efectos.

Con el mismo criterio, el art. 376 del Cód. Civ. establece “de la
sentencia que decrete la prestación de alimentos, no se admitirá recurso
alguno con efecto suspensivo".
Es por ello que la sentencia que admite los alimentos es directamente
ejecutable, de acuerdo a lo establecido en el art. 648 o en el 502 y ss.
del CPCCN, a elección del actor, sin necesidad de aguardar lo que se
resuelva en segunda instancia.

Pero, en fallo CNCiv. Sala A, 15-11-88, ED, 134-241, se ha establecido


que:

“la ejecutoriedad de la sentencia de alimentos, en virtud de la cual el


recurso de apelación se concede al solo efecto devolutivo, es una
solución de carácter excepcional que se explica por la índole asistencial
del reclamo y la necesidad de acudir en forma inmediata a la protección
debida; más no puede extenderse a los montos correspondientes a
períodos ya devengados sobre los que pende la definitiva determinación
y que, por lo demás, sólo habrán de compensar erogaciones ya
efectuadas a deudas contraídas, más no en el mantenimiento actual del
alimentado que, por eso mismo, puede aguardar hasta el
pronunciamiento que decida la apelación interpuesta contra la sentencia
que admitió el reclamo alimentario y fijó la cuota”.

Del texto legal trascripto ut supra, se desprende que el Código de forma


nacional sólo se refiere en materia recursiva a la apelación contra la
sentencia que clausura el proceso, determinando la forma en que debe
concederse este recurso.

Sin embargo, y aunque la norma no lo diga, resultan admisibles la


aclaratoria y la revocatoria.

Si con posterioridad a la ejecución de la sentencia que fija la cuota


alimentaria, en segunda instancia aquella se reduce o se deja sin efecto,
ello no faculta al alimentante para exigir la devolución de lo abonado o
la compensación con futuras cuotas, a tenor de lo proscripto por los
arts. 374 186 y 376 del Cód. Civil.

Conteste con ello, la jurisprudencia señaló que:

“el importe en concepto de alimentos no debe devolverse o restituirse si


la sentencia que los acordó es modificada en la alzada, principio éste en
cuya virtud no es dable admitir que la cuota menor obtenida se
compense con las abo­nadas durante el lapso de sustanciación del
recurso, porque hasta ese momento, dado el efecto con que éste fuera
concedido (devolutorio), existió el derecho a percibir el importe mayor”.
La única excepción a la repetición a los alimentos abonados (o a su
diferencia) es que, en segunda instancia, surja que la cuota ha sido
fijada mediante el empleo de dolo.

Asimismo, el art. 242 del CPCCN resulta inaplicable en los procesos por
alimentos y, por lo tanto, no rige la inapelabiiidad por el monto como
para otros procesos, dado que esa misma norma procesal así lo explícita
en su parte final.

Sin embargo, la jurisprudencia señaló al respecto que: “Cuando el art.


242 del Cód. Proc. Civil y Comercial refiere a que la inapelabilidad por el
monto no resulta aplicable a los procesos de alimentos, sólo se refiere a
aquéllos en los que se fija concretamente la cuota alimentaria, mas no
cabe aplicar tal excepción respecto de las demás incidencias que no
tengan estricta relación con la fijación de ésta”. CNCiv. Sala C, 26-2-13.
Revista de Derecho de Familia y de las Personas, La Ley, Buenos Aires,
Octubre de 2013, año V, n° 9, p.113.-

Dentro del ámbito jurisdiccional regulado por las normas del CPCCN, la
apelación contra la sentencia dictada en un proceso por alimentos se
concede en relación (conforme se desprende del art. 243 de ese mismo
Código), motivo por el cual, no existe la posibilidad que la causa se abra
a prueba en esta instancia, ni tampoco es posible la alegación de hechos
nuevos (según lo establecido en el art. 275 del CPCCN 192); prohibición
que se hace extensiva a la agregación de documentos y a las
pretensiones o defensas ajenas a las que fueron objeto del debate en la
instancia precedente.

Kielmanovich nos ilustra al respecto:

“en la apelación en relación, la Alzada tiene una función revisora pero no


renovadora del proceso, limitada al examen de justicia o regularidad de
la sentencia, teniendo para ello en cuenta únicamente las actuaciones
producidas en primera instancia”.

Agrega este autor: "que el examen en esa instancia se reduce a la


concreta determinación de si los hechos alegados por las partes en los
escritos constitutivos del proceso, “así como las pruebas producidas en
la instancia anterior han sido correctamente apreciados y valorados por
el a quo o si la aplicación de la norma jurídica constituye una derivación
razonada de esos mismos hechos...En otras palabras, la apelación en
relación sujeta la decisión la decisión de la cámara al material fáctico y
probatorio colectado en la primera instancia, a partir del cual se deberá
analizar el acierto o el desacierto del juez de la primera instancia en el
juzgamiento de la pretensión y de su oposición”.

En el mismo sentido, se ha establecido que en los juicios de alimentos


no corresponde hacer lugar al pedido de apertura a prueba en segunda
instancia, quedando a los interesados la facultad de pedir los cambios
que aconsejen las nuevas circunstancias por vías independientes.

Y, en el mismo orden de ideas: “El pedido de realización de prueba en


segunda instancia no ha de tener una recepción favorable porque en los
recursos concedidos en relación no procede el replanteo de las pruebas”.

También, que concediéndose el recurso en relación “el Tribunal debe


fallar teniendo en cuenta las actuaciones producidas en primera
instancia, no pudiendo abrirse la causa a prueba ni alegarse hechos
nuevos conforme lo establece el art. 275 del Cód. Procesal”.

Sin embargo, en cuanto a la prueba se podrán incorporar a la causa los


informes solicitados por el demandado mediante oficio judicial, que no
hubieren sido contestados hasta la finalización de la etapa probatoria en
primera instancia.

Asimismo, en fallo CNCiv. Sala B, 4-7-91, ED 143-660 de segunda


instancia, se aceptó la introducción de cuestiones derivadas de hechos
posteriores a la sentencia apelada, con fundamento en lo preceptuado
por el art. 163, inc. 6o, párr. 2o de la ley ritual.

Una muy autorizada doctrina entiende que, tratándose de los alimentos


debidos a los niños/as, el recurso de apelación interpuesto por su
representante legal debería ser concedido libremente —y no en
relación—, a tenor del principio del interés superior del niño establecido
en la Convención sobre los Derechos del Niño.

b) Extraordinario
En principio, el recurso extraordinario no es procedente para la
sentencia dictada en un proceso de alimentos por cuanto lo establecido
en dicha sentencia nunca es definitivo, ya que la cuota alimentaria
puede variar tantas veces como varíen las circunstancias por las cuales
ha sido fijada.

Sin embargo, nuestro Máximo Tribunal en un fallo de hace algunas


décadas, dijo que:
“si bien las resoluciones dictadas en materia de fijación de cuota
alimentaria no constituyen sentencias definitivas a los efectos del
recurso extraordinario, pues dejan abierta la posibilidad de modificar el
criterio con el cual han sido impuestas cada vez que las circunstancias
así lo aconsejan, constituye una excepción a esta regla la decisión del a
quo de condicionar la prosecución del incidente de reducción de cuota al
previo cumplimiento de la condena, consistente en el pago de unas
sumas de dinero, cuya adecuación al nivel de ingresos del incidentista
se intenta probar mediante el procedimiento que se suspende. Ello es
así, pues dicha decisión equivale en la práctica a clausurar para el futuro
tal posibilidad”.

En otro fallo de la misma década, también la Corte Suprema de Justica


de la Nación admitió el recurso extraordinario en materia de alimentos
al considerar que “aunque se vinculen con cuestiones de hecho, prueba
y derecho común, cuando demuestran la existencia de nexo directo e
inmediato entre lo resuelto y las garantías constitucionales que se dicen
vulneradas, al frustrar en forma injustificada la obtención de un
beneficio de naturaleza alimentaria al que, como se ha acreditado, se
tenía derecho”.

Con posterioridad, el mismo Tribunal manifestó que “si bien las


resoluciones dictadas en materia de modificación de cuota alimentaria
no constituyen sentencias definitivas a los fines del recurso
extraordinario, pues dejan abierta la posibilidad de revisar el criterio con
el cual se las ha establecido cada vez que las circunstancias así lo
aconsejen, se configura una excepción a esa regla cuando la decisión
impugnada equivale, en la práctica, a clausurar para el futuro dicha
posibilidad. En efecto, el pronunciamiento apelado es definitivo en
cuanto resuelve que el importe no podrá determinarse en lo sucesivo
sobre la base del acuerdo mencionado”.

Más recientemente, la Corte en fallo CS, 16-5-00, LL 2001-B-638 hizo


suyo el dictamen del procurador fiscal, al manifestar que:

“a los efectos de la procedencia del recurso extraordinario, constituye


sentencia definitiva en el marco de los derechos debatidos, el
pronunciamiento que dispone implícitamente el cese de la cuota
alimentaria contenida”.

Tratándose de reclamos alimentarios vinculados a los menores de edad,


la CSJN, resolvió que:
“los jueces deben buscar soluciones que se avengan con la urgencia de
este tipo de prestaciones —en el caso, la Corte hizo lugar al recurso
extraordinario contra la resolución que postergó una ejecución de
alimentos a las resultas de un proceso ordinario de nulidad — debiendo
encauzar los trámites por vías expeditivas y evitar que el rigor de las
formas pueda frustrar derechos tutelados por la Constitución nacional
(art. 27, inc. 4o, de la Convención sobre los Derechos del Niño)”.
Agregándose que “suscitan cuestión federal las impugnaciones del
apelante —en el caso, en el marco de un proceso de ejecución de
alimentos— que tornan procedente el recurso extraordinario si, con
menoscabo del derecho de defensa en juicio, el tribunal incurrió en
exceso ritual al postergar el derecho alimentario de los menores a
resultas de un proceso ordinario de nulidad, pues no sólo desvirtúa la
brevedad del trámite previsto para tales reclamos y desatiende el
superior interés de aquéllos, sino que ocasiona un agravio de
insuficiente reparación ulterior”. CS, 6-2-01, LL 2001-C-568.-

En cuanto al reclamo efectuado por los nietos menores de edad,


también la CSJN manifestó que resulta formalmente admisible el recurso
extraordinario deducido contra la sentencia que rechazó la demanda por
alimentos interpuesta contra el abuelo paterno de los menores
reclamantes ya que, aun cuando los agravios se refieren a cuestiones de
hecho, prueba, y de derecho común ajenas en principio a la instancia
extraordinaria, ello no impide la apertura del recurso, cuando lo decidido
no constituye una derivación razonada del derecho vigente con arreglo a
los hechos comprobados en la causa. CS 15-11-05, LL 2005-F-479, LL
2006-A-368 y 605.-

Pero, no siempre que se planteó un recurso extraordinario, por


cuestiones relativas a los alimentos, la Corte Suprema admitió la
procedencia de tal recurso.

Pues, así resolvió en fallo CS, 4-9-79, LL 1980-A278 que:

“es improcedente el recurso extraordinario deducido contra la sentencia


que resuelve cuestiones de hecho y derecho común, como es lo
referente al incremento de la cuota alimentaria fijada en el fallo apelado,
con fundamento de igual carácter que bastan para sostenerla como acto
jurisdiccional al margen del acierto o error de la misma, aspecto cuyo
conocimiento escapa a la competencia de la Corte cuando interviene por
la vía intentada”.

En el mismo orden, se rechazó el recurso extraordinario interpuesto, en


el entendimiento que “no reviste carácter definitivo la decisión que
desestimó el pedido de que la cuota alimentaria fuera mandada a pa­gar
desde la fecha de nacimiento de la hija alimentada, dictada en un juicio
sumario, que no impide el replanteo de la cuestión en un juicio de
conocimiento amplio”.

c) De inaplicabilidad de la ley
Regula este recurso el art. 288 del CPCCN. Tal norma legal, dispone:

“El recurso de inaplicabilidad de la ley sólo será admisible contra la


sentencia definitiva que contradiga la doctrina establecida por alguna de
las salas de la Cámara en los diez años anteriores al fallo recurrido, y
siempre que el precedente se hubiera invocado con anterioridad a su
pronunciamiento..

Se agrega, en el art. 289 del Código de rito precitado: “Se entenderá


por sentencia definitiva la que terminare el pleito hiciere imposible su
continuación.

En materia de alimentos, algún pronunciamiento de la CNCiv. entendió


que este recurso no procede contra las sentencias dictadas en los
procesos por alimentos, cualquiera sea el monto de la condena, pues,
por su naturaleza, aquellas son susceptibles de modificación, desde que
no son definitivas ni pueden contradecir la doctrina de otras porque se
fundan, exclusivamente, en los elementos probatorios allegados por las
partes en cada caso particular. CNCiv. Sala C, 26-6-80, ED 89-488.-

Otro pronunciamiento de la misma Alzada, en un caso donde se


planteaba la posibilidad de actualizar la cuota alimentaria bajo la
vigencia de la ley 23.928 (ley de convertibilidad), negó la admisión del
recurso de inaplicabilidad de la ley, al decir que:

“Si bien mediaron soluciones opuestas respecto de la posibilidad de


actualizar la cuota de alimentos bajo la vigencia de la ley 23.928, existe
una especial circunstancia que impide la admisión del recurso de
inaplicabilidad de la ley interpuesto. CNCiv. Sala I, 17-9-93, DJ, 1994-2-
14, y LL, 1994-A-405.-

Ello es así, porque la sentencia es factible de revisión mediante la


utilización de la vía prevista por el art. 650 del Cód. Procesal. Por esa
razón no reviste el carácter de sentencia definitiva que termine el juicio
o impida su continuación (arts. 288 y 289 del Cód. Procesal)”.

En tanto, la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires en fallo


SCBA, 14-10-86, LL 1987-C-398 y DJ 1987-2-609, rechazó este recurso,
por considerar que “la interpretación de los términos de un convenio de
alimentos es una típica cuestión de hecho privativa de los jueces de las
instancias ordinarias, irrevisable —en principio— en casación, salvo
absurdo”.

Pero, más cercano en el tiempo, el Máximo Tribunal de la Provincia de


Buenos Aires lo admitió (por mayoría), fallando que “el recurso de
inaplicabilidad interpuesto contra la sentencia que determinó la cuantía
de los alimentos debidos y la forma de pago, debe ser admitido, pues de
las probanzas incorporadas a la causa se advierte un caudal económico
del alimentante que no fue evaluado por el a quo, y la no consideración
de tal elemento esencial incorporado tiñe la causa de absurdo, dado que
no se conoce de dónde se partió para definir el criterio adoptado,
impidiéndose evaluar si dicha determinación responde al principio de
razonabilidad”. SCBA 11-5-11, LL Buenos Aires, Revista mensual de
jurisprudencia de la Provincia de Buenos Aires, año 18 n°8 septiembre
de 2011, p. 847.-

Asimismo, importante jurisprudencia provincial admitió este recurso en


materia de alimentos, en el entendimiento que “la simple demora en la
resolución de un trámite de alimentos en beneficio de un menor puede
evitarse, por lo que es procedente el recurso de inaplicabilidad de la ley
interpuesto”. STJ Entre Ríos, Sala II Civ. y Com. 15-6-05, ED 221-517.-

d) De nulidad
El recurso de nulidad se interpone conjuntamente con el de apelación. Al
respecto, el art. 253 del CPCCN, dice:

“El recurso de apelación comprende el de nulidad por defectos de la


sentencia’’.

En consecuencia, el recurso de nulidad por defectos de la sentencia


tiene por objeto obtener la revocación de un pronunciamiento que se
estima equivocado o injusto, sino lograr que se lo invalide por haber
sido dictado sin sujeción a los requisitos de tiempo, lugar y forma
prescriptos por la ley.

Este recurso, que se encuentra comprendido dentro del recurso de


apelación, se circunscribe a los errores o defectos de la sentencia
motivados por vicios nacidos en la construcción del decisorio, como, por
ejemplo, la ausencia de fundamentación del fallo, la expresión oscura e
imprecisa, la omisión de decidir cuestiones esenciales, el
pronunciamiento sobre pretensiones no propuestas por las partes.
Al estar comprendido dentro del recurso de apelación, resulta
improcedente la solicitud de nulidad de una resolución judicial, con
fundamento en vicios o defectos que, de existir, son susceptibles de ser
reparados a través del recurso de apelación, mediante el cual el tribunal
actuante puede examinar los hechos y el derecho con plena jurisdicción.

En similar sentido, en fallo CNCiv. Sala F 8-9-98, LL 1999-C-380, se ha


dicho que:

“cuando los agravios articulados pueden ser reparados por vía de


apelación no resulta admisible el recurso de nulidad. De verificarse tal
circunstancia, corresponde desestimarlos, sin perjuicio de la
consideración de los argumentos vertidos en el marco del recurso
previsto en el art. 242 del Cód. Procesal.

En consecuencia, la jurisprudencia de nuestros tribunales ha reconocido


la preeminencia del recurso de apelación, no obstante comprender al de
nulidad por defectos de pronunciamiento, cuando, por vía de aquel
remedio, se puede subsanar la sentencia impugnada. De allí, que se
haya sostenido su improcedencia cuando el vicio que se señala es
reparable.

El simple error de tipeo que origina una equívoca referencia a la norma


invocada por el juez o tribunal para decidir cuestiones propuestas a su
consideración, se ha estimado que no habilita —por sí solo— la
declaración de nulidad cuando se aludió claramente al contenido de la
norma correcta.

El recurso de nulidad, se diferencia del incidente de nulidad en que este


último se refiere a vicios localizados en el procedimiento anterior al
pronunciamiento de la sentencia y debe ser planteado dentro de los
cinco días de conocidos, en tanto, el primero se refiere a defectos
propios del fallo y no procede cuando éstos pueden remediarse al
considerar los agravios.

Por ello, las irregularidades del procedimiento anteriores a la emisión de


la sentencia no constituyen motivos del recurso de nulidad. Por el
contrario, estas irregularidades deben ser impugnadas en la primera
instancia, por la vía incidental de los arts. 169 y siguientes del CPCCN.

En el mismo orden, un fallo provincial estableció que:

“la reparación de los vicios del procedimiento en los que se hubiere


incurrido con anterioridad a la sentencia —en el caso, fundado en la
falta de notificación de una audiencia en un juicio de alimentos— no
puede alcanzarse a través del recurso de nulidad, pues este remedio
debió perseguirse en las instancias en que dichos vicios se cometieron”.
CCiv. y Com. 2° Nom. Santiago del Estero, 27-9-00, LL Noroeste, 2001-
489.-

En materia de alimentos, se interpuso este recurso en varias ocasiones,


pero la mayoría de las veces fueron rechazadas por considerarse que los
fundamentos impetrados por el recurrente no ameritaban su
acogimiento por parte del sentenciante.

También podría gustarte