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La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejándola libre para que se
desarrolle”, afirmó María Montessori hace más de un siglo. Hoy, el triángulo educativo
en el que se basa su pedagogía y sus principios fundamentales están siendo
evidenciados por la neurociencia.
Es más, Steve Hughes, neuropsicólogo, pediatra y padre Montessori, tiene la firme
convicción tras años de experimentación de que el Método Montessori potencia
ciertas funciones cerebrales que ayudan a expandir el desarrollo
cognitivo. Incluso le ha puesto los apellidos al método de “sistema original de
aprendizaje basado en el cerebro”.
Hoy en día sabemos que los recursos que el cerebro emplea para procesar los
estímulos sensoriales que percibe a través de las manos en sensiblemente superior a
otras partes del cuerpo. Así, podríamos decir que experimentar el mundo a través de
las manos es el equivalente a la entrada por la puerta grande de nuestro cerebro y,
por ello, estas deben jugar un papel principal en el aprendizaje.
En la imagen podemos observar lo que se denomina “homúnculo motor y homúnculo
sensorial”. Este término se usa para describir una figura humana distorsionada
dibujada para reflejar el espacio sensorial relativo que nuestras partes corporales
representan en la corteza cerebral. En ambos homúnculos vemos cómo las manos
son sensiblemente más grandes que otras zonas.